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Dime que fue por amor por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

La fiesta estaba siendo todo un éxito hasta que aparece una visita inoportuna...

   No sabría decir cuándo se quedó dormido. El grito de Seiya desde la parte baja de la mansión lo despertó. Abrió los ojos lentamente. Su mp3 todavía estaba sonando, y en ese momento se reproducía una de sus canciones favoritas: Always, de Bon Jovi. Le encantaba escucharla y soñar con Shun.

    Mientras sonaba, cerró los ojos y se dejó llevar por la música. Parecía que estaba escrita para él. Unas lágrimas brotaron de sus ojos sin poder evitarlo.

    Al acabar la canción, apagó el mp3 y se levantó de la cama. Miró el reloj. Eran las ocho de la tarde. Le parecía que no había pasado tanto tiempo. Se dirigió hasta el espejo, se secó las lágrimas de la cara y acomodó su cabello rubio sobre sus hombros. Supuso que había tenido un sueño agitado, ya que tenía todo el pelo revuelto.

    Aún se oían los gritos de Seiya desde abajo. Al parecer, había tropezado mientras llevaba todos los CDs de música y se le habían caído encima del pie.

    ''Ojalá me preocupara lo que le preocupa al burro, o sea, nada''. Sonrió y fue directo a la puerta. Bajó las escaleras y casi embiste a Shiryu, que se dirigía al piso de arriba.

    -Hola, Hyoga. ¿Te encuentras bien? No te hemos visto desde después de desayunar.

    -Ah... sí... bueno... últimamente no he conciliado el sueño, me fui a mi habitación y me quedé dormido hasta ahora.

    -¡Pues sí que debías de tener sueño! ¡Has dormido prácticamente todo el día!

    Shiryu se echó a reir y Hyoga le dedicó una sonrisa forzada. No quería contarle a nadie el por qué de su estado, y suponía que no tardarían en preguntarle al respecto. Rápidamente se liberó del dragón antes de que siguiera cuestionándole.

    Entró en el salón donde estaban todos los demás. Seiya estaba sentado en un cómodo sillón de cuero marrón, con una pierna sobre una butaca. Al verlo entrar se levantó para ir corriendo a saludarle, pero nada más elevarse se calló al suelo. Todos se echaron a reir, incluido Hyoga, que hacía mucho tiempo que no se reía de verdad.

    Echó un vistazo disimulado a Shun, que aún se reía como un niño. Tenía en sus brazos una caja de a saber qué. No le importó, solo se limitó a mirarle durante unos segundos.

    En ese momento, se oyó una risa que les resultó a todos muy familiar. Todos se volvieron para mirar, e Ikki hizo su aparición, entrando por la ventana.

    -¿Qué? ¿No pensaban invitarme a la fiesta?- Preguntó, muy sonriente.

    -¡Hermano!- Gritó Shun. Dejó la caja en el suelo y se echó a sus brazos, llorando de alegría.- Ya pensaba que no ibas a volver nunca.- Le miró con sus ojos esmeraldas, sonriendo.

    -Vamos, hermano, ¿te creías que íbais a celebrar una fiesta sin mi presencia?- Se echó a reir, y rompió el abrazo.- Hola Seiya, Hyoga, Saori.- Saludó.- ¿Dónde está el dragón de Shiryu?

    -Aquí estoy.- En ese momento entró por la puerta y le dio la mano a Ikki.- Sabía que aparecerías de un momento a otro habiendo una fiesta de por medio...¿dónde has estado?

    -Eso, eso, ¿dónde has estado?- Preguntó Seiya que ya había conseguido volver a sentarse.-¡Seguro que de juerga y nosotros tan preocupados!

    -¡Qué dirás, caballo! ¡Al menos yo no me lesiono estando de vacaciones!- Todos se rieron, menos Seiya, que le fulminó con la mirada.

    -Bueno, bueno, pues ya que has venido no te hagas el vago y ayuda a colocar todo eso.- Dijo en su defensa.

 

     Aún eran las nueve cuando teminaron de prepararlo todo para la gran noche. Shiryu y Seiya salieron de la mansión para ir a buscar a Shunrei y a Miho. Saori fue con Tatsumi a una tienda cercana que habría hasta altas horas de la noche, e Ikki subió al piso de arriba para darse una ducha y relajarse un poco hasta que llegaran los demás.

    Shun estaba sentado en el sofá, mientras Hyoga miraba por la ventana, pensando. Cuando se dió la vuelta, el peliverde estaba a su lado mirándolo con esos ojos que le volvían loco.

    -S...¿Shun? ¿Qué pasa?- Preguntó un tanto nervioso por la cercanía de su amigo.

    -Estaba pensando... ¿Por qué estás tan triste últimamente? No me lo has querido decir antes... pero sabes que siempre me preocupo.- Dijo sin quitarle ojo de encima.

    -No me pasa nada... solo... estoy cansado, eso es todo.-Se defendió él.

    -¿Cansado? ¡Venga ya! ¡si has estado durmiendo desde la mañana!- Le espetó.- Venga, dime qué te pasa.- Hinchó los mofletes y puso una falsa cara de enojado.

    -¡No vale poner esa cara!

    -¡Pues dime qué te pasa!

    -Shun...- empezó, pero paró de inmediato al ver que el peliverde le miraba intensamente y muy entusiasta.- Ehm... ¿falta algo para colocar?- Dijo, mirando hacia todas direcciones rompiendo el hechizo de los ojos de Andrómeda.

    -¡Oh, no cambies de tema! ¡Ya casi me lo estabas diciendo!

    -Es algo muy complicado... no es necesario que tengas que cargar con ello...- Mintió, aunque en realidad le hubiera encantado contárselo, sabiendo que conseguiría algo de su amigo, pero no iba a ser así nunca, pensaba.

    -Está bien, como quieras... yo solo trataba de ayudarte.

    -Sabes que te lo contaría... Voy a ver qué puso ese tonto de Seiya para comer.

    Salió del salón en dirección a la cocina, dejando al peliverde solo, que se sentó en el sillón donde había estado el pegaso. Echó una mirada por la puerta por la que había salido su amigo, y se puso a pensar, echando la cabeza hacia atrás y mirando al techo con los ojos muy abiertos.

    ''Desde que dejamos de luchar está muy raro conmigo, últimamente casi ni me habla... y si lo hace, es porque yo empecé a hablarle primero.'' Giró la cabeza y miró por la ventana desde el sillón. ''Qué bonita es la primavera... ¡Tengo una idea! ¡saldré al jardín a recoger unas flores y se las regalaré como hizo él!'' pensaba a la vez que sonreía.

    Se levantó del sillón y se dirigió hasta el jardín, en busca de las flores más bonitas que pudiera encontrar. Cogió unas cuantas margaritas y jazmines, y las puso en forma de ramo. Cuando volvía a la mansión se le ocurrió que coronando el ramo podría poner una rosa roja, de las que Hyoga solía llevarle a su madre cuando iba a Siberia. Sabía que nunca sería tan hermosa la rosa que le regalara él, pero le pareció un detalle muy bonito.

    Volvió a entrar en la mansión con el ramo ya terminado, y al ver que Hyoga no había vuelto al salón, fue hasta la cocina. Allí lo encontró, probando uno de los pastelitos que había preparado Saori. Escondió el ramo tras la espalda y se dirigió a él. El rubio se giró y Shun le mostró el ramo de margaritas, jazmines y la rosa coronándolo.

    -¿Y esto, Shun?- Preguntó extrañado, con los ojos muy abiertos.

    -Son para ti, a ver si te animas.- Le sonrió con su carita de ángel, y Hyoga no pudo hacer otra cosa que sonreir también y coger el ramo que le tendía.

    -Son preciosas, Shun, me encantan, de verdad.- Le dijo mientras olía las flores.

    -Me alegro que te gusten.- Le sonrió aún más y le dio un abrazo, seguido de un beso en la mejilla.

    Hyoga se puso colorado ante el gesto del peliverde.

    -Voy a dejarlas en agua...-Dijo, bajando la cabeza para que no se notase que se había puesto rojo.

    -Vale.- Le sonrió Shun antes de que saliera de la cocina.

 

    Ya eran las 10 cuando llegaron Seiya y Shiryu con Miho y Shunrei, y apenas unos minutos después aparecieron Saori y Tatsumi, cargados de bolsas con botellas de toda clase de licores. Al parecer Saori no era tan inocente como pensaban, y todos la miraron con cara de sorprendidos.

    -Vaya, princesa, parece que no eras como pensábamos, jaja.- Dijo Ikki, que acababa de bajar de su habitación, ya arreglado.

    -Solo será una noche...- Se disculpó ella sonriente.

    -Señorita... aún estamos a tiempo de devolver todo eso...- Empezó Tatsumi, pero la mirada de la diosa no admitía excusas.

    Empezaron la fiesta, Seiya poniendo la música que anteriormente le había jugado una mala pasada, y convenció a Miho para que bailase con él. Ikki empezó a servir las bebidas ofreciendo vasos a cada uno de ellos. Shun se encargó de llevar la comida desde la cocina, ayudado por Shiryu y por Shunrei. Saori bailaba con Tatsumi, el cual no dejaba de hacer el ridículo por no saber bailar ni una canción. Hyoga se limitó a observar desde el sofá mientras bebía lalcohol de su vaso.

    Cuando terminaron de servir la comida y la bebida, Shun se fue a bailar con su hermano, y Shiryu y Shunrei también.

    Después de unas canciones, Shun se sentó en el sofá al lado de Hyoga, y le preguntó por qué no se levantaba y bailaba un rato. Este se negó.

    -¡Venga, Hyoga! ¡deja ese vaso a un lado y ven a bailar conmigo!

    No tuvo tiempo de inventarse una excusa, el peliverde le había agarrado del brazo y llevado a la improvisaba pista de baile. Había bebido ya bastante y se tambaleaba, pero Shun le sujetaba para que no cayera, mientras los dos se reían. Hyoga tenía las mejillas coloradas, aunque no se sabe si era por el alcohol o por estar bailando con su amado.

    Las canciones lentas también las habían bailado juntos, a petición de Shun. Ikki los miraba riéndose a carcajadas. Al parecer, él también había tomado demasiado.

    Hyoga se lo estaba pasando genial. Podría haber dicho que estaba siendo uno de los mejores días de su vida, al lado de Shun. Jamás podría haberlo imaginado. Aunque sabía que el peliverde veía el juego como pura amistad, al rubio le estaba dando fuerzas para enfrentarse a la verdad.

    Seiya se había abrazado a Miho y bailaban muy pegados todas las baladas, al igual que Shiryu y Shunrei. Por alguna extraña razón ahora solo sonaban baladas.

    Cuando Hyoga alzó la vista y miró a su alrededor, aún abrazado a un Shun completamente inocente, pudo ver cómo Shiryu besaba a Shunrei y esta le sonreía. Parecía que el momento estaba hecho para ellos.

    ''Ojalá pudiera hacer yo lo mismo con Shun'' pensó. ''Pero esto también es mágico'' sonrió y volvió a centrarse en el baile.

 

    Eran ya las doce y media de la noche cuando cesó la música para comer algo todos juntos. Había tortilla de patatas, empanada, sanwitches, pasteles de todos los sabores y galletas de chocolate.

    Estaban todos comiendo y charlando, medio ebrios, cuando tocaron el timbre de la mansión. Tatsumi, que se había encargado de ordenar la cocina, al margen de la fiesta, fue a abrir la puerta.

    -¡June!- Exclamó.-¿Qué haces aquí?- Preguntó sorprendido.

    -No he podido venir antes. Seiya me invitó.

    -Uhm... pasa, están todos en el salón. -Sonrió y volvió a la cocina a terminar con su trabajo.

    ''Después de tanto tiempo volveré a verte, mi querido Shun'' pensaba a medida que se acercaba al salón.

    Cuando se hubo asomado, todos levantaron la cabeza de la mesa para mirarla. Shun fue el primero en hablar.

    -¡¡June!! ¡¡Menuda sorpresa!! ¡¡No sabía que ibas a venir!!- Se levantó y fue a abrazarla.

    -Seiya fue el encargado de invitarme.- Dijo la chica, que se había puesto roja por el contacto.

    Todos miraron a Seiya, sobre todo Hyoga, que parecía que se le había caído el mundo encima. Lo tenía todo, y de repente ya no tenía nada.

    -¡¡June!! ¡qué bueno que viniste!.- Exclamó Seiya con una sonrisa de oreja a oreja. Se levantó de la silla y casi se cae. Tuvo que apoyarse en el hombro de Hyoga para mantener el equilibrio. Este, de mala gana, se aguantó.

    -Jaja, veo que ya han bebido todos.- Dijo la rubia riéndose.- ¿Continuamos con la fiesta?

    -¡¡¡Claro!!!- Dijeron todos al unísono, menos Hyoga, que había vuelto a coger un vaso lleno hasta arriba de alcohol. ''Lo necesitaré'' pensó.

    Cuando terminaron la comida, volvió a sonar la música y se pusieron a bailar. Shun ahora bailaba con June, muy pegados. Shiryu seguía con Shunrei, Seiya con Miho, e Ikki había invitado a bailar a la princesa Saori.

    Hyoga se había vuelto a sentar y miraba la escena casi sin ver nada. Tenía la vista nublada y la mente desorbitada de tanto beber.

    Después de unas canciones, empezó a sonar una que le resultaba muy familiar. Era Always, de Bon Jovi, la que tanto le gustaba y le hacía pensar en Shun.

    -¡Vaya!- Exclamó June.- ¡Esta es mi canción favorita! ¿La bailamos, Shun?.- Dijo, sonriente.

    -¡Claro!- respondió el peliverde, también con una sonrisa.

     ''No puede ser verdad'' pensó Hyoga. En ese momento se levantó del sofá, tambaleándose bruscamente, y se dirigió a la puerta para irse. Antes de salir, volvió la cabeza para mirar otra vez la escena, y vio que June le daba un beso en los labios a Shun.

 

  

Notas finales:

Espero que les guste y me sigan para ver qué pasa en el próximo capítulo ^^


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