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Te he echado de menos por AndromedaShunL

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   Puedo ver desde la ventana cómo te vas para no regresar. Al final has decidido irte con ella, en vez de quedarte aquí, a mi lado.

   Sé que no tengo derecho a negarte nada, que tu corazón es tan libre como tu alma. Pero después de todo lo que hemos pasado juntos se me hace tan triste verte marchar...

   Estoy seguro de que a tu madre no le faltará nunca de tu compañía, que irás a verla todos los días al igual que compartirás la cama todas las noches con tu nuevo amor.

   Veo cómo vuelves a entrar en la mansión a buscar algo que se te ha olvidado. Yo no me separo de la ventana, por si acaso me pierdo tu partida.

   Pienso que igual podría bajar a despedirte, pero sería demasiado duro. Me sentiría tentado a abrazarte y no dejarte ir, pero es tu vida y solo tú decides cómo llevarla a cabo.

   Mis lágrimas caen sobre mis mejillas como una cortina de agua, y apenas puedo ver el coche al que subirás. Paso mi mano derecha por los ojos para quitarlas, y volver a mirar por la ventana.

   Has vuelto a salir de la mansión y abres el maletero para guardar lo que se te había olvidado. Puedo distinguirlo, no sin dificultad: es una foto en la que salimos todos los caballeros como si fuéramos hermanos. Yo tengo esa misma foto en mi mesilla.

   El viento revuelve tu pelo rubio. Me encanta. Siempre me encantó, me fascinó, me cautivó... la verdad, es que aún me produce esa sensación. Pero lo mejor son tus ojos azules como el cielo. Cada vez que los miraba me perdía en ellos, y me transportaban a un mundo donde solo estábamos tú y yo.

   Por fin, entras en el coche. Despides a los demás que fueron hasta la puerta para verte marchar. El conductor arranca y sales por la verja, para no regresar jamás.

   Yo me vuelvo hacia mi habitación y me tumbo en mi cama, abrazando el peluche que me regalaste. Es muy blandito, pero nunca podrá ocupar el lugar de tu piel.

   Recuerdo la primera vez que nos acostamos en la misma cama. Yo tenía miedo, pero tú me tranquilizabas con una voz tan dulce como la miel.

   Los ojos se me ponen rojos de tanto llorar, y los párpados me pesan cada vez más. Me quedo dormido con mi pelo verde tapándome la cara.

   Sueño que me sigues queriendo como el primer día, que me besas y me abrazas. Sueño que entre nosotros no hay barreras que nos separen, ni distancias que nos hagan olvidar. En verdad, yo jamás podré olvidarte.

  

   Han pasado ya varios meses desde tu partida, y yo aún me encuentro tan vacío...

   Intenté buscar otro como tú, alguien que me quiera como lo hiciste tú, pero a cada cual era más desastroso, y no tardaba en cansarme de ese juego tan amargo.

   Llegaba a mi habitación después de pasar la noche por ahí, bebiendo todo lo que pudiese, para intentar olvidar el dolor que me habías dejado, pero por la mañana regresaba, y volvía a repetirse una y otra vez la misma historia.

   Ahora vuelvo a mirar por la ventana por la que una vez te vi marchar para no volver, y me duele el corazón solo de recordarlo.

   Me voy a dar una ducha de agua fría para despejarme de la resaca. La noche anterior no fue diferente a las demás.

   Me visto y salgo de la mansión para volver con la rutina. Alguien me retiene del brazo. Me vuelvo para mirar y me topo con el rostro de mi hermano.

   Mis ojos empiezan a llorar y me echo a sus brazos. Él me abraza con fuerza e intenta tranquilizarme, pero es inútil, mi dolor es demasiado intenso. No puede contener las lágrimas y se echa a llorar conmigo. Le digo que deje de llorar, y me dice que no puede verme sufrir de esa manera, que le gustaría verme sonriente como antes.

   Pocas veces le había visto llorar, y cada vez que lo hacía se me partía el corazón por la mitad. Me separo de él y lo miro a los ojos. Intento formar una sonrisa y me sale bien. Me dice que estoy hermoso cuando sonrío.

  

   Otro día más pasa sin tu presencia, y yo cada vez me encuentro más muerto que vivo.

   Las pulsaciones de mi corazón se aceleran cada vez que tocan el timbre de la mansión, pero siempre resulta ser una falsa alarma. Cada vez me desespero más.

   A veces he pensado en acabar con mi vida. ¿Por qué vivir así? Pero no soy capaz, siempre albergo la esperanza de que volverás, aunque sé que eso no va a pasar nunca. Te has ido para no volver, y no soy quién a asumirlo de una maldita vez.

   Hoy no me apetece salir por la ciudad, así que me quedo en mi habitación leyendo un libro de humor. Es muy divertido, pero no consigue sacarme ninguna sonrisa. Lo cierro y meto la cabeza bajo la almohada.

   He oído un timbre, o el sonido de un ave, o la bocina de un coche, no sabría decir. Tampoco me importa. Hace tanto tiempo que perdí el gusto por todo...

   Me cubro el cuerpo con las mantas. Siento una ráfaga de aire frío. Es extraño, estamos en primavera.

   Sin saber por qué vuelvo a levantarme de la cama. Siento que hay alguien detrás de la puerta y me dirijo hacia ella. La abro.

   Ni el más hermoso de los paisajes de todo el universo podría compararse con lo que estoy viendo ahora.

  -Shun... -susurras mi nombre.

  Las lágrimas asoman a mis ojos, y bajo la cabeza para no mirarte. Igual eres producto de mi imaginación y sigues en Siberia.

  -Shun, soy yo, Hyoga -vuelves a decir, fantasma.

   Levanto la vista para mirar a la sombra que me está hablando, y me pones una mano sobre el hombro. Pareces muy real.

   -Shun, lo siento... -dices. Como si eso fuese a arreglar todo lo que he sufrido.

   Sin embargo, me abalanzo sobre ti y nos fundimos en un cálido abrazo que pensé que iba a durar eternamente. Te separas de mí y me besas los labios. Estás frío, y eso me gusta, en verdad, siempre me has gustado.

   Todos los meses que han pasado no han sido suficientes para borrar ni un poco de la huella que dejaste en mi corazón.

   Me vuelves a pedir perdón con lágrimas en los ojos, y me dices que has cometido el error más grave de tu vida al haberte ido.

   Yo tampoco puedo contener las lágrimas, aunque no sabría decir si eran de emoción o de tristeza.

   -Te he chado de menos -es lo único que conseguí susurrarte al oído.

  


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