Anda dando saltos y moviéndose de acuerdo a la melodía que escuchaba. Prácticamente estaba en su garbanzal, conversaba al mismo tiempo con su hermana sobre SAINT SEIYA. Fue cuando de repente y de la nada, aparentemente escuchó una voz familiar gritando su nombre.
-¡Camus…apúrate…que tu papá quiere hablar contigo…!-Dijo su mama con cólera.
Asustado por el tono de voz usado por su mamá, camino temeroso hacia la puerta de su cuarto, pero al intentar girar la perilla, la puerta se abre por fuera y muy encolerizada entro la mamá y dándole un puñete en el hombro le dijo:
-¡Que estás haciendo! ¡Apúrate! ¡Que por tu culpa tu papa me está requintando!-Exclamó con cierta rabia.
Al instante salió, algo enojado por el golpe recibido. Camino con paso seguro hacia la mesa del comedor en donde lo esperaba Degel, su padre, quien n sus ojos reflejaba decepción, cólera, rabia y fastidio.
-¿Qué significa esto?-Pregunto su padre señalando con su dedo un rojo que tenía en su cuaderno de Algebra.
-Aaaaa…. Eso ya es de hace tiempo-Le contestó gritando.
-¡Pero igual importa!- le contesto en el mismo tono por la falta de respeto.
Se quedó mudo, completamente callado y atemorizado por el grito recibido…nunca le había gritado su viejo y eso era lo que más le dolía. Comenzó a ponerse nervioso, pensaba que le iba a pegar hasta matarlo tan solo por el maldito “No hizo su tarea” que el profe Ramiro Domínguez le había puesto en la parte vacía del cuaderno. Carajo… había tenido la tan mala suerte de haberse olvidado de esconder el bendito cuaderno… sabiendo que Degel revisaba todos los cursos sin perder detalle cada fin de semana.
Moría de la vergüenza. Un conocido de su padre, mayor que él por dos años había visto la escenita que había protagonizado con su padre. Lo había visto llorar, hacer gestos y recibir el duro “regaño” que su viejo le había impuesto. Se sentía miserable, no valía nada, deseaba morirse en ese instante o que la tierra se lo tragara… nadie lo comprendía, estaba él solo en su mundo sin apoyo ni ayuda.
Ya había pasado más de media hora del sermón de porquería. Empezó con sus malditas clases de reforzamiento sin prestar atención del todo. Necesitaba escribir en su diario, desahogarse, expresarse al menos de esa manera porque si hablaba sabía que iba a herir a sus padres y eso como saben es pecado mortal, en cuestiones de religión.
A eso ya de las siete de la noche sus padres y su hermana salieron de casa para ir a cenar y él tuvo que quedarse a hacer unos ejercicios de Trigonometría que eran para el día de mañana. Pasaban los minutos y cada vez más… el hambre y atracción que sentía hacia Milo; como se llamaba su “Profesor Personal”, crecía a cada instante más y más. Quería besarlo, tocarlo, acercársele y decirle que tenía permiso para poseerlo…pero lamentablemente su timidez era más grande que cualquier otra cosa en este instante.
El tiempo seguía corriendo y la tención para Camus ya era demasiada…no lo soportaba más. Si no hacía algo pronto iba a reventar y por consiguiente arrebatarse y perder por completo los estribos. No era eso lo que deseaba, él quería sentir su próxima y latente unión en cuerpo con el amigo de su papi.
Al fin no pudo más… se levantó decidido… sin siquiera sentir temor, vergüenza, deseos de hablarle y decir que olvidara el maldito regaño…ni nada.
Se acercó, lo tomo del cuello y lo besó con pasión, deseo y hambruna. Hace tiempo que ya le iba teniendo ganas y era el único que le hacía perder el control sobre sí mismo. El otro no se resistió, también deseaba con todo su ser que pasara…aunque fuese prohibido por ser el otro mayor; no les importó….ahora si sería un momento inolvidable.
Se siguieron besando sin perder la pasión. En un momento dado los dos se echaron en el piso frio de mármol, desnudándose mutuamente sin perder detalle de o que tocaban y sentían. Se amaban con real frenesí como si el mañana no existiera y solo quedaba ese único momento para amarse con intensidad jamás sentida ni vista. Se recorrían mutuamente con besos y caricias en todo el cuerpo; cuando Milo llegó al turgente miembro del acuariano lo tomo sin miramiento alguno en su boca y empezó a degustar el sabor de aquel pedazo tan caliente y duro que pronto estallaría en su boca…de eso no cabía duda.
Un líquido cálido entre dulce y salado corría y se desbordaba de su boca. Era la semilla deliciosa del joven galo, que fue degustada hasta la última gota por el griego amigo de Degel. Ahora venía lo más rico y delicioso del placer carnal… Milo le hizo ensalivar tres de sus dedos y luego suavemente comenzó a introducir uno en la pequeña entrada de Camus, moviéndolo en círculos, dilatando y anchando el anillo virgen que estaba por poseer. Continuó con los otros dedos que faltaban hasta que estuvo listo y lo suficiente dilatado como para recibir el falo enorme y duro del griego. Este comenzó lentamente a traspasar la estrechez que le impedía ser uno solo con el francés; cuando estuvo completamente dentro espero quieto a que el más joven se acostumbrara a la invasión y próximamente se acostumbrara al ritmo que él impondría.
Movió suavemente su cadera dando la señal que el de arriba necesitaba para empezar a embestir suavemente primero para luego hacerlo fuerte y frenético. Las embestidas continuaron hasta que ninguno de los dos aguanto por mucho tiempo y al unísono se corrieron; Camus en el piso y Milo en el interior del joven galo.
Descansaron y respiraron un rato recuperándose después del inminente orgasmo. Luego sin decirse nada se vistieron y cada quien se puso a hacer sus cosas como si nada hubiera pasado.
Ahora ese secreto los mantendría unidos…
FIN