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Primeros días de primavera. por Angel_Chan

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Notas del fanfic:

Serie: Saint Seiya.

Pareja: Shun-Hyoga.

Clasificación: Romance.

Advertencia: Viejo-Cursi… y no el único.

Notas: Primera parte de tres Fics… creo que eran tres. De una serie llamada ‘Estaciones’.

Fecha: 22/04/2002.

Beta Reader: Pleasy Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei.

Notas del capitulo:

Esta es la imagen que ilustra el Fic: http://fav.me/d5e607p

Primeros días de primavera.

 

Había comenzado la primavera, atrás quedaban los colores del otoño y el frio del invierno. Ahora era el tiempo del romance, las mariposas y las parejas... mientras que las flores comenzaban a abrirse para el deleite de muchos…

¡Achuss!

Y también, por qué no, para la desgracia de otros tantos.

Ese había sido un estornudo muy bueno, ya que fue lo bastante sonoro como para que se oyera hasta en la cocina, cuando Shun ni siquiera había terminado de bajar las escaleras de la sala.

—¡Ohayo gosaimasu! —Saludó, pocos segundos después de que todos reconocieran su presencia en la casa, mientras refregaba su nariz con molestia.

—Buenos días Shun. ¿Acaso te has resfriado? —Sahori fue la única en saludar, pues Seiya y Shiryu tenían la boca ocupada en esos momentos.

—No, al parecer es solo algo que está floreciendo, porque me pica la nariz. —Contesto, refregándose nuevamente esa parte de su rostro.

—¿Eres alérgico al polen, Shun? —Shiryu pregunto con curiosidad, una vez que dejo su taza de café a un lado.

El Dragón estaba extrañado, jamás se había imaginado que Shun tuviera algún tipo de alergia, y es que se conocían tan poco fuera del ámbito de las batallas.

—Que yo sepa, Shiryu, no… nunca se me ocurrió preguntarle a niisan. —Shun se acomodó en su silla. —En todo caso, no me siento muy bien, y creo que va a ser mejor que hoy me quede aquí.

Se sirvió algo de té verde, con apenas una cucharadita de azúcar, dándose aires de quien no estaba muy interesado en lo que decía. Él estaba refiriéndose a la salida que harían ese día apenas acabaran con el desayuno. En festejo de la primavera, bajo las sakuras en flor.

—No digas eso, no puedes negarte un poco de diversión. —Comento Seiya, quien no quería que su compinche faltara a una salida al aire libre.

—Lo sé, Seiya, pero tampoco puedo salir si no me siento bien.

—Sí, Seiya. Además si no tenemos la seguridad de que no es una alergia… —Comento Shiryu con aire pensativo. —No podemos obligarlo a ir, donde tenemos planeado.

Si, un lugar lleno de florecientes pimpollos, y de volátil polen; suficiente como para acabar con el chico.

—Douvrý diem. —Fue el simple y seco saludo que el ruso emitió al irrumpir en plena conversación.

—Buenos días. —Fue el acto reflejo de todos, ya estaban acostumbrados al trato difícil de Hyoga.

Se sentó sin siquiera dirigir una mirada de más a su diosa o a sus compañeros. Tenía el cabello enmarañado, y todavía llevaba puesta la camiseta que utilizaba para dormir. Era un cuadro desalentador para alguien que siempre se veía con ese atractivo salvaje.

Pero de ante mano Hyoga sabía que ese no era un día en el que se levantaría temprano, pues todos se irían de viaje, y él prefería quedarse a descansar, aunque sea completamente solo.

—Sobre la cocina tienes más caliente. —Le dijo Sahori a Hyoga, señalando la tetera, al ver la mueca de asco del rubio al probar el café que aún estaba en la mesa.

—Eso te pasa por bajar tan tarde. —Se burló Seiya, a pesar de que el semblante de Hyoga haría pensar a cualquier en meditar sus palabras antes de abrir la boca.

—Tenia sueño. —Hyoga se encogió de hombros. —Pensé que ya se había ido.

—Sí, ya no vamos… Seiya. Shiryu, ¿vas a buscar a Sunrei?

El Dragón asintió, ella había obviado el desayuno, y aún estaba preparando sus cosas en su habitación.

Hyoga miro a Shun, quien permaneció sentado, viendo su taza de té, a la que todavía le quedaba algo de la infusión. Se quedó observándolo tan fijamente, que Shun no tardo en sentirse molesto, y voltearse a ver qué pasaba con Hyoga.

—¿Tu no vas? —Pregunto cortante, como si el hecho de que faltase al viaje lo irritara.

—No Hyoga, Shun amaneció, al parecer con alguna alergia… prefiere quedarse a descansar. —Explico Sahori tomando las cosas que había dejado sobre la mesa. —Guantes, cartera, llaves. —Repaso, tomando todo.

—Si te sientes mal, te acompaño al hospital. —Hyoga propuso, sin embargo volvió inmediatamente su atención a su taza.

—No, no es para tanto, por lo menos por ahora. No creo que sea necesario.

—Bueno, entonces me harás compañía, ¿no?

—¿Tu tampoco vas? —Pregunto, luego de beber el último sorbo de su té, ya no quedaba nadie más que ellos dos en la cocina.

—No, no me agrado la idea desde un principio.

Shun sonrió, Hyoga era muy directo, así que no le extrañaba hubiera comunicado su desagrado sin ningún tipo de tapujos, cuando Sahori le anunció el pequeño viaje que tenía pensado hacer.

—¡Nos vamos!

Fue el grito de Seiya, el que los hizo levantar por fin de la mesa. Shun se detuvo en la puerta de la sala, saludando apenas a sus amigos, mientras Hyoga se adelantó, con su taza de café aun a medio terminar.

—Que se diviertan. —Saludo, con una media sonrisa, que parecía muy forzada.

—Gracias, Hyoga. —Contesto Sahori, sin ver la expresión del Cisne. Llevaba una cesta que tan gentilmente Shiryu se ofreció a llevar por ella. —No dudes en llamar al médico se Shun sigue sintiéndose mal.

Hyoga sonrió, asintiendo, sus ojos se cruzaron con los de Shun, que permaneció parado detrás suyo; los cuales le sonrieron con picardía.

—No te preocupes, ya hable con él. Y ninguno de los dos cree que tengamos que salir de urgencia. —Bromeo, deseando que la despedida ya no se alargara más.

Sahori frunció el ceño, bastante era soportar la idiosincrasia de Hyoga por sí sola, como para colmo Shun festejara su falta de tacto. Y en cuanto volviera de su salida, tendría una charla con Andrómeda, pues el cuento de que era alérgico no se lo creía.

—Bien, por fin solos. —Anuncio Hyoga, agitando su taza, la cual por suerte estaba vacía ya. —¿Qué piensas hacer en un día tan bonito como este? —Hyoga movió sus ojos de una manera graciosa, pero Shun apenas sonrió.

—Creo que volveré a la cama… solo a descasar. —Se arqueo de hombros, como si le restara importancia al asunto.

Hyoga pareció observarlo sin entender… ¿Todo su buen humor se lo había llevado Sahori en aquella canasta?

—Muy bien, te llamo cuando este el almuerzo. —Hyoga dijo, haciéndose a un lado en una reverencia demasiado aparatosa, para que Shun pudiera dirigirse rumbo a las escaleras, y a su habitación.

—Bueno, al fin de cuentas, si me quede solo este día. —Hyoga murmuro por lo bajo, con la idea original rondándole la cabeza nuevamente.

En realidad él ya había tenido tiempo de planificar su día por entero, aunque el plan solo se resumía en permanecer frente al televisor hasta que volvieran los demás, o se quedara dormido… lo que ocurriera primero.

Al fin y al cabo, los sillones que estaban en la sala, eran los más cómodos de la mansión. De seguro no le importaría en lo más mínimo quedarse allí el resto de la semana, si fuera necesario.

Le desagradaba la idea, en verdad no le gustaba perder el tiempo en nada, pero no tenía nada más que hacer por ese día. Además perder el tiempo era mejor a que ir con Sahori y los demás, con su excursión de primavera en parejas. Seiya y Sahori; Shiryu y Sunrei… vaya, cualquiera tenía un ‘y’… menos él. Prefería estar solo en la mansión, que solo en medio de las felices parejitas.

Sonrió con desgano, al encender la televisión, que patético debía estarse viendo, quejándose como un viejo amargado, en vez de salir a buscar a su persona ideal, por allí.

—Sí, ¿pero por dónde empiezo?... ¿El Santuario o el hospital? —Ironizó, recordando los únicos dos lugares donde más asistencia tenía en los últimos tiempos.

Además, no se le daba eso de ir de conquista. Y en comparación a los demás muchachos, a él las novias no les caían del cielo, si incluso Shun tenía una chica que estaba loca detrás suyo y lo seguir por donde él estuviera; aunque no parecía que Shun le diera mucha importancia a la pobre.

El simple pensamiento le hizo recordar que su compañero no se estaba sintiendo bien, miro el reloj de pie a un lado de la sala, y comprobó que solo había pasado una hora y media desde que vio subir a Shun rumbo a su habitación. Se quedó pensando en lo que podía estar haciendo solo en su cuarto, ya que Shun no era alguien que se pasara las horas vacías del día tirado en una cama.

Una idea surco su mente, pero la descarto casi en el acto, eso era lo que él hacia cuando permanecía solo en su cuarto… no por ello Shun lo haría. Seguro que jamás lo haría.

Sonrió a la idea decidido a no subir de todas maneras, si algo le llegaba suceder a Shun él lo sabría, estaba seguro de ello. Lo mejor era dejarlo descansar y no imaginar nada demasiado raro.

Consiguió entretenerse con un programa de Idols, que de tanto en tanto le sacaban una sonrisa, por mucho que la mitad de él fuese de nacionalidad nipona, no llegan a entender del todo los gustos extravagantes algunas veces.

—Señor, en poco tiempo se servirá el almuerzo.

Una de las doncellas irrumpió en la sala, anunciándole el horario del almuerzo.

—Muchas gracias. —Contesto con cortesía, mientras se disponía a levantarse de su lugar de descanso.

Le había dicho a Shun que lo despertaría cuando fuera la hora de comer, así que eso era lo que tenía que hacer. Además que tenía ganas de sacarse una duda, y saber cómo era que seguía su compañero.

—Estoy bajando, Hyoga. —Le dijo Shun, a quien encontró a mitad de las escaleras, seguido de otra de las doncellas de la misión.

—Lo siento, perdí la noción del tiempo, junto a la maravillosa compañía de la televisión. ¿Ya te sientes algo mejor?

Shun volvió a elevar sus hombros, en verdad estaba apático; pero acabo asintiendo, al menos ya no le picaba la nariz. Sostuvo el brazo que Hyoga le ofreció, bajo la indiscreta mirada de la joven detrás suyo, junto al cual acabo de bajar los escalones.

—Lindo atuendo, ¿lo heredaste de Ikki? —Hyoga se burló del pijama que Shun vestía, más grande que lo que debía usar para su cuerpo delgado.

—No, lo que sucede es que me achico mientras duermo. —Retruco Shun con una sonrisa en los labios.

Andrómeda observo como Hyoga serbia una copa de agua fresca para él, ya sintiendo la sed.

—¿Estás seguro de que te sientes bien, no tienes fiebre, acaso?

Shun agito sus cabellos, sin dejar de beber; no, no tenía más comezón, ni en la nariz, ni en la garganta… solo tenía sed.

La mesa reboso en platos, en un instantes, cosa a la que estaban acostumbrados pero les parecía innecesario, ahora que solo estaban ellos dos solos para comer. Hyoga acerco su silla un poco más, intentando molestar a Shun constantemente, para que le pasara las diferentes fuentes. Ese no era su lugar habitual en la mesa, pero era estúpido que estuvieran tan separados. Y era lo único que le faltaba para acabar de sentirse miserable y solitario.

Shun apenas probó bocado, eligió algunas cosas simples de una fuente o dos, e incluso le robo a Hyoga una porción de langostinos rebosados, que no sabía de donde los había sacado. Hyoga al parecer tampoco tenía mucha hambre, solo se limitó a masticar su comida de manera aburrida, mientras su vista estaba perdida en el centro de la mesa… sin flores, por supuesto.

Permanecieron en la mesa, retomando las bromas con respecto a la ropa de cama de Shun, ates de volver a la sala.

Hyoga volvió a ocupar su lugar frente al televisor, mientras Shun se hacía un ovillo en otro de los sillones, ninguno de los dos prestaba real atención a la pantalla. Cada uno inmenso es sus propios pensamientos.

—¿Por qué no quisiste ir con los muchachos, Hyoga?

El Cisne se volteó, había pensado que Shun se había dormido, aunque pensándolo bien. ¿Quién podía llegar a dormirse en la posición que él estaba?

—Es fácil… porque no quiero volverme diabético. —Hyoga hablo como al descuido.

Shun no necesito más, podía comprender la razón de Hyoga.

—Sí, ten entiendo bien. Noes envidia ni celos… solo te da cierta tristeza ser el que nunca tiene a nadie. ¿No es así?

Hyoga asintió suavemente.

—¿Y tú no eres alérgico a nada, ¿no?

Shun negó, viendo la sonrisa en los labios del rubio.

—No me gusta sentirme solo, me pongo melancólico y recuerdo cosas que no quiero recordar. —Andrómeda se sentó derecho, abrazando sus pies. Él como el resto de sus compañeros tenía demasiadas cosas que era mejor olvidar. —Solo tengo un resfrió.

Hyoga sonrió, haciendo lugar en el sillón para que Shun entendiera que se acercara a él. Shun desenredo sus piernas y brazos para pasarse en un lugar al otro sin pisar el suelo.

La soledad es de esas sensaciones que nadie busca, cuando tampoco sale en busca de compañía.

Shun sonrió, ante la expresión de Hyoga cuando eligió sentarse sobre sus piernas en vez de a su lado. Sabía que era una mala costumbre la que conservaba, aun cuando Ikki no estaba con él, pero fue la expresión de mayor intimidad que podía ofrecerle a su amigo.

Se abrazó a Hyoga, escondiendo su rostro en el cuello del rubio, perdiéndose entre los cabellos y en una rara sensación de frescura. Cerró los ojos tratando de adivinar qué era lo que olía… pero no pudo más, sin discernir que aroma era, y formulo su pregunta directamente al Cisne.

—¿Qué perfume usas, Hyoga? —Aspiro una vez más, contra la piel olivácea, volviendo a intentar descifrar el aroma antes de que el Cisne se lo dijera.

—Ninguna. —Hyoga contesto. Tenía los ojos cerrados, y una media sonrisa mansa en los labios. Le estaba agradando sentir el peso de Shun sobre su pecho, era reconfortable y cálido. —Solo son las sales del baño.

Shun asintió en silencio. No, eso que él sentía no eran las ales… por lo que solo podía llegara a ser el aroma natural de Hyoga. El que sentía como a montaña y a lluvia.

Apenas si llegaba a ver el televisor de reojo, debido a la posición en la que estaba, pero eso no le importaba; tenía otros pensamientos, otras necesidades, allí donde estaba precisamente.

Hyoga abrió los ojos cuando sintió la nariz de Shun rozarse contra la piel tensa de su cuello, antes de que sus labios dejaran una calidad huella sobre este.

—Lo siento. —Susurro Shun, apenado, aunque enseguida volviera a repetir tal acción, en aquel mismo lugar.

—Está bien… solo que… —Hyoga intento razonar, pero un nuevo beso, y la sensación que este le trasmitió, lo dejo en silencio.

Hyoga se había callado por propio gusto, a la espera de un desenlace, o del siguiente movimiento de Shun. Allí fue cuando abrió sus ojos, y los clavo en los verdes, al sentir que los labios de Andrómeda subían por su barbilla.

—No te detengas. —Pronuncio, al notar que Shun solo le sostenía la mirada, mordiéndose el labio inferior. —Sigue…

—¿Por aquí? —Pregunto Shun, colocando uno de sus dedos en los labios entreabiertos del Cisne.

Hyoga no contesto, solo asintió a la espera de la sensación de sus labios.

Fue tal como lo imagino, como aquel día en que sintió el cosmo de Shun penetrar el frio ataque de Kamus. La sensación de calidez llenándolo por dentro, brindándole vida. Aquellos labios lo despertaron, haciéndolo reaccionar, tomando el control de aquello que había iniciado Shun.

Sus manos fueron rápidas al aprisionar el rostro blanquecino, con seguridad; presiono sus labios con fuerza, intentando penetrar con su lengua al interior de la boca pequeña, húmeda.

Shun se separó en el acto, cubriendo con sus manos su rostro, haciendo que Hyoga se arrepintiera enormemente de su osadía.

—Lo siento mucho Shun… yo no quise. —Hyoga sintió una súbita vergüenza, mesclada con un gran sentimiento de culpa.

—Estoy bien, no te preocupes. —Shun corrió sus manos, con las cuales comenzó a refregarse la nariz. —Es que no quería estornudarte encima…

Hyoga rompió a reír, volviendo a besarlo. Primero su cuello, luego el rostro, y por ultimo… esa boca, que no había podía terminar de probar.

Saboreo el suave gusto, de un beso húmedo y cómplice, sintiendo las arrebatadoras ganas de más. Shun se estremeció a las frías manos que se internaron bajo el amplio pijama, comenzando a tender su cuerpo en el sillón.

Shun se removió entre los brazos del rubio, forzando una nueva separación. Lo que no había podido hacer antes, lo hizo en el preciso momento en que alejo a Hyoga de su rostro.

—Salud… tal vez si seas realmente alérgico. —Bromeó Hyoga, sosteniendo el cuerpo delgado, casi a medio desvestir.

—¿A ti? —Shun rio. —No, solo es un refriado… por comer mucho helado. —Comento, viendo a Hyoga muy fijamente.

En un lenguaje mudo, quizás alguno de los dos debía de dar la invitación a seguir, pero esta nunca llego. Con mucho cuidado y respeto, Hyoga volvió a prender los botones del pijama de Shun, alisando cada pliegue en la tela que él mismo había causado. Mientras Shun solo se entretenía jugando con el cabello rubio, tirado en el sillón como un pequeño gatito.

—¿Quieres levantarte a tomar una taza de té? —Ofreció Hyoga al descuido.

Shun asintió, pero no se movió de donde estaba, y Hyoga tampoco pareció querer moverse de su lugar.

—Si esta noche no te sientes mal, ¿te gustaría salir a cenar?

—Me gustaría. Pero, Sahori nos matara por salir por nuestra cuenta, cuando no salimos con ellos. —Shun se dejó oír con mucho razonamiento.

—Sí, se vería muy mal… tienes razón.

Hyoga medito unos momentos. ¿Realmente había invitado a Shun a salir? Quizás, lo que él tanto quería, le había ‘caído’ hacía mucho tiempo, solo que no se había dado cuenta.

—Pero si quieres, podemos ir mañana. —Shun propuso, algo inseguro.

—¡Claro! —Contesto el Cisne, sin embargo no tuvo el valor de volver a besarlo.

Cada uno volvió a su lugar, juicioso y tranquilo, en la misma posición en la que los encontraron sus amigos, ya empezando a caer la noche. Rodeados de los restos de una abundante merienda, que las doncellas les habían llevado, aplacando el apetito de ambos… aunque no el que ellos querían.

Una mirada fugaz se cruzó entre ellos, antes de que Shun cerrara la puerta de su habitación, y una sonrisa le dedico como saludo de buenas noches, a lo que Hyoga respondió con otra y apenas un movimiento de cabeza.

 

Fin.


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