Seúl, 2005.
La preocupación y la intranquilidad se respiraban en el ambiente. Un joven matrimonio cuidaba de la menor de sus hijas mientras un hombre de edad avanzada apretaba la mano de su única nieta. La menor de las niñas no podía entender porque estaba en esa oficina a media noche en lugar de estar durmiendo plácidamente con su peluche de Totoro. La otra secaba las lágrimas de sus ojitos, está tarde había asistido al funeral de sus padres y aunque no entendía muy bien lo que pasaba sabía que nunca más recibiría un abrazo de su padre o un beso de su madre.
-¿Están complemente seguros de que esto es lo que quieren?-preguntó el juez de lo familiar quien era conocido del señor Kim y por eso accedió a atenderlos en una hora tan impropia.
-Sin duda alguna, Byung Hee y Jooyeon fueron nuestros mejores amigos-respondió Hwang Hyun Joong tomando la mano de su adorada So Min.
-Gracias por acceder-agradeció Kim Sang Woo con una reverencia hacia los más jóvenes. No podía ocultar el dolor en su rostro porque hacía unas pocas horas había enterrado a su único hijo y a su nuera.
-Es por el bienestar de Taeyeon-sonrió la mujer de cabello negro mientras acariciaba las mejillas de su pequeña Stephanie.-Si Jooyeon hubiese estado en mi lugar sé que haría lo mismo.
-En ese caso-el juez extendió el contrato frente a ellos-deben firmar su consentimiento para que Kim Taeyeon y Hwang Stephanie sean unidas ante la ley en matrimonio.-Ante esas frías palabras las niñas cruzaron sus miradas.
La pequeña Stephanie sabía que algún día se casaría, pero su papi le había dicho que sería en un futuro, cuando tuviera más de 25 años, ¿por qué ahora accedían a casarla si tan solo contaba con 9 años? No podía entenderlo. Hyun Joong y So Min firmaron y colocaron sus huellas dactilares sobre el papel membretado.
Kim Sang Woo se acercaba al escritorio a firmar cuando sintió como tiraban de su elegante saco. -¿Qué ocurre, Taeyeon?-preguntó con cariño a su pequeña e indefensa nieta-¿Tienes miedo?-la castaña negó con la cabeza, había aprendido que tenía que ser fuerte ahora que sus papis estaban en el cielo.
-No es necesario, abuelito-respondió evitando mirar a la pequeña Stephanie.
El hombre se arrodilló frente al único familiar que le quedaba-Taeyeon, esto es lo que tus padres hubiesen querido. Solamente una persona puede continuar con el legado de tu padre, solamente tú puedes hacerlo, y para ello debes casarte con Stephanie-le explicó acariciando la manita que se aferraba a la suya.
-De acuerdo-accedió la pequeña Kim y su abuelo procedió a firmar lo necesario.
-Ahora las señoritas-pidió el varón y Hyun Joong cargó a su hija para que firmara y pusiera sus huellas. La pelinegra abrazó fuertemente a su padre mientras observaba como Taeyeon tomaba la pluma y escribía su nombre con elegante caligrafía.
El juez selló los papeles y habló con voz profunda-a partir de este momento Kim Taeyeon y Stephanie Hwang están unidas ante la ley, con todos los derechos que confiere. Y…-tomó el testamento que tenía al lado-habiéndose cumplido el único requisito establecido en este documento, Kim Taeyeon, como la heredera universal, recibirá todos los bienes, acciones y cuentas bancarias que están al nombre de los difuntos Jooyeon y Byung Hee Kim, siendo su albacea el señor Kim Sang Woo y podrá tomar posesión completa de todos los bienes cuando cumpla 18 años.
Estaba hecho. Los hombres de familia estrecharon las manos con el juez y salieron de la elegante oficina. Subieron al automóvil de los Kim y se dirigieron a su aeropuerto privado. Las niñas se encontraban sentadas juntas pero no conversaban.
-¿Es necesario que se marchen esta noche? Es muy pronto para Taeyeon-exclamó con preocupación la bella So Min.
-Entre más pronto estemos fuera del país, mejor será para ella. Es por su seguridad-respondió Sang Woo mirando con preocupación a su nieta. En un día le fue arrebatada su familia y además tendría que vivir en un país que no la vio nacer.
-¿A dónde se dirigen?-preguntó Hyun Joong apretando la mano de su mujer. Agradecido de que aun la tenía a su lado y lamentando la partida de su mejor amigo.
-A París-respondió el mayor, observando que ya habían llegado al sitio.
El avión fue preparado con anterioridad, por lo que los trabajadores subían las maletas y los adultos se despedían.
-Sé fuerte, Taeyeon, sé que te irá muy bien-dijo la mujer abrazando a la pequeña, dándole un beso y acomodándole el abrigo como sólo una madre podría hacerlo.
-Tienes la fortaleza de tu padre y el corazón de tu madre. Triunfarás ante cualquier desafío-juró Hwang Hyun Joong antes de mirarla con orgullo y abrazarla.
-Gracias-la niña agradeció a ambos con una mirada sincera y una leve sonrisa.
-Despídete de Stephanie-ordenó su abuelo mientras revisaba los últimos detalles del vuelo.
So Min acercó a su hija y decidió que era bueno darles un poco de privacidad.
-Hasta luego, Taeyeon-murmuró la pelinegra evitando mirarla a los ojos.
-Que estés bien, Stephanie-se despidió la mayor dándole un rápido abrazo antes de correr junto a su abuelo.
Los Hwang miraron como el avión se perdía entre las nubes, lamentando una vez más la muerte de sus mejores amigos y la vida tan desafortunada para su pequeña hija Taeyeon. La pequeña Stephanie, quien era cargada por su padre, caía en los brazos de Morfeo sin estar consciente de la vida que tendría en un futuro no muy lejano.
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Aeropuerto Internacional de Incheon, 2012.
Todos los hombres centraban la mirada en la belleza rubia que caminaba con porte y elegancia por los pasillos del aeropuerto. La ropa de diseñador demostraba su clase social, la chica debía tener mucho dinero y demasiada educación. Se quitó los lentes de sol para encontrar al chofer que la llevaría a su nueva escuela.
-¿Señorita Kim?-preguntó un joven varón quien no pudo ocultar los efectos que sufría por la presencia de la dama.
-Así es-respondió pasándole la maleta que traía. Había mandado sus demás pertenencias con anterioridad y su abuelo le regaló toda la colección otoño-invierno de sus diseñadores italianos y franceses favoritos.
El chofer la guió hasta el Ferrari negro, justo el automóvil que deseaba. Sonrió, su abuelo siempre cumplía sus caprichos.
-¿En cuánto tiempo llegaremos?-preguntó con calma cuando viajaba en el asiento trasero del auto.
-En dos horas aproximadamente-respondió el hombre.
Taeyeon sacó su celular y se colocó los audífonos, trataría de dormir un poco ya que el vuelo había sido largo y cansado.
Después de 7 años en París volvía a su natal Corea. Después de tanto tiempo enfrentaría a aquella persona por la que tuvo que huir y…
-Al fin nos encontraremos, Stephanie…