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Some kind of blue por Yoru Eiri

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Notas del fanfic:

Especialmente para todas aquellas chicas que siempre me han leído y considero mis amigas, desque que comencé con esta pareja, hasta el fin de los tiempos, chicas, las adoro y esto es para ustedes.

L'Arc en ciel no me pertenece ni ninguno de sus integrantes. Hago uso de sus nombres no para fines de lucro sino para entretenimiento bajo las leyes de "es mi fanfic y hago lo que quiera con él".

-¡Podemos dejarlo todo atrás!- su voz retumbaba, aquella noche lluviosa.

 

En medio de la nada, a ciertas horas de la madrugada, cuando el cielo se notaba gris, cargado de pesadas gotas de lluvia que dejaba caer en su espalda, como arañando sus entrañas, echándole en cara toda su vida cotidiana.

 

-Si tú quieres…. –hubo un silencio acallado por la lluvia, pero él seguía sin mirarlo a los ojos, seguía dándole la espalda- ¡Podemos irnos y desaparecer de este mundo! ¡Contigo a donde sea!

 

Entonces se dio la media vuelta para poder mirarlo de frente, clavarse de nuevo en esos ojos tan llenos de sinceridad y descargar en ellos sus desgracias humanas. Su cabello largo enmarcaba ese rostro de inmaduro jovenzuelo.

 

-¿Lo harías… por mí?- su voz era débil y muda en aquella noche, pero el otro comprendió y sólo sonrió para sí mismo.

 

Le extendió una de sus manos para alcanzarle entonces.

 

-Hasta el fin del mundo si tú quieres… Hyde.

 

 

***

 

 

Besos, caricias y rasguños, todo aquello se drenaba en noches de placer inmediatas al trabajo, relacionadas con anuncios fluorescentes que pasaban de moda y moteles que quebraban uno tras otro en las calles de los barrios más bajos de los todos los distritos nipones que alguna vez habían visitado. No parecía saciarse jamás aquella llama de la desesperación que les mantenía unidos a todos a la situación en la que vivían… más de veinte años habían pasado ya… más de muchas cosas y aún, respiraban el mismo aire en un pequeño cubículo privado sintiendo que querían escapar de todo aquello como si fuesen unos chiquillos inmaduros debajo de la lluvia.

 

Era diferente, el anuncio de aquella calle había cambiado, la chica japonesa sonreía mostrando un producto que no era de su interés, los colores eran más nítidos y no había ni un espacio en toda la calle dónde hubiera un silencio digno de apreciar. ¡Ah! Allí estaba aquel callejón donde les habían asaltado, o qué tal aquel, dónde se había besado con locura después de algunos tragos en aquel establecimiento de allá que ya no era un bar sino una tienda de conveniencia… y las memorias seguían allí, inundando el ambiente de nostalgia y la convivencia de rutina exagerada.

 

-Aún no llega- el guitarrista volvió a mirar su reloj de pulsera.

 

-Es la quinta vez que dices eso- repuso el baterista.

 

-Como si no fuera lo suficientemente obvio- añadió el vocalista con desdén, sin mirarlos, manteniendo la mirada perdida entre los anuncios que comparaba una y otra vez con el pasado remoto.

 

Entonces se callaron, no querían hablar, era incómodo, era difícil cuando no estaba él, cuando Tetsuya no estaba presente… y aquella “reunión” esclavizada por su cumpleaños, no había sido otra cosa que mero compromiso, pero ya todos sabían que cada día era más difícil mantenerse unidos, reír como antaño, comparar experiencias, hablar del futuro… componer… lo que sea.

 

Ken iba por el sexto cigarrillo cuando soltó un largo suspiro, cosa que Hyde supo interpretar lo suficientemente bien. “¿Para qué jugamos a esto? Todos sabemos que no vendrá.” A lo que Yukihiro repuso con un chasquido de lengua “¿Qué nos pasó? Ahora suelen ser más amigables nuestros representantes que nosotros mismos… ¿es tan fastidioso estar juntos?”.

 

-Sin Tetsuya no es lo mismo- contestó Hyde a todos sus gestos, sabiendo a la perfección que aquella plática terminaría en lo mismo siempre.

 

-Pero Hyde…- Ken intentó refutarlo, pero no tenía con qué.

 

-Es el único que nos mantiene a flote- siguió con la mirada perdida- es el único que nos sigue haciendo fingir que nos amamos porque “Don perfecto” cree que el mundo está lleno de arcoíris al final de la lluvia…- y se detuvo, aquello había sido doloroso, inclusive para él.

 

Todos se quedaron callados, suspirando de nuevo, en el humo reciclado de un aire al que ya no pertenecían. “L’Arc en Ciel”… ¿en qué parte del cielo estaba ese arco? Porque ahora lo único que podían ver, era un azul llano y sin nubes.

 

 

***

 

 

Trabajo… era lo único que le mantenía en pie al final del día. Había llegado a su departamento vacío después de una tarde tan más incómoda y se volvió a su pequeña lap top para checar un poco cómo andaban las cosas. Fotografías, claro, de la “pequeña celebración” que había tenido el hombre al que habían estado esperando por horas.

 

-Al menos pudiste haber mandado una excusa barata- refunfuñó para sí mismo con coraje y cerró la máquina de un golpe- pero no… no hasta el fin del mundo y no conmigo- se retiró a su sofá para mirar fijamente el techo y quedarse estupefacto en el olvido de su propia existencia.

 

¿Y si lloviera allí mismo? ¿Y si su cabello volviera a ser tan largo y hermoso? ¿Y si estuviera llorando?

 

-¿Entonces aparecerías en mi camino de nuevo?- cerró los ojos, hablando solo de nuevo, sin ganas de hacer nada más, sólo deseaba hundirse un poco más en los lujos de su existencia llamativa y dejarse arrastrar por la corriente como siempre lo había hecho.

 

Recordaba aún aquella noche tormentosa, el anuncio del motel que resplandecía en la lejanía, los besos apasionados que le había dado, aferrando su cuello como si en ello se le fuese el alma. Aquel callejón, las luces de neón, sus piernas alrededor de su cintura, su lengua siendo acariciada con torpeza adolescente y la pasión destilándose a cada momento… ¿Dónde había quedado todo ello? En un cajón de su memoria que había sido soldado.

 

Volvió a mirar con desdén el aparato que había cerrado hacía unos minutos… ¿realmente se la pasaba tan bien con sus nuevos amigos como para olvidar el “festejo anual con la banda” que él mismo había impuesto? Le daba coraje, le hervía la sangre, ¡se llenaba de envidia! Porque él podía darse el lujo de abandonarlos, de portarse como un diva mimada, de desaparecer y hacer planes con otros, pero, ¡Tetsuya no! ¡Tetsuya no podía hacer eso!

 

-¡No puedes hacerme esto a MI!- su yo de antaño gritaba en su interior- ¡No a mí Tetsuya! ¡No a MI!

 

-Dices tanto “mi, mío y yo” que ya me siento de tu propiedad- las dulces palabras de antaño le hacían callarse.

 

Pensaba en sus labios, en sus ojos, en sus manos, en la forma en que arreglaba todo con una sonrisa y se sentía embriagado por la tristeza que jamás se iba. ¿Desde cuando estaba allí? ¿Des hacía cuantos años se había encarnado a su alma? Quizá desde aquella noche lluviosa, si, cuando no había contestado y sólo se había entregado ciegamente sin poder decir nada… allí mismo se apoderó de él la sombra de la tristeza sempiterna.

 

Para siempre.

 

Abrió los ojos al mismo techo, al mismo azul sin nubes, a la resignación de la edad y la apatía a la muerte, se sentía como cualquier estrella de rock retirada; ya no brillaba en el firmamento, la juventud se le había escapado junto con aquella noche de lluvia… estaba guardada en esa caja que llevaba consigo cuando pensó, en su ingenuidad de princesa, que Tetsu iría a la comida, sólo por ello.

 

El timbre lo sacó de su ensoñación, ¿quién podría ser? Cualquier alimaña, no tenía ganas de ver a ningún ser humano. Pero era insistente, y de una forma un tanto peculiar… se levantó con pereza y abrió la puerta para encontrarse con el arcoíris en sí mismo, y aunque estuviese tan enojado, no pudo evitar soltar una pequeña sonrisa.

 

-Se supone que debes decirme “¡Feliz cumpleaños!” y saltar a mis brazos con emoción- bromeó el bajista con la misma sonrisa de siempre.

 

Pero Hyde no se movió ni respondió, todas las palabras que quería decir se habían atorado en su garganta. Tantas clases de canto y aún se quedaba mudo cuando la situación no lo ameritaba.

 

-Bueno, al menos podrías reclamarme- rió cerrando la puerta tras de él- podrías decir “¿¡Tetsuya, por qué me abandonaste en tu cumpleaños!?”.

 

-¿Es acaso una ironía?- su lengua se desenredó cuando se sintió algo ofendido.

 

-¡Ah mira, puedes hablarme!

 

-No te hagas el gracioso- y se dio la media vuelta para volver a su posición inicial, el cómodo sofá reclamaba su presencia- No es gracioso imponer algo y no ir.

 

-Romper una tradición- se quedó recargado en una pared del departamento, justo detrás del sofá donde estaba el vocalista- pedir perdón no valdrá de nada… y he ido a casa de cada uno de ustedes.

 

-No me compares con ellos- subió su tono de voz.

 

Pero sólo ocasionó que Tetsuya sonriera.

 

-Odio que hagas eso Ogawa…- ese tono aniñado salió de su interior, se sentía de veinte otra vez, gritándole al hombre que soportaba todo con una sonrisa- además… si no ibas a ir, al menos hubieras puesto eso en internet “Hola, soy Ogawa y olvidé a mi banda”.

 

-Soy Ogawa y olvidé a Hyde…

 

Hyde se quedó callado de nuevo, con las lágrimas en los ojos y los puños listos para armar un escándalo.

 

-… eso te hubiera gustado ver para alimentar tu orgullo y malgastar tu alma una vez más- suspiró- para hundirte en la negación triste de una realidad que no queríamos construir.

 

-Conmigo a donde sea- subió las rodillas al sofá y se abrazó a si mismo.- eres un mentiroso.

 

-No- se acercó hasta quedar justo detrás de él para poder rodearlo con sus brazos- tus eres quien olvida todo lo que no le conviene, Doiha chan.

 

Y bastó ese nombre en los labios de aquel hombre para sollozar en medio de la nada, para maldecir una y otra vez al cruel destino, para aborrecer la época presente de nuevo y hacer todo un escándalo. Si hubiera podido, hubiera salido corriendo en una noche lluviosa como aquella vez, después de un concierto exitoso donde todas se acercaron a él, le sonrieron, lo tocaron, lo alejaron de él y se sintió abandonado.

 

-Hasta el fin del mundo si tú quieres- susurró Tetsuya cerca de su oído.

 

Y el vocalista se volteó inmediatamente para encontrar sus labios y entregarse nuevamente como en aquellas épocas, para besarle con pasión y arrastrarle hacia cuerpo nuevamente, para que tocara su alma y desgarrara su cuerpo, para recibir caricias que esta vez no se quedarían calladas en su boca.

 

Notas finales:

Gracias a todos por leer.

La verdad no he tenido tiempo de escribir porque soy una esclava de la universidad, pero amo hacerlo y no por ello voy a dejar de hacerlo. Las personas que han sido pacientes, no saben cuanto las adoro, y las que no... bueno, no puedo hacer mucho.

Una chica me mandó un mail y <3 se loa gradezco mucho.

 

Soy un asco de persona pero siéntanse en libertad de platicar conmigo y decirme lo que sea, estoy a su disposición, sin ustedes, esto no podría ser posible. Un abrazo y apapacho a todos, me despido.

-Vianka Landin


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