Se había despertado a las 7 a.m. y a duras penas había despegado los ojos, pero estaba consciente de que todo ese esfuerzo tendría que valer la pena al final, porque sí, levantarse a esa hora era un tremendo esfuerzo. Pero tenía que ser así para poder alcanzar el tren de las 8 que lo llevaba directo a Seúl, era más o menos 1 hora de trayecto sin contar lo que se tardaría en encontrar los dormitorios de la universidad, pues tenía un pésimo sentido de la orientación, aún cuando se había hecho conocido por ser tan inteligente.
Yoseob era un estudiante de Osan, ya había pasado un año desde que había salido de último grado y había entrado en la universidad de su ciudad a estudiar lo que sus padres querían: medicina, pero él no quería eso, él solo quería vivir una vida simple rodeado de libros, por lo que aspiraba a ser un bibliotecario o algo relacionado con eso, pero sus padres en conjunto con el director de su antiguo colegio lo habían prácticamente obligado a entrar a la universidad, porque “no puedes desperdiciar tus grandes dotes” ¿y cuáles eran esos dotes? Era un alumnos muy aplicado e inteligente, aún cuando a veces no estudiaba siempre se sacaba las mejores notas, era un gran deportista en todas las áreas, pero se especializaba en natación y atletismo, sin duda sus deportes favoritos, era una persona amable y de un gran corazón, siempre estaba ahí para ayudar a quién lo necesitara, además poseía inteligencia emocional, lo que bastaba para decir con seguridad que ese muchacho llegaría muy lejos si se lo proponía, pero lamentablemente tenía un poco de falta de interés en cualquier cosa que sea académica. Finalmente congeló su carrera de medicina y decidió irse a Seúl para alejarse un poco de la abrumadora presencia de sus padres, ahí estudiaría ingeniería comercial, lo que no era lo que él quería, pero lo por menos lo disfrutaría, porque después de la literatura y los deportes, las matemáticas eran otra cosa que le gustaba, aunque no en la misma cantidad que lo anterior.
Tomó el único bolso que llevaría entre sus manos, se disponía a salir de su casa luego de haberse despedido de sus padres. No había sido un paso difícil, la verdad él no era la clase de persona que extraña a alguien, él con solo una llamada o verlos de vez en cuando estaba bien, así que sin más se fue.
Luego de una hora estaba en Seúl y, aunque tenía un mapa del internado de la universidad, igual se encontraba extraviado. “Vaya bobo, toma un taxi” se dijo a sí mismo. Caminó hasta un paradero y ahí hizo parar un taxi, pero cuando se iba a subir llegó un extraño chico con el cabello morado y se lo robó, -subiéndose en el asiento delantero y haciendo partir el auto.
— ¡Imbécil, ese taxi era mío! —gritó, pero luego se dio cuenta que estaba en la calle y todos lo miraban. Tomó su aire serio otra vez y tomó tranquilamente el siguiente taxi.
***
Junhyung iba atrasado a su primera clase en el club de música, había pasado por varios problemas para que finalmente lo aceptaran y solo por haberse quedado hablando tiempo demás con su amigo Geun Suk ahora iba a llegar atrasado. Salió casi corriendo del café en busca de algún taxi que lo lleve rápidamente a la universidad, aunque primero tenía que pasar por el internado para ir a buscar su olvidada ficha de inscripción. Por suerte había uno que estaba parado así que sin pensarlo dos veces lo tomó antes de que alguien se le adelante.
—A los internados de la Universidad Yonsei, por favor —le indicó al chofer, quien asintió y emprendió el recorrido.
Cuando llego se bajó corriendo no sin antes decirle al chofer que por favor lo espere un momento. Iba pasando por la entrada cuando se encontró con su primo Dongwoon, quién estaba sentado conversando con ese chico de siempre.
—Junnie hyung, ¿Te enteraste de las nuevas noticias? —dijo indicándole con el brazo para que se acercara a conversar.
—Lo siento, Wonnie, estoy atrasado —y sin dejarlo continuar siguió su camino a su dormitorio.
—Primer día y ya está atrasado —comentó su primo suspirando, miró a su acompañante y le dio un beso en la mejilla—hyung tú si quieres escuchar lo que le quería contar a Junnie ¿cierto?
—Claro, cuéntame —le contestó sonriendo, mientras acariciaba su rostro pidiendo con la mirada otro beso.
***
Yoseob por fin había llegado al internado y según la carta de aceptación que recibió habría un profesor esperándolo para mostrarle las instalaciones y el dormitorio que le correspondería.
—Hola, me llamo Doojoon, lo más seguro es que sea tu profesor de inglés —dijo un hombre de alrededor de 30 años mientras le extendía la mano.
—Buenos días, me llamo Yoseob, por favor cuide de mí —dijo mientras le correspondía el saludo, y aunque era un poco reacio al contacto físico, no quería parecer irrespetuoso, y menos dar una mala impresión en su primer día.
El profesor le pidió que lo siguiera para mostrarle el establecimiento, la universidad se encontraba un tanto alejada del internado “15 minutos a pie” según le dijo el docente. El establecimiento era verdaderamente grande, albergaba a más de 5.000 estudiantes varones de diferentes carreras y también a algunos profesores. Cuando terminó de mostrarle todos los alrededores y las instalaciones el profesor lo llevó al que desde ahora sería su nuevo cuarto.
Yoseob estaba muy cansado y cuando le mostraron la puerta que lo llevaría a su descanso se apoyó en ella un momento mientras Doojoon buscaba la llave en su bolsillo, pero antes de que la encontrara la puerta se abrió haciendo que Seobbie perdiera el equilibrio y fue directo a parar sobre el pecho de alguien. Levantó su cabeza y se encontró con el mismo chico de pelo morado que le había robado el taxi.
—T-tú… —dijo en un tono de voz casi imperceptible.
— ¡Ah! Perdón, de verdad no sabía que había alguien apoyado —dijo mientras lo tomaba por los hombros para ayudarlo a recuperar la postura, Yoseob solo se removió incomodo por el contacto.
—Él es tu nuevo compañero de dormitorio —dijo el profesor mirando a Junhyung—. Preséntate.
—Me llamo Junhyung, soy estudiante de sicología y estoy apurado. —contestó mirando despectivamente a Doojoon y abriéndose paso para poder irse.
—Espera, no seas irrespetuoso —dijo Doojoon agarrándolo bruscamente por el brazo—. Espera a que él se presente.
—Déjame, estoy apurado —le contestó zafándose del agarre y yéndose corriendo.
—Lo siento por eso…
— ¿Pasó algo entre ustedes? —preguntó el menor, pero luego se arrepintió, ese tema no era de su incumbencia.
—No es nada, bueno te dejo para que acomodes tus cosas.
Yoseob se quedó pensando un momento, lo que ocurría entre esos dos le intrigaba, pero no era bueno meterse en la vida de personas que venías recién conociendo, así que le restó importancia y comenzó a desempacar, pero luego se quedó dormido sobre una de las dos camas, haberse despertado tan temprano le había jugado en contra.
Cuando se despertó ya había atardecido, se levantó alarmado por la oscuridad, no sabía dónde estaba el interruptor. Se alumbró con su celular hasta encontrarlo y por fin ya todo estuvo más claro.
Siguió ordenando sus prendas, buscando un lugar donde poner su ropa. Se agachó a recoger algo que se le había caído cuando sintió que algo lo golpeaba en el trasero y se iba de bruces contra el suelo. Era ese tal Junhyung que había abierto la puerta cuando él estaba agachado.
— ¡Auch! —se quejó Yoseobie.
—Oh, de verdad lo siento —dijo intentando recogerlo—. No sé qué pasa que siempre te estoy causando alguna molestia.
—Sí, de verdad, ya para.
—Y… ¿Cómo te llamas? —le preguntó dedicándole una sonrisa, al parecer no era tan mala persona como Yoseob había creído.
—Me llamo Yang Yoseob, un gusto conocerte —dijo haciendo una pequeña reverencia y correspondiendo a su sonrisa.
—El gusto es mío, Yoseob.