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Un juego de celos por cotacha

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Notas del fanfic:

Este es un fanfic creado por Cota, y Tacha (sí somos dos xd), en respuesta a nuestro profundo amor al yaoi y ocio.

Pedimos disculpas de antemano si nos demoramos un poco en subir los caps, por la razon de que lo escribimos entre dos y es dificl la coordinacion, pero lo subiremos regularmente... esperamos.

 

Esta serie le pertenece a Yana Toboso asi como sus personajes.  Idolaa!

La luz del mediodía entraba e iluminaba la pálida cara del rubio aristócrata, quien abrió lentamente los ojos, dejó escapar un bostezo  y observó, cómo su mayordomo, de un impecable negro, le sonreía cínicamente.

-Buenos días, joven amo.- Alois Trancy lo observaba impaciente, hace ya mucho tiempo que podía observar la desgana de Claude al servirle-.

-Qué haremos hoy, Claude?- Dijo el joven sin la menor expectativa en la respuesta.

- Hoy, desayunará un exquisito bienestich, traído de Alemania y un té de rosas, para comenzar, luego iniciaremos con sus deberes. - Todo esto lo decía mientras lo vestía con extrema delicadeza- Alois lo miró lascivamente con aquella sonrisa perturbadora y desabrocho con movimientos insinuantes el corbatín que el mayordomo acababa de atar

-el nudo no era lo suficientemente perfecto- alejó riendo maliciosamente

-Lo siento mucho majestad- volviendo a realizar la tarea

Ya en la mesa, como de costumbre, el mayordomo de ojos dorados, daba de comer en la boca a su amo, mientras éste lo miraba con extrema superioridad.
 
-No quiero más - Dijo el mimado chico, mientras con un veloz golpe, tiraba los restos del costoso postre al suelo- Que sigue ahora?.

-Ahora, sus deberes, comenzaremos con ….

-Hoy no! - interrumpió, mientras hacía una pequeño e improvisado paso de flamenco - Quiero algo diferente - dijo, lamiéndose lujuriosamente los labios- Que me propones?.

-Se me ocurre que podríamos respirar algo de aire fresco, teniendo un lindo día de campo en aquella aldea de la que usted tanto suele hablarme, siempre es bueno rememorar viejos tiempos.- Respondió, disimulando la maldad de su comentario, sonriendo en su fuero interno al notar el escalofrío que recorrió la espalda del menor y la mirada de dolor que se dibujó en su pálido rostro, durante un segundo. Una bofetada limpia cruzó su rostro, sus lentes volaron de su perfecta cara, pero con un ágil movimiento, el demonio los puso en su lugar nuevamente.

-No me hagas castigarte... Claude.-Su semblante era ahora frío y su voz había perdido la jovialidad que usualmente expresaba. Tornándose estremecedora y algo entrecortada, por el dolor que le producían aquellos recuerdos -Hoy quiero una fiesta, prepara la mansión y envía las cartas correspondientes

-Yes, your highness.-Respondió arrodillado mostrando sus respetos. dio media vuelta dispuesto a salir de la habitación-.

-Claude...recuerda invitar a Ciel,  quiero divertirme- Dijo mirando por la ventana con  maldad. El mayordomo simplemente siguió con su camino... Ciel Phantomhive, como estaba harto de ese mocoso y su maldito mayordomo que le recordaba a cada instante su deslealtad a su amo a aquel humano al cual había jurado servir con devoción hasta finalizado el contrato. Como detestaba la obsesión del rubio, como anhelaba aquella alma que pertenecía a Sebastian Michaelis.


Ya al día siguiente, la mansión lucía un hermoso azul emperador, la más fina vajilla, todo estaba listo y dispuesto para recibir a los más variados invitados, de la más distinguida elite. Claude, había hecho un excelente trabajo.

-Qué te parece Claude, crees que si luzco así, le guste a Ciel? -Preguntó el pequeño mientras lucía una elegante vestido y una par de pequeños cojines puestos en el pecho.

-Estoy seguro q si, amo. -El chico, no pudo ocultar la felicidad que lo inundaba, y un olé!, se escapó de sus finos labios.
 Claude le observó bailar por el salon vacio meditando acerca de los planes del rubio ¿que sería    lo que le esperaba a la apetecible existencia de Ciel Phantomhive?

Al anochecer, los invitados, comenzaron a entrar a la mansión, alucinados con la magnificencia y elegancia del lugar, sin embargo, el dueño de aquella mansión, no se dejaba ver por ninguna parte, siendo quien los recibía un intrigante mayordomo, con una amable sonrisa y armoniosa voz.

-¿Dónde se habrá metido ese maldito imbecil?- musitaba silenciosamente un chico de ojos azules recargado en una de las murallas del salón, intentando ocultarse de su efusiva novia y prima Elizabeth, quien en ese momento permanecía distraída, viendo la exuberante ambientación del lugar.

-Lo veo impaciente Bocchan, ¿será que realmente quiere ver al joven Alois?.- Sebastian se ganó una mirada asesina por parte de su amo.

-¡No digas estupideces!, solo quiero ver que trama ese idiota. Además necesito algo que me de ventaja sobre el en las consideraciones de la reina, no me agrada compartir mi trabajo con un arácnido como él.- Siseó al pensar en los últimos trabajos entregados por la corona, todos delegados a el perro guardián de la reina y la araña.


Ciel comenzaba a maniobrar entre la gente buscando escondite de Lizzy,  que le llamaba buscandolo. Su mayordomo (su última y única defensa ante Lizzy) había desaparecido repentinamente de la escena. Un pasillo que del salón fue su opción de salida, sabiendo que la muchacha no tomaría sus pasos por un camino poco iluminado.

camino por el pasillo buscando algún lugar alternativo por el cual regresar al salón, se movía sigilosamente por los lúgubres pasillos, sintiéndose disminuido ante la total oscuridad que lo rodeaba.

-Oh! Ciel! - Escuchó repentinamente, mientras desde el interior de una habitación salía Alois, directamente a abrazarlo.-Te estaba esperando!.

-E-esperandome? - dijo el aún confundido el conde, mientras se soltaba de los brazos de quien lo había sorprendido.- Tú esperandome?, ¡todos te están esperando a tí! debo decir Alois que eres un espectacular anfitrión, incluso mejor que yo. -Respondió recuperando su aire orgulloso, irónico y superior.

-¿Sabes? - respondió mientras caminaba lentamente a su alrededor-. He notado, como Sebastian te consiente, estoy un poco celoso, yo quisiera que mi Claude fuese asi conmigo, y al mismo tiempo, me molesta que un demonio se rebaje de tal manera ante ti, digo. ¿que tienes de especial... Phantomhive?,¿que cosa posees que yo no tenga?-Alois se acercaba nuevamente de manera peligrosa acorralandole contra la pared- eres un enano, engreido, mimado, altanero y amargado. -susurro para luego lamer el cuello del menor lentamente sintiendo la piel nivea erizarse- ¿Crees que no lo noto Ciel? ¿cómo un leve sonrojo se apodera de ti cuando Sebastian te protege?, ¿cómo te estremeces con su sola imagen?. ¿no es  patético y triste, que te guste un demonio Ciel? Para mi quizás no, pero ¿qué significaria aquello para el gran Perro guardián de la Reina?,¿dónde queda tu orgullo, gran conde Phantomhive?.-susurró al oído del menor.

-D-de qué hablas?!.- Dijo mientras un pálido y casi imperceptible rubor, aparecía en sus mejillas.

-Tu y yo somos iguales.-Dijo sonriendo por la reacción de Ciel-. Te propongo un trato, ayudame a que Claude desee mi alma nuevamente, que me quiera solo a mi, yo te daré lo que necesitas para tener a Sebastian....

-No se de que hablas- interrumpió recuperando su carácter orgulloso.- pero de todas maneras no estoy interesado en tu oferta.-Salió rápidamente del lugar, sin dejar que Alois terminara de comunicarle su propuesta.

Salió respirando agitadamente de aquella habitación ¿que había sido eso? para empezar Alois Trancy irrumpía en su metro cuadrado con intentos de seducción, y luego ¿Sebastian, que tenía que ver en todo esto? ¿que tenía en la cabeza ese idiota?, se dirigió a la salida y llamó a su mayordomo.


En ese momento, unas ruidosas trompetas, con aire de presentación comenzaron a sonar. La delicada y enlutada figura de la reina hacía un magistral ingreso al salón. Un gran tumulto de gente se aglomeró a su alrededor.


-¡Bienvenida, su majestad!- Gritó Alois desde uno de los múltiples balcones que tenía el lugar.-La estábamos esperando.


-Nos Quedaremos un rato más, Sebastian- dijo Ciel, mirando a la reina, mientras comía unos refinados camarones puestos sobre una reluciente bandeja de plata.

Pasadas unas horas,Ciel comenzó a sentir calor, y fuertes mareos, a pesar de lo cual, no tenía ansias de irse, se sentía muy débil para llegar a su casa, incluso con la ayuda, del veloz demonio que tenía por mayordomo.

-Sebastian - Dijo con una débil voz, tratando de mantenerse en pié- Consigueme una habitación ahora, no me siento bien.

-Yes, my Lord- dijo inclinándose respetuosamente, y a la vez en su interior, maldecía a quién preparó los camarones, nadie le podía hacer daño a su querido amo.

Luego de un corto plazo de tiempo, el mayordomo de cabellos azabache, tenía la habitación preparada, puso el débil y perfecto cuerpo de Ciel en la cama, acariciándole la mejilla ordenando sus cabellos negroazulados aprovechando su parcial inconsciencia, sólo en aquellos momentos podía acercarse de aquella manera a su amo. Si el tan solo supiera lo que había sucedido, como Claude había robado su alma un momento antes de que el personalmente finalizara el contrato. En aquel momento Sebastian Michaelis se había dado cuenta que algo le impedía tomar el alma de su amo.

Notas finales:

esperamos que les haya gustado. reviews?¿


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