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Kyübi por SeptimaKolera

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Notas del fanfic:

Cada cápitulo está compuesto de 3 sub capítulos.

:)

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por kualkier duda ke surja ^^

Notas del capitulo:

ENJOY IT!!!!

NIÑAS!!!! ESTE FIK PARTICIPA EN EL FESTIVAL SASUNARU! :B KIENES YA LO HAN LEÍDO PUEDEN VOTAR POR ÉL :) KIENES NO POR FAVOR ABSTENGANSE, NO KIERO TRAMPILLAS :D

AKI LES DEJO EL LINK A KIENES KIERAN VOTAR--> https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=532958550053659&id=278607432154183


Capítulo I
El arribo del detective


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Parte I
Mirar Bruno
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Desde hace unos días que le costaba trabajo abrir los ojos, los tenía rojos y cansinos y la noche anterior tuvo que recurrir a un par de compresas de manzanilla para poder estar presentable ese día. Era un día especial, estaba invitado a la estancia de los Lee después de todo; aunque lo cierto era que no gustaba de las reuniones sociales y mucho menos de esta envergadura. Él era una persona más bien arisca y reservada pero para su mala suerte todo buen detective que se precie como tal debe tener contactos en la sociedad, y las reuniones organizadas por la esposa del Lord Rock Lee, Lady Sakura, eran las mayormente concurridas de ese lado del Támesis.

Se miró al espejo. Los aires de las afueras de Londres le habían ayudado un poco a recobrar el fuliginoso tinte de su mirada porteña. Hacía cuatro días que sus ojos no paraban de lacrimar, no por emoción, ya que él era excesivamente frío, sino por el vaho propio de la gris Londres. Él era oriundo de Liverpool y no conocía a nadie en Londres; bueno, a casi nadie. Para su suerte hacía un tiempo que tuvo el placer de conocer a Lady Sakura en el contexto de un infortunio que aconteció a aquella distinguida dama. Por aquel entonces él era el detective en jefe de la policía en Liverpool y hacía un año que fue visitado por uno de los mensajeros de Lady Sakura, quien se encontraba de visita en el puerto para la inauguración de uno de los barcos de su esposo que se dirigía a Holanda. A ella le molestaba profundamente el aire portuario y aún más de una ciudad en decaimiento como lo era Liverpool; tanto era su deseo de salir de aquel lugar funesto que erró al buscar la calle en donde la esperaba su carruaje y terminó en un callejón atestado de malandrines pestilentes a pescado crudo. Ahí fue víctima de un robo; logró escapar de suerte antes de que el atentado pasara a mayores pero para su infortunio ya no contaba con su anillo de bodas ni con su collar de jade verde. ¡Y combinaba tan bien con sus ojos!, se lamentaba. Era una mujer orgullosa; no admitiría que falló al encontrar su carruaje y por tal fue víctima del atraco por lo que decidió entonces recurrir al detective para recuperar sus joyas y así volver a Londres sin salir en primera plana.

Eso lo tenía parado enfrente del espejo en ése momento: el haber ayudado victoriosamente a Lady Sakura a recuperar sus joyas fue el puente perfecto para ahora estar parado arreglándose los gemelos de oro. Lady Sakura había sido muy amable al acordarse tan bien de él; cuando supo que le trasladarían de Liverpool a investigar un caso "especial" deseó que se lo tragase la tierra. Había logrado mucho en su ciudad y era respetado; sabía que a Londres iba a llegar como un "Don nadie siervo de Scotland Yard", sabía a la perfección que el sensacionalismo de la prensa londinense solía hacer quedar a los policías como unos ineptos y sabía también que su caso no iba a ser la excepción; lo enaltecerían en un principio como "el detective estrella que viene a librarnos de nuestras penurias" y al primer error lo sepultarían con titulares como "la decepción encarnada en un torpe detective porteño". Es por eso que era tan importante que Lady Sakura le amadrinare desde su llegada a Londres. Cuando la vio fuera del andén sonriéndole y gritando su nombre sintió el mayor de los alivios, confiaba en que ella podría ayudarle a encajar en Londres ya que todo el mundo sabía que aquella enérgica y extrovertida mujer era la mejor anfitriona de toda la ciudad.

Por otro lado, no podía desconocer que el caso le interesaba sobremanera; ya había oído de él desde mucho tiempo atrás. Decían que la ciudad de Londres y sus alrededores estaba siendo amenazada por el peor de los bandidos: "El Kyubi". A sus oídos llegaron rumores de todo tipo; desde que se trataba de un varón monstruoso de casi dos metros de alto con una sonrisa macabra y que sus fechorías se componían principalmente del sacrificio de niños, doncellas y animales para usar la magia negra; hasta que simplemente era un "Don Juan" enmascarado que se infiltraba en las habitaciones de las hijas y esposas de los nobles, quien en su ausencia las seducía y reclamaba para sí, haciendo arder en cólera a los grandes varones de la sociedad. Más adelante descubriría que todos y cada uno de los rumores que habían transitado por sus oídos acerca de El Kyubi tenían algo de cierto.

Ya estaba listo; se veía flamante gracias a su porte y a su extrema belleza, toda vestimenta se veía excepcional en él. Su cabello negro como el hollín delineaba sus bellas y delicadas facciones; tanta era su belleza y su palidez que le hacían parecer más un doncel que un varón propiamente dicho pero para su suerte, los seis pies que lo componían y su fornida espalda defendían su género con tenacidad. Era por definición un hombre bello, aunque, lamentablemente para las damas y donceles, su taciturnidad y apatía lo alejaban de ser un buen prospecto; era un hombre muy rígido y muy noble, lo cual ahuyentaba a cualquier persona que buscara un poco de diversión, es por eso que la gente solía definirlo como «un buen retrato para ser admirado en un museo pero no para llevarlo a casa y colgarlo en la alcoba». Sin embargo, para gente como Lady Sakura, un acompañante bello y callado era de lo más atractivo; lo luciría como quien luce una joya, sentía que estar del brazo de un varón de esas características era el más efectivo de los adornos; acentuaría su belleza tal y como lo hacían sus pendientes o su valioso collar de jade.

Apenas salió de su habitación fue conducido por uno de los sirvientes de aquella gran hacienda hasta la presencia de Lady Sakura; ella se encontraba en el estudio de Lord Lee escribiendo en un papel unas últimas instrucciones para la jefa de cocina. Al parecer a Lady Sakura se le había ocurrido uno de aquellos problemáticos cambios de menú de último minuto que hacían que a la servidumbre le saliesen canas verdes.

—¡Mister Uchiha! ¡Luce usted encantador! El rojo vino es, definitivamente, su color. Cuando descendió del tren llevando ese horrible abrigo largo color negro me sentí completamente desolada; es terrible ver a un hombre con tanto potencial estético siendo desperdiciado en una especie de ataúd de gamuza pero ahora se ve usted arrebatadoramente bello. Sabía que un poco de asesoría no le vendría nada de mal —sin siquiera mirar a su sirviente, le extendió el papel con sus modificaciones escritas en él; éste salió raudo rumbo a la cocina. A Sasuke Uchiha no solía inmutarle la impersonalidad con que se trataba a la servidumbre porque él mismo apenas sabía el nombre de su propio mayordomo y a pesar de que su situación económica como policía no le permitía tener muchos sirvientes nunca se aprendió el nombre de ninguno. Pero esta vez sí se impresionó, se preguntaba cómo era que Lady Sakura organizaba fiestas tan colosales sin siquiera saber el nombre de su ama de llaves—. En la ausencia de mi marido tendrá usted que acompañarme durante la recepción; quiero recomendarlo con mis amistades. De hecho… ahora que lo pienso, si gusta usted puede quedarse a cenar a nuestra mesa.

—Oh, no; Lady Sakura, me halaga usted; gustoso le acompañaré durante la recepción pero me temo que no estoy listo para convidar con usted y con gente tan noble a la mesa. Conoce ya usted mi carácter, sabe de sobra que soy muy tímido a pesar de mi servicio público como parte del cuerpo de policía; tendrá que usted excusarme ya que prefiero, al menos en esta ocasión, guarecerme con gente de mi estrato social en las mesas de las terrazas.

—Franqueza y humildad, dos piedras preciosas que un varón que realmente es tal debe encumbrar en lo más alto de su pecho. Lástima que esas sean virtudes que ya no se precian cómo se debe entre las damas de hoy en día. No se preocupe, ya encontrará usted una mujer o un doncel de sensatez que sepan advertir aquellas gracias que posee.

Lady Sakura era muy impertinente al hablar, pero eso le agradaba a Sasuke; le gustaban las personas que no podían evitar quedarse calladas ya que siempre terminaban por decir la verdad. Él pensaba que si toda la gente fuese así de deslenguada como lo era Lady Sakura su trabajo sería mucho más fácil. Faltaban menos de quince minutos para que empezara la fiesta, no obstante, ella se tomaba toda la tranquilidad de la tierra; mirándose al espejo, perfeccionando cada detalle de su cabello para lucir como la bella señora que era.

A Sasuke no le importaba realmente su aspecto; siempre fue descuidado consigo, mas no por opción propia sino porque su padre le aconsejó desde muy pequeño que no perdiese mucho el tiempo en trivialidades como lo son la estética y el vestir. Sasuke, naturalmente, obedecía al pie de la letra todo lo que su padre decía; pero sabía de sobra cuál era la razón real de porqué su padre le pedía verse lo más tosco posible: de niño Sasuke no parecía otra cosa sino un doncel, y su padre, que era jefe de la policía (al igual como lo fue su abuelo), era un hombre lleno de orgullo patriótico y siempre deseó ser bendecido con más de algún hijo varón para enseñarles la humilde vocación del servicio público. Para desgracia de Fugaku Uchiha, luego de nacer su hijo Sasuke, su mujer murió de la fiebre pueril, quedando solo con dos hijos: Itachi, el mayor, y luego él, quien para colmo tenía cara de niña. Por suerte, luego de los trece años, Sasuke se empezó a lucir por su altura, sus extremidades propensas al desarrollo de musculatura y por la anchura de su vasta espalda. Para cuando cumplió los dieciséis años ya era todo un adonis fornido y varonil, que cumplía a la perfección todas las expectativas de su exigente pero bondadoso padre.

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Parte II
Mirar azur
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Ya se hacía tarde cuando Lady Sakura decidió tomarle del brazo para dirigirse juntos al salón principal con el propósito de recibir a los invitados; ya todos disfrutaban del coctel. Obviamente eso estaba lejos de ofender a Lady Sakura, quien siempre se preocupaba de que hubiese la mayor cantidad de gente esperando su aparición triunfal del brazo de su esposo o del "protegido" de turno. En efecto, todas las miradas se fijaron en la cúspide de la hermosa escalera de mármol, desde donde descendían la bella anfitriona acompañada de quien para esas personas era un «intrigante extraño de buen aspecto». Uno a uno se fueron acercando diferentes personalidades a saludar a la distinguida dama; barones, condes y hasta la maravillosa y escasa presencia de duques. A menos de un cuarto de hora de haber bajado en compañía de Lady Sakura y ya Sasuke estaba cansado de hacer tantas reverencias; la situación lo ponía nervioso pero su semblante permanecía en mayor de los rictus de frialdad, no demostraba expresión alguna más que la de respeto ante quienes se acercaban a saludar. Por su parte, la anfitriona presentaba con todo el mundo a Sasuke como su «más entrañable amigo», exagerando la verdad, por supuesto; alabando sus habilidades como detective y enalteciéndolo como «el hombre que va a librar a Londres del tormento enmascarado». Las damas le miraban con admiración y le pedían encarecidamente que se esforzase, los grandes señores por su parte le decían que confiaban plenamente en él para que pusiese fin a su suplicio; mas Sasuke siempre respondía de forma fría, con una ligera sonrisa de hielo, «haré cuanto esté a mi alcance, señor». Eso era suficiente para ellos, les producía confianza que el nuevo detective a cargo del caso que llevaba azotando Londres desde hace ya cuatro meses fuese un tipo pragmático y serio.

Sasuke ya estaba cansado y se preguntaba cómo era capaz Lady Sakura de estar tanto tiempo parada sin parar de hablar. Él sabía que debía tomar la situación con profesionalismo, para él, más que una reunión social, esa fiesta era su oportunidad de conocer las caras y algunos detalles de quienes componían la aristocracia londinense; a sus oscuros y penetrantes ojos todos quienes estaban ahí eran "posibles sospechosos", tal y como lo era cualquier londinense hasta que se demostrase lo contrario. En los cortos lapsos que quedaban solos, Lady Sakura se preocupaba de mantenerlo al tanto de todos los pormenores personales de quienes se cruzaban en su camino; cada cosa, por más estúpida que fuese, Sasuke la anotaba en su cuaderno mental. Al rato ya no habían más personas que conocer, ya casi no escuchaba la verborrea de su parlanchina anfitriona, quien desde hace un rato sólo le hablaba de rumores de infidelidad exagerados de diferentes señoras de la nobleza. Miraba a su alrededor con cansancio y desinterés, rogaba para sus adentros que llegase la hora de entrar a los salones para sentarse a la mesa y así separarse de su abrumante protectora. De pronto algo llamó su atención, un grupo bastante grande de gente se acercaba a saludar a un recién llegado; no podía ver bien de quién se trataba pero parecía se trataba de alguien muy importante.

—Lady Sakura, al parecer ha llegado otro invitado… que por lo visto causa bastante revuelo.

—¡Oh! Cuenta usted con la razón, se debe tratar de Lord Uzumaki; pensé que no vendría ya que no se había aparecido por la hacienda. Cuando mandé la invitación para la fiesta uno de sus sirvientes le dijo a mi mensajero que aún no terminaba de instalarse bien en Londres; al igual que usted es un recién llegado y goza de tantas posesiones que es incapaz de organizar todo como es debido. Aunque no debemos ser injustos, él está completamente solo en el mundo y sólo cuenta con veintiuna primaveras recién estrenadas. Esperemos que él mismo se acerque a saludarnos; es tan encantador que cada reunión social se trata de abrir paso entre sus acosadores para saludar a los dueños de casa.

—Si me permite decirlo Lady Sakura, es usted malévola.

—Claro que se lo permito; es, para mí, un halago. Verá usted que también se convertirá en "malévolo" cuando empiece a gustar del encantador bochorno de ése joven.

—Dudo que alguna vez llegue a encontrar algún atractivo en el infortunio de un joven Lord.

—Es que lo que usted no sabe es que él no es sólo un Lord; es el más codiciado de los donceles, con una de las dotes más suculentas en todo Londres.

—¿Me está diciendo que un doncel administra él solo su fortuna sin haber sido casado ni siquiera un sola vez? Es increíble que haya llegado a esta edad soltero siendo poseedor de una "dote suculenta" como dice usted.

—Exacto; resulta que su abuelo murió hace ya dos años, dejando al chico con semejante fortuna. Desde entonces el pobre chico se ha dedicado a viajar por diferentes partes de Europa, tratando de olvidar el dolor de perder a un ser querido. Cada mes me enviaba encantadoras cartas, cómo verá, nuestra amistad es muy cercana. Es normal que alguien que no tiene a nadie en el mundo sea tan atento con sus amistades. Su madre falleció cuando él aún no rondaba ni los diez años y de su padre… de su padre no se sabe ni el nombre —esto último fue pronunciado por Lady Sakura en un susurro y se acercó más a la oreja de Sasuke para poder seguir con la historia—. Hay muchas conjeturas respecto a su nacimiento; se dice que en su tiempo fue todo un escándalo de cinco planas, y no es para menos, imagínese usted: «la hija del gran magnate Uzumaki dio a luz un hijo bastardo»; fue toda una controversia. Muchos piensan que su progenitor es un ex-socio de negocios del patriarca Uzumaki, otros piensan que se trata de un simple soldado sin nombre que había enamorado a la doncella, otros más osados incluso hablan de que se trata de un pirata o de algún marinero americano.

»Lo cierto es que, a pedido del mismísimo abuelo Uzumaki, se publicó al poco tiempo que se había dado muerte en un duelo al hombre en cuestión sin revelar su identidad; dando así por terminado el tema y salvando el honor de su hermosa hija aunque todos supieran que nunca sería completamente cerrado el tema. Es por eso que el magnate decidió enviar a su hija y a su pequeño nieto a sus terrenos del sur, para así alejarlos de los rumores de la gran ciudad. Al fallecer su hija por causas desconocidas él mismo trajo al niño de vuelta a Londres; trató de educarle de forma severa pero, como todos, cayó bajo el encanto de aquel dulce niño, convirtiéndose en esclavo de sus caprichos. Para todos fue sorpresa cuando el niño hizo su primera aparición pública tomado de la mano de su abuelo; yo no lo recuerdo muy bien ya que era solo una quinceañera pero recuerdo que para todos fue un impacto ver al viejo huraño de Uzumaki sonreírle a un niño que por cierto, no tiene parecido alguno con los Uzumaki. ¡Oh! Pero se acerca él, será mejor dejar de cuchichear, trate usted de pretender que apenas nos dimos cuenta de su presencia…

Sasuke desvió su vista hacia donde le había indicado Lady Sakura; ahí pudo ver acercarse un joven doncel de apariencia angelical, de contextura perfectamente pequeña y de una mirada azulina que iluminaba todo el lugar; era poseedor de un desordenado cabello rubio, que como único arreglo contaba con un ligero remolino en la parte superior izquierda que dejaba entrever una pequeña sección de su morena frente. Era extraño ver a un joven con ese color de piel y sin embargo con características tan europeas, lo cual Sasuke atribuyó a su infancia desarrollada en el sur donde, supuso, haría el suficiente calor como para tostarle la piel. Aún así el chico era simplemente encantador; tal y como dijo Lady Sakura, aquel joven era simplemente una belleza digna de ser codiciada; sus ojos grandes y alegres y su sonrisa desplegaban un aire fresco de inocencia que no le era indiferente a nadie. Sasuke simplemente era incapaz de articular movimiento alguno, la belleza de aquel joven lo había impactado de la manera más violenta posible; para su suerte, cuando el pequeño doncel estuvo ya a un par de yardas*, Lady Sakura casi le saltó encima para saludarle y presentarle a su «amigo, el detective».

—¡Lord Uzumaki! ¡Qué maravilla contar con su distinguida presencia! Pensé que no vendría usted; me sentía tan decepcionada —la mujer extendió su mano al joven, quien hizo el educado amague de besarla con completa gracia—. Déjeme presentarle a Míster Sasuke Uchiha, es él el bendito detective que va a librarnos del terror de aquel bandido enmascarado.

—Un gusto, Míster Uchiha —dijo el joven con un ligero tono infantil; extendió su mano hacia Sasuke, quien, reverenciándole, la tomó para llevarla a la altura de su boca apenas rozando el guante del joven con los labios—.

—El placer es completamente mío, Lord Uzumaki —había pronunciado esa frase sólo por cortesía durante toda la noche a distintos personajes pero cuando se la dijo a Lord Uzumaki, por primera vez durante toda la velada sentía que cada palabra era cierta—.

—Supongo que Lady Sakura ya lo habrá puesto al tanto de todo cuánto sabe acerca de mí.

—¡Oh Lord Uzumaki! ¿Acaso me cree usted tan indiscreta?

—No nos desconozcamos, dama del alma mía; recuerde que yo también he estado tomado de su brazo en calidad de "protegido" en ocasiones anteriores; sé a la perfección cuáles son sus costumbres. ¿Se sonroja usted? Para mí es de lo más encantador, prefiero escuchar las historias de los demás contadas por su melodiosa voz que por la de quienes las protagonizan. Apostaría que debió ser un deleite escuchar la historia del "bastardo Uzumaki" a cargo de la voz de una mujer tan histriónica y bella como lo es Lady Sakura, ¿no, Míster Uchiha? —Sasuke no supo qué responder, le impresionó la brutal sinceridad de aquel doncel de cara angelical. Le miró titubeante pero antes de que pudiese abrir la boca Lady Sakura contraatacaba—.

—Es usted tremendamente injusto para conmigo, Lord Uzumaki, demoraba usted mucho sacándose a sus admiradores de encima; es por eso que tuve que introducir a Míster Uchiha por mi cuenta. Si estuviera usted casado como es debido no tendría que hacer esperar tanto a los anfitriones para poder saludarles, y así nadie tendría que hablar "tanto" acerca de "el bastardo Uzumaki".

—Ja, ja, ja; es usted incorregible Lady Sakura, definitivamente es mi más querida amiga. No a cualquiera le permitiría el insistirme tanto con lo del "matrimonio", aunque debo suponer que ya le ha comentado usted a Míster Uchiha respecto a mi situación "sentimental".

—Muy a mi pesar debo informarle que no es así; justamente se le ocurrió aparecer a usted en el momento en que yo empezaba a introducir a Míster Uchiha en ése tema. Pero, aprovechando que estoy en pleno estado de desfachatez, lo haré en su propia presencia —la mujer miró a los ojos a Sasuke con una sonrisa maquiavélica en su níveo rostro—. ¿Acaso cree usted, Míster Uchiha, que este joven y bello doncel es un santo? ¡Nada más lejos de la verdad! Es la auténtica encarnación de la depravación humana. No me mire con esos ojos de sorpresa, no se extrañe usted, le explicaré: a la rubia cabecita de este lindo joven se le ha metido la absurda idea de no casarse.

—¿Es eso símbolo de depravación humana? —preguntó Sasuke extrañado, plenamente confundido—. Tendrá que disculparme, milady, pero no entiendo qué tiene de absurdo el que este joven no quiera casarse; ¿es eso malo?

—¡Pero por supuesto que lo es! —afirmó enérgica la joven mujer—. ¡Es un escándalo! Cuando se tiene una fortuna y una belleza de tal calibre, la soltería es el más vil de los pecados.

Tanta fue la necedad de las palabras de la mujer que por vez primera en toda la noche Sasuke dejó escapar una risa, algo que no pasó desapercibido para Lord Uzumaki, quien miraba de forma analítica al hombre de cabellos color noche. Por su parte, el joven doncel rió con complicidad ante los dichos de su anfitriona, llevó el dorso de su enguantada mano izquierda a la altura de su boca y sólo después de hacerlo dejó escapar una risa tímida.

—Hasta que logró hacernos reír a Míster Uchiha y a mí, mi dama querida.

—No dije esas palabras con el afán de hacerlos reír. Míster Uchiha, todo lo que digo lo siento desde lo más profundo de mi alma, ¿no le parece a usted que Lord Uzumaki es muy egoísta al negarle la oportunidad de matrimonio a todos aquellos que le admiran tanto? Por mi parte, siento que está usted desperdiciando su juventud, y perdón por ponerme tan seria frente algo que al parecer les causa tanta gracia a ambos pero no puedo evitar pensar que aquí se está cometiendo una injusticia letal.

—Temo que está usted exagerando, mi bella dama; no he decidido el no casarme, es sólo que no he encontrado a la persona indicada, eso es todo.

—¿Será posible acaso que no hayas encontrado a la "persona indicada" entre tanta gente? ¡Está todo Londres tras tu mano! Tanto varones y donceles como mujeres. Yo siempre quise para ti, amigo mío, un varón que te cuide y responda a tus caprichos. Ahora francamente me da igual si es varón o mujer ¡o hasta otro doncel! pero por lo que más quieras, ¡cásate de una buena vez, por Júpiter! Ni aunque decidieres consagrarle tu vida a Dios y a la reina con el celibato accedería yo a apoyar tu soltería; la única forma de hacerlo sería que un día llegares contando que te has enamorado de un "americano"; sólo así haría lo posible por que siguieres soltero de por vida. ¡Antes muerta que verte de la mano de un americano! —habló la mujer exaltada; Lord Uzumaki tomó la mano libre de Lady Sakura y la acarició lentamente con completa ternura, en un gesto de comprensión—.

—Tranquila, señora mía; lamento tanto que mi causa sea motivo de su exaltación. No se preocupe usted, ya veré cómo resuelvo el problema de mi soltería. Será mejor que por su parte resuelva alimentar a sus invitados, veo muchas caras de ansiedad alrededor del salón principal.

—¡Oh es verdad! Odio que pase esto, Lord Uzumaki, lo cierto es que pierdo la noción del tiempo cada vez que está usted ante mi presencia. Es claro que le echaba de menos a usted, no le veía desde… ¿harán unos cinco meses? No lo recuerdo bien pero le juro que se me ha hecho una eternidad; mis fiestas resultaron tan aburridas que hasta tuve que servir dos veces el postre, a todos nos faltaba su dulzura característica…

—No diga más, Lady Sakura, por favor, me hace usted sonrojar y el rubor sólo le queda bien a las damas y donceles adolescentes; cuando uno es adulto resulta más bien… lastimoso.

—Que extraña apreciación, ¿no es así, Míster Uchiha?

—Bastante.

—Hacerle sonrojar, Lord Uzumaki, es uno de mis más grandes placeres; y espero que con el tiempo Míster Uchiha también adquiera dicha afición, ¡no sea usted cruel y no le otorgue a un gesto tan bello suyo una palabra tan denigrante como "lastimoso"!

—Dudo que un hombre tan discreto y noble como Míster Uchiha comparta alguna vez una afición tan superflua… esos ojos son más profundos que eso —lo último fue pronunciado por el joven doncel con una ligera sonrisa misteriosa, miró con sus grandes ojos azules directo a los oscuros ojos del detective unos segundos—.

Algo pasó entre ellos ese instante, era como si el espacio se detuviese por un segundo, era como si se hubiese declarado una guerra entre esas insulsas miradas. El corazón de Sasuke se aceleró pero sostuvo la mirada aparentando que no le afectaba; tuvo la sensación de que Lord Uzumaki lo estaba examinando y que reprobaría dicho examen si es que demostraba la debilidad de apartar la mirada. No se equivocaba, lo cierto era que en ese lapso, que duró menos de unos segundos, el joven doncel tomó una decisión que cambiaría las vidas de ambos. Lord Uzumaki apartó la mirada conteniendo su emoción, por su cabeza pasó sólo un pensamiento: «tengo un juguete nuevo».

—Lady Sakura, supongo que Míster Uchiha se sentará a su lado en esta ocasión.

—Lamentablemente debo decir que está usted en un error, Míster Uchiha se ha negado a ser parte de la tertulia del salón principal, ¡convénzalo usted, por favor!

—Creo que nada que yo pueda decir podría convencer a un hombre tan correcto como lo es un detective de Scotland Yard; supongo que estará bien por esta ocasión ya que no conoce a nadie pero se lo aguantaremos sólo en esta ocasión —una sonrisa amable inundó el rostro del joven, intuyó correctamente que Sasuke se sentiría muy avergonzado de sentarse a la mesa con todos los peces gordos de la sociedad; decidió ayudarle en esa oportunidad, ya se las arreglaría más tarde para tontear con su juguete—.

—Muy bien, entonces temo que nos despedimos; Mister Uchiha, nos vemos más tarde por si desea charlar una vez que salgamos del salón.

—Me parece perfecto —dijo el detective ya relajado, se despidió de lady Sakura besando su mano y de Lord Uzumaki con una mirada de agradecimiento—.

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Parte III
Del conocimiento y la franqueza
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La cena se desarrolló sin contratiempos; los invitados quedaron maravillados ante la insuperable disposición de Lady Sakura. Sin embargo, para desgracia de ella, tuvo que sentarse junto a la esposa del Duque de York ya que su querido amigo doncel desapareció de un momento a otro y luego reapareció sentado al fondo de la mesa, lo suficientemente lejos como para no distraerla de las aburridas charlas de los pomposos aristócratas. Por su parte, en el comedor contiguo Sasuke se encontraba en el mayor de los letargos siendo torturado por la impasible conversación del nuevo fiscal de la corte. Era un hombre atemorizante de nombre Yamato, quien le exponía un mapa mental de todas las posibles condenas y enjuiciamientos para "El Kyubi" si éste llegase a ser atrapado. Nada le podía interesar menos a un detective como él; su deber era atraparle, no velar que se enjuiciase ni nada por el estilo, ése es el trabajo de los jueces, abogados, corte real y la opinión pública; estamentos que a él, en lo personal, le importaban un soberano comino.

Su aburrimiento estaba comenzando por abatirle, ya había conocido demasiada gente en una sola noche; le molestaba que la gente se acercase a importunarle con preguntas como: «¿cómo hará usted para atrapar a El Kyubi?», «¿ha pensado ya en un plan?», «¿tiene ya algún sospechoso?». ¡Por la reina! ¡Si apenas ése día empezó a conocer gente londinense y ya quieren una lista de sospechosos! Sasuke sabía disimular bastante bien sus emociones, tal y cómo le enseñase su padre de niño, pero ya estaba por perder la compostura. El constante agobio que producían las preguntas de los burgueses a su alrededor le estaban conduciendo a una explosión de ira. La cena ya había terminado y él ya no sabía a dónde escapar para no reventar en cólera y perder el decoro; fue entonces cuando de entre las cortinas de las terrazas sintió un tirón que lo haló hacia el balcón.

—Venga por aquí, mis acosadores casamenteros me buscan en el salón principal y por otro lado sus interrogadores aficionados al misterio le buscan a usted en el salón este; es mejor guarecernos al aire libre. Por alguna extraña razón, indiferente del estrato social, la gente londinense no gusta de la naturaleza cuando viste de gala —era Lord Uzumaki, sus ojos azules relucían en la oscuridad de la noche. Vio cómo de su bolsillo sacó una vela pequeña y la encendió—. Traje lumbre; cómo verá, estoy bastante habituado a situaciones como ésta.

—Lord Uzumaki… esto es…

—¿Poco decoroso? Estoy completamente de acuerdo pero para cazar al conejo no sólo se necesitan sabuesos, sino un poco de artillería. Veo mayor indecoro en el lamentable actuar de todos quienes le acosaban con preguntas, es que… ¿sospechosos? ¿Acaso no se dan cuenta que usted es un recién llegado que no conoce a nadie y le piden sospechosos? ¡Cielo santo!

—Lo mismo pensé yo —Sasuke dejó escapar una pequeña sonrisa, el admirable doncel que estaba junto a él le despertaba gran simpatía. Ciertamente eran personas muy diferentes pero le agradaba la profunda sinceridad en él, podía entender a la perfección las razones que le convertían en el soltero más codiciado de Londres—. Le agradezco profundamente que me haya salvado de aquella incómoda situación pero creo que debemos volver, no es correcto que un varón y un doncel estén a solas…

—Tranquilo, no estamos solos, mire a su derecha —Sasuke se sorprendió de ver a unas tres yardas** de distancia un joven sirviente de unos veinticuatro años, la luz era escasa por lo cual no pudo ver bien sus rasgos, exceptuando sus verdes ojos brillantes como dos claros berilos—. Su nombre es Gaara, me acompaña a todas partes; es mi como "mi sombra chaperona". ¿Sabe? Le sorprendería como Gaara pasa desapercibido por todo el mundo a mí alrededor, sólo interviene cuando le llamo, es casi como uno de esos legendarios ninjas de los cuentos orientales.

—Entonces me siento más tranquilo. Disculpe usted por importunarle de esa manera, milord.

—No se agobie usted, me parece que lograremos entendernos de maravilla. Ofrézcame su brazo, Míster Uchiha, acompáñeme a aquella encantadora mesa de terraza; ahí podremos sentarnos a charlar de forma relajada, por lo menos hasta que mi bella amiga de cabellos rosas dé con nuestro paradero —Sasuke nuevamente sonreía ligeramente. Ciertamente le era imposible para él sonreír más que "ligeramente" pero se notaba que estaba plenamente a gusto; ya habían pasado muchos años desde la última vez que sonrió de forma natural más de dos veces en un mismo día. Ambos se sentaron en un adorable juego de terraza de fierro forjado con motivos florales; Lord Uzumaki situó la vela entre ambos y siguió con la charla—. Me resulta usted inquietante, Mister Uchiha, perdone que sea tan directo y quizás deba atribuirlo a mi falta de "mundo" ya que rara vez he recorrido los territorios del reino… pero me pregunto: ¿serán todos los oriundos de Liverpool tan misteriosos, reservados y corteses como Míster Uchiha? Perdone mi ignorancia pero no conozco la vida porteña en lo más mínimo.

—No es tan diferente a la de Londres, Lord Uzumaki. Aunque debo admitir que es bastante menos vertiginosa y… gris.

—¡Oh! Es cierto, a mí también me costó adecuarme en un principio a los humos propios del ambiente londinense. Pero si no es mucha molestia, cuénteme más sobre Liverpool y su vida allá.

—No soy bueno con las historias, milord, creo que lo único que puedo decir es que en esta sola noche conocí a más gente de la que he conocido en todos mis días pasados desde que fui concebido. Y teniendo en cuenta de que mi oficio es de carácter público, eso es mucho decir.

—¡Vaya! Me ha usted sorprendido sobre manera, me parece increíble. Por mi parte, yo no conozco a casi nadie en Londres…

—No logro entenderle, todo el mundo le saludaba allí adentro.

—No se confunda usted, ellos me conocen a mí, supongo; pero yo no conozco de ellos nada, a veces logro recordar algún nombre siquiera. Si me pregunta sobre a quién "realmente" conozco, sólo podría nombrar a algunos de mis sirvientes y sus mañas, a Lady Sakura y sus encantadoras facetas, a mí difunto abuelo… y bueno… creo que si me empeño lograré conocerlo a usted, si es que me lo permite —las declaraciones de Lord Uzumaki conmocionaron de forma abrupta a Sasuke, no sabía si pensar que las palabras recién escuchadas representaban la más sincera de las humildades o la más insolente de las soberbias—. No me mire con ese gesto, por favor, ¿tan raro le resulto?

—Para serle sincero… sí. Es usted la persona más extravagante que he conocido en mi vida. No se comporta como un Lord, carece usted de la pomposa aura de arrogancia que los caracteriza y sin embargo… es usted tan brutalmente sincero que siento que peca de vanidad.

—Y acaba de ser usted encantadoramente franco, Míster Uchiha —al darse cuenta Sasuke de sus propias palabras, cayó en la más arrebatadora de las vergüenzas, ¡le había dicho "vanidoso" a un Lord!—. ¿Se arrepiente usted de sus palabras? Si es así, me decepcionaría mucho. Me molesta que nadie me diga lo que piensa de mí, es por eso que me rodeo de gente deslenguada o sincera; no se preocupe, no me ha faltado usted el respeto y mientras no lo haga y no olvide su "lugar" para mí está todo bien. Favor usted me hace al señalar mis defectos o virtudes; dicen que los seres humanos vivimos en sociedad sólo por el primitivo deseo de vernos a nosotros mismos en las pupilas del contrario. Así reconoceremos nuestros propios defectos en los demás y los reprobaremos, reconoceremos nuestras virtudes a su vez, y las enalteceremos y aquello que nos resulte indiferente es porque no es parte de nosotros mismos.

—Creo que pude conocer un poco del verdadero "Lord Uzumaki" con respecto a lo que me acaba de decir.

—Y dígame, sin miedo, ¿cuáles son las conclusiones que sacó al conocer al verdadero "Lord Uzumaki"?

—Si me permite decirlo… es usted muy egocéntrico —el doncel le miró en primera instancia con incredulidad, para luego llevarse la mano a la boca y tapar su risa de forma casi involuntaria, trató de retener lo más que pudo las pequeñas carcajadas explosivas que amenazaban con romper su fachada aristocrática—.

—Ja, ja, ja; es usted un verdadero encanto; definitivamente queda usted invitado a almorzar conmigo mañana a las cuatro.

—¿No es un poco tarde para almorzar a las cuatro?

—Es tarde para los pobres, ellos siempre tienen cosas que hacer: sobrevivir, por ejemplo. Todo hombre de calidad que se precie como tal no se levanta antes de las once y no desayuna antes del medio día. Tendrá usted que dispensarme pero mis reglas de vida son tan estrictas que no me permito desobedecerlas.

—No diga más, me ha quedado claro, entonces a las cuatro.

—¿Dónde se hospeda usted, Mister Uchiha?

—En los apartamentos que la jefatura ha dispuesto para mí y un par de sirvientes de paso.

—¡Que atrocidad! Pero bueno, es usted un hombre con las suficientes agallas como para sobrevivir en aquellas habitaciones tan míseras. No entiendo cómo los burgueses hacen para administrar todos sus bienes en espacios tan reducidos, creo que eso es lo que yo llamaría "sabiduría popular"; en fin, no es algo que me concierna, prefiero estudiar a los animales que al comportamiento del vulgo. Sea como sea, enviaré a mi cochero por usted a las tres; podrá usted retrasarse si así gustare, tenga por seguro que yo lo haré. Ahora debo despedirme, Míster Uchiha; tendrá que perdonarme usted de dejarle la trágica tarea de despedirme de Lady Sakura; no estoy dispuesto a pasearme por todo el salón hasta encontrarla y quedar expuesto a estar parado una hora más despidiéndome de todos. ¿Me acompaña usted hasta mi coche?

—Será un placer.

Sasuke ofreció el brazo al joven doncel, él lo tomó haciéndole una señal a su sirviente para que este les siguiese. Para Sasuke Uchiha aquel doncel era fascinante, no le molestaba en lo más mínimo su soberbia y egocéntrica personalidad, más bien le resultaba encantadora. Era tan elitista como cualquier aristócrata, se notaba que tenía la visión típica de los nobles, que consistía en que todo aquél que no tuviese sangre noble o dinero eran potenciales sirvientes o ladrones. Sin embargo, la visión que dejaba entrever Lord Uzumaki era menos perniciosa que la que exponían aquellos molestos filántropos nobles que veían la caridad como un pasatiempo. A Lord Uzumaki, en cambio, no le interesaba en lo más mínimo rozarse con la plebe; sin mirarla con compasión pero tampoco con desprecio, sólo con la más sana de las indiferencias. De manera que Sasuke comprendió que la relevancia que podría otorgarle a la "amistad" de Lord Uzumaki sería pasajera, sólo podría contar con su favor hasta que dejase de divertirle; luego Sasuke pasaría a ser parte del "vulgo indiferente" y buscaría otra cosa con qué entretener su pueril vida de noble doncel codiciado. Todas aquellas conclusiones fueron desglosadas en la compleja mente de Sasuke; con sólo unos minutos de conversación pudo notar las intenciones ingenuas pero egoístas del joven doncel. Le pareció sin embargo, perfectamente razonable, seguía a la perfección el comportamiento de "joven aristócrata excéntrico".

Al llegar hasta el coche de Lord Uzumaki, ambos notaron que algo extraño pasaba. El coche de Lord Uzumaki había sido saboteado.

—¿Qué pasó aquí Sai? —preguntó el joven Lord al cochero—.

—¡Oh, milord! ¡Qué bueno que llega usted! Verá, estaba yo revisando los mapas del camino cuando el caballo se asustó por causa de un zorro que pasó cerca. Como yo me encontraba buscando lumbre para ver los mapas, no pude atender al animal de forma oportuna así que éste, encabritado, dio con la pata en la rueda delantera y al parecer estaba con todo el miedo metido dentro de la herradura, porque hizo la rueda pedazos.

—¡Oh, infortunio! ¡Qué contrariedad! Veo que no has tenido culpa alguna Sai, así que no tienes porqué mentirme, llevas tinta en tus guantes. A menos que los mapas los hayas dibujado tú mismo, lo que en realidad hacías era esos dibujos tuyos a modo de ocio. Nada condenable, no te preocupes, sólo no debes de mentirle a tu patrón a menos que le causes un beneficio económico o mental al ocultarle la verdad.

—Entiendo —se limitó a decir el cochero, con una sonrisa extraña en su cara. Al parecer era un hombre bastante infantil; de ello se pudo percatar Sasuke enseguida, era un chico pálido que no superaba los veintiocho años, de cabello tan negro como el suyo y una sonrisa boba a flor de labios—.

—¡Uf! Esto significa que no podré moverme de aquí hasta altas horas de la noche, eso hasta podría desembocar en tener que alojarme aquí… eso sí que se sale de mi estricta rutina. ¡Qué mala suerte! —los ojos de Lord Uzumaki reflejaban un verdadero sufrimiento ante su infortunio—.

En esos segundos, para Sasuke, nada podía ser tan bello como la tristeza reflejada en el azul fondo de los ojos de aquel angelical doncel iluminado por la luz de la luna. Por fin comprendía las palabras de Lady Sakura, lo cierto es que no existía criatura más bella en ese momento que el pequeño Lord Uzumaki, con su melancólica expresión, tan carente de la soberbia que lo caracterizaba. Definitivamente se volvería adicto a esa expresión y más aún a la linda sonrisa postrera a su sufrimiento.

—Si me permite intervenir, milord —empezó hablando el detective—, puedo ofrecerme a llevarlo en mi coche; si es que no le molesta subirse al pequeño coche de un burgués, claro está.

Efectivamente ahí estaba la linda sonrisa de Lord Uzumaki, quien aceptó de forma inmediata. Resolvieron entonces viajar juntos, dejando la instrucción de que les despidiesen de la anfitriona y de los invitados a los sirvientes auxiliares de la hacienda. Las pertenencias que había dejado Sasuke en el interior de la hacienda las retirarían al día siguiente y las llevarían al centro de Londres a la mañana siguiente el mismo coche de Lord Uzumaki, una vez que estuviese en condiciones de partir.

Ambos disfrutaron de su compañía mutua durante el largo viaje; aunque ya estaban cansado, su charla fue amena y distaba de aburrirlos como para pestañear más de lo necesario. Lord Uzumaki se tomó la libertad de preguntar más cosas acerca de la vida en Liverpool, le parecía simplemente fascinante que una persona tan serena y juiciosa fuese oriunda de un lugar infame por albergar pendencieros y gente de turbios negocios. Al llegar a la casa de Lord Uzumaki ambos se miraron con una sonrisa en el rostro tratando de no mostrar lo mucho que se habían encariñado en esas pocas horas de haberse conocido.

El detective se despidió rozando el guante de seda italiana del doncel con los labios, por su lado, el doncel sólo sonreía. Sus miradas se cruzaron con la promesa de volver a verse al día siguiente. Una vez que el joven doncel fue recibido en su hogar y desapareció tras el pesado portón de fierro, Sasuke emprendió el camino de vuelta a su pequeña residencia. Una sonrisa surcaba sus recuerdos, esa sonrisa tenía un dueño: Lord Uzumaki.

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Parte IV y final
Las nueve oportunidades
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Al pasar por el centro de Londres pudo ver una gran agitación. Un policía logró identificar su coche e interceptó su camino gritando «¡Míster Uchiha! ¡Míster Uchiha! ¡Ha aparecido de nuevo! ¡El Kyubi, Míster Uchicha, ha destruido por completo el ala oeste del edificio de comercio!». No lo podía creer; vio humo salir desde el edificio que apuntaba el policía que gritaba su nombre. Bajó de su coche para dirigirse casi corriendo hasta la escena del crimen; pero antes de llegar, al parar enfrente del callejón situado a un lado del edificio siniestrado oyó el ruido característico de los cascos de un caballo. No pudo ver nada pero sintió que algo lo observaba de cerca. Pensó que era su imaginación, y cuando decidió seguir con su camino para entrar al edificio en cuestión, sintió un fuerte halón que lo empujó dentro del callejón. El inconfundible frío de una daga se situaba en su pálido cuello. Una mano enguantada tapaba su boca. No podía ver quién le tenía cautivo pero podía sentir su respiración junto a su oreja, por lo cual dedujo que su altura era similar a la suya; la fuerza del agarre del individuo era bastante grande, por lo cual dedujo que se trataba de un varón. De pronto una voz rasposa y ronca le habló susurrante, su captor se disponía a monologar.

—Detective Sasuke Uchiha, ¿veintiséis años? Muy joven para ser mártir de Scotland Yard en Londres-dattebayo. ¿Por qué un varón de tan buen ver malgastaría así su juventud? ¿Compromiso social? No lo creo-dattebayo. Si tuvieras compromiso social apreciarías la vida de los demás, por ende la tuya misma y sé muy bien que no aprecias tu vida lo suficiente como para no sentir miedo en este momento-dattebayo. ¿Por qué no sudas, detective? Al último policía que sostuve así mojó sus pantalones. ¿Eres acaso estúpido o valiente? Pueden ser ambas-dattebayo. No hay mayor estupidez que la valentía, sólo el miedo es humano, la valentía es pleno reflejo de la inconsciencia de las variables perceptibles de una situación dada-dattebayo. ¿Tan poca percepción tienes de la realidad detective? ¿Cómo pretendes ayudar a los demás si ni siquiera tienes los ojos abiertos lo suficiente como para ver el miedo? Yo puedo ver el miedo en los ojos de quienes miran a la gente como tú, gente que realmente no le importa la vida, le importa sentir; sentir el momento, detective-dattebayo. Gente como tú que sólo se preocupa de llevar su vida lo más lejos posible, sintiendo emociones y ocultándolas con su taciturnidad y su decencia. Dime detective… que pose mi daga en tu cuello… ¿te emociona-dattebayo? ¿Logra mi daga hacer que el frío corazón de Sasuke Uchiha, hijo del teniente Fugaku Uchiha, nieto del capitán Madara Uchiha… hermano del desquiciado Itachi Uchiha… lata por unos segundos-dattebayo?

Por el contrario, el corazón de Sasuke casi se detuvo al escuchar toda la información que sabía su captor. ¿Cómo sabía todo aquello? Nunca se lo había contado a nadie, él era muy reservado con su vida privada. Luego de una pausa, El Kyubi siguió con su veleidoso monólogo, notando plenamente cómo sus palabras empezaban a martirizar la mente de su rehén.

—¿Ahora sientes miedo detective? ¡Oh, por favor! No te sorprendas de todo lo que sé sobre ti, es necesario que el némesis sepa hasta la talla de calzado del héroe del cuento-dattebayo. ¿Qué buscas en tus pantalones? ¿Un arma? No la encontrarás; creo que el pequeño detective no sabe atar sus cintos correctamente y deja que se le caigan las armas por ahí. Aunque no voy a ser cruel contigo, pequeño "Dupin"; creo que como buen némesis debo presentarme-dattebayo —su captor lo llevó contra una pared, y lo golpeó violentamente en la boca del estómago antes de que Sasuke pudiese reaccionar. Luego lo tiró al piso y lo acorraló entre su pie y la pared, apuntándole con un arma de fuego en la mano derecha y aún sosteniendo la daga con la izquierda—.

Sasuke pudo ver, gracias al fuego del edificio contiguo en llamas, a quien era su "némesis". Era un varón de un metro con ochenta aproximadamente, vestido completamente de blanco; se asomaban de su saco tres leontinas de oro que iban a parar en uno de los bolsillos exteriores, fornido, de piel acanelada y con tres curiosas marcas en cada mejilla. No podía ver sus ojos ni su cabello gracias a su máscara y a su sombrero ligeramente ladeado hacia la izquierda. Dicha máscara terminaba atada en un complejo nudo de nueve cintas, cada una del largo aproximado de un una yarda***.

—Mírame bien, detective, soy un ángel pero no de los que conoces-dattebayo; soy un ángel de esos que todos ustedes han decidido ignorar, ignorando todo aquello que no son capaces de comprender, ignorando a todos quienes no somos dignos de ser mirados a la cara-dattebayo; un ángel heraldo de las Keres. Es su ignorancia… ¡el pecado más imperdonable! Y lo pagarán con aquello que nunca lograrán producir ni pasar por sus gordas gargantas ambiciosas de poder: "la verdad". ¡Con la verdad los arrasaré…! ¿Ves estas nueve cintas detective? Toma, te regalo una —con la daga la cortó y se la tiró en el rostro a Sasuke—. Cada una representan nueve oportunidades, las nueve oportunidades que te daré para atraparme…

—¿Qué pasará si no te atrapo antes de las nueve oportunidades? —preguntó finalmente Sasuke, temblando en el piso, respirando su impotencia y su rabia de forma dificultosa—.

—Si no tengo más cintas que cortar… empezaré a cortar cabezas y serán cabezas que los libros de historia extrañarán-dattebayo. Te prometo que si no hay más cintas… el glorioso imperio británico conocerá lo que es caer más bajo que el infierno. Mi nombre es Kyubi, detective, y si esta vez no entierro mi daga en tu cuello ¡es porque el filo de mi nombre cortará tus pensamientos por el resto de tu mísera existencia-dattebayo!

Continuará…


Notas:

(*) Un par de yardas son 1.80 m.

(**) Tres yardas y media son 3.15 m más o menos.

(***) Una yarda son como 90 cm más o menos.

Quiten o agreguen milímetros :P

 

 

Notas finales:

Gracias por akompañarme en esta oportunidad esta vez también :)


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