Hacerlo en el tren, no, no era lo que tenía planeado. Pero lo quería tanto que, otra vez, permitió que lo hiciera suyo a su conveniencia. No se resistió, no podía. Kai era perfecto. Su cuerpo perfecto, sus labios perfectos, sus manos perfectas hechas para inundarlo en el placer y excitación, su piel color canela que lo adormecía, su voz, su voz tenía la culpa. La culpa de estar ahora encerrado en una habitación preferencial del tren con el moreno, bajo la manta delgada de color rosa, envuelto por los brazos y piernas de él, escuchando toda clase de insinuaciones nada románticas, y es más, hasta groseras y sucias, pero que disfrutaba tan solo porque la voz perfecta, masculina y poderosa de él, chocaba en su cuello, agitada y entrecortada todavía por el acto sexual.
Viró el rostro con la intención de escapar de la mirada acosador de Kai, mas este clavó con fuerza su mano en el pecho desnudo de Luhan y se dispuso a devorarle otra vez, la boca y el cuello, jugando de ratos con los botones rozados del pequeño rubio. “Despacio” rogó agitado, mirando a las orbes marrones de Kai, colgándose de sus hombros, mientras el moreno estaba en su encima. Separó las piernas de Luhan con las rodillas, y levantó su cadera, para comenzar de nuevo.
El sonido del tren pasando con fuerza sobre el tranvía, no permitía escuchar tanto como Kai quería, los gemidos y suspiros que Luhan dejaba escapar con fuerza, desahogando el dolor al que se acostumbraba tras ser invadido por el miembro ajeno. Se calmó y mordió los labios del moreno. Sitió el pesado miembro sobre su abdomen, su cuerpo se tensó. Busco con desesperación la boca de Kai y lo besó, tan delicado y dulce, fue igual de correspondido. Era una manera de sentirse seguro, se sentirse querido, porque los besos tiernos y calmados durante el sexo le permitían sentirse seguro, confiado, nadie le arrebataría esa sensación de confianza que el moreno le regalaba cada vez que estaba juntos. Este lo embistió con fuerza, sin preparación, arrebatándole la calma y estabilidad nuevamente, sin detenerse, embistió con fuerza de nuevo, curvando un poco la cintura, meneando a la vez, el cuerpo debajo de él que rogaba delicadeza.
“¿Qué sucede?” Kai se detuvo, el rostro ido y adormecido de Luhan le preocupaba. No respondió, cerró los ojos, fingiendo que dormía. Las manos pequeñas y suaves de Luhan, resaltaban más el color canela de la espalda del moreno, acariciándola de forma cariñosa; dobló las piernas y posó su diestra en el cuello de Kai, abriendo de repente los ojos. “Tú me gustas” acercó la cara confundida y sorprendida del mayor y encontró sus labios. Repasó su lengua con cuidado por labio superior, luego lo besó y dejó que el moreno continuara el beso. Pero no lo hizo.
“No es parte del juego gustarse, Luhan” se separó del cuerpo delicado del rubio, y se puso de pie. Caminó mostrando su desnudez sin problemas hasta el baño, buscando su ropa entre todo el desorden que ya había hecho antes la pareja. Luhan tuvo ganas de llorar; se cubrió con la manta, envolviendo su cuerpo ligeramente adolorido y marcado con fuerza, acomodándose en posición fetal, esperando quedarse dormido en algún momento y olvidar la insensible respuesta del moreno.