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San Valentín en la casa Sphy por Celat Black

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Notas del capitulo:

Los personajes y la historia estan completamente ligados al relato "Confusión: ¿Angelito o Demonio?" Será algo complicado de entender si no la has leido ^////^*

Hola! Ya saben que a mí siempre se me enredan las festividades y ahora que en mi país andamos con la Revolución Mexicana (20 de Noviembre) he terminado el especial de San Valentin. Espero que lo disfruten y cuidado, porque tiene lemon jajajaja Comenzamos ^^

San Valentín en la casa Sphy

Era la primera semana de febrero y el clima frío aún no dejaba guardar las bufandas.

Kamo estaba atrasado por más de treinta minutos para su cita con Kain. Y a pesar del frío el joven pelirrojo seguía sentado en la banca del parque donde se habían quedado de ver. Kain podía ser paciente cuando se lo proponía aunque le costara trabajo; era un joven de carácter impetuoso pero también estaba acostumbrado a esforzarse por las cosas que le gustaban y lo que mas le gustaba en ese momento era justamente Kamo; su niño castaño y de ojos grises. La sonrisa tímida que Kamo esbozaba al verlo podría hacerle olvidar hasta en que mes estaba, por mucho que el clima se lo recordara. Estaba felizmente enamorado y era correspondido, no se le ocurriría pedir más

- Hola Kain - Kamo llegó al fin. Iba acompañado de su hermanita adoptiva, la pequeña Aremi, a quien había abrigado hasta el punto de la exageración

- Hola, ya empezaba a preocuparme - Kain se levantó para saludarlos - ¡Hola princesa! - le sonrió a la pequeña y la saludó con un beso en el gorrito rosa que le ocultaba la frente - ¿Nos vas a acompañar hoy?

- Sí, es que Sanku está enfermo y no me puede cuidar - Aremi levantó los hombros y le tomó la mano - Kamo dice que no debo acercarme a él para no enfermarme

- Perdón - murmuró el castaño y lo miró culpable, no sólo por su tardanza.

- No hay problema - el chico de cabellos rojizos le sonrió un poco desilusionado mientras le acomodaba el cabello tras la oreja. Ambos habían acordado que se comportarían como amigos cuando Aremi estuviera con ellos. Kamo seguía siendo extremadamente nervioso y tímido con las muestras de afecto públicas, y eso aumentaba con su necedad de “dar un buen ejemplo” a su hermanita. El pelirrojo, en aquella ocasión, había peleado por sorprendentes tres minutos alegando que ser afectuosos con la pareja era dar un buen ejemplo antes de que Kamo bajara al suelo sus hermosos ojos. Entonces Kain, susceptible a ese chantaje emocional como a ningún otro, aceptó ser completamente discreto cuando Aremi estuviera presente.



La cita romántica se había convertido en un paseo familiar que, a decir verdad, resultó bastante bonito para el pelirrojo. Caminaron un rato por el parque mientras Aremi se agarraba de la mano de ambos para brincar lo más alto que podía. A la pequeña le agradaba Kain porque era el que más la consentía; la llevaba a comprar dulces, le había enseñado a andar en bicicleta, siempre le decía “princesa” y a veces le leía antes de dormir cuando él visitaba a Kamo y se quedaba hasta tarde. Era el mejor “papá de mentiritas” de los tres que tenía. Kamo era el segundo porque él si la obligaba a comerse todos los vegetales y la regañaba cuando no ordenaba su habitación pero era lindo y la dejaba dormir en su cuarto cuando tenía miedo o se sentía mal. Sanku quedaba en tercer lugar porque siempre se peleaban el control de la televisión y se acababa su cereal favorito.

- ¡Vamos a los columpios, Kain! - Aremi hecho a correr al ver los juegos vacíos y Kain la siguió divertido.

Kamo se quedó un poco atrás y se quedó embobado viendo a Kain mientras el pelirrojo no se daba cuenta. A pesar de tener apariencia de malo y rudo Kain era la persona más hogareña, consentidora, protectora y amable que conocía. Apreciaba mucho que le ayudara a cuidar de su hermanita en vez de reclamarle el haber aceptado una responsabilidad que, como todas sus otras responsabilidades, no le correspondía. Muchas veces se sentía culpable por el poco tiempo que podían pasar juntos como pareja a razón de Aremi y a veces, hasta por culpa de Sanku...




Como el clima no mejoró creyeron más prudente quedarse de ver otro día y mientras caminaba de regreso pasaron por la zona comercial, que lucía muy animada. Los restaurantes y las tiendas de regalos presentaban carteles con ofertas por el día de San Valentín, que ya estaba a un par de días de distancia. Los escaparates lucían desde los adornos más sencillos y elegantes hasta los más llamativos y alegres. Algunas personas miraban nerviosos los precios de los regalos y otros pasaban de largo considerando toda aquella fiesta como un truco de mercadotecnia. Mientras algunos bromeaban sobre que iban a regalar o de quien recibirían algún obsequio, otros peleaban a muerte por una reservación para cenar en ese romántico día.


- ¡Mira Kamo! ¡Se parece al que rompimos! - Aremi sonrió mientras señalaba al otro lado de la calle, en un aparador con fondo rosa

- ¡Oh, es verdad! - Kamo y ella cruzaron la calle para verlo y Kain los siguió reconociendo la tienda como una perfumería en donde, de hecho, había trabajado el año pasado. Para él, San Valentín era un día muy ocupado. Como trabajaba a tiempo parcial desde muy joven, se había hecho de buena fama y recibía muchas ofertas para trabajar por temporada tanto en Navidad como en San Valentín.

- ¿Qué rompieron? - preguntó el mayor asomándose sobre la cabeza de Kamo y aprovechando para abrazarlo. Apenas vio una botella redonda de color amarillo. Observándola muy detenidamente se adivinaba en ella la forma de un pollito muy tierno y redondito - es un perfume para niñas ¿No?

- Bueno, si... - Kamo se sonrojó y se acurrucó contra el pecho de Kain, aprovechando la distracción de Aremi - es que cuando era niño me emberrinche por ese perfume, me gustaba tanto el pollito de la botella que conseguí que mi madre me lo comprara...

- Y lo rompimos sin querer cuando estábamos limpiando - agregó Aremi en voz bajita

- Bueno... de todos modos ya estaba vacío... - Kamo le echó una última mirada, se separó del pelirrojo y siguieron caminando.

“Perfecto, ya tengo su regalo” Kain intentó disimular la alegría de saber que cosa podría comprarle a Kamo. El castaño se había negado a decirle cuales eran sus chocolates favoritos cuando Kain “muy disimuladamente” preguntó. Como Kain ahora se mantenía por su cuenta, lo menos que quería Kamo era que gastara en cosas innecesarias y así se lo comunicó a su novio. Pero el pelirrojo era demasiado obstinado como para obedecer a algo así.




Aremi se cansó de caminar a mitad del trayecto y Kain la llevó en brazos, de modo que cuando llegaron a la casa estaba profundamente dormida. Apenas la dejó en la cama de su rosa habitación sintió los brazos de Kamo rodearle la cintura.

- ¿De verdad no estás enojado conmigo? - el castaño se separó, buscaba la mirada del mayor con preocupación. Temía que la paciencia de Kain se viera sobrepasada por su actitud y por toda aquella situación

- De verdad, no estoy enojado - Kain se volteó y lo tomó de la mano, llevándolo al pasillo. Lo último que quería era que Aremi se despertara y ya no pudiera aprovechar la oportunidad - en realidad creí que tú podrías estar enojado conmigo, por haber aceptado trabajar en San Valentín... - sin cerrar bien la puerta lo arrinconó contra la pared - ¿Lo estás? - sin esperar respuesta le repartió varios besos en la frente y las mejillas. Le gustaba verle el rostro colorado por cosas simples como aquella y llevaba toda la tarde aguantándose las ganas.

- No, te... te tengo... en otros días del año... jaja - Kamo rió bajito por las cosquillas y se agarró al cuello del pelirrojo. La cercanía de ese cuerpo lo acaloraba; tenía un algo que lo hacia derretirse sin remedio cuando lo miraba tan de cerca

- Quien diría que esto de ser padre, estudiante y trabajador es malo para la vida sexual - bromeó Kain y le enterneció el profundo rojo que coloreó las mejillas del castaño. Era tan mojigato para algunas cosas aún...

- Eso no se... di... - el rostro de Kain se aproximó lentamente, la habilidad de razonar sus palabras desapareció casi al instante - no se... dice... cuando... cuando... - Kamo se mordió el labio mientras sentía un profundo escalofrío trepar por toda su columna vertebral, las manos de Kain buscaban su cintura debajo de la tela - ah...

- ¿Si? - Kain fingía prestarle atención a sus palabras pero sólo pensaba en lo fuerte que se había vuelto la respiración del pequeño.

- ¡¡Atchú!! - arriba Sanku dejó salir un sonoro estornudo y eso lo regresó a la realidad - Este... San Valentin cae en... en fin de semana... pasado mañana... que rápido vuela el año... ¿No?

- No te va a funcionar distraerme... - murmuró el pelirrojo, que se había puesto un poco serio - vamos a mi casa...

- Pero... no puedo... - Kamo sintió que algo muy pesado le caía en el estomago cuando notó la desilusión en el rostro de Kain

- ¿Por qué...? - buscó su mirada

- Es que... Sanku esta enfermo... ¿y si Aremi se despierta? ¿Si necesita algo y me busca? Si no me encuentra se asustaría - se disculpó Kamo con ganas de callarse a si mismo. Las manos de Kain se desprendieron de la tibia piel

- ... - Kain suspiró y asintió derrotado - tienes razón... será mejor que los deje descansar

- Pe... pero... - Kamo se tragó las ganas de pedirle que no se fuera, que podían ver alguna película en la sala o podía prepararle algo de comer, pero todo se le ahogó en la garganta cuando Kain tomó su chamarra, se la acomodó y se retiró dejándole un beso en la frente y un buenas noches como los que le daba a Aremi

El castaño miró por la ventana a su novio irse y se sintió fatal. No era la primera vez que Kain regresaba sólo a casa después de haberlo invitado a ir... Ya llevaban varias semanas donde el contacto se había reducido a besos a escondidas y caricias disimuladas. Incluso Kamo, que era el más tranquilo de los dos, ya sentía ansias por que pasaran tiempo a solas pero no lograban encontrar la oportunidad

Cuando Kain lo proponía Kamo se negaba y cuando Kamo intentaba tomar la iniciativa ni conseguía decírselo ni Kain tenía tiempo. Ahora que Kain se mantenía sin ayuda de su madre y que trabajar ya no era opcional, iba de sus múltiples empleos a la biblioteca y viceversa; la repentina intención de entrar a la universidad lo había hecho esforzarse como no lo había hecho antes y todo ese trabajo extra dejaba al pellirrojo tan agotado que sus días libres los pasaba durmiendo o limpiando el desastre de su agitada semana.

Haciendo un recuento de cómo el universo se confabulaba en su contra, Kamo se sumió en el sillón con ganas de llorar. No tenía idea de cómo batallar con esa situación, nunca antes había tenido novio y no había nadie a quien pedir consejo...

- ¿... o sí lo hay? - Kamo miró el reloj - todavía es temprano... - buscó su celular y encontró el número que buscaba, el de Zore. Lo observó por unos segundos y se tiró al sillón de nuevo “Si le cuento me dirá que avivemos la pasión y es justo eso lo que no logro” Kamo dejó el celular y fue a revisar que sus dos “tiernos angelitos” siguieran durmiendo para irse a acostar.








Kain, contrario al pensamiento de Kamo, no estaba enojado cuando se despidió de él. De hecho se lo esperaba porque sucedía frecuentemente y ya había asimilado casi todo lo que conllevaba la llegada de la pequeña rubia. Seguía decepcionándose pero entendía la situación del castaño. Así que mientras caminaba a casa se le ocurrió que era una buena oportunidad para pasar por el perfume. No fuera a resultar que se acabara y ya no pudiera comprarlo

- ¡Hola Rojo! - la dependienta de la tienda le sonrió a Kain y dejó el mostrador. Habían trabajado varias veces juntos y se llevaban bastante bien a pesar de verse esporádicamente - estaba a punto de cerrar ¿se te ofrece algo o vienes a invitarme un trago?

- De hecho vengo por negocios

- ¿San Valentín? - el otro sólo asintió resignado y ella saltó en risitas propias de una colegiala - ¡No me lo puedo creer! ¡Cómo es ella!

- No te lo diré, no eres de las que guardan secretos - Kain se recargó en la pared, esperando a que la chica se calmara.

- ¡Por favor! ¡Es la primicia del siglo! Nadie te conoció una sola mientras trabajaste aquí y eso que las candidatas sobraban

- No vengo a recordar eso... quiero el pollito que tienes en el aparador

- Oh, es una chica tierna y de seguro más joven que tú - murmuró ella mientras seguía poniendo orden y apagando un par de vitrinas, tomó de un estante la caja donde venía el perfume como si evaluara que más podría decirle - quizás tenga unos quince

- Tus deducciones me impresionan - se defendió intentando sonar lo más sarcástico posible, aunque le había atinado a la edad

- No quería impresionarte - ella alzó los hombros - por cierto, este perfume tiene promoción; lleva un regalo sorpresa y la envoltura tambien, incluso podemos hacer la entrega si esta dentro del área

- Me parece perfecto lo de la envoltura pero quiero llevárselo yo mismo - Kain no quería arriesgar la identidad de su “tierna novia” - y cómo voy a trabajar ese día será mejor que me lo lleve hoy, si no te molesta...

- Claro patrón - asintió sarcástica y con la habilidad que da la práctica en unos cuantos minutos ya había terminado envoltura y moño. Kain, distraído en otros perfumes ni siquiera vio cuál era el regalo sorpresa “Generalmente junto con el perfume regalan algún jabón, loción o otra cosa como esas ¿No?”

Pagó, se despidió y dejó la tienda en cuestión de minutos. Todavía tenía que terminar un ensayo para primera hora del día siguiente “No eres el primero ni el ultimo que trabaja y estudia...” era la frase que en su mente se repetía para darse valor. Otra vez no iba a dormir más de dos horas










- Kamo... hermanito... - Aremi se había subido a la cama del castaño y le picaba las mejillas para despertarlo. Todavía no amanecía del todo

- humm... - Kamo se removió, tenía mucho sueño, los sábados dormía hasta tarde - ¿Ya es Navidad? ¿Ya llegó Santa? - murmuró en broma y Aremi sonrió

- Nop, eso ya pasó... - se rió - pero llegó Kain, está en la entrada pero él me dijo que yo no tengo que abrir la puerta a nadie

- ¿Eh? - Kamo se levantó por impulso y Aremi casi sale volando - me lo hubieras dicho antes - Kamo se alisó el cabello con las manos y bajó corriendo las escaleras - ¡Kain! ¿Qué haces tan temprano aquí?

- Buscaba la pijama más linda de la ciudad - Kain sonrío y Kamo recordó que se había puesto su pijama más infantil; azul, de felpa y con ositos. El castaño tenía ganas de esconderse debajo de su cama en el segundo piso - en realidad te traje algo

- Pero... - apenas iba a regañarlo por gastar cuando Kain lo calló con un beso y, sin separarse, le dejó en las manos una cajita con un moño. Kain lo abrazó y cuando intentó protestar de nuevo el beso sólo se alargó y profundizó. De repente parecía que no importaba si los vecinos o Aremi veían

- Voy a trabajar, feliz San Valentín - el pelirrojo dejó a un sonrojado castaño en la puerta de su casa. Y Kamo lo vio irse con ganas de que ya regresara. El cielo empezaba a clarear

- Hermanito... - Aremi estaba unos pasos detrás de él, Kamo saltó del susto - tengo hambre, vamos a hacer el desayuno

- Sí - parecía hipnotizado con su regalo pero decidió dejarlo en la mesa y centrarse - ¿hacemos pan francés?

- ¡Con mermelada! - Aremi corrió hacia la cocina y Kamo la siguió - Sanku hace ratito se despertó y dijo que quería café

- Significa que ya se siente mejor, ve a lavarte las manos y yo voy a revisar como amaneció

- Ya vine... - Sanku apareció en la puerta, todavía tenía la nariz enrojecida de tanto limpiársela y se notaba cansado - feliz San Valentin - extendió dos boletos en la mesa con gesto entre cansado y triunfal

- Feliz San Valentin - Aremi respondió alegre y miró los papelitos, Kamo también prestó atención - ¡son para el ballet! - Aremi aun no sabía leer, lo notó por los dibujos del boleto

- Exacto, llegó una compañía muy famosa a la ciudad vecina y vamos a ver “El lago de los cisnes”- Sanku sonrió cansado - son un regalo para ti y para Kamo - el rubio miró a su hermano que se acercaba para tomarlos pero el rubio los alejó de él

- ¿Eh?

- Mi regalo es que voy a llevar a Aremi al ballet esta noche a la ciudad vecina y nos vamos a quedar allá porque termina muy tarde - Sanku apuntó como si Kamo no pudiera entender - tú te vas a quedar a cuidar la casa, Kamo... podría venir alguien a visitarnos

- Pero... - el castaño enrojeció “Es para dejarme solo en casa...”

- ¡Voy a ir al ballet! - Aremi sostenía los boletos en alto - ¡Kamo! ¡Voy a usar mi vestido favorito!

- Sí cariño - Kamo sonrió y murmuró a Sanku - ¿tú lo planeaste?

- Sí... - titubeó un poco  mientras tomaba de su taza - ya te mereces un descanso del papel de padre, además temo las represalias de Kain - alzó las cejas, en las ultimas ocasiones que había visto al pelirrojo sólo encontraba ojos acusadores enmarcados en ojeras - el estrés de la escuela lo pone agresivo - “y la abstinencia sexual más”

- ¿Sabes si debe alguna materia? Nunca lo había visto tan atareado con las tareas

- No, no debe ninguna - Sanku alzo los hombros - a mi me había dicho que en cuanto saliera de la preparatoria iba a trabajar a tiempo completo... creí que tomaría alguna carrera técnica o algo así pero recién le oí decir que quiere ir a la universidad

- Ya veo... - “¿Por qué habrá cambiado de opinión de pronto?”

- Ballet... ballet... - la pequeña seguía dando piruetas de la emoción hasta que Sanku la detuvo y le pidió los boletos para guardarlos

- Además te tienes que dormir en la tarde porque si te quedas dormida a media función ya no te vuelvo a llevar... - Sanku se sentó a la mesa en espera de su desayuno

- ¡Si, señor! - Aremi últimamente iba de las muñecas a los muñecos de acción, culpa de vivir entre tantos hombres. Kamo sólo negó con la cabeza entre contrariado y feliz








Dicho y hecho, Aremi y Sanku partieron por la tarde; la pequeña en su vestido rosa que tanto le había costado a Kamo dejar perfectamente planchado y el segundo en traje, adecuado para la ocasión. Kamo se quedó tranquilo porque uno de los agentes del Sistema los acompañaría y serviría de chofer. Era un rubio de nombre Dwen que parecía estar asignado a su área porque lo veía seguido, tanto así que más parecía el chofer de la familia. Koler le había asegurado que era de fiar así que no había de que temer


- ¿Hum? - Kamo, después de merendar, puso atención en el regalo de Kain. No le había dado tiempo de ver que era por preparar el baño y la ropa de sus hermanos - ¿qué será? - curioso abrió la cajita y sonrió enternecido por ver de nuevo aquel pollito, era un detalle muy lindo - hay algo más en la caja... - alcanzó a notar otra cosa en el fondo de la caja y se quedó sin saber que decir, con la cara completamente roja








“No lo vuelvo a hacer... no lo vuelvo a hacer” Kain caminaba, casi se arrastraba, camino a su casa. Era bastante tarde y estaba completamente molido por su larguísimo día. Y es que había atendido a mucha más gente de lo que había creído; como si todo el mundo hubiera descubierto el pequeño restaurante en que servía de mesero y a veces hasta de ayudante de cocina. El pelirrojo no había parado ni un segundo de correr de una mesa a la otra y de hacer los favores correspondientes a los románticos; le había tocado poner en las más diversas bebidas alrededor de ocho anillos entre los de compromiso y los de matrimonio. Por si no fuera poco, algunos grupos de chicas que habían ido a festejar el día de la amistad le habían pedido fotos a lo que su jefa no le permitió negarse. Kain estaba acostumbrado a trabajar, incluso a desvelarse y a recibir ordenes en todos los tonos pero lo más cansado había sido mantener la sonrisa constante por la que le dejaban más propina; ya fuera para impresionar al respectivo acompañante o porque simplemente lo merecía, pero ese día había ganado más de las propinas que del trabajo en si.

Estaba cansado, sí, pero satisfecho. Y parecía que San Valentín aun no terminaba, había más parejitas en el parque de lo acostumbrado. Una en especial daba vueltas alrededor de la fuente y el chico tomaba a su compañera de la cintura para levantarla. Pensó que quizás bailaban con la música de un celular porque él no escuchaba nada

“Celular...”

Kain se detuvo y sacó el suyo para ver la hora y notó que había un mensaje sin leer. Había sido mandado desde antes del anochecer

“¿Saldrás muy tarde? Quiero verte. Kamo”

- ¿Estará dormido ya? - Kain llamó y a los pocos segundos, como si hubiera estado esperando junto al teléfono, Kamo contestó

- ¿Kain? - el pequeño sonaba nervioso

- Apenas vi tu mensaje, ya salí - Kain frunció el cejo - ¿Qué pasa? ¿Está todo bien?

- Sí... es que, el regalo... yo... te... te tengo un regalo... mi regalo... tu regalo...  - el castaño tartamudeaba tanto y tan bajito que Kain no entendía que decía hasta que el castaño respiro hondo y preguntó - ¿Quieres venir?

- Voy a tu casa en este instante... - Kain sonrió, pensó que Kamo quizá le había preparado algo para cenar

- ¿Seguro? ¿No estás muy cansado?

- No - no estaba mintiendo, ya no se sentía tan agotado - llego en cinco minutos





Cuando Kain llegó no hizo falta tocar la puerta. Kamo lo esperaba en la ventana de su cuarto, en el segundo piso

- Buenas noches - el pelirrojo sonrió al ver a Kamo por segunda vez en su piyama de felpa

- Hola - el castaño tenía las mejillas rojas y una sonrisa nerviosa en la cara - está abierto... pasa y sube - y a Kain sólo le quedó extrañarse porque Kamo siempre iba a abrirle. Alzó los hombros y entró con cautela; no fuera despertar a los otros habitantes de esa casa

- Voy a cerrar - Kain escuchó los pies descalzos de Kamo en el piso superior y subió. No estaba seguro de que estaría haciendo pero su corazón se estaba acelerando - ¿Estás en tu cuarto? - “No seas ingenuo, Kain... sus hermanos están en casa, no va a escaparse contigo aunque se lo pidas” pensó para calmarse

- Sí... pasa

Kain abrió la puerta y no cupo en su asombro. Se le cayó la mandíbula al piso y Kamo se abrazó a si mismo con una sonrisa nerviosa porque ya no había vuelta atrás; estaba parado en medio de su habitación y enfundado solamente en una batita amarilla con encaje, frente a su novio que no parecía asimilar aquello. La tela se transparentaba haciendo sentir a Kamo tan expuesto que se quebraría a la menor provocación. Los delgados tirantes dejaban ver su cuello y sus hombros pálidos, la prenda dejaba ver todo lo demás. Kain tragó saliva mirando como la bata llegaba un poco arriba de los suaves muslos, le parecía increíble que esa prenda tan sencilla y elegante se le viera tan sensual al castaño

- ¿Te gusta? - murmuró Kamo, tenía un ligero temblor en las piernas y la respiración agitada. La experiencia era más intensa de lo que se había esperado, sentía la mirada del pelirrojo quemarle y temía que su ligera prenda delatara la erección que empezaba a formarse entre sus piernas

- Me... - Kain no parecía creérselo aún, se aclaró la garganta - me encanta - sonrió y se quitó la chaqueta, dejándola en la entrada - amo San Valentín...

- ... - Kamo apretó la tela que cubría su entrepierna como para descargar su entusiasmo. Casi para ocultar los estragos de la mirada almendra de Kain que lo recorría tan despacio que parecía que lo grababa en su memoria, detalle a detalle.

- Acabo de ver esto en la calle y quería intentarlo - Kain sonrió mordiendo su labio inferior y Kamo dejó salir un gritito divertido cuando el pelirrojo se adelantó y lo alzó, dándole un par de vueltas. Kamo sentía la mezclilla chocar con sus pies, el cabello pelirrojo entre sus manos y los labios fríos de Kain en contacto con los suyos, brindándoles calor a base de mordidas, de besos nerviosos y hasta desesperados. Tanta era su urgencia que no supo bien a que hora había rodeado la espalda del pelirrojo con sus piernas, oprimiéndose contra él. El olor de Kain mezclado al del café y la calle parecían ser afrodisíacos para el más joven, que aturdido por el placer, se pegaba cuanto podía al pelirrojo, perdido en sus besos y mordidas.

Kain sentía las frágiles formas de Kamo entre sus manos, lo apretaba con sus brazos mientras buscaba robarle el aliento, deleitado con la vista de su pequeño ataviado en la transparente tela. A pesar de verlo casi todos los días sentía que había pasado demasiado tiempo lejos de él. Ansioso, ávido de esos labios, prolongó el cálido contacto

- ¿Todo esto viste? - Kamo rió aún en brazos de Kain, mientras era llevado a la cama casi sin aliento. No tenía sólo la cara roja, también sus orejas y su cuello demostraban su vergüenza. Quizá por el tiempo que habían estado separados o a la especial situación pero ambos parecían más acalorados que de costumbre. Kain, aunque provocara a Kamo, no era tan impulsivo, solía ser más bien suave y cuidadoso. Pero el cambio, por suerte, no había asustado al pequeño

- No... Sólo lo de dar vueltas - Kain puso al castaño en la cama y se detuvo a inspeccionarlo. No se cansaba de verlo - estás hermoso

- ... - Kamo tembló al escucharlo, se mordió un labio mientras juntaba sus piernas, susurro casi sin pensarlo y desviando la mirada - quítate la ropa... te quiero...

- ¿Eh? - Kain abrió mucho los ojos y rió mientras se sacaba la camisa, despeinándose en el proceso - lo que me ordenes... - Kain lo dijo fácil, pero no le había tocado oír palabras así de los labios de su niño de ojos grises. Con movimientos torpes y una sonrisa incrédula se quitó también pantalones, zapatos y calcetines mientras Kamo lo miraba expectante cubriendo a ratos su cara y mirando entre los dedos. Lo miraba como si fuera la primera vez, había músculos allí que sólo había tocado pero no visto, apenas ahora se daba cuenta que era más puritano para esas cosas de lo que había creído. Cuando estaban juntos era Kain el que hacía la mayor parte y el siempre se dedicaba a disfrutar las atenciones. Pensaba que tal vez había sido algo egoísta en ese aspecto

- Espera... - Kamo detuvo a Kain cuando este se dirigía hacía sus boxers. Se acercó a su oreja, la que llevaba el pendiente y lo tomó con los labios - hoy yo... yo quiero... quiero... - no lograba pronunciar la frase - quiero hacerlo yo... - Kamo se hincó frente a él y lo miró desde abajo mientras pedía permiso con la mirada, muy ruborizado - ¿Puedo?

- Cielos... - fue turno del pelirrojo de sacar humo por las orejas, ni siquiera pudo articular el “sí, si puedes” así que asintió con la cabeza.

Kamo con manos temblorosas bajó la prenda dirigiendo la mirada al suelo, demasiado nervioso para mirar. Le hizo sacar los pies y suspiró triunfante mientras dejaba caer los boxers. Otra cosa a la que nunca le había prestado atención era los enormes pies de Kain. Repasó la piel de los tobillos y subió por sus piernas, acariciando los fuertes músculos.

Kain, en un intento de calmarse puso sus palmas en su nuca, casi apretando en puños su cabello; era la primera vez que Kamo tomaba iniciativa así. Al sentir las manos del castaño y su aliento acercándose se pensó muy seriamente que debía tranquilizarse pero no pudo evitar soltar un fuerte y ronco gemido cuando los labios de Kamo se hicieron de su miembro con torpeza.

- No me ahh... no dijiste que harías ee... esto - Kain mordió su labio mirando apenas los castaños cabellos a la altura de su entrepierna. Ni en su imaginación, su compañera de las ultimas semanas,  había logrado imaginarse algo así - vas a matarme... - Kain se contrajo cuando Kamo dejó un beso en la punta mientras alzaba la mirada. El mayor le apartó los suaves cabellos para poder mirarlo a los ojos, esos grandes ojos grises que le miraban nublados de deseo

- Era sorpresa... - Kamo sonrió envalentonado por la respiración rápida del pelirrojo, había tenido curiosidad desde que Kain mismo le había echo eso a él pero era un tanto más difícil de lo que esperaba. Le parecía demasiado grande para meterlo completo en su boca así que sólo se le ocurría lamer la extensión entera dejando su saliva por donde pasaba y jugar con la punta, lamiéndola y besándola - ¿te gusta?

- Sí... oh... - Kamo regresó a lo suyo mientras se le erizaban los vellos de la nuca de escuchar al pelirrojo emitir semejantes sonidos, también estaba duro - oh... por... oh... - Kain tenía la cara ardiendo, su cabello y su rostro eran casi del mismo color, mascullaba cosas sin sentido, incapaz de quedarse callado ante tales atenciones. Tan concentrado, sudando, intentando no terminar, intentando no dejarse llevar por la oleada de excitación al ver a su precioso novio haciéndole eso, ver esos labios bonitos y dulces resbalar contra su piel, sintiendo la humedad y la presión, el calor y la fricción - Kamo, no... no voy a soportarlo mucho - jadeaba más de lo que podía hablar, el pecho amplio subía y bajaba - ah... cieloss... - siseó sin poder ocultar su excitación, Kamo parecía dispuesto a contradecirlo porque había aumentado la velocidad

- ... - Kamo lo miró desde su posición sin dejarlo ir, ya le había captado el ritmo para poder respirar mejor mientras hacía aquello. Los jadeos de Kain lo ponían a punto de caramelo, estaba ansioso por oírlo aún más, cerró los ojos. Nunca se había imaginado que haría una cosa así... Su propio miembro pedía atención pero se sentía hipnotizado por las reacciones de Kain, por estar en esa situación, por dar placer además de recibirlo. Gimió mientras seguía envolviendo todo cuanto podía, mientras subía y bajaba

- Ah... aah... Kamo... - Kain acarició la pequeña espalda desde su altura, prácticamente suplicaba, los ojos almendra estaban fuertemente cerrados, sentía los músculos acalambrados y sentía el aire de sus pulmones quemarle - mph... voy... me... oh... - Kain emitió un gruñido que hizo a Kamo retirarse pero no fue lo suficientemente rápido

- Ah... - Kamo recibió un poco del fluido en su mejilla derecha y otro tanto en su mano. Respiraba tan agitado como el pelirrojo. Sonrió triunfante

- Per...perdona - jadeó Kain intentando quitárselo de la cara con los dedos, todavía sentía los espasmos y no lograba enfocar del todo

- No... - Kamo se levantó y se apoyó en el pecho del pelirrojo - es que hoy quiero que me digas lo que te gusta...


- Pero angelito... lo que más me gusta... eres tú - Kain rió divertido y besó al chico en la coronilla. Le intrigaba el hecho de que no se había acobardado cuando estaba en medio de su trabajo oral pero si con la sencilla declaración que lo había dejado cual brillante tomate

- Tú también eres lo que más me gusta... - Kamo sonrió de manera adorable. Se paró de puntitas y buscó los labios del chico de ojos almendra, estaba emocionado y ya no podía contenerse, se restregó contra él en un intento de saciar su apetito - mmph...

- Je... - Kain profundizó el beso y lo abrazó mientras caía sobre él, no hacía falta que se lo dijera, se notaba en su mirada y en su erección; estaba a punto de correrse y el apenas entraba de nuevo en juego. Decidido bajó por su pecho y a través de la prenda mordió suavemente los tiernos pezones. Apoyado en una mano, con la otra acariciaba las pálidas piernas, subiendo despacio. El más pequeño temblaba débilmente, intentando contener su deseo

- Ah... ah... - parecía más un maullido que un gemido, Kamo metió sus manos entre el cabello de Kain, despeinándolo y sin saber si incitarlo a seguir o detenerlo, sentía la hábil lengua del pelirrojo torturarlo y sus manos lo acariciaban justo en donde la carne era mas sensible - mmph...

- ¿Quieres un momento para tranquilizarte? - Kain subió y besó su mentón, jugando con su cuello mientras sus manos vagaban por las piernas delgadas y elásticas del adolescente

- No... - Kamo mordió sus labios y cerró los ojos cuando sintió las manos de Kain reptar bajo la tela. Se enderezó un poco y con su mano temblando acarició la cara de Kain - te necesito ya...

El pelirrojo tragó saliva; lo amaba tierno y penoso, pero esa sensualidad que aparecía en sus momentos de intimidad nunca había sido tanta, tan sugestiva... “Así que así son las fantasías...” Kain sintió una fuerte necesidad de verlo debajo suyo en ese momento pero tenían tanto tiempo sin hacer el amor que logró detener su instinto y se encargó con paciencia de prepararlo.

Hacer saliva no le costó nada, en ese instante era tanta su gula por el “dulce angelito” que tenía ganas de besar y morder donde fuera que hubiera piel. Kamo tembló ansioso cuando sintió los dedos húmedos de Kain haciéndose de su entrada, seguía sin acostumbrarse a la intromisión a pesar de lo cuidadoso que era el pelirrojo pero parecía que en su cuerpo se había desatado el mar de hormonas que siempre lo hacían decir y hacer cosas de las que no se creía capaz.

- Kain... - más que un llamado, era un intento de orden, el castaño se notaba tan dispuesto que a Kain le costaba mantenerse en calma - oh...

- Ya casi, amor... no quiero lastimarte - estaban frente a frente, las piernas de Kamo separadas para facilitar la labor del pelirrojo mientras lo distraía con profundos besos. Le gustaba hacérselo así, verlo avergonzado y besarlo para distraerlo, morder su cuello y lamerlo, su sabor y olor eran tan placenteros. Dejar marcas donde la ropa pudiera ocultarlas.


No podía dejar de verlo, tan tembloroso y apasionado, tierno y suave. Kain estaba quizás más ansioso de poseer a Kamo de lo que nunca había estado; había días en que amanecía pensando en él y noches en que se imaginaba a si mismo raptándolo de lo desesperado que se había sentido sin tenerlo. Veía lejano el día en que pudiera tomarlo de la mano en el parque, o dejar de ser conocido como el amigo de su hermano mayor... ansiaba saberse digno de él, quería dejar de sentir que lo que estaban haciendo era malo. Y aun así, en esos momentos de entrega, en esas caricias, en esos besos donde Kamo parecía dejar en él toda su alma, tan apasionado, tan sincero; todo eso le hacía pensar que sus preocupaciones y frustraciones eran poca cosa, que podía lidiar fácilmente con ellas porque entre sus brazos había un tesoro que merecía ser protegido y amado con completa convicción.

Lo amaba y no había como cambiar eso... no necesitaba ser cambiado

- Te amo - Kain le murmuró en la mejilla mientras jadeaba, introduciéndose. Gimió en pleno delirio por el calor que lo aprisionaba. Kamo sonrió con ligeras lagrimillas en los ojos, más un acto reflejo que producto del dolor. Se agarró a él, pero era difícil moverse así

- Te amo... mucho... mucho... - susurró en su oreja tanto como su errática respiración lo permitía. Kamo estaba pasándolo difícil para no terminar demasiado rápido, las palabras de Kain lo estremecían, el calor que se expandía por todo su cuerpo le robaba toda cordura y aliento. Se desmadejó en la cama, sosteniéndose de la sabana sobre su cabeza, jadeo al primer movimiento

- Estás hermoso... - susurró Kain con las pupilas dilatadas, siguiendo un suave vaivén. Sentía un placer indecible al ver al pequeño en una posición tan erótica, con la suave tela intentando cubrirlo. Su cuerpo lánguido y sensual, con las sombras de lo que la adolescencia dejaría en él; había apenas un par de músculos nuevos aquí y allá, pero el vello seguía siendo infantilmente delgado, casi imaginario.

- Ah... ah! Kaiin... - la sangre le hirvió al escucharse en una voz tan pornográfica

- Ah... cielos... - quería todo de él; sus suspiros, sus gritos, los gemidos, el aire que salía de sus pulmones y el calor que emanaba de su piel, el ritmo creció. Cómo demonios podría explicarle esa sensación que experimentaba, que lo carcomía en una fiera desesperación por más y más, por estar más dentro. Por poseerlo tanto como fuera posible, en todas sus formas, que no quedara nada para nadie más porque él lo quería completamente suyo

- Ah... - Kamo se agarró más fuerte de la sabana sobre su cabeza, el dolor que sentía por la intromisión se perdía por completo, en su mente solo había sexo y calor. Sentía los ojos de Kain abrasarlo, sus manos también quemaban allí de donde se sostenía para llegar más profundo en él. Estaba extasiado, se sentía como una presa, deseoso de ser engullido, se movía inquieto buscando más contacto - mmph... - mordió su labio pero era inútil, sus gemidos y jadeos, los suspiros de placer parecían provenir desde lo más profundo de su ser. Vibraba cautivo de esa conocida sensación, su propio miembro humedecía su vientre - tócame...

- ¿Eh? - Kain se detuvo, sólo quedó el jadeo de ambos y entonces Kamo notó que lo había dicho y no sólo pensado 

- ... - el pequeño se tapó la cara, más abochornado de lo que se había sentido en toda la noche

- Encantado... - Kain por un segundo creyó haberlo imaginado pero al verlo no puedo evitar aprovecharse, se agachó y le murmuró con voz ronca - te has vuelto tan travieso...

- Oh... mmph... - el castaño sintió a Kain retomar el movimiento pero ahora era más suave, cadencioso. Tomó su miembro llevando el ritmo lo mejor que podía, no fueron siquiera minutos para que ambos empezaran a convencerse de que aquello no duraría más - ah... ah...

- Te... oh... ¿te gusta así? - siseó el pelirrojo, hipnotizado por el cuerpo de Kamo meciéndose sobre la cama, era todo lujuria y sensualidad. El sonido de su mano resbalando por la delicada piel, el color rojo que abarcaba su pecho y los balbuceos incoherentes del castaño a punto de explotar le hicieron incrementar la velocidad. El sonido de sus cuerpos chocando era tan obsceno como los jadeos de Kamo. Lo beso con fuerza, succionando sus labios, lamiéndolos y mordiendolos como si pudiera robar todo de él de esa manera ¿Cómo su angelito podía convertirse así en la encarnación del pecado?

- ahh... sí... - se retorcía presa de espasmos, sentía que era asaltado por descargas en todo el cuerpo, en toda su mente. Esa fuerte sensación seguía maravillándolo, la oleada de placer arrastrándolo, olvidando hasta como respirar. Kamo recibió el orgasmo con un último grito ahogado y la espalda arqueada hasta donde daba su columna.

Descomunal e inesperado fue también el de Kain que llegó un par de estocadas después. El pelirrojo jadeo cansado y se dejó caer sobre el castaño, que respiraba con dificultad, sonriendo satisfecho y muy feliz. Siguieron abrazados, con un par de caricias melosas y unos cuantos besos adormilados. Minutos después, Kain arropó a ambos y una pregunta que rondaba la mente del joven castaño escapó de sus labios

- Quería preguntarte porque de repente decidiste ir a la universidad, Kain - Kamo preguntó sin abrir sus ojos, estaba a unos segundos de quedarse dormido, acostado en el brazo del mayor, con los labios inusualmente rojos a causa de los besos

- Si, yo también extraño el sexo más seguido - susurró un Kain muy perdido en su cansancio

- ¿Eh?

- Nada... - Kain razono a tiempo y eso lo despertó un poco - Bueno, en realidad es vergonzoso

- ¿Quieres mantenerlo en secreto? - preguntó Kamo con un dejo de desilusión. No era tan arrogante como para exigirle completa confianza y sinceridad, menos en algo que a su imaginación, quizás no le concernía

- No es tanto así... pero... quisiera tener algo que ofrecerle a mi novio... - Kamo abrió los ojos ante la confesión - y para ofrecerle algo digno de él no sería suficiente un trabajo a medio tiempo o algo así, creí que... debía esforzarme más... - aclaró el pelirrojo mientras se acomodaba sobre la almohada. Kamo se giró a mirarlo, estaba sorprendido. El jamás había barajado una respuesta tan elaborada, quizás no conocía lo suficiente a su novio

- ... - la mirada de Kamo ponía nervioso al pelirrojo

-Pues... - hacía meses que se había dado cuenta de que, antes de ser aceptado por Kamo, él no tenía ningún gran plan en su vida. Inclusive se había dicho a si mismo que podía vagar de trabajo parcial a alguno de oportunidad y vivir el día a día pero ahora, la idea de ser el soporte de alguien empezaba a ilusionarle - Sí, me refiero a que si vas a ser fotógrafo profesional y decides dejar la compañía de tus padres en manos del inútil de Sanku, quiero poder darte esa estabilidad económica - Kain se sonrojó mucho cuando notó una mirada emocionada de parte de Kamo

- ... - Kamo se abrazó con más fuerza, escondiendo un poco su rostro - me emociona saber que me imaginas en tu futuro - Kain le besó la frente y le acarició las mejillas

- No dejaré que te me escapes... - Kain mencionó a modo de advertencia y pensó para si “Si supieras que tú fuiste el primero en mi futuro” pero le dio tanta vergüenza decírselo que lo dejó para otro San Valentin

Esperaba que el próximo año cierto hermano volviera a serles de ayuda.

Unos segundos después ladeó la cabeza como cambiando de opinión “Pensándolo bien... debería ser el próximo mes...”










- Achuu... - Sanku salió del ballet con Aremi en brazos. A pesar de sus enormes esfuerzos la pequeña no había logrado terminar de verlo y se había dormido casi a la mitad

- Creo que gané la apuesta - Dwen sonrió mientras abría la puerta para que el rubio pudiera acostar en el asiento trasero a su hermanita. Dwen no sólo le había servido de chofer en su día libre, era quien le había hecho el favor de conseguir los boletos - así te libraras de los posibles golpes de parte de tu cuñado...

- Muy gracioso... - respondió ácido el chico de cabello corto

- Hablo en serio, a veces te los mereces...

- Pues gracias...creo... - Sanku frunció el ceño y en su mano algo se balanceó. Dwen se fijó en aquello y Sanku se explicó como si fuera una escusa - es el video del ballet, lo vendían y creí que ella querría ver el final en casa

- Parece que el niño mimado se esta convirtiendo en todo un hermano mayor - el mayor de ellos comentó con ligereza a un Sanku que desviaba la mirada con las mejillas inusualmente rojas

- ¿Quién dice que soy un niño mimado? - Sanku reprochó mientras abría la puerta del lado del copiloto, pero no se sentó de inmediato. Dwen por el contrario entró tranquilo como era su costumbre. Pero en su cara bailoteaba una sonrisa, como si su mayor travesura hubiera salido a la perfección

- Feliz San Valentin, niño mimado - murmuró Dwen mientras Sanku tomaba despacio un gran ramo de rosas rojas de su asiento. Fingía no haberse sorprendido por aquello a pesar de sentir su corazón tan acelerado que creía que podía ser escuchado a varias cuadras. Sin embargo su cara y sus orejas rojas eran imposibles de ocultar. Nunca a nadie se le habría ocurrido regalarle algo así de cursi y hermoso.

- Feliz San Valentin, violador empedernido - Sanku sacó de su bolsillo un aromatizante para auto con forma de pino y lo colgó en el retrovisor - allí esta tu obsequio

- Se nota que te esmeraste... - Dwen alzó la ceja divertido y arrancó.















Días después...



Aremi jugaba con Sanku en el patio, corrían tras una pelota color amarillo aprovechando un repentino y extraño día soleado. Dwen también aprovechó para estacionar fuera de la casa y limpiar y aspirar el interior del auto en que llevaba y traía a los miembros de esa familia tan peculiar. Miraba de reojo al joven rubio, le gustaba más cuando sonreía feliz que cuando se quería hacer el listo fanfarroneando con sus amigos igual de tontos que él

- Ese bobo mimado... - Dwen decidió quitar el aromatizante porque en realidad nunca había olido a nada. Estaba a punto de tirarlo cuando lo observó con atención

Asombrado, se encontró con que, pegado en el reverso del pequeño pino, con un poco de cinta adhesiva, había un anillo de oro blanco que era justo de su medida. Hacía años que el no usaba ninguna clase de joyería, ni siquiera un reloj decente. Así que al ponerse al anillo y sentirlo cómodo no pudo evitar sonreír y mirarlo embelesado. El niño mimado era bastante romántico cuando se lo proponía


- Saaankuuuu... - Aremi tarareó el nombre como si estuviera cantando en voz baja

- ¿Quée paasa? - Sanku la imitó para seguirle la corriente

- Te está miraaando - ella rió divertida ante la cara atónita de Sanku

- No me impooorta... - Sanku le hizo cara de advertencia pero eso sólo hizo reír más a la pequeña. Sabía perfectamente a quien se refería

- Dwen te mira como Kain ve a Kamo - susurró más cerca de él y ahora si, Sanku no pudo evitar voltearse y encontrarse con la mirada indiscreta del otro rubio - son novios... son novios...

Sanku se sonrojó abochornado y Dwen se rió de él e incluso sintió el rubor acudiendo a sus propias mejillas. Dwen lo saludo y siguió en su labor intentando quitar la sonrisa tonta de su rostro y fallando casi tanto como Sanku al intentar golpear la pelota. Aremi nunca le había ganado tantas veces en un día





En otra parte de la casa Kain ayudaba a Kamo a guardar la ropa limpia


- Y... cómo se te ocurrió ponerte esto - Kain encontró el rincón del cajón donde Kamo tenía la batita amarilla que tanto éxito había tenido

- ¿Eh? Tú me lo regalaste... - Kain ladeó la cabeza como si intentara recordar, Kamo se incorporó muy rojo - junto con el perfume...

- ¿Oh? ¿Así que allí venía?

- Ah, creí que había sido idea tuya... y por eso me... lo... puse... - Kamo fue subiendo gradualmente de color hasta asemejar a un tomate.

- Yo creí que había sido idea tuya... - Kain sonrió travieso y se acercó al oído de Kamo - ¿Y si compro otro... también te lo pondrás? - pero por respuesta recibió un “fuerte” almohadazo en la cara - ¿y eso?

- ¡¡Eso es por ser irresponsable al regalar cosas!! - Kamo salió de la habitación indignado

- Kamo... - Kain lo siguió por el pasillo - angelito... - lloriqueó a modo de disculpa

- ... - Kamo se detuvo y decidió escucharlo pero sólo consiguió ser acorralado contra la pared y recibir un sonoro beso en la boca - Oh... ¡Hey! Se supone que... - recibió otro beso y sonrió ruborizado - se supone que estoy enojado...

- Perdón - Kain jugueteó con las mejillas rojas del castaño e insistió - pero no me has respondido, angelito... ¿Lo usarías?

- ... - Kamo parecía que echaría humo de la vergüenza, así que asintió con timidez - quizás...



Seguro que no podrían esperar al próximo San Valentín




Fin del especial

Notas finales:

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Zore: Celat no quiere dar la cara, está completamente exhausta por haber ideado un lemon después de tantísimo tiempo sin escribir algo de ese corte

Koji: Porque quiere, si fuera por mí me la pasaría haciendo cosas con Kuro

Zore: ¿Eh?

Koji (con cara perversa): Humm... si... muchas cosas...

Zore: Antes de que Koji siga fantaseando queremos agradecerles a aquellos que nos han brindado su tiempo y cariño con los hermosos comentarios, sabemos que es tedioso pero nuestro intento de escritora la pasa muy duro alejada de las letras y acercada a las matemáticas y le suben mucho la moral regañándola por no actualizar todo lo que les debe

Koji: Además sólo así sabemos que opinan de nosotros y de las cosas que hacemos jujuju

Zore: ¡Sí! Por los comentarios se que soy muy querido, que soy el más divertido y guapo, el más carismatico...


Celat: Ya dejen de echarse flores, niños modestos... Antes de que estos dos escriban su propio especial: ¡GRACIAS! A quienes me leen, comentan y/o me tienen agregada en sus favoritos. Todo, la historia principal y los especiales están hechos con todo mi amor y espero sinceramente que los disfruten tanto como yo imaginándolos. Recuerden que las críticas y opiniones son bien recibidas, también ideas para otros especiales e incluso para dibujos (voy mejorando, algún día tenía que pasar jajaja si no fuera tan torpe y desobligada intentaría hacer un webcomic jujuju pero creo que estoy alucinando)

Regresando a esto, como pronto será Navidad espero poder terminar algunos capítulos de mis otras historias que están medio/mucho abandonadas. Pero de todos modos deseo que tengan una temporada Navideña muy bonita, con muchos momentos valiosos y en compañía...

Zore: ¿De quienes los quieren aunque les guste el yaoi?

Celat: Noo... bueno, yo iba a decir que de sus seres queridos pero es parecido. Sean perseverantes y crean en ustedes para alcanzar sus metas. Los quiere mucho Celat Black

Chaus


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