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Estío por SeptimaKolera

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Notas del fanfic:

Esta versión está seccionada para facilitar su lektura :)

ESTE FIK ESTÁ ESKRITO EN SU TOTALIDAD POR ASTORIA!!!!

http://www.facebook.com/astoria.thalassa

Notas del capitulo:

ESTE FIK ESTÁ ESKRITO 100 % POR LA MAGNÍFIKA ASTORIA!! (arrodíllense ante ella!!!!!)

:)

http://www.facebook.com/astoria.thalassa

Estío 

Primera parte:


Shikamaru, sentado en el alféizar de la ventana abierta con una pierna flexionada y la otra arrodillada por fuera del edificio de apartamentos, mirando el cielo con una mueca de hastío completamente natural en él, contemplaba todo lo que había pasado en su vida hasta ahora, las decisiones que lo habían llevado a este punto. El cielo estaba despejado, con un azul cerúleo precioso que se desteñía al llegar al horizonte. Las calles estaban desiertas, vacías de bullicio como si estuviesen en duelo, con hojas de colores arremolinándose en el viento de aquella tarde de estío.

ShikaNaruShikaNaruShika

Naruto suspiraba en su despacho, sentado en la silla dura y estricta que tanto había anhelado, trazando con el índice el contorno de la cara joven de Sakura en su foto del equipo siete. Ahora era un hombre hecho y derecho, de quijada fuerte y cara redonda, bastante atractivo si se le preguntaba a cualquiera de las muchachas quienes suspiraban por el Rokudaime.

Estaba nervioso pues ya dentro de un par de horas tenía que ir a la fiesta de Ino («no es opcional», ¡y encima le amenazó!), que siempre decía que últimamente se hallaba demasiado absorto con el trabajo y había descuidado a sus amistades. Él, muy cumplido y siempre dispuesto a complacer a sus amigos, había aceptado sin pensárselo dos veces. «Debí pensarlo mejor», reflexionó abatido, poniendo la foto del equipo siete en la esquina de su escritorio mientras colocaba la mano del ínice debajo de su barbilla y mirando el techo. «Sakura-chan…». Al ir a la fiesta de Ino se encontraria con ella, lo cual no sería muy agradable para ninguno de los dos.

Una mirada melancólica de soslayo a la foto y prosiguió a hacer su trabajo (Naruto no entendía por qué los Hokage anteriores se quejaban tanto del papeleo; él siempre terminaba la mayoría de los asuntos pendientes sin necesidad de réplicas al morir la jornada). Sakura y sus grandes ojos verdes ya no se llevaban como antes. Ahora había una distancia entre los dos, como un acantilado que, mientras salvable, resultaba desalentador. Sakura todavía le tenía mucho cariño pero se ponía antipática cada vez que se cruzaban desde que tuvo que matar a Sasuke pues ella todavía le amaba. Ella estaba mejor ahora pero su relación no había mejorado, con miras de no hacerlo jamás. O por lo menos daba esa impresión.

Una sonrisa que no llegaba a sus ojos surcó su rostro. Él todavía la amaba. Quizá los primeros amores eran muy malos de olvidar. Observó el reloj, por culpa de sus divagaciones ya casi era hora de irse y él todavía tenía una pequeña montaña de papeles los cuales leer y firmar. Se acumularía y su trabajo bien hecho sufriría… Le dio un escalofrío al recordar lo que le había costado adaptarse a las montañas de papeles.

—¿¡Pero qué demonios hago!? ¡Voy a al fiesta de Ino, no puedo dejar que mi malhumor le agríe la fiesta a alguien! —ya revitalizado, con una gran sonrisa de oreja a oreja cerró la puerta del despacho en contra de las protestas de Shizune y Matsuri, a quienes ignoró, y salió corriendo por los techos a su apartamento.

Cambiado y duchado, al cabo de un rato se encontró frente a la puerta de la casa de Ino (y Tenten y Sakura) con unas flores. Aún tenía un lío con eso de las situaciones sociales pero Ero-sennin siempre decía que lo educado al ser invitado a la casa de una mujer era llevar flores, eso las ponía contentas siempre y hacía que hiciesen cosas por uno; aunque nunca entendió porque se ponía con su típica mirada pervertida al decir "cosas".

—¡Hokage-sama! ¡Pase, pase! —le saludó una muy entusiasta Ino al instante de tocar el timbre con una sonrisa socarrona.

—¡Qué ya te dije que no me llames así-dattebayo! —puchero y brazos cruzados.

—Ah, pero para mí usted siempre será Ho-ka-ge-sama —Ino casi se da la vuelta para ir al bullicio de la fiesta al ver satisfecha como Naruto le sacaba la lengua.

—Eh, Ino, espera; para ti.

—Naruto… —murmuró Ino mirando de soslayo al Naruto sonrojado quien se rascaba una mejilla y de mirada de lado que tenía enfrente, poco a poco horrorizándose con las conclusiones que sacó—. ¡Naruto! —«¿y ahora qué hice?», se preguntó al escuchar el grito—. ¡Ni que fuese una invitación sólo para ti! ¡También están Tenten y Shikamaru y Sakura y…!

—Ino…

—… ¡Otra gente en la casa! ¿¡Acaso intentas usarme?! ¿Eh? ¿¡Eh!? —la mano del ramo se posó en la cintura, en una pose de presunción—. Digo, ya sé que soy muy bella y hermosa ¡pero eso significa que tengo cierto nivel…!

—Ino…

—… Además, en mi humilde opinión, en vez de intentar darle vueltas al asunto, enredo ése que llamas tu "vida amorosa" —Naruto sentía que una jaqueca se le venía—, aunque sea con la más bella y despampanante de la Aldea…

—Ino… —«¡Señor! Nunca más sigo los consejos de Ero-sennin, sólo traen problemas!».

—… ¡Deberías ser un hombre y to…! —«eso es bajo, y ¡se acaba ya!».

—¡INO! —Ino se detuvo sorprendida y le miró con los ojos grandes—. Mira, ¡sólo acepta las benditas flores-dattebayo! ¡No volverá a pasar! ¿¡Bien!?

—Eh…

—Bien. ¡Me alegro que nos entendamos!

—…

—¡Anda, Ino-chan! ¿Qué esperas? ¡Es hora de hacer de parranda! —gran salto— . ¡Ay! ¡Mi cabeza!

—Ay, Naruto… —suspiró—. Es que te digo que no has cambiado nada. ¡Eso te pasa por boboleto!

Con todo, Ino se apartó del marco para dejarlo pasar a la casa y casi se le alen los ojo de las órbitas cuando sale Tenten de la cocina con unas garrafas de lo más gandes de sake y otros licores al hombro. Tenten captó su mirada atónita y una sonrisa muy… preocupante se formó en su rostro mientras subía y bajaba las cejas. Ino abrió la boca para decirle algo pero el timbre impidió hablar por lo que Naruto se dispuso a ir a (lo que el presumía era) la dirección de la cocina para ver en qué podía ayudar mientras admiraba la casa.

Por su enemistad (momentánea, como se decía a sí mismo) con Sakura jamás había estado dentro del nuevo hogar de esas tres kunoichi con exacerbado instinto asesino así que se maravilló de lo diferente que era la casa de una mujer con respecto a la de un hombre. Estaba pintada de colores pasteles, cremas y naranjas claros, con adornos en las paredes y anaqueles llenos de recuerdos (o trofeos) que compraron u obtuvieron durante las misiones. Los sillones ahítos en cojines con forros de diseño complementaban a los muebles y espejos en lugar de parecer la primera cosa utilitaria sacada de la tienda de muebles. El único otro con una casa tan bonita era Sai y él era un artista. Seguramente Ino y Sakura eligieron la decoración.

(Contrario a la opinión popular, a pesar de que amaba el naranja, él nunca pintó los muros de su casa de ese color. Desde chico siempre había tenido paredes blancas como lienzos, que guardaban sus recuerdos solitarios. Nunca lo admitiría mas fue un alivio cuando su salario le permitió mudarse a uno más espacioso de lienzos en blanco, sin escenas de recuerdos de soledad y sangre guardadas entre pintura descascarillada).

Tenten se fue por delante a hablar con Kiba y Hinata, los recién llegados, después de saludarle. Se asomó a la puerta de la cocina y se apresuró a irse cuando una voz lo detuvo.

—Naruto.

—¡Ho… hola Sakura-chan! —respondió nervioso, la boca fruncida de Sakura hablaba por sí misma.

—Hola, lleva esto —le señaló con las manos uno de los tazones dónde ponía las burundangas que se consumirían en la fiesta.

—Claro…

Los tomó de inmediato y evitó esa mirada de jade, una piedra lisa que guardaba el frío. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Sakura era un invierno ahora mismo. No podía esperar a ver la primavera.

Era extraño ver a Naruto tan sumiso. Muchos se lo recriminaban pero lo que no sabían es que él sí había intentado arreglar las cosas con Sakura con su determinación típica mas los resultados fueron… menos que satisfactorios. Y quizá habían ameritado algunas visitas al hospital y un gran regaño de Tsunade cuando volvió a regañadientes con la quijada rota por la enésima vez de que no volviese a hacer lo que sea que estuviese haciendo. Lo mejor de momento era esperar a que se le pasase. Sakura-chan tenía un corazón muy bueno pero tal vez era más brava de lo que debería ser un doctor; toda digna de ser la sucesora de la nieta del Shodaime.

Cargando todos los tazones rellenos de dulces, palomitas de maíz y otras cosas, se fue corriendo a la mesa plegable con mantel plástico blanco que recién Ino había puesto pegada a una de las paredes de la sala y al lado de la cual estaban las garrafas de bebias alcohólicas de Tenten. Leyó uno de los nombres bastante interesado. La Senju se moriría de la envidia si supiese que tenían awamori*, una bebida algo difícil de conseguir al sur del País del Oso. A su lado Ino mezclaba un buen ponche a partir de shôchû* ayudada de Tenten. Puso las cosas en la mesa, dispuesto a regresar a la cocina, cuando de pronto casi salta de un susto al sentir un brazo alrededor de su cuello.

—¡Naruto! —exclamó Kiba, balanceando una bandeja plástica de color azul chillón llena de emparedados y con una gran sonrisa de felicidad—. ¡Hace rato que no te veo fuera de ese endemoniado despacho!

—¡Kiba! ¿Cómo has estado? ¿Y cómo le va a tus genin?

—Bah, bien y progresando, ya sabes. A diferencia de nosotros no creo que estén listos tan pronto para su primer examen Chûnin.

—¿¡Eh!? ¿En serio? ¡Pero si ellos eran muy buenos candidatos a ser los equipos novatos! Hace rato que no mandamos uno a los exámenes… Hubiese sido tan genial, además, ¡así le mostraría a Gaara quién manda! —con el puño en el aire proclamó lo anterior Naruto. Kiba puso la bandeja en la mesa—. Y yo que estaba tan emocionado-dattebayo —giró sobre sus talones a encarar a Kiba con un dedo—. ¡Me has decepcionado, Kiba!

—Ay, qué delicado, Naruto-sama —Kiba sonrió con autosuficiencia al ver cómo se le subían las colores a Naruto.

—Kiba… —le amenazó traqueándose los nudillos.

—Ya, ya; que haya paz —se entremetió Tenten entre los dos—. Kiba-kun —le encaró Tenten después de mirarlo arriba abajo—, ¿se puede saber por qué todavía tienes tus armas aquí?

—No me había fijado-dattebayo —comentó mientras veía como Kiba se ponía pálido.

—Anda, Tenten-chan, no le vas a quitar a un shinobi su único consuelo…

—Eso es porque eres tan bueno que apestas en los tres vicios shinobi, apostar, sexo y alcohol. Eres como un Naruto que huele a perro mojado.

—¡Ey…! No insultes a Akamaru.

—Tienes razón-dattebayo, porque de lo último que escuché de Hana-chan, Akamaru ya tenía una novia; una perra muy morena con cola esponjosita.

—No sabía eso.

—Sí, sí; para que te enteres, Tenten-chan, que Akamaru ¡es mejor que Kiba consiguiendo pareja!

—¡Tú no hables, Naruto! —le recriminó Kiba.

—Sí, sí; pero lo mío es falta de tiempo porque ando en otras cosas… en cambio tú, tú no tienes excusa, querido amigo, je, je; fíjate que te he dado el equivalente de vacaciones a largo plazo… Por lo menos hasta que se vuelvan chûnin.

—¿Qué hay de Tenten? ¿¡Ah!? Ella tampoco.

—Claro, pero yo estoy ocupada en cosas útiles para Hokage-sama. Ahora, dame tu funda.

—¡No quiero! —se cruzó de brazos.

—No seas infantil, dámela.

—¡No!

—Kiba —sacó una kusarigama** de la nada con una nube de humo—, dámela.

—¡Mira, Naruto, ella sí puede tener armas!

—Yo me lavo las manos de esto-dattebayo. Además, ¿sabes lo díficil que es desarmar a Tenten? Ni siquiera Shintoku-san*** le puede sonsacar todas las armas.

—¡Eso es porque nunca me acuerdo donde están todos los sellos! Además, a Ino no le hará gracia que le llames a su padre "lee-mentes"-san.

—A Inoichi le gusta, dice que le hace gracia.

—Lo que a Inoichi le hace gracia y a Ino le hace gracia son dos cosas muy diferentes y lo sabes. Y tú —agarrando a Kiba del cuello de la camisa que ya se iba de puntillas— no creas que me he olvidado de ti.

Le puso la hoz contra el cuello con cara de pocos amigos y con un kunai de su funda le cortó la tira que ataba la funda al muslo y la agarró. Tenten era muy habilidosa con sus manos. Dejó la kusarigama en la mesa al lado de la bandeja con emparedaditos y se puso a ojear.

—¿Desde cuando usas senbon, Kiba-kun?

—Hace rato, Tenten-chan; Genma-san me enseñó a petición de Kurena-sensei. A Hinata también, como tendemos más al rastreo dijo que necesitábamos un arma que no se notase mucho.

—¿Y por qué soy la última en enterarse de estas cosas? ¡No es justo!

—Ah, pues, no sé. ¡Pensé que Hinata te habría dicho! ¿No son ustedes todas compinches?

—A mí me gustaría aprender, ¡se ven geniales!

—Tu puntería no es exactamente la mejor del mundo, Naruto-kun, ja, ja, ja.

Naruto hizo su típica mueca, sacando el labio.

—Anda, no seas así, que bien que sabes que es cierto.

—¡No hay respeto en este mundo!

—Claro que no, sino no habrían chistes, querido. Oh, por cierto, Kiba, ¿Hinata trajo los jugos y sodas?

—No tengo ni idea, mira tú —Tenten palideció, y empezó a temblar; lívida, mascullando frases inconexas como loca.

—Lee-kun no va a tener jugo… y ahora le va a dar… habrán daños… me van a matar… ¡Sa… SAKURA…! —Sakura se asomó por la puerta de la cocina y la armadora se abalanzó en sus brazos llorando.

—Tenten-chan… —empezó, sin saber muy bien qué hacer, sobándole la cabeza —. ¿Se puede saber qué pasa?

—No hay jugo, Sakura-chan, ¡no hay jugo!

—Bueno, hay en el ponche; no veo el problema —Sakura miró a Kiba.

—¡LEE! ¡Lee…!

—Oh —palideciendo.

—… ¡Es el problema! Sí, «oh», ¡exacto!

—Bueno, supongo que… —la verdad Sakura no quería que Lee viniese por lo de su Suiken mas ella no pudo rehusarle una invitación porque le parecía una gran persona, con todo y su mal hábito de pedirle citas—. Supongo que… supongo que siempre le podemos pedir a alguien que lo vigile.

—¿No sería mejor pregúntarle a Hinata? —inquirió Naruto—.

—¡Es verdad! ¿¡Sabías que te amo!? —exultó Tenten, corriendo de los brazos de Sakura a los hombros de Naruto y besándole en las mejillas rojas como la grana con cada palabra—. ¡Gracias, gracias, gracias, gracias!

—Esto… ¿de nada?

—¡Gracias! —un último beso en la nariz y se fue donde Hinata más rápido que ligero.

—¿Y a ella que le pasó? —se preguntó Kiba en voz alta; Sakura suspiró y se dirigió a la mesita con con más tazones en las manos (Chôji comía bastante y había que asegurarse que hubiese suficiente comida para todo el mundo).

—Tú no sabes, Kiba-kun, pero al parecer Lee es un maestro del estilo del puño borracho, ¡y se le es natural!, así que con que tome una gota de sake causa una devastación enorme… La primera y última vez que tomó sake —miró de reojo a Naruto, que ahora se tocaba la mejilla con una sonrisa boba— me contó Tenten que fue tan mala, tan mala, que resolvieron nunca más pasarle guaro en esta vida. Creo que traumatizó de por vida al equipo Gai, ¡ni Gai se atreve!

—Eso es… guau…

—Exacto —dejó a Kiba sorprendido. mientras Naruto siguió a Sakura por más cosas. Al volver, Kiba le habló.

—¿Escuchaste eso?

—¿Escuchar qué?

—No tienes remedio, cualquier chica se te abalanza encima y ya quedas vuelto un mogo. Ese poco de maestros que has tenido no te han servido, ¡oh, gran Hokage pervertido!

—¡No me llames así-dattebayo! Además, ya desearías que una chica tan bonita como Tenten se te abalance encima.

—No es mi tipo, me gustan con más —se puso las manos por delante, mirándole con sonrisa presuntuosa— pechonalidad.

—¿Y ahora quién es el perve?

—¡Ja! Lo dice la persona que inventó un jutsu sobre una chica desnuda.

—Sí, el jutsu con que derroté al Tercero —se jactó Naruto—. ¡Lo que pasa es que no puedes comprender mi genialidad-dattebayo!

—Sí, claro. Lo que sea, sólo no le pases tragos a Lee.

—¿Por qué?

—¿Por qué? Porque de lo contrario Sakura te castra, ¡caray! —un calosfrío les recorrío a ambos el cuerpo entero. Que Sakura fuese doctora era una de las cosas más espeluznantes que habían.

—Bueno, lo que es yo, yo me voy a saludar a Hinata.

—Sí, dale; a la cocina por mi lado. Por cierto, ¿has visto a Shikamaru? Ino me dijo que está aquí.

—¿Shikamaru está? No me había enterado. En todo caso, ¡encuéntralo tú, que para algo tienes nariz!

—Sí, pero me tendrá que concentrar y pensar me da una lata tremenda ahora mismo.

—Eso te pasa por bruto-dattebayo.

—¡Oye! —le intentó recriminar Kiba echando pestes en silencio. Naruto sólo soltó una carcajada, encaminándose a la sala.

Tenten pasó de largo ya más tranquila, con varias bolsas plásticas llenas de gaseosas, vasos de poliestireno y plásticos de colores y jugos. Tanto desbordabánsele los brazos que tuvo que llevar varias bolsas ensartadas entre los brazos. Qué suerte que era una shinobi, de lo contrario todas esas bolsas le pesarían de la manera más horrible y le darían calambres en sus pobres extremidades. «Creo que Hinata exageró». Regresando de la cocina, Kiba le hizo la observación a Tenten que él pensaba que sólo Sakura, Ino y ella eran las que ponían la fiesta mas la castaña despejó la duda rápido al explayarse explicando que era un regalo de las chicas a los chicos.

Ino y Hinata platicaban animadamente sobre alguna misión a la que las enviaron juntas. Naruto no se había fijado a la entrada, tratando de aplacar a la furiosa de Ino, pero Ino tenía una camiseta pegada blanca de una tela brillante, con un diseño de flores por todo lo largo y ancho de la espalda, unos aros gruesos de plata que se perdían entre su cascada de rubio platino, zapatos plateados como las pulseritas de su izquierda y una falda a medio muslo con una cadenita cromada a modo de correa. Se había hecho una trenza con su larga cabellera que caía sobre su hombro derecho y estaba parada con una mano en la cintura y en la otra tenía una bebida.

Hinata no podía estar más diferente a como normalmente estaba: llevaba un vestido verde pálido hatsa las rodillas ceñido, de falda volada, con unos diseños de gotas extrañas parecido a las mitades del taikyoku-zu**** nadando como peces de bordes amarillentos de hilo en el vestido y como único adorno, una gargantilla con una piedra del mismo color que los ojos de Sakura. Naruto se adelantó a interrumpir la conversación, y al verle acercarse Hinata no pudo evitar ruborizarse de manera encantadora, sintiendo cómo se coloraba cada vez más se acercaba Naruto. Naruto estaba vestido con una chaqueta azul oscuro y una camisa blanca con los tres primeros botones desabrochados así que se veía la réplica del collar del primero y unos pantalones algo ceñidos azul claro; conjunto que en su totalidad hacía saltar a la vista sus ojos cerúleo de reflejos turquesa (Naruto tenía todo un guardarropa nuevo cortesía de, sorprendentemente, Chôji. Chôji siempre alegaba —con poco éxito— que de estar en un equipo con Ino se aprenden una o dos cosas acerca de la moda).

—¡Hinata-chan! —abrazo de oso—. Hace rato que no te veo, espero que te vaya excelente-dattebayo.

—Na… Naruto-san —a pesar de que, cuando lo pidió, ella fue la primera persona en dejarle de llamar «Hokage-sama» de entre sus amigo, todavía no había conseguido que regresase al "-kun" típico de ella—. Sí, me va bi…

—¡Naruto! —cascote—. ¡No interrumpas conversaciones ajenas!

—¡Ay, Ino-chan! No seas tan gruñona. Además que me parece que han pasado años y años sin verle la cara a Hinata.

—En verdad sólo han sido unos cuantos meses… —jugó con sus deditos, Naruto se acercó a Hinata hasta que sus narices casi se tocaban achinando los ojos.

—¿Estás segura de que estás bien? Te ves toda roja —colocó la mano en la frente—. ¿Tienes fiebre? —Hinata se volvió más roja aún.

—S… sí —Ino miraba todo con expresión divertida.

—¡Pero siempre me dices eso! Eso que tienes no es natural, ¡deberías hablar con la vieja o con Sakura-chan! Podría ser una de esas cosas crónicas que le dan a la gente.

—No… no te preocupes, Naruto-san.

—¡Jum! —Naruto la examinó otra vez, no muy convencido—. Bueno, por lo menos ya no te andas desmayando por ahí. ¡Cielos! Eso ocurría casi todo el tiempo.

—Na… Naruto-san…

—Dime.

—Yo… yo en verdad quería saber… por qué no obtuve un… equipo este año.

—¡Es verdad! ¡Yo también quiero saber eso!

—Son secretos de Hokage-dattebayo —les guiñó el ojo a las dos.

—¡No digas eso! ¡Quiero saber para mejorar! —la rubia se cruzó de brazos—. ¡Porfa, por fa por fa, por fa, por fa, por fa…! —ad infinitum—.

—¡Basta-dattebayo! Dale, les cuento: no están listas —Hinata se encogió mientras la cara de Ino se tornó en una mueca de furia.

—¡Pero Kiba tiene uno! ¡No es justo! ¿Es porque somos mujeres?

—Kiba está acostumbrado a pensar en equipo-dattebayo, en cambio todos nosotros (sí, me incluyo también), desde que nos volvimos jônin o más alto ya no estamos acostumbrados al trabajo en equipo.

—¡Kiba también! Él era uno de lo que más misiones tomaban.

—Cierto-dattebayo, pero Kiba depende del trabajo en equipo todo el tiempo; recuerda que todos sus jutsus son con Akamaru-'ttebayo. Ustedes no están listas. Aunque ahora que lo pienso, es una lástima que Shino, Chôji y Tenten no solicitaron genin, hubiesen sido magníficos sensei —una mano rascaba la barbilla, pensativo.

—¡No es justo! ¡Yo quiero un pequeño equipo de secuaces!

—Pe… pero… ¿por qué no me consideras lista? —Naruto suspiró.

—Porque eres demasiado tímida-dattebayo. Un sensei debe ser capaz de intimidar a sus alumnos —paró una mano para que Ino mantuviese la boca cerrada— y, sí-dattebayo, sé que eres perfectamente capaz de intimidar a la gente, ¡pero eres demasiado! ¡No quiero traumatizar al futuro de la Aldea-dattebayo! ¿Tienes idea del miedo que eres capaz de meterme a mí, Ino-chan? ¡A mí, el gran Uzumaki Naruto! No, no, no-dattebayo. ¡Eres como la Anko de nuestra generación…!

—¿¡Qué…!? ¡Cómo te atre…!

—… Y si sigues así —la encaró con el índice— nunca te daré un equipo genin-dattebayo.

—¡Naruto…!

Hinata miró algo apenada cómo Ino perseguía a Naruto por toda la casa hasta que el rubio salió por la ventana e Ino le siguió por detrás. «Creo… que sé a lo que Naruto-kun se refiere con Ino». Suspiró. «Y yo que quería hablar con Naruto-kun… Harán tres meses y cinco días que no le veo».

Pasado un rato, ya todo el mundo había llegado. Encontraron a Shikamaru en la lavandería mirando el cielo oscuro y lo arrastraron a la fiesta sin mayor reparo (cortesía de Ino). Hablaron, jactarónse, bebieron, comieron (Shikamaru estaba sorprendido de que hubiesen conseguido la comida suficiente para que Chôji no se la acabase toda mientras se la pasaba pegado a la mesita zampándose todo lo habido y por haber por lo que supuso que las chicas debían llevar un buen rato planeando eso), jugaron a "Misiones" (versión ninja de verdad o reto), póker, dardos (no una buena idea con una Tenten sin sus cinco sentidos y muchos senbon sacados de quién-sabe-dónde) y lo más importante: se bajaron las considerables cantitades de alcohol que proporcionaron en la fiesta.

Ya moría el bullicio, con todo el mundo marchándose de uno en uno muy entrada la madrugada y el joven Hokage, tan bueno como siempre, se quedó atrás a ayudar un poco con la limpieza junto al Aburame y las dueñas de la casa. Todavía se encontraba relativamente sobrio (la Aldea pensaba que Naruto no podía emborracharse. Falso, simplemente se tardaba algunas veces más en ebriarse que una persona normal. Después de experimentar la primera resaca de su vida decidió que sería la primera y última vez que le pasaba eso y que no le veía el punto a ese vicio shinobi —en verdad no le veía el punto a ninguno; ni siquiera podía entender cómo la gente se endeudaba jugando a las cartas, ni el elemento de peligro pues él no hacía otra cosa que ganar y el sexo… Tal vez un pervertido sí, pero él no era la segunda venida de Jiraiya, gracias—).

—¿Dónde está Ino-chan…? —preguntó al no verla en la sala.

—Guacátela, siento que voy a vomitar —Sakura se dobló sobre sí misma.

—Ino-chan —bostezó— no pudo más con la migraña del sake y se fue a su cuarto. Dice que cualquier cosa que no terminemos ahorita ella lo limpia en la mañana.

—Ah, ya veo.

—Naruto, ¿podrías llevar a Shikamaru a su casa? Está ahí medio dormido en el sillón de allá.

—¡Claro, Sakura-chan! —exclamó con entusiasmo—.

—No tan alto… mi cabeza…

—Lo siento —comentó apenado en un susurro—. Ya va, ya va.

El mundo le daba vueltas. Un poco. Posiblemente. No estaba muy seguro. Por lo menos todavía poseía su sentido de equilibrio. Se echó Shikamaru al hombro, preguntándose por qué habría tomado tanto. Nadie que conocía había visto a un Nara borracho. Y así, con un peso muerto en el hombro que se removía como si se fuese a levantar de un momento a otro, se encaminó a uno de los tantos edificios dónde vivían shinobi en su mayoría.

ShikaNaruShikaNaruShika

Shikamaru y Temari tenían una relación interesante. Había una corriente que corría por debajo de todas y cada una de sus interacciones pero ninguno había hecho nada al respecto durante mucho tiempo gracias al «maldito machismo de Shikamaru» (Temari) y a que las cosas estaban muy bien como estaban y no había necesidad de complicarlas más (Shikamaru).

Con el tiempo, ese equilibrio cómodo comenzó a cambiar. Cuando Temari se volvió emisaria entre la Hoja y la Arena se empezaron a ver con más frecuencia y descubrieron que tenían algo en común: la desesperación ante la insistencia de la gente a complicarlo todo (claro que, según Shikamaru, Temari era igual a todo el resto del mundo en ese aspecto y que él lo sería de no ser tan perezoso). Cuando Temari le hizo saber a Shikamaru de su atracción, él enseguida le enteró que era recíproco y comenzaron una relación algo informal en todos los sentidos, que florecía entre las estadías de Temari en la Aldea, aunque habían siempre ciertos roces por pequeñeces. (Pero estaba bien así. Así funcionaban).

Cuando a Temari la llamaron de vuelta de forma semi-perenne a la Arena para ser una jônin las cosas se deterioraron. Rápido. Shikamaru, al ser una de las personas más importantes del escuadrón de Criptografía, no podía salir mucho de la Aldea debido al miedo perfectamente razonable de perder a una de las mentes más brillantes del lugar así que las visitas eran muchísimo más infrecuentes de parte de Shikamaru, lo que irritaba a Temari. La corriente que hacía que su relación fuese siempre cambiante se empezó a acumular (el pelinegro empezó a razonar que quizá su relación no estaba hecha para la larga distancia) y cada vez que se veían desembocaba el encuentro en una pelea. Las cosas se empeoraron cuando el joven Uzumaki fue nombrado Hokage por fin, puesto que Shikamaru era uno de sus más preciados amigos y consejeros así que era muy lógico que quisiese tenerlo cerca. Ellos peleaban por cualquier nadería y muchas veces al terminar la discusión, yéndose cada uno por su lado, se preguntaba por qué él, tan perezoso, se molestaría en reñir por algo tan insignificante como eso.

Naruto era un muy buen amigo, que se preocupaba mucho por todos. Cuando Shikamaru le rogó a Naruto que por favor le dejase ir a la Arena, Naruto entendió a qué venía el asunto e inmediatamente le envió con un equipo genin recién graduado en una misión de clase C a llevar un mensaje de "vital importancia" para el otro rubio. (Quizá de vital importancia para Naruto. Shikamaru no pudo evitar echar la cabeza hacia atrás y reírse al entrarle la curiosidad por la zorruna sonrisa de Naruto y abrir el mensaje en el despacho mismo, frente a Naruto: «Gaara: la última vez que te vi, hace ya un par de años, se me olvidó preguntarte y casi todas mis misiones allá me han dejado muy poco tiempo pero… ¿hay puestos de ramen en Sunagakure?»).

De buen humor a pesar de tener que ir por tres días por un desierto horrible, las cosas no se mantuvieron igual cuando llegaron a Suna. Su última pelea fue tan grande que el mismísimo Kazekage se vio obligado a entrometerse y a obligarles a pasar un tiempo a solas para que se tranquilizasen. El último día Shikamaru hizo de tripas corazón y fue a la puerta de Temari para disculparse y declarar sus sentimientos cuando Temari misma le informó que no debían continuar esa relación.

Shikamaru no presumía entender los misterios femeninos. Fue por eso que aceptó con ecuanimidad el dictamen de Temari a pesar de que ella misma le informó después de que el terminó su confesión de que su afecto era recíproco y fue por eso que salió con cara de piedra de la Aldea de la Arena acompañado de un muy entusiasta jônin y genin que acababan de conocer al Kazekage y estaban felices por ello. No se dio cuenta qué tanto le importó eso hasta que estuvo en su diminuto apartamento tirado y con lágrimas recorriéndole las mejillas sin saber cómo pararlas. Al comer lo mínimo necesario y tener muchísima menos energía de lo habitual despertó la preocupación de Chôji (tolerable) y la atención de Ino (sálvese quién pueda). Fue por eso que cuando Ino llegó tronando su puerta no puso ningún pero a su invitación para ir a la fiesta y no protestó cuando Ino le echó un atuendo más festivo de lo que en verdad se sentía para que se lo pusiese.

Arrastrado, de camino analizó su situación. «Sí, quizá es mejor que vaya a la fiesta. Conociendo a Tenten, lo más seguro es que haya montañas y montañas de alcohol. Una resaca es problemática, creo, pero mis pensamientos ahora mismo lo son aún más». De esa forma Shikamaru se dispuso a olvidar, como muchos dipsómanos que llenaban los bares de la Aldea, sus pesares con la botella. «Y además, el alcohol mata las neuronas», cosa que sabía gracias a las interminables charlas de Sakura sobre la moderación que ella misma no cumplía, «quizá así trabajo menos si mi sesera tiene menos contenido…». Un poco divertido ante sus pensamientos, decidió que la fiesta no había sido tan mala idea. No ayudó con la preparación, escondiéndose en la lavandería mirando el cielo negro como boca de lobo, pero sí se dispuso a ver charlar todo el mundo mientras tomaba vaso tras vaso hasta que no supo muy bien dónde estaba ni como quedó en su apartamento.

Ahora mismo tenía un fuerte dolor de cabeza que por suerte no era tan fuerte porque alguien había tenido la consideración de quitarle su colocho tan apretado y un mareo incontenible que quería que se acabase de una buena vez. Había tenido un sueño bastante placentero, Temari de protagonista, que protestaba y protestaba como siempre hasta que finalmente levantó sus brazos en señal de derrota y musitó un «me rindo». Fue bastante movido. Abrió los ojos, que le picaban, y todo se veía un poco desenfocado. «¿Quién me llevó a casa?», se preguntó bostezando con toda parsimonia. Despertó en una laguna de oro resplandeciente y percibió un suave cuerpo durmiente al lado de él. «Genial, me he acostado con Ino», y volvió a cerrar los ojos con pesadez. Para su pesar, su mente comenzó a chirriar sus engranajes invisibles, «pelo dorado… Pero si Ino…». Al darse cuenta a quién exactamente pertenecía esa figura impecablemente curvilínea pegó un alarido, estrellándose contra la pared.

—… Jum… —un ojo cerúleo lo miró adormilado por encima del hombro esculpido de su forma femenina—. ¿Shikamaru…? —poco a poco se abrió desmesuradamente al darse cuenta de la situación en la que estaban—. ¡SHIKAMARU!

Enseguida Naruto saltó de la cama, pegándose contra la pared opuesta a la ventana con cara de muerte. Shikamaru tenía una migraña muy grande y ganas de vomitar por culpa de la resaca. El Sexto era de lo más problemático. Miró con pereza la excesivamente atractiva apariencia de su primera técnica original mientras Naruto se doblaba por el costado de la cama recogiendo sus ropas con prisa. No pudo evitar notar, con cierta consternación al sentir como sus cachetes se calentaban, el residuo seco entre esas piernas torneadas y arrebatadoramente femeninas. Un hilo de sangre bajó por su nariz. Quejóse. «Qué problemático…».

Una vez hubo terminado de recoger sus efectos personales Naruto se apresuró a salir del cuarto de Shikamaru con toda la celeridad posible para alguien con cierto mareo y en estado de desnudez. Shikamaru suspiró e intentóse dirigir al baño para vomitar su malestar pero terminó cayéndose por su falta de equilibrio. Enseguida un rubio Naruto hombre sin camisa y en pantalones, cabellos rubios alborotados y con tan sólo una sandalia puesta entró a la habitación a toda prisa muy preocupado.

—¿Estás bien? —interpeló el ojiazul con cierta consternación.

Shikamaru gruñó de vuelta. Naruto suspiró y recogió el flacuchento cuerpo de Shikamaru, poniéndose un brazo por detrás del cuello para ayudarlo a ir al baño. Se tomaron un tiempo pues Shikamaru tenía la mala costumbre de arrastrar los pies. Se arrodilló frente al inodoro y expulsó todo el contenido de su estómago mientras un rubio le sostenía los cabellos para que no se le ensuciasen y otro buscaba algo en el botiquín del espejo del baño. Una bochorno invadió sus mejillas otra vez al recordar vagamente el sueño, haciéndole especialmente consciente de la mano en su cabeza. Cuando se limpió con papel higiénico el otro rubio le ofreció un vaso de agua y una pastilla para los dolores de cabeza (casi se sorprende hasta que razonó que, como Naruto pasaba mucho tiempo con la Quinta, era de esperarse que supiese cómo tratar a alguien con resaca). El cabello cayó alrededor de su cara puntiaguda.

Mientras se refrescaba con el vaso de agua luego de ingerir la pastilla, reflexionó sobre la situación actual. Era casi… cómoda. Naruto y él se avenían bien. «Vamos a tener que hablarlo». Le psó el vaso a (lo que el asumió era) la réplica y bajó la cadena.

—Naruto, sobre esta mañana…

—Shikamaru, ¿podemos pretender que no pasó nada-dattebayo?

Con cierta reserva asintió lentamente. «Esto va a ser complicado. Qué fastidio». Naruto asintió con una pequeña sonrisa de agradecimiento y se retiró de su presencia con un sonrojo de sofoco. Respiró profundamente y trastabilló a su cama. Qué suerte que hoy no tenía trabajo. «Pensándolo bien, ese es el último lugar en que quiero estar», se dijo a sí mismo mirando la evidencia del acto. Se desplomó contra una pared, apenas percatándose que sólo tenía su suéter naranja fuego de la noche anterior puesto encima.

ShikaNaruShikaNaruShika

Shikamaru tenía que admitir que Naruto era de veras ingenioso. No sabía cómo lo hacía, o quizá era la suerte endemoniadamente buena del rubio, pero cada vez que intentaba hablarle del asunto que él estaba muy seguro que también tenía rondando por la cabeza siempre había una intromisión, ya sea unos genin y su sensei muy entusiasmados de recibir una misión de las mismísimas manos de Hokage-sama o un chûnin con más papeles y asuntos de las patrullas y la Academia que él no tenía permitido escuchar por lo que se debía retirar de inmediato o Kakashi (¡Kakashi!) estaba "cubriendo" al ojiazul con excusas cada vez más ridículas (y, claro, como era Kakashi todas ellas eran perfectamente razonables). No que Shikamaru invirtiese mucho esfuerzo en encontrarse con el rubio, sería una molestia si lo hiciese.

Pero el pelinegro quería más. De hecho, se puso a pensar profundamente sobre si actitud y sobre sí estos últimos días mientras miraba las nubes desde el techo del edificio que contenía el escuadrón de Criptografía. Naruto y él estaban… cómodos el uno con el otro. O por lo menos solían estarlo antes de que esa experencia crease una distancia en una amistad perfectamente holgada y agradable para los dos. Además estaba impulsado con cierta sed de venganza hacia Temari por destrozarle tan cruelmente sus sentimientos (sin importar que en el fondo de su mente reconocía que Temari, por ser Temari, debía tener alguna razón, por más débil que fuese) y no se le ocurría mejor manera que revelarle que sostenía una relación con otro hombre.

Por supuesto que él muy bien sabía que eso era irracional. Con el sistema de clanes siendo tan importante en el mundo shinobi esa clase de relaciones no eran muy bien vistas. Para nada. Y no quería perjudicar a su amigo. De todos modos, él tenía muy claro que le gustaban las mujeres definitivamente pero si había algo que podía impulsar a un Nara a hacer algún esfuerzo o ignorar las partes más racionales de su mente era la curiosidad. La maldita, maldita curiosidad.

Y no podía sentir curiosidad al imaginarse cómo sería mantener una relación con Uzumaki Naruto, Sexto Hokage de la Aldea escondida entre las hojas y todo por culpa de un encuentro en el qué terminó sexeándose a su segundo (o tercero, si se contaba a Ino en sus mejores días) mejor amigo por alguna jugarreta cruel de un destino muy aburrido y sin mucho qué hacer. Además, no es que Naruto era feo; de acuerdo a las mujeres era muy guapo. Él podía reconocer cuando había un hombre que era un mejor espécimen que él sin ningún problema y sin la envidia que acompaña a mucho otros hombres cuando lo hacen (sería muy problemático no ser realista respecto a la situación de uno. Ciertamente la mujer menos problemática sería la que se fije en él o eso creía antes de conocer a Temari). Y a fin de cuentas, si ojeaba a Naruto de la manera justa se le podía hallar cierto parecido con Temari. Tal vez su cabello de trigo no era tan vivo como el dorado de Naruto, pero también era picudo, rebelde y enmarañado (ella siempre se quejaba del tiempo que tenía que pasar peinándolo); así como sus ojos cobaltos eran quizá un poco más opacos que los cerúleos del siempre optimista Naruto, pero no es como si el cerúleo y el cobalto fuesen azules tan lejos entre sí, en un mal día se podían confundir el uno con el otro.

Quizá eran razones demasiado egoístas para iniciar una relación que podría acarrear consecuencias tan graves para alguno de los dos o ambos y muy ciertamente no debería usar el corazón de su amigo de esa forma mas estaba molido de siempre andar estar cediendo en esta vida y tal vez llegaría a tener de nuevo a su rubia problemática entre sus brazos (sin importar que una cosa no tuviese que ver con la otra. Shikamaru estaba cansado de actuar tan lógicamente todo el tiempo. No era un Aburame).

Esto pensamientos eran los que lo tenía entretenido mientras se hallaba frente a la puerta del despacho del Hokage en un henge y un bunshin al lado, con su mejor esfuerzo para que pareciese sólido, con la apariencia de un par de chûnin que le debían un favor (nacer en un clan shinobi tenía sus ventajas; se conoce a todo el mundo —o por lo menos la porción útil de él—). Tocó a la puerta y entró. Enseguida un par de ANBU descendieron a su lado, con las shinobigatana***** desenvainadas contra su cuello. De inmediato deshizo el jutsu y alzó ambas mano en señal de paz.

—¿Shikamaru? ¿Qué rayos haces aquí-dattebayo? ¿Y por qué armar todo ese teatro? —le exigió con un gesto exasperado.

—Necesito hablar contigo, Naruto —con una mano en la sien, como quien espera un gran dolor de cabeza, movió su mano para echar a todos los agentes ANBU presentes en su despacho; un total de seis escondidos entre las rendijas o algo así.

—Debí suponer que no podía evadirte para siempre —rezongó tan bajo que el pelinegro casi no escuchó eso mientras hacía los sellos de manos pertinentes para activar los sellos de privacidad del despacho—. ¡Bien! ¿Qué bestia quieres? —molesto, especialmente al ver que Shikamaru miraba en torno con curiosidad cómo unos símbolos aparecían en la pared.

—Debemos hablar, Naruto.

—Y dale con eso otra vez. ¿De qué?

—Sabes muy bien de qué quiero hablar

—En lo que a mí respecta, no pasó absolutamente nada —recalcó lo último con cierto enojo—. Así que ya puedes irte de aquí.

—Es evidente —se acercó hasta estar casi ceja con ceja, Naruto se sonrojó con la cercanía pero le sostuvo la mirada— que no es así. Me evitas. No me hablas. Como si yo fuese un extraño —el rubio desvió la mirada—. También quiero que las cosas sean como antes pero no me dejas razonarlo contigo.

—Es que… es demasiado, Shika —Shikamaru se sorprendió de que usase ese apodo, no lo llamaba así desde que eran niños.

—Naruto…

—¡Ni siquiera me gustas…! Pero es que te veías tan… —se pasó una mano por la cabeza, nervioso—. Tan contento. Pensé que hacía eso y luego lo olvidaba y seguíamos con nuestras vidas muy tranquilamente pero…

—Pero las cosas no siempre resultan cómo uno quiere, ¿verdad?

—Seh… —soltó una risa trémula—. La he armado, ¿verdad? Ya no volverá a ser lo mismo-dattebayo.

—Qué fastidio. Sí, nada volverá a ser lo mismo —se puso las manos en los bolsillos en una actitud de suprema indiferencia.

—¿Cómo carajo puedes estar tan tranquilo-dattebayo? ¡Me exasperas!

—Porque puedo ver las cosas.

—¿Y qué ves?

—Veo que los dos cometimos un error. Veo que quizá no hay manera alguna de repararlo . Pero sobre todo… —Naruto se inclinó un poco, atento—. Veo que ya no hay marcha atrás.

—Las dos últimas me suenan a los mismo-dattebayo. ¿Estás diciendo que tenemos que dejar de ser amigos?

—Qué tonto eres —«¡ey!», pero fue ignorado—. No, a lo que me refiero es que si no se puede retroceder sólo nos queda avanzar.

—¿A… avanzar-dattebayo? —«espero que no sea lo que creo que es a lo que se refiere…».

—¿No quieres experimentar? —por alguna razón, la manera tan casual en que lo dijo Shikamaru lo ponía el doble de nervioso.

—E… Esto… Este… —se aclaró la garganta—. ¡Ese no es mi equipo-'ttebayo! Además, ¡eso no es correcto! —Shikamaru afiló los ojos.

—¿Es de esas personas que discriminan, Hokage-sama?

—No… Yo no… —suspiró cerrando los puños sobre su escritorio, dejándose ver vulnerable—. No podría, Shikamaru. Sé demasiado bien cómo se siente. Es sólo que no me va, ¿sabes? Y de todos modos, ¿qué hay de Temari?

—La situación entre Temari y yo no tiene remedio. Las mujeres son un gran problema.

—¿Y es por eso que quieres… experimentar-dattebayo?

—¡No! —ahora era su turno de estar abochornado—. ¡Claro que no! Oh, bueno, ¡no tengo idea! —«qué fastidio es Naruto, demasiado impredecible»—. Pero independientemente de eso —intentó retomar el control de la conversación—, no es como si tuviésemos alternativas. Yo, bueno, no me importa, ya sabes y no es como si Sakura te fuese a parar bola un día de estos.

—¡Eso no es tu asunto, Shikamaru!

—¡Pero es cierto y lo sabes! Eres demasiado bueno; todo el mundo sabe que eres hombre de una sola mujer y ella anda demasiado ocupada ocupando rencillas viejas, ¿sabes lo problemático que es verlos a los dos, contigo de perrito y Sakura como frígida? No es como si te fueses a enamorar otra vez y no es como si yo quisiese saber de esa palabra, "amor", de momento. Podrías considerarlo.

—No es tan simple.

—¡Y es por eso que me he tomado toda la molestia! —lo fulminó con la mirada—. Qué problemático eres.

Shikamaru se dio la media vuelta, algo decepcionado con cómo le salió el asunto y por cómo perdió los estribos con Naruto. Sus puntos eran válidos y además él llevaba la razón, así que no supo que fue lo que lo poseyó a decir, antes de abrir la puerta y mirando a Naruto fijamente, lo siguiente:

—¿Sabes? Fuiste mi primero. Mi primer hombre —admitió sonrojado mirándole fijamente, para luego voltearse mas una voz suave le detuvo.

—Y tú mi primero. Mi primera vez —una mueca de culpabilidad surcó por unos segundos el rostro del pelinegro—. Lo pensaré, ¿bien?

Uzumaki Naruto, el shinobi número uno en sorprender a la gente.


continuará...

Notas finales:

:B


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