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Estío por SeptimaKolera

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Notas del capitulo:

ESTE FIK NO ES MÍO: KORRESPONDE KADA LETRA, KADA ESPACIO, KADA SIGNO A ASTORIA!

SÓLO LO SUBO PORKE ME ENKANTA <3 

SI ALGUIEN KIERE DECIRLE ALGO A ASTORIA, PUES AKI ESTÁ SU FEISVUK :B

http://www.facebook.com/astoria.thalassa



Dado que Naruto dijo que lo pensaría quizá no debería estar sorprendido que Naruto estuviese parado frente a su puerta mientras él lo escrutaba con la boca ligeramente abierta de la impresión y mirada obnubilada, sosteniendo la puerta abierta. Era como si le hubiesen inyectado adrenalina, estaba más consciente de todo; del picaporte redondo color estaño y de la puerta con rasguños claros que dañaban el acabado del barniz productos de senbon de cuando a Genma, que vivía en el mismo edificio, le daba por convertir a todo en un blanco para no perder la práctica. Habían transcurrido ya más de dos semanas por lo que el joven Nara simplemente asumió que el Hokage no estaba interesado y se sumió en sus recuerdos otra vez, preocupando a Ino.

En el pasillo agrietado y sucio donde se unía con el balcón del pasillo y removiéndose se encontraba el rubio, incómodo con el silencio. Llevaba una camiseta naranja y unos pescadores negros sencillos, con la réplica del collar del primero refulgente por el sol de mediodía y las típicas sandalias shinobi negras que nadie parecía poder quitarle ni para ocasiones formales, muy a pesar de su secretaria, una genin llamada Matsuri de acento extraño. Shikamaru, en cambio, parecía como si tuviese encima la misma ropa del día anterior porque parecía mascada de vaca. Era unos pantalones talares negros y un manga largas de tela muy delgada verdoso, que le quedaba algo flojo porque había adelgazado un poco y un par de chancletas grises que en algún momento debieron ser blancas. Sin decir una palabra, recobrando el sentido, se hizo a un lado para dejar a Naruto pasar, cerrando la puerta con pestillo detrás de él.

—¿Y bien? Estoy aquí —el rubio se desplomó con un puchero y de brazos cruzados en una silla de la mesa.

Quizá el aire pesaba demasiado, porque les costaba respirar. A Shikamaru le sudaban las manos y Naruto jugaba con sus pies com si fuese genin otra vez en alguna situación extraña y nueva para él. «No es muy lejos de la realidad», reflexionó.

—Ahora hablamos.

—¿Hablar? ¿Eso es todo?

—Pues sí, ¿qué más esperabas? —preguntó con una ceja alzada ya tendido en el sillón cuán largo era.

—No sé… ¡Algo-dattebayo!

—Qué fastidio eres, Naruto. ¿Por qué no te haces un té y me platicas de tu día?

—¡Vaya anfitrión que eres!

—Sí, bueno, es difícil motivarse cuando ya el huésped tiene dos pares de manos y piernas perfectamente capaces de servirse por sí mismo. Además es muy problemático levantarme de aquí para ir a servirte y total que estás más cerca de la cocinilla tú que yo.

—¡Debería usar mi autoridad y mandarte hacerlo! —farfulló mientras se levantaba para ir a la cocina.

—Pero no lo harás. Y estoy muy cómodo aquí —Naruto encendió el hervidor eléctrico y sacó una bolsa de té para echarla en la primera taza que encontró.

Fue un alivio para ambos que pudiesen iniciar una conversación después del ambiente tan sofocante de enantes. Naruto, como siempre, saltó a la oportunidad con sus comentarios impertinentes y Shikamaru simplemente se limitó a responder con la mayor indiferencia exasperante de la que era capaz.

—No me explico todavía cómo alguien como tú puede ser tan perezoso-dattebayo. Hay veces que juro que me pregunto si esa pereza tuya —el hervidor pitó y comenzó a servir el agua hirviente en la taza— es contagiosa o algo así, ¡no querría que me dé!

—Nah, estoy bastante seguro de que es un trastorno genético. Sólo he visto a mi familia padeciendo de eso.

—Ahora que lo dices, nunca he visto una mujer —se recostó contra el anaquel de la cocina, sorbiendo un poco del té— Nara perezosa-'ttebayo.

—Nah, es que se vuelven más problemáticas de lo usual.

—No hallo.

—¿Acaso conoces a mi madre? Es un lío de mujer.

—¿Yoshino-san? Sí, me parece de lo más energética, ¡jugamos a las cartas una vez! —«de veras que Naruto es único…»—. Por supuesto que gané, ¡pero es muy habilidosa! ¡Me costó mucho ganar! No me importaría jugar a las cartas otra vez que tu madre. Aunque apostó mucho dinero…

—Espera un momento… ¿cuánto dinero perdió?

La cantidad de dinero que le dijo lo dejó boquiabierto (otra vez). No sabía que su madre arriesgase tantas cosas en el juego, ¡ella siempre monitoreaba tan estrictamente las actividades de su padre! «Mi madre es tan problemática…».

—Pero la verdad es que parece que tu madre ha ahorrado mucho dinero-dattebayo, porque ni una vez se le vacío la cartera —Shikamaru estaba sañudo.

—¿Cuando fue esto?

Shikamaru permitióse relajar. Era casi como antes. Casi. Quizá las cosas eran insalvables entre los dos, pues Naruto tenía memorias que él no tenía, memorias de algo tan íntimo que debió haber sido especial y único y que ahora eran algo incómodo por su culpa. Y lo peor era que el rubio no quería ni intentar remediar el asunto entre los dos. Para ser alguien que iba con el corazón en sus manos, mostrándoselo a todo el mundo, definitivamente se podía guardar las cosas cuando quería.

—Harán un par de meses nada más, cuando una tropa de kunoichi se reunieron y no me preguntes cómo pero quedé envuelto en ese lío-dattebayo —se encogió de hombros.

—¿Quiénes más estaban?

—Yoshino-san, Tsunade-obâ-chan, Tsubaki-san, Uzuki-chan, y otras tres o cuatro que no me acuerdo. Quizá Shizune-nê-chan. ¿Qué haces, Shikamaru? —preguntó al ver que se levantaba y caminaba donde él.

—¿Y eso es todo?

—Al parecer Inu-sama iba a venir —era bien sabido que Naruto le tenía mucho respeto a Inuzuka Tsume por su lealtad— pero creo que son rumores, ella prefiere moler a golpes a la mitad de la huma… Shi… Shi… ¡Shikamaru…! ¿¡Qué haces!? —el pelinegro estaba en frente de él y lo arrinconaba contra la cocina poco a poco.

—No me prestes atención, sigue hablando.

—¡Esto es vergonzoso! ¡Estás muy raro hoy!

—Qué fastidio contigo.

—¡Siempre dices eso-dattebayo!

—Pues porque siempre me das razón para decirlo. Siempre tan ruidoso —le arrebató el té del que Naruto apenas había tomado y empezó a beber muy campantemente.

—¡Ey! ¡Devuélveme eso-dattebayo! —intentó agarrar el té mientras Shikamaru lo mantenía a raya con una sola mano.

—Hazte el tuyo.

—¡Ése es mío!

—Lo estabas dejando enfriar, eso es un desperdicio así que mejor me lo bebo yo.

—Idiota.

—Mira quién habla.

—¡Ey! —el joven Hokage hizo un mohín de malhumor.

—…

—¿Qué pasa?

—¿Es esto tan malo? —mirando de reojo a Naruto y tomándose el té de un tirón.

Naruto se encogió. Meditabundo, con la vista fija en el piso, se encogió de hombros otra vez. Era extraño verlo tan callado.

—¿Shikamaru?

—Diga.

—Gracias —lo abrazó y salió de ahí caminando.

Shikamaru suspiró. Nunca iba a llegar a entender a Naruto. Puso la taza en el fregador y activó las trampas de su casa. Iba a descifrar unos mensajes confidenciales que debía entregar a Shiho al día siguiente y no quería ningún intruso entrometiéndose en asuntos de la Aldea que no le importaban (para una persona normal eran medidas un poco paranoicas para un tiempo de paz; para un shinobi era un estilo de vida).

Ese «gracias» evidentemente había significado algo para el ojiazul, porque durante las próximas semanas se vieron más a menudo. El mismo aire sofocante se asentaba entre los dos pero de cierta forma se hacía más llevadero, cuando se rozaban por accidente Naruto no sufría los sobresaltos de antes (para el Nara era demasiado problemático) y cuando caminaban podían hablar más o menos normalmente, aunque lo cierto era que se hacía muy difícil encontrar alguna situación que amedrentase al rubio lo suficiente como para que dejase de hablar.

Quizá eso fue lo que llevó a dos muchachos en sus veinte años a llevar esa experimentación un poco más lejos una noche clara con luna creciente. Naruto había encontrado una revista erótica mal puesta (en casa de Shikamaru, «el mundo ya no tiene sentido…», pensó Naruto) quizá con la prisa de ocultarla de los ojos de alguna visita (Shiho), después de haberla puesta a buen uso. Como no tenía nada mejor qué hacer, se puso a ojear la revista con bastante calma, distraído hasta que Shikamaru volvió con ramen de Ichiraku (Shikamaru estaba muy molesto, y se preguntó cómo se pudo dejar convencer de apostar contra Naruto). Un sonido lo alertó a la presencia del Nara, quien estaba pálido. Casi se cae de la impresión al ver a Naruto con sus revista gravure******.

—Vaya, Shikamaru, no sabía que también satisfaces tus necesidades como todo el resto de los mortales-dattebayon —Shikamaru hizo una mueca entre el enojo y la consternación, e hizo su mejor trabajo por ignorar al rubio—. Ni que eras un pervertido, ¡qué horror!

—Ni que tú no tienes.

—No, ¡yo no las necesito! —ojeó la revista de nuevo—. Aunque no me extraña que estés tan gruñón, ¡debes estar muy frustrado! Estas muchachas —golpeteó la revista con la palma de su mano— no deben ser más de un siete.

—Naruto, cállate. Además, ¿quién te ha hecho la autoridad en mujeres? Es imposible tener un diez.

—Ah, ahí es dónde te quivocas. ¡Te mostraré un diez-dattebayo! ¡Oiroke no jutsu!

En el lugar dónde estaba Naruto sentado apareció una rubia con grandes ojos rasgados que parecían destellar aún más, voluptuosa, cabello suelto y largo escurriéndose por sus bello y esculpido cuerpo como un río y de cierta delantera adecuada. Todo ello coronado con una sonrisa afectada de medio lado, con los brazos cruzados. Un diez perfecto, la fantasía de cada hombre. Shikamaru nunca había visto la transfromación en cuestión tan de cerca porque él era muy inteligente como para estar cerca de Naruto cuando desataba su infame e invencible jutsu (a menos que se fuese un gran pervertido y una sola chica no fuese suficiente o si se es un perfecto caballero o simplemente no de ese lado). Un río de sangre no pudo evitar correr por su cara normalmente indiferente. Se llevó la mano a la nariz para evitar que se manchase su ropa pero no paraba.

Al ver el reguero de sangre que escurría de la nariz de Shikamaru, el normalmente desvergonzado Naruto no pudo evitar cubrirse los pechos abochornado y deshaciendo el jutsu por el camino porque recordó ciertos sucesos que había acontecido en el pasado aunque mirando esta vez desafiantemente a Shikamaru por alguna razon. Shikamaru agarró un papel toalla, se secó e intentó restarle importancia al asunto disponiendo los envases de ramen en la mesa junto con los palillos desechables que Teuchi-san había sido tan amable de incluir a pesar de que comerían en casa y un par de vasos con agua de plástico grueso azul para los dos.

—Ven, que el ramen se enfría.

Con mucha parsimonia, Naruto se levantó de su lugar en el sillón y se sentó a comer rmuy lentamente. Era otro de esos momentos incómodos que volvían de cuando en cuando entre ellos dos. Shikamaru fue el que terminó primero. Aunque debía admitir que una gran mejora que, a pesar de que Naruto y él tenían malentendidos, al menos no peleaban.

—Shiho…

—¿Qué pasó? —admirado de que Naruto comenzase la conversación.

—Ella gusta de ti, ¿cierto?

—No, ella tiene novio. Pero es muy problemática.

—¡Todas las mujeres son problemáticas para ti-dattebayo!

—Sí, pero todas lo son en su manera especial e irritante —Naruto alzó las cejas—. Por ejemplo, Shiho aún se cuelga de mi brazo cuando puede.

—¿En serio? ¿Y el novio no es celoso? Sorprendente.

—Ella dice que es por la costumbre. Dice que es una mujer de rutinas.

—¡Eso es malo!

—Quizá —bostezó—, pero ella es civil y así viven. Pero para ser tan tímida no es para nada discreta.

—¿Um…?

Discreta —Naruto se sonrojó al entender las implicaciones—. Qué pudoroso eres, Naruto.

—Yo… ¡Yo no soy ni un pudoroso! Lo que pasa es que tengo la decencia de no asolear esas cosas en público-dattebayo.

—Yo no le llamaría a eso asolear. Es una conversación adulta y responsable.

—Sí, claro. Cómo no. ¡Esta Aldea está llena de depravados! ¿Tienes idea de cuántas quejas tengo de posibles espías en los baños termales? ¡Docenas! ¡Docenas y decenas al mes-'ttebayo! Uno pensaría que ahora que el legendario Ero-Sennin descansa en paz esos incidentes dejarían de pasar pero no, no y ¡no! Parece que hay discípulos dispuestos a seguir sus pasos a toda costa y cada vez que tengo que leer uno de esos informes me entra un dolor de cabeza de lo más horrible-dattebayo.

—¿No has atrapado a nadie?

—A Udon, mira tú. Estoy segurísimo de que Konohamaru también andaba en el ajo pero nunca soltó nada. Además, me da inquina Kakashi-sensei, no me extrañaría que lo hiciese sólo para molestar.

—Me alegro de que Criptografía no sea tan fastidioso como ser Hokage.

—¡Ser Hokage sería mucho menos fastidioso si hubiesen menos pervertidos-dattebayo! Es como si todo el mundo sólo tuviese una sola cosa en mente, es una molestia.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿Acaso no has pensado sobre "esa cosa"?

—Pe… ¡pero qué cosas dices, Shikamaru! —bisbiseó atropelladamente Naruto—. ¡Eso es…!

—O sea que no has pensado en eso. Ni una sola vez —afiló los ojos—. Es algo difícil creerme eso.

—No es que no haya pensado sobre eso… digo, no soy un mojigato pero… —calló.

—¿Ni siquiera respecto a nuestra "situación"? Eres un ser muy extraño.

—¡Eres una horrible persona! ¿Qué me crees simplón?

—Me has malint…

—¡No soy ningún simplón! —lo agarró del cuello del manga corta que llevaba y lo besó, con mucha fuerza tratándole de transmitir su rabia—. Que eso te enseñe-dattebayo —le miró, como retándole y Shikamaru sintió como una sonrisa se le subía a los labios.

—No, no aprendí nada Hokage-sama. ¿Quizá con una demostración práctica? —«quizá no debería hallar esto tan divertido…» contempló al ver cómo causó que Naruto casi se ahogase.

—¡Bien pues! ¡Si eso quieres, voy al baño!

Se fue a pasos agigantados y la puerta del baño se estrelló de un portazo. Shikamaru se sonrojó al darse cuenta de lo que implicaban las palabras de Naruto. Sin embargo no se amilanó y se dirigió al cuarto y se desvistió, se sentó cruzado de piernas frenta a la ventana de forma tal que sólo daba su perfil a la puerta del cuarto. «¿Cómo quedamos en esta situación…? Todo se me hace tan extraño», divagó la mente de Shikamaru entre esos y otros pensamientos similares a pesar de saber perfectamente bien la respuesta.

Oyó unos pasos vacilantes y volteó a ver al Uzumaki, completamente desnudo, con un rubor que parecía extenderse por todo su cuerpo (un pensamiento impertinente lo asaltó: «hasta dónde llega su sonrojo?» que lo hizo avergonzarse). El rubio pasó del umbral de la puerta de su cuarto con un solo pie mas parecía que su cuerpo se hubiese congelado y no quisiese avanzar más. A pesar de que sufría unos nervios iguales o aun mayores a Naruto le pareció entretenido la vacilación del rubio. En vez de corvarse sobre sí viró un poco su cuerpo hasta quedar más o menos de frente a Naruto y se apoyó en sus manos.

—¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?

—¡Yo jamás tengo miedo-dattebayo! —terminó por aparecer tumbado boquiarriba al lado suyo de la velocidad con que se movió—. ¡No me insultes!

Shikamaru lo miró de soslayo y suspiró. Se volteó para que Naruto le viese la cara y puso una mano en su hombro. Naruto se tensó pero no hizo nada. Shikamaru se inclinó y le besó los labios y se separó enseguida. No había signo de protesta así que, recorriendo los labios de Naruto un tanto gruesos en comparación con los suyos con su lengua con su lengua, le instó a abrir la boca para profundizar el beso. En la mente del joven Nara estaba cierta rubia, por lo menos hasta que sintió una mano grande y masculina posarse en la parte baja de su espalda. «Bueno, esto es… progreso supongo» y se separó de la boca del rubio que contuvo el aire al terminar el beso.

El ojiazul tenía la piel erizada y cuando Shikamaru descendió su mano para descansarla por encima de sus costillas, sintió una gran sacudida y el rubor de su cuerpo se intensificó más, si es que eso era posble. Una capa de sudor perlado lo cubría, dándole a su piel morena un aspecto metálico de lo refulgente que las gotas de agua se veían por la luz del foco de la habitación. Shikamaru se sumergió en la piel del rubio, enterrando su cabeza en su cuello y lamiendo y sorbiendo un punto en particular; esto hizo que Naruto, por su falta de experiencia, cerrase los ojos muy fuertemente y frunciese las sábanas entre sus puños.

Como Naruto todavía no se había ido, Shikamaru probó a descender su mano hasta sus abdominales marcados. Naruto suspiró. Shikamaru siempre tenía las manos frías y debía admitir que contra todo pronóstico se sentía agradable. Envalentonado, se incorporó un poco sobre un antebrazo y bajó su mano por el surco de la columna vertebral de Shikamaru, lo que le sacó una voz queda al pelinegro. Presionando su mano sobre la espalda del otro, lo obligó a descender por un casto beso.

Naruto era tan cálido. Tanto su cuerpo como su personalidad emanaban una candidez que no podía menos que sacar una sonrisa a la cara incluso del más estoico. Un verano alegre, con brisas refrescantes que no dejan que uno se abrase en el gran calor del sol y preciosos días que parecen sinfín. Incluso su cabello dorado y brillante y ojos cerúleos recordaban al astro rey surcando un cielo sin nubes.

Se acomodó mejor al lado de Naruto, y la mano encima de los abdominales del rubio empezó a moverse en círculos mientras que la otra descendía desde su clavícula hasta posarse en su cintura mientras calosfríos le recorrian todo su cuerpo. La otra mano se paró en la punta de sus dedos y bajó para acariciar el borde de ese ombligo hasta posarse muy lentamente, muy tortuosamente al otro lado de la cintura. Naruto no lo aparentaba, porque tenía los hombros tan anchos producto de sus regímenes extremos de entrenamiento (necesarios para derrotar a personas como el difunto Pein) pero en verdad tenía la cintura estrecha. Todo esto sin decir una palabra porque quizá, si se hablaban y dejaban de concentrarse en el momento, les entraría la duda y se alargaría la distancia que se acortaba tan rápidamente entre los dos. Naruto le robó otro beso. Sus manos comenzaron a descender, sobando con suavidad los lados de aquel cuerpo candente, hasta las caderas del ojiazul.

Eso le resultó sumamente incómodo; mientras más íntimas eran las caricias más le molestaban, eso sin contar que era demasiado cerca de… Otro beso, una mano sin permiso bajó hacia sus otros labios, causándole estremecimientos… Demasiado cerca de su intimidad. Abrió los ojos de repente empujó a Shikamaru con tanta fuerza que cayó al piso sobre su trasero y se pegó contra la pared más cercana respirando agitadamente.

—Lo siento… Yo… no puedo-dattebayo.

Sin más ceremonia salió del cuarto, se vistió a la velocidad de la luz con la puerta abierta del baño y salió rápidamente del apartamento del joven Nara. «Debe ser agradable tener las ideas claras…», musitó Shikamaru al aire, su única compañía de momento. Porque él no tenía claro si estaba listo o no; sin contar cómo las consecuencias de intentar llegar demasiado lejos repercutirían en su relación.

Ese problema lo acuciaba, tanto que no durmió toda la noche por lo que fue muy agradable que el rubio lo impresionase con no evitarlo durante el día siguiente a pesar de que actuase como si nada hubiese pasado entre ellos dos. También fue bastante agradable que le robase un beso tan rápido que nadie lo vio en un callejón cuando los dos estaban algo por detrás de Shino y Kiba en un grupo para irse de copas, a pesar de mirar a las mujeres apreciativamente en el camino. De algún modo le dio la impresión de que ese beso le molestó menos de lo que debería.

Continuará...

Notas finales:

BYE BEE


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