PECADO CAPITAL.
Takeo Higurashi.
Lo he vuelto a hacer. Es algo que no puedo detener. He vuelto a pecador, he atentado contra Dios. Me he dejado dominar por la tentación una vez mas. Aun rezando y pidiendo perdón se que no puedo cambiar el hecho que lo he defraudado, a pesar de que el tiempo ha pasado desde la ultima vez, el simple hecho de haberlo vuelto ha hacer es suficiente como para saber cual es mi castigo: el purgatorio.
Mire de nuevo el sillón en el que descansa aquel joven que recogí del bar. Parece un angel sumido en una total tranquilidad, sus largas pestañas, sus labios rojos, inmóviles y aun asi seductores, sus facciones delicadas, y su cabello suave y rizado parecen irreales, una belleza en cuestión. L
Los recuerdos vuelven a mi, como sucedió todo en un segundo, al apoderarse de mi el deseo.
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Estaba en la barra desde las 10:00pm, solo 30 minutos mas y podría irme de regreso a casa, nada hasta el momento habia logrado cautivar mi atención. Solo simplezas como siempre. Niños bonitos con cuerpos delgados y ropas ajustadas buscando una buena noche de sexo. O como ellos decían “jodida”. Estaba por irme cuando al otro lado de la barra vislumbre a un chico lindo, almenos esos eran mis criterios de belleza en un chico; su sonrisa, sus ojos alegres y su voz. Tres complementos imposibles de sustituir y únicos en una persona. Me di cuenta que el se quedo viéndome por unos intantes, a lo mejor noto que lo estaba observando como un pervertido. Saco un billete, no miro la cantidad y se la entrego al barman, levantándome de mi silla, antes de que el se levante y me reclame. Salgo del bar con los hombros pesados, después de todo, otra noche en la que la pasare solo. es mi culpa es ser de esta manera, busco algo que nunca encuentro y cuando lo encuentro… alguien me toma del hombro por detrás, me giro, es el mismo chico del bar, su sonrisa se mantiene en su rostro, peor esta vez es dirigida hacia mi.
- ¿te vas? ¿Por qué no te quedas un poco mas? Es muy temprano.
- Oh, no. Tengo trabajo.
- Ya veo. ¿puedo acompañarte a tu casa?
No hay ninguna mala intención en sus palbras, es sincero, no se como responder, solo dejo que la palabra salga de mi boca.
- ¿estas seguro?
- Claro. Todos necesitamos un poco de compañía.
- Esta bien. vivo cerca a 3 cuadras de aquí.
- Adelante, vamos.
Caminamos por la acera, mi corazón late demasiado fuerte, no puedo ocultar que me siento nervioso, emocionado y a la vez ansioso. El continua manteniendo la conversación sobre si mismo, ya que al preguntarme y no conseguir demasiada acción en la mia intenta animarme con sus dulces palabras y anécdotas. Aparentemente un joven universitario, a punto de graduarse con honores. Llegamos a mi apartamento, el se prepara para irse, no sin antes mirarme directamente con sus ojos.
- Bueno, hemos llegado ¿no?
- Si, gracias por acompañarme.
- No hay de que. Toma, este es mi numero. Siéntete libre de usarlo cuando quieras.
Nuevamente siento la sinceridad en sus labios, como es posible que diga esas frases sin tener un doble sentido. Me arriesgo a tomarlo de la chaqueta, su cuerpo es demasiado delgado, el se detiene unos instantes girándose hacia mi.
- ¿quieres subir?
- ¿estas seguro?
- Si. Te invito una cerveza.
- No se si deba, he bebido demasiado alcohol y una cerveza… no lo se.
- Esta bien. lo entiendo-
- Espera, pero un café o te estarían bien. digo.
- Si. Preparare un poco.
Subo hasta el 3er piso, con el siguiéndome los pasos. Inserto la llave de mi puerta, al abrirla cruje como los mil demonios, alertando a los vecinos y a sus mascotas del ruido en la puerta de a lado. Eso provoca un poco de sonrojo en mis mejillas, por no haber arreglado esas bisagras viejas de la puerta. El no dice nada, solo se mantiene en silencio hasta que entramos en el apartamento. El cual no es un lujo, solo una mesa, dos sillones, un televisor y una pequeña y apretada cocina. Al fondo esta mi cama desarreglada, que jamás uso a menos que sea inconscientemente. El se pone a mirar donde están las fotografías en marcos de madera viejos y empolvados por el tiempo.
- ¿son tus padres?
- Si, cuando eran jóvenes. papá era psicólogo y mama enfermera, ya sabras donde se conocieron.
- Me lo imagino
- ¿Qué hay de ti?
- Oh, mis padres son del promedio. Mi padre trabajador y mama, solo mamá.
- Toma asiento, todavía falta para que este lista el agua.
- Gracias.
- ¿Qué hacías en el bar esta noche?
- Divertirme, o algo asi a mi manera. No soy tan divertido, mis amigos me obligaron.
- Ya veo.
- ¿y tu? No creo que sea esperando a alguien.
- Tienes la razón. Solo estaba matando el tiempo.
- Bueno, la próxima vez que quieras matar el tiempo no dudes en llamarme. Podemos ir a algún lugar donde tienen buena música.
- No soy bueno con los instrumentos. Soy un desastre para eso.
- Intentarlo no mata.
- Eso dicen.
El sonido de la cafetera me despierta, alertándome que debo apagarle a la hornilla. Cuando lo hago, sirvo un poco de agua caliente en una taza, la llevo hatsa donde esta el chico y la dejo para que la prepare a su gusto, acercándole la azucarera y una cuchara. No sin antes tomar una cerveza del refrigerador para mi.
- Muchas gracias. Por cierto es un muy bonito apartamento.
- Umm… se hace lo que se puede con medio cerebro y una lata de pintura.
- Eres modesto y sarcástico.
Ambos reímos, como tontos, aunque había pasado tiempo desde que no lo hacia con alguien junto a mi. Bebo otro sorbo de la cerveza, mirando por el rabillo del ojo como el bebe de su café, sus labios se acoplan a los bordes de la tazan, quedando en sincronización. Me quedo mirándolo nuevamente, el parece no darse cuenta, ya que continua viendo hacia donde están los retratos. Extiendo mi mano, a pocos centímetros de su barbilla, me acerco también, pero cuando intento darle un beso el se da la vuelta y se sorprende por mi acción, que deja caer suu taza sobre su ropa. La taza cae al suelo y se hace pedazos. Ambos nos sobre saltamos por el crujido. El grita por el agua hirviendo sobre su camisa. Se la saca rápidamente, desabotonándola y mostrando un esculpido cuerpo delgado y pálido como el papel. El parece sonrojarse al mostrarme su cuerpo y se gira hacia el otro lado, dándome la espalda. Voy hacia la cocina por unas toallas y el recogedor de basura, peri cuando me doi cuenta el ya esta limpiando el desastre con sus propias manos, hasta que se corta la punta del dedo índice derecho con un trozo delgado y puntiagudo.
- Auch… me corte.
- Déjame verlo.
- No es nada grave, solo una cortadita.
Tomo su mano, mirando fijamente la zona donde mana la sangre como pequeñas gotas, a pesar de sus replicas. Usando mi boca, introduzco su dedo dentro de mi cavidad, lamiendo con mi lengua la sustancia proveniente de su interior. El se estremece al sentir como mi lengua saborea y cubre la punta de su dedo.
- Con eso quedara. La saliva es un buen anti coagulante.
- Muchas gracias.
Sus labios han tomado una tonalidad rojiza, sus mejillas están coloradas y puedo sentir como su respiración se ha vuelto agitada. Su expresión perpleja es lo que activa en mi una sensación que estimula mi libido interno. Debo controlarme, no debo caer en la tentación, aunque se trate de el. Sin embargo mi cuerpo reacciona y me traiciona como siempre. Extiendo mi mano, colocándola detrás de su nuca, acercando su rostro al mio, juntándolos en un profundo beso. Mi lengua se abre paso abriendo sus labios e introduciéndose dentro de su boca. Lamiendo su lengua, chupando y probando cada sabor que hay dentro de el. Lo ataco, haciéndolo caer sobre su espalda contra el sofá. Me detengo, lo suficiente como para sacarme los zapatos, camisa y pantalón. El hace lo mismo, aunque la camisa se la dejo. Los besos y caricias aumentan. Su rostro invadido por una tonalidad rojiza y sus ojos llorosos, hacen que me excite aun mas y comienzo a lamer su cuello, el aguanta los gemidos mordiendo su labio. Beso su pecho lamiendo sus pezones. Coloco mi pene sobre su entrada y sin esperar su confirmación ingresos en su interior, haciendo que el gimotee por dolor y placer su cuerpo. Lo levanto, colocándolo en mis piernas, sosteniéndolo por la espalda. Me mira con esos bellos ojos azules como el cielo, llenos de vida. El enreda sus brazos sobre mi cuello, abrazándome tiernamente. Comienzo a moverme dentro de el. Deslizándome rápidamente en su agujero, sus paredes parecen estarme apretando mas de lo natural y su cuerpo se tensa detenidas veces, hasta que por fin miro que el chico al que estoy tomando comienza a llorar, delgadas líneas deslizándose sobre su rostro hasta caer por su mentón. Deseo ver mas, hacerlo llorar mas, que se hunda en dolor en sufrimiento sin control, que me muestre esas expresiones de dolor, angustia, sufrimiento. Empujo mas fuerte dentro de el, haciendo que grite, pero no de placer, sino de dolor al sentir como mi pene golpea mas rudo su próstata y como se desliza aun con la oposición de sus paredes, rompiendo esos pliegues que intentan detener mi órgano. Se me ocurre otra cosa mas, lamo la punta del pequeño botón rozado en su pecho, me acercó mas a el, no parece alejarse de mi porque continua abrazándome fuertemente. Tomo el botón en mi boca, mordiéndolo levemente, el aprieta los dientes, conteniendo el grito de dolor. Aunque yo quiero oírlo gritar de dolor, ver sus lagrimas brotar de sus ojos hasta que ya no pueda mas y quede satisfecho. Muerdo mas fuerte su pezón, apretándolo entre mis dientes con movimientos triturados, como si se tratase de algún dulce de turrón o un chiclozo muy duro. Finalmente suelta un enorme grito que hace que toda la habitación haga eco, por un segundo todo el lugar se llena de vida. Me aparto de el para ver su rostro, las lagrimas, su cara de sorpresa, y sus gritos, perfecto. Un ángel en sufrimiento, un deleite para mis ojos. El intenta apartarse empujándome con sus muñecas, pero lo tomo de los hombros, hundiéndolo por completo en la longitud de mi miembro. Siento que es momento que deje de gritar, pero el no para, al parecer su pezón sangra contantemente sin parar. Debo hacer algo o despertara a los vecinos. Coloco mis manos sobre su cuello, apretando ese lugar debajo de la mandíbula y el pecho. Ejerciendo mas fuerza de la necesaria. Aun sin salirme de el, continuo tomándolo, estoy a punto de llegar al clímax, solo un poco mas. Miro directamente al chico, sus ojos inundados en un mar de lagrimas ocultando el color azul de ellos, su rostro… sonriente, ¿sonriente? En vez de intentar detenerme de lo asfixie, extiende su mano hacia tocar mi mejilla, no pronuncia las palabras, pero las puedo leer de sus labios. Mi cuerpo comienza a temblar, mi pene a vaciarse dentro de el, depositando mi semilla por todas sus paredes. En un segundo antes de darme cuenta su mano cae a un lado, sus ojos pierden su luz y su respiración y palpitación se detienen. Le hablo. Pero no recibo respuesta, su cuerpo se vuelve pesado, como su perdiera su voluntad. Lo tomo entre mis brazos, ahora que lo recuerdo jamás le pregunte su nombre. Me quedo ahí en el sillón tratando de despertarle de muchas maneras, no reacciona, el pánico se apodera de mi. ¿Qué he hecho? Despierta. Vamos, despierta. – le grito, al ver que no reacciona y que su cuerpo comienza a enfriarse mas rápido de lo normal. – no, perdóname. No era mi intención. Despierta chico. Noooo… ¿Por qué? ¿Por qué lo he hecho otra vez?
La angustia por fin llega a mi, cuando escucho como mi vecina grita horrorizada al abrir la puerta y encontrarme con el chico entre mis brazos sangrando y sin señales de vida. Aun cuando deseaban el cuerpo para reconocerlo, me aferraba a él, incapaz de apartarlo de mi. En un segundo había presenciado el acto mas maravilloso de la vida; la aparición de un ángel cayendo a la garras de la tentación. Sin embargo yo se que la persona que ha sido peor he sido yo. el pecado mortal de poseer a otro hombre es algo imperdonable, pero el de quitarle la vida a alguien inocente eso es peor. No merezco la vida, ni siquiera el purgatorio, solo tengo un castigo, desaparecer. Mis manos tiemblan ante la sensación de nervios y pánico, me levanto del suelo en el que he estado por 15 minutos, observando atentamente el cuerpo inmóvil del ángel, mi ángel. Me acerco hacia el mas y mas, me hinco sobre mi rodilla, solo traigo unos pantalones de mezclilla y el pecho desnudo, me inclino hasta tocar nuevamente sus labios, no siento el calor de antes, sino un simple frio petrificante que me hace retroceder lentamente. Dejo escapar un pequeño Lo siento y me levanto nuevamente, mirando como las patrullas comienzan a cerrar el paso por todos los puntos del edificio, tomo una manta del closet y la extiendo, colocándosela a… a la persona sin nombre, cubriendo su cuerpo. Es hora de que todo termine, pero aun así debo cumplir una condena más. Esta ha sido la última vez, después de tanto tiempo encontré lo que había buscado: amor. Sin el no hay mas en el mundo. Me acerco a la ventana, las luces me señalan, al igual que los policías con sus armas, pero yo no pienso dejarme atrapar por ellos, mi deseo es extender mis alas y volar, surcando los cielos hasta encontrar a mi ángel sin nombre. Dejo caer mi cuerpo, flotando hasta aterrizar, se que este es un privilegio que no puedo gozar, porque no soy merecedor de tal y debo caer como cualquier mortal y morir. Adiós mi bello ángel sin nombre y perdóname.