Conquering gods’ restroom, we must…
The giants’ horde arrives
Esos días en que las hordas de gigantes no paran de asediar el hogar de los dioses son las jornadas en que más labura Thor y de los que más disfruta ver Loki recostado a sus anchas en uno de los cientos de divanes. Cuando los alaridos de las divinidades que se bañan en los estanques dan la señal de que esas huestes burlaron la vigilia de Heimdall, una sonrisa sádica en el rostro más diabólico del panteón de divinos señores hace ver que es necesario sacar las armas ante la amenaza que se cuela en los jardines. Entonces, los semidesnudos dioses corren despavoridos a los palacios y en medio del caos total dan vueltas y vueltas por el hall del Walhalla pidiendo ser salvados ante la vista atónita (y a veces impropia) del imperecedero de Odín. La comidilla de dioses que lo aconsejan respinga en unísono ante la noticia y examina por dónde fugar antes de que ‘la orden’ sea dicha. El magnánimo señor se rasca las barbas blancas por segundos infinitos que permiten a algunos escapar y que deja en ascuas a los aguerridos valientes que le son aún fieles. Con un asentimiento de cabeza, Odín elige al primero que es empujado por la bola de traidores y le ordena la gran tarea suicida de liberar al ‘arma secreta’. El hombre, tan viejo como el Ygddrasil pero ni un pelo arrugado como el dios de los dioses, mira angustiado a esos rostros indiferentes que silban a sus costados observando las manchas en el techo o en el piso y a esos pies que se asoman por debajo de las cortinas esperando atisbo misericordia. Sin embargo, Freyr, quien es el desafortunado elegido, no encuentra nadie de entre los presentes que sea más hombre y decida sacrificarse por la mancomunidad. Entonces, Loki con su suave voz se le aparece por detrás ofreciéndose a socorrerlo si a acaso un ‘pequeño’ intercambio de favores no suena mal. Una sonrisa cómplice y un gesto con la mano le animan a apartare del grupo.
─ ¿Ehh? ─ Detrás de una columna alejadísima de los demás y ese bullicio que contamina la sala, la transacción está tomando forma anómala. El dios urgido no capta bien el mensaje escueto y menos esas miradas hacia abajo con que el otro le indica lo que desea. Escucha que le habla sobre una curiosidad por probar el gran ‘tesoro’ que le diera el sagrado Orlog y el poderío legendario que no pocos hubieran visto en acción. «Déjame tomarlo» Mal entendiendo desde el principio, Freyr le sonríe socarronamente y le guiña un ojo mientras mueve un poco las caderas hacia adelante en muestra inequívoca de su absoluto consentimiento.
─ ¡¡La espada, bastardo!!
─ Habérmelo dicho antes, mi bien amado Loki. ─ El arma que cuelga del cinturón de cuero es la tan legendaria Fire Sword. Pareciéndole algo justo, el dios de la cosecha no escatima más en el asunto y decide que sea el otro quien vaya a despertar a la ‘bestia irascible’.
─ Será por un tiempo limitado, no te alarmes.
─ No, no. Síguele con toda confianza y no te preocupes. ─ “Más vale el pellejo propio que el ajeno.” El hermano de la más bella de las diosas Vanir le alcanza el acero y despide con la mano al peligroso hombre de ojos verde mirándole la retaguardia. ─ Ya habrá oportunidad para la otra.
─ o00o ─
La astuta deidad corre con celeridad por los pasillos de palacio arribando en poco tiempo al jardín delantero del Bilskirnir. Esquiva con maestría a los sabuesos encadenados y salta por encima de los guerreros ebrios y las mal llamadas doncellas que dormitan por el suelo. El olor a licor y herrumbre le hacen arrugar la nariz y un charco de algo turbio y dudoso casi le provoca un resbalón que logra impedir. Luego de cruzar semejante basural, divisa las puertas del palacete privado desde donde se escuchan los ronquidos estrepitosos de algo parecido a un oso. Con sigilo magistral, Loki se cuela por las puertas principales y se guía eficazmente con esos ruidos extravagantes. Cuando llega al umbral de las habitaciones del ‘salvador de todos’, inhala y exhala trece veces, cuenta hasta diez y se encomienda a Odín esperando que su plan sea lo suficientemente prolijo para no salir de allí descuartizado. Hace aparecer, entonces, un saco del que extrae algo parecido a una tela verduzca y larga. Se la envuelve por la cintura y viéndola lo bastante resistente vuelve a escudriñar dentro la bolsa. Saca una peluca, una bolsita de cosméticos y también un espejo. Mientras se los va colocando meticulosamente, se mira en el reflejo notando satisfecho que la piel porcelana intensifica el color rojo de los labios pintados, que las pestañas largas le hacen un bueno conjunto y la peluca de hebras doradas no le sienta tan mal.
“Sí, lo bastante complaciente y natural” Lanza una besitos al aire y ríe con nerviosismo sabiendo que ahí dentro o puede irle demasiado bien como para pedir auxilio o demasiado mal como para clamar por socorro. Sin opción a escoger, no pierde más tiempo y acomodándose los dos melones que simulan los pechos entra abriendo apenas la puerta. Dentro el ambiente, todo está a obscuras que acotando a las cosas regadas por el piso no le permiten ni siquiera estarse en pie. Su marcha lenta y de a gatas va mostrándole que en el suelo hay un propio misterio sin resolver. Sus manos palpan desde ropas de todo tipo, botas embarradas en algo viscoso, alimañas que se retuercen o corren al contacto y hasta la cara y los cabellos de, al parecer, algún cadáver putrefacto. Finalmente, y luego de la expedición mortal, su frente choca con algo duro que al tocar aparenta ser el borde de la cama. Loki sabe que la ‘cosa’ que duerme sobre la litera es millares de eones más fuerte que él y que si le cogiese por donde fuere, no lograría soltarse de sus garras tan fácilmente. Dubitativo aún, empieza a trepar por las sábanas hasta llegar muy cerca de lo que parece ser una formidable montaña que gruñe y ronca. Bordea por su izquierda y siente el olor del alcohol acentuarse más y más. Una botella oculta entre las mantas hace que resbale y estampe la cara en la almohada. Algo humedece su mejilla izquierda y suponiendo que es vino se la limpia con el dedo y se lo mete a la boca. ¡Uy! Eso que está en el cojín tan estrujado no es baba ni licor, no, no. “¿Qué habrá estado haciendo el cochino de Thor con este almohadón?” Los ojos de Loki se desorbitan ante el sabor algo amargo de aquel fluido corporal y los pelos se le erizan. El quejido lacónico de asco que se le escapa corta abruptamente aquel ruido infernal que el bulto inmenso producía mientras una parálisis sabotea todo su cuerpo. Un temblor en la superficie blanda y el peso descomunal de algo en la espalda le sepultan en el colchón. Hay un desabastecimiento del aire que le asfixia y existe una presencia escandalosamente dura y caliente que queriéndose hospedar entre sus piernas le hace retorcer con desesperación.
«Si el enemigo tiene pechos, pues a darle primero…» Thor habla entre sueños mientras sus manos hercúleas inspeccionan al cuerpo que mantiene en cautiverio ahí debajo. Las bodegas enteras que la noche anterior quedaron desoladas por el jolgorio con los einherjer le habían dejado en estado de medio muerto vivo o algo parecido. Puñetazos por acá o por allá son cosquillas que aquel dios zombi disfruta con la sonrisa boba en la cara y un bulto que crece más y más en el pantalón de pijamas. Un vaivén de caderas se inicia con forme algunos dedos metiches aprietan lo que en teoría es un seno bien firme y otros van reptando más abajo. “¿No querrá...? Por el jodido Orlog, ¡NO!” Mientras se ahoga y nota con angustia que si no hace algo ahí mismo pierde lo que va cuidando con recelo desde la cuna, el dios del engaño se arma de coraje e intenta incorporarse. «¡Ah! ¿De a cuatro? Por mi está bien.» El dios blondo lanza un gruñido grave y coge de las caderas a quien diablos esté estampado ahí abajo. No importándole quitarse y quitarle las ropas, apenas le eleva la cola y aproxima su extensión esperando atinar a cualquiera de las ‘dos’ entradas. La primera estocada choca con algo duro y frio… «Por ahí no...» La segunda vuelve a chocar con algo similar «¿Tampoco?» Sabiendo que la tercera es la vencida en todo se acomoda mejor y decide sujetarse de los hombros de la ‘mujer’. Loki, quien se mantuvo en alerta pasiva siente que una de esas manos lascivas se asoma y la muerde con todas las fuerzas que logra recabar. El dolor es lo bastante considerable y hace que Thor se repliegue atrás y despierte.
“Bruja que no grita y protesta, rasca y muerde” El gigante astuto y brujo salta de la cama y emprende la huida temeraria por entre las sombras de esa habitación desordenada. En esa edificación no hay nada que ver si uno quiere sobrevivir a la estampida que se acerca por detrás, una que barre con los trastes y gente que anda borracha por el piso y los demás cuartos. Lo que le falta a Loki, Thor lo tiene con creces. Y lo que a Thor no le conviene, a Loki le favorece. Esa agilidad con que se mueve pone a prueba a los torpes pies del dueño del Mjölnir; sin embargo, éste está lo suficientemente motivado para no dejarse ganar en la carrera y patea los ‘obstáculos’ con prolijidad escalofriante tomando la fuga como uno de esos juegos que a las mujeres tanto gusta. El cazador aumenta la velocidad de sus pasos conociendo de antemano que la esquina a la que se aproximan lleva a un corredor sin salida. Entre las 540 habitaciones de ese palacete resplandeciente y majo, por lo menos las primeras 27 son habitables mientras que las restantes están llenas de armas, son usadas como despensas de cuantiosos licores, todo tipo de quesos y embutidos o salones para bacanales.
─ No hay salida. ─ Se detiene en el borde mostrando los dientes y saboreando de antemano tener un buen aperitivo para iniciar el día, pero allí no hay nadie que le espere. Perplejo parpadea y entrecierra los ojos rascándose la nuca más un golpe por detrás le hace girar la cabeza. Loki le había lanzado un florero pero al ver lo poco que sirvió, no pierde tiempo y toma el camino de retorno.
─ o00o ─
─ ¡FREYR! ¡Señor de los pastos y los enanos!
─ Elfos, Oddy, Elfos. ─ El aludido envuelve en el dedo índice un mechón de cabello a modo de acumular calma mientras mira desolado que todo el salón está inundado en caos y lamentos de las víctimas de gigantes voyeristas. Aquel ambiente tétrico no es hogar en el que un Vanir de su estirpe se sienta cómodo, ─ y son cosechas no pastos.
─ Pues si vienen a ser lo mismo. ─ Se cruza de brazos y al segundo un escozor en el único ojo se le hace presente. Se gira y camina raudo hasta el pilar en donde se recarga el hombre de rizos y ojos ultramar ─ ¡¿Cuántas veces te he dicho que no me llames así?! ─ “¡¿Qué va a decir la gente?!” Eso es lo que teme el señor de las huestes zombis mientras se le aproxima tan junto que es capaz de contarle hasta las pestañas dobladas al Vanir desvergonzado.
─ Como unas ochocientas treinta y… ─ Comienza a caer en los efectos de la desconfianza al tener ese ojo pinchándole la conciencia tan cerca.
─ ¡¿DÓNDE ESTA THOR?! ─ grita lo más fuerte que puede, se calma unos instantes y le susurra después ─ si no llega, probarás la furia de mi lanza por donde mejor me plazca. ─ ¿Manipulación por medio de la intimidación? Sí hay algo que Loki tiene, a aparte de un cuerpo de muñeca y lengua de serpiente, son esos conocimientos en psicología de masas endebles que dicta en sus seminarios cada lunes y jueves.
─ Y-ya viene, mi señor. ─ A Freyr nunca le agradó la idea de ir abajo y menos probar el masoquismo con semejante utensilio. Se encorva prudentemente hacia adelante otorgando el poder al ‘señor’ y comienza a escanear con la vista por todos los lados menos a espaldas de Óðinn. ─ Sí, sí. Le aseguro que ya aparece. Es más, me atrevo a jurarle que vi por ahí una cabellera roja. ─ No solo Wotan es el que va a las charlas, pues no.
─ Así me gusta. Obediente y comedido. ─ Le estruja el cachete y le deja una palmadita en el ardor.
─ ¡¡Están por cruzar el Bifröst!! ─ Al instante, Frigg llega corriendo a las salas infestadas de angustia. El espectáculo de nudistas le obligan a taparse los ojos y mandando a sus doncellas a cubrir con sedas a los ‘impúdicos’, ordena a los sirvientes que descarguen fardos y más fardos repletos de sartenes y cucharones para el combate.
─ ¡¡NOOO!! ¡¡Sálvanos Thor!!
─ ¡Déjense de mariconadas! ─ El padre de todos golpea con una cuchara la cabeza de Baldr y llama a su gente reunirse en torno a él golpeando la sartén. ─ Aún cuando este sea nuestro fin, ─ la solemnidad está en su labia ─ nos encontrarán dispuestos siempre a la batalla. ¡Porque nosotros somos asgardianos, somos los dioses, carajo! ─ Y esa blasfemia del final, más que el discurso corto, logra apaciguar tenuemente esa agonía en las caras de los ciudadanos más importantes del Asgard dorado. Las valkyrjur, toman su armadura y sus lanzas armándose hasta los dientes mientras que los pocos einherjer que aguantan la resaca se encuadran. Ninguno, sin embargo, se percata de la sombra que entra como alma que lleva a Surtur en los zapatos y que se camufla por debajo de la túnica del bello Njördr.
“¡A caray!” Cuando intenta cambiar de refugio, Loki nota que la cantidad de telas ejercen un sortilegio de cadenas alrededor de él. Al tratar de desenredarse de ese bollo de enaguas, pierde la peluca y la pseudo vestimenta que traía como vestido. Fatigado de la huida y el pleito con los trapos, aprovecha la cantidad de combinaciones por todos lados y se comide a limpiarse el maquillaje. Coge de su fardo unas tijeras y corta las malditas telas en un dos por tres. Sale del laberinto sin ser notado y alisa su ropa mientras mira riéndose del espectáculo de los calzones al aire de un despistado dios del mar.
─ Y a las 5, 4, 3, 2 ─ gira la cabeza hacia la entrada hallándola tan pacífica como el cementerio de los mortales. ─ A las 5, 4, 3, 2,… ─ vuelve a contar pero nada se asoma aún ─ 1 y medio ─ nada de nada ─ 1 y un cuarto de medio. ─ ¿No se habrá perdido? ─ medio cuarto… ─ Los pies le escocieron y la duda le poseyó. De un parpadeo llega a las puertas y cuando intenta agarrar la cerradura una tremenda fuerza lo empuja cinco metros atrás. La bestia que entra al salón casi le pisa sino es por la agilidad con que se levanta; mas el sindicato de ultrajados apenas atisban las barbas rojizas del ‘animal’ corren ululando hacia él. A Loki no le gusta ser opacado y menos que la avalancha de nudistas lo sepulten bajo pies. Exorciza pues, a la masa descarada con un “BASTA” estruendoso que proviene de lo más profundo de su garganta y con unas llamas que chamuscan alguna que otra melena. Todos le observan incinerándose sin quemarse ni el bigote que carece que hasta el mismo Óðinn aparta la vista de sus ‘hijas’ vistiéndose.
─ Mi hijo, mi hijo. ─ se abre paso por entre las masas desoladas y le pasa un brazo por encima del hombro olvidando su pasatiempo morboso ─ que bien que llegas.
─ Has visto… ─ El dios del trueno, aturdido de ver a todos los presentes reunidos y que se le aglomeran al reconocerle en la puerta, no puede ver en donde diantres la mujer de los labios rojos se metió.
─ Todos te esperábamos. Mira como está nuestra gente. Esos jotun pervertidos volvieron a atacar.
─ La vi correr por…
─ ¡Ah! Ya jugarás al escondite luego. Lleva a nuestro ejército al Biförst con prontitud.
─ Es que…
─ Las tropas… ─ Baldr observa por un ventanal a las huestes de gigantes marchar por el puente arcoíris con esa rimilla grotesca que hace a más de uno recordar que puede caer en semejante barbarie de enfermos sexuales que es mejor tirarse al pozo de Mímir o perecer bien decentemente en manos de la vejez. Thor chasquea la lengua y hace su berrinche con la cara pero nadie lo toma en cuenta. Su madre está de viaje y su padre está más al pendiente en descubrir en dónde meten semejante cantidad de puñales las guerreras de poca ropa y pelo al aire.
─ Joo… ─ camina arrastrando los pies hacia la salida pensando en si podrá ver a esa mujer de los sueños otra vez. ─ Semejante beldad, y no me la pude ni follar…
To be continued...