Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ceniza por ShiroganeNikaido

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos n.n aqui les traigo el siguiente capitulo, mis disculpas si son algo cortos, estoy tratando de hacerlo dinamico nwn o un intento por lo menos.

Capítulo 2.

Ya eran dos semanas cumplidas desde la última vez que alguno de los chicos vio a Shirogane. Aquello empezaba a ser preocupante para todos, pero para Akira era exasperante. Ya había sido demasiado tiempo, más del que él podía soportar. Tomó un trago del jugo que tenía delante de él. Naranja, no era su sabor preferido pero era mejor que nada. Tenía que mantener la mente ocupada en cualquier cosa, pero claro, sus amigos se encargaban de devolverle la paranoia que traía esos últimos días.

—Master, ¿Shirogane aún no ha venido por aquí? —preguntó Aya, mirándole preocupada.

—No, él no ha aparecido por aquí...

—Ah~~ ¿dónde puede estar? —suspiró Kengo, sintiéndose algo deprimido.

—No creo que tengamos que preocuparnos por él, ya aparecerá —dijo tranquilo Kou, dándole una calada a su cigarrillo, aunque hasta él estaba empezando a mirar mal esta situación.

Los ignoró. Sólo era el mismo tema una y otra vez: ¿Dónde estaba Shirogane?

—Hey Kounii.

—¿Umm? ¿Qué pasa Ken?

—¿No habrá algún motivo para que no quiera estar aquí? Quizá el calor no le siente bien a las sombras.

—Ahora que lo dices, tampoco ha habido kokuchis desde que la temperatura empezó a subir.

El castaño repentinamente tuvo una ligera atracción hacía sus amigos al oír eso último, ¿Shirogane no aguantaba el calor? ¿Era algo así de simple? Sí era por eso, sólo por algo así de estúpido, no se lo iba a perdonar, los había tenido preocupados a todos solo por eso. Apretó los dientes, sintiendo de nuevo la furia de un titán, cosa que no paso desapercibida por sus amigos que, con cuidado, fueron tomando distancia de él.

«¿Entonces de quien eran las marcas en el cuarto?»

Se calmó de golpe. Ciertamente, no había mencionado a nadie de las extrañas marcas en su casa, aquellas que subían por la escalera, que llegaban hasta la toalla del baño y acababan en su habitación, cubriendo aquellas partes donde él siempre estaba. ¿Shirogane había estado en su casa? Sí, no… No había comentado nada ya que no sabía lo que pasó.

Recordó cierto detalle y miró por arriba de su hombro, sus amigos estaban en la otra esquina del bar, lo más alejados de él. ¿Se había pasado un poco quizá?

—Aki, ¿qué pasa?

—Nada.

Se levantó y salió del bar con rapidez, no quería terminar en un interrogatorio por parte de ellos, sólo quería volver a casa, jugar videojuegos o hacer lo que fuera. Sólo entretenerse y olvidar todo por un momento.

Caminó hasta casa, en silencio y entró de mala gana mirando alrededor, buscando a ver si por segunda vez aparecían las marcas en algún lado de la casa, al menos una pequeña.

«De nuevo nada».

Suspiró resignado, cerrando la puerta tras de sí, caminando lento dentro de la casa para ir a la cocina. Comería algo y se iría por ahí. Quizá esperaría un poco y agarraría a su tonto amigo para salir o lo que fuere. Cualquier cosa con tal de evadir el aburrimiento y la paranoia.

Fue lento, bastante lento, a la cocina para hacer alguna comida rápida y salir de casa lo rápido posible. No tardo demasiado en hacerse un sandwich y metérselo en la boca casi de un bocado. Miró de reojo aquella habitación, rebuscando detalles, algún indicio de que esas marcas habían aparecido de nuevo.

Gruñó sintiéndose estúpido, ni siquiera sabía de quien o que eran esas marcas. ¿Quién le decía que eran de Shirogane? Más bien, ¿qué importaba si eran de él? Si quería jugar así con todos, haciéndose el desaparecido y preocupándolos, perfecto. ¿Quería preocuparlo? Bien, ya lo había conseguido, aunque nunca lo admitiría delante de nadie. Pero estaba comenzando a desesperarlo, a volverlo paranoico, lo hacía sentir como un león enjaulado que caminaba impaciente dentro de su jaula, sin saber que iba a pasar.

—Ya está bien con esta mierda, Shirogane. ¡Ya vuelve maldita sea! —gruñó con molestia, como si así pudiese escucharlo—.Así ni siquiera puedo golpearte como se debe, ¡cobarde!

Maldijo por lo bajo y lo alto, diciendo todo lo que se le ocurría. Necesitaba desahogar esa furia impotente que tenía dentro de sí al menos un poco y con lo que fuera. Estaba harto de esa tontería, estaba demasiado acostumbrado a Shirogane. Y para su pesar, en ese tiempo que se conocían, habían llegado a tener una extraña amistad, una de las pocas que tenía y la cual no deseaba perder. Eran compañeros de batalla, amigos que hacían ciertas locuras cada tanto y, en cierta forma, eran ya un solo ser. No quería admitirlo, aunque una parte de su mente quería hacerlo gritar.

«Lo extrañaba.»

Jadeó, tomando bocanadas grandes de aire, ya cansado de gritar sin sentido. Los vecinos lo tacharían de loco si seguía vociferando como un demente a la nada. Tenía que calmarse o se ganaría un problema más, y con los que traía eran suficientes.

Se levantó de mala gana, terminó lo que había empezado a comer y subió a cambiarse, farfullando por lo bajo su suerte. Mira que tener a alguien tan excéntrico haciendo que pareciera loco porque se desaparecía medio mes.

Se detuvo al final de la escalera, sintiendo el barandal algo sucio, como arenoso. Levantó su mano, mirando aquello.

«Cenizas...»

Sintió la garganta seca y que un nudo empezaba a formársele en la misma. Cenizas otra vez, aunque en menor cantidad, pero ahí estaban de nuevo. Shirogane había estado ahí.

«No pudo ser otro.»

Casi de forma automática corrió a su cuarto, abriendo bruscamente. Miró dentro, buscando con detalle. Nada. Cuando volvió a la realidad, dándose cuenta de que estaba haciendo gruño, se molestó consigo mismo. ¿Qué manera de actuar era esa? Ahora si parecía un desquiciado a toda ley.

Apretó con fuerza sus manos. Tenía que golpear algo, lo primero que encontrara estaría bien, o al primero que encontrara afuera.

—Mierda... ¡cálmate! —se gritó a sí mismo, tratando de bajar su tensión—. Shirogane... ¡cómo te vea te mato! ¡Si te piensas que esto es divertido te informo que NO! ¡Ojala no vuelvas...! ¡Sombra idiota!

Se pasó una mano por la cabeza, acariciando las sienes con sus dedos, estaba ahí de nuevo, gritando como un maniático a la nada, sabiendo que Shirogane no le oía. Ni siquiera estaba en la casa, quien sabe si estaba en la ciudad o en el país. ¿Quién le decía que seguía en ese mundo? Aquella incógnita le hizo estremecer hasta los huesos. Shirogane estaba bien ¿verdad?

«¿Y si no lo está?»

Salió del cuarto dando un portazo. No quería ni pensarlo, pero su mente constantemente le hacía preguntárselo, ¿estaría bien? ¿Se habría enfermado? ¿Algo lo había hecho alejarse? ¿Estaba molesto por algo? Esa pregunta le rondo más que las otras, mucho más tiempo de que hubiese preferido. ¿Shirogane estaba enojado con él? Ciertamente tenían sus pleitos, unos más fuertes que otros, algunos hasta agresivos a punto de golpes, más de su parte, puesto que Shirogane sólo se dedicaba a esquivarle, pero nunca respondía tan agresivamente.

Entonces, ¿había llegado al límite de su paciencia con él? ¿Se había vuelto tan insoportable estar a su lado? Después de todo una y otra vez Shirogane le repetía sus sentimientos, sin ningún atisbo de duda en sus palabras. Más él nunca mostro interés alguno en tenerlo como novio o amante, como se le quisiera llamar. Era algo para lo cual no estaba listo.

«¿Entonces alguna vez si lo estaré?»

Su cara adquirió un color rojizo casi volcánico y bajo la cabeza, ¿qué mierda pensaba? NO era gay y Shirogane NO le gustaba, ni mucho menos lo quería más allá que como un amigo excéntrico, pero amigo al fin.

Sólo eso: amigos.

Estuvo largo rato repitiéndolo, una y otra vez hasta que su mente lo asimilara, ignorando que, al pasar por la puerta del baño entreabierta, se podían ver, unos suaves, brillantes, delicados y largos cabellos platinados en el suelo.

Un mes había pasado ya y todos sólo tenían un tema en la cabeza. Incluso Kou, que en cierta forma se había mantenido sereno hasta ese día, sobrepasando su «odio» hacía el susodicho faltante.

Nacía una verdadera preocupación por la sombra. Nunca antes se había ausentado por tanto tiempo sin dar una señal de que siguiera vivo. Era exasperante y frustrante el estar impotentes, sin poder hacer otra cosa que esperar. Esperar a que él regresara, tuviera o no una excusa por su larga ausencia. Simplemente que regresara y nadie lo cuestionaría en lo absoluto.

Incluso Kengo y Aya se habían pensado en lanzársele encima y ponerle un rastreador para que esto no se repitiera.

Un poco pasada de tuerca la idea, aunque no era mala. Esa sombra a veces hacia quedar al mejor mago de las desapariciones como un principiante en el arte. Shirogane se ganaba el primer puesto con creces.

Aunque ahora tenían una nueva preocupación: Akira.

Antes estaba algo paranoico, pero ahora parecía exaltarse hasta por lo más mínimo que le recordara a la presencia de la sombra. Un movimiento, un sonido, algún pequeño pero igualmente falso indicio de que había vuelto. Esto se estaba volviendo serio, lo del castaño rozaba muy cerca de la locura.

Pero no sólo eso, ahora se exasperaba y enfurecía con una rapidez casi relampagueante. Apenas un pequeño insulto o alguna molestia que sintiera le encendían al máximo de su furia y acababa dando paliza a todo el que se le cruzara en el camino, ya fueran alumnos o adultos. Y no siempre las cosas le iban bien a Akira, muchas veces terminó demasiado magullado, y de no ser que Kou le vigilaba no habría salido de esa. No con vida.

Escucharon la pequeña campana de la puerta sonar. Ahí pasaba el castaño, algo magullado y con un corte por arriba del ojo izquierdo. Kou fue el primero en acercársele a revisarlo. Akira ya hacía unos días había aclarado que pelearse con todo era una forma de «desahogar» la furia que le subía por la garganta como veneno.

El castaño era muy agresivo, mas cuando estaba furioso, pero aún así trataba de conservar la poca cordura que le quedaba para no lo desquitarse en sus amigos, a pesar que bastantes veces quería hacerlo y estuvo a punto.

—Aki, al menos llámame cuando vas a partirle la cara a medio mundo. Evitaríamos tener que andarte curando cada hora —suspiró, mirando y tocando suave la herida.

—Te dije que no necesito ayuda Kounii.

—¿Es que quieres terminar siendo un saco de huesos? —gruñó la chica, mirándolo lleno de moratones bajo la camisa.

Akira sólo le dedico una mirada fulminante. Bastante molesto era ya el dolor de los golpes como para que se lo recordara. Bien. Se la había buscado, eso ya lo sabía, pero no se arrepentía de nada. Peleando se distraía, mantenía su paranoia controlada y se descargaba aquella furia que le estaba comiendo la cabeza. Se sentó, mientras Master le atendía también, al menos no necesitaba de ese otro tipo de curaciones de él. Sería más doloroso que todos los golpes juntos.

—Bueno Aki, no parece que necesites más ahora, sólo no andes tan descuidado o al menos piensa que tu nii-san puede ayudarte cuando quieras —le habló tranquilo Kou, suspirando por lo bajo.

—Me lo pensare.

Se levantó una vez que estuvo curado y caminó a la puerta. No tenía mucho que hacer ahí, ya sabía lo mismo de siempre, y no quería que aquello volviera a él, estaba cansado pero aun muy frustrado y necesitaba una última pelea antes de irse a casa.

—¡Akira!

Dio media vuelta, encontrándose una imagen nada agradable de su compañera de clase y amiga de batalla. Ella ardía en una furia que hace casi un mes no veía. Finalmente el demonio Aya Susuno había resurgido de lo más profundo de su ser, y no estaba de buen humor.

Lo instintivo de Akira fue pensar en salir de ahí lo más rápido que pudiera, ya que delante de él estaba un pase directo al dolor definitivo. Sin embargo, su humor tampoco era el mejor. Si Aya quería pelea, se lo podría pensar muy seriamente. Después de todo, su cordura pendía de un hilo muy delgado.

—¡Ya es suficiente con esa actitud! —se acercó a él con paso firme y un aura asesina rodeándole.

—¿Qué quieres Aya? No estoy de humor —hablo el castaño, ocultando una mueca de terror al verla tan molesta.

—¿Crees que yo lo estoy viéndote así? —gruñó la azabache tomándole del cuello de la camisa escolar y jalándole a su altura—. ¡Ya deja esa tontería! ¡Vas a terminar muerto en algún callejón si sigues así!

—Tks... —volteó la cara molesto.

—Nhh, ¡No seas maleducado! —lo abofeteo varias veces.

Akira perdió el equilibrio y terminó sentado en el suelo de forma brusca, sintiendo el dolor punzante en ambas mejillas. Levantó la mirada iracunda hacia Aya, sintiendo sinceras ganas de devolverle los golpes, pero cualquier intento por levantarse se vio frustrado cuando sus ojos se posaron sobre los de Aya.

Estos irradiaban una furia mucho mayor que la suya, con creces.

—¡¿Qué demonios te pasa Aya?! —atinó a preguntar, apenas logrando que su voz no saliera más asustada que enojada.

—¡A ti que te pasa! Ya es suficiente con esa actitud lastimera —sentenció con molestia, sobando suave la mano con la que le había golpeado—. Si hay algo que de verdad te está molestando deberías decírnoslo, ¡no somos de piedra sabes! ¡No eres el único preocupado por Shirogane!

De repente se hizo un silencio sepulcral, como si aquel nombre mencionado hubiese traído la calma...

La calma que viene justo antes de la tormenta.

.

.

.

Continuara...

Notas finales:

Hasta aquí llegamos el dia de hoy nwn

Estare intentando publicar cada 9-10 dias un siguiente cap owo/ por esa razon dificilmente seran caps largos.

Aunque si tratate al menos que superen cierta cantidad de palabras nwn y espero que les guste como va.

Espero sus tomate...reviews Uowo/ para saber al menos si me odian nwn/ nos vemos la siguiente semana

Matta ne!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).