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De amor, locura y otras excentricidades por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del fanfic:

¡¡¡Bienvenidos a todos los amantes del FugaMina!!!

Este FF nació para la fecha. Y pues, las aclaraciones generales:

  • Es un FugaMina ( *----¬* )
  • Es un poco dramático, voy a ser absolutamente sincera en eso.
  • Sólo existe la mención de la muerte de un personaje, lean y averiguarán quien es.
  • Es una lectura ligera, corta. Pero creánme cuando les digo que puse mi corazón en ella.
  • Universo Alterno.

Les prometo que es para mi todo un honor el simple hecho de que estén leyendo esto.

Aún soy una novata que le queda mucho por aprender, así que tengan paciencia para conmigo, por favor ( ^^U )

Notas del capitulo:

Ahora, quiero que todos los fanáticos del FugaMina que le dieron click a esta historia, griten conmigo:

¡¡¡Amo el FugaMina!!!

( >0< )9

¡Es nuestro día, mi vida! ( >w< )

Bueno, en mi país faltan unas pocas horas, pero...

En la tierra que vio nacer a Kishimoto, en la tierra en la que nace el Sol, ya es Miércoles 16 de enero.

¡Así que voy a gritar, saltar y bailar hasta que deje de serlo en el último rincón del mundo!

¡Celebren ustedes también!


Y lo de siempre... Sólo la trama es mía. Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Masashi Kishimoto. Todo es hecho sin fines de lucro, no recibo ninguna remuneración por ello. Hecho únicamente por y para fans.

Perdonen todos los errores de ortografía, redacción, narrativa y semántica que encuentren. Me esfuerzo revisando los detalles, pero siempre se me escapa algo o mucho.

Sin entretenerlos más tiempo...

¡Disfruten!

 

De amor, locura y otras excentricidades.

 

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”.

Oscar Wilde

 

 

—Eres tan bastardo como te recuerdo —dijo Minato al mirar a la persona frente a él, sentado en la barra de un bar que se había encontrado de camino a casa.

—¿Así es como quieres recordar los tiempos de antaño? ¿Insultándome? —objetó Fugaku, pidiéndole al cantinero que volviera a llenar su vaso.

—Creo que también lo hacía en esos tiempos, si mal no recuerdo —se defendió el otro mirando su trago, sosteniéndolo con su mano mientras lo hacía bailar distraídamente.

—Sigues igual de idiota como te recuerdo.

—Te equivocas como siempre, Uchiha. Tengo un CI alto, me hice una prueba en Internet hace unos días —puntualizó el dueño de los ojos azules, azotando el pequeño vaso sobre la superficie de la mesa después de beber su contenido.

—¿Y por qué hiciste eso? —se extrañó el dueño de los ojos negros, terminando un trago y empezando el próximo.

—No lo sé, mi hijo me lo pidió.

—Es un chico peculiar, definitivamente. Yo también lo haría si fuera él —comentó uno, decidiendo no apurar el siguiente.

—Es especial, no lo puedo negar —afirmó el otro con una sonrisa de orgullo, un poco descompuesta.

—Eres muy afortunado —le felicitó el moreno observando a su compañero muy detenidamente e intentando descifrar su lenguaje corporal, incluso imaginándolo momentáneamente en su rol de padre.

—¿Por qué lo dices? —preguntó el rubio con tono ausente.

—Dijiste que tu hijo era especial.

—Eso no es un sinónimo estricto de “bueno”.

—Entonces —dijo Fugaku sin saber con exactitud de que manera proseguir—, ¿hay algo malo con él?

—Nop, él está bien —aseguró Minato tragando de sopetón su tequila y agradeciendo la quemazón que arrasaba su garganta. Para sorpresa del Uchiha, hasta su vaso fue arrebatado de su mano y bebido por el Namikaze.

—Tú no lo pareces —dijo el mayor con honestidad y sin ningún ánimo de ofender, sino de hacer que su amigo expulsara la pena que lo carcomía. Alguna debía hacerlo, estaba en un bar al fin y al cabo.

—Fugaku… ¿Cuántos hijos tienes? —preguntó el menor repentinamente, apoyando su codo en la mesa y sosteniendo su cabeza ladeada con el dorso de la mano, viéndolo con expresión cansada.

—Dos —contestó, recordando que la conversación podría tornarse surrealista. El alcohol nunca se llevó  muy bien con su amigo.

—¿Y qué te dice la gente a ti con respecto a ellos? —continuó Minato, puntualizando el hecho de que quería su perspectiva del asunto.

—Que soy afortunado por tener dos hijos prodigios —el interrogado decidió seguir el juego. ¿Qué mal podría haber en ello?

—¿Tú cómo te sientes respecto a eso?

El moreno se asombró con la pregunta por lo que se permitió unos segundos para inspeccionarse a sí mismo y contestar con honestidad.

—Perdido —esbozó una mueca amarga.

—¿Por qué?

—Porque me siento inútil. Ambos son genios e independientes, muy a su manera —el moreno se asombró el doble al escuchar en voz alta los pensamientos que había estado enterrando en las profundidades de su mente—. Son tan inteligentes que los  supuestos superdotados que están en las universidades, vanagloriándose de sus habilidades, parecen un montón de ineptos.

—¿Y qué te preocupa? —se extrañó el rubio, enarcando una de sus cejas con interés.

—Que como padre no tengo ni idea de lo que están pensando. Han rechazado todas las becas que les han ofrecido…

—Increíble —opinó el primero, olvidándose de la bebida que el cantinero acababa de rellenar.

—¿Extraño, verdad? Itachi parece que tiene un complejo de mártir. Ya terminó los estudios (¡y es tan joven!) y lo que quiere es unirse a los Cuerpos de Paz —dijo el segundo de corrido, mesándose el cabello que tenía entre sus manos—. Sasuke por su parte creo que está interesado en la milicia y está en la edad en la que debería empezar a interesarse por las chicas.

—¿Qué edad tienen tus hijos?

—Sasuke tiene trece e Itachi ya tiene dieciocho —dijo como si eso explicara toda su desazón.

—¿Y nada?

—Nada—repitió Fugaku con énfasis—. A veces me gustaría que alguien me dijera lo que tengo que hacer con ellos.

—Ser padre no es fácil.

—Dímelo a mí.

—Me parece que te enviaron al banquillo muy rápido. Tan rápido de hecho, que no te dieron tiempo para disfrutarlos —dijo Minato con mucha comprensión inundando sus pupilas.

—¿Y tú? ¿Qué sucede con tu chico especial?

El rubio guardó silencio, así como lo hizo otrora el moreno.

—Los maestros dicen que es revoltoso, hiperactivo, difícil de manejar. No tienen paciencia con él —pronunció con un pesar creciente que logró transmitirse a su acompañante—. Dicen que no le dedico el tiempo necesario.

—¿Es cierto? —debido a la interrogante recibió una mirada de exasperación suprema.

—Tal vez, pero no es lo único. Se comporta así no por mí, sino porque apenas han pasado seis meses desde que perdió a su madre —se lamentó Minato escondiendo el rostro entre sus manos, dejando al escucha patidifuso con la noticia—. ¿Quién no se daría cuenta de que eso trastorna el mundo de un niño?

—¿Kushina…?

—Si —atajó el menor antes de que el verbo fatal fuese dicho.

El mayor quiso decir que lo sentía, que realmente lo lamentaba y que le ayudaría en lo que pudiera pero su personalidad era en extremo lógica y elementalmente realista como para hablar incoherencias como esas.

—¿Tú… estás bien? —fue lo que atinó a decir.

—Más o menos, viene y va —respondió el ojos-azules con honestidad, quitando las manos de su cara, cruzando los brazos y revelando unos ojos enrojecidos tenuemente—. Mikoto asistió al funeral ¿Por qué no te vi?

—Porque llevamos divorciados dos años —explicó el Uchiha con palabras veloces, intentando concentrarse en su amigo y de no ahondar en ese tema.

—Lo siento —dijo Minato con verdadero sentimiento de pena, causando en el ojos-negros un arrebato de ternura al ver y recordar lo poco egoísta que era su amigo.

—Tranquilo, ya no me duele —bromeó con un toque de cinismo.

—¿Pero qué pasó? ¡Ustedes eran la pareja perfecta!

—Supongo que olvidamos algo en el camino. Mikoto siempre fue mejor madre que esposa. Es espléndida, no me malinterpretes; fui yo quien dejó de luchar —habló Fugaku con un tono ligeramente sombrío. Sacudió su cabeza, tratando de no pensar en asuntos que había decidido dejar atrás—. ¿Cómo se lo está tomando Naruto?

—Como todo niño de doce años lo haría: muy lento y con muchas complicaciones —afirmó el padre del recién nombrado—. La extraña, siempre la quiso más a ella.

—Es el privilegio de ser mamá.

—Exacto —rió el rubio con amargura al concederle la razón—. Me siento un poco desorientado, él también. Es decir, no sabemos hacer otra cosa que no sea ramen.

—Son mágicas.

—¡No son humanas! —alabó con impresionismo—. Él sabe que estoy ahí para cuando necesite de mi ayuda, eso lo tiene muy claro —explicó con un deje de tristeza—. Pero ella… es irreemplazable.

—¿Él se parece a ti?

—Es rubio, con los ojos azules —Fugaku no pudo evitar imaginárselo—. Tiene marcas de nacimiento, tres rayitas en cada mejilla; Kushina decía que era de parte de su familia. En todo lo demás, es idéntico a ella.

—Es cierto que los niños se parecen a la mamá —murmuró el moreno pensativo.

—¿Tus hijos no se parecen a ti?

—Itachi un poco, Sasuke es una copia en versión masculino de Mikoto.

—¿Sasuke? —repitió Minato desconcertado, llamando la atención del padre del aludido—. ¿Sasuke Uchiha?

—Si, yo le puse el nombre… ¿Hay algo malo?

—Hay un chico en el colegio que saca de sus casillas a mi hijo —empezó a narrar el menor con un brillo inquietante en su mirada—. Dice que el chico luce un peinado de papagayo, es arrogante, altivo, el alumno perfecto y todos los días pelea con él. Y su nombre es Sasuke.

—¿En serio? —inquirió el mayor ocultando con trabajo una prepotente sonrisa.

—¿Te suena familiar? —dijo Minato con nostalgia.

—Claro que si, pasabas diciéndome lo mismo todo el tiempo —Fugaku estaba verdaderamente divertido con el pequeño descubrimiento. Sus hijos se parecían más a ellos de lo que creían—. Creo que mi hijo también ha mencionado a alguien que lo desespera, que es hablador y con la energía de una bomba atómica.

—Suena como mi Naruto —admitió el Namikaze riendo alegremente por primera vez en toda la noche.

—Curioso ¿no? —comentó sin despegar los ojos de la risa de Minato, sintiéndose feliz a nivel subconsciente de haberla causado.

—Te apuesto que si tuviera un hijo de la edad de Itachi, también pelearía con él.

—Ni siquiera lo dudo… Realmente la extrañas ¿verdad? —el cambio de tema era brusco, pero por ello se podía garantizar la sinceridad de la respuesta.

—Si —corroboró justo como esperaba después de un momento—. Sobre todas las cosas, extraño su apoyo como amiga.

—¿Qué quieres decir?

—¿Cómo le llamas a la situación en la que uno de los dos comete error tras error y la otra persona simplemente lo soporta y sigue a tu lado?

—¿Amor?

—Matrimonio —escupió el rubio desconsolado, volviendo a fijar su atención en su bebida—. Kushina siempre fue muy fuerte y yo no me cansaba de repetirle que no podría hacer las cosas bien sin ella. No me equivoqué.

—Es el alcohol hablando por ti, pero dejaré que continúes —le hizo notar el moreno.

—¿En serio quieres escuchar la cháchara de un pobre viudo?

—No, quiero ayudar a un amigo.

Tsk… Tan insoportablemente perfecto —le picó el ojos-azules al darle un golpecito en el hombro—. Pues si lo que quieres es que me libere, ten la seguridad de que no querrás que lo haga con público presente —de una cabezada, señaló las personas que estaban en el bar.

—¿Cuál es el problema? —quiso saber el ojos negros.

—Con los tragos que ando encima, considero que no será difícil que me convierta en una magdalena.

—No hablas en serio.

—¡Por supuesto que lo hago! ¿Cómo osas dudar de la veracidad de mis palabras? —su expresión comenzaba a ser cómica.

—Creo que es hora de que sepas que nunca te he tomado en serio —picó por su parte Fugaku, pidiéndole al cantinero la cuenta de su consumo.

—Eres malvado.

—Sólo lo necesario.

—¿Nos vamos?

—¿No es eso lo que quieres?

—Como digas —dijo el otro rendido, sacando su billetera para pagar lo suyo.

Una vez terminada la pequeña transacción, los dos hombres salieron del bar y caminaron por la acera.

—Me estaba preguntando como llegaste aquí —dijo Minato al abrigarse el cuello con la solapa de su chaqueta debido al frío de la época que calaba hasta los huesos.

—Vagando un poco —respondió Fugaku con sencillez—. Buscaba una distracción, me imagino.

—Me encontraste a mi.

—¡Qué suerte tengo! —ironizó el más alto—. ¿Tienes alcohol en tu casa? —el Namikaze con evidente pesadumbre negó con la cabeza—. Entonces no te molestara venir a mi casa —ofreció el moreno, más paciente y cordial que de costumbre para su pasmo.

—¿Vives solo? —el más bajo, a pesar de las aclaraciones, trató de manejar el tema con precaución y posiblemente con fineza.

—La mayor parte del tiempo; mis hijos me visitan los fines de semana.

—¿Casa grande?

—Nos alcanza.

—¿Tienes auto?

—No.

—¿Vives cerca?

—¿Esto es un interrogatorio? —Fugaku se sintió un poco incómodo con los ojos del otro tan fijos en su humanidad, qué decir de su atención.

—Quiero saber cuánto debo caminar —se excusó el inquisidor con voz afable y bromista.

—No es mucho, despreocúpate… Espera —saltó reparando en un detalle—. ¿No deberías volver a tu casa?

—¿No me quieres, Uchiha?

<<Esa es una pregunta de doble filo>> pensó Fugaku con instinto receloso antes de contestar:

—Quiero saber si hay alguien que te espera.

—No, hoy fue a casa de su padrino. Le encanta pasar tiempo con él, dice que lo entrena.

—¿Padrino?

—Jiraiya.

<<Dios cuide a ese niño>>

Lo que restaba del trayecto se deslizó en silencio. Ese tipo de silencio señorial pero cómodo. La comodidad que comparten dos personas afines, conocedoras del laberíntico manicomio que es el mundo, conscientes de la presencia del otro.

Al entrar al amplio departamento del moreno, Minato comprobó que era el típico hogar de un hombre soltero: muebles sencillos, con una solitaria mesa, sin sillas en la cocina, una computadora portátil, un dormitorio con una cama grande y un armario diminuto y otros cuartos. O por lo menos, era el hogar de un Fugaku soltero.

—¿Cerveza?

—No, mejor tequila… si tienes —corrigió el rubio, que fue víctima de un vistazo irritado.

—Bien —se resignó el moreno que lo condujo a la cocina y le mostró un refrigerador (con aspecto de valer unos buenos billetes) especializado en conservar vino.

—Muy preparado —le felicitó el menor, tomando una botella que llamó su atención y sacándola para examinarla.

—¿Vas a continuar? —preguntó Fugaku con el sacacorchos en la mano, tomando la botella de vino y destapándola. Sus ojos escrutaron el semblante del encuestado, que era indescifrable en esos momentos.

—¿Qué quieres decir? —dijo en un intento fútil de desatenderse.

—Sabes exactamente qué quiero decir —persistió el mayor, dejando a un lado el vino y jalando por el brazo a su amigo, tratando de poder establecer contacto visual.

—Estoy bien, déjalo estar —insistió Minato, rehuyendo una vez más de ese tema de conversación.

—A juzgar por lo que… —el Uchiha se calló de súbito al ver dos lágrimas correr por las mejillas del rubio, mientras éste tragaba saliva y luchaba por detenerlas.

Fugaku dio los dos pasos que lo separaban de él y cerró la distancia entre ellos al envolver su cuerpo en un abrazo. El otro se removió al principio, pero luego decidió relajarse al cerrar los ojos, apreciando los gestos rudos pero automáticos del mayor para atender las señales. No había necesidad de hablar, el entendimiento mutuo decía más de lo que las palabras podrían alguna vez expresar.

Minato dejó caer su cabeza, escondiéndola en la curva del cuello del moreno, logrando tapar parte de su rostro y que la luz que se filtraba por la ventana de la cocina recubriera con claridad mortecina sus cabellos de oro. Uno de sus dedos rozó sus pómulos, dejando aún la sombra de las primeras lágrimas que murieron en la suave línea de sus labios.

No lloraba a lágrima viva, eso era exagerar. Apenas goteaba, pero cada lágrima era una señal inequívoca del dolor contenido durante largo tiempo.

Permanecieron así, con las cabezas apoyadas una en la otra y los oídos apenas captando los gemidos ahogados del menor, que cobraron fuerza debido al refugio que representaba el abrazo. El dueño de los ojos azules se sentía desorientado, más que nunca y necesitaba de alguien que lo sostuviera, sólo por esta vez. Envolvió los brazos alrededor del moreno y dejó salir sus emociones encerradas. No sólo por hoy, si no por lo que venía encarcelando en la prisión de su ser maltratado desde hacía tantos años.

El silbar de viento, haciendo crujir los árboles y tejados, era lo único que interrumpía el silencio.

Fugaku lo sostuvo un largo tiempo. Su mente le gritó. Cada centímetro de su cuerpo le gritó besar a Minato, tomarlo en ese mismo momento. ¡No podría creer lo bien que se acoplaba ese cuerpo al suyo! Es que parecía diseñado para ser estrechado por sus brazos. Sin embargo, no se atrevió a dejar que el pensamiento volara en su mente por mucho o dejar que la lujuria tomara el control. Apreciaba el dolor ajeno como si fuese el propio. No era un canalla que se aprovecharía de eso.

—Quiero ayudar —murmuró el ojos-negros—. Pero no sé como puedo…

—Ya lo haces —fue la respuesta de la voz tensa de su prisionero que detuvo su oración.

<<Estás aquí, justo cuando te necesito…>> meditó Minato para sus adentros, atreviéndose a mirar hacia arriba y separarse mínimamente de la caricia reconfortante.

—¿Te sientes mejor? —inquirió el Uchiha sin darse cuenta del significado de su mirar tan distintivo. No mostraba una tristeza fingida o forzada, no brillaban sus ojos de miedo o lástima.

Vio con sorpresa a Fugaku otorgándole una mirada de cariño. Tenía unos ojos increíblemente penetrantes y hermosos. ¿Siempre habían sido así? Porque hasta ahora se daba cuenta. Y la verdad, era la primera vez que los tenía así de cerca para tener la oportunidad de contemplarlos con minuciosidad. Ese mirar generoso lo golpeó.

Minato se levantó un poco más, estableciendo una mayor separación entre ambos que le permitió encararse adecuadamente. No le paso desapercibido el hecho de que el otro aún lo sostuviera fuertemente, sin ninguna intención de separarse. Sonrió débilmente y elevó su mano hasta colocarla en el pecho contrario, impresionándose en el instante que notó sus latidos presurosos, casi arrítmicos.

Asustado por lo extraña de su posición y con el temor de que Fugaku pensara mal de él quiso retirar su mano, pero entonces otra atrapó la suya y la mantuvo en su lugar.

—Fugaku…

—Shh…

Más que verlo, sintió al moreno respirar hondo y presionar su mano contra su corazón que latía tres veces más duro que antes. El rubio parpadeó y frunció el entrecejo, con la confusión escrita en su cara.

—¿Fugaku?

El susodicho no respondió a la llamada y por el contrario presionó su frente con la del menor. De inmediato vio el abismal anhelo que apareció al acecho en esos ojos de mar.

—Todo estará bien, lo prometo —dijo el mayor en medio del misterio que los envolvía.

—No es cierto —repuso Minato, acercando sus rostros—. No es eso lo que quieres decir.

—Entonces… ¿Qué es? —le retó el Uchiha con una sonrisa de medio lado.

—Lo que de verdad quieres decir es que todo empeorará… Pero tú estarás conmigo cuando eso pase.

 

El beso que le siguió a esas palabras no era entusiasta ni caluroso.

No era el tipo de beso que sale en las películas cuando los dos protagonistas se encuentran y se dicen con cada caricia “Ahora todo está bien”, para luego dejar caer el telón y mostrar las palabras finales que prometen un perpetuo feliz porvenir.

Claro que no.

Era el tipo de beso que se desencadena luego de albergar un amor sin límites del cual no se tenía ni el más mínimo conocimiento. Un beso colmado de querencia.

Era apenas un arrullo delicado de beso, pero cada leve roce prometía de ellos mucho más.

El tipo de beso compartido entre dos almas que se han anhelado a través de los tiempos y que se han reencontrado bajo el resplandor nacarado de la luna.

El tipo de beso que decía: 'No. No estoy bien y las cosas tampoco lo están. Pero serán mejores de lo que fueron antes.'

No obstante, era eso lo que realmente necesitaban.

 


 >>: << >> FIN << >>:<<


 

Notas finales:

Espero de todo corazón que les haya gustado y que les haya hecho pasar un rato entretenido.

Hice mi mejor esfuerzo escribiéndolo. Este día es muy importante para mi y mi amiga, y sin ella... yo no sería lo que soy.

Como siempre, acepto críticas constructivas, correciones, demandas, quejas, sugerencias, tomatazos, abucheos... Con tal de que no contenga insultos todo estará bien.

Y por supuesto: acepto saludos, felicitaciones, alguno que otro aplauso o palabra gratificante para esta pobre novata.

Otra cosita... No importa si pasan diez años desde que publique este FF. Si dejan rr, tengan por seguro de que yo los contestaré... ( -_- ).

Esperando decirles hasta pronto, se despide su no tan humilde servidora...

ItaDei_SasuNaru fan.


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