A partir de ese día se hizo costumbre que todos los viernes Suzuki acudiese al café bar, le pidiera a Shiroyama que lo sorprendiera con alguna nueva bebida que elevase sus de por sí ya altos niveles de cafeína diaria y tomándola a sorbos pasara el rato mientras esperaba que la actuación de Ruki en el escenario terminara. Más tarde, Ruki se sentaba junto a él ya sin el maquillaje ni las ropas de la presentación y le exigía alcohol a Yuu mientras el otro bufaba y le recordaba entre obscenidades que él era barista y servía únicamente café.
Las primeras noches las conversaciones siempre versaban sobre lo mismo: El fenómeno del ASMR en Ruki, Reita no podía evitar sentirse intrigado. Cumplió su promesa sobre investigar acerca de ello. Sin embargo, Ruki también había mencionado la sinestesia y era un tema que francamente no comprendía.
—Lo intentaré explicar de la mejor manera que se me ocurra para que no suene como una alucinación —dijo Ruki riendo— Supongamos que algunas palabras no vienen acompañadas únicamente del sonido o el significado que poseen, si no de otro estímulo que correspondería a otro sentido y usualmente no tiene nada que ver. Es algo así, solo que no sólo con las palabras si no con cualquier estímulo.
—Sigo sin entenderte en absoluto— Reita tenía ganas de fastidiarlo en parte, pero para ser honrados era cierto, aquello le parecía una locura.
—Te lo diré con un ejemplo—A Suzuki le parecía que el chico tenía paciencia de santo, si él se encontrara en su lugar usaría palabras dignas de un mafioso de bajo nivel en cuanto le pidieran repetir la explicación— digamos que la palabra “alma” me parece de color azul, o que “Whisky” me da una sensación de calor... independientemente de si lo estoy bebiendo o no. ¿Entiende por dónde va mi punto?
—Dijiste que te esforzarías porque no sonara como si alucinaras, pero acabas de fracasar miserablemente—Las carcajadas del cantante resonaron por el local y Yuu les dirigió una mirada poco amable desde su barra. Ruki solucionó magistralmente la situación saludándolo con toda la amabilidad de su dedo medio.
—Lo siento, di mi mejor esfuerzo — Dijo cuando terminó tan amoroso intercambio de gestos.
—Sinestésico y con capacidad de experimentar ASMR, Eres toda una joya ¿No?
Akira esperó que el comentario ofendiese al contrario, sin embargo, Ruki simplemente se limitó a sonreír.
—En realidad todos somos sinestésicos, Suzuki-san. En mayor o menor grado, es un poco como la cuestión de los colores cálidos y fríos. Por ejemplo, si usted toca un color u otro, en realidad no existe un cambio de temperatura real ¿No es así? O cuando menos, no uno de importancia. Sin embargo, si se encuentra acalorado después de un arduo día de trabajo es muy probable que la sensación que experimente no sea la misma si llega a una habitación pintada de azul o a una pintada de rojo. Le doy este ejemplo porque es usted ilustrador y seguramente conoce mejor el comportamiento de los colores que yo-Concluyó Takanori con una risita.
— ¿Y que más te sucede?, ¿Ves colores cuando cantas o similares? —Su tono era burlón, pero realmente estaba interesado.
—Algo por el estilo, hay veces que las canciones me remiten a un color, pero lamentablemente todavía no puedo escuchar colores como Scriabin.
Matsumoto no dejaba de impresionarlo, empezando por que no tenía ni la más mínima idea de quién cojones era Scriabin.
— ¿O sea que hay más gente como tú? — Se fingió aterrorizado.
— ¿No le acabo de decir que todos somos sinestésicos? ¿Ha leído alguna vez metáforas del tipo “La blanca tranquilidad” o similares? ¿No le suena un poquito familiar después de lo que le acabo de contar? Hay muchísimas metáforas sinestésicas en la literatura.
—Estás chalado — le dijo Akira revolviéndole cariñosamente el pelo —Tú y toda tu gente, pero eso no te quita lo adorable.
Pasaron un buen rato dentro de un cómodo silencio, Ruki tarareaba de vez en cuando alguna melodía y la acompañaba haciendo ruido con sus zapatos. Hasta que a Akira se le vino a la mente una duda muy boba.
— ¿De qué color es mi nombre?
—Esa es una pregunta muy rara —Takanori tenía el entrecejo fruncido — Y su nombre no es de ningún color, es Suzuki Akira y nada más…pero Reita huele a vainilla— Susurró avergonzado.
—Me estás jodiendo, enano. Además a mí no me gusta la vainilla.
—Pues mala suerte para usted, porque a eso huele el seudónimo que eligió.
— ¿No pudiste encontrarme un aroma más varonil? —Dijo Akira después de unos instantes en silencio.
—No me obligue a usar los mismos modales que tengo con Yuu para con usted— Le respondió con una sonrisa de oreja a oreja.
—Entonces, Sinestesia. Tienes complejo de superdotado ¿No?
—Puede ser, pero no exactamente del cerebro.
—A mí me lo demuestras, enanito cantarín, no basta con que me lo platiques— Takanori hizo el ademán de ponerse de pie y desabrocharse el pantalón— Era broma — Se apresuró a añadir, y atajó el tema preguntándole por unos curiosos vídeos de gente susurrante que encontró en su ardua búsqueda en la red sobre el ASMR.
—Es una herramienta, pero no a todos les funciona— Le dijo Ruki, cuyos pantalones volvían a estar en su lugar.
— Me parecen increíblemente perturbadores ¿Tú lo has hecho alguna vez?
Matsumoto se ruborizó, la respuesta era obvia.
—Cuando no puedo dormir… me resultan bastante relajantes y me ayudan a tener sueños agradables.
—Parecen un fetiche extraño y enfermo, justo como tú— Su comentario le sacó una sonrisa a Ruki.
—Alguna vez leí que era más fácil justificar un vídeo pornográfico que uno donde vez a alguien susurrando incoherencias o provocando chasquidos —Akira se mostró mentalmente de acuerdo con ello. Para él tenía más sentido imaginarse a Ruki mirando a una rubia con un par de bellos... atributos, que observando completamente embelesado a una chica construyendo con toda la parsimonia del mundo un castillo de bloques mientras hablaba en susurros. Es lo que haría un hombre normal, ¿No? Cuando menos, el sí lo haría si le dieran un día libre en su trabajo.
—Deberías intentar hacer un video así si es que te gustan, tu voz es bella y seguro lograrás relajar a alguien —A mí, por ejemplo, completó mentalmente.
Desde que había conocido a Matsumoto todo parecía seguir un cauce natural y espontáneo, las cosas parecían ocurrir en el momento justo y no en otro, como cuando después de unos meses, por toda declaración amorosa Takanori lo arrinconó en un callejón y lo besó como si su vida dependiera de ello, dejándole bien claro que se había enamorado de él. O cuando notaron que el cantante pasaba más tiempo en casa de Akira que en la propia y tenía tantos objetos personales en el domicilio del ilustrador que resultó más fácil transportar lo poco que quedaba en el departamento del cantante que regresar las cosas a la antigua vivienda de su dueño.
El ritmo de vida de cada uno era absolutamente diferente, Reita estaba siempre bajo presión constante, dormía muy tarde y su día iniciaba muy temprano. En la mañana se zampaba como si fuera cualquier cosa taza tras taza de café de manera casi mecánica hasta que después de la cuarta despertaba y salía corriendo directo a su trabajo; Takanori, por otro lado, también dormía tarde después de llegar del bar, pero estaba acostumbrado a despertarse hasta bien entrado el medio día y a tener toda la tarde libre, a veces componiendo nuevas canciones, a veces llamando al café bar y haciéndole bromas telefónicas a Yuu.
Ruki intentó hacer partícipe de su afición por los videos para provocar ASMR a Akira, sin embargo, a éste se le crisparon los nervios a los cinco minutos de escuchar gente susurrando tonterías, ¡Por todos los dioses, tanto silencio era antinatural! ¡Que alguien viniera e hiciera escándalo, por el amor de las deidades!
—Podría patear a tu chihuahua y averiguar si me produce alguna sensación auditiva también— le había dicho, y se ganó que una revista le aterrizara en la cara. Taka era sobreprotector hasta límites insospechados con su pequeña mascota.
Pese a todas las diferencias de estilo de vida y personalidad, habían encontrado puntos en común que hacían sus días más felices. Reita amaba que Takanori se sentara a un lado de su restirador y lo observara dibujar con esa expresión que ya conocía tan bien, día con día descubría que eran varias las circunstancias que podían desencadenarle ASMR y que incluso el cantante ignoraba, Había descubierto, por ejemplo, que si le acariciaba lentamente el cuello Takanori se quedaba inmóvil y relajado para caer profundamente dormido tan sólo unos minutos más tarde.
Reita podría parecer escéptico, pero a diferencia de Ruki, era el tipo de persona que adopta con mayor facilidad una explicación espiritual ante un fenómeno que no comprende en vez de intentar entender el intricado funcionamiento del cerebro humano. Las cosas estaban bien de ese modo, quizá nunca podría comprender aquello que Takanori experimentaba y algunas veces las manías y aficiones del menor alteraran sus –de por sí ya rotos- nervios. Aun así, le gustaba pensar que era él quien causaba emociones tan intensas e indescriptibles en Takanori, se había acostumbrado tanto a esa pequeña locura casi cotidiana que sentía una profunda conexión con Ruki, incluso más allá del contacto físico.
Esas eran las circunstancias que creaban una atmósfera increíblemente íntima entre los dos.
La víspera del verano se acercaba y Ruki aprovechó para visitar a su familia. Reita por su parte lucía como si en cualquier momento fuese a caer dormido, el número final del manga en el que trabajaba se acercaba y la cantidad de estrés aumentaba de manera alarmante, llevaba varios días sin dormir y no recordaba exactamente hace cuánto tiempo había comido.
Matsumoto llegó a casa ya bien entrada la noche, se sorprendió al encontrar las luces apagadas. Con una ola de pensamientos funestos (Cada uno mucho más grave y catastrófico que su predecesor) entró sin hacer ruido a casa.
El lujoso Gucci que le había costado el salario de varios meses quedó tirado de cualquier manera y todo su contenido se dispersó por el azulejo de la estancia; Akira estaba hecho un ovillo en el piso de su estudio, temblaba levemente y estaba bañado en sudor frio.
Con dedos que de repente se habían vuelto increíblemente torpes, deshizo el nudo de la ridícula cosa que Akira se ataba en la cara, abrió de un tirón su camisa y le tendió una bolsa de papel, instándolo a respirar dentro de ella pero Reita la apartó con un manotazo. La impotencia se reveló a manera de un nudo con sabor amargo en el fondo de su garganta, pero no era él quien podía darse el lujo de perder la cabeza.
Matsumoto también estaba asustado pero controló rigurosamente su respiración y se esforzó por mantener sus manos firmes cuando tomó las de Akira entre las suyas, le pidió que respirara junto con él y contaran juntos las inhalaciones. El desbocado corazón de Suzuki recuperó lentamente su ritmo normal.
—Me duele la cabeza y tengo náuseas— La voz del otro sonaba débil y sin inflexión alguna, pero cuando menos estaba hablando y podía respirar con normalidad.
Casi literalmente arrastró a Reita hasta la habitación que compartían, lo dejó caer en la cama con todo el cuidado que pudo y le cubrió con las mantas. Ya no estaba sudando pero tenía el cuerpo helado; se mantuvo conversando con él más por mantenerlo consiente que por otra cosa, tras unos minutos que le parecieron eones Akira le anunció que se encontraba bien y solamente le dolía la cabeza.
Ruki no estaba muy seguro de qué hacer, hasta ese momento había actuado gracias a la experiencia propia, sabía que el ilustrador había colapsado gracias al estrés. Para ayudarle sólo tenía una idea en mente y Reita siempre se había mostrado fastidiado ante aquello. Titubeando, se sentó sobre la cama y discretamente se aclaró la garganta, entonces, empezó a hablar en susurros.
No había ninguna connotación sexual o erótica en ello, era simplemente la gruesa y susurrante voz de Takanori hablándole de recuerdos irrelevantes de su infancia ocasionalmente acompañada de suaves chasquidos que producía con un papel que había encontrado Buda sabrá dónde. Lentamente, Akira dejó de conectar palabras y se concentró en la simple fonética, en el curioso ruidito que hacían los labios de Ruki al separarse, en como chasqueaba la lengua durante ciertas pausas, en el particular sonido con el que pronunciaba la "s" cuando susurraba, incluso notó que Takanori le acariciaba el cabello lentamente. Y entonces sucedió, esas cosquillas en el cuero cabelludo de las que tantas veces le había hablado Ruki se hicieron presentes y con lentitud alcanzaron sus extremidades, envolviéndolas de manera agradable y reconfortante. El dolor de cabeza aparentemente ya no estaba y se sentía agradablemente somnoliento.
-¿Te encuentras mejor?-Le preguntó Ruki después de un largo momento en silencio.
Por toda respuesta, Akira suspiró largamente y asintió despacio, un movimiento breve y casi imperceptible pero notorio para las manos de Taka, que aún tenía los dedos enredados en esos cabellos descoloridos.
Matsumoto sonrió complacido y suavemente besó la comisura de los labios de Reita.
-Descanse, Suzuki-san- Y se acorrucó en su lado de la cama.
A pesar de sentirse exhausto, Akira se durmió con una sonrisa. Ruki le había auxiliado en más de un sentido aquella noche: por primera vez había saboreado el nombre de Takanori.