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EXCESOS por HakudiNN

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Notas del capitulo:

Hola hola! Actualizo ahora que aun puedo acceder a la pagina =D!!!

Sooo...pienso ponerme al corriente con los capis!

BTW tengo rr que no he podido contestar puesto q no me doy abasto con el tiempo, pero en cuanto pueda los respondere, y me gusta leerlos!!

PD: este capitulo esta largo =)

POV LIGHT

Me recargué sobre el respaldo de la silla, dejando caer la cabeza. La sonrisa sutil fue ensanchándose hasta convertirse en una carcajada en forma.
Cada momento me acercaba más a mi triunfo sobre Elle…y sobre todo…a mi regreso con él, al instante en que me agradeciera por haberle devuelto a su hermano traumado, en que me rogara por el perdón, aceptara que soy mejor al haber desmantelado una red gigantesca de narcotráfico, y entonces, suplicara por volver conmigo…
Sus labios…cada vez que los recordaba la piel me ardía con fuerza, como si aún pudiera sentir sobre ellos el dulce sabor de Elle.
Para probarlos nuevamente estaba dispuesto a lo que fuera…los sacrificios eran necesarios en esta misión, incluso yo me había enredado en un alto mundo criminal, pero mis razones eran diversas, y siempre que quisiera podría arreglarlo. Olvidarme del sobre nombre que acababa de inventar para evitar que mi nombre fuese sabido por los hombres de Teru.
“Kira”.
--Elle…
Con esa mujer en las manos de Mikami, y el fiscal siguiendo mis indicaciones, podría hallar el escondite de Mello y dar con Nate Lawliet en cualquier momento.
Moví el rostro, calmando el vibrar de mi garganta para observar las escasas pertenencias de la ramera aquella, se limitaban a una sucia sudadera y un móvil, seguramente robado, ya que, el modelo y calidad no correspondían a algo que pudiese comprar fácilmente, ni siquiera con su trabajo de micro vendedora de enervantes.
O quizás sí. Da igual.
Sujeté el aparato, mirándolo con atención. Si la mujer se negaba a hablar, era indispensable tener acceso a algo que pudiera ser una pista razonable. Prendí el móvil, la batería estaba a menos de la mitad.
Revisé su contenido, vacío. Ni mensajes ni llamadas entradas o salidas. Solo un contacto en la agenda: “M”.
--¿Mello?—me pregunté. Accedí, una dirección y un número de teléfono.
Me solté a reír. A decir verdad no entendía porque Nate no estaba ya en manos de su hermano mayor, puesto que la ramera y el vago rubio con los que permanecía eran en serio estúpidos.
Seguí en mi búsqueda, un solo archivo enviado recientemente. Una grabación de voz. Entrecerré los ojos y me dispuse a escucharla.

POV LINDA
Una gota me sobresaltó cuando se estrelló contra el suelo. Busqué, inútilmente, cerrar el espacio entre mi cuerpo, crear un ovillo de mí misma, como si aquello de alguna forma me protegiera. Pero me era imposible, a estas alturas mis tobillos me punzaban cuando intentaba separar las piernas de las patas de la silla; la circulación debió perder su continuidad hace rato.
Las manos me temblaban sin control detrás de mi espalda.
Apestaba.
Todo estaba oscuro. La tela me cegaba, el amarre era doloroso…y las lágrimas irritaron mi piel.
Algún sonido hueco me hizo dar un respingo. Moví la cabeza desesperadamente para encontrar el origen, infructuoso.
Tenía miedo, una profunda sensación de peligro que desarmaba mis defensas, temblores convulsivos que me obligaban a doblegar mi fuerza. El corazón palpitaba frenético hasta herirme; el mar sabor de boca que la adrenalina dejó con su rastro se mezclaba con el metálico de la sangre…
Ya hacía bastantes horas que mi respiración perdió su ritmo, se aceleró fuera de mi control hasta que gimoteos asustados salieron de mis labios.
Estaba aterrada.
A punto de morir…y no quería morir.
Maldije mil veces el segundo en que decidí escapar de casa de mis padres adoptivos; escupí el nombre de Mello y Nate…Deseé nunca haber encontrado una vida permanente en la venta de drogas…y, sobre todo, rogué al cielo y a todos los dioses que un día renegué que me mantuvieran con vida. No, supliqué porque Beyond llegara y me salvara.
Di un brinco con el nuevo golpe contra algún sólido.
--Ayúdame—supliqué en medio de jadeos
--Esta fuera de mis facultades hacer eso—habló la soberbia voz de Mikami. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Unas risitas guturales hicieron eco de burla ante mi sufrimiento.
--Por favor…--el pavor me consumía.
--Puedes ayudarte tú.
Alcé el rostro. Los labios me temblaban.
--¿Dónde encuentro a Mello?—preguntó.
Otro objeto de metal se estrelló.
--¡¿Dónde está?!—era otra voz, más juvenil, pero furiosa.
--¿Qué ocurre?—Mikami se escuchó dudoso con la violenta intromisión.
Los nervios seme desataron, podía sentir me respiración golpearse contra el ambiente.
--¡¿Dónde está Mello?!—el dueño de aquella voz iracunda me sujetó del cabello con fuerza. Me quejé.
--Kira…--habló Mikami. ¿Y quién mierda era Kira?
--La muy estúpida envió una grabación de su conversación con Amane—gruñó, soltándome por fin. La cabeza me punzó al resentirme del agarre.
Si lo que aquel sujeto decía era verdad (y no encontraba motivo para que no lo fuera) significaba que el rubio psicópata y Nate tendrían la información, quizás la madre policía del chico ya hubiera movilizado a sus colegas…tal vez…me salvaría.
Hubo un momento de silencio. Luego la venda desapareció de mi rostro de forma violenta.
La luminosidad no sufrió un gran cambio, en realidad apenas y la estancia estaba iluminada con una lámpara colgante oxidada por todos lados.
No conté cuantas personas había allí, no tuve tiempo puesto que mi cuello fue aferrado por una mano masculina.
--¡¿Se la enviaste a Mello?!—me obligó a levantar el rostro. Bajo esa mortecina luz sus ojos se le notaban con un brillo rojizo en medio de los cabellos castaños.
Debía ser Light Yagami, al mismo al que Mikami llamó “Kira”.
No respondí, así que me soltó. Gimoteé en busca de aire para recuperar mi respiración.
--¿Dónde está Mello?-exigió saber.
Un ataque de pánico me agitó.
Quizás solo tenía que resistir un poco más…
--¡Encuentren a Mello!—ordenó Yagami dándose vuelta.
--Háganla hablar—habló Mikami desde la oscuridad—debe saber dónde está Mello.
Mi cuerpo se estremeció por completo.
Y lo único que podía hacer era…cerrar los ojos y esperar que terminara pronto.

POV LIGHT

Cerré la puerta de lámina tras mi espalda, sin prestar atención al ruidoso golpe contra el marco.
Mis piernas se movieron de un lado a otro sobre aquella plataforma de madera podrida.
No concebía como era posible que un vago inepto y un fenómeno traumado habían conseguido que una ramera hiciera una jugarreta de esta magnitud.
Los puños me picaban por descargarse sobre algo…
¡Maldición!
Todo iba bien, Misa me llamó para preguntarme si estaba bien que viera a una de sus amigas de Richmond, resultó ser benéfico para que la estúpida rubia consiguiera la ubicación de Nate y Mello…No lo consiguió, bien, tampoco era como si me decepcionara la ineptitud de Amane, sin embargo, podía acudir a la ayuda de Mikami, usando a su gente podría hacer hablar a ésa mujerzuela. Y hallar a ese sujeto “Matt” se convertiría en un segundo plan, iba a coronarme como el mejor detective de todos…y al final… ¡todo resulta mal!
Tenía a la ramera, claro, Mikami estaba convencido en mis palabras cuando le sugerí que debía hacerlo todo en persona…
Y resulta que mientras reviso el móvil que tenía la mujer, encuentro con una grabación enviada con toda la conversación de Misa…donde la idiota rubia reveló que Mikami y yo…
No podía dejar que esa grabación llegara a nadie más, mucho menos a Elle…si eso ocurría seguramente me arrestarían. Estaría en prisión por ser cómplice de un traficante de enervantes…
No. Eso no puede ocurrir.
Y no va a pasar. Todo lo que he ganado hasta ahora sería en vano, mi lucha para conseguir un mundo de justicia real, desaparecería; yo mismo perecería a la locura dentro de una celda…
Un sudor frio recorrió mi espalda ante la posible idea, mi corazón perdió su normal ritmo.
Sin embargo, me obligué a tranquilizarme.
Ahora tenía muchas cosas que hacer, debía hallar a Mello y a Nate a como diera lugar, ya que, seguramente acudirá con su hermano para intercambiar mi culpabilidad por la seguridad de ese vago. Mi libertad estaba en juego…y también la oportunidad de arreglar la situación con Elle…
Gruñí un momento. No puedo permitir que mis emociones me ganen, que la furia tome control de mis actos…debo pensar.
Si encuentro a Nate antes de que él se mueva, y sobre todo, antes que Elle...obtendré la ventaja y mi seguridad nuevamente. Le devolveré su hermano al detective, de esa forma, sin importar lo que Nate Lawliet dijera sobre mí no tendría pruebas. Y Elle tendría que escucharme…estaría tan agradecido que “nosotros” podríamos recuperar el tiempo perdido.
Sí. A como de lugar debo ser más rápido que Elle, ganarle esta ocasión y evitar que me envíe el mismo a prisión.
¿Sería capaz de hacerlo? Sonreí a medias cuando el escenario cobró realidad en mi mente.
Y si “Linda” no revelaba su escondite, tendría que acudir a “Matt”, en un segundo plano, por supuesto.
--Light…--Mikami me distrajo.
--Kira—corregí.
--Kira—aceptó, dejándolo pasar--¿Qué se supone que sigue?
Me volví al fiscal, me observaba detenidamente. Buscando un dejo de duda en mi rostro.
--Debemos hallar el paradero de Mello—dije. Y con él a Nate también, agregué para mí.
--Me encargaré—dijo. Asentí rápidamente.
--Hay una dirección en el teléfono celular de esa mujer—extendí el aparato.
--Seguramente donde pensaba encontrarse con él—lo tomó.
--Es una posibilidad, Mikami—me di la vuelta. Ahora que lo pensaba, hasta ahora Nate y Mello habían escapado de Elle, por mi causa en unos sentidos, por suya en otros…debía estar listo si es que la dirección colocada en el móvil convenientemente no era estupidez genuina sino una trampa—debemos estar preparados—agregué—quizás se trate del perro faldero de Mello—sugerí, lo único que se me ocurría.
--Matt…
--Si es así, debemos ser cuidadosos.
--Cualquiera estará eliminado para esta noche.
--¿Podrías hacer algo por mí?
Esperó en silencio.
--Necesitamos eliminar una variable en la ecuación…
--La que falló—acertó rápidamente, guiado por su agudeza como abogado.
Misa Amane ya no era necesaria.

POV NEAR

El cielo grisáceo perdía sus sombras conforme los minutos trascurrían. Apenas lograba mirar a través del cristal empañado del local. Las calles estaban desiertas a esa hora de la madrugada, justo el instante en que las manecillas señalaban que era demasiado temprano para despertar y muy tarde para seguir con el maratón de la vida nocturna.
El justo instante de quietud que se podía apreciar incluso en un lugar cercano a Richmond.
Unos minutos, quizás una hora…
Sin embargo, la calma era una sensación que ajena a mí…seguía alejándose.
Moví los ojos hasta la alta figura de Mello, quien seguía hablando con el esquelético sujeto detrás del mostrador.
Las seis mesas dentro del salón estaban desocupadas con excepción de las sillas sobre las superficies, en realidad me limité a bajar una para ocuparla, dejando el resto sobre el mueble.
El establecimiento permanecía abierto para cualquiera que decidiera entrar a comer algo, sin embargo, dudaba que eso ocurriera alguna vez.
El local era pequeño, jamás pasó un examen de higiene básica y apestaba a grasa quemada. Una larga plancha de madera servía de mostrador de lado a lado del lugar, al fondo se escuchaba el ruido de alguna radio que fallaba, desde la cocina.
El interlocutor de Mello, metido en un delantal sucio, me echaba miradas atentas en ocasiones, y respondía a todo lo que el rubio decía.
Me retorcí el cabello mientras apoyaba la rodilla junto al pecho.
Fingí no darme cuenta del arma que el sujeto le entregó a Mihael, ni como el rubio la sujetó detrás de su chaqueta oscura. Le entregó algo más, un objeto metálico.
El tipo le sonrió y luego asintió.
--Near…--habló Mello mientras se acercaba a mí. Bajó una de las sillas y se situó frente a mí--¿tienes hambre?
No respondí. Tampoco insistió.
--¿Permaneceremos aquí durante más tiempo?—quise saber.
--No van a buscarnos en Richmond—exclamó mirando hacia el muro.
El silencio fue total, por primera vez, sepulcral y fastidioso.
--Elle posee la forma inmediata de…
--Nosotros tenemos las armas, Near—me interrumpió sin verme—yo lo haré.
El porcentaje de resultar victoriosos de esta situación disminuía considerablemente, y estaba seguro que Mello lo sabía.
Las manos huesudas del dependiente dejaron sobre la superficie un par de platillos de aspecto curioso. Un revoltijo de algo.
--¿Por qué no comen arriba?—habló—Abajo el más peligroso.
Curiosamente obedeció. Mihael se puso en pie de inmediato tomando ambos platos. Hice lo propio para seguirlo hasta del otro lado del mostrador, seguimos avanzando por la pequeña y calurosa cocina, el origen del penetrante olor a grasa. Rodeamos un estante de lámina. Había unas escaleras que parecían talladas dentro del muro.
Entorné la mirada mientras nos hundíamos en la oscuridad en las angostas escaleras hasta una puerta de madera mohosa.
Mihael la empujó, ésta se abrió con un estrepitoso chirrido en las bisagras.
Me dejó el espacio libre para que me hundiera en la fría estancia. Volví el rostro sobre el hombro, Mello recibía un diminuto paquete que de inmediato guardó en la chamarra.
Entrecerré los ojos al deducir de lo que se trataba.
Me negué a dirigirle la mirada cuando se dio vuelta, así que me detuve ante los dos platos rebosantes de “comida” que el rubio colocó sobre una mesa empotrada al muro.
Acerqué la mano para tomar un poco con los dedos, el brazo perdió la fuerza antes de alcanzar su objetivo.
Mikami tenía a Linda…su muerte crecía en posibilidades, era, mejor dicho, la única probabilidad realista.
Y pesaba sobre nosotros…
--Near—me distrajo la voz de Miahel. No me di cuenta cuando nos quedamos solos.
Esperé a que prosiguiera, sin embargo, siguió de largo por el diminuto espacio recubierto de madera. Hasta entonces aventuré la mirada al análisis: era un piso pequeño que daba directamente a la cama, solo la mesa a mi costado, un armario, y una puerta que debía conducir al sanitario.
--¿Quién es?—quise saber, jugando con un mechón.
--Ratt—dijo de inmediato dirigiéndose hasta lo que supuse era el cuarto de baño. Acerté.
--Los hombres de Rod no pudieron ser esparcidos por los agentes de la policía.
--No se trata de un perro de Rod—replicó desde adentro.
Me quedé inmóvil un momento hasta que decidí que el apetito era una situación irrelevante.
Anduve por el piso hasta el lecho…
Elle estaría aún dentro del acertijo…Light Yagami usaba a un criminal para sus propios propósitos…Beyond no tardaría en comprender los hechos…y Linda estaba de por medio…
Oí un gruñido justo antes del golpe seco contra el muro.
--Mihael…
--¡No me llames así!—salió dando grandes pasos, furioso—es peligroso, Near ¿no lo entiendes?
--Soy perfectamente capaz de comprender los hechos porque evito que me cieguen…--repliqué de mala gana, desviando el rostro.
Sus manos me sujetaron por los hombros bruscamente.
--¡Mírame, Nate!—ordenó.
--Revelar mi nombre real también resulta dañino ¿cierto, Mello?
--¡Idiota!—me insultó— ¡Estúpido tú, tu maldita familia y la inepta de Linda!—despotricó liberándome.
--La situación responde a diversas variables ¿a cuál te refieres?—pregunté. Lo cierto era que los obstáculos formaban parte de un camino que se forjó de distintos sucesos, todos aislados y con finalidades diferentes, sin embargo, al final unidos hasta mantenernos donde estábamos.
--¡Cállate, Near!—masculló entre dientes—y escúchame con atención: te quedaras aquí hasta que yo te permita salir ¿has oído?—me dio la espalda
Un asalto de irritación me distrajo.
--No será posible.
--¿Qué?—se giró bruscamente.
--En el momento en que decidí que era mi deseo permanecer a tu lado acepté las consecuencias que implicaban—hablé, fríamente—aunado a que el acertijo al que nos enfrentamos únicamente será resuelto si…
--¿¡Quieres morirte!?—retó.
No respondería a algo evidente.
--¡Respóndeme, mierda!—se acercó unos pasos.
--Sea cual sea el plan que has pensado, no funcionara—tajé. La simple idea de esperar a que dieran resultado sus actos impulsivos, me causaba malestar, debido a que, seguramente tenía pensado hallar el paradero de Linda.
Ese nuevo escenario me provocaba una ansiedad casi palpable.
--¡Joder, Near! ¡¿Y tú crees que quiero que mueras?!—gritó con fuerza.
Alce la mirada entonces pero él había desviado la suya.
Mis piernas se movieron por si solas, terminando la distancia entre ambos.
--Tengo que encontrar a Linda, Near—dijo—y sacarnos de aquí ¿entiendes? No me estorbes, idiota.
Dicho eso simplemente me pasó de largo hasta el cuarto de baño cerrando la puerta tras de sí.
Dejándome solo.

POV MATT

Me removí sobre la cama un tanto incómodo. Por fin me decidí por abrir los ojos. El departamento estaba por completo oscuro, las sombras apenas me permitieron divisar la silueta inmóvil de Beyond. Parpadeé un par de veces para despabilar mi visión, seguramente aún no amanecía por completo.
Incorporé el torso sobre las manos sin apartar los ojos de B, quien, enredaba los brazos alrededor de sus rodillas pegadas al pecho. Dudé que hubiera dormido una sola hora durante la noche.
Parecía en serio estar esperando algo.
--Beyond…--mi voz sonó un tanto graciosa en medio del bostezo.
--Buenos días, Matt. Probablemente carezca de sentido ahora, sin embargo, no fue en realidad mi intención terminar con tu sueño—habló sin mirarme, con los ojos pegados todavía a la puerta corrediza.
--No me despertaste—me reí, sentándome sobre el borde de la cama—no haces un solo ruido.
--Ya veo.
Esperé. Suspiré mientras me ponía de pie, acercándome hasta la silla donde seguía sentado.
--Hace algunos años solía esperar en silencio en medio de la oscuridad—exclamó. Vaya, creí que no volvería a hacerlo.
--¿Por qué?—ladeé la cabeza con curiosidad.
--En mi opinión practicar el sigilo puede resultar efectivo para algunos propósitos—evadió mi pregunta, y esa era la primera vez que lo hacía.
--¿Qué estas esperando, B?—quise der directo.
Silencio. Bostecé nuevamente. Cuando mi rostro volvió a la normalidad intenté fijarme en la expresión levemente contrariada de Beyond, parecía un infante buscando esconder su irritación al no haber logrado una travesura…
Me mordí los labios con indecisión…no me agradaba ver esa expresión inquieta en su rostro de porcelana.
--No lo hagas.
--¿eh?
--Morder tus labios—me miró con sus abisales ojos. Un escalofrío agradable recorrió mi espalda—Vas a comerlos.
--No…yo…--le sonreí—es solo que…estaba pensando en…otra cosa…
Esperó en silencio.
¿De que servía negar ahora que B me gustaba? Me resigné a mi situación...y admito que Beyond es…Beyond.
Terminé el espacio entre ambos, deshaciendo con mi mano el entrelazado de las suyas; empujé abajo una de sus rodillas, suficiente para que colocara ambas plantas sobre el suelo.
--Un puzzle—dije con una sonrisa. A mí me sirvió para distraerme de los pensamientos negativos y el dolor; seguramente también a Beyond. Y al contrario de ser una obligación…esperaba que aceptara.
Ladeó la cabeza. Ensanché la sonrisa mientras pasaba mis piernas para rodear su cadera, sentándome sobre su regazo.
Acerqué los labios hasta su boca, lamiéndola y tirando de la piel fría. Se dejó hacer. Introduje la lengua lentamente, recibí la suya para enredarla.
Me devolvía el contacto lenta pero firmemente. Sujeté su rostro entre mis manos para evitar que escapara. Sus palmas volaron hasta mi cintura, atrayéndome contra su abdomen.
Se me escapó un gemido ronco. Y aún no perdía la tonta sonrisa contra su boca, gratamente alegre por no sentirme mal de ninguna manera y estar consciente de lo que sucedía…querer, de alguna forma, lo que ocurría.
Enterró las yemas en mi cuerpo para quemar con su tacto mi piel desnuda. Llevé los labios hasta la comisura, lamiendo con la punta de mi lengua, delineando el contorno de su cavidad. Oí un jadeo contra mis labios.
Comencé a sentir calor, espasmos delicados que iban y venían desde mi boca hasta el vientre.
Iba a mover mi cadera cuando desprendió su boca de la mía.
--Matt...
Solo pude emitir un monosílabo contra su mandíbula.
--Al parecer has comenzado un acertijo del que no me encuentro consciente. Estoy en desventaja—masculló. Tiene que estar bromeando.
Dejé caer la frente contra su hombro.
--¿En serio?—murmuré. Cuando le mencione el “puzzle” no estaba listo para que B en serio esperara un juego como el último que…jugamos….juntos.
Ni siquiera pensé en procedimientos o reglas.
Aunque…eso tenía arreglo, supongo.
--De acuerdo—musité levantando el rostro. Me aparté de encima suyo y cogí mi playera para vestírmela.
--A decir verdad, Matt, esperaba un puzzle en el que evitara que llevaras ropa encima—exclamó con monotonía al tiempo que me ponía el pantalón.
La sangre subió a mi rostro de golpe. Que sutil.
--Quieres un juego…eso tendrás—me encogí de hombros, asombrado conmigo mismo por el entusiasmo que todavía existía dentro de mí.
Tomé mi chaleco y me dirigí a la puerta mientras me lo pasaba por la espalda.
Anduve en silencio hasta las escaleras y luego por la salida. Afuera el cielo clareaba en los primeros minutos de la mañana. Hacía frio, así que tomé un cigarro atrapado en el bolsillo de mi chaleco y lo encendí mientras me dirigía hacia el bar más cercano a la costa. Seguramente seguía abierto o estaría a punto de cerrar y echar a los marineros ebrios.
Algo interesante se me ocurriría…lo importante era sacar a Beyond de ese “exceso” de muestras de emociones no propio de él. Por lo menos mientras no decidiera contarme lo que le ocurría.
Quizás siga preocupado por Nate…o busque la forma de atentar contra Mello…
Mello.
El sonido del mar golpeándose contra la playa me distrajo. Inconscientemente me detuve, acercándome para mirar las olas a algunos metros de distancia. Olía salado incluso a esa distancia. El agua se extendía por el horizonte bajo el cielo claro, libre de nubes…
Di una calada al cigarrillo sin poder quitar los ojos de encima de las olas del mar. A pesar de haber vivido allí algún tiempo, nunca me había detenido a observarlo; antes solo me limitaba a escucharlo rugir contra la arena, golpearse…así me sentía yo en ese entonces.
Sonreí con la analogía. Mi vida y mis sentimientos habían sido un mar furioso y lastimado…Ahora, podía llegar a compararlos con las aguas en travesía, ni furiosas ni agitadas, pero aún agitadas.
Suspiré hondo. Posiblemente algún día el mar se calmara y recobrara la paz…su felicidad completa de nuevo.
Nada podía ir peor, ahora estaba mejorando si podía decirse de esa forma. Lo menos malo dentro del infierno.
Me reí. Eso sonaba hasta estúpido.
Y sólo por Beyond…
Ahora que lo pienso, la playa podría ser un buen lugar para retar a B a un acertijo…no hay nadie a la vista y…
Mis ojos se detuvieron en un par de sujetos que avanzaban hacía mi con firmeza. Vestían abrigos largos y negros sobre sus trajes. Miré a mi alrededor esperando a más sujetos. Nada, solo ellos.
Maldije en mi interior el no haber cargado el arma conmigo. Me hube olvidado de todo lo concerniente a Richmond desde que hui de allí…y eso incluía los negocios sucios en los que me vi involucrado.
Retrocedí unos pasos para darme vuelta y comenzar a caminar en sentido contrario. Esperaba que no tuvieran nada que ver conmigo, aunque era imposible.
Mi corazón comenzó a acelerarse ligeramente en cuanto noté los otros tres sujetos que caminaban para encontrarse.
--Mierda—mascullé. Giré los ojos hacia la casa, nadie se acercaba todavía a ella…Un auto negro pasó sobre la carretera.
¿Debía correr? ¿Y Beyond?...Tenía que ponerlo al tanto de que… ¿de qué?
--¡Mail Jeevas!—exigió uno de los sujetos a su espalda.
Me solté a correr hacia la casa. Una explosión contra la arena me detuvo, casi caigo. ¿De dónde salieron más sujetos?
--Mail Jeevas, estás arrestado por posesión ilícita de drogas y armas de fuego—un hombre rubio de cabello corto me sujetó las muñecas tras la espalda.
¿Cuántos malditos policías necesita el Estado para arrestar a una sola persona?

POV LIGHT

Entrecerré los ojos dejando de lado el inservible retrato de Elle y sus dos hermanos trastornados. Uno estaría en prisión pronto y el otro…simplemente en algún psiquiátrico.
Estorbos que eliminar para que la atención de Elle y su juicio no volvieran a verse afectados.
Era cuestión de tiempo.
La mujer aún no hablaba…no importaba mucho…
El sonido del móvil me sacó de mis cavilaciones, alargué la mano hasta el aparato y me o llevé al oído.
--¿Diga?—me paseé dentro de mi habitación.
--Kira.
--Mikami.
--Los hombres dieron con la dirección—exclamó desde el otro lado de la línea.
--¿Lo han encontrado?—quise saber, deteniéndome en el medio de la pieza.
--La policía ha llegado al lugar.
--¡¿Qué?!
--Arrestaron a un sujeto, el aparente propietario de la casa a donde nos dirigíamos—respondió, en su voz se notaba un dejo de nerviosismo mezclado con irritación.
--No es Mello—fue idiota decirlo. Era clara la respuesta.
--No. Sin embargo, uno de los hombres dijo haberlo reconocido de la jaula en Richmond.
Presté atención a ello.
--Dice estar seguro de que es “Matt”.
--El perro faldero de Mello… ¿Hay alguien más con él?—quise saber, sosteniendo el tabique de la nariz con dos dedos.
--No. Nadie más dentro ni fuera de la casa que lo conociera. Tendré total acceso a la carpeta de investigación una vez que sea consignado al Estado.
--Lo sé—aspiré profundamente.
--Si pensaban reunirse con él, está claro que no funcionó. Mello sigue suelto.
“No me digas” pensé con fastidio.
--Esperaremos, Kira—dijo—Linda confesará todo de un momento a otro.
Y cortó la comunicación.
¿De verdad Mikami era tan imbécil? Estaba claro que encontrarse allí no fue nunca el propósito de Mello y Nate, a no ser que poco les importara sacrificar a su perro faldero…No, esa información quizás estaba en ese móvil por otras razones. Puede que incluso el vago no supiera nada…Lo único certero era la información que Linda pudiera darnos.
Y peor, era obra de Elle. Seguramente.
¿Cómo se enteró del paradero de “Matt? De su existencia era probable que gracias a los testimonios de Rod y su mafia…pero… ¿con que finalidad?
Decidido a averiguarlo busqué entre la agenda del celular un nombre en específico y marqué.
--¿Sí?—contestó la distraída voz del otro lado.
--Matsuda ¿Qué tal?—traspasé una sonrisa en el saludo.
--¿Light? ¿Eres tú?—sonó sorprendido.
--Espero no ser inoportuno…
--Claro que no—respondió—en realidad hemos estado bastante preocupados por ti en la agencia ¿Por qué no has venido?
Entonces Elle aún no había hecho pública mi salida de su equipo.
--He tenido pendientes en la universidad—suspiré—Dime algo ¿Cómo va la investigación de Elle?—si alguien iba a ser lo suficiente estúpido para revelarme algo era, sin duda, Matsuda. El insufrible y jovial policía recién graduado.
--Trabajas con él ¿No te ha dicho nada?
--No ha querido distraerme de la escuela, supongo—insistí—me gustaría ponerme al tanto antes de volver…
--Te entiendo, el trabajo ha sido duro estos últimos días y además…
--Matsuda—interrumpí, tratando de sonar paciente.
--Ah claro—se rio tontamente—Bien, nuestro detective estrella mandó a investigar una denuncia de robo violento a mano armada en un motel a las afueras de California.
Entorné los ojos.
--¿Qué tiene que ver con la investigación de Elle?—le otorgué importancia.
--Bueno, se trata de un hombre de clase media llamado Hitoshi Demegawa—me dio la impresión de estarlo leyendo—Denunció el robo de su automóvil, dinero y tarjetas de crédito en un motel, hay descripción de tres sujetos.
Fruncí los labios.
--El vehículo fue encontrado kilómetros adelante…
--¿Cuál es la descripción, Matsuda?—interrumpí de golpe, quizás fui muy brusco—Quiero comenzar a investigarlos desde casa antes de volver—me excusé.
--Se trata de una mujer y dos hombres.
Escuché atentamente los rasgos que Demegawa recitó a los policías, la primera descripción coincidía con la de Linda; la segunda con la del estúpido Mello, seguramente cubierto de vendas gracias a la explosión que él mismo, idiotamente, provocó.
--La última es de un sujeto que respondía al nombre de “Matthew”.
Las pupilas se me dilataron al instante, “Matt” era el diminutivo ideal de ese nombre.
--Delgado, cabello rubio casi blanco, piel pálida, ojos oscuros…
“Nate”
--Matsuda… ¿han hallado a alguno de los criminales?—no cualquier ser humano coincidía con esas características tan únicas.
--¿eh?—lo distraje—no, Light, a ninguno.
--¿Alguna aprehensión reciente?—presioné.
--No que yo sepa…--musitó, dubitativo—Ahí viene Aizawa, le preguntaré.
--No—tajé—no hace falta. Hablaré con Elle más tarde, agradecería que no se lo menciones.
--Pero estará complacido de que intentes ayudarlo aun con los problemas escolares.
--Quiero sorprenderlo.
--Ah…de acuerdo, Light—su voz retomó lo animado.
--Adiós, Matsuda—y corté comunicación.
Matt…Matthew…Nate…Estaba claro que el sujeto al que recién arrestaron podría ser el perro faldero de Mello, y que se trataban de personas por completo distintas.
Eso significaba que o el “original” Matt no estaba enterado que lo suplantaban o estaba de acuerdo y aun así fue apresado.
La descripción era de Nate, lo cual significaba que estaba con Mello todavía y que ahora se hacía pasar por “Matt”…despistando los testimonios de los pandilleros.
Ahora bien, la información en el móvil de Linda era esa dirección, si el sujeto hubiese estado de acuerdo no le hubiesen atrapado así de sencillo, no, cualquier criminal que haya sobrevivido tanto en Richmond, pensaría distinto.
Ahora estaba casi seguro: la dirección y el número telefónico estaban allí por otras razones, tal vez, distraerme y sacrificar a “Matt original” y huir en ese transcurso…
Elle estaba sobre el rastro de su hermano…si mi teoría era cierta y el tipo arrestado por el detective, incluso de conocer a Mello, no sabe lo que ocurre podrá mantener a Elle ocupado mientras me enfoco en matar a Mello y hallar a Nate.
Allí solo me valdría de Linda.
Tengo que encontrarlos a como dé lugar.

POV MATT

Anduvimos por entre el apurado personal de alguna estación de policía que, a juzgar por su apariencia, no se trataba de una simple sucursal de la justicia estatal. El sujeto rubio todavía sujetaba mis manos detrás de la espalda, inmovilizadas con las esposas alrededor de mis muñecas.
Mientras caminábamos por el pasillo hacia un corredor más estrecho, sorteando las hileras de escritorios y cubículos, no puede evitar sonreír con ironía, al final, luego de jugar a huir de la policía en todo este tiempo en Richmond, después de decidir dejarlo atrás y mi vida daba otro giro…van y me arrestan.
Maldición.
Nos cruzamos en el camino con un par de sujetos metidos en uniformes oscuros, que escoltaban a una alta mujer madura, de cabello rubio y aspecto duro. Llevaba esposas iguales a las mías pero justas a su estómago y no detrás.
Al pasar cerca de ella noté la venda enredada en torno a su antebrazo y las marcas de haber ¿peleado?
No le presté más importancia. En realidad mi mente barajaba la posibilidad de que detrás de mí trajeran a Beyond también, lo que me hizo recordar ¿Qué no sus padres son policías? Incluso él mismo dijo haber participado en alguna investigación.
Resoplé, no era momento para pensar en formas “fáciles” de escapar de allí.
Me empujo la espalda con una palma para obligarme a entrar al pequeño cuarto cromado, solo una mesa al centro, soldada al suelo. Dos sillas simples y tres paredes limpias de cualquier objeto, la cuarta era una especie de espejo gigantesco. Doble vista seguramente.
El cuarto de interrogatorio.
El agente presionó mis hombros para obligarme a sentarme en una silla, una vez allí liberó mis muñecas. Mientras el tipo rodeaba la mesa para situarse del otro lado, me enfoqué en mover mis manos para aliviar el dolor de haber sido esposadas.
--Si de mí dependiera me limitaría a ponerte tras las rejas—habló con tono duro—sin embargo, aun siendo un delincuente tienes derechos. Mi nombre es Anthony Rester, agente especial de inteligencia.
Parpadeé confundido. Algo me decía que un agente de esa categoría no perdería su tiempo arrestando a criminales comunes, sino, que estaba ocupado en algo en lo que, por alguna razón, creían que estaba inmiscuido.
Solo se me ocurrió algo…Beyond y Nate.
¿Mello? Tal vez en su papel de nuevo mafioso de Richmond.
--¿La policía federal encontró el arma por la que se me acusa?—pregunté con arrogancia.
Guardó silencio un momento.
--No—subió un portafolio a la superficie. Asentí con cuidado.
--Tengo derecho a hacer una llamada ¿cierto? Para eso necesitaré mi móvil—agregué—no memorizo mi agenda.
--Tendrás que hacer funcionar tu cerebro, jovencito—la forma en que lo dijo se me antojó a la que se usa para regañar a un hijo—mis policías no hallaron tu teléfono ni nada más.
Aquello me distrajo. Si eso era cierto significaba que Beyond de alguna forma logró salir de la casa y se llevó mi arma y mi móvil.
Algo bueno…supongo.
Y eso no evitaba que estuviera metido en un lío enorme.
Rester tomó una carpeta desde el interior del portafolio, la abrió para que pudiera ver el contenido. Un archivo con mi nombre hasta arriba.
“MAIL JEEVAS. DESAPARECIDO”
--¿Dónde está Mello?—fue directo.
Alcé los ojos vivazmente.
--¿Qué?
--¿Dónde está Mello?—repitió.
--Se supone que debe interrogarme sobre mis crímenes.
El sujeto resopló molesto; la puerta se abrió para dejar entrar a otro individuo, cabello negro y aspecto serio. También con hematomas en el rostro. Conocía al tipo, lo recordaba de aquella vez en que me arrestó por unos cuantos minutos, buscaba a Nate en Richmond.
Traía consigo un ordenador que colocó sobre la mesa. La pantalla estaba en blanco.
--No es precisamente necesario—una voz sintetizada surgió desde la bocina. Di un respingo.
--Tenemos pleno conocimiento de quien eres, Mail Jeevas, alias “Matt”—volvió a hablar en tono robotizado. Fruncí los labios—los hombres de Gordon Dwhite, los que esperan su sanción, atestiguaron tu existencia, por tanto, resulta inútil interrogarte sobre crímenes que he probado—habló de forma indiferente a pesar de hablar por medio del sintetizador. Espera un segundo ¿atraparon a Rod?—Lo verdaderamente relevante es que al parecer eras…”apegado” a otro individuo cuyo paradero se ha convertido en una prioridad para mi investigación: Mihael Keehl.
Una punzada atacó mi pecho trayendo la ansiedad propia de oír su verdadero nombre. Sin pensarlo alargué las manos directamente al teclado, cinco teclas y la pantalla se llenó de estática.
El sujeto de cabello oscuro sujetó con violencia mis brazos contra la silla, intenté no quejarme. Rester dio vuelta al ordenador.
--Alto—ordenó la voz—Agentes, por favor, libérenlo, me gustaría que nos conociéramos.
Los policías duraron un momento, luego mi opresor me soltó volviendo a su lugar detrás de mí. El rubio regresó a mi visión la pantalla.
Las pupilas se me dilataron al instante, sentí un nudo revolver mi estómago. Ése de allí era…¿Beyond? No…¿sí?
No.
Tenía en cabello igual de oscuro y revuelto, la misma pálida piel, ojeras pronunciadas debajo de los negros ojos…la misma mirada perdida; sin embargo, algo lo hacía distinto, dejando de lado que lucía mayor a B, esta persona lucía menos…aterrador al mirarme a través del computador.
Un enchufe en mi mente se conectó de golpe, los tres hermanos, Beyond, Nate y al que llamaron “Elle”, sin duda era él. Policía.
--Imagino que mi aspecto te es familiar—dijo sin usar más mutante de voz, y aun así sonó profundamente lacónico.
No respondí.
--Conoces a mi hermano Nate.
Los agentes se mantuvieron indiferentes.
--Y posiblemente también a Beyond—agregó tomando de algún lugar un osito de goma—a decir verdad, Mail, no presentaste dificultad para ser identificado, aun cuando permaneciste al margen en la mayoría de los movimientos criminales de la mafia a la que perteneciste—comió gomita tras gomita.
Fruncí los labios.
--Si te trajimos aquí antes de llevarte a juicio y prisión no es gracias a que puedas salir bajo fianza, sino debido a que me interesa saber el paradero de Mihael Keehl.
--Quieres hallar a Nate—solté amargamente. Me miró con sus abisales ojos. Un escalofrío me asaltó—Pues no te sirve de nada que esté aquí, no sé dónde está Mello—dije.
--Hace unas horas solamente un hombre declaró el robo de su vehículo en las afueras del estado, la descripción concuerda con dos sujetos vistos antes en Richmond e identificados por los pandilleros que arresté—exclamó, comiendo dulces, creo—la tercera descripción responde a tu nombre falso, pero no concuerda con tus rasgos fisiológicos. Y a juzgar por tu ausencia en la redada que organicé antes, estoy seguro en un 67% que ya no tienes la forma de mantener contacto con Mihael Keehl—se encogió de hombros.
Tanto mencionar su nombre real estaba poniéndome nervioso, además, si ya sabía eso ¿Por qué estaba aquí?
--Debes preguntarte la razón por la cual me tomé la libertad de traerte hasta aquí—siguió sin prestarme atención—bien, la causa es porque creo firmemente que puedes ser de gran ayuda para rastrearlo, ya que, luego de haber pasado tanto tiempo al lado de una persona es común que su relación llegue a basarse en la confianza—parecía estar dándome un informe—sé que conoces los lugares clave donde puede acudir…con Nate.
--Pareces saber mucho de mí—mascullé. Entonces volvió sus pupilas directo a mi rostro.
--En realidad mantuve mi distancia de las intrusiones agresivas mientras recababa datos necesarios para mi investigación acerca de Mihael Keehl, lo cual me guio hasta ti, y rastrear tu paradero no fue precisamente una dificultad. Compraste una propiedad bajo tu nombre real. Luego bastó cotejar información y testimonios—lo hizo sonar sencillo.
--¿Y por qué me dices todo esto?—quise saber.
--Mail, no pretendo cambiar tu libertad de ninguna manera, eres un criminal y mi trabajo es la justicia, simplemente apelo a una rebaja en tu condena, es todo. El agente Rester te entregará algo especial, me gustaría que prestaras atención a la página número nueve.
Guarde silencio.
--No soy la única persona interesada en el paradero de Mello, sin embargo, si en mantener con vida a la mayor parte de personas, incluyéndote, aunque eso, ya debes saberlo, esa es otra razón por la que te traje aquí—y la comunicación terminó.
Me di cuenta que mi respiración se había vuelto trabajosa, rasposa.
--Aquí tienes, muchacho—habló Rester, extendiéndome una carpeta con el sello indiscutible de la policía—no es necesario que conserves la tuya: Mail Jeevas, veinte años, reportado como desaparecido hace año y medio, y dado por muerto hace ocho meses…¿algo más?
Se puso en pie y se echó a andar hacia la salida siendo seguido por el sujeto de cabello negro.
Me quedé inmóvil mirando el archivo.
Rod había caído, su mafia debió ser atrapada pero faltaba Mello, y evidentemente su hermano no quitaría el dedo del renglón hasta encontrarlo.
Seguramente ya no estaban en el motel, no ahora que analizaba la llamada de Beyond a esa persona extraña para que los encontrara en algún lugar…en ese caso quien tendría conocimiento quizás fuera B o ésa persona.
Si no, a juzgar por los hechos Mello no tenía otro lugar a donde acudir que no fuera Richmond. Era cierto que nunca conocí nada de su vida anterior, pero algo como un amigo o familiar debió ser obvio. Incluso con mi distracción como defecto.
El único en el que el rubio podía llegar a confiar un poco, además de mí (ahora lo ponía en duda) o Linda, que estaba con ellos…era…su especie de espía particular, un ex policía que fue despedido por corrupción pero que aún mantenía contactos para poder filtrar información a las bandas criminales, y avisar de cosas como un asesinato como el de Sneider y la “M” pintada en la pared.
Ratt.

POR NEAR

Agaché el rostro sobre el lavabo para que las gotitas de agua resbalaran por mis mechones hasta éste. Volví a empaparme la piel del rostro.
Respire profundamente, sosteniendo mi muñeca derecha para revisar el pulso, se había normalizado al fin.
Luego de analizarlo varias veces logre aislar los pensamientos, desmenuzar mis sensaciones una a una, no estaba inquieto debido al secuestro de Linda, eso me preocupaba seriamente, pero estaba lejos de asustarme. Tampoco se debía a la última descarga de adrenalina producto de haber estado en medio de dos armas encañonándose o de haber dejado atrás a Lidner, eso me irritaba hasta el punto de la culpabilidad.
Me descubría humano cada vez más.
Tampoco era debido a la agresividad con la que escapamos o a estar en constante peligro…no, ya tenía la respuesta.
Y estaba seguro que Mihael correspondía mi inquietud, mi miedo muy humano, reflejándolo en sobreprotección disfrazada de arrogancia e imponencia, en violencia y determinación.
Tuve miedo de que muriera, y por ende, a perderlo. Fuera como fuese. Sabernos buscados por mi hermano, señalados por Beyond, asediados por Mikami y Light Yagami…eran escenarios donde simplemente…estábamos separados.
Salí del cuarto de baño, renovado por una especie de fuerza que me movía para resolver el acertijo de una vez.
Tampoco Mello había tocado la comida, ambos platillos seguían intactos.
Me retorcí el cabello con una mano mientras paseaba la vista por el espacio, Mihael, con el torso desnudo y vendado, se recargaba con las manos de la mesita, levantó el rostro mirándome por debajo de sus hombros.
Bajé la mirada, aún había una línea blanca que no aspiró todavía. Entorne los ojos. El rubio siguió de largo sin prestarme atención, se echó sobre la cama y se llevó a la boca una barra de chocolate.
Me acerqué unos pasos, mirándolo fijamente. Sus pupilas azules me contemplaron; mordió de nuevo.
Me planté en frente. Iba a abrir la boca para replicar.
--¿Qu…
--Por favor, guarda silencio, Mello—exclamé. Su gesto se molestó.
Antes de que dijera nada, llevé mis manos al cuello de mi camisa. Entornó los ojos con desconfianza.
Aspiré profundamente, cediendo a mi humanidad, al deseo por saber que estaría allí y que supiera que también yo estaba dispuesto a inmiscuirme en el puzzle.
Extraje cada botón del ojal, tirando de la tela poco a poco hasta sentir el aire pasarse por mi pecho. Sus ojos se dilataron un momento.
Me acerqué unos pasos más, deslizando la tela por mis hombros hasta dejarla caer. Mihael se removió sobre el lecho.
Subí las piernas sobre el colchón, pegando las rodillas a sus muslos, sentándome sobre su regazo. Aventuré las manos por su pecho, bajando hasta su vientre y rodearlo para pegar nuestros cuerpos.
Oí su respiración inquieta…me reflejé en sus ojos curiosos.
Un espasmo de nerviosismo acosó mi mente, me negué a salir del juego y comencé a oscilar la cadera contra la suya.
Su garganta reaccionó.
Buscó tocar mi cintura, mis manos le detuvieron para regresarlas hasta la almohada, depositándolas allí con cuidado. Era evidente que su fuerza era mayor y que, de quererlo podría enviarme incluso al suelo, sin embargo, no lo hizo; simplemente me contempló con asombro.
Aprovechando aquel estado de curiosidad que adormecía sus impulsos violentos, empujé con mi cuerpo el suyo para depositarlo lentamente sobre el colchón. Bajé los labios por su mentón, rozando la suave piel con la punta de la lengua, esperando no estar fallando.
Cuando creí que era suficiente, seguí el camino hasta los labios, posándolos sobre su boca.
--¿Qué paso sigue?—habló en tono socarrón. Me pasmé—¿leíste un manual en el baño sobre cómo follar?—se burló.
No negaré que eso picó en mi orgullo. Introduje la lengua en su cavidad de una vez, encontrando caliente el espacio, la humedad de su músculo jugueteó al instante, buscando tomar el control.
Bajé las palmas por su torso hasta el vientre, oí su respiración agitarse en cuanto mis dedos rozaron su entrepierna. No se dio cuenta cuando el cinturón salió de las trabillas. Lo elevé sobre nuestras cabezas para intentar algo que esperaba esta vez funcionara un poco mejor que en el sucio motel. Enredé sus muñecas con el cinturón, sus ojos azules se entrecerraron, irritados. Visto tan cerca, sus pupilas se habían dilatado considerablemente.
Incorporé el torso, y apoyando las palmas sobre su fuerte pecho, oscile en círculos la cadera; sentí la dureza debajo, palpitar caliente y dispuesta a liberarse de la prisión de tela.
El hormigueo se concentró en mi vientre, bajando hasta el miembro para palpitar con fuerza, llenándose de sangre. Un espasmo me sacudió. Enterré los dedos en su pecho, deshaciendo unas cuantas vendas, dejándolas flojas.
Gruñó complacido, echando el rostro hacia atrás, enterrando los cabellos rubios en la almohada. Sonreía con diversión, sin soltarse.
Seguí el movimiento acelerando cada vez más, sintiendo como la tela de mi ropa se volvía cada vez más molesta, más innecesaria también…sin embargo, la presión de mi pantalón contra el sexo, justo encima de la dureza caliente de Mihael…hacía palpitar la erección de forma casi placentera.
Eché la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos para dejar de ver el techo; jugueteando con la cadera contra la suya; descubriendo mi respiración convertida en jadeos que chocaban contra al ambiente de forma sutil.
Cerré en puños las manos…mi pantalón estaba caliente…el espasmo me hacía temblar las piernas; estreché el agarre de mis rodillas contra sus muslos; traté de enfocarme en sus gemidos ansiosos, sin embargo, solo tenía concentración para el ardor de mi entrepierna…
Sin darme cuenta sentí aumentar la velocidad y fuerza del jugueteo contra su cadera, restregando contra su sexo aprisionado. Me mordí los labios.
Gemí con mayor fuerza…el calor me nubló la mente…Escuché mi jadeo al tiempo que vibraba todo el cuerpo. Sentí el semen humedecer mi ropa, y realmente, carecía de importancia.
Apoyé la frente contra su hombro, recuperando el aliento. Su corazón latía muy rápido, casi con la misma frecuencia que su respiración se convertía en jadeos.
--¿Terminaste?—preguntó con voz rasposa. Ya no le oía divertido, más bien, ansioso.
Tuve el extraño impulso de sonreír, seguramente intentaba ser paciente ante el espectáculo.
--No realmente—musité, torciéndome un mechón de cabello con una mano, mientras que la otra bajaba por su cuerpo para desabotonar su pantalón.

POV MATT

Miré atentamente la carpeta frente a mí. Si no era mi información, ni mis cargos ¿Qué era?
Resoplé, de todas formas no tenía nada más que hacer allí dentro. Estaba en el fondo. Iba a terminar en prisión, por fin…así acababa mi vida.
Genial, Mail, de ser un estudiante con un futuro brillante, un chico amante de videojuegos, y pasaste a ser un criminal, pandillero y casi alcohólico…y luego a ser reo en una prisión del estado de California.
Felicidades, arruiné mi vida.
Le eché una ojeada al café humeante dentro del vaso desechable, me lo trajeron unos minutos después de que Rester me dejara solo. Prefería un cigarro.
Sin darle más vueltas al asunto alargué la mano al folder, abriéndolo y mirando dentro.
Una punzada asaltó mi pecho, presionándolo hasta robarme todo el aire. Retrocedí el cuerpo contra el respaldo, respirando con fuerza, y me atreví a mirar de nuevo.
“KEEHL, MIHAEL”
Moví los dedos hasta la fotografía que había debajo, el rostro de un niño rubio de corte despeinado, los azules ojos brillantes y expectantes; la sonrisa cálida. El fondo pertenecía a un parque quizás. Se veía muy dulce.
--Mello…--mascullé, quitándome los googles de los ojos—Mihael…--no pude evitar a sonrisa que se extendió por mi rostro.
Seguí con la mirada la hoja, estaba numerada. Guiado por la curiosidad, pasé directamente hasta la página número nueve. Ya vería el resto más tarde. Por supuesto que lo haría, incluso de no ser bastantes.
Hice una mueca en cuanto la fotografía de un sujeto, o lo que alguna vez fue una persona, llenó mi visión. Definitivamente prefería contemplar al chiquillo.
La imagen parecía haber sido extraída de algún expediente policiaco gracias a las fechas grabadas y descripciones en la parte de abajo. En sí era solo el rostro inflamado del sujeto, los cabellos negros regados sobre la plancha metálica. Hasta ese instante noté que estaba muerto.
Su rostro, echo un globo, se deformaba entre cortadas que surcaban su rostro, los parpados hinchados se mantenían cerrados; los labios rotos. Un pómulo se veía desecho y el otro dislocado a una altura increíble.
Se necesitaba mucha precisión para hallar la nariz y la frente. Una parte del cráneo, la izquierda, estaba hundida. Fracturada, posiblemente.
Entorné los ojos y me decidí por leer la descripción de la fotografía al cadáver.
“Kyousuke Higuchi, 32 años, cargos por prostitución y proxenetismo. Domicilio El Bronx, Nueva York”
Entorné los ojos. Uno de los barrios más conocidos en Estados Unidos como peligroso.
“Asesinado el 28 de octubre de 2007, causas: múltiples golpes en rostro, cráneo y hombros con un objeto pesado hallado en la escena del crimen, una llave mecánica para desarmar motores de vehículos. Fractura occipital, trauma craneoencefálico y hemorragia interna. Su presunto asesino, Mihael Keehl, sigue prófugo”.
El nudo en mi garganta me impidió tragar saliva para calmar la sequedad que me causó aquel informe forense.
Elle mismo me pidió ver esa página por una sencilla razón, estaba preocupado por el destino de su hermano.
Mello era violento, si…pero nunca…bien, si asesinó frente a mí pero…

POV NEAR

Sus dedos se encajaron en mi cabello, enredándose en los bucles para guiar el vaivén. Mi boca se llenaba con su caliente miembro, apenas y lograba introducirlo en mi cavidad, nunca antes había hecho algo así.
Me esforcé por respirar normalmente mientras subía y bajaba por el falo. Su garganta gruñía complacida, sus dientes mordían sus labios…
No le costó mucho soltarse del cinturón, bastó separar los brazos para liberarse y sujetarme los hombros, tiró de mi cuerpo hasta elevarme de nuevo al centro del lecho, hundiendo mi espalda en el colchón.
Clavó los labios en mi boca, introduciendo la lengua con brusquedad. Elevé los brazos para rodearle el cuello; sus manos bajaron por mi costado hasta la cadera. Me estremecí cuando estrechó mi cuerpo al suyo. Su miembro erecto chocó contra mi ropa. Gimió contra mis labios al sentirse aprisionado entre ambos cuerpos.
Aferró el borde de la prenda, bajándola apresuradamente, arrojándola a alguna parte de la habitación.
Rodeó con la palma mis testículos para jugar con ellos. Temblé.
Mordió mi cuello, enredé los dedos a su cabello rubio, elevando la cadera para tallar nuestros cuerpos desnudos.
Elevó mis manos por encima de mi cabeza, sujetándolas con una palma mientras la otra se abría paso por mi entrada, tres intrusos dedos entraron de golpe. Me quejé, aprovechó para introducir la lengua a mi cavidad de nuevo. Sus ojos azules vibraban dilatados…eufóricos.
Luego, lentamente movió los dedos dentro de mí.
La ansiedad subió por mi cuerpo, la paciencia estaba abandonándome mientras sentía mi miembro despertar nuevamente, respondiendo al calor de Mihael.
Con su mano se condujo dentro.
Mordí mis labios para callar los jadeos que hubiese expulsado mi garganta. Se acomodó para comenzar las embestidas, introduciéndose cada vez más con cada nueva, hasta llenarme por completo.
Sentía una enorme presión por dentro, dolía pero también me agradaba.

POV MATT

Miré las hojas, leyendo con cuidado la carpeta de investigación. El primer documento oficial se trataba de una maltratada acta de nacimiento.
“Mihael Keehl, 1991, El Bronx Nueva York” En el nombre del padre no había más que una equis, mientras que en el de la madre había un nombre, Natasha Keehl.
Me mordí los labios, pasando de largo los demás detalles referentes al peso o medidas de un bebé.
--El Bronx—me dije, uno de los barrios más famosos de Estados Unidos debido a la cantidad de crímenes y muertes que se suscitaban cada semana.
Después de esa página, había un informe redactado cuidadosamente a partir de declaraciones de varias personas y algunos certificados de aduana.
“Natasha Keehl, inmigrante ilegal procedente de Alemania. Prostituta en El Bronx, Nueva York. Trabajaba con Higuchi, buscado por fraude, extorsión, proxenetismo y trata de blancas en tres diferentes estados”
Luego, un certificado de la escuela elemental publica en El Bronx. Las calificaciones eran buenas, a decir verdad, sin embargo las notas de conducta dejaban mucho que desear.
“Agresivo, violento, antisocial”
La escuela no mantuvo a Mihael por más de nueve años, quizás tampoco fue culpa suya.
La siguiente hoja se trataba de un levantamiento de cadáver realizado por la policía de Nueva York. Las fotografías reflejaban un departamento sucio, ropa y trastos regados por doquier; la cocina era en hervidero de cucarachas y platos desechables. En el centro del suelo la figura dibujada de una persona con tiza blanca.
“Natasha Keehl. Cadáver encontrado en 2006 en una habitación de motel que habitaba normalmente. Causa de muerte: sobredosis de sustancias químicas a base de queroseno”.
Me temblaron los labios, aspiré hondo antes de pasar a la siguiente hoja, al parecer la declaración de alguna persona a la que Elle entrevistó luego de rastrearla.
Wedy, 45 años, prostituta activa, se negó a proporcionar su nombre:
“¿Mihael? Si, vino al mundo para terminar por arruinarle la vida a Natasha. Si no nació adicto fue un milagro, o simplemente su mamá era demasiado puta como para callar sus lloriqueos con algún buen pase que ella se metía. ¿Su padre? Ni siquiera ella lo sabía.
El niñito nos caía bien, a veces los cuidábamos entre todas, pero cuando había trabajo Natasha lo amarraba a la puerta mientras ella follaba.
Un día se cayó de las escaleras y Natasha lo dejó dentro a partir de allí. El bastardito vio a su madre venderse más de cinco veces por día, a vece son llenaba la cuota y el pendejo de Higuchi se las cobraba de muchas formas. A veces sexo, otras putizas.
Natasha se murió un día, la policía dijo le dio un ataque, pero fue Higuchi el que le dio esa mierda que se inyectó. Ya no le servía una puta así de enferma.
No había quien pagara el cuarto de motel dónde vivían y al Estado le vale mierda recoger la basura del Bronx para mantenerla, así que Mihael se largó una noche, luego de partirle la cabeza al imbécil en un taller mecánico”.
Allí terminaba la declaración.
Mi corazón se golpeaba ansioso, las manos me sudaban y tuve que esforzarme por enfocar correctamente la visión para poder leer, hasta que me di cuenta que el problema era el temblor de mis manos.
Seguí pasando. Una copia de mala calidad de la ficha de ingreso al reformatorio de New Hampshire. Él y otros dos sujetos pasaron dentro tres semanas dentro acusado de robo de automóvil, tres de los miembros de la pandilla escaparon.
Una noche después de la liberación de Mihael Keehl, fueron encontrados los cadáveres de dos de los pandilleros que escaparon.
Hasta abajo había una nota escrita a mano: “La ficha de ingreso origina, despareció”.
Lo siguiente que había eran las declaraciones de los mafiosos de Richmond, los hombres de Rod, según los cuales Mello llegó un día hace cuatro años aproximadamente, exigió ser parte de la jaula de Mikami. Se le fue permitido gracias a que para algunos pandilleros, Mello era un “bastardo” en las peleas callejeras del Bronx.
Iba y venía de Richmond hasta hace año y medio, cuando se mudó al barrio junto con otro sujeto que se le conocía como “Matt”.”
Cerré los ojos escuchando el frenético palpitar de mi corazón contra el pecho, el pulso punzarme contra las orejas. Mi respiración agitada.
La maldita sensación de impotencia me atacó, como si fuese de alguna manera mi culpa, como si fuera parte de toda una vida de dolor y supervivencia el que desconociera la existencia de un niño rubio que luchaba por vivir, mientras yo jugaba game boy en la escuela. Y siguió peleando hasta tatuarse “peligroso” por todo el cuerpo.
Ahora comprendía era determinación que rayaba en la obsesión, esa necedad por lograr sus metas, por hacer lo necesario para triunfar.
Y yo, pobre idiota, creyendo que con escaparme de casa, fingirme muerto y dañar a mis padres, estaba convirtiendo mis acciones en irresponsabilidad y en adrenalina para mi vida…enamorándome de Mello.
Nunca podría haberlo salvado de ninguna forma…
Su sonrisa arrogante, la agresividad que nunca explotaba conmigo…la forma en que lo conocí, los murmullos que se sorprendían por verlo “cambiado”. Siempre me pregunté el por qué decían eso; si en verdad Mello era sumamente de cuidado antes de mi llegada.
Tenía sentido.
Incluso Linda se sorprendió cuando nos conocimos, sonrió cuando Mello me presentó de mala gana…quizás mi estadía allí tampoco fue una completa pérdida de tiempo.
Tal vez…
--Mihael Keehl—murmuré. Lamentaba todo lo que tuvo que pasar, esos malos tragos de la vida, amargos y dolorosos. A saber si antes de conocerme conoció a alguien que le abrazó sinceramente como lo hice yo, aunque, de lo que estaba seguro ahora que definitivamente conoció a alguien que lo logró después de mí.
Ahora, tras leer estos informes, reconocer la vida que Elle tuvo que investigar a fondo, en lo más recóndito de lo peor en Estados Unidos, me daba cuenta que nunca antes había visto una mirada como la que le dirigió a Nate cuando los encontré juntos.
Se lo merecía.
Me sorprendí a mí mismo aceptando esa idea, ignorando el hecho de que aunque aún me molestaba en el alma, ya no sentía que mi vida no tendría mayor sentido.
Por todo eso, admitiría la verdad a la policía y a Elle: a ciencia cierta no sabía dónde estaba Mello…o Nate.

POV NEAR

La cama se agitaba con fuerza gracias a los golpeteos de Mello contra mi cadera, explotando en ardor por todo el cuerpo.
Sus manos aferradas a mi cintura, soportando la forma con la que me colgaba a su cuello para hundir la nariz en su cabello rubio.
Jadeó con fuerza contra mi oreja, llenándola con su voz en cuanto se derramó dentro de mí.
Temblé en medio de espasmos de placer, tratando de relajar el cuerpo.
--Mihael…--mascullé contra su cabello.
--¿Qué quieres?—soltó con la respiración entrecortada.
--Seré parte del acertijo…
--No digas estupideces, Nate—se rio, jadeante.
--Soy perfectamente capaz de sobrellevar la situación de la mejor disposición posible, sobre la tuya—admití, gruñó—me parece que esta fue la prueba pertinaz.
Alzó el rostro con cuidado para mirarme.
--Deberías entonces pensar en cómo sacar a Linda de donde está metida la muy estúpida gracias a tu hermano fenómeno y a su interrupción, y no en seducirme de esa for…
--¿Te seduje, Mello?—me retorcí un mechón.
--Tuviste suerte—dijo entre dientes, apartándose lentamente de mi interior.
Una ligera sonrisa inundó mi gesto en cuanto me di cuenta que Mihael no se opuso a nada más, en realidad, había probado mi teoría: no quería separarme de él.

POV LINDA

Tenía sed. Los músculos de las piernas estaban agarrotados, entumidos contra las patas de la silla de metal, sin embargo, me temblaban de forma que casi no podía controlar.
Respiraba lentamente, con una paciencia que hasta este momento descubrí, ya que, el solo movimiento de mis hombros al subir y bajar, provocaban punzadas contra mis brazos forzados en tan incómoda posición: aún esposados tras mi espalda, prácticamente unidos al frio metal del asiento.
La espalda me dolía, procuraba moverme lo menos posible.
No veía aunque ninguna venda cubría mis ojos, simplemente el cabello enmarañado no me permitía mucho rango de visión, sumado a que el lugar seguía oscuro.
Tenía frío.
Un escalofrío iba y venía en ocasiones; casi siempre cuando no lograba olvidar por escasos segundos el lugar donde me encontraba…
Tenía miedo.
Mucho miedo.
No tenía idea de donde estaba ni cuánto tiempo iba a seguir allí…tampoco si podría seguir con vida. Lo único que estaba segura era que debía soportar lo más que pudiera.
No solo mi posible rescate estaba en juego allí…
¡Más le valía al idiota rubio loco ése que estuviera haciendo algo al respecto!
Ni siquiera contaba con la fuerza para llorar de nuevo. Más que nunca rogaba por sentir de nuevo, por tan solo un segundo, la sensación de sentirme protegida… Y solo lograba pensar en una persona…Beyond.
Di un respingo en cuanto la puerta de lámina se estrelló contra el marco. Un sudor frío bajó por mi frente en cuanto los pasos hicieron eco hacía mí.
Alguna mano me sujetó el cabello desde la raíz, levantándome el rostro de golpe. Me quejé, mala idea, los labios me ardieron con la cortada en ellos. La amarilla luz de la oxidada lámpara refulgió contra mis ojos, o al menos el que aún veía claramente.
Respiré pesadamente.
Mikami me miraba con gesto inescrutable. Metido en su traje sastre, evitando cualquier contacto extra conmigo, seguramente el hijo de puta no quería ensuciarse. La mierda vestida de seda.
Mantenía las manos detrás de su espalda en una posición de arrogante poder.
--¿Dónde está Mello?—fue directo, de nuevo.
No respondí.
El agarre contra mi cabello fue más fuerte. Apreté los dientes.
--¿Dónde está Mello?—repitió.
--Púdrete…--alcancé a balbucear.
Vi venir el dorso de una mano directo a mi mejilla, con un simple movimiento de su palma, Mikami evitó el golpe.
Le miré con evidente desconfianza, y ¿para qué negarlo estúpidamente? Con terror.
--Mira como son las cosas—habló con calma—te he buscado por bastante tiempo, y justo cuando mis intereses van más allá de castigar la traición, te presentas como blanco sencillo frente a mí, todo por Mello. Tu cómplice te envió al matadero—agregó con ese tono de falsa acusación implícita que normalmente debía utilizar en los interrogatorios en los que formaba parte como fiscal. Buscando una confesión ganada solo por mera confusión.
De nuevo no dije nada.
Suspiró de forma cansina.
--La paciencia se nos está terminando.
Me encogí por automático. Las punzadas en los brazos volvieron.
Movió la cabeza con fastidio y el agarre de mi cabello cesó. La piel del cráneo me lastimaba.
--Para haber simplemente escapado de mí durante todo ese tiempo considero que hasta tú puedes ser un tanto inteligente…
“Pendejo” me dije destilando acido en el insulto.
--Así que debes saber que si me dices donde está Mello, te dejaré con vida—dijo con sencillez.
Casi exploto en carcajadas, esa era una clara ofensa a mi sentido común.
--¿esperas que te crea?
--No tienes otra alternativa. Dime dónde está Mello, de cualquier forma a ni a él ni al tipo con el que te reunirías en la playa les interesa que estés aquí.
Presté atención a ese ladrido de Mikami. ¿La playa? Se suponía que nos reuniríamos donde Ratt mantenía su negocio, cerca de Richmond. Nada tenía que hacer el océano por esos rumbos, tampoco nosotros.
¿Ni Mikami ni Light Yagami sabían entonces que nos reuniríamos con alguien realmente? ¿O lo dieron por hecho? No seguiría con vida si supieran la verdad.
--No sé dónde están—hable débilmente, siguiendo la situación, idiotamente a decir verdad, puesto que me jugaba la vida sobre un hilo.
--El sujeto de la playa, arrestado—se encogió de hombros—y si él confiesa donde esta Mello antes que tú…--se inclinó hasta mi altura—tendré que eliminarte…
Cada fibra de mi cuerpo tembló al momento. Mi respiración se agitó considerablemente…
Pero…¿sujeto de la playa?
--No…no es verdad—musité en un gemido.
--Fueron demasiado estúpidos—resopló con frustración—la dirección en tu móvil incluso me hace creer que Mello quiso quitarte a ti y al malviviente de la playa del camino.
De nuevo buscando dividir mi mente…lo estaba logrando. No… ¿de qué mierda habla? Fruncí el ceño.
--Ese es mi veredicto…--asintió con cuidado—incluso nos dejó un número telefónico para que fuera más sencillo. ¿Vas a seguir jugando a cubrirle la espalda después de eso?
--Tú no eres juez…--escupí entre dientes—Y no sé dónde está.
--No esperaba menos de una puta como tú—sonrió con soberbia.
Escupí en su rostro. El rostro me cimbró con la bofetada.
La mejilla me ardía con fuerza. Mi cuerpo se tensó con más furia que miedo.
Con el rabillo del ojo lo vi incorporar el cuerpo para limpiarse la cara, su teléfono celular timbró.
--Teru—exclamó—Esta bien—y cortó la comunicación—es una lástima, “Linda”, al parecer la carpeta de investigación de tu amigo de la playa es mía.
Introdujo la mano a su saco. Me alteré al punto de la hiperventilación.
¡No quería morir!
--No…espera—hablé…Mikami sacó un pañuelo para pasárselo por el rostro.
Bajé la cabeza, respirando frenéticamente. La pantalla de un móvil llenó mi visión, se trataba del celular de Beyond, lo único que traía conmigo antes de que me secuestraran…tenía un número registrado.
Lo recordaba haber visto antes, pero no ubicaba de quien podía ser.
Beyond borró toda su información…o eso pensé; era obvio que conociendo a B no dejó aquello por olvido o equivocación. No, definitivamente no.
Tenía un motivo.
La última vez que lo vi fue en el motel, donde dejó su móvil en el abrigo sin que me diera cuenta…iba con Matthew.
¡Matt!
Era el número de celular del pelirrojo distraído…
Cuando los vi llegar juntos me pregunté la razón ¿y si Beyond por fin logró consolidar su obsesión por Matt? Si en verdad estaban juntos…significaba que la casa donde estaría seguramente sería donde pelirrojo vivía luego de que Mello lo echara de Richmond…B no tenía otro lugar, dado que su dormitorio en la universidad seguramente estaba descartado.
¿Beyond me dejó en su teléfono la dirección y el móvil de Matt? ¿Con qué fin?
--Es evidente que Mello te dejó la carga a ti—se burló Mikami, apartando el aparato de su lugar—para que murieras en su lugar.
¡Eso era!
“Déjaselo todo a Nate” eso fue lo que dijo Beyond antes de irse. Envió luego a su madre adoptiva por nosotros y, tal como lo predijo, Nate nos compró seguridad por unos instantes. Y ahora que descubría la dirección y el número… B sabría que su hermano menor no usaría esa información, pero yo, sin duda lo haría…entonces… ¿B estaría esperando que lo encontrara y fuera con ellos? ¿Con él?
Una punzada atacó mi corazón.
--No me dejaste…--susurré, a saber si me escucharon.
¡Beyond no me abandonó como pensé!
En cambio me dejó la forma de hallarlo, de protegerme… ¡lo intentó!
Y yo, estúpida idiota imbécil…no me di cuenta porque estaba más ocupada en culparlo por creer que no le importaba…
Luego de todo este tiempo…
--¡Espera!—grité interrumpiendo lo que sea que Mikami estaba diciéndome—te lo diré…te lo diré…pero…pero…--levanté la cara—no se todo…si le hablas al dueño de ese número…
--Esta arrestado.
--No será a quien conteste…--supliqué, esperanzada.
Entrecerró los ojos con desconfianza, luego una sonrisa a medias curveó sus labios.
--¿Por qué no?—presionó la tecla de altavoz y acercó la bocina
La llamada entraba…el irritante pitido estaba desesperándome, mi corazón seguía ansioso.
Click.
Silencio.
--¿Ho…la?—la voz me tembló.
--Linda…--su voz. ¡Era su voz! Cerré los ojos experimentando una inexplicable sensación de tranquilidad, dada mi situación, claro.
--¿Dónde está…Matthew?—aventuré.
--¿Dónde estás tú?—fue directo.
--Arrestada…también—mentí, suficiente argumento para recibir una respuesta de B que confirmara o negara las palabras de Mikami.
--El sujeto rubio no está arrestado—habló para pisotear mi embuste—Matt, por otro lado…
Ahogué un sollozo, entonces era cierto. Y si Mikami estaba tan seguro de conseguir el paradero de Mello con el pelirrojo…entonces, ya no me necesitaba. De nada serviría rogar por mi vida…tenía dignidad incluso si moría.
Tenía que ser rápida entonces…por lo menos podría hacer algo al respecto…si yo me iba de este mundo…no me llevaría a nadie conmigo.
--Linda…considero indispensable que me digas donde estás.
--Oye…--intenté que la voz no se me quebrara—sé dónde está el sujeto rubio y...él…--miré a Mikami, esperando que fuera paciente y escuchara también.
--¿Dónde estás?—por primera vez le escuchaba hablar sin esa forma rebuscada.
--¿Te acuerdas de esa vez en la casa donde nos conocimos?—empecé a hablar—Nos queríamos escapar y…hallamos una rata. Querías cocinarla para dárselas a todos—mi risa al recordar aquella andanza en el orfanato, sonó a un gimoteo.
Solo mirar en mis recuerdos a Beyond, sosteniendo al animalejo de la cola, me provocaba una cálida sensación en el cuerpo. Su expresión de muchachito de diecisiete años, aburrido y malévolo. Su cabello revuelto, la pálida piel…los penetrantes ojos.
--¿Quiénes te acompañan?
--Allí esta…--seguí, ignorando cualquier pregunta que causara que la comunicación terminara—Donde conociste a Matthew…donde hallamos la rata…
Esperaba que simplemente comprendiera mi analogía y comenzara a buscar en el lugar correcto; B era la única forma que tenía Nate de seguir con vida…incluso la de Mello…
Mikami prestó atención, seguramente analizando la persona con la que hablaba. Era evidente que no se trataba del mismo que estaba arrestado y que quizás pensaba usar.
--Linda…
Quería decir su nombre.
Temblé con fuerza.
El cañón frío se apoyó contra mi cabeza.
Gimoteé exasperada por oxígeno.
--¿Dónde está Mello?—habló Mikami directamente al altavoz.
Hubo un momento de silencio del otro lado de la línea.
--Me encontró ¿sabes?—murmuré, vibrando contra la silla.
--Voy a eliminarla a menos que me digas donde está…
--Él está a salvo con el tipo rubio…--gimoteé.
--No la toques…--la voz de B se escuchó realmente amenazadora.
--¿Dónde está?—exigió.
--Perdóname por haber sido estúpida y no darme cuenta antes… ¿me esperabas?—ignoré a Mikami, deseosa por sentir la onda cálida recorrer mi alma, había tratado ser fuerte y no una damisela en peligro.
Pero, maldición, soy humana…y soy SU humana, la misma que suplica en este momento por escuchar su voz…
--Puedo darte al tipo rubio…no representa dificultad alguna si se realiza con el tiempo idóneo…
--No tengo tiempo, idiota, ¿Dónde está?
La boca del arma presionó contra mi cabeza.
Mi cuerpo se aflojó, las lágrimas escaparon sin control, la respiración se volvió un jadeo forzado…oía mi propio corazón latir frenético, como si esa velocidad le permitiera huir de la muerte…
Todos mis errores se arremolinaron en mi mente, uno a uno…paso a paso por la escalera hasta mi propia condena.
--Tengo entendido que necesitas su muerte antes que la de ella… --B trató de negociar.
No quiero morir…no quiero morir…no sin verlo otra vez…
--Linda…
--Aquí…es…estoy—tartamudeé…jadeando.
--El sujeto rubio se encuentra en alguna de las casas se seguridad de la Agencia Especializada en Investigación Criminal—habló B. A estas alturas eso podía ser o no cierto…como fuera, Beyond estaba siendo irracional al decirlo aquello. Se arriesgaba él y a su hermano.
--¿En cuál?—presionó Mikami.
--Realmente será justo un intercambio.
Un nuevo pitido. Mikami tomó su móvil. Sonrió divertido, macabramente divertido.
--¿Qué te parece? Mail Jeevas, “Matt”, acaba de rendir su primera declaración—oí el seguro del arma al ser retirado. Iban a matarme—Ya no me sirves de nada…
Me temblaron los labios, el pecho subía y bajaba con violencia…
Busqué bocanadas de aire…
--No me dejaste…--gemí entre sollozos—oye…BB…--lo llamé por su antiguo apodo en el orfanato.
--Lindsay…--musitó. Cerré los ojos cuando escuché mi nombre real por fin de sus labios. Podría sonreír…no…no puedo.
Estoy aterrada.
No quiero hundirme en la oscuridad.
Por favor…
Mi corazón bombeaba con fuerza, respiraba violentamente…temblaba…
Estoy asustada.
Quiero estar con él…
--No te dije que…BB…yo…te am…
Algo explotó cerca de mi oído…luego, por dos segundos, solo tuve mucho frío…

*

--Eliminada—oyó la voz de aquel tipo.
--No te dije que…BB…yo…te am…
No alcanzó a terminar su frase.
La explosión retumbó contra su oído, traspasando la línea telefónica. Su espalda se tensó.
--El siguiente eliminado eres tú si no encuentro a Mello.
Y la comunicación se cortó de golpe.
El cielo se oscurecía con las nubes grises, cuyo cargamento de agua dejaron caer desde las alturas, atravesando la distancia hasta impactarse contra el asfalto.
Gota a gota una pantalla de lluvia cada vez más densa se descargó contra el inmóvil cuerpo del muchacho.
La línea seguía abierta, mas solo percibía el pitido constante y fastidioso de la llamada colgada.
Bajó la mano lentamente hasta dejar colgado el brazo a su costado, el móvil se deslizó entre sus dedos hasta rebotar contra el piso mojado.
El pecho del chico aumentó la frecuencia con la que iba y venía.
“Me encontró ¿sabes?” eso dijo Linda…
Mikami…
Su voz…su llanto, su miedo destilado en cada palabra, en todas las letras que pronunció…
Linda fue asesinada como un perro…Lindsay Hamilton, la niña huérfana que conoció en el orfanato, la única amable con Beyond Birthday…la vendedora de droga…la amable e inteligente “Linda”.
La respiración se hizo sonora, llegando casi a los bufidos. Las manos le temblaron con fuerza mientras sus dedos se contraían hasta volverse vibrantes puños.
Lo intentó…trató de ponerla a salvo, esperó que se diera cuenta antes de que la esperaba para sacarla de California…
Falló.
Y estaba muerta.
Los mechones negros chorrearon agua, su ropa cargó con la lluvia hasta pesarle…y que importaba.
Apretó la mandíbula…su cuerpo no le respondía. Estaba tenso en medio de la oscuridad de aquel callejón de California.
Una sombra de muerte por encima de la noche.
Hacía muchos años que la impotencia no era emoción experimentada…pero si la furia…toda esa rabia…
Beyond Birthday levantó el empapado rostro, cubierto apenas por los negros cabellos.
Las brillantes pupilas brillaron con el peligroso fuego de la ira…en un tono que reflejaba las llamas del propio infierno.
Rue Ryuzaki estaba de vuelta…
Y se echó a andar pasando a pisar el móvil, haciéndolo añicos contra el asfalto.

Notas finales:

Gracias por leer!!!

BTW: en el fic Mello es...muy malo??=S

competencia con B??

Nou me asesinen por el contenido de este capi =S!!

Bshooooooos Tronadhozzzz


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