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EXCESOS por HakudiNN

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Notas del capitulo:

Hola hola!!! jojojojo!

nuevo capi con un POV más para mejor entendimiento yyyyyyy saber una parte de la historia (L)

Espero les fuste =D

rr?=???

POV GIOVANNI

Mantuve la vista fija en el cristal de doble vista tras el cual podía contemplar a Lidner. Seguía sentada dentro del cuarto de interrogatorios de la Agencia Especializada. Lo único que había aceptado ingerir fue café, la comida estaba intacta; su gesto sombrío no era precisamente por haber sido destituida de todo cargo en la fuerza policiaca especial, sino más bien se debía a que no conocía el paradero de Nate y Beyond.
Quizás incluso estuviese arrepintiéndose con sus actos, sobre todo ahora que le había sido revelada la situación de Beyond: buscado para ser encarcelado.
Y es que nunca creí que sinceramente pudiese llegar a encariñarse con alguno de los hermanos del señor Elle; aunque tampoco la culpaba, yo mismo me vi envuelto en el encanto engañoso de uno de ellos. Pero no era lo mismo.
--Stephen—llamó Rester desde mi espalda. Me volví entonces, mirándolo con fastidio.
--Supongo que no crees necesario el uso de seudónimos de seguridad aquí dentro—dije.
--Te llamé varias veces, no es culpa mía que siguieras distraído—replicó con molestia. Al parecer no terminaba por dejar de lado el que hubiese sido yo el vigilante de su papel como padres adoptivos.
--¿Qué ocurre?—pregunté.
Anthony se limitó a entregarme un folder. La abrí de inmediato, el movimiento provocó una leve molestia en el hombro.
--Lidner golpea duro ¿eh?—sonrió a medias. Le ignoré por completo, sosteniéndome el hombro izquierdo con la mano derecha. Francamente no había sido mi intención haber atacado físicamente a Halle, de hecho el fuego se abrió sin mi orden directa; por tanto, me vi en la necesidad de arrestarla sin el uso de armas. Lo menos que podía hacer por lealtad a una ex compañera…y una mujer.
Aunque eso implicara que se tratara de una agente entrenada.
--Como era de esperarse Mail Jeevas no ha dicho nada—habló de nuevo. Me enfoqué en el contenido del informe, efectivamente: el muchacho no dijo nada útil, solo se enfocó en sus propios crímenes y en asegurar que no tenía ya ningún lazo con Mihael Keehl…”Mello”.
Resolplé en silencio. El móvil de Rester comenzó a timbrar. Lo tomó y se lo llevó al oído.
--Stephen.
Esperé en silencio, me tendió su celular.
Fruncí el ceño al recibirlo.
--Diga…
--Agente Giovanni, es un gusto hablar de nuevo—exclamó la indiferente voz del señor Elle.
Sopesé la idea de que marcaba a móvil distinto para cabrear a Anthony de alguna manera. Y yo aún no estaba seguro de porque seguía en mi cargo bajos sus órdenes, luego de tantos fracasos.
--Señor.
--Agente ¿tiene en sus manos la declaración de Mail Jeevas?
--Sí-- hubo un momento de silencio. Dudé en si esperaba que dijera algo—no ha sido de ayuda.
--Se equivoca, Giovanni, si lee con cuidado podrá notar un nombre que aparece una sola vez.
Miré las hojas, había nombres en toda la declaración.
--Misa Amane.
--¿Señor?
--Se trata de una prostituta en Richmond, según testimonios de los criminales bajo el mando de Gordon Dwhite, Mail Jeevas salía a menudo. Si revisa con cuidado cada palabra del muchacho podrá deducir que probablemente vigilaba a esta mujer.
--¿Es de relevancia para el caso?—quise saber.
--Me tomé la libertad de conseguir algunos datos extras sobre este acontecimiento, los agentes Aizawa y Moggi me informaron que algunos de los trabajadores de sexo—lo dijo con mucha naturalidad—coinciden en que era frecuentada por un automóvil cuya matrícula ha sido identificada por el sistema—comía algo.
--¿De quién se trata?
--Agente, sus indicaciones son hallar a Misa Amane y traerla hasta aquí—me ignoró totalmente
--¿Es de relevancia?—pregunté.
--Estoy 5% convencido de que, ya sea el propósito que busque, será contactada pronto por la misma persona que antes acudía con ella.
--¿Cualquier propósito?—repetí, inseguro.
--Aprovechar su existencia para sus fines o eliminarla si es que sus movimientos seguirán el patrón que espero…--lo dijo lacónicamente, como si hablar de una muerte no le afectara en lo más mínimo—Agente, ¿podría darle el móvil al agente Rester?
--Por supuesto—respondí, obedeciendo.

POV MATT

Bajé sobre la mesa los documentos, apartando la mirada del contenido y experimentando una molesta sensación de consternación. No tenía idea de loa cargos que podría sumarme por haber declarado algo que Elle no creería: no sabía dónde estaba Mello. Era cierto, sin embargo, eso no evitaba que también sospechara que podría saber la ubicación. Eso, por otro lado, era verdad.
Bajé los ojos al expediente de Mihael Keehl.
Aspiré ansioso deseando con fuerza un cigarrillo y maldiciendo el maldito cuartito cromado dentro de la maldita oficina, parte de la maldita agencia especial de la policía. Y sobre todo la prohibición de tabaco.
No tenía ni idea de lo que seguía, si debería permanecer allí más tiempo o simplemente sería enviado a una celda mientras esperaba mi juicio.
Resoplé, al menos no estaba acusado por robo cibernético. El crimen que considero el peor.
Decidí beber entonces el asqueroso café. Mis ojos llegaron nuevamente hasta la fotografía del inocente chiquillo rubio…aún no lograba comprender como alguien tan dulce terminaría por ser un mafioso asesino, la vida y el destino jugaban pasadas tétricas con algunas personas, y, parecían ensañarse con un individuo el particular.
La puerta se abrió de repente, Rester cruzó el umbral en silencio, prácticamente me arrebató las carpetas y mi declaración firmada; se dio vuelta y se dirigió a la salida.
--Pagaron tu fianza.
--Ey…--reclamé poniéndome en pie, rodeando la mesa con indignación. Apenas paso debajo del marco de la puerta, se cruzó con otras personas. Un hombre y una mujer.
El pecho me oprimió con fuerza, me pasmé en mi lugar, sin fuerzas para moverme, hablar…algo…
La mujer madura, de cabellos rojizos y expresión cansada, me contempló con los ojos cristalinos, los labios le temblaban…El hombre, con las líneas de expresión enmarcadas por noches en vela, le siguió. Me miraba fijamente con sus vibrantes pupilas verdes y torturadas.
Los orbes de mi madre temblaban con una mezcla de sensaciones que me transmitía a través de la corta distancia, consternación, ansiedad, confusión, alivio…dolor. Se me hizo un nudo en la garganta ¿Sabrían mis padres la razón de que estuviera ahí?
--Mam…
Su palma voló hasta mi mejilla, cambiando la dirección de mi rostro.
--¡¿Cómo te atreviste?!—reclamó con la voz rota, molesta…herida--¿Cómo te atreviste a hacernos esto?—el timbre de su voz vibró en medio de sollozos. Retrocedió unos pasos llevándose la mano a la boca y se dio vuelta para salir rápidamente de allí.
Mi pecho me oprimió con fuerza, llevándose todo mi aliento, palpitándome el corazón a marchas forzadas. Tampoco estaba seguro de que responder, de cual respuesta sería la menos idiota, “amor” ya no era una palabra adecuada.
No repliqué el golpe, me lo tenía merecido.
Mi padre, dubitativo en cómo proceder, por fin trató de seguir a mi madre. Fue entonces que vencí el nudo en mi garganta, no quería que también se fuera.
--Papá—llamé balbuceándome, extendiendo una mano en su dirección. Se detuvo y me miró, sus ojos se cristalizaron—yo…lo…--no me dejó terminar, sujetó mi brazo para llegar hasta mí y hundirme en un abrazo. La fuerza con que sus brazos rodearon mis hombros provocaba que sus extremidades vibraran, sin embargo, era quizás debido a la impresión de verme luego de haberme dado por muerto.
Mis brazos también le sujetaron, cerrando los ojos sin lograr creer del todo que allí estuviera mi padre…después de tanto tiempo, luego de todo, de cada mórbido suceso…allí estaba. Y se sentía muy bien.
Una calma profunda en el alma…
Me asaltó un ataque de pánico, un impulso por dejarme caer y contarles todo, cada momento, cada herida, cada golpe, y cada asesinato, sin embargo…por lo menos eso se los debía: no causarles más angustia compartiendo mi sufrimiento y mi lamentable vida, las consecuencias de mis decisiones.
Eso fue peor todavía porque sentía miedo, necesitaba encontrar un consuelo, el que fuera a mi vida maratónica, coraje…pero no era justo.
Por fin nos separamos, mi padre enjugó sus lágrimas con el dorso de la mano.
--Papá…en verdad lo siento—musité. Alzó una palma.
--Ya habrá tiempo para hablar, Mail.
Me encogí al escuchar mi nombre en sus labios. Pasó su mano en mi hombro y me guio hacia la salida, apenas pise el otro lado del pasillo, noté a mi madre: sentada sobre una silla de algún detective de la oficina, inclinaba el rostro al frente, su cuerpo vibraba en callados sollozos.
La horrible sensación de culpa me abrió un surco en el pecho, me lastimaba ver a mi madre llorar de esa forma por mi causa. Me acerqué trémulamente, dudando de cada paso. Quise tocarla pero no me atreví.
Me acuclillé frente a ella, buscando la forma de comenzar a pedirle perdón; con la mano temblando rocé sus rojizos cabellos sujetos tras su nuca. Irguió la cabeza de inmediato, retiré la mano creyendo que estaba molesta, sin embargo, sus brazos volaron por encima de mis hombros, rodeando mi cuello para atraerme hacia adelante; perdí el balance y tuve que clavar una rodilla al piso.
Escuché sus sollozos contra mi cabello. Mi pecho me punzó con fuerza, elevé los brazos para rodearla también.
--Estás vivo—gimoteó contra mis mechones, en un tono de agradecimiento. Si, mamá, logré sobrevivir a mis propios excesos, a los de Mello…a los de Richmond…
Aspiré hondo su aroma, el calor que me devolvió a mi niñez, cuando un abrazo de mis padres bastaba para protegerme del mundo.
Volví la mirada hacia el corredor cuando sentí que alguien nos miraba. Y allí estaba el clon más zombi de Beyond.
Elle nos miraba fijamente con sus vacíos ojos negros.

POV NEAR

Abrí los ojos con pesadez. La visión se me fue aclarando lentamente, incorporé el torso sobre el colchón, un mareo me asaltó, se me iba la cabeza. Definitivamente se debía a las horas de sueño, ya que, incluso con la necesidad de descansar mi cuerpo, tampoco estaba acostumbrado a sobrevivir mucho tiempo sin insomnio.
Forzar a mi cuerpo al sueño era contraproducente.
Revisé con la mirada la habitación, un par de moscas se posaban sobre nuestra comida. Me puse en pie llevándome una mano al cabello para retorcerme un mechón mientras andaba por el piso. Un aroma a grasa quemada inundó mi olfato; abajo se escuchaba barullo.
Necesitaba hablar con Mello acerca de lo que haríamos a partir de este momento, nuestra jugada.
Oí un leve quejido proveniente del cuarto de baño, así que me acerqué lentamente; iba a girar la perilla cuando noté que no servía; en vista de ello empujé con los dedos la puerta.
Mihael estaba dentro, parado frente al lavamanos, retirándose el vendaje del cuerpo centímetro a centímetro.
Paseé los ojos por su espalda, aquellos espacios de su costado izquierdo que descubría de la tela porosa era de un color diferente, su textura de veía rugosa.
La cicatriz se extendía por su hombro hasta el inicio del cuello, y bajaba hasta su cintura, donde se fundía con su suave piel.
Un punto sobresalía suavemente en su brazo derecho ahora que lo analizaba con esa atención: el roce de bala que lo obligó a caer.
Arrastré los pies para adentrarme en el cuarto. Ni siquiera me dirigió una mirada, esta vez sus pupilas se clavaron en el espejo, analizándose con cuidado. No había una sola expresión en su rostro.
Avancé los pasos que faltaban hasta llegar a su lado, estirando la mano para alcanzar el cristal y tirar de él, no rebotó ni una sola ocasión, en lugar de eso simplemente se quebró sonoramente. Tuve que retroceder unos pasos para evitar que los trozos de vidrio se encajaran en mis pies.
Mihael se giró a verme entonces, llevándose una barra de chocolate a los labios. Evité su mirada sin dejar de retorcerme el cabello. Mello me pasó de largo entonces, haciendo crujir el cristal roto cuando lo pisó. Suspiré. Mi mente me indicaba que lo sensato era precisamente planear el escenario que debíamos enfrentar, crearlo o transformarlo…jugar el único juego que podría reacomodar las piezas. Sin embargo, mi atención estaba dividida.
Regresé sobre mis pasos hasta la cama, donde Mihael se hubo sentado para comer su chocolate de mala manera.
--¿Qué quieres?
No respondí a lo que consideré evidente, invisible a sus penetrantes orbes azules. Aventuré a acercar la mano hasta las vendas que todavía cubrían la mitad de su rostro. A medio vuelo fue detenida por su firme agarre.
Jugué con mi cabello de nuevo, fijando las pupilas en su gesto serio. Intenté zafar mi muñeca, ninguno de mis tirones tuvieron resultados.
--Mihael…
--Que te quede claro que…
--En algún momento deberás retirar de tu rostro la venda, de otro modo, podría evitar que la herida respire—interrumpí su amenaza.
Giró el rostro con brusquedad, frunciendo los labios con evidente furia. Sentí su cuerpo vibrar contra mi mano, impotente…seguramente también dolido de una manera dejos de ser física.
Su único ojo visible se ensombrecía conforme pasaban los segundos.
Por fin, me soltó. Volví a intentarlo, esta vez, solo retrocedió una vez, luego, me permitió tocar con mis dedos la tela.
Cerró sus ojos mientras tiraba de la venda con cuidado, descubriendo su rostro conforme vuelta y vuelta; mantuve la vista fija en mi trabajo hasta que sus cabellos rubios fueron visibles…luego su piel…
Y la venda cayó al suelo.
Sus mechones cayeron en cascada por encima de la cicatriz que apenas rozada su mejilla pero que se extendía debajo del flequillo.
Mi corazón comenzó a aumentar de ritmo…Necesitaba cerciorarme que no había perdido la vista.
Oí una risotada.
--¿Qué? ¿Te tragaste la lengua?—me miró entonces. Sus dos orbes profundamente azules me reflejaron, solo entonces mis latidos se normalizaron.
--¿Puedes verme?
--¡Estoy hecho una mierda, Near! Pero no estoy ciego, idiota—replicó evitando otra vez mirarme. Bufó en un intento infructuoso para tranquilizarse.
Lo pensé un minuto, ciertamente carecía de habilidades suficientes para decir algo que ayudara a cualquier persona a recobrar ánimo. Lo único que se me ocurría era permanecer quieto, experimentar egoístamente la sensación de alivio que sentí al poder ver en sus ojos un espejo de brillante acuoso color azul.
Saber que la herida cicatrizó a la perfección, que no agravaría su estado de salud…
--¡Ya!—explotó por fin--¡Maldita sea, dilo!—gritó--¡No tienes que estar allí parado como estúpido sin…
--Me alegra que estés bien.
--¡Mierda...y…--se interrumpió. Sus ojos volaron hasta mi rostro, analizándolo un momento. Mordió su barra una vez, mirando con desconfianza mi expresión impasible.
Suspiró cabeceando al frente, dejando que el cabello bañara su rostro. Agachó los hombros y dejó colgando los brazos.
Una molestia asaltó mi pecho. Acerqué los dedos a su mejilla mientras me inclinaba hasta su rostro. La textura de su piel fue una mezcla de suavidad con rasposo conforme extendía la palma.
Cerré los ojos cuando alcancé mi meta: sus labios. Levantó el rostro para permitirnos un rango mejor. Sus labios eran cálidos y suaves. Su lengua rozó mi boca...imaginé que también cerró sus ojos. Se dejó hacer cuando mi mano libre subió por su cuello, las suyas sujetaron suavemente mi cintura para atraerme a sí.
--No sabía que eras tan jodidamente frio en esto—se rió contra mi boca. Me negué a separar los párpados.
--No estaba consciente que la vanidad fuera un defecto tuyo, Mello—contrataqué.
Bufó molesto pero no dejó de besarme.

POV GIOVANNI

Subimos las desagradables escaleras, apestaba a tabaco rancio y orina. Sentía el arma quemarme contra la palma de la mano mientras la sujetaba aún contra el cinturón, negándome a sacarla frente a todos los habitantes de Richmond; pero eso, definitivamente, no evitaría que no jugara con mi seguridad.
Tanto Anthony como yo, estábamos en peligro allí mientras vistiéramos tal como lo que somos: policías. Y ese atuendo a negro y blanco en el traje era blanco sencillo para los delincuentes, como si verlo fuera el aviso perfecto para los tiroteos.
Pero, como era costumbre ahora que Mello y Rod estaban fuera del negocio ilícito, nadie se acercó. Aquel estatus que se mantenía antes de la guerra de mafias que hubo allí con Keehl involucrado, volvió, quizás gracias a su dueño, quien regresó al poder otra vez.
Rester se detuvo frente a la raída puerta de madera blanca, sacó su arma y la preparo a un costado de su oreja. Dio unos golpecillos a la superficie.
Sostuve la culata con fuerza, extrayéndola del cinturón. Nadie respondió.
Llamó de nuevo.
Silencio. Miré a nuestro alrededor, el pasillo estaba solitario.
Anthony giró la sucia perilla, empujando la puerta lentamente, permitiendo que se abriera con su propia inercia.
La pieza daba directamente a la cama, por el suelo se regaban prendas de ropa y zapatos. Un olor metálico bastante desagradable inundó mi nariz en cuanto puse un pie dentro.
Fruncí los labios con asco.
Las sabanas revueltas entre ellas parecían tiesas ante el líquido esparcido sobre ellas, convirtiéndolas en una textura de feo color negruzco.
El cuerpo delgado y semi desnudo de la muchacha rubia se enredaba entre la tela, las largas piernas se extendían sobre el colchón, los ojos azules abiertos, mirando hacia la nada, vacíos…muertos.
Sus delicados brazos se mantenían, inertes, abiertos entorno a su torso. Ensangrentadas desde las muñecas hasta los antebrazos. El líquido marrón que bañaba su piel, rozando su cuello y sus mejillas, como si lo hubiese tocado antes de vencerse ante la pérdida de sangre y desvanecerse a la muerte.
Al lado de sus dedos pálidos, la pequeña navaja para afeitar se enterraba en las sabanas.
Todavía estaba peinada en dos coletillas delgadas, el resto de cabello caía sobre el lecho, sucio.
--Misa Amane—habló mi compañero, reconociéndola del informe enviado por el señor Elle.
Resoplé con frustración. Tomé el móvil dispuesto a informarle a nuestro jefe que la muchacha había cometido suicidio.
--Mira esto—dijo Rester, agachándose al costado de la cama. Asomé la mirada en cuanto Anthony sacó un pañuelo y tomó el trozo de papel.
“Se acabó. No te amo. Me serviste pero nunca te amé. No me busques. Esto es solo culpa tuya”
La letra estaba escrita con tinta negra sobre el papel plastificado.
--Suicidio pasional…
--Es bastante conveniente que muera ahora—musité tomando el cuadrado por medio del pañuelo.
--El jefe llego a este posible suceso ¿cierto?—se incorporó.
--No un suicidio sino como asesinato—respondí.
--Como sea está muerta y es el resultado que interesará para quien haya escrito esto.
Asentí. Necesitábamos al forense y al laboratorio, fuera suicidio o no, lo sabríamos gracias a sus huellas digitales.
--Era una muchachita---lamentó Anthony. La contemplé, era cierto; quizás unos años mayor a Beyond…
Beyond…no aceptaba todavía la idea de verlo en prisión tarde o temprano.
Casi por protocolo de entrenamiento giré la nota.
Entrecerré los ojos cuando me di cuenta que se trataba de una fotografía a la que le habían escrito por el otro lado. La imagen era bastante grotesca, superaba incluso la que tenía enfrente con Amane.
Era otra muchacha, el cabello castaño se extendía por las rocas y la arena, apelmazado por sangre. Los ojos castaños apagados por un velo de muerte; su rostro daba la impresión de haber sido maltratado. Los labios rotos y el pómulo enmarcado por un hematoma púrpura.
Las ropas sucias se salpicaban de sangre.
Algo crujió detrás de nuestra espalda. Me volví encañonando por instinto. Un proyectil explotó contra el suelo, el origen se echó a correr por el pasillo.
Por automático le seguí, corriendo por el sucio corredor, logré divisarlo dar vuelta rumbo a las escaleras; mi corazón se agitó frenético mientras le seguía. Me llevaba tres escalones de diferencia. Me sostuve de la barandilla para no caer con la fuerza de la inercia cuando llegué el final y di vuelta hacia la puerta principal del mohoso edificio.
La cabeza me punzó producto de la adrenalina.
Seguí corriendo con fuerza por la calle, con la vista fija en mi objetivo, la espalda enfundada en una chamarra azul que corría agitadamente. Calculé la posibilidad de dispararle mientras le perseguía, habría peligro de que lo hiriera incluso de muerte.
Dio vuelta sobre la esquina, dirigiéndose hasta un automóvil estacionado, no pudo abrir la portezuela de inmediato, así que logré alcanzarlo. Me frené contra su cuerpo, aprisionando su espalda contra el toldo.
Tiró el arma ante la violencia, se debatió un momento, luego cedió cara contra la lámina.
Podía imaginar que iba buscando a Misa Amane por alguna de las probabilidades que el señor Elle dijo, y como fuera, estaba arrestado ahora.
Nos daría respuestas.
Rester debió pedir refuerzos ya e informado a detalle lo sucedido.

POV NEAR

--Un móvil desechable—dijo Mihael, sentándose a sus anchas sobre la silla. Era la tercera barra de dulce que ingería. No volvió a acercarse a ninguna toxina.
Me retorcí el cabello.
--Su ubicación es imposible de monitorear—acepté, haciendo círculos sobre la cama con el dedo. Mirando la comida que todavía no tocaba—utilizarlo para conseguir la libertad de Linda no será precisamente sencillo tampoco.
--No jodas esto, Near. Lo tendré en cuant…--se interrumpió ante los llamados a la puerta. Frunció el ceño irritado por la interrupción y se puso en pie. Antes de que pudiese abrir un sobre fue arrojado desde el otro lado por debajo de la puerta. Mello lo tomó y revisó su contenido.
Su cuerpo se tensó al instante. Estrujó la hoja que sacó. Su respiración se volvió en bufidos iracundos.
--¡Mierda!—gruñó arrojando lejos el papel.
Entorné los ojos levemente. Mello se sujetó la cabeza con fuerza, apretando la mandíbula.
--¡Hijo de perra!—dio un golpe seco contra la pared.
Bajé de la cama andando hasta la hoja, revisándola.
Mi espalda se tensó.
Era Linda…sin duda se trataba de ella.
No estaba dentro de las posibilidades factibles que sucediera tan pronto…no si consideraba que podía necesitarla…o ¿trabajó alguien por su parte?...
Una fotografía con fecha grabada en números rojos, los mismos que se usaban para guardar datos en la policía. ¿Era entonces obra de los contactos corruptos de Ratt, el que tuviésemos esta…evidencia?
Estaba muerta…arrojada en medio de las rocas en la playa.
Aquella sonriente muchacha que me ofreció preocupación y una sonrisa genuina, que esperaba poder mantenerse a nuestro lado y sobrevivir…
Todo dio vueltas a mi alrededor un segundo…
Fue demasiado pronto…
Mi pecho subió y bajó varias veces, cada vez con mayor frecuencia… Me equivoqué, ambos erramos y ahora su muerte fue el sacrificio a pagar…
Linda…
--¡Putísima…!—Mihael despegó los puños del muro y tomó con violencia su chamarra.
--Mello…
No me oía, era claro. Ni siquiera estaba seguro de haber hablado.
--Mihael…
Se volvió a mí, sus ojos azules brillaban con el fuego de la furia, la indignación y la impotencia…
Cerró los puños y retrocedió hasta la puerta, fui incapaz de detenerlo cuando cruzó el umbral y salió disparado escaleras abajo.
Iba a retorcerme el cabello, mas la mano perdió fuerza en el camino. Sentí el piso debajo de mi cuerpo, me llevé una rodilla al pecho. Y allí me quedé.

POV MATT

Roce con los dedos la superficie del escritorio, llegando hasta el borde del teclado del ordenador de mesa. Mi antigua computadora.
Me di la vuelta desde el rincón de la habitación para poder contemplar periféricamente el cuarto que alguna vez fue mío. Todo estaba intacto, la cama donde la recordaba, la televisión con la consola de videojuegos todavía conectada, el escritorio y los libros encima. Incluso no había ni una sola mota de polvo allí dentro. Quizás mi madre limpió el lugar hasta dejarlo reluciente, a saber si sólo era con la esperanza de verme vivo cuando recibieron la llamada de la policía, o peor, si así lo hizo desde que desaparecí.

Bajé los ojos en cuanto el vacío en mi pecho volvió a abrirse con la culpabilidad. Pero ya no me sentía igual de triste, simplemente estaba por darme un respiro y revisar mi vida por completo.
Aquel espacio se me antojaba profundamente ajeno, el olor floral del limpiador y las ventanas cristalinas no eran precisamente algo con lo que hubiese tenido contacto el último año y meses.
Me dejé caer sobre la cama, clavando los ojos al techo, escuchando con atención el sonido del aceite al freír algo en la cocina, mi mamá preparaba la merienda. Papá estaría en su despacho o quizás vigilando la puerta cual centinela.
Pero…no quería escapar de nuevo. Terminaría por sentirme en casa otra vez.
El colchón blandito expedía un aroma agradable, hacia juego con mi olor ahora que estaba limpio de nuevo.
Moví la cabeza, la brillante consola portátil PSP captó mi atención. Sonreí sin pensar tomándola y sintiéndome como un chiquillo. Un niño en su casa, perdiendo el tiempo con un videojuego en lugar de hacer sus deberes escolares, aunque esos nunca fueran especial problema.
La encendí. Me sorprendió que aun funcionara. Que idiota, debía ser nueva.
Después de todo…mis padres aún me amaban…Aunque claro un PSP nuevo no lo probaba, sino que me hubiesen aceptado de vuelta luego de lo que hice. De lastimarlos así.
Suspiré para comenzar a jugar. La almohada era realmente cómoda. Tampoco iba a quejarme del todo la falta de confort de los últimos meses, no con B rondando el apartamento de lado a otro, comiendo dulce todo el tiempo y comunicándose de esa forma tan peculiar.
--Beyond…--me oí murmurar. Corrección, quizás no fuera aroma a limpiador pero su cabello tenía un perfume más natural y dulce. La sedosidad de su cabello negro superaba la almohada, y sus brazos alrededor de mi cadera, las sabanas que podrían cubrirme esta noche.
El calor de su cuerpo contra mi pecho hizo que el frio de Richmond, sus recuerdos y el dolor que me produjo Mello, se aminoraran.
Le debía bastante incluso con sus manías salvajes y el peligro que irradiaba.
Y no sabía dónde estaba. ¿Estaría acusado también? Quizás…
¿Habría huido con éxito? Espero que sí
Y sobre todo quería imaginar que estaba bien y que su hermano policía no le hallara, ya que, Beyond tenía muchos cargos posibles por los cuales ser acusado y encerrado.
Por mi parte tenía que presentarme a juicio dentro de cuatro días, y él…
Resoplé poniéndome de pie otra vez, llevando conmigo el videojuego cuando caminé hasta la ventana. Los niños corrían en el jardín de enfrente, juguetes regados…todos ajenos a la realidad que desperdiciaban, malagradecidos que no miraban más allá de lo que consideraban normal, ajenos a una vida miserable y dolorosa. Creyentes de que sus problemas sobre zapatos de marca que se han acabado en el centro comercial, es suficiente, sin conocer la desesperación o la impotencia. El peligro.
Esos niños me recordaban al Mello de la fotografía, sin embargo, estaba lejos de comportarte como aquellos mocosos. Como “este” particular idiota pelirrojo que no supo apreciar lo que tenía, aunque, tampoco me arrepentía del todo. Quizás me sentía así porque mis emociones estaban confusas y claro, porque no quería terminar en prisión.
Mello…hasta ese momento no había pensado en él, ni en la situación tan peligrosa en la que también está hundido junto con Nate…
Vaya…¿Quién lo diría? Luego de salir de la agencia de policía, lo único que ocupó mi mente fueron mis padres, mi vida y, ahora, Beyond.
--Beyond…--mascullé otra vez. ¿Qué mierda…?
Me sacudí los pensamientos “esos” de la mente.
Di un paso atrás para volverme. Me detuve abruptamente al encontrarme con mi mamá, mirándome atentamente. Su expresión se me antojaba a que dudara de mi existencia, o por lo menos de que fuese real.
--Mail…--murmuró.
--Mamá…
--Baja a comer---dudó un momento. Me acerqué a ella, mirándola a los ojos, ella alzó el rostro para hacer lo propio. Su mano voló hasta mi mejilla para acariciarla. El tacto fue cálido. Le sonreí sin pensar.
--Lo haré…
Ella le echó una ojeada a la ventana.
--No voy a huir esta vez—musité. Iba a enfrentar las consecuencias de mis actos, fue mi decisión cometer ilicitudes por tanto arriesgarme en esto era lo que debía hacer.
--Mail…--se mordió los labios--¿Esa persona? ¿Beyond? ¿Es la causa de que tú…
--No.
Asintió con cuidado sin creerme mucho. Aunque esta vez estaba diciendo la verdad.
Retrocedió.
--Esa persona—hablé, deteniéndola—es rubia, ojos azules, temperamento violento…y se ha ido de mi…vida—sentí un nudo en la garganta.
Se acercó de nuevo para besarme la mejilla.
Bajamos por las escaleras alfombradas, miré la casa por todos lados, tal y como la recordaba. Cada recuerdo allí dentro revivía en mi mente, cada plática y suceso…reuniones y tiempos felices.
Me senté en el comedor, mi padre miraba el televisor de la vitrina. Contemplé su expresión cansada aunque apacible, tan distinta a la que le vi aquella ocasión mientras me escabullí de Richmond.
Iba a apagar el aparato cuando una nota llamó mi atención.
--Espera—pedí sin despegar los ojos. Se trataba de una escena vista desde las alturas, con el ruido de las hélices como fondo, casi ahogando la voz de la locutora.
Estaban en un peñasco cerca de la playa maquilera de California, las olas bañaban el lugar con su agua fría. Varias personas uniformadas se arremolinaban en torno a “algún descubrimiento” entre la arena.
Policías y equipo forense iban y venían. La ambulancia estaba esperando sobre la carretera.
“—HASTA AHORA NO SE TIENEN DATOS EXACTOS DEL CUERPO ENCONTRADO. LAS PRIMERAS VERSIONES DEL EQUIPO DE INVESTIGACIONES SUGIEREN QUE SE TRATA DEL CADAVER DE UNA JOVENCITA DE NOMBRE LINDSAY HAMILTON. SUS PADRES ADOPTIVOS ESPERAN RECONOCER EL CADAVER”
La imagen acompañó a la narración, mostrando en la pantalla la fotografía de Linda, con el cabello sujeto en dos coletas bajas.
Retuve el aire incapaz de controlar el frenético trabajar de mi corazón. Tragué saliva estrepitosamente.
Linda… ¿muerta?


POV LIGHT

Baje el celular sin escuchar lo que Matsuda me decía del otro lado de la línea, sin siquiera esforzarme por descifrar sus palabras en medio de todo el barullo y el sonido del mar que se golpeaba contra las rocas.
Me dejé caer sobre el respaldo de la silla, dentro de mi habitación, me sostuve la frente con la mano para sentir el sudor frío debajo de mi cabello.
--Mikami….—la había matado—Mikami, estúpido…¡estúpido!
Me puse en pie de golpe, sintiéndome molestamente claustrofóbico dentro de mi propio cuarto. El muy imbécil actuó por su cuenta, se suponía que sacaría la información de aquella puta, y en lugar de apegarse a mi brillante plan, lo echa a perder.
Estaba claro que cuando recibí su mensaje de texto donde me decía que habló por teléfono con alguien que conoce la exacta ubicación de Mello y Nate, sospeché. Sin embargo, jamás creí que fuera tan idiota como para asesinarla creyendo que no podría obtener más de ella.
¿Dónde estaba el maldito fiscal de distrito con sus certeros interrogatorios?
Maldita sea.
Y encima de todo tira el cuerpo en el acantilado, donde cualquiera puede encontrarlo. A donde la policía puede disponer de él para hacer las pruebas necesarias. Debió quemarlo…o tal vez…
--Eso quería hacer—mascullé. Posiblemente Teru busca intimidar a ese otro tipo dejándole un evidente incentivo para que revele lo que sabe.
Recogí mi celular para mirar que Matsuda había cortado comunicación. Fui directamente a la bandeja de entrada, aquel sujeto era un tal “BB”. O al menos así lo llamó Linda.
--Imbécil—traté de calmar la ira que iba subiendo por mi espina dorsal. “BB”—Beyond Birthday.
¿Tendría alguna coincidencia? No cualquiera tiene dos iniciales de letras iguales, incluso cuando era casi imposible, aunque bueno, si consideraba que el traumado del hermano de Elle frecuentaba la mierda, tendría sentido…
¿Entonces tendría que acudir al trastornado para hallar a Nate? No faltaría mucho para que terminase en prisión, y así Elle tendría acceso a él…
Demonios.
Ahora más que nunca debo hallar a Nate…estoy en peligro…
No quiero ir a prisión.
Y menos porque Mikami haya cometido semejante idiotez. Estaba claro que no tenía idea de que BB no caería a esa presión que intentó al asesinar a Linda, no si se trata de muerte.
Aún podía tener algo de tiempo…quizás…
Recargué una mano sobre el ordenador, sosteniéndome el rostro con la otra.
No lograba pensar, solo sentir una profunda furia por la equivocación de Mikami…
Y Elle…
Suspiré.
Mi móvil timbró. Lo miré de reojo. Fruncí el ceño cuando vi de quien se trataba: Takada.
Había pasado las últimas horas ignorando las llamadas de Misa, esperando pacientemente que mi nota le hubiese impactado lo suficiente para dejarme solo, estaba seguro que no atentaría en mi contra. Era demasiado tonta y enamoradiza como para hacerlo; y si no era suficiente el perro de Mikami terminaría el trabajo.
Solo una vez respondí el teléfono y esperé que mi respuesta reflejara mi completa sinceridad al decirle que prefería mil veces morirme antes que estar con una prostituta como ella.
Por fin, tras pensarlo largamente, decidí atender.
--No digas mi nombre—indiqué a modo de saludo.
--Necesito tu ayuda…por favor, Light—dijo en voz baja, pero alarmada. Resoplé.
--Te dije que…
--No importa eso…dice que te conoce y sabe que trabajamos juntos—escuché su voz como eco, como si quisiese que nadie la oyera.
Despegué el rostro de la mano.
--¿Quién?
--Un sujeto…está aquí en la oficina desde hace veinte minutos, quiere hablar con Mikami. Le he dicho que no está pero…se niega a irse.
--¿Cómo es?—quise saber.
--Patético—dijo de inmediato—Cabello negro, pálido…me pone nerviosa.
--¿Le hace falta una noche de sueño?
--Toda una vida de dormir—aceptó. Su tono era vibrante—Light…
--¿Viste de blanco y mezclilla?—sabía que estaba de más, pero debía estar seguro.
--S..si—dudó un momento—Light en serio, no sé qué hacer para que se vaya.
Así que Elle estaba sobre Mikami como debí esperar; el tiempo no estaba jugando a mi favor. Necesitaba distraerlo…
--¿Solo quiere hablar con Mikami?
--No ha dicho nada más…--replicó nerviosa.
Bueno, podría hacer que Elle sospechara de Takada; ella tardaría mucho en hablar en mi contra, si es que lo hacía.
--Bien, Kyomi…
Se cortó la comunicación. Sopesé la idea de remarcar, sin embargo la descarté pronto, si Elle estaba allí en persona sería demasiado sospechoso, por no decir obvio.
Era curioso que el detective en persona estuviese ahí…¿Por qué no uno de sus ayudantes?...¿tanto importaba para él Mikami?...No, dijo saber que trabajo con él, lo cual implica que está interesado en mí, y posiblemente relacionando sucesos, aunque el que supiera que andaba tras la pista de Nate era muy escaso.
Algo tenía que hacer si quería volver a sentir sus labios contra los míos.
Y si quería.

POV MATT

Contemplé en silencio la fotografía de mis padres y yo hacía dos años.
Le había dado la vuelta al asunto una y otra vez…me dolía siquiera pensarlo.
Linda…muerta…
Mi pecho me oprimía al imaginar lo que debió sufrir, me irritaba imaginar que ella, tan risueña y valiente, se hubiese convertido en un cadáver en medio de las rocas.
No se lo merecía. Aún con la venta de enervantes.
Mi padre una vez mencionó en Navidad que aquellos que parecen buenas personas y trabajan destruyendo vidas o influyendo en el mal…no son más que parias.
¿Sería la forma de la vida de hacerle pagar?
No lo sé.
Baje la cabeza en medio de mi habitación.
--Linda—definitivamente me dolía su perdida. Ella que había sido una amiga sincera desde que la conocí en Richmond…
¿Tan mal salió su huida? ¿Nadie acudió a ayudarlos como Beyond predispuso?
¿Estaria…él…muerto?
No. Me aferraría a que de ser así su cuerpo también debió ser hallado. Mello estaba vivo. Lo sentía.
Y ahora venía la peor parte. Yo estaba en plena libertad condicional hasta mi juicio, ella muerta, Mello y Nate desaparecidos…Beyond…lejos…
Me puse en pie acercándome hasta la puerta de mi cuarto. Sabía que del otro lado estaban mis padres, en su primera tarde de paz desde hace un año con meses. Y si me iba…los destrozaría otra vez. Quizás nunca logre su perdón esta vez.
Pero…prefiero eso a saber que están en peligro.
Seguramente Mikami sabe sobre mí, tanto como de Mello, ya que los hombres de Rod me mencionaron, y, por supuesto esa investigación llegaría al fiscal gracias a su posición.
Mis padres no debían estar en medio de ese fuego cruzado.
Los amaba más que para arriesgar su integridad y su vida. Su seguridad incluso con lo que los dañaría yo mismo, estaba por encima.
--Además quiero verte…Beyond—me dije. Tampoco era mentira.
Aspiré una bocanada de valor antes de acercarme al ordenador y encenderlo. Primero me daría una vuelta por la red de la policía para buscar el estado de mi investigación, el de B y claro, de Mello.
Y después, removería el dinero robado (crimen por el cual a nadie se le ocurrió culparme) y lo depositaria seguro en una cuenta para mis padres.
Escribiría una carta, probablemente lloraría, me sentiría como la mierda que soy. Bajaría a darles una abrazo y prepararles algo de tomar que los duerma toda la noche, que les de tranquilidad, vería televisión con ellos mientras eso ocurre.
Los abrazaría para agradecerles todo…
La noche llegaría y…me iría de nuevo.
No es que no pueda estar con ustedes, papás, es solo que la única vida que quiero arriesgar es la mía.
Ya estoy jodido, lo estuve desde que los abandoné para ir a Richmond. Y tampoco estoy arrepentido, quizás solo frustrado, pero me siento más calmado.
Espero que logren perdonarme algún día. Esta vez saben que me iré y que estaré bien. O al menos eso escribiré.
Richmond es el único lugar al que alguien como yo no perteneció pero que hizo su casa, Mello la razón de mis dudas y excesos…y Beyond la persona con la que aceptaría arriesgar mi vida sin llevarme a nadie más.
Menos a mis padres.

Notas finales:

Gracias por leer!!!

Bshooos tronadhoosss...

yyy...sensualezzzzzzz


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