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EXCESOS por HakudiNN

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Notas del capitulo:

Hola, lo sé, me tardé demasiado. Les pido disculpas por eso, tuve algunos conflictos x.x...
En fin este es el final de EXCESOS, hasta ahora, mi fanfic más largo. Con esto termino un proyecto más y me siento feliz con ello!!
Y bueno, a seguirle pues!
Espero que les guste:

25 de abril de 2014

Recorrió el pasillo sin devolver muchas despedidas en realidad. Era extraño incluso para él mismo cruzar esa parte del edificio, normalmente su sitio de trabajo se reducía a su oficina y a su casa. Esta ocasión, se vio en la necesidad de andar por en medio de los cuartos de interrogatorios hasta asegurarse que la persona que buscaba no se encontraba allí.
Por ningún motivo permitiría que estuviese en alguno de esos pequeños cuartos cromados.
No había descansado, mucho menos dormitado, aunque claro eso no formaba tampoco una actividad usual en su vida, sin embargo, no lograba evitar el terrible exhausto que sufría. Un agotamiento tan ajeno a si mismo que comenzaba a preocuparle.
Era un humano, no una maquina.
No recordaba desde cuando no sentía ese cansancio que es capaz de tirar al primer sitio más o menos tranquilo.
Echó una ojeada a las ventanas, la tarde se oscurecía profundamente y pronto cubriría la noche con su velo cada rincón de California. Seguía su camino cruzándose con algunos detectives que se disponían a retirarse o a cubrir sus guardias.
Al subir al ascensor se recostó sobre la pared y esperó pacientemente a que el cuarto de metal terminara de ascender.
Imágenes confusas pasaron a través de sus parpados, un poco de todo en este capítulo bastante inusual, con demasiados personajes entrelazados que estaba por asegurar que no estaba conforme con ningún final de los varios que se desplazaron en realidad. Pese a que fungió como jugador maestro en el tablero.
Un criminal en prisión, pero que consigo se llevó algo más que solo delitos.
Dos mujeres muertas, una más en el manicomio. Otro criminal de gran escala asesinado de una forma cruel, y un par de cárteles de tráfico de drogas, desmantelados.
Dos delincuentes casi chiquillos que tenían como cárcel provisional un hospital, uno de ellos que se debatía por su vida.
Beyond…tenía cinco días más de vida antes que desfilara hacía la inyección letal.
--Beyond—murmuró. El asesino a puertas cerradas. El inusual y peligroso muchachito de negros cabellos que se desvivía por no seguir lo impuesto…y que al final extendió sus muñecas sobre la plancha y aceptó ser arrestado solo por su hermano menor.
--Nate…
Elle estaba en clara desventaja. No iba a negar eso, así como tampoco el hecho de no comprender porque este nuevo logro no significaba más que…nada.
Por fin el pitido del elevador al abrir sus puertas le sacó del ensimismamiento.
Cruzó el amplio pasillo, abriendo sin llamar a la puerta.
Adentro, Watari servía algo caliente dentro de una de la dos tazas dispuestas para los presentes, Lidner se sentaba con el cuerpo orientado hacía el muchachito y parecía no haber tenido mucho éxito en la conversación.
Nate, inmóvil, con una pierna al pecho, mantenía la mirada fija en el ordenador.
En realidad no escuchó si alguien le dirigió una mirada, un saludo, se concentró en su hermano. En aquél muchachito que arriesgó su vida, su integridad, su futuro…el mismo destino que Elle cuidadosamente había diseñado para tratar de concederle una existencia mejor…Nate se negó, por supuesto que lo hizo.
Sin detenerse en los presentes, cruzó la alfombra, sacando ambas manos de los bolsillos. Pasó una pierna sobre la mesita de centro para apoyarse y lograr llegar hasta el chico.
Y estrechó a su hermano en un solo movimiento para mantenerlo quieto entre sus brazos.
**
27 abril 2014

Tan solo tres días.
Lapsos demasiados escasos para tratar de concentrarse en algo más que no fuese la inminente muerte de Beyond Lawliet…su Beyond.
Su hijo.
Halle contuvo el aire un poco más, el mismo que había estado manteniendo durante tanto tiempo, sin importar lo que pudiese pensarse, este maldito momento en su vida no terminaba.
Nate estaba bajo custodia…pero Beyond…
Y por alguna razón sentía que ella misma, en un afán maternal por protegerlos, hubo contribuido a deshacerles la vida.
--La vida como ellos la querían—musitó bajando la cabeza. No eran parte del experimento del que siempre fueron sujetos, eran algo más. Y siempre fue así.
En cuanto oyó la puerta de la oficina abrirse, volvió el rostro hacia el interior.
--Lidner…--habló Giovanni, todavía con la mano sobre el pomo de la puerta. Claramente confundido por ver a la ex agente dentro de su oficina.
--Bullock—corrigió calmadamente, sin moverse del asiento del agente.
Giovanni cerró la puerta detrás de sí, contemplándola con duda, indeciso seguramente sobre preguntarle que estaba haciendo allí.
--Stephen—retomó ella.
Se encogió de hombros en señal de estarla escuchando.
--Escucha, estoy consciente que nuestra…relación no ha sido la mejor—puso mala cara—aún así, Stephen, tenemos que hablar.
--No veo por qué habría de negarme—admitió—aunque no imagino que es lo que…
--Quiero que me demuestres que alguna vez tuviste un poco de criterio como adulto en lo que concierne a Beyond—hablaba rápido, ignorando la dureza que cruzó por los ojos del otro.
Transcurrió un momento de silencio, mientras ambos agentes se miraban fijamente. Si alguna vez trabajaron en conjunto era claro que el compañerismo no significaba nada en comparación con la necesidad callada que transmitían cada uno en busca de apoyo.
--Una última operación antes de retirarte definitivamente—aventuró el agente.
--Llámalo como gustes, Stephen—le restó importancia--¿Vas a escucharme?
El interlocutor se limitó a sentarse frente al escritorio.
--Necesito primero el número privado de Watari—exclamó ella, extendiéndole un móvil.
**
Elle se mantuvo quieto delante del ordenador, leyendo sin detenerse un solo minuto. A decir verdad era de los pocos manuscritos legales que no había leído previamente, lo cual, solo se debía a la poca conveniencia que encontraba en él.
Se llevó un pulgar a los labios mientras su mente tomaba nota de lo que necesitaba y de lo que podía llegar a utilizar en dado caso que sus influencias y sus, recién adquiridos, conocimientos legales no fuesen suficientes.
La puerta se abrió sin llamar antes, un hecho incluso ajeno a la normalidad en la vida del detective.
--Joven Elle—habló Watari detrás del chico.
--Estás siendo inoportuno—avisó sin volverse.
--La agente Halle necesita hablar con usted—prosiguió amablemente. Elle volvió el rostro sobre sus hombros para divisar a Halle Bullock de pie al lado del anciano, acompañada por Giovanni.
El detective supo entonces que definitivamente no saldría avante en esa discusión.
**

El constante pitido de la línea al establecer comunicación, nunca le hubo parecido tan atrozmente desquiciante. Y es que, probablemente no era debido a que poseyera poca paciencia, más bien, era gracias a esa irremediable ansiedad que había sentido desde hace ya varios días. Lapsos que se le antojaron eternos…sin saber nada más que el estado de salud de Mihael.
Poco a poco su vida se mecía con mayor frecuencia en una cuerda…y Nate, ni siquiera estaba seguro de que Elle estuviese haciendo lo oportuno para evitar una muerte.
¿Y qué podía esperar de todas maneras?
Había perdido toda esperanza de volver a considerar su existencia como una vida.
Lo cual, ahora, se traducía más o menos en el equivalente a no ver a Mello…
Sin embargo, con todo y ello, escuchó atentamente las palabras de Halle, fingiendo desinterés total ante la historia fantástica de como su hermano mayor, Beyond, se echó los grilletes al cuello para evitar que Nate tuviese una vida desgraciada. A criterio del “héroe”, por supuesto.
No podía culparlo al final, simplemente demostró un poco más de preocupación frívola ante lo que él mismo consideraba seguro para el bienestar de su hermanito menor.
Una vida que Beyond había aceptado pero que no por ello, la desearía a Nate. Incluso de ser ésta la decisión del chico.
Por fin, el interminable pitido cesó, siendo reemplazado por un simple click.
Hubo silencio del otro lado.
Nate, echó una ojeada fugaz al detective, quien, simplemente se dio la vuelta y cruzó la puerta.
Se retorció el cabello.
--B—exclamó.
--A decir verdad no considero esta situación realmente conmovedora—habló el otro, de forma cortante.
--No era mi intención que lo fuera—replicó.
--Nate, ¿vamos a compartir celda?—preguntó con falsa inocencia, ignorando por completo la competencia de frialdad.
El interpelado miró sus muñecas intactas. Sabía perfectamente lo que su hermano quería saber.
--No.
--Entiendo. Voy a morir en dos días y la celda quedará libre—pareció encogerse de hombros.
Nate bajó la mirada.
--B…--murmuró.
--Descuida, Nate. De cualquier manera no concibo reacción diversa dados los acontecimientos—habló con calma.
--Aceptas que parte de lo que sucedió es culpa tuya—puntualizó.
--Eso ya lo ha decidió un sujeto vestido de toga que imagina que su corrupción interna es reflejo de justicia—replicó en tono aburrido.
--Y Nate no irá a prisión—resultó incluso más sencillo referirse a si mismo como tercera persona.
--No es necesario ningún tipo de consuelo embustero que califique mi muerte como un mártir de cuentos de hadas—hizo ver.
--No sería jamás mi intención. Supongo que tienes mucho de qué hablar.
--¿Sabes el estado de salud de Matt?—habló de golpe, como si hubiese estado esperando una oportunidad que le permitiera hacer la pregunta.
--No. Matsuda solo reveló que se encontraba bajo custodia en el mismo hospital que Mello—se retorció el cabello, escondiendo los ojos entre sombras.
“Mihael”…aquél palpitar ardiente quemó contra su pecho, allí, en el abismo donde debía estar su corazón.
--El sujeto rubio…
--No tienes de que preocuparte—esta vez el tono fue fastidiado.
--En realidad ahora me encuentro frustrado con mis propias acciones—resopló infantilmente—mis actos solo fueron dirigidos a un resultado que no conseguí…
--De cierta manera—aceptó Nate--Tampoco seguiré sus pasos.
--Y el sujeto rubio…
--Mihael tendrá su propio juicio una vez que despierte—tajó.
--El sujeto rubio…
--Estoy consciente que no te agrade—atacó.
--Me veo en la necesidad de recurrir al sarcasmo: ¿Qué te hace pensar algo como ello?
No pudo evitar sentirse divertido con la forma científica de hacer un chiste, tuvo que sonreír ante las elocuentes palabras.
--Beyond...
Lo pudo visualizar en su mente, con la posición fetal sobre la placa de metal que le servía de cama, y la expresión amargada en el rostro.
--Gracias—murmuró, al menos tenía que agradecer su intención. Era por completo extraño que no sintiese el más mínimo coraje en contra de B. Posiblemente era porque su hermano, durante años, fue lo único que consideró cercano, el único sustento… Aunque se tratara del psicópata Beyond Lawliet.
--Para ser honesto no encuentro ningún escenario donde esa palabra sea correctamente aplicada—repuso con calma.
--Nuestro padre…nuestra madre…el orfanato…--comenzó a enumerar. Sería la última conversación con él…
--Basta, Nate—ordenó con suavidad—irme simplemente sin ti era una posibilidad inaceptable. Solamente.
Nate asintió con cuidado.
--Quizás Matt pueda asistir a la ejecución…
--No. Estará en prisión…
Nate sopesó la idea de que en realidad su hermano prefería que Mail no estuviese presente durante la ejecución…mas no objetó nada.
Afuera, Elle Lawliet contemplaba atentamente la comunicación entre sus hermanos, sin atisbo de análisis en ellos, simplemente hipnotizado por la forma en que ambos conllevaban su relación. Irremediablemente se sintió incómodo al observar, como si no perteneciese a ellos…y era la verdad, Elle Lawliet dejó de pertenecer a sus hermanos desde hacía años atrás.
Si dejaba que su familia desapareciera se estaría convirtiendo en un monstruo, peor que ello…además estaba decidido a salvarla, a cualquier precio.

**
28 de abril 2014

Abrió los ojos lentamente, la cabeza le daba vueltas y tenía un sabor extraño en la boca. Si solo fuese metálico y salado sería reconocible y hasta normal, sin embargo, también estaba esa amargura en su paladar que provocaba sendas nauseas al moverse.
La blancura del techo resplandeció contra sus pupilas lastimándolas. Intentó cubrirse los ojos, sin embargo, su mano se quedo atascada en el intento. Giró los ojos para notar su mano derecha esposada a la base tubular de la cama.
El otro brazo, sujeto a su pecho, lo inmovilizaba por completo. Trató de incorporarse hasta quedar sentado sobre la cama.
--Near—murmuró.
**

Suspiró una vez más mientras contemplaba los vendajes alrededor de sus muñecas. Sus padres no habían pisado ni una sola vez el hospital, sospechaba que si bien no estaban enterados, tampoco tenía mucho derecho a exigir algo de ellos luego de todo lo ocurrido.
Todavía no estaba seguro porque seguía con vida ni porque allí, la razón para mantenerlo en el hospital estaban por demás a su vago criterio, y es que, en realidad estaba más ansioso por ponerse al tanto de tantas situaciones.
¿En verdad se había acabado? ¿O solamente era otra pausa maratónica?
Un ruidero de voces desde el exterior del pasillo interrumpió sus cavilaciones. Matt volvió la vista hacia la puerta. Y lo vio entrar.
Mello se apoyó con su mano libre al borde del umbral, los ojos de Mail volaron hasta el pedazo tubular que pendía de su muñeca. Un trozo de las abrazaderas de la cama, seguramente.
Estaba vivo. Estaba allí.
Se le veía bastante mal…aunque había estado peor.
--Hola, amigo—habló, con una sonrisa ligera, genuinamente feliz por verlo de pie.
Por alguna razón el saludo sonó más natural de lo que supuso…de lo que alguna vez imaginó poder pronunciar. “Amigo”.
Mello no devolvió el saludo y se echó a andar hacia el interior. El pelirrojo se acomodó sobre la cama para recostarse en la cabecera y mantenerse sentado.
El rubio arrastró la silla del enfermero y la llevó hasta el borde del lecho, una vez allí, se dejó caer resistiendo las punzadas.
--¿Cómo estás?—quiso saber.
El pelirrojo se encogió de hombros.
--Tengo las muñecas inmovilizadas, mis padres me odian, un dolor constante en la cabeza, iré a prisión pero…--suspiró—te ves peor—le sonrió cálidamente.
Mello le miraba fijamente.
--¿Qué?
--¿Por qué no puedes dejar de ser tan malditamente tú?—reclamó.
Matt abrió los ojos con sorpresa.
--Creo que…porque soy yo—replicó como si aquello representara un argumento lo suficientemente convincente.
--Sabes a que me refiero…--gruñó. Esperó que el chico lo entendiera sin embargo sus ojos verdes siguieron igual de confundidos. Resopló—perro distraído.
--Es que…no comprendo…--admitió.
--¡¿POR QUÉ NO SOLO ME MANDAS A LA MIERDA Y YA?!—se exaltó, mirando a Matt con un enojo palpable. El pelirrojo no se inmutó, lo pensó un segundo, acostumbrado e incluso alegre de verlo en medio de sus estrepitosos ataques de furia. Dejando de lado eso, era por supuesto una buena pregunta, sobre todo porque el rubio daba la apariencia de estar iracundo precisamente por no haber sido insultado o enviado a los mil infiernos.
--Porque no lo hago…--murmuró—bueno creo que es porque…no puedo hacerlo, Mello—se encogió de hombros.
El rubio se dejó caer contra el respaldo, maldiciendo por lo bajo, realmente frustrado por la respuesta recibida.
--Oí que…hiciste un trato con el hermano de Nate para que me rescataran—sondeó el chico.
--¿Dónde oíste esa estupidez?—lo miro de soslayo.
--Matsuda.
El rubio asintió con reconocimiento y bufó.
--No es muy perspicaz—convino Matt.
--Es un imbécil—repuso el rubio, dejándose caer sobre el respaldo.
--¿Cómo supiste que estábamos en el mismo hospital?—aventuró.
--No se necesita ser un genio para saber que dos criminales vinculados entre sí, son más sencillos de vigilar en el mismo rango de movimiento —respondió con dureza.
“Vinculados entre sí”.
El chico se mantuvo impasible, dirigiendo la mirada hacia el frente, perdiéndose en la blancura de la pared. Buscando por cualquier medio el sobrellevar una situación como esta: Mello en su habitación. Esa opresión en su pecho que era inevitable pero que en realidad no era lo suficientemente fuerte como venirse abajo otra vez.
Más bien se le antojaba a la incómoda situación de un par de amigos tras haber tenido una disputa, con la promesa de que la amistad sobrepasaría aquello.
--Matt…lo siento—murmuró.
--No te preocupes—respondió casi de inmediato, volviendo la mirada hacia él, sonriéndole ligeramente. Sin rastro de reproche.
--Maldita sea—gruñó--¡NO ERES MAS QUE UN…--se interrumpió de golpe. ¿Qué insulto era lo suficientemente bueno para calificar al pelirrojo?
--¿Cómo está Nate?—quiso saber, recargando las muñecas sobre su regazo, descubriéndose realmente interesado. Mihael dudó un segundo en responderle, tras el cual, resopló.
--Estará bien—se encogió de hombros—Es su hermano el que mueve a la policía—trató de hacer un chiste, motivado también por el repentino cambio en la resolución del rubio.
--Lamento que por culpa mía vayas a ir a prisión…--desvió la mirada, sin deseos cínicos para seguir una conversación sobre el estado de Nate con Matt. Tampoco iba a aprovecharse de la candidez del pelirrojo.
--No es culpa tuya—repuso con calma—siempre tomé mis decisiones, además…fue divertido—sonrió ampliamente.
--¿Qué parte, perro? ¿La del borde de la muerte?—replicó de mala gana.
--Supongo que todas—asintió pensándolo un momento.
Ambos se miraron, casi al instante ambas risas inundaron la habitación.
--No, no fue divertido—admitió el pelirrojo—en absoluto.
Mello se dejo llevar por la melodía de la risa que durante tanto tiempo le llevó calma a su vida de violencia y dolor. Ese era el Matt que tanto apreciaba, le hiriera el ego o no admitirlo.
Se quejó un momento gracias a una punzada en el costado que le reclamó atención. Se removió en su asiento para sujetarse el vendaje.
--Gracias, Mello—oyó decir. Alzó la azul mirada—Por sacrificar tu libertad y la de Nate…por un perro como yo.
Sacó el aire de golpe. Que putamente dramático. Rodó los ojos.
--Idiota...—murmuró.
--Es en serio…
--Matt—habló con firmeza, el chico abrió los ojos con curiosidad—Gracias a ti por…todo.
El chico suspiró en silencio. Asintió con la cabeza y le dedico una cálida sonrisa. No más reproche, no más miedo, no más dolor…Solo paz…Podría decir ahora que todo parecía estar en calma entre ambos.
Por fin.
--Oye, Mello…¿Cómo fue que te dispararon?—preguntó con sinceridad.
--Un imbécil puso su dedo en el gatillo y tiró de él—replicó con evidente fastidio ¿Qué tanta ciencia podría tener aquello?
--¿y cómo es que estás de pie?
--Ni puta idea de cuánto tiempo llevaba…
--Entiendo—interrumpió el pelirrojo, desviando los ojos--¿Crees que compartamos celda?—habló luego de un momento.
Mello se cuestionó a sí mismo si estaba preguntándole en serio.
--Aunque claro…puede que te emparejen con Nate—se rio tratando de hacer un mal chiste. De inmediato se apagó todo atisbo de felicidad.
“Beyond”.
Cada vez eran menos las horas que se mantendría con vida.
¿Cuántas le quedaban?...¿48 horas cuando mucho?
--¿Y qué? Puede que te emparejen con algún idiota como “B”—el rubio pareció interesado en seguirle el juego macabro, sin embargo, el humor negro no le alcanzó para evitar deformar la letra de referencia. Todavía seguía teniendo intensos deseos de patearlo.
--Dudo que haya alguien como B—murmuró Matt sin pensar.
Mello le miró de soslayo pero no objetó nada. Incluso creyó haberse tragado su chasquido de lengua con éxito, algo que para Mail no paso desapercibido.
--No es tan malo como crees, Mello—repuso con cierto alivio en las palabras—En realidad es más bien…único—atino a decir, sonriendo inconscientemente.
Mihael contempló el rostro tranquilo de Matt. En un tiempo creyó que sería la misma expresión que vería hasta su muerte, si, inclusive él se dio ese privilegio. Sin embargo, eso era antes de que le sobrevinieran los estrepitosos sentimientos por Nate y la angustia fatal que experimentaba al no tenerlo cerca.
Después de todo, el chiquillo engreído era mucho más de lo que Mail Jeevas pudo llegar a representar para Mello, tal vez como ahora lo era el idiota de B. O quizás solo diferente.
Como fuera, al parecer ya no había nada más que decir, ni tampoco que demostrar. Todo estaba perdonado.
Así era Matt…su Matt, no, el Matt de alguien más…Tenía que entenderlo, aceptarlo, y sobre todo, sentirse aliviado.
Mello sonrió ligeramente sin darse cuenta, pese a todo, sumergido en esa penosa situación no tenía más que hacer que dejar de resistirse a las emociones. De todas formas siempre habían sido su perdición.
--Mello…--llamó--¿porqué no has hecho nada todavía para ir por Nate?—pareció realmente confundido por ese hecho. Lo conocía bastante bien para darse cuenta que el rubio tendría más de un plan en mente para salir de allí.
--Me atrevería a asegurar que es porque sabe a la perfección que nadie le haría daño mientras este bajo mi custodia—interrumpió una monótona voz, por completo ajena a los muchachos.
Ambos se giraron en dirección a la puerta. Matt hizo una mueca, cada vez que miraba al tercer hermano zombi, se le antojaba bastante irónico, sobre todo si tomaba en cuenta que el parecido con Beyond era simplemente desquiciante.
Miahel Keehl, adoptó una posición tensa, prácticamente a la defensiva. Ese sujeto de aparente despreocupación era el maldito reflejo del idiota de B.
No se necesitaba ser bastante suspicaz como para no darse cuenta de quien se trataba.
“Elle”. El hermano detective de Nate.
Los ojos azules de Mello se entornaron en medio de sombras en cuanto el sujeto fijó sus oscuras pupilas sobre él.
Le ganó. Near y él fueron mucho más capaces que el detective, y el hecho de estar encerrado en un hospital gracias a una variable arriesgada pero estúpida, solamente servía como incentivo a la frustración…y a algo peor al saberse lejos de Nate.
--Es un gusto, Mihael—saludó y aunque la intención pareció ser amable, lo único que logró fue un tono por completo impersonal, incluso inyectado levemente por la arrogancia—Mail.
--Si, como sea—respondió, poniéndose de pie trabajosamente. Matt le miró seriamente, alzando una mano en un leve movimiento que pretendía ser un saludo informal.
Mientras se apoyaba en el respaldo de la silla, dos oficiales de la policía entraron por la puerta, apuntándole directamente.
A Matt casi se le escapa una sonrisa.
Al rubio le hizo gracia también, pero no hizo ningún otro movimiento.
--Por favor, considero que no es necesario—intervino Elle, pasándose la manos por los cabellos—En su evidente estado de salud cualquier persona podría someter fácilmente a cualquiera, inclusive “Mello”.
El mencionado gruñó, si tan seguro estaba podría quitar de en medio los dos cañones y echaría a perder la burlona hipótesis.
--Acompáñanos—ordenó de forma lacónica caminando con desgana hacia el pasillo—es conveniente saber que sigues con vida, Mail Jeevas.
Matt torció los labios con desconfianza, sin embargo, al final tampoco debía ser duro con Elle.
“Te evitó morir y pudrirte en el anonimato hasta quien sabe cuando” se dijo.
--Matt…--habló Mello sin volverse.
--Te veré luego, Mello—sonrió cálidamente. El rubio asintió y se echó a andar lentamente. Los oficiales trataron de sujetarle, por supuesto lo impidió.
Mail vio salir al rubio, a Mello…Era gratificantemente dulce el haber evitado palabras posesivas antes del mote del muchacho.
Apenas estuvieron afuera, Touta Matsuda entró en la habitación para hacer guardia.
--Veo que estás mucho mejor—habló con una sonrisa en los labios.
--He estado peor, es cierto—Matt le devolvió el gesto con poco menos ánimos--¿Cuándo iré a juicio?
--Aún no estamos seguros. La fiscalía está terminando de formalizar la acusación—respondió. Al instante supo que había hablado de más.
Sin embargo, para Mail aquella actitud distraída implicaba solo una cosa: confianza.
--Oiga…
--¿eh?
--¿Podría hacer algo por mí?—quiso saber, removiéndose en su sitio para sacar desde detrás de la almohada un sobre arrugado. Matsuda pareció dudar--¿podría enviarla por mí?

Apenas cruzó el umbral de la habitación a la que estaba asignada, Mello tuvo el impulso de saltar sobre la cama…donde Nate, permanecía con una rodilla al pecho, retorciéndose un mechón de su cabello.
Uno de los policías le sujetó por el brazo libre, evitando cualquier movimiento, guiándolo directamente hasta la silla de visitantes.
Los ojos grises de Near se fijaron en él, analizando sus heridas, su estado, la maldita distancia que los separaba.
Con una sola mirada, supo que Mihael estaba pasando por lo mismo.
Los malditos deseos por simplemente sujetarlo entre sus brazos se vieron fríamente tajados ante la mirada vacía del hermano mayor. Algo había en él, que incluso, Mihael tenía que aceptar que jugó bastante bien sus fichas.
A la mierda.
Sus ojos, por instinto, analizaron el cuarto.
--Te aconsejo que te lo ahorres—exclamó Elle. Mello gruñó molesto por haber sido interrumpido en sus cavilaciones—Aunque calcules una manera de escapar, las posibilidades de resultar herido o inclusive muerto…son de…--se llevó un pulgar a los labios—cien por ciento.
El rubio no dijo nada, simplemente se limitó a ver a Nate.
--¿Estás bien?—preguntó de la forma más hosca que logró. Sin mucho éxito, pues sobrepasó un tinte más bien ansioso.
Near dejó de retorcerse el cabello. Por primera vez desde que lo conocía, Mello creyó reconocer en él un dejo de humanismo evidente. Casi desesperado en la forma en cómo su cuerpo se inclinada hacia el frente, en dirección al rubio. Lo imaginó como un niño pequeño mirando su juguete más preciado, esperando permiso expreso para correr y sujetarlo entre sus brazos.
De nuevo, con una mirada fue suficiente para demostrar que experimentaban lo mismo.
--¿Quién mierda va a hablar?—exigió Mello, tratando de apresurar eso, hallar un momento vacilante y acercarse a Near…
--Considero prudente que sea yo quien hable contigo, Mihael—habló el detective. El mencionado frunció los labios, odiaba que le llamaran por su nombre real.
--Con tus antecedentes, Mello, me atrevo a asegurar que has escuchado sobre el programa de testigos protegidos—intervino Nate por primera vez. Su tono, frío e impersonal acompañó su vista cuando la desvió.
Elle miró con curiosidad a su hermano menor. Lo interrumpió.
--¿Y qué con eso?
--Al parecer, dos de los agentes que trabajaron en la investigación han convencido al detective Lawliet de ser parte del programa…juntos—le miró.
El rubio parpadeó un par de ocasiones y luego, alzó los ojos directo al interpelado.
¿Qué mierda estaba tramando?
Elle suspiró.
--A decir verdad, Mihael, no esperaba que un mafioso anónimo contara con la aptitud necesaria para crear un escenario tan…inusual—habló como si leyese un informe, quizá incluso lo escribió y lo memorizó después—Aunque repleto de riesgos que personalmente no hubiese tomado, demostraron ser un…contrincante…interesante—se pasó la mano por el cabello.
Nate miró de refilón a Elle.
--Sobre todo si ése mafioso es un asesino declarado y llena por completo en los perfiles de la violencia y autodestrucción—siguió hablando, ajeno a los insultos que estaba predicando. Mello entornó los ojos.
--Escucha bien porque…
--Mihael—interrumpió Nate.
--Oh si—Elle se encogió de hombros—Me parece que pese a todo…no representa problema mayor mantenerte dentro del programa…y evitar que Nate vaya a prisión.
--¿A qué se refiere?—Mello se dirigió a Near.
--Nate amenazó con declararse culpable de tantos delitos como cometiste—la voz de Halle llenó la habitación mientras ingresaba a ella y le extendía a Mello una carpeta.
Mihael contempló durante un momento a Near.
--¡Idiota!—estalló—mas te vale que no te atrevas a hacer una estupidez como esa—ordenó, poniéndose en pie.
Los oficiales de policía se acercaron para controlarlo, Halle frunció el ceño.
--Tranquilízate, por favor—replicó el chico, impasible—no es sensato reaccionar de esa forma tan… emocional. Están presentes dos oficiales de la policía especial, una agente y…mi hermano.
--¡Me importa una mierda!—prosiguió hasta que fue sujetado--¡En lo que vale, te doy mi palabra de que no irás a prisión por esto ni por mí!
Elle analizó las palabras.
--A decir verdad, Mihael—habló con calma—el porcentaje de confianza que se podría depositar en tu persona…es menor al dos por ciento—tajó—sin embargo, volver el camino recorrido a través del tiempo, y cometer los mismos errores…es simplemente risible.
Mello no comprendió bien aquello, pero para Halle, y sobre todo para Nate sonaban bastante cordiales.
Elle no quería tropezar de nuevo con la idea de controlar las decisiones y las vidas de sus hermanos, inclusive si eso conllevaba mantener a Nate en relativa cercanía con quien con tanto ahínco intentó ahuyentar. Solo no quería verlo en prisión.
Una vez lo hizo por Beyond.
Podría hacerlo con Nate también.
--Agente, por favor—exclamó andando hacia la salida.
--Elle.
--¿Si, Nate?
--Gracias.
El interpelado asintió sin volverse y siguió su camino.
Transcurrió un largo momento en silencio.
--¡Nate!
--La distancia que nos separa no es mayor a los dos metros—apuntó—no es necesario gritar—repuso con soberbia, una debilidad por verle molesto, un gusto especial por saber que si lo fastidiaba, despertaría el Mihael Keehl impulsivo, emocional y vivo que tanto extrañaba.
Efectivo, cabreó más a Mello.
--Es suficiente—ordenó la agente—necesito que escuches esto y llenes varios documentos—señaló la carpeta que ahora yacía sobre el suelo—La situación funcionará así: Nate no va a prisión y reanuda en el Instituto. Tú, tampoco vas a prisión pero serás huésped del Centro de Protección para Testigos, en calidad de prisionero. Allí espero que seas capaz de desintoxicar tu cerebro—alzó la voz con petulancia.
Mello frunció los labios.
--No molestes, mujer.
Halle dio media vuelta para salir.
--Ey—llamó él--¿Por qué?—evitó enumerar una a una las razones para ponerlo tras las rejas que para darle una oportunidad de ese calibre.
--Por Nate—respondió—Nadie quiere verlo en prisión. Ambos tendrán un juicio arreglado—guardó silencio un momento—Y porque, de alguna forma, gracias a tu participación Light Yagami está preso. Podría decirse que eres un testigo protegido.
Mello esta vez no replicó, y la agente, simplemente siguió de largo.
--¿Cuánto tiempo durará?—quiso saber, ignorando a los custodios.
--Durante aproximadamente setenta y dos horas se manipuló la mente de mi hermano para convencerla de crear este escenario—informó—Calculo que ponerle un fin concreto a la situación podría oscilar en mucho más tiempo.
Mihael se volvió para mirarlo.
--El testigo protegido “Near” es en realidad huésped de su vida normal.
--Te equivocas, Mello…--bajó los ojos, una sonrisa imperceptible jugó en sus labios—Solo existían dos sitios al que me molestaría en habitar, la prisión…o el centro de protección.
Mihael sonrió por lo bajo en cuanto imaginó el casi berrinche de Near para con su hermano, hasta que logró convencerlo a base de chantaje emocional. Funcionó con Halle, ¿Por qué no con su hermano fenómeno?
Se acerco entonces lentamente hasta Nate, haciendo acopio de fuerza para no quejarse por las punzadas en su costado. Se dejó caer sobre la cama.
Iba a abrir la boca de nuevo cuando los brazos de Near le rodearon de improviso, colgándose de sus hombros, vibrando ligeramente con un dejo de…miedo mezclado con alivio.
Extraña combinación.
Pero a Mello no le disgustó, ni siquiera cuando sus heridas exigieron su atención.
Había pasado tres días prácticamente en coma, resistiéndose a la muerte, a sabiendas del futuro que pensó le sobrevenía…e incluso ahora, reservaba sus instintos.
Solo por verlo de nuevo. Sano y salvo.
Habría aceptado ir a prisión, a la silla eléctrica o la inyección letal si antes se aseguraba que el fenómeno alejaría las rejas de Near.
Su Near.
“¡Maldito cursi imbécil!”, se recriminó. Sin embargo, apenas la frente de Nate se apoyó contra su pecho vendado, supo que, ni los mil demonios podrían lograr que se separara en ese momento de él.
Le rodeó con su brazo libre dejando que sus cabellos rubios se fundieran con los blanquecinos de Nate.

--¿Estás segura que fue la mejor idea?—quiso saber Giovanni. Halle suspiró hondamente.
--De toda esta mierda, Stephen…Luego de ya tantas muertes trágicas ¿no piensas que alguien merece una oportunidad?
--Me impresiona que seas tú quien lo diga—admitió—Sobre todo cuando Mihael Keehl no merece ninguna.
--Es por Nate.
--El señor Elle no quiere ver a su hermano tras las rejas, y la amenaza fue consistente. Aún si lo sacara del país.
--Del continente—dio un sorbo a su café instantáneo.
El agente asintió en silencio.
--Y sobre todo…no va a arriesgar a perder a su familia de nuevo—retomó ella.
--Ese egoísmo está pasando sobre la ley y la moral…
--Por Nate…
--El señor Elle y Mihael Keehl están donde están…por Nate—sonrió irónico—Una especie de camino…nuevo, que ninguno de ellos dos había conocido.
--¿Estás feliz con eso? Nate no va alejarse de Mihael, sobre todo si se le da la oportunidad de no hacerlo—la miró fijamente.
--Tampoco Mello—musitó—Por Nate—dijo antes de dársela vuelta para perderse entre las personas del corredor.

Si Mello hubiese escuchado aquello, seguramente no lo aceptaría expresamente, sin embargo, no podría estar más de acuerdo.

**
29 de abril de 2014.

Dentro de veinticuatro exactas horas, Beyond Lawliet desaparecería entre las filas de los delincuentes mas peligrosos…pero poco trascendentales, no más que una nota en primera plana, y luego desaparecer en el mar de acontecimientos.
Pudo haberlo hecho mejor, pudo haber evitado que lo atraparan…pudo hasta ganarle a su hermano…quizás.
Pero no. Simplemente permitió ser atrapado.
Halle había intentado utilizar los mismos argumentos para desligar a Beyond de su responsabilidad. Infructuoso.
Elle Lawliet simplemente no negoció más que la permanencia, en algo así como la libertad, de Nate. Incluso se llevó consigo a la mierda sus propias creencias sobre la justicia y el peligro que Mihael Keehl representaba para su hermano.
La amenaza había sido dura y sin miramientos: o permitía a Keehl una oportunidad, o Nate, en cualquier tribunal, iba a declararse culpable.
Elle estaba consciente del intelecto de su hermano menor, si lo retaba, iba a conseguirse pistas falsas. Así lo encerrara.
Y ese…ya no era su propósito.
Fallo una ocasión. Lo intentó en otra y consiguió que Nate huyera hacía Richmond.
Así que, solo le quedaba desaparecer de su mente todas y cada una de las concepciones morales y justas, evadirlas como simples insectos volando a su alrededor.
No dejaría de vigilarlo, incluso cuando Keehl saliera de su rango de sujeción en el Centro, contaba con que Nate tampoco. Y entonces, evitaría nada más que se viera implicado en peligro.
Esperaba poder lograr un nuevo camino para ambos…y para él mismo.
Resopló. Era todo lo que podía hacer. No más humillaciones a sus sentidos.
Y todavía estaba la cuestión de Light.
Irremediablemente giraba los ojos hacia la silla donde acostumbrara sentarse y mecerse con elegante aburrimiento.
Pero Light era un criminal, no mejor que Beyond…
--Beyond.
Sin importar cuánto tiempo mirase el cristal de la ventana, no hallaba la forma de disfrutar de la supuesta tranquilidad que debía causarle que “todo” se hubiese terminado, inclusive, arreglado.
Podía cuidar de Nate sin decidir sobre su destino…Podría vigilar a Keehl…Podría…
--¿Cuál es la incertidumbre, joven?—la voz de Watari lo distrajo. No respondió—Me tomaré la libertad de asegurara que se trata de su hermano. Nate estará vigilado y Beyond en prisión.
--Lo sé—no se volvió.
--Pero no le satisface—traspasó una cálida sonrisa.
--Yo soy la justicia, Watari—tajó—Es mi hobby y mi trabajo. Ya he humillado mi presencia lo suficiente. “Él” asesinó a demasiadas personas.
--Un eminente jurista romano dijo hace mucho que la justicia es otorgar a cada quien lo que le corresponde. Lo que es merecido.
--¿Crees que sus víctimas merecían morir?
--Eligió personas en etapa terminal de su vida, uno más consignado dos veces por violencia familiar. El último un criminal internacional.
--Eso no las hace merecedoras de ello.
--No lo justifico…cada uno ha recibido su justo castigo: Mihael Keehl por ejemplo, no tendrá cargos en su contra y será “libre” dentro de un tiempo—dudó—pero vivirá con la marca de sus acciones en el rostro y cuerpo por lo que dure su vida. Lindsay Hamilton, se dedicó al tráfico ilícito de drogas, y fue asesinada. Misa Amane, cegada por un deseo lastimero cometió crímenes que la destrozaron, se suicidó. Mail Jeevas, abandonó un futuro prometedor, cometió ilícitos, y espera su sentencia. Nate Lawliet, arriesgó su vida y en sus acciones pesará la muerte de su hermano Beyond.
--¿A qué va todo esto, Watari?
-- Dígame, por favor ¿cree que un niño merece ser usado como instrumento sexual por su propio padre?
Elle ladeó el rostro de golpe, mirando al anciano.
--Mi hijo, tu padre, el progenitor de Beyond y Nate, le hizo mucho daño, le rompió la inocencia…lo hirió de forma…inconcebible.
--No es excusa.
--¿Qué acción cometió para merecerlo?—retó--¿Dónde halla sentido de justicia allí? Era un niño que conoció en su infancia un infierno. Ahora está en prisión y sabemos que, de cierta manera, la historia se repetirá. Elle…tu hermano se sacrificó por Nate…de nuevo.
Elle bajó el rostro.
--Quizás pagó el castigo cuando era niño, antes del crimen mismo—tomó la bandeja y salió.
**
30 de abril de 2014

9:30 a.m.

Nate, hecho un ovillo sobre el piso frio del dormitorio en el Centro, miraba entre sus dedos el pequeño llavero que Mello le regaló.
A su mente se arremolinaron imágenes sueltas de los regalos que en su niñez había recibido.
“Beyond”…Apenas noventa minutos lo separaban del anfiteatro. No le fue permitido asistir, simplemente era una ejecución “privada”. Dudaba que incluso Elle estuviese allí, pese a que fue él quien dio la orden expresa.
Su hermano B…prácticamente su auto proclamado héroe. Todas sus acciones fueron encaminadas para ayudarlo, era ese el motivo por el que no estaba molesto ni siquiera un ápice, porque gracias en parte a él, se frustrara su huída con Mihael.
Aunque Mello no pensaba lo mismo, tampoco insultó a B, simplemente se dedicó a observar a Nate, desde el umbral de la puerta, apoyado en el cabestrillo.
Sabía cómo se sentía. Una especie de perdida que le acosó también al enterarse que Matt no era parte de ése programa. Hasta donde Matsuda, idiota como siempre, se le escapó decirle que el pelirrojo recibió una visita de un detective privado bastante misterioso. Y eso era todo.
El rubio resopló y se adentró en la pequeña habitación.

9:45 a.m.

Halle Bullock miraba el reloj de pared.
La casa que una vez fungió como pantomima ahora estaba casi vacía por completo, Anthony la había desocupado hacía semanas, y ahora se dedicaba, como si nada, a su trabajo.
--Idiota—insultó por lo bajo.
Ni siquiera le permitieron ver a su hijo mayor…¿De qué valía entonces su novísima instalación en el área especializada anti drogas?

9:55 a.m.

Stephen Loud se detuvo frente a su departamento, consciente de que había pasado toda la noche afuera; esperando que le llegase a la mente una forma brillante para arreglarlo todo.
Todavía bajo el mando directo de Elle Lawliet, y ni siquiera le había visto para tratar de persuadirlo.
Sin embargo, aunque lo lograra, B se aburriría más en esa prisión el resto de su vida, que ante la expectativa a la muerte.
Curiosa y macabra forma de pensar.
Giovanni soltó un golpe seco al volante del automóvil.
Su móvil vibró contra el asiento del copiloto.
--Elle…--murmuró con reconocimiento ante la pantalla del aparato.

10:15 a.m.

Beyond Birthday se puso de pie en cuanto la primera puerta metálica que custodiaba su celda se abrió.
Se acercó hasta el pequeño espacio cuadrangular y estiró las muñecas a través. Recibió el frio del metal alrededor, hasta entonces dio dos pasos atrás y espero, pacientemente, a que la segunda puerta se abriera.
El primer custodio dudó un momento en cuanto notó el gesto alegre del muchacho. Nunca en el tiempo que llevaba trabajando en la prisión de máxima seguridad del Estado, se había topado con la resolución expectante, llena de emoción, de un condenado a la muerte…a escasos minutos de que sucediera.
“Está demente” se dijo. Por fin, los otros oficiales se acercaron para asegurar las cadenas a las esposas, ensamblándolas con la cintura y los grilletes alrededor de los tobillos.
En ese estado era difícil caminar, por tanto, el camino hacia la sala de ejecuciones se convertiría en tortuosamente largo y lento, sobre todo lento.
Ignorando los rostros curiosos detrás de las otras celdas de seguridad, Beyond Birthday siguió andando, calmado y con un ánimo implícito en la forma con la que erguía los hombros.
Los propios custodios miraban con recelo al preso que conducían a su muerte.
El extenso pasillo se alzaba más adelante hasta chocar contra una larga pared de metal, doblando por la derecha se accedía al corredor de ejecuciones, aquél que nadie quería cruzar, allí donde ya muchos otros presos intentaron huir, despavoridos ante la idea de la muerte.
Rue Ryuzaki, siguió de largo sin aparente cambio en su humor, atravesando el corredor con relativa facilidad, esforzándose por avanzar a un paso rítmico y evitar tropezar con las cadenas.
La puerta de doble hoja pitó una sola vez antes de abrirse. Cruzaron el umbral, adentrándose en el pequeño pasaje que conectaba con el pequeño domo de cristal.
Del otro lado del vidrio, las sillas formadas en tres filas largas, esperaban por los asistentes a la ejecución.
No había nadie.
No estaba Matt.
Puede que se tratara de una idea demasiado idiota, casi vergonzosa, puesto que era evidente para cualquier imbécil que el muchacho pelirrojo estaría en una prisión esperando su condena. ¿Por qué razón entonces Beyond esperó que estuviese sentado en la silla del medio?
Se detuvieron justo frente a la camilla de ejecuciones, el guardia de seguridad, alto y delgado, se le acercó en el justo instante en que los custodios se dieron la vuelta y desaparecieron por donde habían llegado.
B miró atentamente al sujeto.

10:30 a.m. Hora de la ejecución

El guardia sujetó la cadena que unía ambas esposas, tiró de ellas y tras acercar un extraño objeto metálico, éstas cayeron hasta el piso.
El sonido producido fue estrepitoso en medio de todo ese silencio y la acústica misma de la cápsula.

**
10:03 a.m.

El vaporoso humo se elevó por el ambiente cálido de la mañana. Jugando entre las ráfagas leves de viento hasta desaparecer en la altura.
Una nube de smog le siguió apenas se evaporó.
Se llevó el cigarrillo a los labios una vez más antes de suspirar hondamente. Estaba solo, al menos físicamente.
Seguramente, a estas alturas, sus padres ya hubiesen recibido la carta que le pidió a ese agente que enviara. La leerían.
Casi pudo verlos a través de sus ojos cerrados, la repasarían juntos una y otra vez, mirando por la ventana, esperando verlo de pie del otro lado de la acera. Despidiéndose.
Agradeciendo.
Pidiendo perdón.
No podría hacerlo. No tenía tanta fortuna, y a decir verdad tampoco era tan malo, ya que, sabía que carecía también del valor cínico que ello implicaría.
Solo esperaba que entendieran, que perdonaran y siguieran con sus vidas.
Sabían ahora que estaba bien…conocían sus motivos y toda la historia. Toda.
Y estarían seguros que era la única opción…era la única forma de salvarse y salvarlos a ellos de más dolor.
Casi sonrió ante esa idea. Sus padres no merecían más penas, solo calma…su hijo estaría vivo y atado al único camino posible. Su visitante extraño les aseguró que se encargaría de notificarles.
Era todo lo que contaba.
Ellos comprenderían.
Bajó los ojos directamente hasta el manoseado papel que recibió hacía unas cuantas horas, y siguió esperando.

Anduvo con la desgana impropia de quien sale al fin de ese edificio, sobre todo a sabiendas de lo que resguardaba entre sus muros.
Nadie se interpuso en su camino, ni siquiera el guardia que le entregó sus pertenecías, que se limitaban a su ropa todavía con ese desagradable aroma a quemado. Tampoco el sujeto uniformado que abrió la puerta…ni el encargado de las rejas electrificadas.
Aprovechó para echar una mirada curiosa por el patio cubierto por murallas de cemento, nunca había estado allí.
La ultima puerta, de metal, se abrió para él. Ni una sola palabra.
Los rayos del sol se estrellaron contra sus ojos, lastimando sus pupilas al instante, acostumbradas a las sombras a las que se vieron sujetas últimamente, tras lograr enfrentar la ajena luminosidad, Beyond puso ambos pies sobre la tierra, apartando la palma que protegía sus ojos.
Se pasó una mano por el cabello de forma indiferente, fijando las pupilas oscuras en el automóvil aparcado fuera de la carretera interestatal, sobre la grava que bordeaba la prisión.
Miró a ambos lados y volvió la vaga mirada hacia el muchacho, quien recargado sobre la portezuela, fumaba un cigarrillo.
Matt se encogió de hombros y alzó la mano en un saludo informal.
B echó a andar con su peculiar paso, atravesando la polvadera hasta donde el pelirrojo se encontraba.
--Tardaste—habló apenas el muchacho se detuvo.
--A decir verdad, Matt, no estaba entre los planes inmediatos no morir esta mañana—respondió con un tono de irritación ante el inocente reproche.
Al pelirrojo le causó gracia.
--A veces los planes no salen como uno quiere—apuntó con despreocupación. Beyond simplemente lo contempló.
“Pero eso nos lleva por sitios mejores” agregó Mail para sí.
Se miraron mutuamente durante un eterno segundo, en medio de un silencio tranquilizador.
Todo estaba terminado.
Al fin.
--Deberías subir antes de que tu hermano y tu abuelo cambien de parecer—exclamó Matt con una cálida sonrisa, abriendo la portezuela.
La mano de B le detuvo. Los ojos esmeraldas volaron hasta él. La mano pálida se acercó lentamente para sujetar con dos dedos, con aquella forma tan curiosa, el cilindro de tabaco y apartarlo de los vibrantes labios de Matt.
El chico mantuvo sus esmeraldas ojos contra los abismos de nada de B, tratando de encontrar un dejo genuino de felicidad por haberse salvado de una muerte mentida, y por verle allí, si, también por eso. Sin detenerse a manejar la situación lo sepultó en un abrazo, cerrando todo espacio entre ambos.
--Creí que ibas a morir…--musitó, al instante se dio cuenta que había hablado en voz alta.
--Mencionaste a mi abuelo—habló, aspirando el dulce aroma de Mail, quien no evitó la sonrisa: Beyond siempre directo.
--El “súper veterano detective”—se rió contra su hombro—Parece que decidió que una identidad nueva no nos vendría tan mal—dijo, soltándose de pronto para terminar de abrir la portezuela.
Beyond le miró atentamente, sin decir nada más rodeó el automóvil y se encaramó en el asiento copiloto.
El bólido avanzó rompiendo las ráfagas de viento, abriéndose paso a través de las carreteras que conectaban varios sitios claves en California. B alzó entre sus dedos las varias hojas engrapadas, analizándolas una a una. Nuevos nombres. Nuevos expedientes.
Sólo dos personas estaban en aptitudes de violar la ley de aquella manera: su hermano mayor, y su abuelo.
A decir verdad, resultaba un fastidio tener que aceptar que, de una forma u otra, le debía una batalla a Elle, y que él había terminado por ganarle en una, pero perdido en otra. Una que escapaba de sus manos y su usual raciocinio: Matt.
Al final, si bien Elle había apostado por Nate como la única posibilidad de reinvindicar a alguien, él único con esperanza por seguir un camino que le trajera una vida mejor. El único en la familia Lawliet con un futuro real.
Un destino que estaría completo al del sujeto rubio…
“Un poco de ambos” pensó, un tanto de Elle en su sentido de justicia y otro de Beyond, en la rebeldía para seguir sus propios métodos de vida.
Trágicamente humano, y eso que, Nate era de los tres el menos dado a las demostraciones humanas.
Por su parte, para B, su hermano mayor decidió que si bien no estaba del todo de acuerdo, se haría a un lado, convencido por su abuelo de haber pagado por crímenes mucho más horrendos, y que, de todas formas, estaba condenado.
Así que…Elle lo prefería lejos, donde no pudiesen volver a enfrentarse…
Donde en la distancia, lograran…¿perdonarse?
--¿Te gusta cómo suena?—preguntó Matt. B se volvió con aburrimiento, cosa que el chico interpretó como un no. Sonrió—Vamos, B…mi nombre es todavía peor.
--En realidad, Matt, esperaba que no habláramos sobre algo que, de cualquier manera, no podemos cambiar por ahora—habló volviendo los ojos al frente—Por tanto, pienso que la verdadera charla se trata sobre el último instante en que…
--Déjalo así, B—interrumpió sin quitar los ojos del camino—Solo…hay que olvidar ¿está bien?
Beyond alargó la mano directamente hasta la guantera decidido a encontrar el expediente de Matt y arrojarlo fuera del auto, si era necesario recurrir a dichos actos para continuar la conversación.
Lo que encontró dentro lo distrajo.
--Creí que al reo Birthday no iban a otorgarle su último deseo—apuntó Matt, dirigiendo el auto por la desviación hacia el centro de California.
Beyond tomó el sobrecillo de mermelada para desgarrar una esquina y llevárselo directamente hasta los labios. Además de Linda, alguien más iba a acostumbrar aquello.
Linda…Lindsay…Nate no había sido la única razón, tampoco Matt…y todos fueron testigos de ello: Mikami Teru murió especialmente por ella.
Se lo debía a ella. Solo a Linda.
Matt aparcó el vehículo en la entrada de la Central de Autobuses.
--Vamos—le animó.
O quizás Beyond apresuró sus conclusiones.
El muchacho bajó con calma, andando con peculiar paso cargado de monotonía, siguiendo al pelirrojo, ajeno al andén que hacía días que había vuelto a funcionar, una vez que el acordonamiento policial fue retirado.
Pasaron las recepciones y taquillas.
Matt parecía…feliz. Beyond lo contempló atentamente brincar a través del pequeño salón, pasando de largo a la gente y deteniéndose por fin ante un escritorio. La dependienta le echó una ojeada a B y le entregó un par de maletas a Mail.
--Toma esto—exclamó Mail quitándose la sudadera, entregándosela. B la analizó…recordando aquél día.
Un momento en que tuvo al alcance una prenda de Matt…el instante mismo en que decidió mucho más que solo obtener su atención.
Matt tomó una de sus muñecas para remolcarlo hasta uno de los andenes, al parecer tenía también un destino…Algo en la situación no encajaba: a estas alturas ya debía haber pensando más de una forma de saltarse lo predispuesto por su hermano y su abuelo. Salir de su rastreo, porque, estaba seguro, que le vigilarían.
Pero no.
Esta ocasión se encontraba a sí mismo, el brillante Beyond Birthday, hundido en la inquietud humana de saber que Matt estaba allí para asegurarse que se fuera lejos, para luego, hacer lo propio.
Matt movía su peso de lado a otro mientras esperaban en la fila.
--Mail—sin respuesta—Mail…--silencio—Mail…
--¡Mira!—Matt saltó de pronto, señalándole a lo lejos un avión de humo que hacía piruetas sobre el cielo. Beyond no siguió la dirección del índice del chico, en su lugar, observó al pelirrojo.
Distraído como siempre. Pudo haberlo secuestrado y darse cuenta hasta mucho después.
No parecía tan mala idea.
--Matt…
--¿eh?—el muchacho volvió los ojos.
--Me atrevo a aseverar que no existirá contacto reiterativo…entre tu presencia y la mía.
--¿A qué te refieres?—parpadeó.
--Subiré a ese autobús—apuntó—sea cual sea el destino…no será predispuesto luego—giró la cabeza.
Matt hizo una mueca. Antes de decir algo el cargador acercó las manos al equipaje de Beyond para ponerlo en el compartimiento inferior del autobús.
--¿Sabes una cosa B?—exclamó—No hay muchas caras familiares que me gustaría visitar, y si las hay, preferiría evitarles malos ratos. No parece haber un mañana…mas sueños que en serio prefiero no tener…--admitió, sacando de su bolsillo un boleto, entregándoselo al encargado.
Beyond miró el movimiento.
--Muchas cosas me parecen casi irreales. Tratar de olvidar, como dije…es la única forma de no recordar que no puedo hacerlo…Por eso…la única persona que soportaría esto con la intensidad propia de la monotonía…eres tú—amplió la sonrisa, entregando al sujeto un segundo boleto—La mitad de las cosas es mía—anunció echándose a andar hacia el transporte.
**

Anduvo sin mucha prisa por los corredores, guiado por el custodio que no emitía ni una sola palabra. Hacía rato que en realidad había dejado de mirarle con curiosidad y desconfianza, quizás se hubo acostumbrado a la gorra de custodio de la prisión que el detective se cargaba, sin permiso, presumía.
A diferencia de otro sector en particular de la prisión, en el que se encontraba podía escuchar claramente los gritos y palabrería a través de las puertas de metal más ligero que el existente en la zona de máxima seguridad.
La media seguridad correspondía solo una forma menos gratificante para los criminales con aires de grandeza, una vuelta a su realidad donde existieron delincuentes mucho más consecuentes.
Era por esa razón que había colocado al criminal allí, a sabiendas que su lugar era dentro de una celda de doble placa de acero, en el sector de seguridad máxima.
Dejó salir un silencioso suspiro mientras sacaba una de sus manos de los bolsillos del pantalón para rascarse la cabeza.
--Señor—el guardia se detuvo frente a la celda indicada, ordenó al encargado del corredor que abriera y este de inmediato obedeció.
--Por favor, déjenos a solas—ordenó monótonamente.
--Señor…
--Descuide, guardia. No le haré daño—intervino la voz del preso. Ambos policías dudaron un segundo antes de asentir y salir, convencidos de que “órdenes eran órdenes”, sobre todo las provenientes del detective con mayor rango dentro de la Policía Secreta de ese lado del país.
El detective se quedó solo dentro de la celda del reo vestido de overol café.
Transcurrió un largo momento en silencio, tras el cual, el reo resopló y dirigió la mirada hacia el detective.
--¿Vas a estar callado mucho más tiempo?---quiso saber.
--Buenas tardes, Light—respondió automáticamente.
El mencionado volvió los ojos al fondo de la pared cromada y no se movió de su lugar sobre la plancha que hacía las veces de cama.
--Cada vez que guardas silencio mientras miras fijamente a alguien, significa que estas analizando algún supuesto que cruzó tu mente—retomó—dime, Elle ¿qué estas pensando?—lo miró con los ojos castaños neutros.
--Simplemente trataba de finalizar el acertijo…Kira—respondió, desviando la mirada hacia un rincón del espacio.
El muchacho soltó una carcajada en silencio, divertido irónicamente con el sobrenombre.
--Es curioso—agregó su visitante—que no lo hayas negado.
--¿Me serviría de algo?—retó socarrón—Elle---repuso con calma—no importa el tiempo que traté de esconderme como Kira para vencerte, al final, estoy incluso orgulloso que me llames de ese modo.
--Interesante manera de confesarlo—murmuró. El castaño puso los ojos en blanco.
--¿Vale de algo que lo siga negando?—se encogió de hombros.
--Lo estas tomando bastante maduramente, Kira, tomando en cuenta tu percepción infantil de justicia—puntualizó, levantando la mirada directamente al muchacho.
--Esta vez tienes pruebas de peso en mi contra—masculló—por favor, dime Light.
--¿Eh? Creí que no tenías reparo en ser llamad…
--Ahora prefiero “Light”—interrumpió—con mi nombre, con el mismo con el que nos conocimos…el mismo que…--se quedó callado.
--Entiendo—susurró.
Transcurrió otro largo momento de silencio en el que ninguno pareció estar seguro por completo que el otro dijera algo.
--Tienes la grabación ¿no es cierto?—habló primero el reo, sin mirarlo.
Elle, sacó la otra mano del bolsillo para posarla sobre el borde del lavamanos empotrado al muro, dejando una mini reproductora de casetes; luego colocó a su lado dos pequeños casetes.
Los ojos marrones de Light lo miraron atentamente.
--¿Cómo…?—dejó al vuelo la pregunta.
--Cuando acudiste a Beyond diste por sentado que él nunca tendría interés en hablar conmigo, por ninguna razón; sin embargo, no fue así. Él mismo proporcionó la información para que hallara el paradero de Nate…la misma que te dio a ti--sacó una paleta de caramelo y la puso dentro de su boca. Aquello casi hace que el reo sonriera, incluso en medio del agujero donde estaba metido.
Extrañaba esas manías del extravagante detective.
--Más tarde cuando Mihael Keehl se puso en contacto contigo solo bastó cotejar un poco de información para dar con el paradero de Mail Jeevas. Esa fue una aportación de Nate.
Light lo escuchó con atención.
--Luego, tú mismo fue quien facilitó la trampa al fijar un lugar y hora para el intercambio. Giovanni solo estaba allí con la misión de atraparte.
--Pero ya estabas de acuerdo con ese vago—masculló para sí.
--¿Quién? ¿Mihael Keehl?—preguntó con inocente curiosidad—Pues sí. Con la grabación de nuestra charla probamos que tenías a Mail Jeevas—señaló uno de los casetes, mientras que se llevaba el pulgar a los labios—Con esta otra, que eras culpable de extorsionar a dos personas—movió su largo dedo de mármol hasta la otra cinta—Y la que está dentro prueba que trabajabas con Mikami Teru.
El preso siguió cada movimiento.
--Todo iba tan bien—murmuró.
--Quizás, te cegaste por confiar demasiado en alguna persona—replicó lacónicamente.
El muchacho frunció el entrecejo.
--Confiaste en mí—agregó.
--¿De qué hablas?—preguntó, renuente.
--Al recibir información de la agencia especial nunca dudaste de que fuera una estrategia para dejar que movieses los hilos de tu plan…--explicó mirándolo fijamente—Solo tuve que dejar que lo hicieras.
El preso chasqueó la mandíbula al cerrarla con fuerza. ¡Qué estúpido! Alguna vez creyó que era una posibilidad pero se convenció de poder ser bastante para ello, ser mejor y estar a la altura de poder mover las fichas a su conveniencia. Cuando en realidad todo el tiempo estuvo jugando el juego del detective. ¡Atrapado en su propio juego!
--Jugaste tan bien tus fichas por separado que nunca te detuviste a pensar que por razones y móviles diferentes Beyond, Nate y yo llegaríamos a participar en una especie de cooperación para atrapar a Kira—exclamó con aplomo--Y aunque no tenga pruebas fehacientes sobre el asesinato de Naomi Misora, o la inducción al suicidio de Misa Amane…o…sobre Takada de…
--Basta, Elle—pidió con mala cara.
--Light—murmuró. El chico giró los ojos, atento ante su nombre pronunciado—en cierta forma me alegra no poseer esas pruebas en tu contra.
--¿Qué quieres decir?—entornó los ojos con desconfianza.
--Si poseyera más pruebas significaría que Light pasaría más tiempo en prisión—habló.
El cuerpo del castaño se tensó, sintiendo una fuerte punzada en el corazón que descontroló su balanza en aquel preciso momento.
--Elle…--se puso en pie lentamente, acercándose hasta el detective.
--Sería una pena que un intelecto como el tuyo se desperdiciaría en una celda—oyó decir. Se frenó de golpe.
--Elle…--balbuceó. El interpelado le indico con la mirada que lo escuchaba. Casi al segundo sintió una punzada poderosa contra su rostro en el instante mismo en que el preso soltó su puño sobre este.
Su espalda se estampó contra la placa de metal. Los guardias hicieron ademán de entrar, al instante la mano del detective los detuvo a través del cristal que comunicaba la puerta con el pasillo.
--Light…eso realmente dolió…--masculló. El muchacho desvió los ojos con fastidio.
--Te lo merecías—se excusó de mala gana.
--No comprendo—admitió—simplemente estaba admirando tu inteligencia. No hay porque ser violentos—puntualizó.
Light bajó los ojos, Elle tenía un punto…pero aún así…Ni siquiera estaba en posición de replicar algo además de expectativas de un hubiera en sus planes, ya que, terminó por hacer más daño que bien al dejarse ganar por su ambición personal por ganarle a Elle, dejando de lado la realidad: estaba enamorado de él.
El orgullo y el ego fueron más fuertes que su propio sentimiento y deseo por ayudarlo en la complicada situación.
--Supongo que tampoco tengo motivos para…--empezó a decir, fue interrumpido por un golpe directo a su rostro. Perdió el equilibrio y se vino abajo.
Se resintió el dolor en su quijada y el del concreto contra su cuerpo.
--Ojo por ojo, Light—dijo el otro, como de paso. Sin mirarlo directamente.
El castaño frunció el ceño pero no objetó nada, intentó ignorar la evidente diversión de los guardias afuera.
Un momento de incomodo silencio reinó la celda.
--Light…
--¿Qué?—espetó mientras se ponía en pie.
--¿Por qué lo hiciste?
Aquello no lo esperaba. Alzó la cabeza vivazmente para descubrir la mirada atenta del detective. Una resolución distinta, casi suplicante.
Su corazón despegó su ritmo. Iba a abrir la boca.
--Por favor evita seguir salidas sencillas a mi pregunta, está claro que lo hiciste por plena convicción por ser mejor que yo en una investigación y recibir crédito…sin embargo, a lo que me refiero es al porque decidiste aquello—interrumpió. Hablaba rápidamente, algo nada común en él.
El muchacho aspiró hondo al analizar sus posibilidades, las consecuencias.
“¿y qué?” se dijo “ya estoy aquí”.
--Que más da—murmuró al mirarlo fijamente—si, quise superarte pero también deseaba tu atención, Elle. Eres irritante, infantil y me exaspera tu dieta poco sana…
El otro se llevó un pulgar a los labios.
--Mi intención siempre fue…llegar a ti—admitió mirando hacia un rincón—Sé lo importante que es Nate para ti…mis propósitos eran solamente llevártelo de vuelta.
--Ya veo…
¿Ya veo? ¿Era todo lo que pensaba decir?...Light sacó el aire de golpe. Acababa de confesarle algo y Elle simplemente…
El detective se acercó unos pasos extendiéndole la mano, el muchacho la miró sin comprender, así que no se movió.
--Fue una buena contienda, Light—exclamó—No negaré eso puesto que llegaste a extremos que consideraría demasiado escabrosos…
El reo aceptó estrechar su mano, y luego un tirón le obligó a avanzar hasta quedar peligrosamente cerca.
Su pecho se agitó hasta subir por su respiración y hacer evidente su pulso.
--Quisiera que comprendieras que en realidad la lealtad es algo que considero valioso…
Los ojos marrones del preso se apagaron, Elle se sentía traicionado.
--Elle…yo…
--Sin embargo, los hechos me han hecho reconsiderar ciertas salvedades sobre mis decisiones y sus efectos a largo plazo…--bajó la mirada hasta que fue imposible mirar sus pupilas.
¿Estaba diciéndole…exactamente qué?
--Light…estoy seguro que estarás preparando tu defensa para el juicio—habló. Los ojos del muchacho se endurecieron—Sin embargo, quizás quieras revisar conmigo algunos casos—la voz se le fue apagando.
Abrió grandes los ojos, presa de una sorpresa que se vio afectada por la confusión y luego…una ansiedad potente que amenazaba con convertirse en…felicidad. Incluso allí.
--¿Podrás…perdonar lo que…
--¿Lo harás, Light?—interrumpió, mirándolo fijamente. El muchacho solo atinó asentir con la cabeza.
--Bien…supongo que…-- se vio bruscamente interrumpido por los brazos del preso al rodearlo contra su cuerpo y aprisionarlo con fuerza.
Por un instante se mantuvo impasible, luego simplemente fue cerrando los ojos para permitir que la oscuridad reinara en su mundo, dejando que todo desapareciera, incluso el enojo contra Light…
Sabía que, con el tiempo, esta vez no alejaría a las personas que le importaban, sin importar sus errores, una vez lo había hecho y los resultados fueron fatales…solo necesitaba tiempo. Humanamente.
Light atesoró ese momento como nunca antes, luego de ese deseo desenfrenado que catalogó como carnal, ahora solo le quedaba sentir…darse cuenta que deseó más de Elle que solo recorrer su cuerpo con sabor a caramelo.
Un pitido le desconectó de su fantasía. Elle se deshizo del abrazo y retrocedió levemente.
-Adiós, Light—exclamó, retomando el tono indiferente. El mencionado dejó flojos los brazos y lo miró mientras se daba vuelta.
--¡Elle!
--¿Sí?
--¿Volverás? Quiero decir…¿antes del…juicio?—su corazón palpitaba nervioso por oír la respuesta.
El detective asintió con la cabeza calmadamente.
--Si, Light. Volveré—y salió de la celda.

**
Empezar de nuevo.
Mantenerse en un sitio más o menos estable…tan solo no luchar por su vida. Eso sonaba bastante bien.
“A miles de millones de kilómetros” se dijo Matt. Lejos.
Las carreteras se abrían paso a través de los extensos paisajes paradisiacos de California, el sol caía en su esplendor hasta los cristales del autobús. Reflejos de colores contra luz que traspasaban su calor hasta calentar el reducido pasillo.
El océano brillaba con lunares soleados, sus tranquilas aguas mantenían el picante olor salado a un nivel agradable; la espuma se bamboleaba con calma en un vaivén de cuna, explotando en diminutas burbujas.
Matt tuvo la impresión de estar de pie en medio del oleaje, enterrando los pies en la arena húmeda, bañándose las pantorrillas con el mar.
A lo lejos, el horizonte, amarillo, se le veía en leves borrones gracias al calor que seguía aumentando.
Todo calma.
Aspiró profundamente el aire acondicionado del transporte, llenando sus pulmones del frio. Le dejó un agradable sabor en la boca, que bajó hasta el pecho para reconfortarlo.
“Mello…Mihael”, pensó. Ahora cada vez que lo pensaba toda esa ira contenida, el dolor que durante meses pesó sobre su corazón, ahora parecía una especie de capa borrosa, nublada por una nueva fuerza.
Había algo, irremediable, fuerte y único que le unía al rubio psicópata, y, sin embargo, ese delicado vinculo, aunque sabía que nunca lo soltaría…tampoco significaba ese maremoto de pérdida y miseria.
Ahora, su mundo por fin era el reflejo de la calma del océano.
Después de las carreras por sobrevivir, por hundir su vida en lo que creyó una existencia de deliciosos excesos, valiéndose del delito y los vicios para sobrellevarlo. Peligros…muerte…daños…
Respiró profundamente, lo último que cometería como delincuente sería mover todo el dinero que hubo robado durante su estadía en Richmond. Una cuantiosa cuenta bancaria camuflada para evitar que le atrapasen…el precio de su nueva vida…
Un nuevo camino.
No más dolor, no mas alcohol, no más drogas, muerte…peligros…no más excesos…no más Mello.
No más Matt.
Mail volvió la mirada hacia el otro lado, fijándose en su distante compañero de asiento.
“Beyond”
Recostó la cabeza sobre el asiento, contemplando el delineado perfil del pálido muchacho. Su zombi particular.
Que irónico, al final de todo, la única persona con la que desearía compartir la senda hacía el olvido, era precisamente B; no Mello…Oh no, ahora otro vinculo revivía en su interior, y si bien, no sería como el del rubio loco, si curaría sus heridas, sanaría su alma…y se dedicaría a tratar de ser recíproco.
“Beyond”. Sería difícil, doloroso a veces…pero se sobrepondría al pasado y a su presente.
Acercó los dedos lentamente, rozando el dorso de la de Beyond, éste giró los oscuros ojos. Apacibles.
Una sonrisa familiar de agrado recorrió las facciones del pelirrojo mientras sujetaba suavemente la fría extremidad.
B acercó su rostro, apoyando la frente contra los arreglados mechones rojizos de Mail, descansando el alma y el corazón.
Los daños colaterales de un amor en el que se vieron envueltos sin posibilidad de hacer nada más que tratar de ir contra él…ellos eran esos daños.
Orgullosos daños.
El calor del sol repiqueteó contra su mejilla, pero ningún temple igualaba el que emanaba Beyond…
Los orbes verdes tintinearon un segundo antes de cerrarse para aspirar profundamente, en el primero de muchos.
Vigilados o no…ya sabría Mail como desactivar el rastreo satelital del hermano zombi mayor, mientras…solo quería salir de California, escapar nuevamente, quizás fuera esa su naturaleza: huir de la vida, y esta vez, para siempre…junto con Beyond.

**
Los mechones blanquecinos bailaban al compás de la delicada brisa. Basura de árbol cayó sobre su cabeza, pero Nate Lawliet se mantuvo impasible al mirar el jardín. Solo una cama de césped recién regado.
Apoyó la barbilla contra su rodilla, pegada al pecho, jugando inconscientemente con el llavero que Mihael Keehl le regaló.
La hoja arrugada, sostenida en una esquina por una piedrecilla, contenía la sopa de letras que Elle le había enviado junto con una caja de chocolates. Al parecer su hermano mayor no recordaba lo poco afecto que Nate era a los dulces. Aunque conocía a alguien que no encontraría reparo en terminarlos.
Una delicada sonrisa se esparció por sus labios.
Beyond había sido “ejecutado” y puesto de camino a la redención. Al menos el críptico mensaje le dejó algo claro: su peligroso hermano estaba vivo.
Vigilado seguramente, pero vivo.
Halle estaría muy feliz justo ahora…y él mismo también.
Elle no volvería a visitarlo hasta una semana más tarde, lo cual le daba tiempo de sobra para ser parte de un exceso de atención de parte de su madre adoptiva. Giovanni, encaramado en su nuevo puesto, como jefe de Rester, dicho sea de paso, respiraría más tranquilo.
Los intrigosos agentes de intercambio permanecerían dentro de la Agencia de forma más o menos permanente. Nate hizo una mueca imperceptible.
Gracias a uno de ellos no estaba ahora mismo, en libertad junto con…Mello.
Un par de botas negras se detuvieron justo a su lado.
--¿Sabes, Mello? Hay un motivo racional para que encuentre esta situación conveniente—habló sin mirarlo.
El muchacho rubio, apartó los ojos del césped y bajó la mirada directo a Near.
--No me importa—tajó, deduciendo a lo que se refería el enano presuntuoso.
--Nunca referí ello—se defendió con calma. Mihael gruñó.
Near alzó las grises pupilas. Todavía con el cabestrillo y vendas por todo el torso, el rubio sostenía una bandita de tela porosa contra su otro brazo.
--Eres hermano de un jodido policía ¿Cuánto dura?—quiso saber de pronto.
--Eso depende de la cantidad de conveniencia vertida en la situación—apuntó.
--No puede ser tan malditamente tardado—se dejó caer sobre el escalón del porshe. Las amplias rejas se extendían bordeando un muro de concreto. Nate miró la muñequera sujeta al tobillo de Mello, una parpadeante lucecilla marcaba la distancia a la que debía permanecer del Centro, antes que la ruidosa alarma se disparara junto con una congregación de policías.
Mello suspiró.
--Near…descuida—habló—estaré limpio para que tu “conveniencia” se termine de una maldita buena vez—se volvió a él.
--Detener tus excesos es precisamente el único motivo por el que calculo llegué a Richmond—apuntó.
Mello negó.
--Lo diré solo una vez, así que presta atención: fue por algo más.
Nate asintió una ocasión, cosa que fastidió al rubio.
--Idiota—murmuró, sin darle el especial gusto de oírle admitir que había encontrado un nuevo exceso. Una nueva adicción más deliciosa y preciada que todas las que hubo probado en un barato intento por salir avante en la vida: Nate.
--Mihael…
Le miró de reojo.
--¿Ahora qué?
--Me parece que ahora comprendo científicamente el modo en el que experimentabas el uso de substancias nocivas—ignoró como el rubio giró los ojos, irritado—La misma ansiedad corporal de obtenerlas…
--Ya…
--Me atrevo a aseguras que experimenté los propios accesos de una dependencia…mientras dormías—exclamó, retorciéndose un mechón de cabello al hacerlo.
Repentino, emocional, Mello atrapó a Near contra la duela del piso, sujetando con su mano libre el rostro del chico. Sujetó sus piernas con las rodillas y subió a horcajadas sobre el cuerpo delicado.
--Tus malditas confesiones melosas están provocándome, Nate—avisó en tono amenazador.
--En realidad no era ésa mi intención—respondió indiferente.
--Estás abusando de tu seguridad…--prosiguió—Una estúpida puerta de madera no va a detenerme más tarde…tampoco tu hermano fenómeno…
--El propio Centro es en sí mismo un obstáculo, Mihael…
El interpelado sonrió con autosuficiencia.
--Ten paciencia, Nate…ya estoy justamente en eso.
Near entornó ligeramente la mirada.
--Una vez que la conveniencia se termine de una maldita vez…—ensanchó el gesto, inclinándose hasta la garganta de Near, subiendo después por su cuello hasta el lóbulo de la oreja. Nate se estremeció--…me aseguraré de terminar lo que empecé…
Near rodeó su espalda con fuerza, pegándose por completo al torso vendado del rubio. Mello…
Mihael…
Fue honesto con él, esa sensación de lejanía que le provocaba una desazón al saberlo lejos…una necesidad desesperada por tenerle cerca.
Ahora, un obstáculo que giraba en mantenerlos en calma pero en la vigilia de la sujeción. No por siempre.
Una vez lo hicieron. Juntos superaban a su hermano.
Por él mismo, egoístamente hablando.
Por los sacrificios que pesaban en sus actos, en los desafortunados acontecimientos.
Por su deseo de no apartarse nunca más.
Por la promesa de seguir en la carrera hasta lograr su libertad, la de ambos…Su Mihael Keehl, su héroe en muchos aspectos, quien le evitó una existencia basada en suposiciones y fríos cálculos vacíos. Un destino abisal que amenazó su propia concepción de la vida…y la muerte.
Mello.
Su propio exceso.

FIN.

Notas finales:

Beshosss tronadhoooozzzz!
Y nos vemos en otro proyecto :3!

...

Ahora bien, tengo ideas volando de proyectos y continuaciones, ya que EXCESOS, termina...¿que me recomiendan que publique?
*Subasta humana, parte II
Enfocarme en *El playboy de hielo
Nuevo proyecto: *Tres meses
*El reino de Kira

Y para quienes les gusta el fanfic no yaoi:
*Te encontre parte II (si es que la conocen, es un Oc de Mello)
Enfocarme en *Por un millon de años (Oc de Beyond) o en *Esquizofrenia (AU total, Oc todavía no definido)

Por favor ayudenme!!!

Bshosssss tronadhooos


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