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Recordándole. por Yuu Sakamoto

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Notas del fanfic:

Para mi marida Viviana 8DDD

Una sonrisa me basto. ¿Le amaba? ¡Claro! ¿Y ahora?...

Silencio. Mire al cielo por la ventana y este comenzaba a llorar. Podía recordarle pero… no sentirle.

– ¡Maatan!– me llamo alegre. Habíamos ido a festejar el cumpleaños de Chiyu. Ya estábamos saliendo del bar. Takeru y Yuji estaban más que ebrios. Shinpei era el más sobrio. Chiyu y yo vivíamos juntos. Shinpei se encargaría de llevar a los otros dos.

– ¡nos vemos mañana Maatan! –dijo Shin antes de subirse a su auto. Me despedí de él con una sonrisa y movimiento de mano.

– ¡adiós Shin! – respondió Chiyu animadamente. El aludido rio fuertemente y después Takeru se asomo por la ventana.

– ¡Sayonara Chi-san! – su voz en ese momento sonó infantil. Era genial estar con ellos en ese estado. Aunque Takeru era así aun estando sobrio. En fin. Finalmente ya partíamos de aquel lugar. Chiyu cantaba Little lover boy o al menos eso le entendía porque a veces se reía solo.

– ¿Sabes Maatan…? – dije un “Hum” para que continuara. – Este es uno de los mejores cumpleaños que he tenido– sonreía mirándome.

–Me alegro por ello–dije mirando enfrente.

–Es el primer cumpleaños que pasó contigo como novio– me gire hacia él y estaba rojo al igual que yo.

–Y habrán muchos más Chiyu–sonreí y después correspondió mi gesto.

–Lo sé, espero sean muchos– se acerco a darme un beso en los labios. No duro mucho. Me detuve en un semáforo y me gire hacia él. Sabía lo que quería hacer así que él me tomo del cuello y junto nuestros labios. El puso el ritmo y nos separamos por la falta de aire. Soltó mi cuello y me beso la frente. Sonreí y reí ante aquello. Me gustaba mucho cuando lo hacía.

–Será así, ya verás–se sentó correctamente y continúe el camino. Pensé en la hora que era. Al menos tendríamos el siguiente día  libre de trabajo. En cambio los dolores del día siguiente no podíamos evitarlos… ¿Día siguiente?

Me miro al espejo. Me siento igual. Mi piel esta pálida más de lo normal. Es obvio no he comido desde hace días. No me da hambre, así de sencillo.

Suena el timbre del apartamento. Tengo que ir. No quiero ir. Es Yuji que al verme me abraza dándome palabras de ánimo. No son necesarias. ¿O sí? No sé… porque lloro. Pero estoy en el suelo hincado aun entre sus brazos. Y entonces recuerdo todo.

Verlo acostado allí era lo más doloroso que haya visto. Después de esa noche. Todo cambio.

Le miraba de vez en cuando. Parecía que ya estaba dormido. Me dio ternura la imagen que estaba frente a mis ojos. El semáforo estaba en rojo así que me dedique a mirarle. Sus mejillas sonrojadas y sus labios levemente abiertos. Tiene la costumbre de roncar cuando duerme. Sus cabellos cubriendo su frente y parte de sus ojos cerrados. Parecía un niño pequeño después de jugar tanto y dormir en los brazos de su madre. Reí por lo debajo ante tal pensamiento. Observe el cambio de semáforo y avance. No había muchos autos a esa hora. A lo mucho cinco o seis. Seguí así como unas tres cuadras más. Intente alcanzar el siguiente semáforo pero apenas iba a cruzar y fue cuando paso.

El dolor fue insoportable. Pero fue más al ver que Chiyu había sido el más afectado. El enorme tráiler había pegado de su lado. Nos llevo unos cuantos metros y después se detuvo. El parabrisas se había roto y él estaba sangrando mucho. Le escuche gritar cuando se movió.

 – ¿Masato? – aun así pregunto por mí. Quería decirle que estaba bien. Pero le estaría mintiendo. Mi pierna izquierda estaba atorada entre el volante y el asiento. Escuche pasos alejándose. Tal vez el conductor había salió corriendo cuando fue mi culpa al haberme pasado el semáforo.

Intente moverme otra vez pero el dolor era insoportable. Cuando intente girarme y ver –lo poco que podía- a Chiyu deje escapar un sollozo. Sangraba de la boca y de la frente. Gire mi rostro hacia atrás y olvide de cómo se respiraba.

El tráiler tenía tubos con punta filosa no muy grueso. Unos cuantos de ellos entraron en el auto. Me moví como pude pero después escuche algo y el auto empezó a moverse ya que acabo con llantas arriba. Escuche un quejido de Chiyu y luego el grito más horrible que haya escuchado de sus labios.

–Auxilio…auxilio– susurre entre sollozos. Nada se escuchaba. Hasta que él hablo.

 

Cálmate Masato–dijo Yuji después de unos minutos sacándome de mis pensamientos. Le mire confundido. ¿Cuántos días habían pasado? ¿Cinco? ¿Una semana? Empecé a olvidar cosas.

¿Quién eres?no recordaba a la persona enfrente de mí. Me aleje bruscamente y sentí el dolor en mi pierna. La mire horrorizado. A un lado mío estaba tirada la muleta. Regrese mi vista a mi acompañante.

¿Qué cosas dices?pregunto asustado.Intento acercarse a mí y yo retrocedí arrastrándome por el suelo.

– ¡Aléjate! –grite aun alejándome. – ¡Chiyu! ¡CHIYU! –grite mirando a todos lados.

–Maatan…–sus ojos cambiaron ahora estaban rojizos y comenzaba a derramar lagrimas. No entendía nada. –él ya…–suspiro y agacho la mirada–ya no está–

– ¡No mientas!–respondí enojado– él estaba aquí en el departamento– mire a todos lados–Esta aquí…Yo se que está aquí­–le mire y mis ojos se encontraron con los suyos. Jadee.

– ¡YA BASTA MASATO! –una nueva persona entro. Tenía cabello rubio y portaba un traje negro igual al mío. ¿Qué estaba pasando? Les mire de uno en uno y llore otra vez. Sentía que me faltaba el aire. Respiraba difícilmente.

–Chiyu falleció ayer– fue directo. Su voz había cambiado a dulce y ahora estaba hincado enfrente de mí. El castaño obscuro se acerco a la muleta y la tomo en manos y después imito al rubio. Llore más fuerte si podía después  cerré los ojos y recordé… era verdad.

 

–Maatan… perdóname– estaba llorando y respiraba agitadamente por lo que podía escuchar. La sangre que caía de mi cabeza –aun más- me cegaba y no podía verle muy bien de mi ojo derecho. – Ya no resisto– dijo y después fue un susurro– te amo – grite todo lo que pude. Todo lo que mi garganta me permitía. Grite su nombre. Con mi mano quite la sangre de mi ojo y vi como sonreía. Su hermosa sonrisa.

–Te amo Chiyu– le respondí mirándole.

Al final habían llegado. Ya había unas cuantas personas alrededor de nosotros. Pero nadie ayudaba. Los paramédicos llegaron y no recuerdo que hice muy bien. Me escuchaba a mi mismo  gritar su nombre. Tardaron en sacarme a mí. Grite más cuando intentaron alzarme. Mi pierna seguía atrapada aun no me explico cómo fue que estaba allí. Tenía sueño. Mucho sueño. No quería seguir así que opte por cerrar los ojos. Ya no sentía nada.

– ¡Ya despertó! – las dos personas anteriores estaban cerca de mí. Mire alrededor observando que estaba en mi cama. Nuestra cama.

– ¿Takeru? – susurre. Y mire al rubio. Sonrió al igual que Yuji. Les recordé.

–Aquí estamos Masato–respondió el castaño y se acercaron a mí. Me ayudaron a ponerme de pie y no dejaron que usara la muleta. Me recargaron en sus hombros pasando mis brazos alrededor de los de cada uno.

Le mire. Pálido otra vez. Me detuve en la puerta del salón, mire donde descansaba con su traje blanco.

Estaba acostado. Mire a todos lados dándome cuenta que estaba en un cuarto de hospital. Me sentía cansado y todo el cuerpo me dolía. Gire mi vista a la derecha, estaba Shinpei y Takeru dormidos ambos recargados el uno del otro. Intente sentarme pero un dolor en mi vientre me hizo gritar. Ellos despertaron asustados y posaron su mirada en mí. Les sonreí y mi rostro cambio a uno de confusión.

– ¿y Chiyu? – se miraron entre si y negaron. No me miraron mas y se acercaron a abrazarme yo ya estaba llorando… no me había dado cuenta.

Uno de los tubos se había atravesado en su pulmón. El respirar se le hacia una tarea titánica. Jadee. Ahora entiendo porque hablaba entrecortadamente y en busca de aire. Aquello había pasado cuando el auto cambio de posición. El golpe había sido duro. Mas el tubo era imposible.

No me permitieron levantarme. No podía. Mi pierna no respondía muy bien. Quería verle. Solloce mas cuando dijeron –días después – sobre su estado. Había llegado el doctor para informarme bien sobre Chiyu.

–Con todo eso no resistió más de 20 minutos en el hospital. En la ambulancia se encontraba inconsciente. Su pérdida de sangre fue bastante y con el pulmón no había mucho que hacer– suspiro y reverencio susurrando un “lo siento”.

Mire al frente. Pensando. ¿Por qué acelere? ¿Por qué? No me había dado cuenta pero ya estaba llorando. Otra vez de tantas. Los mire a ellos. Tenían sus ojos rojizos un poco menos que yo.

Ya estaba comenzando la misa. Estoy sentado en la primera fila junto con los familiares de Chiyu. Tsukasa me abrazo y lloro conmigo. A lo mejor no les habían dicho que yo había sido el culpable y llore más.

Nos dirigimos al panteón. Los medios de comunicación estaban presentes. Y no perdían oportunidad en hacernos preguntas. Gente ignorante.

La luz de aquel lugar es cegadora. Coloco mis anteojos. Siento que estaré mas en la obscuridad.

Beso su frente y le susurro –Te amo Chiyu, por siempre–  toco su mejilla pálida y le acomodo uno de sus mechones de cabello castaño. Cierro el ataúd y se lo llevan. Ver como la tierra caen encima de este me deja sin aliento. Apenas reacciono que me lleve una de sus tantas imágenes.

Su sonrisa siempre presente en su rostro. Sus ojos algo cerrados mientras ríe. Su voz en los conciertos mientras cantaba Little lover boy. Sus besos cada mañana. Su tacto cada noche. Y ahora…

Quieto con los ojos cerrados. Su piel blanca y sin el sonrojo que aparecía a cada que le robaba un beso. Su boca sin ningún gesto. Sin respiración.

Sonrió. El ya dejo de sufrir. Lo último que vi de él en vida fue su sonrisa. Aquella sonrisa que me había bastado para saber de mis sentimientos hacia él hace dos años. Dos años de relación. Mi Chiyu está descansando.

A mis 68 años me cuesta recordarle. Mi memoria desde el accidente fallo. Olvidaba casi todo.

Léelo cada vez que quieras recordarleme tendió un cuaderno pequeño con cubierta café– era su diario– el hermano menor de Chiyu me lo dio antes de irse del funeral.

Leí cada día. Todo lo que escribía sobre mí. Nuestra relación.  Por mi cuenta recordé el accidente. Después lo olvidaba por semanas. Hasta llegar al final de su Diario recordaba todo. Esta es una de las tantas veces que le recordé. La última vez.

*x*x*x*x*

Un señor de edad avanzada se encontraba sentado cerca de una ventana mirando el mar.

–Te he recordado– dijo a la nada. Portaba una bata de color azul marino, una pijama de color azul con rayas blancas.  La luna está presente y con ella la lluvia. Una lágrima corrió por su mejilla derecha y sonrió. Cerró el cuadernillo y lo dejo en el buro de su cama. Hizo las sabanas a un lado y se acostó. –Puedo recordarte… pero no sentirte, ya no me queda mucho tiempo Chiyu– decía difícilmente mientras le costaba respirar. Cerró los ojos.

Esa noche se adentro al sueño eterno tomando la mano de aquel que tanto anhelo sentir.  Un beso en los labios como cuando tenían 28 años. Mientras sentían el latir de cada uno.

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado! Si quieren y si les gustó dejen rwv ^^


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