Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La banda por Henta_Hime

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, esta historia ya la tengo planeada desde hace muchísimo tiempo, es una clasificación que no suelo escribir muy a menudo, pero a decir verdad me quedé feliz por el resultado C: Espero que a vosotros os pase lo mismo,

Quiero aprovechar para agradecer desde lo más profundo de mi corazón a tod@s l@s que siempre me dejan un comentario alentándome. Es por vosotros que a mí me dan ganas de seguir escribiendo, de verdad me hacéis increíblemente feliz con sus pequeñas y grandes palabras C: Y como un regalo especial, os voy a sugerir que quienes queráis me digáis una palabra o una idea que os gustaría para un fic. No os aseguro que sea una respuesta inmediata, pero sí que tarde lo que tarde la escribiré C:

¡¡Muchísimas gracias!!

Espero que lo disfruten ^^

Los gritos eufóricos resonaban con énfasis a cada nota, la gente saltaba y gritaba extasiada siguiendo el pegajoso ritmo de la banda, la enorme multitud sustituía la letra de la canción con gran precisión y eso sólo motivaba más al grupo de cinco personas sobre el escenario, que obediente a las peticiones que exclamaban hacían sonar más fuerte y rápido sus instrumentos. Una última vibración de la guitarra eléctrica, la voz principal decayendo y la batería cesando su golpe, dieron final al concierto. El deslumbrado público se despidió de los chicos con un efusivo grito y vitoreas que les hicieron sonreír muy satisfechos con su esfuerzo dado. El vocalista saludó radiante y contento y desapareció tras bambalinas seguido de los demás.

Una mujer les esperaba allí con botellas de agua que ellos aceptaron gustosos.

—Eso ha salido genial muchachos, felicidades. Me han dicho que las entradas se vendieron con una rapidez increíble y aún así había tanta gente afuera del lugar esperando oírlos, que han hecho prácticamente otro estadio. Gracias a eso, de momento tienen un par de semanas para descansar como les prometí, son libres de hacer lo que quieran. Excepto tú, Kiba, no queremos más problemas con la ley.

—¡Oye! Ya aclaramos ese tema, ¡juro que no sabía que era una chica de compañía! Y aún así eso es injusto, Sai también tiene un legajo manchado.

—Pero lo mío es más discreto, yo no armé un escándalo en un bar por tener encima unas cervezas de más.

El castaño miró enojado al sonriente bajista, dispuesto a dejarle en claro un par de cosas.

—Ya basta, no me importa eso ahora, sólo ten más cuidado con qué clase de diversión tendrás, Kiba. No tengo ganas de hacerte una visita carcelaria, ¿de acuerdo?

Él respondió algo desganado y se tiró de lleno en el sofá que aguardaba ahí. No tenía ganas de escuchar sermones de Tsunade ahora, no era ningún crío para que le estén olfateando el rastro cada dos por tres, si decidía divertirse un poco más diferente que los demás era asunto suyo y de nadie más. Nunca escuchaba que le diera esas reprimendas a Sasuke, o a Naruto. Y ni hablar de Shikamaru, él era el 'niño bueno', jamás se metía en problemas. Moriría por ser mosca en la pared el día en que la rubia se enterara de las aventuras extraordinarias que el Uchiha había tenido. Pero claro, eso jamás pasaría, pues parecía que el señorito tenía una inmunidad que lo protegía.

—Tsunade-chan, ¿eso quiere decir que no tendremos que ocuparnos de los ensayos por un tiempo?

—No, me temo que aún en descanso no puedo permitir que descuiden eso. Lo siento. Pero serán mucho más cortos que los regulares. Y para evitar que ocurra lo de la vez pasada, esta vez los harán en el estudio donde yo pueda verlos. No hay objeciones con eso ¿verdad, Kiba?

Ella echó una furtiva mirada hasta el castaño que ahora refunfuñaba por la saña que le había tomado únicamente a él. Sólo porque había decidido hacerse una escapada no premeditada a la casa de su novia en las vacaciones anteriores y no hubiese avisado a nadie de ello, no significa que lo haría siempre. Esa mujer tenía que dejar de tenerle bajo la lupa todo el tiempo.

El celular de Tsunade sonó y ésta se apartó sosteniendo una charla que los chicos supusieron: era de trabajo. Sólo usaba determinadas palabras para el trabajo y ahora las acababa de usar a todas ellas. Sasuke suspiró pesado, Shikamaru murmuró un 'problemático' y Naruto… bueno, él no pareció pensar muy rápido.

Cuando al fin colgó la llamada se acercó hasta el grupo luciendo un tanto incómoda.

—Eh… chicos…

—Lo sabía, ¿ahora de qué se trata?

Sasuke fue el primero en atacar algo irritado. No era de extrañarse que su representante les concertara un trabajo sin consultarles, normalmente no objetaría mucho porque era algo que él disfrutaba hacer, además de que la paga era muy generosa, pero esta vez estaba realmente cansado y le había emocionado la idea de tomarse un tiempo.

—Deberías dejarme terminar de hablar, no es nada que corte su descanso, así que quita esa cara. Un cliente ha pedido contratarles para una fiesta privada, será dentro de dos meses, en Okinawa. Dijo que está dispuesto a pagar lo que fuese necesario, ¿qué dicen?

Los muchachos guardaron silencio un momento, la idea no les parecía mala, pero seguramente ahora en la cabeza de todos se presentaba el recuerdo de la última vez que asistieron a una 'fiesta privada'. No, no habían sido tratados de forma inadecuada ni descuidados en ningún momento, pero dos de ellos, más precisamente: Naruto y Sasuke, fueron víctimas del hombre que organizó el evento y uno de sus amigos. Mientras que el azabache fue confundido con una mujer, lo que fue un duro y bajo golpe a su moral y hombría, (detalle por el cual se cobraría venganza después), Naruto fue acosado sabiéndose un hombre, y si el rubio no contara con un gran conocimiento en las artes marciales gracias a su familia, aquella situación hubiese terminado muy mal.

—Yo creo que deberíamos hacerlo, ese tipo de festejos son más pequeños que un recital y me gusta no tener la presión de tanta gente sobre nosotros. Además, siempre hay alguna chica bonita que nos suele obsequiar algo-ttebayo.

El vocalista y más joven de la banda exclamó sonriente, entusiasmando a la mujer. Ella miró a los demás buscando su aprobación.

—Si él dice que está bien…

—¡Grandioso! Lo llamaré ahora mismo para darle las buenas noticias. El auto les espera afuera cuando gusten irse, muchas felicidades por el éxito de esta noche. Disfruten de su descanso –Con un suave ademán de manos, Tsunade se retiró del lugar sumiéndolo en el silencio.

Al cabo de un rato todos llegaron al acuerdo de ir a beber algo y después irse cada quien por su lado.

~O~O~O~O~O~O~

Para su pesar, el tiempo de relajación que les fue brindado había terminado con una velocidad atroz. Aquel era uno de los últimos ensayos que organizaban antes del gran evento el cual, indagando más por parte de su representante, se enteraron de que no era para nada más ni nada menos que la sobrina de un importante hombre en el negocio de la música, como regalo por su cumpleaños.

La vida de los ricos sí que era tan distinta… ¡contratar una banda sólo por un cumpleaños! De todas formas, ellos tenían plena confianza en su talento y habilidades, su grupo participó en eventos mucho más importantes que ese y salió victorioso a pesar de tener en carrera sólo un corto par de años, y cuando todo hubo empezado como un simple proyecto escolar, por lo que eso no les afectaba para nada.

—¡No, no! Deténganse un momento.

¿O tal vez sí?

—Naruto ¿qué pasa hoy contigo? Ya es la tercera vez que te equivocas, ¿sucede algo, te sientes mal? –Tsunade se acercó hasta él con algo de cansancio mientras el resto dejaba momentáneamente sus instrumentos de lado y le prestaban atención al chico.

—Lo siento, supongo que no es un buen día, no dormí muy bien y mi garganta duele un poco, también estoy algo mareado…

Mentiras. Esas no eran más que grandes mentiras, sin embargo no podía darse el lujo de decir el verdadero motivo de su desenfoque.

—¿Es así? –Suspiró resignada rascando su cabeza. —No podemos permitir que justo tú enfermes ahora, así que creo que será todo por hoy. La fiesta será en poco más de dos semanas, no se dejen estar. Por el momento sólo puedo decirte que descanses bien, Naruto, si pasa a mayores no dudes en avisarme y visitaremos a un médico.

Él asintió sintiéndose algo culpable por arrastrar con su capricho a los demás, pero Kiba le consoló rápidamente con un jocoso grito de alivio: él sí que no quería estar más tiempo ahí encerrado.

—Dejaré que se marchen y descansen todos, Sasuke te encargo especialmente el cuidado de Naruto, notifícame de inmediato si empeora.

—¿Y por qué se supone que debo hacer de su niñera?

Espetó luciendo aparentemente ofendido, el rubio por su parte bajó un poco su cabeza.

—Porque tengo entendido que viven en el mismo lugar y porque yo te lo ordeno, ¿tienes algún problema con eso? –Tsunade le echó una feroz mirada que lo enmudeció, él conocía muy bien la furia de esa mujer y no era nada recomendable provocarla, por lo que sólo chasqueó su lengua y desvió sus ojos. —Eso creí.

—Te tiene bien amaestrado eh, Sasuke —Resonó Kiba, jactándose entretenido.

—No tanto como tu novia a ti, pierde cuidado. No te quitaré el título de perro faldero.

El de melena alborotada gruñó fuerte y Shikamaru musitó veloz un quejido que sonó cómo un 'aquí vamos de nuevo'.

—¿Qué dijiste? Por lo menos yo tengo una novia de la cual presumir, ¿qué puedes decirme tú? Nunca te he visto siquiera en una relación estable.

—Mi vida personal no le incumbe a un idiota como tú, pero para que te quedes tranquilo te diré que el que no me hayas visto con una mujer, no significa que no la he tenido: y puedes apostar a que han sido más de las que tú jamás hayas podido hacer pasar por tu cama –Sonriendo con esa distinción tan suya, le dijo caldeando más el asunto.

Naruto quiso reír cínico ante ese comentario, oh sí: habían sido bastantes. Él podía dar fe de ello, pues todas y cada una de las féminas de las que Sasuke podía presumir habían tenido la modestia de hacérselo saber con sus sutiles y discretos gemidos de placer. Como la chica de turno anoche, que con gran gusto y halago resonó su aguda, chillona e insoportable voz por toda la maldita casa hasta altas horas de la madrugada. Ése, ése era realmente el motivo de su falta de concentración.

Maldito el día en que habían decidido vivir en la misma casa por comodidad de dinero, y maldito también el día en que su estúpida cabeza decidió por cuenta propia mirar a Sasuke con ojos que iban más allá del compañerismo y la amistad. ¿Por qué no pudo ser todo más sencillo, y tener él unos hermosos y grandes pechos y una vagina que complacieran al moreno? O, en su defecto, que él tuviese lindos y redondos senos; a Naruto no le hubiese molestado para nada que el bastardo fuese una chica, si hasta parecía a veces con esa piel tan delicada y pálida.

—¡Eres un…!

El duro golpe que los dos peleadores recibieron les hizo menguar su sed de violencia, uno de los dos (Entiéndase, Kiba) se hincó sobre sus pies sujetándose fuertemente la cabeza. Sasuke conservó más su orgullo y sólo acarició discretamente su dolor. Desde la lejanía Sai estaba más que entretenido con el asunto, así que se entristeció un poco cuando fue parado de abrupto.

—¡Estoy harta de ustedes y sus malditas discusiones! su vida sexual no concierne en nada aquí, así que les aconsejo que se guarden los detalles, a ninguno le interesa —Sentenció con fiereza en un rugido–. Les di el resto del día libre, así que úsenlo bien. Naruto, tú… ¿Naruto?

En medio del altercado el rubio había aprovechado para largarse sigilosamente, tanto así que ni sus cosas estaban ya en el lugar. Inuzuka lanzó algo así como que de seguro se fue porque ya no soportaba más a Sasuke, y Shikamaru, quien observaba en silencio, objetó que tal vez fuese por su culpa: no era nada agradable escucharle a cada rato pelear. Fuera cual fuese el motivo, ahora el de cabello bruno se hallaba observando con escrutinio la puerta por la que había desaparecido su compañero… y Sai, por supuesto, no dejó escapar ese detalle.

~O~O~O~O~O~O~

Cuando Sasuke llegó a su casa luego de una tarde lejos, desechó su mochila y fue directo hasta la cocina por una refrescante lata de cerveza, después se encaminó hacia la sala de estar donde se encontró con un Naruto viendo cómodamente la televisión, tendido sobre el largo sillón.

—No sabía que vendrías directo a casa ¿te sientes mejor?

—No necesito decirte todo lo que hago y vivo aquí por si lo olvidaste. Y sí, ya no me duele nada, gracias por preocuparte.

Sasuke le miró bastante encrespado por la forma de contestar.

—No me refería a eso, y podrías al menos molestarte en responder bien, no te he hecho nada.

—Oh, mi culpa. ¿Acaso herí tus sentimientos? No sabía que podías llegar a ser tan sensible –Con sus ojos azules estoicamente postrados en la película de mala muerte que pasaba por el televisor, Naruto habló sin alterar un decibel su voz ni su rostro impecable. Acción que sólo irritó más al otro.

—Eres realmente tan odioso cuando te lo propones, idiota.

Sasuke bebió un largo trago de su lata en un vago intento de calmar un poco las recientes ganas de buscar pelea. No era la primera vez que veía el lado apático del rubio, lo conocía hace tantos años después de todo, que no había casi ninguna faceta que no hubiese visto. Pero claramente eso no significaba que tendría que soportarlas ni mucho menos, él no era su madre, ni su niñera y si de mal genios se trataba: el suyo podría aplastarlo en una victoria contundente.

Naruto mantenía firmemente sus ojos azules en la pantalla, no quería mirarle. Se sentía estúpidamente enfadado por una, valga la redundancia, gran estupidez. Sí, la discusión con el baterista que había sacado a la luz temas poco agradables para él, le traía muy mal humor. ¿La razón? Creo que es bastante obvio, para empezar: tuvo que recordar en horario de trabajo situaciones de su tiempo personal, algo que prefería evitar siempre a toda costa. No bastando eso, tuvo que ser precisamente algo relacionado con la muy activa vida sexual de su amor imposible, con el cual convivía. Y para la cereza del postre: éste ni siquiera se había inmutado en recordarle qué tan grande era la lista de mujeres que conocieron su alcoba.

Eso le jodía terriblemente.

Porque cuando él solía traer féminas para una noche, procuraba hacer el menor ruido posible para no molestarle, incluso con su última novia mantenía un bajo perfil. Pero Sasuke jamás se tomaría aquella molestia, para él era mucho mejor hacerlas gritar como si un asesino les estuviese extirpando los miembros de a poco. Días de semana, días libres, vacaciones, antes de conciertos: nunca había un alto para sus egoístas necesidades.

Y tenía que acabarse.

Oyó vagamente algo sobre que una amiga suya vendría esa noche a quedarse, y sabía perfectamente a qué se refería. Ahora, no supo bien qué fue exactamente lo que salió atropellado de su boca a modo de respuesta, tal vez una broma… o un comentario pasajero, de lo que sí estaba seguro es que fuese lo que fuese: no le había sentado bien al Uchiha.

No se atrevió a mirarle, pero de haberlo hecho hubiese notado con qué rapidez él frunció su entrecejo en una fea mueca, atravesándolo con sus pupilas.

—¿Qué mierda es eso de que no te vas a ir esta vez? hasta donde yo recuerdo jamás te pedí que te fueras, que lo hicieras por tu cuenta no es asunto mío.

Oh, ahora sí que estaba molesto. Aquello fue todo lo que necesitó para dejar escapar un poco la frustración que venía cargando.

—¡Aún cuando no me lo pidieras no es como si pudiera hacerlo! ¡¿Quién querría quedarse para escuchar los molestos gritos y gemidos?! Esta es mi casa también ¿sabes? no estaría mal que tuvieras eso en cuenta la próxima vez que quieras follarte a alguna, o te buscas una calladita o aprendes a conformarte con tu mano, ¡imbécil! –Despotricó furioso lanzando el control remoto quién sabe dónde, dejando en un incómodo silencio al moreno que se quedó sin saber qué responder. Los zafiros enfrentaron envueltos en un brillo a los ónices, sorprendidos.

Tras un bufido y una suelta risita sardónica, Naruto se alejó del lugar y lo siguiente que Sasuke escuchó fue el ruido de la puerta siendo cerrada con estrépito.

Alguien podría, por favor, tener la amabilidad de explicarle ¡¿qué mierda acababa de suceder?!

Cuando Naruto se vio acostado lejos de su compañero, muy dentro suyo quiso creer que ese había sido el fin del inesperado roce. No obstante cuando la madera de su habitación crujió fuerte y rápida y Sasuke se apareció hecho una fiera postrándose firmemente al borde de su cama: supo que no lo era.

—¿Quién te crees que eres para hablarme así? como tú dijiste, esta también es mi casa y traeré todas las mujeres que yo quiera si así lo deseo ¿tienes algún problema con eso?

—Varios, de hecho —sostuvo impasible la enfurecida ojeada del otro–. Pero supongo que si eso es algo que necesitas tanto, lo más recomendable es que me vaya a vivir por mi cuenta y te deje tu precioso harem para ti solo ¿no crees?

Sasuke hundió más su ceño, llegando hasta tal punto en que su cara parecía tener una gran división en medio. No supo cómo ni por qué, pero lo siguiente que recordaría sería encontrarse sobre el rubio, aprisionando fuertemente sus muñecas para evitar que escapara y encerrando sus piernas entre las suyas propias. El ojiazul ahora le miraba expectante sin menguar ni un poco su firmeza.

—Bastardo, ¿qué mierda crees que estás haciendo?

—Nunca te he escuchado gemir alto, tal vez debería usarte a ti para que los ruidos ya no te molesten ¿no crees? si es un problema que traiga mujeres, te usaré en su lugar. No deberías tener inconvenientes con eso ¿o sí? –Bordó en su pálida cara una sonrisa altanera e insinuante, que erizó por completo al rubio.

—Quítate —Apenas fue audible su murmullo amenazante.

—¿Qué dices? tengo ganas ahora, así que ¿por qué no te quito la ropa y me calmo un poco? –Sin reparar en ningún momento las futuras repercusiones que, seguramente llegarían, plasmó su boca sobre la ajena en un tosco beso. Ignorando las réplicas, paseó su lengua con brutalidad obligándole a abrir su boca, y por sólo un segundo, creyó sentir que fue respondido.

Definitivamente, Uchiha Sasuke reconocía haberse propasado. Y bastante. Por eso fue que cuando Naruto le propinó tres buenos golpes que lo dejaron fuera de combate, no dijo ni una palabra para tratar de defenderse. Pero maldición que dolía, a veces olvidaba el importante título de cinturón negro que su amigo portaba. Limpió de la comisura de su boca un pequeño rastro de sangre, mientras todo se sumía en un perturbador silencio que él no se atrevía a romper. Podía oír sin problemas la agitada respiración de Naruto que cada vez se hacía más notoria y entrecortada, y sólo cuando aquel ritmo le preocupó un poco levantó su vista, topándola con lo que no esperaba.

Su pecho se oprimió dolorosamente, doliéndole incluso más que los recientes golpes. Su garganta se secó, paralizando su respiración, quiso hacerse invisible y desaparecer.

En sus veinticuatro años de edad, veintitrés conociendo a Naruto, contadas con los dedos de una mano eran las veces que lo había visto llorar de verdad. Y ninguna de ellas, cabe decir, fue provocada por él. Pero esta vez no había duda alguna de que obviamente, sí había sido su completa y total culpa.

El rubio contenía con gran dificultad unas lágrimas en sus ojos abiertos con desmesura, y por todos los medios se estaba conteniendo para no mostrarse débil frente a él. ¡No precisamente frente a él! Pero qué importaba ya, aunque Sasuke se fuera ahora dejándole solo, el daño ya estaba hecho. Las últimas frases dichas punzaban espeluznantemente en su cabeza, repitiéndose una y otra vez, grabándose en contra de sus deseos. La amistad que sostenían desde hace más de veinte años culminaba en eso: acababa de ser tachado como un juguete sexual.

No valía más que muchas de las mujeres que conocieron la cama del guitarrista en una burda fantasía disfrazada de amor y eso aunque no lo quisiera, le dolía como un enorme puñal. Pero él era un hombre y los hombres no pueden permitirse llorar por estupideces como esas, así que restregó con más fuerza de la necesaria sus ojos para borrar cualquier rastro de agua en ellos y poder hablar dignamente.

—Lárgate –el susurro mordaz rugió.

Sasuke no necesitó de más palabras para obedecer dejándole a solas. Naruto supuso que eso sería todo, que aquella sería sólo otra pelea más entre ellos y que se arreglarían de la noche a la mañana, como siempre. Pero el insistente dolor por las palabras soltadas sin premeditar, le decía que tal vez no era así. Y las gotas cristalinas que se precipitaban de sus ojos cielo le confirmaban que seguramente, así sería…

~O~O~O~O~O~O~

Las últimas notas de la canción se oyeron y el acompañamiento fue descendiendo su potencia, soltando una vibración lejana: el ensayo había terminado. Shikamaru y Kiba descansaron de sus instrumentos al instante, como si ya a esas altas horas de la noche les quemara la piel tocarlos.

—¡Eso ha salido estupendo chicos, han hecho un gran trabajo! es seguro de que van a arrasar en la fiesta, eso me pone muy contenta. En especial tú, Kiba, tocaste excelente hoy –Exclamó Tsunade radiante y feliz.

El chico no supo si tomarlo como un elogio o un insulto, ¡él siempre tocaba excelente! pero no teniendo más energías para empezar una disyuntiva, se limitó a soltar un simple 'gracias'.

—Oigan, ¿qué dicen de ir a tomar algo? mañana es día libre antes del gran día, podemos emborracharnos todo lo que queramos y además tengo unas bonitas chicas para divertirnos. ¿Se anotan?

El rubio miró discretamente por el rabillo del ojo hacia donde se encontraba Sasuke quien, con disimulo, venía prestando atención a la charla.

—Naruto, en especial te hablo a ti –sentenció acercándose–. Esta chica dice que le han llegado confiables rumores de que sueles cantarles a todas las bellas damas que te hacen compañía, una exclusiva canción que no ha salido en ningún álbum. Está bastante entusiasmada con la idea, ¿me harías ese honor? –Sai se sujetó confianzudamente el cuello del rubio, con una gran sonrisa que esperaba, sirviera para convencerle. Él soltó una risilla.

—Claro, invítame una ronda y me llevaré a esa chica lejos para que avances con su amiga, que de seguro es diez veces más linda pero que no quiere dejarla sola. Compromiso de mujeres ¿eh?

Sai rió tentado por la certeza de las palabras, qué bien se sentía tener un amigo dispuesto a hacer ese sacrificio por ti. ¡Esos eran los que valían de verdad! por su parte Sasuke desde su lugar se sintió bastante irritado de pronto, mas siguió en su tarea de acomodar sus cosas. Invitó también a los otros, pero el de media coleta se excusó diciendo que su novia, Temari, le esperaba en su casa. Uchiha también declinó con una excusa pobre que ni se molestó en esmerar, se entendía bien que el punto era que no quería ir. Kiba ya había avisado que saldría con su novia así que no podía prestarse esta vez.

Ya habían pasado dos semanas desde el incidente con Sasuke  y todavía no había cruzado palabra alguna con él. En la casa a penas se topaban entre ellos, sospechaba que no era el único que controlaba los horarios para evitar encontrarse. Todo se había vuelto horriblemente tenso. Lo único que podría considerarse como 'bueno', era que Sasuke no llevó ninguna mujer después de aquel día, aunque no sabía si agradecer el detalle o deprimirse pensando que quizás ahora las llevaba a citas lujosas que culminaban en un bonito hotel. De cualquier forma, sabía que incluso los chicos notaban que algo andaba mal. Siempre eran ellos los que andaban pegados uno al otro, peleándose y bromeando, y sin embargo a estas alturas no podían siquiera mantener una charla formal. Trataban de que eso no afectara en los ensayos, pero era imposible. La mayor parte del tiempo ambos tenían que permanecer muy juntos para coordinar la letra con el sonido, y ahora la simple idea de estar a menos de dos metros de distancia resultaba absurda.

Además, no sabía bien qué le impulsaba a pensarlo, pero podía jugarse la carrera a que Sai y Tsunade sabían con exactitud qué estaba pasando entre ellos.

—¿No vienes? –Cuestionó la mujer de ojos ámbar en el marco de la puerta cuando ya todos se hubiesen ido.

—No, me quedaré practicando un rato más. Me encargaré de cerrar todo, descuida.

Tsunade titubeó un momento, convenciéndose de si era conveniente saciar la duda que la carcomía por dentro. Finalmente, luego de un rato habló.

—Sasuke… ¿ha sucedido algo entre ustedes? –Él siguió tocando los acordes de la guitarra, sin mirarla. —Con Naruto, ya sabes.

—No sé a qué te refieres.

—No nací ayer, renacuajo –reprochó ciertamente ofendida por la obvia mentira–. Él es una persona muy obstinada, sabes perfectamente que no cederá primero si se trata de una pelea. Es importante que tengan una buena relación entre ustedes y…

—No es nada de qué preocuparse, tuvimos una pequeña discusión, eso fue todo –Uchiha miró firme a la mujer, tratando de que al menos ella sí creyera sus palabras–. Se le pasará en unos días, esto no va a afectarnos en el concierto, si es lo que te inquieta.

Tsunade suspiró lánguida, los chicos de hoy en día eran tan problemáticos. En sus tiempos todo era más sencillo, las diferencias se hablaban cara a cara y así de rápido se olvidaba. Pero qué se le iba a hacer, algunas veces era necesario dejarles golpearse de lleno contra la pared.

—Como digas, sólo procura no sobrecargarte demasiado –Ella le regaló una profunda mirada, y dándose media vuelta le dejó completamente a solas en la habitación.

Los largos dedos se movieron sobre las cuerdas, emitiendo en el abrumador silencio de la noche, una melodía apacible, lenta, capaz de calmar un corazón atormentado.

—Conque una exclusiva canción, ¿eh, Naruto?...

~O~O~O~O~O~O~

—Oye, Sai, ¿tú sabes qué ha pasado entre Naruto y el idiota Uchiha? –Inuzuka preguntaba susurrante, aprovechando que Naruto estaba alejado de ellos.

—Tengo una sospecha, pero nada seguro. ¿Por qué?

—Bueno… no es nada raro que se peleen, eso está claro, pero sea lo que sea parece que esta vez ha sido más grave ¿no lo crees tú también? El idiota hasta me da algo de miedo con esa cara espectral que se carga.

Sai llevó su dedo índice hasta su mentón en signo pensativo, sí, era claro que esta vez las cosas habían ido un poco más lejos de lo usual, pero él no podía simplemente ir y preguntar como si nada qué diablos había pasado. No era nada tonto, a costas de lo que pensaran sus compañeros muchas veces. Su sagacidad era intachable y de lo que sí estaba muy seguro era que el tema venía por el lado amoroso. Siempre había querido desenmascararlos a los dos de una buena vez, su maldita tensión sexual era frustrante a veces. Pero ¿cómo? necesitaba una buena estrategia para…

Un débil carraspeo, tímido y casi inaudible guió sus ojos hacia la hermosa mujer que ahora se posaba frente a él.

—¿Puedo ayudarte en algo? –Preguntó sonriente y con un tono apacible, que no la incomodara más de lo que ya parecía. Ella se puso muy nerviosa y apretando con fuerza su bolso marfil, titubeó una sarta de frases inentendibles.

—¿A-alguno de ustedes p-podría decirme dónde encontrar a U-Uchiha Sasuke-kun, por favor?

—Claro ¿cómo es tu nombre?

—¡A-ah! ¡Qué modales los míos, lo siento…! M-mi nombre es Hyuuga Hinata, encantada de conocerles –Ella se apresuró en una reverencia con su cara teñida de rojo. El castaño no se contuvo en soltar otro de sus despreocupados comentarios de inmediato.

—¡Pero qué monada! Si no tuviese una hermosa novia a mi lado, ¡puedes estarte segura de que estaría conquistándote en este momento, Hinata-chan!

La muchacha enrojeció como lava ante las joviales palabras de Kiba.

—¿H-Hinata-chan?

—Compórtate, perro en celo. Discúlpalo, es un poco tonto a veces, su novia no le atiende como debe–Kiba reprochó enseguida y ella agachó su cabeza muy avergonzada, alegando que no era ningún problema–. Mi nombre es Sai, a propósito, encantado de conocerte. Si buscas a Uchiha está en la sala de ensayo, creo. Si sigues derecho por aquí y doblas a la izquierda verás un ascensor, tienes que ir al tercer piso y al fondo a la derecha lo encontrarás. No hay forma de que te pierdas.

Envuelto en una sonrisa, recibió el agradecimiento de la chica, quien con paso veloz y algo torpe, se perdió por el largo pasillo repitiendo las indicaciones para no olvidarlas. En cualquier otra situación Sai jamás daría permiso para que una persona cualquiera se abriera paso por el estudio, nunca se sabe cuándo se trataba de un periodista mediático o un fanático obsesionado, sin embargo no sospechó de ninguna de estas cosas de parte de Hinata.

—Vaya que sí era bonita ¿no lo crees? ese bastardo tiene mujeres como esas detrás suyo, qué gran desperdicio, yo podría hacerla cien veces más feliz –Farfulló, no perdiendo oportunidad de expresar su disgusto.

—Ajá, sí… –Pero Sai no le escuchaba realmente, él estaba repensando el nombre en su cabeza con insistencia, ¿dónde lo había escuchado antes? Le sonaba mucho de verdad, Hinata… Hyuuga Hinata…

—Lamento la espera chicos, ¿quién era esa? –Llegando, Naruto preguntó intrigado. El de cabello negro sonrió enigmático sin responderle, pero Kiba le hizo los honores.

—Otra mujer del inútil, ¡vaya pérdida! ¿No piensas igual, Naruto?

—¿Qué? –El murmullo inaudito huyó sin darse cuenta.

¿Otra mujer de Sasuke? Eso no podía ser verdad, ¿ahora no sólo le bastaba en su casa sino que las llevaba al trabajo? ¡En qué mierda estaba pensando! incluso para él eso era llegar muy bajo. Con una repentina ira frunció su ceño y apretó su boca disgustado. No sabiendo a ciencia cierta si lo que le molestaba era la mujer en sí, o que la hubiese traído al único lugar que ambos compartían en privado, por así decirlo.

—Es ciertamente muy bonita, tal vez sea una novia secreta —Acotó Sai viendo como el cuerpo del rubio se tensaba de pronto.

¿Novia? No, él estaba segurísimo de que no lo era. Pero aquella incesante duda revoloteaba en su cabeza, martirizándole. ¿Y si eso era cierto? A lo mejor por ese motivo ya no llevaba a ninguna otra al departamento: porque tenía a una única y especial… no. No, eso era imposible. Era de Sasuke de quien estábamos hablando después de todo, él no puede tener una novia. No puede… ¿o sí?

—Como sea, no es asunto nuestro. Vámonos de una vez.

Sai sonrió para sus adentros disfrutando cual sádico la tortura ajena. Atrevido, se colgó divertido del Uzumaki.

—¿Qué te pasa, Naruto? ¿No me digas que estás celoso?

—¡Quién lo estaría, imbécil! Quítate, eres molesto –En un, quizás demasiado, brusco movimiento que delatara su estado, apartó el brazo de su amigo con rapidez.

—Ya, ya, pero qué humor. Sólo quiero asegurarme de que llevas tu dinero, no voy a pagar toda tu excesiva cuenta como la vez anterior. Así que sugiero que evitemos futuros problemas y revises tu mochila ahora.

—¡Eres un tacaño! Y encima de que te hago el favor de abrirte camino para que ligues a la bonita –reclamó, hurgando ofendido en su mochila–, claro que tengo, está aquí. Sólo… debo encontrarlo. ¡Maldición! estoy seguro de que la vi hace un momento.

—Qué mentiroso eres –Picó de nuevo Sai.

—¡Cállate! ¡Sí la traía conmigo!

—A lo mejor se te olvidó en el estudio, ve a fijarte. Te esperaré aquí, pero no te tardes demasiado –Golpeó la rubia melena reprendiéndola y segundos después y refunfuñando de mala gana, éste echó a correr hasta el estudio con el único deseo de no haber perdido la cartera… de nuevo.

Ya en una mejor privacidad, su sonrisa algo perversa y astuta se definió en la cara.

—Oye, Kiba, ¿tienes ganas de divertirte un poco? –Alentó haciendo bailar entre sus manos la dichosa billetera café de su amigo.

~O~O~O~O~O~O~

Mierda. Estaba completamente seguro de que sí había cogido el dinero: no podría haberse comprado el ramen de no haber sido así. ¡Dónde se había metido! todavía removiendo persistente la mano dentro de su mochila, un cordón se atascó entre sus dedos y en un mal giro, todas sus cosas se vieron volcadas en el suelo.

—Maldición…

¿Por qué tenía tantas cosas inútiles guardadas? Siempre pensaba en hacer una limpieza, pero jamás hallaba el momento adecuado; tal vez debería proponérselo con un poco más de ganas, sólo miren cuánta basura se encontraba regada en el piso.

Un pequeño objeto en particular llamó su atención distrayéndolo de todo lo demás. Triangular, roja, con un inconfundible diseño circular en el medio: la púa favorita del bastardo. Reflexionando un poco recordó que él se la había obsequiado como amuleto de la suerte, para el primer recital que dieron. La inevitable sonrisa que se plasmó en su cara le hizo pensar que era realmente patético. Desde los doce años Sasuke tenía aquella púa, fue su primera y jamás dejaba que nadie la tocase, ni siquiera su hermano. Pero a él se la había regalado. Aquel objeto común y fácilmente reemplazable que para cualquier persona no significaría nada, a Naruto le provocó un vuelco en el corazón. Nunca se separó de ese regalo ni por un día, era algo así como su posesión más preciada.

Ah… ¿a quién quería engañar? extrañaba demasiado a Sasuke. Tal vez era hora de que le perdonase, tampoco es como si hubiese sido la gran cosa, un beso entre amigos no es nada fuera de otro mundo. Incluso siendo dos hombres, quizás él reaccionó demasiado exagerado, conocía el carácter de Sasuke y no era nada fácil llevarlo. A lo mejor aquel había sido un mal día para él y sus palabras descuidadas fueron la chispa que encendió la hoguera. Al fin y cabo incluso podría decirse que se preocupó por su salud.

Ya no podía… no, ya no quería estar peleado con él, ¡era su mejor amigo y necesitaba reírse a su lado!

Cogió fuerte el pequeño objeto entre su palma, armándose de valor. Estaba ya ahí, frente a la puerta. Entraría con la excusa de buscar su billetera y de algún modo, resolvería las diferencias. Sí. Definitivamente eso haría. Su estómago se apretaba graciosamente, cosquilleándole y haciéndole temblar ligeramente su mano: estaba nervioso. ¡Mierda, se sentía una tonta chica enamorada!

Llevó su mano hasta la manija de la puerta firmemente dispuesto a entrar, sin embargo algo lo detuvo.

Una risa.

Y no cualquier risa: Era la risa de Sasuke.

¿Por qué estaba riéndose? vale, no es como si fuese una máquina incapaz de hacerlo, pero era algo muy curioso, él no solía reír casi nunca a menos que estuviese con amigos o personas de confianza. Entonces ¿por qué…?

No lo sé… ¿qué tal si alguien viene?

Relájate, ya te dije que se han ido todos, estamos solos.

P-pero…

Vamos, no sería la primera vez, Hinata, ¡apresúrate! que no tengo todo el día ¿o quieres que lo haga yo mismo?

¡N-no digas esas cosas!

Y ahí estaba de nuevo la risa. Mierda, le estaba exasperando de verdad que el bastardo se sintiese tan cómodo con otra persona. Seguramente la voz femenina fuese de aquella morena que había visto correr antes, la mujer de Sasuke. Un fuerte dolor le oprimió el pecho. Se oían bastante amistosos… ¿desde hace cuánto tiempo se conocían? No más que él, claramente. Entonces ¿de dónde venía tanta maldita confianza, eh?

El remolino en su estómago se acentuó, pero no eran nervios ahora, sino algo más feo e incómodo. Le dolía, sentía que el aire escapaba con prisa y su corazón latía mucho más rápido de lo que debería.

Se estaba enojando.

¿Ellos dos estarían… a punto de hacerlo ahí, en el lugar donde tenían que verse la cara todos los malditos días?

Una fuerte voz le decía que diera media vuelta y se alejara, haciendo de cuenta que eso jamás pasó. Pero otra más afanosa aún, le obligó a coger aire profundamente y a seguir su instinto aunque fuera por una vez. La escena que se encontró al ingresar no era muy lejana a lo que su cabeza imaginó. Ella, con su oscura falda, se hallaba parada en sostén frente a un Sasuke que tenía sus manos acomodadas en la estrecha cintura.

Hinata pegó un grito extremadamente agudo al verle entrar, cogió lo primero que tuvo al alcance para cubrir su desnudez mientras su pálida cara se pintaba de un escarlata alarmante. Naruto podría haber jurado que iba a desmayarse de un momento a otro.

Sasuke, por otro lado, le miraba algo sorprendido. No esperaba verle ahí, ciertamente.

—Naruto, ¿qué haces aquí? creí que ya se habían ido todos.

Uzumaki se quedó congelado en la puerta, sin moverse ni un ápice. Sus ojos de hielo intercambiaron miradas con los ébanos. Un par de minutos en silencio tras la frase de Sasuke. Hasta que un repentino valor, que bien pudo ser calificado como ira, frustración y dolor, incrustó las palabras nuevamente en la boca del rubio entre una risilla ácida y sarcástica.

—Eso te hubiese encantado ¿eh? –Escupió temblando– eres increíble. Puedo entenderlo en casa, pero ¿aquí? es nuestro lugar de trabajo, bastardo.

—¿Qué estás diciendo? —Sasuke se veía realmente estúpido. Su capacidad de razonamiento brilló por su ausencia, pues en ese momento se sentía realmente desprotegido de cualquier cosa que Naruto pudiera decirle.

—¿Traer una mujerzuela para follártela aquí? eso es bajo, incluso para alguien como tú –una dolida risa raspó su garganta–. Soy un idiota… creí que quizás lo sentías un poco, incluso pensé en disculparte y que todo vuelva a ser como antes. Pero veo que me equivoqué, Uchiha Sasuke nunca cambiará ¿eh? no te bastó con traer a toda mujer que encontrabas por la calle para burlarte de mí, recordándome lo imbécil que soy por sentir algo por un egoísta, estúpido y arrogante que no puede ver más allá de su nariz, sino que tenías que traer a tu novia –miró despectivo a la mujer que, retraída, se ocultaba lo más que podía tras el moreno–, que obviamente me supera en todo sentido, precisamente a este lugar para… —Su boca se secó de repente, le dolía pronunciar las siguientes palabras. Desvió su cara para evitar que Sasuke notara el repentino brillo aguado que inundó sus ojos.

Y él por otro lado no sabía qué mierda decir. Quedarnos en que el discurso que Naruto acababa de darle le dejó pasmado, era poco. Estaba realmente cansado y le costaba bastante entender coherentemente las cosas, pero hasta donde llegó a captar: Naruto le decía que era un infeliz ninfómano que le entraba a toda cosa que tuviese vagina y en cualquier lugar para mofarse de él y, ahora mismo, estaba por gozar de otra linda chica que, aparentemente, era su novia. No bastando sólo con eso, y quizás siendo una mala jugada de su extenuado cerebro, creyó entender que su mejor amigo acababa de hacerle una indirecta confesión de amor.

Pero eso sólo era posible en su imaginación. A lo mejor estaba soñando y toda aquella descabellada situación sólo era una treta de su mente, sí, lo más racional es que fuese así.

Y de todas las posibilidades elocuentes que tuvo disponibles para responder, él escogió la que con certeza, rozaba la peor de todas ellas.

—No sé qué clase de mierda melodramática se haya armado tu cerebro desnutrido, pero puedo decirte que no es para nada lo que estás pensando.

—Ah… y-yo lo s-siento… e-esto es mi culpa, Naruto-kun, él no…

—No te disculpes Hinata, no has hecho nada malo. Y no tengo por qué dar explicaciones de nada a alguien como él.

Hinata hundió su cara más entre su camisa, sintiéndose acuchillada por una mirada repentinamente. Las duras palabras de Sasuke se habían hecho acreedoras de una fulminante mirada de hielo, y por un mísero segundo sintió miedo… remordimiento y miedo.

De toda la vida se había caracterizado por sus locuaces contestaciones, que le habían abierto más de una puerta en el mundo social. Sin embargo en ese preciso instante, dicha distinción le había pateado osadamente el culo dándole la espalda. Sabía demasiado bien que el camino que estaba tomando la charla no le haría ningún favor en el futuro, pero por alguna razón no podía cambiar su posición. Naruto frente a él se veía tan malditamente vulnerable a pesar de esa gélida careta que mostraba; sus labios y manos temblaban, trataba de disimularlo pero era bastante difícil. Sus ojos bañados en enojo brillaban, amenazantes.

—Y una mierda. Me largo –Naruto escupió con desprecio, viendo que no era merecedor siquiera, de una disculpa por compromiso.

Sasuke reaccionó únicamente cuando la puerta del estudio se cerró e instantes después se encontró yendo tras el rubio. Sin embargo algo le decía que éste había salido corriendo, pues para cuando estuvo en el pasillo ya no había rastro alguno, sólo un pedazo de plástico rojo y triangular le recibió en el piso.

—Maldición, Naruto…Los gritos eufóricos resonaban con énfasis a cada nota, la gente saltaba y gritaba extasiada siguiendo el pegajoso ritmo de la banda, la enorme multitud sustituía la letra de la canción con gran precisión y eso sólo motivaba más al grupo de cinco personas sobre el escenario, que obediente a las peticiones que exclamaban hacían sonar más fuerte y rápido sus instrumentos. Una última vibración de la guitarra eléctrica, la voz principal decayendo y la batería cesando su golpe, dieron final al concierto. El deslumbrado público se despidió de los chicos con un efusivo grito y vitoreas que les hicieron sonreír muy satisfechos con su esfuerzo dado. El vocalista saludó radiante y contento y desapareció tras bambalinas seguido de los demás.

Una mujer les esperaba allí con botellas de agua que ellos aceptaron gustosos.

—Eso ha salido genial muchachos, felicidades. Me han dicho que las entradas se vendieron con una rapidez increíble y aún así había tanta gente afuera del lugar esperando oírlos, que han hecho prácticamente otro estadio. Gracias a eso, de momento tienen un par de semanas para descansar como les prometí, son libres de hacer lo que quieran. Excepto tú, Kiba, no queremos más problemas con la ley.

—¡Oye! Ya aclaramos ese tema, ¡juro que no sabía que era una chica de compañía! Y aún así eso es injusto, Sai también tiene un legajo manchado.

—Pero lo mío es más discreto, yo no armé un escándalo en un bar por tener encima unas cervezas de más.

El castaño miró enojado al sonriente bajista, dispuesto a dejarle en claro un par de cosas.

—Ya basta, no me importa eso ahora, sólo ten más cuidado con qué clase de diversión tendrás, Kiba. No tengo ganas de hacerte una visita carcelaria, ¿de acuerdo?

Él respondió algo desganado y se tiró de lleno en el sofá que aguardaba ahí. No tenía ganas de escuchar sermones de Tsunade ahora, no era ningún crío para que le estén olfateando el rastro cada dos por tres, si decidía divertirse un poco más diferente que los demás era asunto suyo y de nadie más. Nunca escuchaba que le diera esas reprimendas a Sasuke, o a Naruto. Y ni hablar de Shikamaru, él era el 'niño bueno', jamás se metía en problemas. Moriría por ser mosca en la pared el día en que la rubia se enterara de las aventuras extraordinarias que el Uchiha había tenido. Pero claro, eso jamás pasaría, pues parecía que el señorito tenía una inmunidad que lo protegía.

—Tsunade-chan, ¿eso quiere decir que no tendremos que ocuparnos de los ensayos por un tiempo?

—No, me temo que aún en descanso no puedo permitir que descuiden eso. Lo siento. Pero serán mucho más cortos que los regulares. Y para evitar que ocurra lo de la vez pasada, esta vez los harán en el estudio donde yo pueda verlos. No hay objeciones con eso ¿verdad, Kiba?

Ella echó una furtiva mirada hasta el castaño que ahora refunfuñaba por la saña que le había tomado únicamente a él. Sólo porque había decidido hacerse una escapada no premeditada a la casa de su novia en las vacaciones anteriores y no hubiese avisado a nadie de ello, no significa que lo haría siempre. Esa mujer tenía que dejar de tenerle bajo la lupa todo el tiempo.

El celular de Tsunade sonó y ésta se apartó sosteniendo una charla que los chicos supusieron: era de trabajo. Sólo usaba determinadas palabras para el trabajo y ahora las acababa de usar a todas ellas. Sasuke suspiró pesado, Shikamaru murmuró un 'problemático' y Naruto… bueno, él no pareció pensar muy rápido.

Cuando al fin colgó la llamada se acercó hasta el grupo luciendo un tanto incómoda.

—Eh… chicos…

—Lo sabía, ¿ahora de qué se trata?

Sasuke fue el primero en atacar algo irritado. No era de extrañarse que su representante les concertara un trabajo sin consultarles, normalmente no objetaría mucho porque era algo que él disfrutaba hacer, además de que la paga era muy generosa, pero esta vez estaba realmente cansado y le había emocionado la idea de tomarse un tiempo.

—Deberías dejarme terminar de hablar, no es nada que corte su descanso, así que quita esa cara. Un cliente ha pedido contratarles para una fiesta privada, será dentro de dos meses, en Okinawa. Dijo que está dispuesto a pagar lo que fuese necesario, ¿qué dicen?

Los muchachos guardaron silencio un momento, la idea no les parecía mala, pero seguramente ahora en la cabeza de todos se presentaba el recuerdo de la última vez que asistieron a una 'fiesta privada'. No, no habían sido tratados de forma inadecuada ni descuidados en ningún momento, pero dos de ellos, más precisamente: Naruto y Sasuke, fueron víctimas del hombre que organizó el evento y uno de sus amigos. Mientras que el azabache fue confundido con una mujer, lo que fue un duro y bajo golpe a su moral y hombría, (detalle por el cual se cobraría venganza después), Naruto fue acosado sabiéndose un hombre, y si el rubio no contara con un gran conocimiento en las artes marciales gracias a su familia, aquella situación hubiese terminado muy mal.

—Yo creo que deberíamos hacerlo, ese tipo de festejos son más pequeños que un recital y me gusta no tener la presión de tanta gente sobre nosotros. Además, siempre hay alguna chica bonita que nos suele obsequiar algo-ttebayo.

El vocalista y más joven de la banda exclamó sonriente, entusiasmando a la mujer. Ella miró a los demás buscando su aprobación.

—Si él dice que está bien…

—¡Grandioso! Lo llamaré ahora mismo para darle las buenas noticias. El auto les espera afuera cuando gusten irse, muchas felicidades por el éxito de esta noche. Disfruten de su descanso –Con un suave ademán de manos, Tsunade se retiró del lugar sumiéndolo en el silencio.

Al cabo de un rato todos llegaron al acuerdo de ir a beber algo y después irse cada quien por su lado.

~O~O~O~O~O~O~

Para su pesar, el tiempo de relajación que les fue brindado había terminado con una velocidad atroz. Aquel era uno de los últimos ensayos que organizaban antes del gran evento el cual, indagando más por parte de su representante, se enteraron de que no era para nada más ni nada menos que la sobrina de un importante hombre en el negocio de la música, como regalo por su cumpleaños.

La vida de los ricos sí que era tan distinta… ¡contratar una banda sólo por un cumpleaños! De todas formas, ellos tenían plena confianza en su talento y habilidades, su grupo participó en eventos mucho más importantes que ese y salió victorioso a pesar de tener en carrera sólo un corto par de años, y cuando todo hubo empezado como un simple proyecto escolar, por lo que eso no les afectaba para nada.

—¡No, no! Deténganse un momento.

¿O tal vez sí?

—Naruto ¿qué pasa hoy contigo? Ya es la tercera vez que te equivocas, ¿sucede algo, te sientes mal? –Tsunade se acercó hasta él con algo de cansancio mientras el resto dejaba momentáneamente sus instrumentos de lado y le prestaban atención al chico.

—Lo siento, supongo que no es un buen día, no dormí muy bien y mi garganta duele un poco, también estoy algo mareado…

Mentiras. Esas no eran más que grandes mentiras, sin embargo no podía darse el lujo de decir el verdadero motivo de su desenfoque.

—¿Es así? –Suspiró resignada rascando su cabeza. —No podemos permitir que justo tú enfermes ahora, así que creo que será todo por hoy. La fiesta será en poco más de dos semanas, no se dejen estar. Por el momento sólo puedo decirte que descanses bien, Naruto, si pasa a mayores no dudes en avisarme y visitaremos a un médico.

Él asintió sintiéndose algo culpable por arrastrar con su capricho a los demás, pero Kiba le consoló rápidamente con un jocoso grito de alivio: él sí que no quería estar más tiempo ahí encerrado.

—Dejaré que se marchen y descansen todos, Sasuke te encargo especialmente el cuidado de Naruto, notifícame de inmediato si empeora.

—¿Y por qué se supone que debo hacer de su niñera?

Espetó luciendo aparentemente ofendido, el rubio por su parte bajó un poco su cabeza.

—Porque tengo entendido que viven en el mismo lugar y porque yo te lo ordeno, ¿tienes algún problema con eso? –Tsunade le echó una feroz mirada que lo enmudeció, él conocía muy bien la furia de esa mujer y no era nada recomendable provocarla, por lo que sólo chasqueó su lengua y desvió sus ojos. —Eso creí.

—Te tiene bien amaestrado eh, Sasuke —Resonó Kiba, jactándose entretenido.

—No tanto como tu novia a ti, pierde cuidado. No te quitaré el título de perro faldero.

El de melena alborotada gruñó fuerte y Shikamaru musitó veloz un quejido que sonó cómo un 'aquí vamos de nuevo'.

—¿Qué dijiste? Por lo menos yo tengo una novia de la cual presumir, ¿qué puedes decirme tú? Nunca te he visto siquiera en una relación estable.

—Mi vida personal no le incumbe a un idiota como tú, pero para que te quedes tranquilo te diré que el que no me hayas visto con una mujer, no significa que no la he tenido: y puedes apostar a que han sido más de las que tú jamás hayas podido hacer pasar por tu cama –Sonriendo con esa distinción tan suya, le dijo caldeando más el asunto.

Naruto quiso reír cínico ante ese comentario, oh sí: habían sido bastantes. Él podía dar fe de ello, pues todas y cada una de las féminas de las que Sasuke podía presumir habían tenido la modestia de hacérselo saber con sus sutiles y discretos gemidos de placer. Como la chica de turno anoche, que con gran gusto y halago resonó su aguda, chillona e insoportable voz por toda la maldita casa hasta altas horas de la madrugada. Ése, ése era realmente el motivo de su falta de concentración.

Maldito el día en que habían decidido vivir en la misma casa por comodidad de dinero, y maldito también el día en que su estúpida cabeza decidió por cuenta propia mirar a Sasuke con ojos que iban más allá del compañerismo y la amistad. ¿Por qué no pudo ser todo más sencillo, y tener él unos hermosos y grandes pechos y una vagina que complacieran al moreno? O, en su defecto, que él tuviese lindos y redondos senos; a Naruto no le hubiese molestado para nada que el bastardo fuese una chica, si hasta parecía a veces con esa piel tan delicada y pálida.

—¡Eres un…!

El duro golpe que los dos peleadores recibieron les hizo menguar su sed de violencia, uno de los dos (Entiéndase, Kiba) se hincó sobre sus pies sujetándose fuertemente la cabeza. Sasuke conservó más su orgullo y sólo acarició discretamente su dolor. Desde la lejanía Sai estaba más que entretenido con el asunto, así que se entristeció un poco cuando fue parado de abrupto.

—¡Estoy harta de ustedes y sus malditas discusiones! su vida sexual no concierne en nada aquí, así que les aconsejo que se guarden los detalles, a ninguno le interesa —Sentenció con fiereza en un rugido–. Les di el resto del día libre, así que úsenlo bien. Naruto, tú… ¿Naruto?

En medio del altercado el rubio había aprovechado para largarse sigilosamente, tanto así que ni sus cosas estaban ya en el lugar. Inuzuka lanzó algo así como que de seguro se fue porque ya no soportaba más a Sasuke, y Shikamaru, quien observaba en silencio, objetó que tal vez fuese por su culpa: no era nada agradable escucharle a cada rato pelear. Fuera cual fuese el motivo, ahora el de cabello bruno se hallaba observando con escrutinio la puerta por la que había desaparecido su compañero… y Sai, por supuesto, no dejó escapar ese detalle.

~O~O~O~O~O~O~

Cuando Sasuke llegó a su casa luego de una tarde lejos, desechó su mochila y fue directo hasta la cocina por una refrescante lata de cerveza, después se encaminó hacia la sala de estar donde se encontró con un Naruto viendo cómodamente la televisión, tendido sobre el largo sillón.

—No sabía que vendrías directo a casa ¿te sientes mejor?

—No necesito decirte todo lo que hago y vivo aquí por si lo olvidaste. Y sí, ya no me duele nada, gracias por preocuparte.

Sasuke le miró bastante encrespado por la forma de contestar.

—No me refería a eso, y podrías al menos molestarte en responder bien, no te he hecho nada.

—Oh, mi culpa. ¿Acaso herí tus sentimientos? No sabía que podías llegar a ser tan sensible –Con sus ojos azules estoicamente postrados en la película de mala muerte que pasaba por el televisor, Naruto habló sin alterar un decibel su voz ni su rostro impecable. Acción que sólo irritó más al otro.

—Eres realmente tan odioso cuando te lo propones, idiota.

Sasuke bebió un largo trago de su lata en un vago intento de calmar un poco las recientes ganas de buscar pelea. No era la primera vez que veía el lado apático del rubio, lo conocía hace tantos años después de todo, que no había casi ninguna faceta que no hubiese visto. Pero claramente eso no significaba que tendría que soportarlas ni mucho menos, él no era su madre, ni su niñera y si de mal genios se trataba: el suyo podría aplastarlo en una victoria contundente.

Naruto mantenía firmemente sus ojos azules en la pantalla, no quería mirarle. Se sentía estúpidamente enfadado por una, valga la redundancia, gran estupidez. Sí, la discusión con el baterista que había sacado a la luz temas poco agradables para él, le traía muy mal humor. ¿La razón? Creo que es bastante obvio, para empezar: tuvo que recordar en horario de trabajo situaciones de su tiempo personal, algo que prefería evitar siempre a toda costa. No bastando eso, tuvo que ser precisamente algo relacionado con la muy activa vida sexual de su amor imposible, con el cual convivía. Y para la cereza del postre: éste ni siquiera se había inmutado en recordarle qué tan grande era la lista de mujeres que conocieron su alcoba.

Eso le jodía terriblemente.

Porque cuando él solía traer féminas para una noche, procuraba hacer el menor ruido posible para no molestarle, incluso con su última novia mantenía un bajo perfil. Pero Sasuke jamás se tomaría aquella molestia, para él era mucho mejor hacerlas gritar como si un asesino les estuviese extirpando los miembros de a poco. Días de semana, días libres, vacaciones, antes de conciertos: nunca había un alto para sus egoístas necesidades.

Y tenía que acabarse.

Oyó vagamente algo sobre que una amiga suya vendría esa noche a quedarse, y sabía perfectamente a qué se refería. Ahora, no supo bien qué fue exactamente lo que salió atropellado de su boca a modo de respuesta, tal vez una broma… o un comentario pasajero, de lo que sí estaba seguro es que fuese lo que fuese: no le había sentado bien al Uchiha.

No se atrevió a mirarle, pero de haberlo hecho hubiese notado con qué rapidez él frunció su entrecejo en una fea mueca, atravesándolo con sus pupilas.

—¿Qué mierda es eso de que no te vas a ir esta vez? hasta donde yo recuerdo jamás te pedí que te fueras, que lo hicieras por tu cuenta no es asunto mío.

Oh, ahora sí que estaba molesto. Aquello fue todo lo que necesitó para dejar escapar un poco la frustración que venía cargando.

—¡Aún cuando no me lo pidieras no es como si pudiera hacerlo! ¡¿Quién querría quedarse para escuchar los molestos gritos y gemidos?! Esta es mi casa también ¿sabes? no estaría mal que tuvieras eso en cuenta la próxima vez que quieras follarte a alguna, o te buscas una calladita o aprendes a conformarte con tu mano, ¡imbécil! –Despotricó furioso lanzando el control remoto quién sabe dónde, dejando en un incómodo silencio al moreno que se quedó sin saber qué responder. Los zafiros enfrentaron envueltos en un brillo a los ónices, sorprendidos.

Tras un bufido y una suelta risita sardónica, Naruto se alejó del lugar y lo siguiente que Sasuke escuchó fue el ruido de la puerta siendo cerrada con estrépito.

Alguien podría, por favor, tener la amabilidad de explicarle ¡¿qué mierda acababa de suceder?!

Cuando Naruto se vio acostado lejos de su compañero, muy dentro suyo quiso creer que ese había sido el fin del inesperado roce. No obstante cuando la madera de su habitación crujió fuerte y rápida y Sasuke se apareció hecho una fiera postrándose firmemente al borde de su cama: supo que no lo era.

—¿Quién te crees que eres para hablarme así? como tú dijiste, esta también es mi casa y traeré todas las mujeres que yo quiera si así lo deseo ¿tienes algún problema con eso?

—Varios, de hecho —sostuvo impasible la enfurecida ojeada del otro–. Pero supongo que si eso es algo que necesitas tanto, lo más recomendable es que me vaya a vivir por mi cuenta y te deje tu precioso harem para ti solo ¿no crees?

Sasuke hundió más su ceño, llegando hasta tal punto en que su cara parecía tener una gran división en medio. No supo cómo ni por qué, pero lo siguiente que recordaría sería encontrarse sobre el rubio, aprisionando fuertemente sus muñecas para evitar que escapara y encerrando sus piernas entre las suyas propias. El ojiazul ahora le miraba expectante sin menguar ni un poco su firmeza.

—Bastardo, ¿qué mierda crees que estás haciendo?

—Nunca te he escuchado gemir alto, tal vez debería usarte a ti para que los ruidos ya no te molesten ¿no crees? si es un problema que traiga mujeres, te usaré en su lugar. No deberías tener inconvenientes con eso ¿o sí? –Bordó en su pálida cara una sonrisa altanera e insinuante, que erizó por completo al rubio.

—Quítate —Apenas fue audible su murmullo amenazante.

—¿Qué dices? tengo ganas ahora, así que ¿por qué no te quito la ropa y me calmo un poco? –Sin reparar en ningún momento las futuras repercusiones que, seguramente llegarían, plasmó su boca sobre la ajena en un tosco beso. Ignorando las réplicas, paseó su lengua con brutalidad obligándole a abrir su boca, y por sólo un segundo, creyó sentir que fue respondido.

Definitivamente, Uchiha Sasuke reconocía haberse propasado. Y bastante. Por eso fue que cuando Naruto le propinó tres buenos golpes que lo dejaron fuera de combate, no dijo ni una palabra para tratar de defenderse. Pero maldición que dolía, a veces olvidaba el importante título de cinturón negro que su amigo portaba. Limpió de la comisura de su boca un pequeño rastro de sangre, mientras todo se sumía en un perturbador silencio que él no se atrevía a romper. Podía oír sin problemas la agitada respiración de Naruto que cada vez se hacía más notoria y entrecortada, y sólo cuando aquel ritmo le preocupó un poco levantó su vista, topándola con lo que no esperaba.

Su pecho se oprimió dolorosamente, doliéndole incluso más que los recientes golpes. Su garganta se secó, paralizando su respiración, quiso hacerse invisible y desaparecer.

En sus veinticuatro años de edad, veintitrés conociendo a Naruto, contadas con los dedos de una mano eran las veces que lo había visto llorar de verdad. Y ninguna de ellas, cabe decir, fue provocada por él. Pero esta vez no había duda alguna de que obviamente, sí había sido su completa y total culpa.

El rubio contenía con gran dificultad unas lágrimas en sus ojos abiertos con desmesura, y por todos los medios se estaba conteniendo para no mostrarse débil frente a él. ¡No precisamente frente a él! Pero qué importaba ya, aunque Sasuke se fuera ahora dejándole solo, el daño ya estaba hecho. Las últimas frases dichas punzaban espeluznantemente en su cabeza, repitiéndose una y otra vez, grabándose en contra de sus deseos. La amistad que sostenían desde hace más de veinte años culminaba en eso: acababa de ser tachado como un juguete sexual.

No valía más que muchas de las mujeres que conocieron la cama del guitarrista en una burda fantasía disfrazada de amor y eso aunque no lo quisiera, le dolía como un enorme puñal. Pero él era un hombre y los hombres no pueden permitirse llorar por estupideces como esas, así que restregó con más fuerza de la necesaria sus ojos para borrar cualquier rastro de agua en ellos y poder hablar dignamente.

—Lárgate –el susurro mordaz rugió.

Sasuke no necesitó de más palabras para obedecer dejándole a solas. Naruto supuso que eso sería todo, que aquella sería sólo otra pelea más entre ellos y que se arreglarían de la noche a la mañana, como siempre. Pero el insistente dolor por las palabras soltadas sin premeditar, le decía que tal vez no era así. Y las gotas cristalinas que se precipitaban de sus ojos cielo le confirmaban que seguramente, así sería…

~O~O~O~O~O~O~

Las últimas notas de la canción se oyeron y el acompañamiento fue descendiendo su potencia, soltando una vibración lejana: el ensayo había terminado. Shikamaru y Kiba descansaron de sus instrumentos al instante, como si ya a esas altas horas de la noche les quemara la piel tocarlos.

—¡Eso ha salido estupendo chicos, han hecho un gran trabajo! es seguro de que van a arrasar en la fiesta, eso me pone muy contenta. En especial tú, Kiba, tocaste excelente hoy –Exclamó Tsunade radiante y feliz.

El chico no supo si tomarlo como un elogio o un insulto, ¡él siempre tocaba excelente! pero no teniendo más energías para empezar una disyuntiva, se limitó a soltar un simple 'gracias'.

—Oigan, ¿qué dicen de ir a tomar algo? mañana es día libre antes del gran día, podemos emborracharnos todo lo que queramos y además tengo unas bonitas chicas para divertirnos. ¿Se anotan?

El rubio miró discretamente por el rabillo del ojo hacia donde se encontraba Sasuke quien, con disimulo, venía prestando atención a la charla.

—Naruto, en especial te hablo a ti –sentenció acercándose–. Esta chica dice que le han llegado confiables rumores de que sueles cantarles a todas las bellas damas que te hacen compañía, una exclusiva canción que no ha salido en ningún álbum. Está bastante entusiasmada con la idea, ¿me harías ese honor? –Sai se sujetó confianzudamente el cuello del rubio, con una gran sonrisa que esperaba, sirviera para convencerle. Él soltó una risilla.

—Claro, invítame una ronda y me llevaré a esa chica lejos para que avances con su amiga, que de seguro es diez veces más linda pero que no quiere dejarla sola. Compromiso de mujeres ¿eh?

Sai rió tentado por la certeza de las palabras, qué bien se sentía tener un amigo dispuesto a hacer ese sacrificio por ti. ¡Esos eran los que valían de verdad! por su parte Sasuke desde su lugar se sintió bastante irritado de pronto, mas siguió en su tarea de acomodar sus cosas. Invitó también a los otros, pero el de media coleta se excusó diciendo que su novia, Temari, le esperaba en su casa. Uchiha también declinó con una excusa pobre que ni se molestó en esmerar, se entendía bien que el punto era que no quería ir. Kiba ya había avisado que saldría con su novia así que no podía prestarse esta vez.

Ya habían pasado dos semanas desde el incidente con Sasuke  y todavía no había cruzado palabra alguna con él. En la casa a penas se topaban entre ellos, sospechaba que no era el único que controlaba los horarios para evitar encontrarse. Todo se había vuelto horriblemente tenso. Lo único que podría considerarse como 'bueno', era que Sasuke no llevó ninguna mujer después de aquel día, aunque no sabía si agradecer el detalle o deprimirse pensando que quizás ahora las llevaba a citas lujosas que culminaban en un bonito hotel. De cualquier forma, sabía que incluso los chicos notaban que algo andaba mal. Siempre eran ellos los que andaban pegados uno al otro, peleándose y bromeando, y sin embargo a estas alturas no podían siquiera mantener una charla formal. Trataban de que eso no afectara en los ensayos, pero era imposible. La mayor parte del tiempo ambos tenían que permanecer muy juntos para coordinar la letra con el sonido, y ahora la simple idea de estar a menos de dos metros de distancia resultaba absurda.

Además, no sabía bien qué le impulsaba a pensarlo, pero podía jugarse la carrera a que Sai y Tsunade sabían con exactitud qué estaba pasando entre ellos.

—¿No vienes? –Cuestionó la mujer de ojos ámbar en el marco de la puerta cuando ya todos se hubiesen ido.

—No, me quedaré practicando un rato más. Me encargaré de cerrar todo, descuida.

Tsunade titubeó un momento, convenciéndose de si era conveniente saciar la duda que la carcomía por dentro. Finalmente, luego de un rato habló.

—Sasuke… ¿ha sucedido algo entre ustedes? –Él siguió tocando los acordes de la guitarra, sin mirarla. —Con Naruto, ya sabes.

—No sé a qué te refieres.

—No nací ayer, renacuajo –reprochó ciertamente ofendida por la obvia mentira–. Él es una persona muy obstinada, sabes perfectamente que no cederá primero si se trata de una pelea. Es importante que tengan una buena relación entre ustedes y…

—No es nada de qué preocuparse, tuvimos una pequeña discusión, eso fue todo –Uchiha miró firme a la mujer, tratando de que al menos ella sí creyera sus palabras–. Se le pasará en unos días, esto no va a afectarnos en el concierto, si es lo que te inquieta.

Tsunade suspiró lánguida, los chicos de hoy en día eran tan problemáticos. En sus tiempos todo era más sencillo, las diferencias se hablaban cara a cara y así de rápido se olvidaba. Pero qué se le iba a hacer, algunas veces era necesario dejarles golpearse de lleno contra la pared.

—Como digas, sólo procura no sobrecargarte demasiado –Ella le regaló una profunda mirada, y dándose media vuelta le dejó completamente a solas en la habitación.

Los largos dedos se movieron sobre las cuerdas, emitiendo en el abrumador silencio de la noche, una melodía apacible, lenta, capaz de calmar un corazón atormentado.

—Conque una exclusiva canción, ¿eh, Naruto?...

~O~O~O~O~O~O~

—Oye, Sai, ¿tú sabes qué ha pasado entre Naruto y el idiota Uchiha? –Inuzuka preguntaba susurrante, aprovechando que Naruto estaba alejado de ellos.

—Tengo una sospecha, pero nada seguro. ¿Por qué?

—Bueno… no es nada raro que se peleen, eso está claro, pero sea lo que sea parece que esta vez ha sido más grave ¿no lo crees tú también? El idiota hasta me da algo de miedo con esa cara espectral que se carga.

Sai llevó su dedo índice hasta su mentón en signo pensativo, sí, era claro que esta vez las cosas habían ido un poco más lejos de lo usual, pero él no podía simplemente ir y preguntar como si nada qué diablos había pasado. No era nada tonto, a costas de lo que pensaran sus compañeros muchas veces. Su sagacidad era intachable y de lo que sí estaba muy seguro era que el tema venía por el lado amoroso. Siempre había querido desenmascararlos a los dos de una buena vez, su maldita tensión sexual era frustrante a veces. Pero ¿cómo? necesitaba una buena estrategia para…

Un débil carraspeo, tímido y casi inaudible guió sus ojos hacia la hermosa mujer que ahora se posaba frente a él.

—¿Puedo ayudarte en algo? –Preguntó sonriente y con un tono apacible, que no la incomodara más de lo que ya parecía. Ella se puso muy nerviosa y apretando con fuerza su bolso marfil, titubeó una sarta de frases inentendibles.

—¿A-alguno de ustedes p-podría decirme dónde encontrar a U-Uchiha Sasuke-kun, por favor?

—Claro ¿cómo es tu nombre?

—¡A-ah! ¡Qué modales los míos, lo siento…! M-mi nombre es Hyuuga Hinata, encantada de conocerles –Ella se apresuró en una reverencia con su cara teñida de rojo. El castaño no se contuvo en soltar otro de sus despreocupados comentarios de inmediato.

—¡Pero qué monada! Si no tuviese una hermosa novia a mi lado, ¡puedes estarte segura de que estaría conquistándote en este momento, Hinata-chan!

La muchacha enrojeció como lava ante las joviales palabras de Kiba.

—¿H-Hinata-chan?

—Compórtate, perro en celo. Discúlpalo, es un poco tonto a veces, su novia no le atiende como debe–Kiba reprochó enseguida y ella agachó su cabeza muy avergonzada, alegando que no era ningún problema–. Mi nombre es Sai, a propósito, encantado de conocerte. Si buscas a Uchiha está en la sala de ensayo, creo. Si sigues derecho por aquí y doblas a la izquierda verás un ascensor, tienes que ir al tercer piso y al fondo a la derecha lo encontrarás. No hay forma de que te pierdas.

Envuelto en una sonrisa, recibió el agradecimiento de la chica, quien con paso veloz y algo torpe, se perdió por el largo pasillo repitiendo las indicaciones para no olvidarlas. En cualquier otra situación Sai jamás daría permiso para que una persona cualquiera se abriera paso por el estudio, nunca se sabe cuándo se trataba de un periodista mediático o un fanático obsesionado, sin embargo no sospechó de ninguna de estas cosas de parte de Hinata.

—Vaya que sí era bonita ¿no lo crees? ese bastardo tiene mujeres como esas detrás suyo, qué gran desperdicio, yo podría hacerla cien veces más feliz –Farfulló, no perdiendo oportunidad de expresar su disgusto.

—Ajá, sí… –Pero Sai no le escuchaba realmente, él estaba repensando el nombre en su cabeza con insistencia, ¿dónde lo había escuchado antes? Le sonaba mucho de verdad, Hinata… Hyuuga Hinata…

—Lamento la espera chicos, ¿quién era esa? –Llegando, Naruto preguntó intrigado. El de cabello negro sonrió enigmático sin responderle, pero Kiba le hizo los honores.

—Otra mujer del inútil, ¡vaya pérdida! ¿No piensas igual, Naruto?

—¿Qué? –El murmullo inaudito huyó sin darse cuenta.

¿Otra mujer de Sasuke? Eso no podía ser verdad, ¿ahora no sólo le bastaba en su casa sino que las llevaba al trabajo? ¡En qué mierda estaba pensando! incluso para él eso era llegar muy bajo. Con una repentina ira frunció su ceño y apretó su boca disgustado. No sabiendo a ciencia cierta si lo que le molestaba era la mujer en sí, o que la hubiese traído al único lugar que ambos compartían en privado, por así decirlo.

—Es ciertamente muy bonita, tal vez sea una novia secreta —Acotó Sai viendo como el cuerpo del rubio se tensaba de pronto.

¿Novia? No, él estaba segurísimo de que no lo era. Pero aquella incesante duda revoloteaba en su cabeza, martirizándole. ¿Y si eso era cierto? A lo mejor por ese motivo ya no llevaba a ninguna otra al departamento: porque tenía a una única y especial… no. No, eso era imposible. Era de Sasuke de quien estábamos hablando después de todo, él no puede tener una novia. No puede… ¿o sí?

—Como sea, no es asunto nuestro. Vámonos de una vez.

Sai sonrió para sus adentros disfrutando cual sádico la tortura ajena. Atrevido, se colgó divertido del Uzumaki.

—¿Qué te pasa, Naruto? ¿No me digas que estás celoso?

—¡Quién lo estaría, imbécil! Quítate, eres molesto –En un, quizás demasiado, brusco movimiento que delatara su estado, apartó el brazo de su amigo con rapidez.

—Ya, ya, pero qué humor. Sólo quiero asegurarme de que llevas tu dinero, no voy a pagar toda tu excesiva cuenta como la vez anterior. Así que sugiero que evitemos futuros problemas y revises tu mochila ahora.

—¡Eres un tacaño! Y encima de que te hago el favor de abrirte camino para que ligues a la bonita –reclamó, hurgando ofendido en su mochila–, claro que tengo, está aquí. Sólo… debo encontrarlo. ¡Maldición! estoy seguro de que la vi hace un momento.

—Qué mentiroso eres –Picó de nuevo Sai.

—¡Cállate! ¡Sí la traía conmigo!

—A lo mejor se te olvidó en el estudio, ve a fijarte. Te esperaré aquí, pero no te tardes demasiado –Golpeó la rubia melena reprendiéndola y segundos después y refunfuñando de mala gana, éste echó a correr hasta el estudio con el único deseo de no haber perdido la cartera… de nuevo.

Ya en una mejor privacidad, su sonrisa algo perversa y astuta se definió en la cara.

—Oye, Kiba, ¿tienes ganas de divertirte un poco? –Alentó haciendo bailar entre sus manos la dichosa billetera café de su amigo.

~O~O~O~O~O~O~

Mierda. Estaba completamente seguro de que sí había cogido el dinero: no podría haberse comprado el ramen de no haber sido así. ¡Dónde se había metido! todavía removiendo persistente la mano dentro de su mochila, un cordón se atascó entre sus dedos y en un mal giro, todas sus cosas se vieron volcadas en el suelo.

—Maldición…

¿Por qué tenía tantas cosas inútiles guardadas? Siempre pensaba en hacer una limpieza, pero jamás hallaba el momento adecuado; tal vez debería proponérselo con un poco más de ganas, sólo miren cuánta basura se encontraba regada en el piso.

Un pequeño objeto en particular llamó su atención distrayéndolo de todo lo demás. Triangular, roja, con un inconfundible diseño circular en el medio: la púa favorita del bastardo. Reflexionando un poco recordó que él se la había obsequiado como amuleto de la suerte, para el primer recital que dieron. La inevitable sonrisa que se plasmó en su cara le hizo pensar que era realmente patético. Desde los doce años Sasuke tenía aquella púa, fue su primera y jamás dejaba que nadie la tocase, ni siquiera su hermano. Pero a él se la había regalado. Aquel objeto común y fácilmente reemplazable que para cualquier persona no significaría nada, a Naruto le provocó un vuelco en el corazón. Nunca se separó de ese regalo ni por un día, era algo así como su posesión más preciada.

Ah… ¿a quién quería engañar? extrañaba demasiado a Sasuke. Tal vez era hora de que le perdonase, tampoco es como si hubiese sido la gran cosa, un beso entre amigos no es nada fuera de otro mundo. Incluso siendo dos hombres, quizás él reaccionó demasiado exagerado, conocía el carácter de Sasuke y no era nada fácil llevarlo. A lo mejor aquel había sido un mal día para él y sus palabras descuidadas fueron la chispa que encendió la hoguera. Al fin y cabo incluso podría decirse que se preocupó por su salud.

Ya no podía… no, ya no quería estar peleado con él, ¡era su mejor amigo y necesitaba reírse a su lado!

Cogió fuerte el pequeño objeto entre su palma, armándose de valor. Estaba ya ahí, frente a la puerta. Entraría con la excusa de buscar su billetera y de algún modo, resolvería las diferencias. Sí. Definitivamente eso haría. Su estómago se apretaba graciosamente, cosquilleándole y haciéndole temblar ligeramente su mano: estaba nervioso. ¡Mierda, se sentía una tonta chica enamorada!

Llevó su mano hasta la manija de la puerta firmemente dispuesto a entrar, sin embargo algo lo detuvo.

Una risa.

Y no cualquier risa: Era la risa de Sasuke.

¿Por qué estaba riéndose? vale, no es como si fuese una máquina incapaz de hacerlo, pero era algo muy curioso, él no solía reír casi nunca a menos que estuviese con amigos o personas de confianza. Entonces ¿por qué…?

No lo sé… ¿qué tal si alguien viene?

Relájate, ya te dije que se han ido todos, estamos solos.

P-pero…

Vamos, no sería la primera vez, Hinata, ¡apresúrate! que no tengo todo el día ¿o quieres que lo haga yo mismo?

¡N-no digas esas cosas!

Y ahí estaba de nuevo la risa. Mierda, le estaba exasperando de verdad que el bastardo se sintiese tan cómodo con otra persona. Seguramente la voz femenina fuese de aquella morena que había visto correr antes, la mujer de Sasuke. Un fuerte dolor le oprimió el pecho. Se oían bastante amistosos… ¿desde hace cuánto tiempo se conocían? No más que él, claramente. Entonces ¿de dónde venía tanta maldita confianza, eh?

El remolino en su estómago se acentuó, pero no eran nervios ahora, sino algo más feo e incómodo. Le dolía, sentía que el aire escapaba con prisa y su corazón latía mucho más rápido de lo que debería.

Se estaba enojando.

¿Ellos dos estarían… a punto de hacerlo ahí, en el lugar donde tenían que verse la cara todos los malditos días?

Una fuerte voz le decía que diera media vuelta y se alejara, haciendo de cuenta que eso jamás pasó. Pero otra más afanosa aún, le obligó a coger aire profundamente y a seguir su instinto aunque fuera por una vez. La escena que se encontró al ingresar no era muy lejana a lo que su cabeza imaginó. Ella, con su oscura falda, se hallaba parada en sostén frente a un Sasuke que tenía sus manos acomodadas en la estrecha cintura.

Hinata pegó un grito extremadamente agudo al verle entrar, cogió lo primero que tuvo al alcance para cubrir su desnudez mientras su pálida cara se pintaba de un escarlata alarmante. Naruto podría haber jurado que iba a desmayarse de un momento a otro.

Sasuke, por otro lado, le miraba algo sorprendido. No esperaba verle ahí, ciertamente.

—Naruto, ¿qué haces aquí? creí que ya se habían ido todos.

Uzumaki se quedó congelado en la puerta, sin moverse ni un ápice. Sus ojos de hielo intercambiaron miradas con los ébanos. Un par de minutos en silencio tras la frase de Sasuke. Hasta que un repentino valor, que bien pudo ser calificado como ira, frustración y dolor, incrustó las palabras nuevamente en la boca del rubio entre una risilla ácida y sarcástica.

—Eso te hubiese encantado ¿eh? –Escupió temblando– eres increíble. Puedo entenderlo en casa, pero ¿aquí? es nuestro lugar de trabajo, bastardo.

—¿Qué estás diciendo? —Sasuke se veía realmente estúpido. Su capacidad de razonamiento brilló por su ausencia, pues en ese momento se sentía realmente desprotegido de cualquier cosa que Naruto pudiera decirle.

—¿Traer una mujerzuela para follártela aquí? eso es bajo, incluso para alguien como tú –una dolida risa raspó su garganta–. Soy un idiota… creí que quizás lo sentías un poco, incluso pensé en disculparte y que todo vuelva a ser como antes. Pero veo que me equivoqué, Uchiha Sasuke nunca cambiará ¿eh? no te bastó con traer a toda mujer que encontrabas por la calle para burlarte de mí, recordándome lo imbécil que soy por sentir algo por un egoísta, estúpido y arrogante que no puede ver más allá de su nariz, sino que tenías que traer a tu novia –miró despectivo a la mujer que, retraída, se ocultaba lo más que podía tras el moreno–, que obviamente me supera en todo sentido, precisamente a este lugar para… —Su boca se secó de repente, le dolía pronunciar las siguientes palabras. Desvió su cara para evitar que Sasuke notara el repentino brillo aguado que inundó sus ojos.

Y él por otro lado no sabía qué mierda decir. Quedarnos en que el discurso que Naruto acababa de darle le dejó pasmado, era poco. Estaba realmente cansado y le costaba bastante entender coherentemente las cosas, pero hasta donde llegó a captar: Naruto le decía que era un infeliz ninfómano que le entraba a toda cosa que tuviese vagina y en cualquier lugar para mofarse de él y, ahora mismo, estaba por gozar de otra linda chica que, aparentemente, era su novia. No bastando sólo con eso, y quizás siendo una mala jugada de su extenuado cerebro, creyó entender que su mejor amigo acababa de hacerle una indirecta confesión de amor.

Pero eso sólo era posible en su imaginación. A lo mejor estaba soñando y toda aquella descabellada situación sólo era una treta de su mente, sí, lo más racional es que fuese así.

Y de todas las posibilidades elocuentes que tuvo disponibles para responder, él escogió la que con certeza, rozaba la peor de todas ellas.

—No sé qué clase de mierda melodramática se haya armado tu cerebro desnutrido, pero puedo decirte que no es para nada lo que estás pensando.

—Ah… y-yo lo s-siento… e-esto es mi culpa, Naruto-kun, él no…

—No te disculpes Hinata, no has hecho nada malo. Y no tengo por qué dar explicaciones de nada a alguien como él.

Hinata hundió su cara más entre su camisa, sintiéndose acuchillada por una mirada repentinamente. Las duras palabras de Sasuke se habían hecho acreedoras de una fulminante mirada de hielo, y por un mísero segundo sintió miedo… remordimiento y miedo.

De toda la vida se había caracterizado por sus locuaces contestaciones, que le habían abierto más de una puerta en el mundo social. Sin embargo en ese preciso instante, dicha distinción le había pateado osadamente el culo dándole la espalda. Sabía demasiado bien que el camino que estaba tomando la charla no le haría ningún favor en el futuro, pero por alguna razón no podía cambiar su posición. Naruto frente a él se veía tan malditamente vulnerable a pesar de esa gélida careta que mostraba; sus labios y manos temblaban, trataba de disimularlo pero era bastante difícil. Sus ojos bañados en enojo brillaban, amenazantes.

—Y una mierda. Me largo –Naruto escupió con desprecio, viendo que no era merecedor siquiera, de una disculpa por compromiso.

Sasuke reaccionó únicamente cuando la puerta del estudio se cerró e instantes después se encontró yendo tras el rubio. Sin embargo algo le decía que éste había salido corriendo, pues para cuando estuvo en el pasillo ya no había rastro alguno, sólo un pedazo de plástico rojo y triangular le recibió en el piso.

—Maldición, Naruto…

Notas finales:

¡Si has llegado hasta aquí, muchísimas gracias por tu apoyo! ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).