Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La banda por Henta_Hime

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!~ vale, quiero decir que he releído este capítulo muchas, muchísimas veces, y hay cosas que me gustan mucho y otras que no tanto. Seguramente haya alguna parte que se contradiga o quede algún tema pululando, de ser así os pido que me digáis cuáles son y lo aclararé de inmediato ^^ Muchísimas gracias a todos los que me han dejado un comentario, ¡fueron de mucha ayuda! no los respondí por falta de tiempo, pero lo haré (aunque sea tarde) en cuanto pueda ^^

Finalmente, las ideas que me han sugerido en los comentarios han sido con la temática de celos, así que el próximo fanfic que escriba será con esa temática y lo dedicaré a quienes votaron la idea ^^ 

¡Eso es todo! ¡¡Disfruten!!~ 

El cuarto tosido del rubio en lo que llevaba el minuto atrapó su preocupación momentánea. Le echó una sigilosa mirada, sin embargo él se hallaba riendo en una charla con Kiba y Sai, aunque aún así pudo notarle algo más pálido que de costumbre.

—Oye, unas lindas chicas nos invitaron a disfrutar de lo que queda de la fiesta ¿quieres ir a por unos tragos?

Sai, como de costumbre sonriente, preguntó. Sasuke plantó una rápida mirada en Naruto y prestó atención al ligero sobresalto de incomodidad que padeció ante su invitación.

Un molesto dolor le atravesó el pecho.

—No, gracias. Tengo algo que hacer ahora, los alcanzaré más tarde.

Cerró el estuche de su instrumento y lo acomodó junto a los demás en el rincón. Shikamaru en un intento de amabilidad volvió a insistirle una vez más, pero declinó con un poco más de molestia, para denotar que su respuesta era no.

— ¡Mierda, esta pelea suya es demasiado molesta, ¿sabían?! Digan lo que quieran sobre que no afecta a los demás, pero estar los cinco juntos se ha vuelto algo imposible gracias a ustedes. ¿Por qué no se arreglan de una jodida vez? Estar a su lado ya no es nada divertido, siempre con esa cara de mal trago.

Kiba escupió en un ataque de ira notando que claramente se debía a eso que Sasuke rechazaba, silenciando el lugar de pronto. Si bien Shikamaru y Sai pensaban exactamente igual, tenían algo de inteligencia y evitaban decirlo para darles tiempo a que se arreglasen por su cuenta. Pero la verdad era que sí resultaba excesivamente frustrante no poder actuar como un grupo de amigos normales, como antes.

Naruto escondiendo su cara de los ojos ajenos, esbozó una pequeña y sardónica sonrisita. A pesar de lo que muchos podrían pensar, él no era tan dulce e inocente, tenía una facilidad impecable para callar idiotas con pocas palabras, bien acertadas y disfrazadas con una ponzoñosa amabilidad. Y créanle cuando aseguraba que tenía más que ‘unas pocas’ palabras para hacerle tragar la lengua a Kiba.

A pesar de su fuerza para evitar una discusión, de sus labios huyó una única y demasiado sarcástica risilla.

—Lo siento, no sabía que te sentías así ¿todos ustedes piensan igual?–rió un poco flojo en un muy bien fingido papel de inocencia, apreciando el silencio incómodo en sus amigos. Bufó con resigne–. Acabo de recordar que tenía algo que hacer, adelántense ustedes.

Con su cara decorada de una sonrisa que ocultaba tras de sí un buen par de palabras venenosas, se fue de la habitación. Inuzuka sintió algo de remordimiento y preguntó si acaso había ido muy lejos. Ni Shikamaru ni Sai contestaron, pero una mirada desaprobatoria de su parte fue respuesta suficiente.

Sasuke hizo resaltar su presencia, golpeando bastante fuerte su bolso contra el suelo, llamando la atención de todos y con un peligrosamente calmo paso que dio tiempo para que la piel de Kiba se erizara, se acercó hasta él, arrastrando con sigilo sus palabras.

—Escucha atentamente, perrito: para la próxima vez que quieras abrir tu estúpido y torpe hocico en asuntos que no te conciernen en absoluto, deberías recordar que nosotros jamás nos quejamos por todas esas veces en que viniste peleado con tu noviecita y te rehusabas a los ensayos, poniendo esa cara de perro imbécil que tentaba a golpearte hasta el cansancio. Y déjame decirte que no fueron pocas, precisamente –él pegó su cara a centímetros de la del castaño–. Como vuelvas a acotar una simple palabra del tema, haré que te tragues hasta las ganas de volver a hablar. ¿Soy lo suficientemente claro?

Inuzuka tembló disimuladamente.

Uchiha Sasuke no se caracterizaba por ser una persona violenta, arisca quizás, pero no violenta. Sin embargo, cuando de verdad se enfadaba era algo de temer. Sus amenazas siempre bastaban para detener de antemano cualquier inconveniente: pues nadie quería atreverse a retarle a más. Y el único pobre iluso que osó hacerle frente, un tipejo corpulento que se rió ante la advertencia de alejarse de Naruto cuando ya su presencia se consideró acoso, fue el único motivo que bastó para que nadie más intentara hacerlo de nuevo.

Por eso fue que ante sus ácidas palabras, el chico de lengua floja enmudeció y asintió rápido con su cabeza, ciertamente asustado. Los otros dos sintieron el ambiente dañino también, por lo que procuraron no emitir tan siquiera un respiro hasta que Sasuke abandonó el lugar.

~O~O~O~O~O~O~

—Para ser el icónico y enérgico chico que tantas personas amaron e idolatraron tan efusivamente allá en el escenario, me pregunto qué pensarían si te viesen justo en este momento.

Naruto bebió de su copa sin detenerse en el comentario, su mirada exhausta y malhumorada todavía vagaba sin un punto fijo por entre el tumulto impresionante de gente en aquel lugar.

No estaba de ánimos. Ni un poco. A pesar de que el concierto había salido muchísimo mejor de lo que jamás hubiesen pensado, la gente les había tratado muy cálidamente y disfrutaron mucho arriba del escenario. Cuando apenas terminó el recital él sí que tenía ganas de festejar. La adrenalina corriendo por su sangre sólo le incitaba a divertirse, beber, conseguir alguna chica bonita y, con algo de suerte, estar con ella.

Pero el estúpido del perro tenía que haber dicho lo que dijo. ¿No podía mantener su maldita boca cerrada por un día más? ¡Claro que él sabía que era molesto! Pero no podía hacer nada por el momento, no era su culpa. Bueno… tal vez tuviese algo… bastante… de acuerdo, mucha culpa. Pero aún así no era completamente suya, el bastardo también debía hacerse cargo de sus acciones.

Si tan sólo optara por tragarse su inmenso orgullo por sólo veinte segundos y pedirle por lo menos una disculpa superficial, incluso eso solo bastaría para volver todo a la normalidad. Bueno… tal vez no completamente, pero al menos podría mirarle a la cara sin tener ese incontrolable deseo de hacerle tragar su guitarra.

— ¿Podrías ya quitar esa cara de disgusto? Es una fiesta, no un velorio. Parecías tan contento hace un rato, o sabes fingir demasiado bien y podría tacharte de sociópata, o ha pasado algo y me lo estás ocultando.

—No te estoy ocultando nada, y deja ya esa teoría del sociópata, te dije que sólo se llama ‘actuación de calidad’. Y no lo hago siempre… además.

La esbelta mujer suspiró ante la apatía del chico. Algo más molesta, se giró procurando que él lo notara y frunció su entrecejo lejos de la mirada zafiro. El rubio no hizo nada al principio, enfrascado en su disgusto. Pero conforme pasaban los minutos y su amiga no había emitido ni una descuidada onomatopeya, se resignó a cambiar su actitud.

—Oye, tampoco tienes que reaccionar así. Mira, ya estoy bien. Vamos, lo único que me hace falta es que tú también te enfades conmigo –reclamó indignado arrugando un poco su ceño.

—Así que sí ha pasado algo –suspicaz, ella sonrió un poco–. ¿Quieres contarme, o también tengo que hacer una rabieta para eso?

—Eres tan… manipuladora –ella agradeció halagada– no fue un cumplido.

Fue una enorme y agradable coincidencia enterarse que la homenajeada en aquella fiesta, no era nada más ni nada menos que su vieja amiga, ahora tendría alguien con quien hablar de sus problemas, al fin. Naruto inhaló una gran bocanada de aire y tomándose su tiempo, le explicó con lujo de detalles, su situación actual. Abarcando desde que su serie televisiva favorita había dejado de transmitirse, hasta el problema mayor que podría considerarse como Sasuke. O la novia  de Sasuke… Todo un enorme complot para destruir su felicidad cotidiana.

Pensó que quizás ella le daría palabras cálidas de aliento, una caricia tierna y reconfortante, o incluso un abrazo y le diría que también pensaba que Uchiha era un bastardo egoísta y sin escrúpulos.

Pero oh, qué lejos estuvo de la realidad.

Lo único que recibió a cambio de su entristecedor relato: fue un golpe que le sacudió las neuronas, seguido de un indignadísimo ‘idiota’.

—Cuando te vi por última vez sabía que tus capacidades motoras eran pobres, pero no sabía hasta qué punto. ¡En verdad que eres tonto!

Él se enojó por la respuesta y acariciándose con cariño la afectada parte de su cabeza, exigió saber qué quería decir con ello.

—Nos conocemos hace tantos años, ¡te conoces de toda la vida con él! no puedo creer que aún no seas capaz de notarlo. Pobre de Sasuke-kun.

— ¿Pobre de él? ¿Es que acaso no escuchaste lo que te dije? ¡Es un idiota, Sakura-chan!

—Claro que te oí, por eso lo digo –rezongó exasperada e hizo acopio de buena voluntad para responder decentemente.

Inhalo, uno, dos, tres…

—Naruto, si eres tan amable, voy a pedirte un favor. Trata de concentrarte en qué tipo de mujeres ha llevado Sasuke a su casa.

—Con piernas largas, pechos y una vagina. ¿Qué pregunta tonta es esa Sakura-chan? Son mujeres, como todas.

Inhalo… uno, dos, tres…

— Ya. Pero ¿cómo son físicamente? Su pelo, sus ojos…

Uzumaki titubeó, no sabiendo bien qué respuesta era la que ella estaba esperando. Reflexionó unos instantes tratando de focalizarse en alguna de todas las féminas. Las imágenes parecían borrosas, como si realmente nunca se hubiese parado a ver cómo eran ellas. Bueno, después de todo, ¿por qué miraría a las mujeres que la persona de la cual estaba enamorada se follaría después?

Ah… ¿Cómo eran? Bueno… es verdad que eran muy parecidas entre ellas, todas tenían algo similar, algo en común…

—Rubias de… ojos azules.

Touché.

Su corazón palpitó en un violento salto. Una gran coincidencia, pensó. Sí, seguramente todo aquello sólo había sido una peculiar casualidad…

—Exacto. ¿Es que todavía no lo ves, Naruto? –Sakura dio un pequeño sorbo a su copa de champagne, ondeando su largo y ondulado pelo, dándole algo de tiempo al chico. Mas cuando se mantuvo callado por un buen par de minutos, empezó a exasperarse.

Había salido con Naruto por un largo tiempo en el pasado, sin embargo las cosas no funcionaron del todo bien, y él le confesó, no sin cierta pena, que estaba enamorado de Sasuke. Ella tardó un poco en procesar correctamente la información, pero una vez que lo hizo se mostró muy comprensiva y entabló una fuerte amistad con él.

Para Sakura, en ese momento todos aquellos pequeños detalles que había notado y creyó, eran su imaginación, cobraron un nuevo sentido.

Como las veces en que creía que Sasuke la asesinaba dulce y placenteramente con sus ojos cuando visitaba a Naruto en la casa, o cuando aparecía de vez en cuando en el estudio, para esperarlo antes de una cita. Y fue cuando una pequeña incertidumbre se sembró en ella…

Comenzó a prestarle atención a aquellos mínimos gestos: En todas y cada una de sus peleas con Naruto, siempre sonreía aunque éste no lo notara; o esos sutiles cuidados que tenía sólo con el rubio, como esperarle a que terminara de recoger sus cosas al final de los ensayos para así no irse solo, o mirarle con discreción mientras cantaba.

Y lo supo entonces: que los sentimientos no sólo venían del lado de Naruto. Se alegró bastante al saberlo, pero no quería ser ella quien le dijese algo tan importante como eso. Siempre le alentó desde su lugar, dándole indirectas sobre el moreno y aconsejándole como hermana mayor. Pero el pobre Uzumaki era tan tonto que ni eso podía entender.

También sabía que ese chico raro, Sai, y la representante Tsunade, estaban enterados del asunto al igual que ella. ¿Qué cómo lo sabía? Bueno, esos dos no eran tan discretos como creían. Todavía no podía entender cómo justo ellos dos no lo habían notado ya.

Quería esperarle a que se diera cuenta por sí mismo, pero tal parecía que sólo conseguía perder el tiempo de esa forma. Tenía que encontrar una manera rápida de hacerle ver, pero ¿cómo…?

— ¡Sakura! Me has dejado hablando sola, te estuve buscando por todos lados. ¿Dónde te habías metido?-Una nueva mujer hizo acto de presencia, con su voz fuerte y clara resonando. –Más importante, ¿podrías fijarte cómo está? Desde hace rato ha estado muy inquieto…

—Lo siento, me encontré con un viejo amigo y vine a saludarlo –la pelirosada se excusó y de inmediato tanteó con sus manos el abultado vientre de su amiga, corroborando que todo estuviera en orden–. Parece que no hay nada malo, de seguro sólo está entusiasmado por la fiesta. ¿Está pateando?

— ¡Sí! –Rió enternecida abrazando su estómago– sólo le quedan unas pocas semanas, quizás quiera salir ya. Por cierto, ¿quién es ese amigo que fue tan importante como para dejarme parloteando con el aire?

— Ya te dije que lo siento–sonrió–, Ino, él es mi queridísimo amigo, Uzumaki Naruto.

El chico, que se había mantenido al margen en silencio, pareció reaccionar ante su mención y trastabillando un poco sus gestos, extendió su mano caballerosamente.

—Encantado de conocerla…

—Ino, Yamanaka Ino. Puedes llamarme por mi nombre.

La hermosa mujer se quedó mirándole fijamente, todavía con su mano sujetada un buen rato, incomodándole en demasía… finalmente carraspeó su garganta para llamarle la atención. Ella entendió y soltó apenada la mano, disculpándose.

—Oye, Sakura, ¿él es ese Naruto?

La de ojos esmeraldas miró desconcertada a su amiga, al igual que el susodicho. Pero entonces una maravillosa idea traspasó su cabeza. El corazón le latió emocionado y su sangre corrió más aprisa.

— Sí… ¡Sí! ¡él es ese Naruto!

La emoción indiscutible de su voz sólo sirvió para hacer un mar de incógnitas la dorada melena. ¿Por qué de pronto, se sentía parte de un juego desconocido para él? ¿Tal vez estuviese hablando de su fama como cantante?

— Este… ¿podría alguna de ustedes decirme qué está pasando aquí?

— Oh, ¡lo siento! Esto debe ser muy incómodo para ti, pero aunque no me recuerdes, nosotros ya nos hemos visto en otra ocasión anteriormente –Ino dijo, con una bonita sonrisa y su fresca voz.

— ¿Cómo dices?

— Naruto –Sakura, envuelta en un repentino éxtasis, movió a la embarazada posicionándola exactamente frente a él–, fíjate bien, ella fue una de las tantas mujeres de Sasuke-kun. ¿Notas alguna semejanza?

Él paseó algo atontado sus ojos por la chica, y veía claramente a qué semejanza hacía mención. Ella, como habían analizado instantes atrás, cumplía el patrón de mujeres del guitarrista: rubia de ojos azules. Pero pasando de eso, víctima de una cadena de análisis repentinos, Uzumaki Naruto reparó con más precisión con su cara ahora pálida, en un particular detalle en el cual posó firmemente sus zafiros.

—Tú… ¿te acostaste con Sasuke? –Un murmullo apenas audible, como si el aire en sus pulmones se hubiese esfumado de repente. Ella esbozó una sonrisa muy natural, como si hablar de ello no le provocara el más mínimo pudor.

—Sí, fue hace un tiempo –luciendo una encantadora sonrisa, acarició dulcemente su vientre–. Tú estabas en la casa aquel día, pero te encerraste en cuanto me viste llegar.

Naruto sintió su garganta resquebrajarse como arena en el desierto. Y pese a la sequía ardiente de su boca, su cuerpo sudaba frío, provocándole un siseo inevitable en las manos. El malestar que sentía desde el inicio del concierto se asentó en su cabeza, oprimiéndola con una insoportable vehemencia.

Esa no era la reacción que Sakura esperaba, precisamente. El rubio ahora cargaba con una cara ridículamente afectada y… ¿triste? Pero vamos, ¡que sólo era una de las tantas con las que Sasuke había estado! ¡Ni que eso fuese tan malo! ¿Por qué reaccionaba tan exagerado?

—Es… es de… ¿él?

Ambas mujeres miraron desconcertadas, e Ino fue la primera en reaccionar, apresurada.

— ¡Oh, por todos los cielos, no! Claro que no, este bebé no es suyo. No sería tan descuidada como para quedar embarazada tan joven, fui su novia hace… ¿seis años? tenía diecinueve para ese entonces, jamás lo hubiese permitido.

Las amables y tranquilizadoras palabras le devolvieron un poco el color a su piel, ahora sentía que podía respirar ciertamente mejor.

—Lo siento, no quise sonar inapropiado…

—Descuida, te entiendo. A mí también me pondría mal saber que otra mujer está esperando un hijo del hombre que amo.

Un nerviosismo ató su cuerpo y el abundante blanco que abrumaba su cara se transformó en fuego de un segundo a otro. Balbuceó palabras torpes y sin sentido buscando el apoyo de Sakura, que presintió, no encontraría: ella se veía realmente divertida con la situación.

— ¿P-por qué piensas eso?

— ¿Me equivoqué, acaso? –La pregunta sagaz no obtuvo otra respuesta que el resignado y muy avergonzado asentimiento de cabeza por parte del rubio–. No tiene nada de malo, es algo muy común en estos días, no tienes que apenarte de ello. Me pone muy feliz que al fin pudieran estar juntos.

El cantante no dejó pasar aquel comentario, y algo confuso preguntó a qué se refería con ‘al fin’.

—Verás, Naruto, esto es lo que quería decirte –murmuró suavecito y contenta Sakura–.Tenemos la fuerte sospecha de que Sasuke-kun también siente algo por ti.

— Qué… cómo… ¿por qué ustedes?...

Ino rió algo entretenida.

—Voy a confiarte un secreto muy grande, Naruto-kun, tienes que prometerme que lo guardarás bien ¿sí? –él asintió raudo y ella se apresuró en continuar–. Nosotros estuvimos juntos cerca de dos meses, sin embargo cuando teníamos relaciones, siempre le sentía algo distante y frío. Pensé en que tal vez estuviera cansado, pero justo cuando menos lo esperaba, él inconscientemente hizo algo que me develó a qué se debía su desapego.

— ¿Y qué fue eso? –la curiosidad le estaba matando por dentro, su cuerpo vibraba emocionado y ansioso de oír más.

Ella enterneció su mirada.

—Una persona que rondaba en su cabeza y era lo suficientemente fuerte como para fantasear con ella mientras estaba conmigo. “Naruto.”

—Puedes confiar en mí, no se lo diré al bastardo.

Una risita se soltó de los femeninos labios.

—No, ‘Naruto’. Eso fue. Tu nombre se escapó de su boca mientras lo hacíamos.

Uzumaki quedó oprimido por el silencio. Muchos pensamientos se abrieron paso en estampida, podía sentir el carmesí aflorando en su cara y ese ligero siseo más marcado en sus manos y piernas. Debía de verse muy patético, reaccionar cual colegiala adolescente por algo como eso…

— Naruto, ¿entiendes ahora? –La voz de Sakura le bajó de su ensimismamiento.

— Yo… no estoy muy seguro. Todo esto es muy raro, no sé bien qué debo pensar exactamente. Esa chica se veía tan unida a él…

La de pelo rosa estuvo a punto de golpearlo de vuelta para espabilar esas molesta conjeturas, pero vio que la confusión era genuina y sintió algo de compasión por él. Posó su mano en el hombro, brindándole una pequeña muestra de apoyo, sin embargo algo le llamó la atención y con cierto alarme llevó sus delgados dedos hasta su frente, ¡estaba ardiendo!

Por estar tan atenta a su espectáculo y su papel de celestina, no había reparado en el lastimero aspecto de su amigo.

— No puedo creer que no hayas dicho que te sentías tan mal, ¡y luego preguntas por qué me enojo! –acusó con cierta molestia incapaz de ocultarse–. Escúchame bien, quédate aquí, yo iré a por unas cosas y enseguida regreso por ti.

Él, quien hasta el momento se había quedado en silencio aceptando las palabras de la mujer, suspiró derrotado. No quería arruinarle su cumpleaños, ese fue el único motivo por el cual no le expresó su malestar, pero demonios que se sentía para morir. Y por sobre todo, ese costoso traje cortesía de Tsunade, no le ayudaba mucho a sobrellevar el desértico calor que sentía. Casi que le daban ganas de lanzarse a aquella piscina que estaba a sólo cortos pasos, gigante y con agua bien fresca, con ropa y todo…

Y por si eso fuera poco, se sentía tan flojo de cuerpo con la noticia de Sasuke, que aunado con su fiebre, prácticamente estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantenerse en pie. Pero parecía que eso no bastaba para complacer al dios de guardia, pues como si ya no tuviese suficiente dolor de cabeza, ahora se le aparecía el perro ruidoso hablándole con toda la felicidad del mundo.

— Oye, te estuve buscando un buen rato. Quería disculparme por lo que te dije allá, entiendo que es un tema entre ustedes y no debí haberme entrometido de esa forma. Lo siento.

— Sasuke te amenazó cuando me fui ¿eh?

— Creí que iba a aplastar mi cabeza con sus ojos…

Uzumaki rió divertido frente a la confesión, pero notoriamente cansino. Le expresó a Kiba que no había necesidad de disculparse y que estaban en buenos términos de todas formas. Porque aunque su comentario le haya molestado, era la verdad y tarde o temprano alguien iba a decir algo. De hecho, le llamaba la atención el que ni Sai ni Shikamaru hubiesen acotado algo ya.

—Por cierto, ahora que lo mencionas Sai también estaba buscándote. Dijo algo de unas chicas y tu parte del trato, no entendí muy bien. ¿Quieres ir a buscarle para divertirnos un rato?

Ah… ¿qué acababa de decir? Mierda, ya ni escuchar bien podía. Por si acaso, sonrió un poco y declinó con una paciente amabilidad. Él volvió a insistir con esa característica felicidad rebosante, cruzándole su brazo por el cuello y zarandeándole con esmero. La mirada zafiro se debilitó por el sacudón, logrando que todo el paisaje se volviese una horrenda mancha borrosa. Tratando de disimular se aferró con fuerza al brazo del castaño, pero si Dios quería jugarle una broma pesada aquel día, lo estaba haciendo de puta madre. Si se trató de una trastada, o si fue sólo la expresión de Inuzuka para demostrar que era más corto de neuronas que él, jamás lo sabría. Pero lo siguiente que llegó a atender fue los gritos de sorpresa de los invitados, y el más fuerte y alarmado creyó reconocer, de Sakura.

Segundos después un agradable frescor le abatía, pero su cabeza estaba girando mucho y esa fuerte presión no se lo hacía más fácil. Cielos, tenía mucho sueño… supongo que si cerraba los ojos un poquito para descansar no hacía daño a nadie ¿verdad? Ah… tampoco podía respirar. Pero estaba fresquito… y eso era demasiado bueno como para preocuparse por lo demás.

Porque después de todo, ya no escuchaba los gritos de nadie…

~O~O~O~O~O~O~

—Buen día, dormilón. ¿Cómo te sientes?

Uzumaki llevó su mirada somnolienta hacia su derecha, Sakura le veía desde una silla posicionada al lado de la gran cama en que estaba recostado.

— ¿Qué sucedió? Mi cabeza está matándome… –Llevando su mano hacia su frente destacó una bandita en su frente.

—Te caíste a la piscina anoche y golpeaste tu cabeza contra el borde, es normal que te duela –estrujó un pequeño trapo en agua fría y lo ubicó en su cabeza – esto te ayudará a bajar la fiebre por completo.

— Un  momento, ¿anoche? ¿qué hora es?

— Dormiste casi un día entero, teníamos miedo de que no fueras a despertarte, ese golpe fue realmente duro –Su expresión oscilaba entre el miedo y el alivio.

Ah… al final, por no querer decirle a Sakura que se sentía mal para no arruinar su fiesta, terminó arruinándola incluso más. Se sentía terriblemente culpable en ese momento. Pero más que eso, realmente sentía su cabeza atropellada por un camión de carga…

— ¿No piensas saludarnos a nosotros también?

La jocosa tonada de Sai le hizo virar hasta el otro lado de la habitación, Shikamaru estaba ahí también, se veían bastante cansados y dormidos, pero felices de verle despierto. Enseguida Sai se encargó de pegársele, con la excusa de que eso le ayudaría a mejorar. Nara sólo le expresó que estaba aliviado de que despertara y que enseguida le avisaría a Tsunade, ya que había dejado en claro que si no despertaba para hoy, lo llevarían a un hospital. Naruto sonrió ciertamente halagado de tener tan buenos amigos. A lo mejor habían pasado toda la noche ahí, preocupados por él. De pronto pareció reparar en la ausencia del Inuzuka así que preguntó por él, pero un incómodo silencio se abrió paso. Los dos morenos le esquivaron la mirada y cambiaron de tema, pretendiendo no haber oído su pregunta.

Una enorme incógnita se abrió paso en su cabeza ante esto, pero la falta de alguien más allí le importaba más. Una súbita amargura le golpeó, ahogando su garganta en una pesada sensación. Sakura pareció notarlo, pues amablemente pidió que vaciaran la habitación, ya que Naruto necesitaba descansar lo más posible. Sai y Nara se despidieron y obedecieron. Ya una vez a solas, ella se atrevió a hablar.

—Eres muy obvio, ¿sabías eso?

Naruto rió desganado, admitiendo su derrota.

—Es mi mejor amigo ¿sabes? Sai y Shikamaru estuvieron aquí conmigo toda la noche, él pudo…

— Lo siento, ¿de qué estás hablando?

La desconcertada pregunta le interrumpió.

—Se veían desvelados y cansados, así que supuse que…

—Naruto, eso se llama resaca –Sakura regañó cual madre explicándole a un niño–. Antes de que tú cayeras anoche, ellos habían estado festejando con todo el lujo de la palabra, esa cara agotada que les notaste es sólo la muestra de ello. Estuvieron aquí sólo cinco minutos antes de que despertaras.

Se sintió estúpido de pronto, él ahí, defendiéndoles a capa y espada como fieles amigos, mientras que ellos se dedicaban a defender la juerga y el alcohol. Malditos bastardos que le hacían creer cosas que no eran.

—Aún así, vinieron a verme. Podría apostar a que el bastardo ni siquiera asomó su cabeza por aquí. Con su enorme orgullo, seguro que ni se mosqueó por mí.

Sakura arrugó su entrecejo.

—Creo que para ser su mejor amigo no lo conoces tan bien, Naruto. Él estuvo aquí toda la noche, aún cuando le dije que era poco probable que despertaras de inmediato, él se negó a irse. Es más, fue él quien se lanzó a por ti en cuanto caíste al agua.

Uzumaki abrió los ojos tomado totalmente desprevenido, su corazón arremetió con ritmo alarmante, ¿era muy tonto por emocionarse por algo así? La escena después de que cayó quedó completamente borrada de su memoria, supuso que Kiba lo habría sacado, ya que estaba justo al lado suyo, pero que lo hubiese hecho Sasuke… cielos, sentía su cara ardiendo de pronto.

— ¿No te preguntas por qué no está aquí Kiba? Él se sentía realmente culpable por lo que pasó y en cuanto te trajimos aquí se acercó para ver cómo estabas, sin embargo, las cosas se caldearon un poco y… bueno, Sasuke-kun terminó golpeándole en cuanto le vio.

— ¿¡Sasuke lo golpeó!?

—Mientras le decía lo estúpido e inútil que era… sí. También le prohibió acercarse a ti mientras estabas aquí. Estaba realmente enojado, creo que no recuerdo haberlo visto así alguna vez.

Tendría que sentir algo de pena por Kiba, recibir la furia física de Uchiha Sasuke no era nada agradable, en absoluto. Y él podía hablar con derecho, pues había sufrido ese destino anteriores veces. Pero la verdad, era que no sentía ni un ápice de compasión. Y no porque no simpatizara con él, pero en esta situación en la que tenía que elegir entre la protección y preocupación de Sasuke, y la suya, la del moreno lo aplastaba cual insecto. Además, podría decirse que se sentía ciertamente bien con la paliza, a lo mejor y sí estaba un poco enojado por tirarle a la piscina…

—Naruto, sé que esto es difícil para ti, pero debes decirle a Sasuke-kun cómo te sientes. No puedes ocultarlo toda tu vida.

—Puedo hacerlo. Y deja de mirarme así, no soy un niño para que me tengan que alentar a decir nada.

Sakura frunció su ceño más que enojada. Sí, claro, no era un niño pero le gustaba mucho actuar como uno. Peleando por idioteces y dejándose de hablar, vaya hombre adulto. Dejando que todas sus clases de control de la ira se fueran bien por el caño, cogiendo el suficiente aire para evitar gritar más de lo que ya lo haría, habló.

—De acuerdo, ¿así es como quieres jugar? Vale. Escúchame bien, no te estoy obligando a nada ni lo haré, ya que según tú eres un hombre maduro. Pero no quiero ser yo quien cargue tus penas cada vez que él lleve a una mujer a su casa para follar. Si tú jamás le dirás lo que sientes, entonces no puedes esperar que actúe como si estuvieran saliendo Naruto, eso no tiene sentido.

Él la miraba con sus ojos muy extendidos por la sorpresa, su boca se secó de pronto y las palabras huyeron con la mejor de las cobardías. Sakura se levantó totalmente sublevada se su cómoda silla, mandándola un par de centímetros por detrás.

—La próxima vez no decidas llorarme cual mocoso adolescente porque le cantaste las mil y un penas y no fuiste lo suficientemente hombre como para enfrentarlo, porque no estaré ahí para escucharte Naruto. Esto lleva años igual y ya sobrepasé mi límite. O se lo dices de buena manera o me encargaré de patearte el culo tan fuerte que te acordarás de mí por el resto de tu vida.

Y el seguido estruendo de la puerta finalizando su discurso, fue el broche de oro para sellar la incrédula expresión que se cargaba el rubio. Mierda… sí que la había hecho enojar esta vez. Jamás le había hablado así, ni siquiera cuando estaban saliendo y tenían una fuerte pelea. Parpadeó tratando de asimilar por completo la situación, sentía una horrenda culpa ahora mismo y el pecho le dolía. Ah, ¡Sasuke era un jodido imbécil! Todo era por su maldita culpa, si el muy bastardo hubiese tenido la decencia de ser un hombre promedio, con un número promedio de mujeres en su lista sexual, para tener el espacio de especular la posibilidad de una relación homosexual, ¡pero no! Tenía que ser amante de las vaginas. Maldito idiota.

¡A él también le gustaban las mujeres! Pero joder, que no era para andar recordándoselo cada segundo de cada día. Plantó su mirada en el vasto techo de color crema, como si eso fuera lo que necesitaba para aclarar su desastrosa cabeza que estaba hecha un lío. Segundos, minutos, no lo sabía con certeza. El cómo de la decisión que finalmente resolvió, tampoco lo sabría responder.

Pero era lo más atinado. La mejor solución era definitivamente no decírselo jamás. Olvidarse de todo y conformarse únicamente con la gran amistad que compartían. Sí… eso era lo mejor.

Sonrió con su boca tensada en una finísima y derrotada línea. Casi quince años le tomó llegar a aquella decisión, y aunque quisiera creerlo con todas sus fuerzas, no se acercaba siquiera a lo que él en verdad deseaba.

Un débil, pero candente insulto, dirigido especial y únicamente a Sasuke, se encontró huyendo de sus labios. Su condenada garganta picaba y su cabeza le dolía mil y un demonios. Cielos, pensar en Sasuke cuando se tiene una concusión no es una buena idea.

— ¿Qué fue lo que hice ahora para recibir aquel halago, que a mi madre no le haría ninguna gracia, si se puede saber?

Pegó un respingo que casi le hace saltar de la cama. ¡De dónde mierda había salido! Su pecho sobresaltado por el susto sólo provocó la sonrisa atisbada en la pálida cara del moreno. Ah… se sentía bien verlo sonreír de nuevo, tanto así que sólo pudo reflejar su gesto.

— ¿Qué haces aquí?

—Aquí estuve todo el tiempo.

La comodidad inicial pareció esfumarse con una velocidad impactante, siendo sustituida por la reciente y acogida tensión de hace semanas. Ambos se quedaron en silencio, Sasuke allí parado con su largo cabello goteando pequeñas gotas, y su blanca camisa mal cerrada. Naruto no había oído siquiera el ruido de la ducha encendida. Mordió su labio para no ser él quien –como siempre – rompiera el silencio, y llevó una mano hasta la herida en su cabeza que empezaba a hacerse sentir de pronto.

— ¿Te duele?

Naruto miró sin entender y luego recayó en que se refería a su golpe.

—Sólo un poco.

—Ven, déjame echarle un vistazo –Y antes de que pudiera replicar nada, Sasuke ya estaba sentado en el borde de la cama, a centímetros suyo y con su mano extendida sobre la bandita en su frente.

Sin pensar mucho en sus acciones, apartó su mano con un brusco golpe que desconcertó a Sasuke. Enseguida hundió su ceño, pero él no pensaba ser de niña indefensa, así que inflando su pecho le devolvió la mirada impasible.

Minutos eternos en los que ninguno dio indicio de flaquear, fueron rotos con el amplio suspiro cargado de total frustración por parte de Sasuke. Éste se removió el pelo enmarañándolo más de lo normal y fulminó a Naruto con sus ojos.

—A veces me pregunto por qué la gente cree que sólo yo tengo un carácter de mierda. Me gustaría que pudieran ver lo increíblemente desesperante que puedes llegar a ser, ¿qué es lo que quieres que haga, Naruto?

Su voz era un susurro, un susurro que heló la sangre del menor. No se oía enojado, ni reprochaba nada… estaba bañado en un sentimiento que no pudo identificar del todo, resignación, culpa, desesperación, tal vez…

Sintió toda aquella determinación sobre olvidar sus sentimientos patearle la cara y gritarle que era el momento único que tanto había estado esperando. Pero no sabía qué decir, ni cómo empezar, aquel Sasuke sumiso le ablandaba por completo y no se sentía capaz de expresarle todos y cada uno de los extensos insultos que tenía pensado para él.

—No lleves más… mujeres a casa… –La frase salió susurrante, dubitativa y totalmente desprevenida hasta para el mismo Naruto, quien se pateó la cara mentalmente luego de caer en lo que había dicho. Los ojos carbón le escudriñaban y sabía que no podría mantenerle la mirada con la misma firmeza mucho tiempo más.

—De acuerdo.

¿Eh?

— ¿Cómo dices?

—Dije que está bien. No lo haré, no llevaré a nadie más…

Uchiha seguía mirándole inalterable, esperando por su respuesta. Vaya… tan fácil como eso… tan fácil como sólo pedírselo. Cielo santo, si alguien le hubiese dicho que era tan sencillo lo hubiese hecho hace mucho tiempo. Tentando su suerte, siguió hablando casi ajeno a su razón.

—No puedes llevarlas al estudio tampoco… 

Los ojos ciertamente asombrados le miraron, quebrando por fin su fortaleza. Sintió un tenue rojo abordar sus mejillas, pero no rompió la intensidad del contacto visual. Ello le permitió ver en primerísimo plano la sonrisa plagada de cierta burla del otro. Se sintió tonto de repente, hablando como todo un niño en plena rabieta.

—Muy bien. No las llevaré al estudio tampoco.

—En especial a esa de la última vez…

Sasuke abrió sus ojos deleitándose con el hermoso berrinche que Naruto le estaba haciendo. Sonrió con todo el placer, y degustando las palabras en su boca antes de pronunciarlas, dijo.

—Eso sería terrible, y ella que estaba tan contenta de volver a verte. Se sentiría muy mal si supiera que ahora no quieres saber nada con ella.

— ¿Qué quieres decir con eso? –el desconcierto de su voz lo delató por completo, profundizando la mueca de Sasuke. Se tomó su tiempo para responder, dejando que la impaciencia del rubio le regalara otro encantador insulto a su persona.

No entendía cómo, pero de pronto toda la incomodidad y frialdad que se emanaban desde hace días, pareció quedar en el olvido sin siquiera percatarse de ello. Ahora entablaban una extraña y común charla…

— ¿En verdad no la recuerdas? –La mirada ceñuda respondió por sí sola, así que tomándose el gusto, continuó –Hyuuga Hinata.

¿Hyuuga Hinata?

Tras unos segundos con su mente en blanco, un agudo chillido de sorpresa le picó en la garganta haciendo reír vagamente a Sasuke. ¡Hyuuga Hinata! Ella era sólo un pequeño cuerpo envuelto en pantaloncillos, camisetas y chaquetas la última vez que supo de ella, además su pelo era demasiado corto… él había creído toda su vida que Hyuuga Hinata era en realidad un niño.

—Ella tiene pechos, y largo cabello, usa faldas… siempre creí que Hinata era el nombre de un niño.

La limpia carcajada de Uchiha le descolocó por completo, pero sonrió también. Ah, qué bonita era la risa del bastardo, de verdad había extrañado poder hablar así con él. Cuando la carcajada cesó, Naruto apreció no sin cierto embriague, el pálido tono rojizo que las mejillas de Sasuke habían adquirido. Cristo, Sasuke estaba sonrojado… ¡Uchiha Sasuke estaba sonrojado! Además, aquella sonrisa tan fresca y boba que le hacía recordar a los mejores días de su niñez… ah… estúpido Sasuke y su perfecta perfección que le hacían sentir extraño y agitaba su pulso a ritmos preocupantes.

—No puedo creer que haya insinuado que Hinata-chan era una zorra promiscua y barata. Idiota, ¿por qué mierda no me dijiste que era ella? No, lo que es más, ¿por qué estaba semidesnuda frente a ti? Es mucho más bizarro siendo precisamente ella…

—La agencia de modelaje en la que trabaja recibió nuevas modelos esta temporada, y son bastante… estilizadas, para su edad. Ella siempre ha sido muy insegura con su cuerpo, irónicamente, y sólo quiso venir a mostrarme cómo estaba llevando su nueva dieta. Le había ofrecido venir a casa, pero alguien realizó una escena melodramática y no pude hacerlo.

Su sonrisa burlona sólo sirvió para ahondar la pena que sentía Naruto en ese momento. Si hubiese sabido que era Hinata-chan quien venía, si sólo hubiese empezado por ahí, estaba totalmente seguro de que todo aquel enorme problema se pudo haber evitado. Bueno… al menos gran parte de él. Con disimulo llevó el rabillo de sus ojos hasta Sasuke, degustando todavía aquel increíblemente tentador rojo pintando su palidez.

— ¿Por qué?

— ¿Eh?

— ¿Por qué no quieres que lleve más mujeres?

La mirada descuidada y suave que hasta hace sólo segundos cargaba Sasuke se esfumó y fue reemplazada por una mucho más seria, penetrante. No pudo evitar sonrojarse ante ella, mierda… se había expuesto sin darse cuenta.

—Porque ellas se parecen a mí y eso es… raro.

Vale, no era el mejor argumentador que existiera, y muchas veces sus comentarios, como ahora, eran dichos por descuido. Pero de todos los comentarios descuidados que pudo haber soltado en aquel momento, con seguridad había dicho el mejor de ellos, sin dudas. La reacción fue inmediata, su tersa piel nívea, quien primero abandonó todo color, se manchó de escarlata al darse cuenta de las palabras. Como si hubiese hecho alguna travesura de crío, él cubrió su boca con su sus dedos índice y pulgar, mientras esquivaba sus ojos azules.

Oh Dios…

—Te… ¿te diste cuenta de eso? Mierda, esto es ciertamente incómodo…

¡Oh Dios!...

Su pecho dio un vuelo dentro de él, las manos sudaban frío y su boca entreabierta boqueaba cual pez fuera del agua. El vago pensamiento de Ino confesándole aquella anécdota de su intimidad le golpeó la cabeza, avivando sin dudas el latir de su corazón.

Tan ensimismado estaba que no se percató cuándo Sasuke había acortado la distancia entre ambos, quedando ahora a demasiados cortos centímetros de su cara. Podía sentir su respiración, de hecho, ambas respiraciones se confundían en una misma, provocando una sensación de sofoque que resultaba gratamente excitante.

Uchiha tenía su mirada brillante posada en él, con una muda petición en ella. Le estaba pidiendo permiso… con su tenue y tentador sonrojo y sus labios divididos. El golpe en su cabeza se acentuó, oprimiendo con vil fuerza, sintió un mareo que dio vueltas todo el lugar, pero quiso ignorarlo. No podía rechazar aquel momento por nada del mundo. Con cierto temor, alzó su mano hasta posarla en la mejilla izquierda de Sasuke.

Y eso fue todo lo que hizo falta.

Una centésima de segundo después, su boca se encontraba devorando el delicioso y adictivo sabor de los labios ajenos. Un contacto que estaba lejos, muy lejos de ser tierno, pero que aún entre los movimientos frenéticos de sus lenguas, derrochaba cierta dulzura. Las manos Uchiha se afirmaron hasta las marcadas mejillas para ahondar todavía más el beso. Mientras tanto Naruto se hallaba felizmente enredado en las suaves hebras brunas que permanecían todavía escurriendo agua por sus puntas.

Ambos sintieron ese cosquilleo e intenso calor punzando en sus vientres, pero se separaron a regañadientes para buscar un poco de aire. Se miraron un largo rato, tratando en vano de normalizar sus respiraciones ansiosas, con una sonrisa entre lujuriosa, contenta y más lujuriosa.

Sin darse más tiempo para nada, con cuidado Sasuke se acomodó sobre Naruto, aprisionándolo bajo las sábanas. Otro beso todavía más intenso unió sus vacías bocas, aunando cada vez más el cosquilleo en su bajo vientre. Naruto deslizó la mal abrochada camisa por sobre los hombros, dejándola descuidadamente por algún lugar de la cama, el moreno deslizó sus manos por el pecho del rubio, reconociendo aquel ansiado terreno bajo su piel.

Ambos sabían qué pasaría a continuación, y ninguno quería dar algún indicio de detenerse. Con un deseo obnubilado en sus ojos, Sasuke lamió el lóbulo de su oreja, deleitándose con el pequeño gemido ahogado que huyó tembloroso de su boca.

—Sasuke… yo…

— ¡Que le den! No lo he visto cerca de aquí y nunca sabrá que…

Ah.

Kiba se mantuvo petrificado en el marco de la puerta, sus ojos fijamente posados en el orgásmico estado en que Naruto se hallaba, la falta de ropa en ambos, pero sobre todo… en la horrible y dolorosa puñalada de muerte que estaba recibiendo por los ojos ónice que ahora chispeaban un amenazante fulgor.

El tiempo se detuvo. Inuzuka palideciendo, mientras su vida era succionada por unos ojos oscuros. Naruto quería volverse avestruz y hundir su cabeza en la tierra, pero sólo pudo quedarse en la misma posición que poco le defendía para salvar su integridad. Tras el castaño, Shikamaru, Sai y Sakura, desorbitaban sus ojos para captar la mayor cantidad de imágenes posibles. Y el flash de la cámara del celular del sonrisa eterna, rompió el encanto de silencio.

Sí… esto se pondría realmente feo.

¿Fin?

Notas finales:

He de aclarar, que el final no me convenció. En absoluto, pero tenía que cortarlo de alguna manera. Si habéis prestado atención, notaréis que hay algunas cosillas que no se han terminado de definir, y eso es porque me dejé llevar en algunas cosas y no pude incluirlo todo en este capítulo, porque no me cerraba del todo bien. Así que a pesar de que dije que sería un Two-Shot, haré un pequeño extra en el que concluyan algunas cosas pendientes C: 

Espero que os haya gustado, y nuevamente, ¡Muchas gracias por vuestro apoyo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).