Llevaban ya mucho tiempo juntos, para ser concretos ya eran dos años y a pesar de que al principio pudieron odiarse más que cualquier cosa en el mundo las cosas se fueron dando hasta que terminaron juntos, desearon negarlo, pero era inevitable, dos años habían pasado de eso, dos años en que se fueron comprendiendo hasta estar por completo unidos.
Pero como todo el tiempo les estaba alcanzando, sumergiéndolos en la rutina que se volvía el día a día, cada uno en su trabajo, apenas llegando para cenar o incluso ni eso, solo a dormir, parecía que se habían vuelto solo compañeros de sueño y eso les iba desgastando poco a poco.
Era el mes de febrero, se sentía el viento algo helado esa mañana, estaban en la víspera del día de los enamorados, pero ninguno había comentado nada, parecía que lo habían olvidado o ignorado simplemente pues la rutina seguía tan igual como siempre. Esa noche llegó tarde, estaba todo oscuro, raro realmente, caminó en busca de su amado marimo como así se había acostumbrado a decirle, era su amado, aún lo era aunque no lo dijese. Avanzó por el largo pasillo, se observaba una ligera luz, casi mágica, con curiosidad abrió la puerta sorprendiéndose al ver que todo el lugar estaba iluminado con velas, el olor dulce de la vainilla y algo de canela inundaba cada parte de su ser mas no había nadie más ahí, solo él, se adentró poco a poco cuando sintió como los fuertes brazos de su pareja rodeaban su cintura, repartiendo cálidos besos por su cuello, sonrió inevitablemente al sentirle, ¿hacía cuanto no sonreía? Sin duda lo había olvidado.
-Si que me ha sorprendido esto… -Susurraba suave sin querer romper aquel mágico momento.
-¿Creíste que lo olvidaría ero-Cook? –Sus besos seguían en ese cuello, tan níveo y bello, la piel tan suave que cualquiera hubiese deseado tocar. El rubio se dio vuelta quedando frente a Zoro, le observaba detenidamente, como le seguía gustando, unió sus labios a los de él en un suave beso que pronto se fue intensificando poco a poco, avanzando lento hacía la cama la cual les estaba esperando hacía tiempo, la intimidad era poca esos últimos meses y poder tener un tiempo así era algo que agradecer, algo para no olvidar lo que sentía el uno por el otro.
Una a una las prendas fueron retiradas quedando completamente desnudos, sus pieles chocaban, calientes por el deseo, no dejaban de besarse, de acariciarse suavemente, recorriendo por completo la anatomía del otro, memorizándola con sus dedos, de un momento a otro el peli verde fue bajando repartiendo besos por su cuerpo, marcando su cuerpo hasta llegar a su miembro el cual besaba y lamía con devoción arrancando suaves suspiros y gemidos por parte del rubio.
-Mmgh… Marimo… Ha-hace mucho que no lo hacías… -Se estremecía sintiendo aquello, aferrándose de las sábanas, arqueando un poco su espalda dejándose llevar por aquel placer que le otorgaba su pareja, pronto sintió como acariciaba su entrada, suave, raro en él pero le gustaba, el cómo metía lentamente sus dedos moviéndolos, enloqueciéndole completamente, los gemidos iban en aumento invadiendo por completo la habitación mientras ambos se dejaban llevar por el placer.
Se acomodó cuidando no dejar caer su peso sobre su pareja, entrando en él, dejándose invadir por aquella dulce cavidad que le atrapaba para después empezar un suave vaivén mientras robaba a sus labios un beso demandante, fiero, apasionado en todo sentido, sus manos acariciando sus pezones bajando un poco mas hasta acariciar su miembro al mismo ritmo de las embestidas, toda una danza al placer.
Pasaron la noche entera así, ninguno deseaba parar, corriéndose una y otra vez, llenándose de su esencia, volviéndose uno como la primera vez que lo hicieron.
Terminaron completamente exhaustos, uno al lado del otro, besándose todavía, intentando calmar sus respiraciones.
-Te amo mi ero-Cook… -Acariciaba suave su espalda mientras decía aquellas palabras que hacía mucho no salían de su boca.
-Yo te amo a ti, mi marimo pervertido –Sonreía dulce dejándose hacer, realmente estaba más enamorado que nunca.
“Mil noches han pasado, las mismas mil noches que nos hemos amado, a pesar de la distancia que podamos tener, esas mil noches no podrían desaparecer.”
Ambos se quedaron dormidos, juntos como debían estar mientras a lo lejos los primeros rayos del 14 de Febrero empezaban a brillar.
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