Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cómo morder un cuello por Risu

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola, si están aquí es porque mi resumen les ha llamado la atención, o quieren quejarse. Una de dos.

 

En fin, aquí estoy yo, sí, Risu (nunca me acostumbraré a decirme así), con una nueva idea ¿original?, para nada, los vampiros están más usados que papel higiénico reciclado.

 

Sara: ¡Qué ordinaria! ¬¬'

 

Desde ya me disculpo de este one-shot, tal vez les parezca algo simple, y debo admitir que lo es; fue creado cuando tenía 12 añazos, y mi léxico era peor que ahora.

 

Se deberan preguntar, por qué lo publico, pues... hoy día mis vacaciones se  terminaron, así que no publicaré por mucho tiempo, ya que mi horario estará ocupadísimo y la computadora será usada muy pocas horas... ¡a la semana!

 

En fin, no alargo más, así que espero que lo disfruten.

 

P.D: Los personajes son de Masashi Kishimoto.

Notas del capitulo:

No tengo nada que decir, más que... ¡disfruten su lectura!

 

Ah, sí, me olvidaba... He intentado escribirlo en presente, pero al comienzo está en pasado; es un pequeño fanfic tipo práctica, me aconsejaron escribir en presente y traté de hacerlo. No duden en quejarse, los comprendería. Aunque claro, tomen en consideración que soy pricipiante y soy humano.

 

Sara: No sabía eso ¬¬'

 

Ahora sí, no interrumpo más.

 

 

 

Mi nombre es Sasuke Uchiha, una persona normal, trece años de edad, de piel nívea, con cabello y ojos negros como la misma noche. Como dije, alguien normal, un simple y normal… vampiro. Sí, un vampiro, con colmillos, con una agilidad sorprendente, con una fuerza, olfato y oído sobrehumanos, me alimento de sangre como un simple vampiro, de sangre embotellada. Lo dije y ya no hay vuelta atrás, soy un simple vampiro que se alimenta de sangre en botella.

 

Antes de juzgarme, debo decir que mi hermosa madre de nombre Mikoto es la culpable de esto; siempre que yo quería salir a cazar con mi padre y mi hermano, ella decía que era muy temprano para mi ir por mi propia presa, les pedía —me corrijo—les obligaba a traer en una botella la sangre  para mí. Hasta ahora con mis trece años bien cumplidos, no he cazado ni matado en mi vida.

 

Pero ese no es el mayor problema, sino que, cuando al fin ella aceptó que ya era lo suficientemente grande como para ir por mi propia comida, no supe cómo morder el cuello de mi presa. Al parecer mis instintos vampíricos se habían dormido por la falta de uso que ejerzo en ellos.

 

Mi amargado padre no sabía qué hacer, que su hijo no sepa morder cuellos, era como que… ¡qué su hijo no sepa morder cuellos! Daré un dato que debería ser cultura general: los vampiros no tenemos clases para morder cuellos, pues es básico para ser vampiro o, simplemente, mueres. Bueno, obviamente, yo era la única excepción, gracias al apoyo de mi familia consentidora.

 

Por miedo al qué dirán los demás vampiros, o tal vez por cómo vaya a sobrevivir en el futuro, mi progenitor intentó enseñarme con unas mímicas muy cómicas cómo morder en el aire, pero paró de hacerlas cuando me vio tomando algo en un vaso; al preguntarme qué era ese líquido rojizo, solo le respondí, inocentemente, si quería.

 

Pobre de Fugaku.

 

La segunda persona que quiso ayudarme, fue mi hermano Itachi, quien pensó que la mejor manera de enseñar a morder era con la práctica, pero no con un humano, no, por supuesto que no, eso sería muy peligroso para mi presa, pero más importante, para mí, sino que debía practicar con un muñeco de trapo. Al principio no me pareció una mala idea.

 

Intenté seguir los pasos que mi padre me estaba tratando de enseñar, me acerqué lentamente a mi “presa”, abrí mi boca mientras la llevaba al cuello del desafortunado, pude sentir como mi hermano —totalmente emocionado, algo inusual en él, más bien, en un Uchiha—miraba atentamente cada paso mío. Lastimosamente, su cara de satisfacción cambió drásticamente a una de desconcierto, pues cuando mordí aquel objeto inanimado, hubo dos problemas: primero, no sabía al delicioso sabor de la sangre, y, segundo, mis colmillos no sirvieron ni para dejar unos huecos visiblemente notables. Itachi, lleno de ira, despedazó al muñeco.

 

Pobre de Itachi y que en paz descanse el muñeco de trapo.

 

A la lista de personas que intentaron que yo aprenda a morder un maldito cuello, se sumó mi abuelo Madara, él pensó que para aprender se necesitaba mano dura, como en su tiempo; les dijo a mis padres que no me alimenten, así mis instintos se activarían por sí solos. Queda aclarar que al día siguiente, se prometieron hacerlo, sin embargo, a la hora del desayuno encontré una botella de sangre caliente, era de mi adorable madre, estaba seguro de eso, porque también me dejó galletitas.

 

Cuando era hora del almuerzo, me metí a mi habitación, hasta que todos regresaran de caza, aún no me moría de hambre, aunque se me antojó un sorbo de aquel delicioso líquido tibio. En eso, se escuchó un ruido en mi puerta, como si la estuviesen tocando, interrumpiendo mis pensamientos, y al abrirla, no encontré al responsable, cerré la puerta, y volteé para descubrir que en mi mesa de noche había una botella de sangre ¡tibia! Me percaté que mi ventana estaba abierta, tuve la sospecha de que fue Itachi, ya que en mi cuarto aún se podía aspirar su perfume.

 

Ya entrada la noche, pensé que tendría que ir por mi comida, no me imaginaba que mi familia me siguiera dando más de la sabrosa sangre humana. Ya estaba cambiándome cuando escuché que golpeaban mi ventana, al abrirla sólo había un murciélago que traía consigo una botella de sangre fría, al inicio creí que fue mi madre o mi hermano, me parecía imposible que mi padre lo haya hecho, pero al observar detalladamente el animal, me di cuenta que era el murciélago de Fugaku.

 

Suspiré, lo dejé ir y comencé a pensar en que mi familia, esa familia de vampiros, de seres sin sentimientos ni corazón, esos monstros abominables deseosos de sangre humana, no soportaba la idea que yo sufra.

 

Al día siguiente vino mi abuelo, preguntando por mis presas, los demás se hicieron los desentendidos y le ofrecieron un rico desayuno, mi abuelo, sin un pelo de tonto, supo enseguida que no le habían hecho caso y suspiró rindiéndose.

 

Pobre de Madara.

 

Una semana después, nuestras vidas retornaron normales, mi padre se fue a trabajar, creo que a una empresa, mientras que Itachi se fue a estudiar algo de humanos, de tontos humanos; mi madre y yo en casa, por cierto, actualmente, estoy de vacaciones de colegio, no es que sea un vago. Ella me trajo un vaso lleno de sangre, casi rebosando, lo suficiente como para que no me dé hambre hasta la tarde.

 

En la tarde, mi padre llega algo cansado, mi madre le informa que Itachi se quedará a dormir en la casa de un amigo de su instituto, que ni idea de cómo se llamará ese mortal. Ambos se cambian elegantemente, van a ir a una fiesta formal, me invitan a ir con ellos, pero tengo que declinar ante su invitación, no me llama la atención ir  y aburrirme con un montón de adultos que no tienen nada importante —al menos para mí—de qué hablar. 

 

Me dejan solo en mi casa, no tengo tarea, gracias al cielo. Como todo niño normal de trece años, se de antemano que pasaré la tarde jugando videojuegos; no me muevo de mi habitación hasta las seis de la tarde, hora en la que me entra algo de hambre. Bajo a la cocina y busco en la refrigeradora la botella de sangre que mi madre me prometió, dándome con la sorpresa que no está aquí, sólo había fruta que nadie comía. Por más que rebusco, no encuentro nada. Me siento completamente estafado, no hay lo que mi adorada madre había jurado.

 

Decido esperarlos, no iban a tardar mucho, por suerte, mis padres no son unos amantes de las fiestas, al menos, no mi padre, quien se aburre con facilidad y más si se trata de actividades humanas. Además, si no vienen pronto, mi hermano llegará a complacerme y me dará mi apreciada sangre. Pero luego caigo en la cuenta que Itachi se había quedado a dormir en la casa de un amigo suyo, y que mi madre podía convencer a papá para quedarse más tiempo, un poder que solo ella posee y que aprovecha al máximo.

 

Me asusto un poco al percatarme de mi crítica situación, si no como pronto, puedo morir de hambre, y aún soy muy joven como para dejar de existir, no he aprendido nada de la vida, ni siquiera a cómo alimentarme por mí mismo. ¡Es una catástrofe! Trato de tranquilizarme, pero la sola idea de irme de este mundo sin poder despedirme de mi familia, me altera más.

 

Salgo de mi casa y doy un paseo que dura cerca de tres horas. Lo bueno de esto es que tomo aire y puedo despejar mi mente, lo malo es que mi hambre aumenta y origina que mi visión se nuble, además, hay muchas personas que transitan en el parque que estoy, la mayoría son parejas jóvenes que —aprovechando la ausencia de las miradas curiosas—se besuquean sin restricciones.

 

Sin embargo, aquellos inexpertos muchachos que intentan ir más allá de un simple roce con los labios y comienzan a tocar la piel inmaculada de esas chicas que sueltan suspiros llenos de amor —así los denominan ellas—, al mismo tiempo que se tensan con el agarre travieso de sus enamorados, ocasiona que ambos se emocionen y sus palpitaciones cardiacas aceleraran y la sangre les corriera con la adrenalina por el descubrimiento de una nueva sensación.

 

De un momento a otro, puedo escuchar lo que es imposible para el oído de un ser humano, lo cual es muy extraño, ya que nunca me había pasado. Pero ahora siento que puedo darme cuenta de las pequeñas cosas que antes no era capaz, como, por ejemplo, el sonido de las hojas del arbusto que estaba a unos metros lejos de donde yo estoy.

 

Hay algo que intentaba ocultarse ahí, algo que captura la atención de todos mis sentidos; sin darme cuenta cuándo, ya estoy caminado a paso acelerado hacia su escondite. Por la fragancia que desprende, puedo advertir que es un hombre, joven, tal vez uno o dos años mayor que yo, está asustado. Un solo pensamiento aparece en mi mente: «presa fácil». Una sonrisa ladina se forma en mis labios que ya no son capaces de tapar mis dos colmillos sobresalientes.

 

Es un rubio de cabello alborotado, de piel bronceada, no puedo ver el color de sus ojos, gracias a sus manos que cubren su rostro, debe estar llorando. Me acerco sigilosamente hacía él, sigo sin entender el porqué de la atracción hacia este humano común y corriente, lo miro por unos minutos hasta que nota que no está solo, revela su cara que lleva un gesto molesto. Y la repuesta llega: el muchacho tiene el labio partido y la sangre corre por la comisura de sus labios.

 

—¿Acaso tengo monos en la cara, teme? —tiene una voz masculina, no como la mía que aún se puede apreciar mi niñez.

 

—Yo… —tapo mi boca, avergonzado. Esa simple palabra había salido casi como un gemido, el chico alza una ceja, confundido por mi repentina acción, por lo visto no me escuchó, menos mal. Bajo mi mano y me aclaro la voz, pero antes de poder decir algo, me interrumpe.

 

—¿Qué piensa hacer un niñato como tú? —se nota el desprecio hacia mí—. No me importa si te escapaste de tu casa o tuviste algún problema con tus padres. ¿Sabes?, ya pasé por esa etapa y ahora tengo mis propios problemas… —dejo de escucharlo, por un momento, mis oídos comenzaron a zumbar y el olor a sangre se hizo más intenso. Me muerdo el labio inferior hasta hacerlo sangrar, lo limpio con mi lengua que pasó a ensalivar mi boca.

 

—Tú… —logro pronunciar, al mismo tiempo, que una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, creo el nombre otorgado es «excitación», y lo siento de tan solo mirar sus ojos que me ven con terror.

 

—¿E-estás bien? —aún en el piso, con los ojos rojos por haber llorado, se desliza hacia atrás, intentando alejarse de mí, pero ya es demasiado tarde para él.

 

—…eres mi presa —susurro antes de lanzarme sobre él.

 

No sé cómo, pero mis colmillos habían aparecido por completo, y ahora se encuentran enterrados en el cuello de mi primera víctima, la cual se retuerce en un vano intento de separarse. Me imagino que el dolor que sufre debe ser intenso. No lo puedo culpar, cuando un vampiro tiene sed, no se detiene por nada del mundo, solo succiona toda la sangre que el humano tiene hasta dejarlo muerto, y eso va a pasar ahora.

 

—D-dete-tente… —no negaré que me sorprendió el hecho que pueda hablar y que no gritara o que aún tenga suficiente fuerza para intentar alejarme de él, tal vez por eso me separo de él y lo veo sujetarse con fuerza el cuello, mientras intenta regularizar su respiración.

 

—… —admito que siento algo de remordimiento, se ve muy joven como para morir—. ¿Estás bien, chico?

 

—¡Aléjate de mí, Satanás! —retrocede hasta chocar con el tronco de un árbol, sin soltar su largo cuello—. No te acerques a mí o gritaré con todas mis fuerzas.

 

—Vamos, no hay necesidad de llegar a ese extremo, si no tendré que matarte —le explico con una sonrisa amigable, nada más falso no podía haber.

 

—No pierdo nada, igual moriré de desangrado —tiene los ojos húmedos y su cuerpo le tiembla, parece como si tuviera frío—. ¿Sabes?, yo quería ser el presidente de Japón, pero gracias a ti no podré conseguirlo —cierra sus zafiros ojos (dándome más culpa), haciendo que ocultara mi vista con mi cerquillo, bajando mi cabeza apenado—. Por cierto, soy Namikaze Naruto, mucho gusto, señor vampiro.

 

—Mi nombre no es «señor vampiro», ese es un nombre estúpido —alzo mi mirada—. Me llamo Uchiha Sasuke, y esta es mi primera vez cazando un humano.

 

—Así que soy tu primera vez, ¿eh? Suena lindo —abre nuevamente sus párpados, y puedo notar que su mirada iba apagándose—. Creo que si nos hubiéramos conocido, me habrías agradado, teme… —murió con una sonrisa en sus labios sin color.

 

Bueno, así es la vida, la sobrevivencia de una especie depende de otra; en este caso, este insignificante humano dio su vida para mi existencia, y se lo agradezco mucho, casi muero de hambre. Aunque, pensándolo bien, una presa vieja tampoco hubiera estado mal, este de aquí tenía una vida por delante, pero ya no hay más qué hacer por él, los vampiros tampoco somos mágicos para revivir seres humanos.

 

Estoy a punto de retirarme de la escena del crimen, cuando recuerdo las palabras de mi padre: «Luego de un buen gusto, sigue el disgusto», se refería a que después de saciar nuestra sed, tenemos que eliminar nuestra huella en el cuello de nuestra víctima (que podía estar aún con vida o ser un cadáver). A mi padre no le gusta esta parte, porque tenemos que lamer la zona donde está marcado; según Fugaku, es desagradable, él sólo lo hace en el cuello de mamá, no entra en detalles, al igual que no quiero enterarme.

 

Miro el cuerpo inerte del joven, aquí voy, a lamer un cuello ajeno. Paso mi lengua sobre tan sensible parte de la piel, no siento el mismo rechazo que papá describe, es más, no hay. Me separo del humano muerto, observo que ya no tiene mi marca, lástima, era  un lindo recuerdo, al menos, para mí.

 

Me levanto nuevamente, mas no me muevo, me quedo mirándolo con lástima, tal vez… si hay una manera de revivirlo; no quería llegar a esto, pero no creo que pueda vivir con la culpa. Los vampiros podemos traer al humano a la vida, pero no nos gusta hacerlo porque hay un sacrificio de por medio, y a nadie le gusta sacrificarse, pero si es mi primera vez cazando, también puede ser mi primera vez reviviendo.

 

 

Antes de hacerlo, succiono la sangre que está desparramada por todo el césped que se ha teñido de rojo, tengo la boca llena con este líquido esencial para mi raza, debo parecer un pez con los cachetes inflados. Sin marcha atrás, le planto un fugaz beso, la sangre combinada con mi saliva curará algunos órganos que fueron comprimidos al secar aquel cuerpo.

 

No entiendo el porqué los adolescentes les gusta besarse, solo es la unión de dos bocas, es como darle un beso a mi mamá o a Itachi, a Fugaku no le gusta; aunque claro, si no contamos el hecho que no está consciente de lo que le hago, tampoco habría una gran diferencia entre vivo o muerto.

 

Luego de eso, me separo de él, sigue la peor parte: cortarme las venas y darle mi sangre; para un humano, esto es letal, pero no para nosotros, al fin y al cabo, se puede recuperar la sangre perdida con alguna presa que se cace más adelante. Llevo mi muñeca cortada a su boca y le transmito todo el líquido que puede pasar por su garganta muerta. Cuando se hace una transfusión a un humano, este no corre ningún riesgo, pues no tenemos un tipo de sangre definida.

 

Pasan los segundos y cada vez me siento más y más débil, no solo estoy transmitiendo la sangre tomada, sino que también le estoy dando mi energía. Unos cuantos litros más y los latidos de su corazón vuelven, al igual que su respiración, me siento aliviado. Desgarro un trozo de mi ropa y la enrollo en mi herida con fuerza, esto detendrá el desangrado.

 

—¡¡Ahhh!! —grita abriendo los ojos, su pecho está agitado, sube y baja rápidamente—. Estoy vivo… —susurra tranquilo, voltea a verme y me sonríe ampliamente—. Muchas gracias.

 

—Ni lo digas, yo te odio —me encuentro sin fuerzas, el dolor en mi cuerpo es intenso.

 

Sin borrar su sonrisa, se acerca a mí y me roba un beso; maldito, aprovecha que no puedo apartarlo de mí, así que no me queda de otra, más que seguirle el juego, dejando que me guíe con sus labios rojos (gracias a la sangre que le había regalado oralmente). Estábamos besándonos normal, cuando quiso meter su lengua, al principio, le negué el paso, pero si ya llegamos a esto, ¿por qué no dejarle continuar? Sólo tengo que mover mi lengua como si estuviéramos en una batalla.

 

Nos separemos luego de tres minutos, lo miro interrogante, preguntándole por qué hizo eso, él solo me sonríe, se para del tronco del árbol, remueve mi cabello con confianza y se marcha sin despedirse. Sin embargo, antes de desparecer entre los arbustos, gira sobre sus talones y me dice:

 

—Hasta luego, señor vampiro.

 

—Hasta luego, señor presidente —respondo en un murmuro que sólo escucha la noche. Cierro los ojos cansado, creo que dormiré aquí.

 

Despierto en la mañana, los rayos del sol lastiman mis ojos, que aún están sensibles; me siento enfermo, mejor dicho, tengo la sensación de estar recuperándome de una fuerte gripe.

 

—¡Despertó! —escucho la exclamación de mi  madre, y luego la visualizo, está sentada a mi costado—. ¡Oh, Sasuke, mi bebé! —me sonríe con ternura y me acaricia mis cabellos suavemente.

 

—¿Cómo está? —entra padre junto a mi hermano, los dos se ven preocupados, ¿por mí?—. Sasuke, hijo, ¿cómo estás? —se aproxima a la cama en la que estoy postrado y puedo notar su atenta mirada—. ¿Te duele algo?, ¿quieres algo?

 

—Fugaku, lo estás mareando —lo regaña mamá.

 

—Otouto —llama Itachi, giro a verlo y me muestra una gentil sonrisa—, ¿tienes sed?

 

—Sí —logro pronunciar, mi voz suena entrecortada y débil, y todos los presentes lo notan. Mi madre me acerca un vaso grande lleno de sangre con un sorbete*, me lo acabo todo de un tirón, estoy muy sediento.

 

—¡Oh, Sasuke! Dinos por qué reviviste a un humano en tu primera caza —no está decepcionado, más bien, curioso.

 

—Yo… —recuerdo lo qué pasó, pero decido no contarles—quise probar.

 

—Ahh…

 

—Pero al menos aprendió a cazar un humano, ¿no creen?

 

—Sí, pero ya no bebe de un vaso, ahora usa un sorbete.

 

—Yo iré por su almuerzo.

 

Señor presidente… algún día te mataré.

 

 

Notas finales:

Aclaraciones: *Sorbete: Aquí en Perú se llaman «cañitas», pero también he visto que le dicen «popete», «¿succionador?», nah, el último lo inventé.

 

Hola, de nuevo. Ya sé, ya sé, los comprendo si están preguntándose qué acaban de leer, les recuerdo que fue creado a mis tiernos 12 años, he tenido que terminarlo, pero ni idea de cómo iba a terminar, así que lo inventé.

 

Bueno, lo había continuado como felicitaciones a mí (Sara: Qué pena tu vida), por haber terminado la saga de "Invasión de Pein", sobrevivir sin mi Uchiha favorito es todo un record. Iba a terminarlo, pero luego recordé que seguía el segundo beso entre Sasuke y Naruto, así que vi toda la saga de relleno (¡y fui feliz!), luego dije:

 

—Bien, ahora a escribir.

 

Pero surgió un nuevo impedimento: la saga siguiente tenía a Sasuke como punto, si no aparecía, lo mencionan, al pobre debió quemarle la oreja de tanto que hablaban de él. Terminada esta saga, decidí escribir, pero dije:

 

—¡Hey! Ya casi estoy en el capítulo 200

 

Así que seguí viendo hasta a punto de terminar la saga "Confinamiento de los Jinchuriki". Y esa es mi historia, how about you?

 

En fin, espero que les haya gustado, a mí me gusto, y no es por ser la autora. No puedo decir más, que tengo que prepararme para el colegio, ¡mi último año! ¡Qué emoción!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).