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Orgullo por Etiel

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Notas del fanfic:

Este fanfic, fue todo un desafío, ya que me lo pidió una niña y pues con todas las características que me dio, es como nació esta historia. 

Realmente no la iba a subir, porque no es uno de mis escritos favoritos, pero luego de releerla me dio mucha risa y me animé un poco. 

Espero que les guste y sino, pues ni modo.

Notas del capitulo:

Hiei es el mismo que sale en Yuyu Hakusho, así lo pidio la niña que me pidio la historia.

Imagen de Hiei: http://nd04.jxs.cz/177/319/23f3434e51_74268467_o2.jpg

1

Leyó con mucha atención la hoja que tenía en las manos, luego simplemente la dejó aun lado del lote de papeles que estaban revisando. Repitió la acción unas cuatro veces más, antes de tallarse sus cansados ojos y bostezar sin proponérselo. Miró el reloj de la pared y se dio cuenta que eran cerca de las cuatro de la mañana. Llevaban 2 días desvelándose hasta la madrugada y de la misma forma tenían que ser los primero en despertarse en la mañana. Tal vez no lo aparentaba, pero estaba muy cansado y seguir el ritmo de L le resultaba cada vez más pesado.

-          Si estás cansado, puedes dormir un poco-dijo L, sin apartar sus ojos de los papeles.

-          ¿Y tú?- preguntó recargándose en el mueble.

-          Necesitó revisar algunas hojas más antes de ir a dormir.

Light se quedó callado unos segundos, mirándolo trabajar sin descanso, mientras comía una rebanada de pastel de fresas. De alguna u otra forma, él realmente lo admiraba, a pesar de lo extraño que era la mayoría del tiempo, era muy inteligente, demasiado, y eso de alguna forma aumentaba su interés por él. En un principio, cuando escuchó la palabra amigo salir de su boca, no pudo evitar sorprenderse y aceptar de la misma forma, que él también podía considerarlo como tal.

-          ¿Qué pasa?- preguntó L, dejando las hojas por fin y girando el rostro hacia Light.

-          ¿A qué te refieres?

-          Últimamente siento como si quisieras decirme algo, si es así, te escucho…

-          ¿Por qué piensas eso?- frunció el ceño y levantó la cabeza del sofá para ponerle más atención.

-          Me miras de reojo repetidas veces, siempre que estamos hablando hay un momento en el que te detienes y me miras de forma extraña y te has vuelto más serio estos últimos días.

-          Son imaginaciones tuyas- dijo, Light levantándose para estirar un poco la espalda.

-          ¿En serio lo crees de esa forma? Yo creo que no, porque si fuera así no evadirías el tema y en todo caso me cuestionarías acerca de por qué he llegado a esa conclusión.

-          O tal vez le estás dando vueltas a un asunto que es irrelevante- se sentó de nuevo en el mueble y colocó sus codos en sus piernas.

La mirada escéptica de L, le hizo saber a Light que no se conformaría con esa respuesta simplona. Por ello, después de pensárselo unos segundos más, terminó por decir escuetamente:

-          Pero si realmente quieres saber la razón por la que me he comportado de esa forma, es que estoy un poco preocupado por ti. Casi no duermes, ni pruebas bocado, (que no sean tus golosinas) y encima de eso, todo el día estás en constante presión. Realmente me sorprende que no hayas colapsado todavía.

L de repente dejó su tenedor a medio camino, relajó los hombros y terminó por bajar del todo el cubierto sobre el plato. Se puso de pie poniéndose los tenis como si se tratara de sandalias. Comenzó a caminar hacia la recamara y Light lo siguió de cerca, pensando que tal vez había dicho algo incomodo o vergonzoso, pero lo dudaba. L no era de las personas que se intimidaban con facilidad, pero si no era eso, realmente no entendí por qué de la repentina actitud.

-          ¿Por qué te preocuparías por mí?- lo cuestionó, luego de sentarse en la cama como típicamente lo hacía en los muebles y mirando a Light directamente a los ojos.

-          Porque somos compañeros- obvió, alzando una ceja- ¿qué clase de pregunta estúpida es esa en primer lugar? ¿Es qué acaso no es evidente? Además, sino mal recuerdo fuiste tú el que dijiste que éramos como una especie de amigos, cuando sospechabas que yo era Kira. Y bueno, tampoco es como si confiaras en mí en estos momentos- alzó las cadenas que los unían- ¿o es qué acaso lo que dijiste aquella vez era mentira?

-          Sí.

-          Oh, ¿en serio?- sonrió- yo creo que de alguna forma retorcida me aprecias a pesar de saber que yo soy Kira.

No obtuvo ni una respuesta afirmativa ni negativa, sólo expectante silencio.

-          Bueno, no importa. Tú niegas que yo soy tu amigo y a mí sinceramente me da igual, pero lo cierto es que de la misma forma me preocupas como compañero. Necesitas cuidar más por tu salud, para que eso no suceda.

L lo miró de reojo largo rato, antes de decir un escuálido: “Lo haré”. Después de eso, ambos se cambiaron la ropa y en la medida de lo posible tomaron un baño “individual” cada uno turnándose en la regadera, para tener un poco de “privacidad”, aunque ésta sólo significara voltearse mientras él otro se bañaba. Al terminar cada uno se vistió y se colocó ropa de dormir. Apagaron las luces y se acostaron en la enorme cama.

Ambos estuvieron sin poder dormir por varios minutos, pero de la misma forma ninguno se atrevió a moverse o a decir algo. En todo caso, lo único que hicieron al final, fue quedarse dormidos y dar por terminada la conversación al menos por el momento.

 

2

 

-          ¿Estás hablando en serio?

-          Sí- sobó su muñeca y le dio las cadenas a Watari.

Light se quedó callado unos segundos.

-          Pensé que la amenaza sobre mandarte a la cárcel o incluso la muerte, era demasiado pobre para alguien como tú. Siempre hubieras podido encontrar la forma de desaparecer sin dejar rastro y si eso sucediera, la responsabilidad caería sobre mí…

-          Pero ahora te has dejado influenciar por una burda palabra. ¿Estás seguro que estás haciendo lo correcto? Aún podría desaparecer. ¿Qué te hace pensar que me quedaré a tu lado, lo que resta de mi vida como tu ayudante?

L se rascó la cabeza despreocupadamente y asintió lentamente.

-          Mmm… tú y yo sabemos la respuesta a esa pregunta, así que no le veo la necesidad a pronunciarla en voz alta.

Esa respuesta fue como una doble bofetada para Light.

-          ¡No te burles de mí!- se exaltó.

De un manotazo, mando a volar la taza de café de L. Ambos se miraron desafiantes y al final fue el mismo Light, quien se dio la vuelta y salió de la habitación. Se sentía rabioso y ofendido, por la afirmación silenciosa de L y de su propia reacción. Lo único que logró fue afirmar lo evidente. Hacia casi 11 meses desde que L interfirió para que no lo llevaran a la cárcel o en su defecto, lo ejecutaran. Hasta ahora creyó entender la razón de su intervención, pero de unos meses para acá, ya no sabía que creer.

No podía recordar en que momento, comenzó a perturbarle la cercanía del otro sujeto o tener pensamientos que no eran propios de él. En un principio, quiso hacerlos aun lado y tomarlos como una simple broma pesada de su subconsciente, sin embargo día con día una ansiedad inexplicable iba apoderándose de él, lo que hacía más vulnerable y susceptible a todo.

Caminó a paso apresurado por toda la mansión, mirando de aquí para allá, en busca de un lugar lejos de la presencia de L y en donde pudiera refugiarse, para poner en orden sus pensamientos. Al final, agarró la primera perilla que encontró y entró a la habitación sin prender la luz. Suspiró con fuerza y caminó de aquí para allá, palpando con la mano la pared.

-          ¿Qué mierdas estoy haciendo…?- murmuró.

huyendo como una mujer.

Cubrió su rostro con una mano y frotó su frente con fuerza, fastidiado y hastiado de todo. Quería irse de ahí, comenzar una nueva vida y olvidarse de todo. Sin embargo, él mejor que nadie, sabía que eso era simplemente imposible. Lo que había hecho nunca sería perdonado u olvidado, aun a pesar de haber liberando a todos de esas pestes que sólo corrompían al mundo y a la sociedad. Si tan sólo L no hubiera interferido en sus planes, de seguro su sueño de convertirse en un Dios, se hubiera cumplido.

-          ¿Quién eres?

Las palabras que resonaron en medio de la oscuridad y en un susurró ronroneante, hizo que Light diera un paso atrás y soltara un pequeño grito. Unos segundos después del susto de muerte que le habían dado, la luz se prendió, dejando ver a una pequeña criatura que lo dejó anonadado, aunque bueno, si lo comparaba con su Shinigami, Ryu, este niño resultaba lindo.

-          Me llamo Yagami Light y tú eres…

-          Hiei Jaganshi.

Ambos se miraron unos segundos, antes de que fuera el mismo Light el que extendiera la mano. Hiei, luego de dudar unos segundos, contestó el saludo de forma tímida. Desvió la mirada e inclinó un poco la cabeza. Al separarse, ambos dieron un paso atrás y se analizaron silenciosamente, antes de que fuera Hiei el que comenzará a hablar.

-          ¿Por qué no te sorprende mi apariencia?- inclinó la cabeza y frunció el ceño.

-          ¿Qué tiene de sorprendente?

Hiei parpadeó un par de veces confundido. Su cola se movió juguetonamente de aquí para allá.

-          Los humanos no tienen estas características- obvió, apuntando sus orejas y tomando entre sus manos su cola- y por consiguiente, cualquiera que no supiera qué soy, se asustaría o al menos reaccionaria de una forma no tan pasiva.

-          Me he encontrado con cosas mucho más… extravagantes que tú. Es cierto que resulta extraña tu apariencia, pero no es tan atemorizante como para salir corriendo. Y a todo esto, ¿qué se supone que eres?

-          Mmm… yo… bueno. No es que pueda hablar de esto con cualquiera- alzó el rostro.

-          Oh, entonces déjame adivinar- su expresión seria no se alteró- eres un experimento que realizó el gobierno Ingles, para convertirte en un arma que pudiera resolver misiones suicidas y salir airoso de ellas. Claro, hablando en términos hipotéticos, es lo que tenían planeado. Después las orejas y la cola empezaron a crecer, y tus genes a mutar, ¿cierto?

El niño se quedó ligeramente sorprendido, porque Light supiera de su mera existencia. Una de esas razones es que nadie en el orfanato lo conocía y L le había pedido, que por el momento se ocultara. El gobierno aún no estaba muy de acuerdo con su existencia y como era un error, querían eliminarlo. Pero gracias a la intervención de L, las cosas pudieron “resolverse”. Ahora sólo se trataba de papeleos gubernamental, pero hasta que no estuviera todo resuelto, él aún se encontraba en peligro. De eso hacía algunos meses y como veía las cosas parecían haberse quedado en un punto muerto.

-          ¿L te habló de ello?- preguntó Hiei, luego de un lapso de silencio.

-          No. Lo leí por casualidad en un informe que decía: “clasificado” y que tenía el sello del presidente en la carpeta. Ahí se encontraba algunos documentos en el que se explicaba tu desarrollo físico y psicológico, y lo que se podría lograr si el experimento fuera todo un éxito.

-          ¿Quién eres?- volvió a preguntar Hiei, esta vez un poco más a la defensiva.

Se dio cuenta que algo no cuadraba, porque estaba completamente seguro que L no compartiría ese tipo de información con cualquiera. Tal vez podría tratarse de un espía del gobierno que viniera a revisar si era cierto que L lo tenía encerrado y bajo resguardo como se supondría. Si eso era cierto, entonces había metido en varios a prietos a su custodio.

-          No soy parte del gobierno ni nada parecido, pero no deberías dejar la puerta abierta, si no quieres que te encuentren con tanta facilidad.

Analizó la lujosa habitación sin mucho interés, pasando sus ojos por la enorme cama, el ropero a la izquierda y la puerta de la derecha, que supuso que se trataba del baño.

-          ¿Entonces, quién eres?- insistió.

-          Un esclavo de L- bromeó, sin cambiar su expresión.

-          Si dices esas cosas tan descuidadamente, puedes confundir a las personas- dijo L, entrando a la habitación.

-          Y a ti no te enseñaron qué escuchar conversaciones ajenas es de mala educación- replicó Light, tenso- Además, ¿qué se supone que haces aquí? ¿No deberías estar en una cita con el congresista Wilson?

-          La cancele.

-          ¿Qué hiciste qué?- exclamó cada vez más molesto- llevamos haciendo esos reportes casi por dos semanas y sin dormir. Se suponía que tenías que entregárselos hoy, ¿por qué diablos…?- respiró profundamente e intentó mantener la calma-  creo que ir a la silla eléctrica ahora no se escucha tan mal- se talló la frente con fuerza, cansado.

-          Watari los llevó. No te preocupes.

Light lo miró con odio mal contenido, mordiéndose la lengua para no decir alguna palabrota o seguirle reclamando. Sabía cuan despreocupado era L en algunos aspectos y querer corregir eso, era simplemente imposible. Respiró profundamente e intentó mantener la calma, ya que no era muy propio de él exaltarse por tonterías como esa.

-          Por último, por favor no le digas a ninguno de los niños del orfanato de este cuarto ni de Hiei.

-          Claro- espetó Light, caminando hasta la puerta y saliendo por ésta.

 La cerró de un portazo y luego simplemente caminó hasta lo que ahora se había convertido en su habitación. Recorrió el amplio cuarto de aquí para allá, por unos cuantos minutos. Al final, terminó por sentarse en la cama. Resopló con fuerza y  agarró con desesperación la tela de sus pantalones. Estaba intentando tranquilizarse, pero al parecer no estaba funcionando mucho. Sentía la rabia en su garganta y la cólera perforarle el estómago.

-          ¿Quién podría enamorarse de un imbécil como él?- murmuró levantándose de un salto y dirigiéndose al baño, para tomar una ducha.

Le urgía despejar su cabeza.

Al terminar de bañarse, se cambió tranquilamente y luego se acostó. Realmente se sentía muy cansado. Estos últimos días a penas si había dormido. L se encargó de entretenerlo con un montón de papeleo viejo y que no estaba ordenado. Sin agregar que hace 2 meses que no tenían una misión de alto rango, así que el aburrimiento y la rutina iban tomadas de la mano, para su desgracia.

Durmió por casi 9 horas. Al despertar, el cuarto aún se encontraba a oscuras: las persianas estaban cerradas y la luz apagada. Se quedó unos segundos intentando recuperar del todo la conciencia. Cuando lo consiguió, se talló con fuerza el rostro y al voltearse se encontró con un L acurrucado en la esquina. Lo miró apenas algunos segundos, sintiendo como su pulso comenzaba a acelerarse. Después de pensárselo un rato, se levantó de la cama y buscó una muda que ponerse.

Con un poco de hambre y ya más tranquilo, por el merecido descanso, fue hasta el comedor. Ahí encontró a un par de niños pequeños, comiendo lentamente su comida. Sin muchas ganas de entablar una conversación con ellos, tomó un café y una dona, y se retiró, dirigiéndose a su oficina. Al entrar se percató que todo estaba tal y como lo había dejado. Sin nada en mente y de forma mecánica, comenzó a leer otros expedientes, ordenarlos y acomodándolos. Archivó, limpió y tipió algunas cosas en la computadora. Estuvo en su labor por varias horas, hasta que terminó todo lo que tenía que hacer para hoy.

Después de eso, las veces que se topaba con L se volvieron cada vez más escasas y por un periodo de tiempo corto. En un principió Light, no sabía quien estaba evitando a quien, pero luego de algunos días, fue consciente de que era él, el que había puesto una pared entre ambos. Así resultaba más cómodo, pensaba, o tal vez quería convencerse así mismo de que eso era lo mejor.

 

3

 

Light terminó de secarse el cabello y se acostó en la cama. Se quedó un rato pensando acerca de una serie de asesinatos que se habían dado en Noruega. Las escenas del crimen se encontraban sin huellas dactilares o alguna pista que diera con el culpable. Al parecer éste era demasiado meticuloso y le gustaba tomar a una victima por cada mes. Hasta ahora iban 3 muertos y las cosas no parecían mejorar mucho, por eso le habían pedido ayuda a L para que los auxiliara. De eso hacía apenas una semana.

-          Hola.

Light brincó del susto y se cayó de la cama en el proceso. En el piso, adolorido y enfadado, miró al niño-gato, que había conocido hacia dos meses. Torció el gesto y chasqueó la lengua, levantándose con ayuda del colchón y sobándose el trasero adolorido por la caída.

-          ¿Qué haces aquí? No sé supone que deberías estar encerrado en tu cuarto.

-          Nadie me ha visto- se encogió de hombros y cerró la puerta a sus espaldas- no hay nadie en un perímetro de diez metros. Además e evitado las cámaras de seguridad.

Light lo miró con los ojos entrecerrados y se sentó en la orilla de la cama.

-          L no está aquí- dijo secamente- cierra la puerta al salir.

Hiei guardo silencio, observando atentamente al muchacho frente a él. Sonrió tímidamente y se pasó una mano por su cuello, masajeándolo. Se veía nervioso y tierno al mismo tiempo. Su cola se encontraba enredada en su cintura y sus orejas caídas, como si estuviera arrepentido de algo.

-          En realidad, lo vine a ver a usted.

-          ¿A mí? ¿Por qué?

-          Bueno… yo… - abrió y cerró la boca un par de veces, indeciso- es que… bueno…- alzó el rostro y lo bajó un par de veces- es que…

-          Deja de balbucear y habla de una vez.

-          Sí, señor. Lo siento, señor- se despabiló al escuchar el fastidio en su voz- ¿Podríamos ser amigos?

-          ¿Cómo?

-          ¿Podríamos ser amigos, señor?- repitió sintiendo sus mejillas arder.

-          ¿De qué diablos…?- se interrumpió y siguió mirando con confusión al niño.

-          Como se ha dado cuenta, yo no puedo relacionarme con las demás personas por que no soy un humano normal. Usted es la primera persona, a parte de L, que no le ha molestado mi apariencia física y me ha hablado como un igual- se apresuró a explicar- sé que es mucho pedir, pero… ¡realmente me gustaría ser su amigo!

Light parpadeó un par de veces, incrédulo después de haber escuchado al niño. Luego, simplemente soltó una fuerte carcajada, que duró varios minutos y que lo hizo doblarse un poco. Rió largo y tendido, sin importarle en lo más mínimo lastimar los sentimientos de Hiei. Cuando terminó de reír, resopló ruidosamente y se pasó una mano por los ojos para quitarse un par de lagrimillas que habían caído sin su consentimiento.

-          Aún no te has dado cuenta, ¿verdad?- murmuró, Light, más tranquilo, observando las orejas del niño caídas y su rostro inclinado- De quién eres tú y de quién soy yo.

-          ¿A qué se refiere?

Hiei, lo miró con sus ojos aguados, por aguantar las lágrimas que amenazaban con derramarse por sus mejillas en cualquier momento. Light se levantó de la cama y caminó lentamente hasta Hiei, quien intentó mantenerse firme y no humillarse más de lo que ya no había hecho.

-          ¿Sabes por qué fuiste creado en primer lugar?

-          Sí- dijo, siguiendo los ojos del hombro con los suyos- para detener a un asesino en serie, que superó al FBI, la CIA e incluso, se rumoró que en un principio al mismo L.

-          ¿Sabes el nombre de ese asesino?

Quedó a cierta distancia del niño y se puso de cuclillas, para estar más o menos a la misma altura que él.  Sonrió al ver el desconcierto en el rostro de Hiei.

-          No. Antes de que mis genes comenzaran a mutar y dirán por fallido el experimento, me informaron que el asesino había sido por fin encontrado y ejecutado.

-          Mmm… y si te dijera que ese asesino aún se encuentra vivo- se puso de pie y se acercó aún más a Hiei, éste asustado por la repentina cercanía y actitud de Light, se alejó lentamente.

-          Eso no puede ser… ¿por qué habrían de mentirme? No tiene sentido…

-          Tal vez por el capricho de alguien llamado L.

Lo acorraló contra la pared y se inclinó hasta dejar más o menos sus rostros a la misma distancia.

-          Te voy a decir un pequeño secreto, amiguito- susurró burlonamente en la oreja peluda de Hiei- yo soy el asesino, por el que fuiste creado. Tú naciste para cazarme y ejecutarme, pero al parecer con el deterioro constante de tus huesos y con lo enfermizo que eres, bueno no eres más que un niño deforme…

Una fuerte bofetada lo hizo doblar el rostro y sonreír al mismo tiempo. Se separó del pequeño y le dio la espalda, caminando hasta la cama y sentándose.

-          Cierra la puerta antes de salir.

El portazo que se escuchó, lo hizo rodar los ojos y suspirar con fuerza. Por eso odiaba a los niños, eran insoportables. Se pasó una mano por la mejilla adolorida y se acostó en la cama dispuesto a dormir. Mañana tenía muchas cosas que hacer como para estarse preocuparse por las niñerías de Hiei.

 

4

 

Alguien lo sacudió con fuerza, mientras lo llamaba insistentemente. Se trataba de L, quien tenía una expresión furiosa en su rostro. Light tardo a penas un par de segundos en relacionar su enfado, con la discusión que había tenido con Hiei hacia algunas horas. Se sentó en la cama, sin ganas de mirar a L.

-          ¡¿Por qué diablos le has dicho eso?!- le gritó.

-          Porque es la verdad.

-          ¡Sí, pero no tenías el derecho de decírselo tú!

-          Puedes dejar de gritar como loco- pidió, fastidiado- me importa muy poco si tengo o no el derecho. Además, yo no lo busque, fue él el que vino a mí. Quería ser mi amigo y tonterías de esas. ¿Qué querías que le dijera? Oh, sí. Eres la persona que me iba a asesinar, pero no te preocupes, a partir de ahora seremos los mejores amigos. Por favor- espetó- tú bien sabías que esto podía pasar y aun así me trajiste aquí. Si no querías que el mocoso saliera lastimado o se entrara de eso, debiste haber dejado que la policía se hiciera cargo de mí. Debiste haber dejado que ellos decidieran que iba a pasar conmigo.

-          ¿Por qué todo tiene que ser blanco o negro para ti?

-          No importa de que matiz pintes algo, las cosas siempre son como son. Siempre habrá buenos y malos. Al final en eso se resume todo.

-          ¡Las personas pueden cambiar! Pueden ser mejores o arrepentirse de sus errores, ¿por qué no puedes entender eso?

-          Ahora me vas a dar clases de moral o ¿qué?- bufó- crees que por haberte convertido en mi salvador, me sentiré arrepentido de lo que hice, de haber librado a personas inocentes de esas aberraciones. No seas estúpido. Si no hubieras interferido, hubiera creado un mundo utópico, en donde la violencia y el mal no existieran; en donde todos pudieran ser felices.

-          ¡¿Quién eres tú para decidir quién debe vivir o morir?!

-          ¡La justicia!

L apretó los labios y negó suavemente con la cabeza.

-          ¿Justicia, dices? Nada puede justificar la aberración que realizaste, sin importar que el resultado que deseabas fuera para bien.

-          ¿Entonces si crees que soy una aberración, qué diablos hago aun aquí? ¿Por qué mierda me salvaste?

Se miraron desafiantes, antes de que fuera L el que bajara el rostro y dijera:

-          Porque deseaba que vieras tu error. Quería que te dieras cuenta que es posible cambiar.

-          Oh, por favor. No me jodas- resopló- no me vengas con tus cuentos de hadas. Estoy arto de ellos, de ti y de este maldito orfanato de locos- pasó una de sus manos por su frente- me rindo. Quiero hablar con el jefe de policía o con quién sea. Prefiero ir a la cárcel o que me ejecuten, antes de pasar un día más aquí.

-          No- murmuró L.

-          ¿No, qué?

-          No voy a permitir que te encierren o te maten.

-          ¿Qué, ahora no tengo derecho a decir por mi propia vida?

-          No, porque ahora es mía.

-          ¿De qué…?- se calló al ver la intensa mirada de L.

-          Tus ojos, tu rostro, tu cuerpo, tu alma. Ahora todo me pertenece.

L dio dos pasos al frente y Light no supo qué hacer. Tuvo el impulso de empujarlo, de irse del cuarto, de gritarle y de muchas cosas más, pero no pudo hacer nada, se encontraba congelado por las palabras de L. Su corazón latía con tanta fuerza que sentía que iba a reventar. Los nervios y ansiedad que nunca había sentido por Misa, aparecieron como por arte de magia. Hasta creyó que en cualquier momento vomitaría mariposas.

Los besos de L que se imaginó tantas veces en sus sueños, fue superado con creces por la vida real. No supo en que momento, sus manos se encontraban enredadas en el cabello de su compañero o acariciando sus mejillas. Tampoco cuando fueron a parar a la cama y él tomó el control de la situación. Los besos, las caricias y los gemidos, era en lo único que podían pensar ambos. Todo se encontraba a un nivel de concentración, que cualquier problema que hubo entre ellos, se encontraba desplazado en la mente de ambos.

 

5

 

Luego de ese día, cualquiera pensaría que su relación había mejorado o que al menos iba por buen camino, pero lo cierto era que los dos eran demasiado orgullosos y el aceptar que había significado mucho esa noche, era como si estuvieran izando su bandera de derrota. A ninguno de los dos les gustaba perder, ese era su principal obstáculo y por el cual seguían comportándose como si nada hubiera pasado.

El sexo fue lo único que alimentaron todas las noches, dejando sus sentimientos de lado o al menos eso era lo que creían. Ingenuamente pensaban que podían seguir así por un tiempo indefinido, disfrutando de los placeres carnales, pero poco a poco y sin darse cuenta, la necesidad de una caricia, de ver se el uno al otro, de platicar sobre cualquier cosa y de estar juntos, era más palpable.

Sin que ninguno de los dos se diera cuenta, otro mes pasó volando. Era noviembre y se encontraban más atareados que nunca, pues tenían muchos trabajos. Ese día en especial, se encontraba lloviendo a cantaros y Light se había ido a dormir primero, porque llevaba 48 horas sin descansar y sin comer decentemente. L no se encontraba en mejores condiciones, pero como estaba acostumbrado a la presión y a las pesadas jornadas de trabajo, lo sabía sobre llevar.

Aun dormido se movió en la cama buscando el cuerpo de su compañero y al encontrarlo, lo abrazó acurrucándose contra él. Acarició adormilada mente su abdomen, besó su cabeza y de esa forma se volvió a dormir.

A la mañana siguiente, cuando se despertó, se dio cuenta que L aun seguía entre sus brazos, por eso con los ojos cerrados se quedó ahí, fingiendo dormir. Escuchó los latidos de su corazón y sintió su respiración en su hombro. Acarició de forma sugerente su espalda, bajando lentamente su mano hasta el glúteo del otro. Lo apretó juguetonamente y fue en ese momento donde se percató que el cuerpo de L parecía diferente. Sus glúteos se sentían más pequeños de lo normal, sin mencionar que él no ronroneaba cuando lo acariciaba así.

Abrió los ojos en ese mismo intente, encontrándose con Hiei frotando su rostro contra su hombro. Se apartó al intente, al darse cuenta de lo que estaba pasando.

-          ¿Qué haces aquí?- murmuró Light apretando los labios, para no gritarle y sacarlo a patadas de la cama.

-          Vine ayer a hablar con usted- contestó rápido y despabilándose también – pero se encontraba dormido y no quise despertarlo. Me iba a ir, pero usted me abrazó con fuerza y no pude quitármelo de encima.

-          ¿Qué se supone que hacías en la cama?

-          Es que tenía la ropa y zapatos puestos. Sólo quería ayudarle…

La expresión de miedo y nerviosismo de Hiei, hicieron que Light se calmara un poco, por el repentino susto que le había metido. Se talló el rostro con fuerza y luego observó en silencio la diminuta figura del niño-gato.

-          ¿De qué querías hablar?

-          He estado pensando mucho en lo que me dijo la última vez que nos vimos y llegué a la conclusión, de que no me importa.

-          ¿No te importa qué?

-          No me importa que usted sea el asesino que tenía que atrapar. Si L lo ha tomado bajo su cargo, eso significa que no hay nada de lo que tenga que preocuparme. Además, no luce como una mala persona. Entonces, si a usted no le molesta… ¿podemos ser amigos?

-          Hay, Dios…- murmuró, suspirando con fuerza, sin apartar sus ojos del niño- si eso es lo que quieres, está bien.

-          ¿En serio?- parpadeó un par de veces.

-          Sí- sonrió burlonamente, por la expresión bobalicona del pequeño.

-          ¡Genial!- sin previó aviso, se lazó contra Light, abrazándolo de la cintura.

En ese preciso momento la puerta de la habitación se abrió, dejando ver a un desalineado y desvelado L. Al ver a Hiei encima de Light y éste último sólo en boxers, se quedó en el marco de la puerta. Se dio la vuelta y cerró la puerta a sus espaldas, sólo para volverla a abrir unos segundos después, encontrándose esta vez, con ambos en la cama pero separados. La cerró de nuevo y la volvió abrir y observó como Light intentaba ponerse los pantalones sin mucho éxito y a Hiei con el rostro al rojo vivo.

-          Bien, creo que la pesadilla término- murmuró. Caminó hasta la cama y con tan solo tocarla, se quedó dormido.

Para cuando L despertó, Hiei ya no se encontraba en el cuarto y Light estaba acostado junto a él. No hubo reclamos, ni preguntas de ninguna índole, ni comentarios, ni explicaciones, ni tampoco sexo. Luego de recuperar sus energías, los dos siguieron trabajando sin parar y en los pequeños descansos o en la misma habitación, siempre aparecía en los momentos menos oportunos Hiei. Se sentaba al lado de Light y acaparaba toda su atención. L, quien a primera vista no pareció importarle que el pequeño se estuviera haciendo tan allegado a Light, se alejaba cada vez más de éste.

-          ¿Estás celoso, por un niño?- le preguntó un día Light a L, al querer besarlo y que éste lo rechazara.

-          No, sólo estoy cansado.

-          Bien. Como sea.

Luego de ese pequeño desacuerdo, Light se volvió mucho más cariñoso con Hiei. Lo abrazaba cada vez que tenía oportunidad, acariciaba su cabello y jugaba a lo que él le dijera, ya fuera ajedrez, las cartas o cualquier juego de mesa que tuvieran a la mano. Todo simplemente para fastidiar a L, cosa que lograba sin mucho esfuerzo. Las cosas estuvieron así más o menos 3 semanas antes de que la boba llamada L explotara.

-          Deja de hacer eso.

Fue lo que dijo, luego de que Light saliera del baño y se estuviera secando los cabellos con la toalla. Al principio no entendió a que se refería, pero luego de algunos segundos sonrió de forma auto-suficiente, sin llegar a contestar nada.

-          Lo admito, estoy celoso, así que para de una vez.

-          Ok.

Después de resolver el problema, tuvieron sexo como locos, desquitando con sus cuerpos el lapso de tiempo en el que no habían estado juntos. Se besaron y tocaron, con brusquedad. Deseaban tener todo uno del otro, pero de nuevo no hubo palabras dulces u otra cosa, sólo hubo un pequeño cambio,  esta vez si que durmieron uno al lado del otro, callados y sin atreverse a ceder más de la cuenta.

 

6

 

-          Buenas tardes, señor Light- saludo Hiei, cerrando la puerta de la oficina y acercándose para darle un abrazo al mencionado.

-          Hola, Hiei.

-          ¿Y L?

-          Salió con Watari.

-          Ohhh… ¿está muy ocupado?- cambió de tema, manteniéndose cerca del aludido.

-          Hace unos minutos que terminé con lo que tenía que hacer hoy, es sólo que estaba adelantando algunas cosas. ¿Por qué? ¿Quieres jugar o algo?

-          Sí. Ayer L me regaló un tablero de ajedrez nuevo y me gustaría estrenarlo con usted.

-          Ok. Entonces vamos.

Light terminó por apagar la computadora y acomodar algunos papeles, antes de levantarse de su lugar y salir de la habitación. Caminaron en silencio, evitando las cámaras de seguridad, según las indicaciones de Hiei. Al llegar al cuarto de este último, estuvieron entretenidos por varias horas, hasta que se cansaron y comenzaron a hablar sobre cosas triviales que se le ocurría preguntar a Hiei y que Light contestaba a la medida de lo posible. Al principio, fueron preguntas inocentes, pero con forme iba avanzando la conversación, las cosas se enrarecieron un poco, más cuando Hiei preguntó:

-          ¿Y le gusta alguien?

Light, no supo que decir en un primer plano y no pudo evitar prolongar la respuesta, hasta simplemente decir:

-          No.

La risita “inocente” de Hiei le puso los pelos de punta.

-          Esta mintiendo.

-          No, en serio. No hay nadie que me guste- esta vez trato de sonar más convencido.

-          ¿En serio?

-          Sí.

-          Mmm… en ese caso. Hay algo que quiero decirle.

-          ¿Sí? ¿Qué?

Sin ninguna razón aparente, se comenzó a sentir incomodo por la cercanía del niño y su penetrante mirada sobre él.

-          Ah, bueno. Yo… es que creo… que usted me…

-          ¡Oh, Dios mío! ¡Mira la hora que es! Debo irme. Mañana me tengo que levantar temprano para revisar otros expedientes y no quiero estar cansado, como siempre pasa.

-          Pero… pero…

-          Bien, fue divertido jugar contigo. Descansa y nos vemos después- acarició superficialmente su cabeza.

Light se levantó como rayo de la cama y cruzó la habitación de la misma manera hasta llegar a la puerta. Pero ni siquiera pudo llegar a abrirla, porque antes de darse cuenta, Hiei se encontraba entre la puerta y él.

-          En serio, me tengo que ir…

-          Sólo déjeme terminar lo que le estaba diciendo.

-          Otro día, tal vez podamos hablar con más tranquilidad y…

-          ¡Me gusta!- gritó con fuerza- ¡me gusta mucho…!

Ambos se miraron en silencio algunos segundos, sin moverse y sin atreverse a apartar los ojos. Light, se sintió extraño al escuchar esa declaración tan sincera y observar el cuerpo tembloroso del niño. No fue hasta ese momento, en que se tranquilizó así mismo. Pensó que la mejor forma de quitárselo de encima era siendo sincero. Además, el pequeño tuvo el valor de serlo y él, a pesar de que odiara admitirlo en voz alta, sentía que se lo debía.

-          Mmm… yo lo siento…- murmuró- eres un niño muy lindo, pero yo ya tengo… a alguien que me gusta mucho…

-          ¿A quién?

Suspiró profundamente y apretó los puños con fuerza.

-          A L.

-          Ya me lo imaginaba. Oh, bueno. ¿Qué más da?- inclinó el rostro y resopló- bueno, pero aun podemos ser amigos, ¿verdad?

-          Claro que sí.

-          ¿Puedo darle un abrazó?

Light se rascó la cabeza con un poco de fuerza y al final puso una rodilla en el suelo, y aceptó de buena gana el pequeño cuerpo del niño. Se quedaron así por un tiempo determinado, hasta que fue el mismo Hiei el que rompió el abrazo, tomó el rostro de Light y sin previo aviso, lo beso. En ese instante, la puerta se abrió y cerró un par de veces, sacando de su estupor a Light y alejando al niño, al mismo tiempo.

-          Por fin la pesadilla término- murmuró L, abriendo por tercera vez la puerta.

Light rojo hasta las orejas, esquivó a L y salió por la puerta. Caminó a paso apresurado hasta su habitación y ahí se encerró, traumatizado por lo que había pasado. Se quedó con la mente en blanco y recargado en la puerta, pero cuando pensó que las cosas no podían ser peor, L tocó la puerta y entró a la habitación, con una expresión un poco difícil de descifrar.

-          Me gustas- soltó de buenas a primeras, asustando a Light.

-          ¿Cómo?

-          Me gustas- repitió mirándolo directamente a los ojos.

-          ¿Qué?

-          Me gustas, me gustas, me gustas, me gustas- dijo una y otra vez, hasta que su compañero le puso una mano en la boca para que se callara.

-          En serio, para ser un genio, a veces actúas como un idiota- lo soltó y se alejó de él a una distancia prudente.

-          No pienso perder contra un niño- dijo, serio- ni tampoco darle algo que es mío.

-          ¿De qué diablos estás hablando? ¿Perder contra un niño? ¿Es qué acaso soy alguna especie de objeto o qué?

-          No, pero sé que si no soy sincero ahora… tus sentimientos por mí, podrían cambiar en un futuro.

-          ¿Mis sentimientos por ti?- repitió, molesto- ¿A cuáles sentimientos te refieres? Tú para mí no eres nada…

L lo calló con un beso furtivo, mientras lo empujaba a la cama.

-          Di lo que quieras, de todas formas no pienso ceder ni un poco de ti.

Después de ese pequeño malentendido, L se volvió aún más sobreprotector con Light y aunque permitía que Hiei lo siguiera viendo, no aceptaba ninguna expresión de cariño física, que el niño quisiera darle a su ahora amante. Las cosas para bien o mal, se fueron desarrollando por si solas. Ambos se querían, a pesar de ser tan orgullosos y de alguna u otra forma, siempre lograban arreglar las cosas entre los dos.

Por su parte Hiei estaba renuente a darse por vencido. No sabía cómo ganarle a L, pero sin duda Light sería suyo.

 

Fin

Notas finales:

¿Les gustó?

¿Sí?

¿No?

¿Por qué?

 

Bye, bye. Nos vemos :3


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