CULPA
****** ¿En qué crees?
No fue sino hasta ese momento en que me pregunte eso; de cualquier forma la respuesta que ahora encuentre no serviría de nada; siempre he pensado que no es bueno darle vueltas a las cosas que no se pueden remediar; solo queda seguir adelante; sin importar que aquello que te ayude a seguir sea una desesperanza, un demonio, una vez pensé que a pesar de ser un camino oscuro, su cálida presencia me confortaría, pero, lo perdí….
una vez que algo ha sido perdido jamás regresará*****
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- ¡¡¡Ohayo!!!! Ciel-chan!!!!!!!!!
- Que haces aquí
- ¿eh? Hoy estas más tranquilo que de costumbre
- No es eso… solo te di cinco segundos, para que te….- con una patada demoniaca, una de sus pocas habilidades, empujo lejos al de pelo acaramelado- ¡¡¡¡¡¡¡¡quitaras de encima!!!!!!!!
- Veo que cada día eres muy fuerte- decía el de cabellos ligeramente rosados y apariencia femenina, casi angelical; aunque generalmente ante ese comentario normalmente solía enfurecer; que humillante era para una criatura de los avernos ser comparado con los ángeles, criaturas en extremo puras- pero…. ¡¡¡eres muy brusco!!! No sé si eres “kawai” o “kowai”….
- Tsk, Déjate de juegos, mejor dime ¡por qué vienes a esta hora!
- Llevo aquí un buen rato, pero dormido te ves adorable, que no me atreví a despertarte- con las manos en el mentón el demonio se movía de un lado a otro, lanzando chispas contrastando la grisácea atmosfera del azulino, con la rosa suya
- Yume-san, porque hace miserable mi vida…- se lamentaba falsamente el menor de los demonios
- Ciel-chan…. Gomenasai….buaaaaaaaaaa!!!!!!
- Tampoco es para que te pongas a llorar- mascullo sarcástico el azulino
- Etto… será que volviste a soñar con Sebast….
- ¡Cierto! ¿Qué hora es?
- Más o menos las 43, Ciel…- algo le decía al de pelo rosa, que hablar de eso le lastima, aunque él creía vehementemente que sería mucho mejor ser honesto con sus sentimientos para poder seguir adelante, por eso no perdía oportunidad para intentar que Ciel hablara de “él”
- ¡¡¡Tan tarde!!!!
- No es el mundo humano… no tienes que preocuparte por el tiempo- pero fue acallado por una mirada asesina; y un nuevo golpe, uno más juguetón- vas a empezar otra vez
- Si yo no lo hago, ¿quién lo hará?
Un largo suspiro de resignación salió del demonio de pelo rosa; que no tuvo otra más que observar al menor transformándose en la “oyome-san” del moreno; que hasta el momento nunca se había tomado la molestia de apreciar siquiera con un cumplido, las faenas que pasaba el azulino.
Primero era el gran salón; quizá si fuera humano tardaría mucho en limpiar las dimensiones de aquella habitación, pero con rapidez demoniaca terminaba por dejar brillante los pisos, transparentes como el agua las ventanas y con flores frescas sobre la larga mesa de comedor; en tan solo treinta y cinco segundos humanos; y un parpadeo demoniaco; luego pasaba a ocuparse de las treinta habitaciones restantes de la gigantesca mansión Michaelis; había preservado el apellido de su mayordomo por costumbre y por anhelo de que algún día su mayordomo volviera; terminada su limpieza se dirigía a la cocina; de una u otra forma se las había ingeniado para dar sabor a la comida; nunca se había atrevido a devorar un alma; así que mezclo varios ingredientes hasta que le supieran a algo; de esa forma comenzó a cocinar; en un principio torpe como siempre había sido de humano; para después encontrar un refinamiento digno de un demonio; como lo era su demonio.
- ¿vas a llevarle el desayuno otra vez?
- Hai, no sé si lo coma, pero… la verdad es que preparo tanto que no puedo comerlo solo y sería un desperdicio tirarlo
- Entonces… ¿me darás un poco??- preguntaba conquistador
- NUNCA- respondió tajante
- ¡¡¡QUE CRUEL CIEL-CHAN!!!!- lloriqueaba el akuma - ¿Por qué tienes tantas atenciones con “él” si casi nunca lo ves!!!
Pero no respondido y siguió su camino hacia la habitación de su distante mayordomo; la verdad es que no deseaba enfrentarse a preguntas que no podía responder; había pensado mucho en decir que solo era un hábito, pero sabía que no podía mentir, así que prefirió callar; toco taciturno la puerta como lo hacía cotidianamente; esperando que nadie contestara; por lo general el moreno salía muy temprano y volvía excesivamente tarde; así que no era sorpresa encontrarse con el vacío.
- Voy a entrar- anuncio el pelí-azul al no oír como siempre respuesta alguna, silencioso se adentró en la habitación con una bandeja en las manos, dejando de lado al otro demonio que le hacía gestos como cada mañana, advirtiendo que si entraba moriría- como esperaba ya se ha marchado; igual le dejare esto, y luego me iré
- ¿Qué hace aquí?- cuestiono tieso un demonio alto, seductor y varonil de pelo azabache, que desafortunadamente se encontraba detrás del pequeño azulino
- Etto… yo solo…- agregaba aún de espaldas, meditándolo en cuestión de micras decidió, que lo mejor sería encararlo y explicarle la situación; pero sus habilidades demoniacas le fallaron y tropezó con un pliegue de la alfombra- ¡¡aaaahhhh!!!!
- Torpe como siempre- la bandeja voló por los aires, al igual que todo su contenido, pero gracias a la destreza que caracterizaba al azabache atrapo todo en la misma posición en que Ciel la había traído
- Arigato…- respondió avergonzado, sobándose la cabeza por el tropezón; pero se avergonzó más al percatarse que Sebastian había estado parado allí todo el tiempo, con tan solo una toalla que le tapaba las intimidades; y que al atrapar la bandeja había dejado caer- ¡aaaaaaaaahhhhhhhhh!!!!!!!!!
- ¿te impresionaste?- comento burlón el mayor, ante el nuevo grito del joven akuma
- Na…nada de eso… es.. solo…que, que – comenzaba a dudar, se odiaba por ser tan patético frente a Sebastian-¡que ensucie la alfombra! ¡Gomenasai! Voy… voy a limpiarlo
- ¿hummnn?-la verdad no entendía, hasta el momento en que el pelí-azul se arrodillo a limpiar una pequeñísima mancha de lo que parecía ser leche; sin ceremoniosos actos, el moreno decidió arrodillarse también, para después probar con un dedo lo que había derramado- ¿tu preparaste esto?
- Si…- confeso avergonzado, al ver el gesto del mayor, que parecía ser de desaprobación
- ¿cómo?
- ¿cómo qué?
- Como le diste sabor a las cosas, somos demonios, nada nos sabe a nada; pero esto; sabe realmente delicioso- agrego, con una casi imperceptible sonrisa, detalle que el menor noto, sintiendo en su interior un poco de felicidad- ¿ya desayunaste?
- ¿eh?- la pregunta le había sorprendido
- Ya veo que sí- concluyo el demonio de pelo negro, señalando la comisura de los labios de Ciel, que tenían unas cuantas migas, indicándole que se limpiara- debes ser más cuidadoso cuando comas…
- ¡Hai!- pero sus intentos por limpiarse fueron inútiles
- Déjalo eres muy torpe- Sebastian había acercado peligrosamente su rostro separando sus labios por escasas milésimas; con la mirada carmín seductora que lo caracterizaba; se aventuró a lamer los restos de comida del rostro de Ciel- veo que cocinas muy bien
Por su bien debía resistir y no padecer un infarto allí mismo; era poco decir que se había ruborizado ante la acción del mayor; y en otro intento fallido por ocultar sus reacciones, volteo el rostro para otro lado; lo que el azabache percibió instantáneamente colocándose de pie nuevamente; cubriéndose otra vez con la toalla; pero permaneciendo con el pecho descubierto, dejando ver su esculpido abdomen
- Voy a salir- arruinaba su pose principesca, con frías palabras propias de un bárbaro del medioevo, palabras que le quitaban el brillo a su armadura de caballero- no volveré hasta el siguiente invierno
- No tienes por qué decirme…. Tu puedes viajar o cualquier otra cosa; es tu decisión
***** Esta persona, es idéntica a él, su mirada, su rostro, su sonrisa desdibujada, definitivamente se parece a él; pero el ya no está…
¿Qué sucedió contigo? No, que sucedió conmigo, ¿qué me hiciste? Todo tú, solo eras una mentira que cree, pero me creí esa mentira; y ahora me he dado cuenta de que nunca te conocí, ¿cuál es tu nombre? ¿Qué te gusta? ¿Qué detestas? Nunca me detuve a preguntarte cosas como esa, al final no importaba, tú eras solo mío, y yo solo era tuyo; al menos mi alma; pero, ahora no tengo nada que ofrecerte, y esto se ha vuelto un fastidio, yo me he vuelto un fastidio para ti.
Conozco muy bien la sensación de luchar por algo inalcanzable, de dar todo de uno mismo y nunca obtener nada; cumpliste tu parte del trato, sin embargo, jamás cumpliré con mi parte; no se desde cuando empecé a pensar en todas estas cosas; desde cuando comencé a sentir todo esto…
¿Podría ser?.....
No, imposible…. Soy un demonio…. Yo no puedo……
Por eso,
Llame a este sentimiento,
Culpa*****