Sistema.
Esa mañana en particular cuando Jr. despertó había algo diferente. Al principio no lo podía afirmar pero cuando puso sus pies fuera de la cama, se dio cuenta de que ése Lunes primer día de clases después de lo que parecía un verano interminable sería definitivamente diferente. Se vistió para lo que parecía un funeral hermano, el uniforme de su Instituto era tan horrible como te lo puedas pedir pero ¿qué mierda?, ya tuvo suficientes problemas una vez cuando intentó hacer su asqueroso uniforme un poquito más moderno.
Como sea, Jr. no era el tipo de muchacho con el que quisieras tener problema, era agresivo, violento y un ícono de bardos en su puta vida. Su madre tuvo más de un dolor de cabeza con su precioso niño el año pasado y el anterior, y así desde que recuerda. Para ser sinceros, era todo un milagro que Jr. todavía asistiera a ése Instituto. No le agradaba a ninguna autoridad, de hecho ni siquiera a muchos estudiantes y compañeros de clase especialmente aquellos que tenían alguna marca en su rostro (un piñe) producto del puño de Jr.
Pero esto no se detiene aquí. Jr. incluso tenía problemas hasta en su casa lo que derivó en que asistiera a una Terapeuta dos veces por semana, ya que ésa fue la última palabra del Director del Instituto, solamente se quedaría si recibiera ayuda profesional y así su madre lo quería. Así que dos veces por semana Jr. tenía que ir a ver a ésta chica rubia y de voluminosos pechos y brillantes ojos azules en la qué no estaba interesado ni mucho menos.
Si, desde lejos podrías darte cuenta de que es el tipo de joven con el que no quieres tener problemas. Si le preguntas ¿por qué mijo por qué tanta “locura”?, la respuesta que te daría sería probablemente la misma que le da a su Terapeuta los martes y los jueves.
— Odio… todo… hasta a ti.
Y como puedes ver, su problema fuera cual fuera solamente estaba empeorando. La medicación, las píldoras y otras drogas que pudiera estar tomando simplemente lo mantenían quieto durante unas horas pero para ser sinceros su madre, Señora, hizo un mal, mal trabajo dándole el blister de pastillas a su hijo que la rubia de grandes pechos le medicó.
Porque cada vez que Jr. iba al Instituto tomaba una en sus manos y la arrojaba dentro del toilette. Y eso lo era todo “Si mamá… la tragué desde mi rica lengua hasta el fondo de mi estómago”.
Había solo una frase que se convirtió en su lema en la vida y ésa frase era “Lo que sea que se interponga en mí camino, lo voy a destruir”. Y ése lema, se convirtió en su lema personal, de hecho se tatúo esas peligrosas palabras en su brazo izquierdo.
Y ésa mañana cuando Jr. puso un pie dentro del aula, no sólo recibió la mirada de su barra sino también la mirada aterrada de cada chico dentro de aquel salón, era como un Dictador y no uno Idiota, sino uno que hasta le daba miedo a los profesores.
— Por un segundo, creí que no ibas a venir ¡Bastardo! — Aron exclamó en voz alta como si no le importará que uno de los profesores o hasta el Director estuvieran caminando del otro lado de la pared. (Cómo siempre lo hacían especialmente cerca de ellos tres). Si, porque la “barra del horror” consistía de tres bastardos que le habían vendido su alma a alguna clase de Demonio para ganar poder en aquella Tierra de nadie en la que se había convertido aquel Instituto en los últimos cuatro años. Para ser exactos, desde el año en que ellos tres empezaron. — Aron, tendría cuidado si fuera tú parece que Jr. no se ha tomado la pastilla hoy ¿eh? — MinHyun preguntó sonriendo mientras Jr. se sentaba sobre su mesa dándole la espalda al resto de la asustada aula.
— Nunca lo hace — Aron comentó ignorando a MinHyun. Jr. bostezó, encontraba esa conversación demasiado usada como para responderla su Maldad Real. Para ser sinceros, dentro de su negra cabeza el creía saber cual era su problema, algo que era un misterio hasta para su sombra. El creía que vivir todos los días en un maldito deja vu no lo ayudaba una mierda. Cada día era más de la misma dosis de drogas, aquellas que no tiraba al toilette.
No era su culpa tratar de animar un poco las cosas, incluso si eso significaba derramar un poco de sangre en el piso. Si, suena mal, pero después de cuatro años de esa mierda, ya no le importaba.
— Ahh… — fue su respuesta.
Vivía una constante apatía por todo, uno podría temer lo peor, porque después de haberlo destruido todo en su camino, no quedaba nada más para destruir que él mismo.
Pero ésa mañana su tedioso destino iba a cambiar, de mala manera. El profesor de Inglés entró al aula, un hombre gordo en contraste al ideal de hombre musculoso y rubio que todos los malditos Coreanos tenían en aquel salón de clases, todos se ubicaron rápidamente en su asiento, todos menos Jr. que permaneció de espaldas al pizarrón.
No estaba asustado ni nervioso ni nada que tú estarías si le fueras a jugar una broma tan sucia a tu profesor, esto era simplemente “normal” para él.
Aron le dirigió una mirada curiosa a MinHyun, era divertido para ellos ver como Jr. hacía este tipo de cosas a sus profesores. Algo iba a pasar, lo sabían, lo sabían porque Jr. no se iba a sentar incluso si el Profesor se lo ordenaba, digo, ¡eso no iba a pasar hoy!. El problema era que los profesores estaban enterados del alumno increíblemente enfermo mental con pura maldad que tenían y ése hombre ahí (el profesor de Inglés) no iba a arriesgar el culo de su hija por aquel bastardo que estaba sentado de espaldas a él.
Si, el sistema estaba jodido por hijos de puta como Jr.
Las cosas se volvieron un poco molestas para Jr. cuando no escuchó la voz del Profesor ordenándole que tome asiento. Así que de alguna manera u otra, el culo de su hija iba a ser jodido, le convenía ordenarle algo si quería preservar su virginidad para alguien más digno.
Y como prediciendo su horrible destino, el hombre, si dijo algo, algo que atrapó la atención de todos, incluso la de Jr.
— Buenos días alumnos, hoy vamos a tomarnos unos minutos para recibir en nuestro Instituto una nueva cara que nos acompañará esté año, por favor sean amables — y su voz se desvaneció como la voz del presentador de un concierto, mierda, Jr. convulsionaba de emoción. Iba a tener en su territorio a una nueva víctima a quien hacerle la vida un infierno, el profesor hizo un buen trabajo, quizás su hija permaneciera virgen.
Jr. escuchó las puertas del salón abrirse y sintió que una corriente eléctrica destruía sus neuronas internamente, si nadie niega el hecho de que quizás se estuviera convirtiendo en un maldito psicópata o asesino, pero eso no importaba ahora, no ahora que Jr. escuchó las pisadas pesadas, rudas de aquel idiota que entraba en su maldito territorio.
Nadie habló, nadie incluso de profesor quien según Jr. colocó una mano sobre los hombros del nuevo alumno.
Silencio, incómodo silencio. Jr. entonces creyó que el nuevo estaría mirando a sus compañeros de clase con una estúpida sonrisa de lado a lado esperando un recibimiento abrumador de todos ellos, y ellos pensando “Oh!, estupendo un compañero más para el equipo de baloncesto”. ¡Mierda!, la sonrisa malvada de Jr. se ensanchó tanto como pudo, ése pedazo de basura tenía los días contados ahí. Así que encantando por tanta estupidez Jr. volteó para ver al nuevo compañero de clases que sorpresa, desagradable sorpresa se llevó al ver que aquel tipo estaba lejos de ser un idiota de dos años.
De hecho era como mirarse en un espejo, un maldito espejo. Eso no podía ser bueno. — Preséntate hijo — el profesor quien sin dudas iba a tener a su hija jodida dijo. El tipo le dio una mirada fría, fría como si de hecho él también se fuera a coger a su hija.
¡Vamos hombre!, a nadie le gusta presentarse. Jr. sintió como su adrenalina corría rápido dentro de su sistema, algo iba a pasar, oía los tambores en sus oídos, alarma roja, abortar… ah!, nada sucedió, el tipo hizo una mueca restándole importancia y caminó por la hilera de bancos hasta ocupar uno vació. El profesor no dijo totalmente nada, de repente supo que éste tipo nuevo iba a ser un problema tan grande como Jr.