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Come Undone por HokutoSexy

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Notas del fanfic:

Drabbles.

Esta historia fue desarrollada por Hokuto Sexy en complicidad con Althariel Tasartir, Zephyr es un personaje original creado por nosotras, Aioria, Milo y Shura son personajes que pertenecen a Masami Kurumada, sin embargo el back out de Shura lo desarrollamos en conjunto para dicha historia. Publicación sin ánimos de lucro.

Para IGR.

N. de la A.

Debido a los permisos de publicación (unicamente textos con mínimo 500 palabras) al tratarse de drabbles de entre 150 y 250 palabras, en cada capítulo he aglutinado 3 o 4 drabbles.

 

I. Mine


Tenía suerte de no haberse encontrado con nadie más, en realidad tenía mucha suerte, en primera lo que hacía no estaba bien, tampoco era normal, casi era contra natura dada su personalidad, era una utopía él mismo, se avergonzaba de no ejecutar lo que él mismo pregonaba y se sentía merecedor de ir a parar al fondo del Inframundo sin posibilidad de viajar con Caronte.


Suerte… ciertamente él era un pobre diablo, un pillo cualquiera con una suerte de mierda que no acababa de comprender, rodeado de maldad, de traiciones, de su propia alma diluida y de la cuál cada vez quedaba menos, parecía que tiempo atrás en aquella hecatombe por Aioros había perdido su alma y hoy en día no era más que un ente ambulante entre este mundo y el otro.


Así que daba igual estar borracho como una cuba, daba igual fumar, daba igual inhalar algo prohibido, sólo que ya había ido muy lejos cuando empezó a escaparse para perderse en la ciudad.


 




II. Immaculate dream


-Y una mierda – vociferó para sí mismo mientras caminaba a paso firme y dejaba atrás el refugio mezclándose con los civiles, como cualquier otro.


A pesar de los muchos años que llevaba viviendo en Grecia, hablando griego moderno y jerga vulgar como la que hablaban Milo y Aioria, su peculiar acento español jamás se pudo borrar del todo, y por más que el se empeñaba en borrarlo no lo lograba, saliendo de sus labios un griego perfecto pero evidentemente extranjero, meteco, le hubiese dicho Aioros, y le hubiese repetido mil veces que le gustaba su acento hispano. Y tal vez por ello él se esforzaba más por borrarlo de golpe.


Le dolía… hasta arrancarle las entrañas y un poco más.


Por eso se había vuelto a los brazos de esos pequeños placeres ocultos, cansado del sillón de su templo en el que se hundía en pensamientos nada agradables, y un día se le ocurrió la genial idea de perderse en la ciudad por la noche, de meterse a un bar como cualquier otro.


 




III. Made breath and skin


No sé por qué insisto en seguir haciendo esta misma estupidez arriesgándome a que me vean aquí metido en un tugurio nada digno.


Pensaba en silencio mientras los estrobos del bar de moda le taladraban los sentidos y las luces de colores casi le dejaban ciego, sentado en la barra con un trago en las manos y perdido en sus pensamientos. Shura había descubierto que el mejor lugar para observar todo era precisamente la barra, las idas y venidas, los ligues, todo sucedía ahí, así es como algunas noches el español estaba de humor y se hacía de compañía, aunque no siempre concretaba lo que empezaba.


El problema era que nunca podía concretar nada porque realmente no buscaba nada, y de hombres mejor ni hablar, las poquísimas experiencias homosexuales que tuvo fueron con su compañero de armas y una vez con un desconocido con el que no llegó a nada.


 




IV. I've been waiting for you


Pagó lo que había consumido y salió, caminando solo por la calle en la siguiente esquina vio aquel pequeño bar que tenía colgada muy orgullosamente una bandera que indicaba ser un lugar de ambiente gay casi como un triunfo en Salamina, esbozó algo parecido a una sonrisa, ciertamente eso también se le olvido, y movido por que sí, simplemente se metió para buscar la barra donde todo pasaba.


Entró derecho sin mirar a nadie, la música era menos estridente, se preguntó que carajo estaba haciendo ahí metido sin saber que hacer, así que encontró a bien sentarse hundido en un cognac con hielos, se sentía ridículo, las personas ahí parecían mirarle con curiosidad, oí risas de los que charlaban mientras en una mesa en la esquina del lugar un grupo de amigos le contemplaban sin decoro comentando que era guapo y apostando quién iría a hablarle.


Uno de ellos, de cara angelical, tez acaramelada por el sol, cabello castaño claro, semi largo, revuelto y ojos color miel se atragantó con la cerveza, no podía parar de observarle y pensaba que con mucho aquel hombre destilaba una energía magnética, brutal, era la casualidad que estaba esperando.


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