Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dos clases de sentimientos por Likachu

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gracias por sus comentarios, aquí está la continuación.

 

Sekaiichi Hatsukoi y sus personajes pertenecen a Shungiku Nakamura. Este es un fanfiction hecho por diversión y sin finalidad de lucro.

    Capítulo 5: Cambios

 

 

      ¿Qué dijo?; ¿QUÉ DEMONIOS ACABA DE DECIR?; ¿Qué clase de estúpido cree que soy?; NO, él es el único estúpido y todavía no sabe de quién está tratando de burlarse.

 

 –Así que tu… –hablé intentando opacar todo el dolor y enojo que sentía con un disfraz de burla y diversión –bien, entonces a los dos les deseo un embarazo y matrimonio feliz, mmf. –concluí mi actuación con esa pequeña risa y con toda la fingida calma de que fui capaz, me dirigí hacia la salida, pero…

 

–¡Espera! por favor escúchame, te juro que lo que te digo es verdad –más rápido de lo que hubiese imaginado, encuentro a Onodera con supuesta consternación, bloqueando la puerta.

 

      Acaso no entiende que mi auto-control está llegando a su fin; ¿cuánto tiempo más pretende seguir presionando su suerte de está forma?

 

–Onodera, es mejor que te hagas a un lado si sabes lo que te conviene –me dirijo a él, con una voz totalmente neutra. Se que estoy perdiendo la compostura y necesito salir de aquí AHORA.

 

      Pensar que apenas minutos atrás, sentía que nada jamás, podría ensombrecer la felicidad que me brindara aquella traicionera declaración tuya.

 

–NO, no pienso moverme de aquí, hasta que me dejes explicarte –la determinación en sus ojos y el hecho de desear, engañarme a mi mismo con que en verdad pueda haber una explicación, hacen crecer en mi interior un leve brillo de esperanza, que aún sabiendo perfectamente el daño que me causará, no logro ignorar.

 

–Habla de una vez entonces, para que pueda dejar de perder mi tiempo aquí –claramente lo herí con mi comentario, sin embargo no por eso perdió el tiempo, comenzó a reunir todas esas hojas de papel que se encontraban dispersas por su departamento; al terminar las guardó en un folder que me entrego. –. ¿Para qué se supone que quiero esto? –repliqué sintiendo que volvía a perder la paciencia.

 

–La… las hojas que coloqué al principio, solo léelas –ya basta, sin ningún miramiento, arrojo el documento que recién me entregó al suelo.

 

–Si hay algo que tengas que decir, solo hazlo y déjate de estupideces –dudo que se esperara semejante reacción, pero yo necesito escuchar su voz y observar cada expresión en su rostro, cuando me “ilustre” la situación.

 

–Yo… –parece detenerse para tomar aire antes de continuar –fuí apenas la tarde de ayer, a recoger unos análisis que me efectúe hace algunos días y…– a medida que habla cada vez su rostro adquiere mayor palidez –una vez ahí, el doctor me informo de mi condición, no sin antes explicarme aquello que la hiciese posible. Créeme que en un principio tampoco podía dar crédito a sus palabras, pero…

.

.

.

.

.

 

 

      Onodera no ha dejado de hablar, aún cuando se expresa con torpeza y sumo nerviosismo. Sin embargo, todo lo que ha dicho es tan… irreal. Aún así, no puedo concebir que me este mintiendo; su rostro, sus ojos, esto es verdad.

 

–Eso es ya, todo lo que se –concluye finalmente su relato y aunque ya no puedo dudar de la veracidad de todo esto, lo cierto es que necesito algunos segundos para asimilarlo, por lo que el silencio se apodera totalmente de mí.

 

 –¿Takano-san…? –puedo escuchar como me llama en un débil susurro, más todavía no soy capaz de reaccionar –entiendo –¿eh, qué se supone que entiende? –, no te preocupes, se perfectamente que esto es algo que nadie aceptaría –puedo darme cuenta como intenta contener el llanto mientras habla –pero me alegra que me hayas escuchado, ¿podrías irte ahora? –lo último que dijo me devolvió por fin la lucidez.

 

–¿No te había dicho, que sin importar que, todo estaría bien? –pregunto al tiempo que me acerco a él con una sonrisa, al escucharme sus ojos se abren como platos y aquellas lágrimas que tanto habían luchado por salir, finalmente surcan sin piedad su hermoso rostro.

 

–Ahora estamos juntos y es todo lo que realmente importa –digo mientras limpió esas lágrimas con mis dedos y junto sus labios con los míos. Comienzo a empujarlo, hasta llegar a su habitación y finalmente llegar hasta la cama, pero…

 

–¿Qué demonios…? ¡Cómo haces para tener el mismo desastre en la sala, la habitación y hasta encima de la maldita cama? –le cuestiono, con toda la exasperación que el absoluto desorden en su hogar me hace sentir.

 

 –¡HA? esto es… porque te invitas sin avisar y ayer y también esta mañana no tuve tiempo y… –habla con tanta prisa, a la vez que mueve las manos como loco, de manera que cualquiera creería, que se defiende de una acusación de asalto a mano armada, o algo parecido. –además, eres la persona menos indicada para venir a MÍ CASA a decirme esas cosas, sino te gusta, nadie te tiene aquí a la fuerza.

 

–¿Ya terminaste? –pregunto, de brazos cruzados, cuando por fin detiene su molesto discurso. Sin embargo la única respuesta que obtengo de su parte es una mueca y una infantil mirada retadora. Supongo que de ahora en adelante deberé tener más paciencia, pero eso está bien para mí. –. Tomaré eso como un sí, entonces comencemos, a partir de ahora habrá muchos cambios aquí y partiremos de poner todo este lugar en orden.

 

–¿Qué, ahora?; eso no… no es necesario y de hecho puedo encargarme por mí mismo, hazme el favor de marcharte a tu casa.

 

      Verdaderamente parece que estoy lidiando con un niño, que se rehúsa a cumplir con sus quehaceres, pero si es la clase de trato que deseas recibir, es exactamente lo que tendrás.

 

–Oye, qué quieres, ¡aléjate! –grita en vano esfuerzo, mientras me observa aproximarme con el único propósito de cumplir mi cometido.

.

.

.

.

     

      Después de aquello, pasamos las últimas cuatro horas limpiando el muladar que tiene por departamento y ahora este luce irreconocible. Vaya si me siento cansado, en realidad no dejé que Onodera hiciera mucho por lo mismo, casi solo permití que me indicara el lugar donde suele guardar cada cosa; Mientras el se dedicaba a preparar la cena de acuerdo a la dieta impuesta por su doctor. Claro que también en eso tuve que ayudar, dándole instrucciones precisas de cómo debía elaborar cada platillo.

 

–Es increíble que desconozcas hasta lo más básico de la cocina tradicional –digo ahora que finalmente podemos cenar tranquilamente y en orden.

 

–Cállate, no te creas tanto solo porque sabes cocinar, tampoco es como si fuera la gran cosa.

 

–En estos momentos lo es; y hablando de eso, ya pensaste si quieres que se lo digamos a tus padres en una cena aquí o si prefieres ir a su casa para…

 

–¡QUEEEEÉ? –fue aquel estridente grito el que no me permitiese terminar mi oración.

 

 –¡Que escándalo!, no me digas que todavía no habías pensado en eso –indago enarcando una ceja ante la posibilidad de aquello.

 

 –¡Por supuesto que lo había pensado! –y de nuevo esa actitud infantil, –es solo que, no sabría por donde empezar, no se que dirán; y bueno, también tendría que hablarles de…

 

–¿De mí?; vamos a ser padres y no deseas presentarme como tu pareja.

 

 –NO, no es lo que quiero decir, pero es muy pronto, y… tal vez debería decir solo una noticia a la vez –su voz entrecortada y ese sonrojo, no permiten que su inseguridad me moleste, pese a que en ocasiones me ha llegado a resultar insufrible, más no ahora.

 

      De manera que me pongo de pie y me arrodillo frente a él tomando sus manos entre las mías, no sin percatarme de la sorpresa y confusión que mis actos le causan.

 

 –No hay nada que temer, yo estaré contigo para apoyarte en todo momento –digo en el tono más suave que me es posible –, así que… ¿confiarías en mí?

 

–…Sí –me responde, todavía más sonrojado que antes, (si acaso es posible) y solo con su voz y su mirada, es capaz de trasmitirme la veracidad que encierra aquella breve respuesta suya.

 

–Gracias.

 

      Sí, hoy todo es diferente, después de lo que pareció una eternidad, he vuelto a escuchar que me amas y aunque todavía es extraño pensarlo siquiera, me siento inmensamente feliz, porque cual si fuera un milagro, dentro de poco seremos una familia; eso que nunca he tenido y aun cuando me cueste reconocerlo, siempre deseé…

 

CONTINUARÁ…

 

 

Notas finales:

Mmm... por eso no me gusta narrar el punto de vista de Takano. Gracias por leer y comentar.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).