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Dos clases de sentimientos por Likachu

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Notas del capitulo:

Creo que soy mala para plantear trivias XD, pero aquí está la continuación, gracias por sus comentarios.

 

Sekaiichi Hatsukoi y sus personajes pertenecen a Shungiku Nakamura. Este es un fanfiction hecho por diversión y sin finalidad de lucro.

Capítulo 7: Temores

 

      Ya ha pasado una semana, desde que Onodera renunció a su trabajo en Marukawa, al principio lo note cabizbajo por ello, pero por fortuna pareció hacerlo sentir mucho mejor el hecho de que como siempre, llevara trabajo a casa y lo realizáramos juntos, supongo que es parte de nuestro tiempo de calidad.

 

      Pero aún así, yo lo hecho de menos en la editorial y lo cierto es que también en la intimidad, desde hace más de un mes que no me permite tocarlo; se supone que es algo normal en muchos casos el hecho de que el apetito sexual disminuya durante el embarazo, aunque yo terminé enterándome de eso hasta que el doctor nos lo explicó, la verdad había pensado que sería todo lo contrario, como suele verse en películas y series de televisión.

 

     Supongo que era esperar demasiado que Onodera se mostrara excitado todo el tiempo, como les sucede a algunas mujeres embarazadas; pero al menos quisiera tenerlo a mi lado todo el tiempo como antes… aunque eso sea egoísta.

 

      Ya que ahora, incluso ocurre que al llegar a casa después del trabajo, él no se encuentra por haber salido con su madre, que continuamente viene a buscarlo en auto acompañada de su chofer; o al menos eso es lo que dice Onodera, ¡NO! se perfectamente que no debo desconfiar de el, es solo que en verdad no puedo evitarlo.

 

     El hecho de que me haga a un lado de esa manera me es insoportable, siento la necesidad de llamarlo a cada momento para confirmar donde está, y solo en el tiempo en que estamos juntos soy capaz de sentirme tranquilo y feliz.

 

     Antes podía vivir por mi trabajo, pero ahora, al haber experimentado la auténtica felicidad, teniéndote como mi pareja después de que me hayas confesado que me amas y saber que tendremos una familia juntos; ya no es posible para mí concebir siquiera la idea de regresar a la vida totalmente vacía y sin sentido que he llevado desde que tengo memoria.

 

      ¿Y si las constantes salidas con tu madre, poco tienen que ver con que busquen juntos artículos para nuestro bebé como tratas de hacerme creer? Después de todo, tus padres dejaron claro desde el inicio, su descontento de que estuvieras en una relación homosexual. Acaso entre ambos intentan convencerte de dejarme.

 

      ¿Qué más podría ser?; si… buscan apartarte de mi siempre que se presenta la ocasión y ¿qué pasaría si no son los únicos que intentan hacerlo, qué pasa si tu también estás ya buscando la manera de alejarte, NO, NO, NO, YO SE QUE NO LO HARÍAS. Pero entonces, por qué no soy capaz de apartar todos estos temores de mi mente, de mi alma y mi corazón.

 

      Sin embrago no puedo decirte absolutamente nada, ya que el más grande miedo, es que tu llegaras a darte cuenta de estos sentimientos…

.

.

.

 

 –Estoy en casa.

 

 –Bie- bienvenido… –es increíble que todavía no sea capaz de decir siquiera eso sin sonrojarse.

 

–¿Cómo han estado los dos? –pregunto al acercármele y colocar una de mis manos en su vientre, en tanto que con la otra, tomo su rostro y deposito un ligero beso en la comisura de sus labios.

 

–¡No hagas eso, es vergonzoso! –exclama alejándose de mi un par de pasos.

 

–¿No crees que es demasiado pudor, para un embarazado de cuatro meses? –le devuelvo con una sonrisa.

 

–Idiota –espetó molesto, al haberse quedado sin argumento alguno.

 

–¿Y bien qué vamos a cenar, quieres salir a algún lado o…?

 

–En realidad ya te preparé la cena, está sobre la mesa, pero no podré quedarme a comer juntos, mi madre ya no tarda en llegar, me llamó hace una hora diciendo que quiere llevarme a unas clases de yoga prenatal cuyo instructor al parecer es muy reconocido.

 

–Siempre había pensado que ese tipo de actividades se realizaban durante el día –puedo ser el único que piense, que estas no son horas de ir a una maldita clase de yoga.

 

–Bueno es que mamá no tenía tiempo durante el día así que… –si, lo apuesto, todo su tiempo empieza en el momento que sabe perfectamente que yo estaré en la casa –como necesito que me acompañé, no ví problema en que fuera tan tarde.

 

–Yo también podría acompañarte.

 

–¿QUÉ, pero cómo se te ocurre?; la única razón por la que puedo asistir a ese tipo de cosas, es porque mamá suele inventar historias de que ella está embarazada y que al tener mi padre meses de no volver del extranjero, me pide a mi como su hijo que le de apoyo moral, realizando cada actividad que ella hace para sentirse un poco mejor. Dice que al final tiene pensado decir que fue un embarazo psicológico. La verdad no se como tiene el valor de todo esto, pero se que lo hace por mí. No puedo simplemente decirle, no quiero ir.

 

–Sí, te entiendo, te esperaré entonces. ¿Cómo a qué hora crees que estarás de regreso?

 

–Mmmm… olvide preguntarle cuánto duraba la clase, pero supongo que… –repentinamente el sonido de su teléfono interrumpe “oportunamente” nuestra conversación y creo imaginar de quién se trata  –¿hola?; sí, ya estoy listo, bajo en seguida. Era ella, me está esperando abajo, nos vemos después –dice mientras sale apresurado del departamento, dejándome una vez más en completa soledad.

.

.

.

 

 

      Ya son más de las doce, y tiene su teléfono apagado; no puedo soportarlo más, en este momento voy a buscarlo. Tomo las llaves de mi auto, pero al salir de la habitación, me encuentro con Onodera que va entrando a la casa.

 

–Takano-san, ¿aún no te has dormido, pens…?

 

–¿Tienes idea de qué hora es? –le interrumpo sin detenerme en ocultar la ira que me invade, de la cual ya no tengo control.

 

–Ammh… sí, lo lamento. Cuando finalizó la clase, mi madre insistió que fuéramos a una cena con unos amigos de la familia y bueno, si hubiese tenido que traerme en ese momento, se habría retrasado y no quería causarle más molestias –aunque no tienes reparo en dármelas a mi  –, quise llamarte para avisar, pero olvide cargar el teléfono y me quede sin batería –muy conveniente.

 

–Que desfavorable que ni en el lugar donde cenaron, ni ninguna de las personas con quienes estabas, tuvieran un teléfono para prestarte –dije con notable sarcasmo.

 

–Tienes razón, que tonto soy, te aseguro que nunca me pasó por la cabeza algo tan obvio –respondió sosteniendo su cabeza con la mano derecha, mostrando una expresión entre apenada y divertida, sin embargo, a mi no me es posible compartir su diversión.

 

–De manera que el hecho de haberme tenido horas preocupado, es algo divertido para ti –hablo elevando mi tono de voz

 

–Escucha, se que estuvo mal de mi parte el no haberte llamado, pero estás exagerando demasiado las cosas –puedo ver en su cara, la molestia que mi forma de hablarle le causó –. Ya me dijiste lo que tenías que decir y yo ya me disculpe contigo, así que fin de la discusión, buenas noches.

 

–¡No me…! –dejándome con la palabra en la boca, Onodera entra a la habitación cerrando la puerta detrás suyo.

 

     Siento la necesidad de seguirlo y reclamarle por aquello, pero logro contenerme y recuperar la calma, no puedo hacer más que agradecer silenciosamente que se haya ido. De haber continuado hablando, no se lo que habría podido decir y peor aún, lo que habría podido hacer…

 

      Lo mejor será que pase lo que resta de la noche aquí en la sala, de cualquier forma, no creo poder dormir, solo apoyaré la cabeza en el respaldo un momento y descansaré los ojos; sí, solo un momento…

 

–…mune, Masamune, ¡Masamune! –¿quién es, por qué me llama con tanta insistencia? –¡MASAMUNE! –aaargh, que fastidio, supongo que no me queda más opción que abrir los ojos.

 

      Esto es… pero ¿qué ocurre?; yo debería estar… ¿dónde?

 

–Masamune, ¿acaso no oyes que te estoy hablando?; honestamente… tienes nueve años y todavía no eres capaz de prestar atención cuando alguien se dirige hacia ti –ya veo, es mi madre quien habla  –, tu profesor llamo, diciendo que estás muy distraído en clase, incluso me preguntó si has estado durmiendo bien o si tenemos algún problema familiar, porque aun cuando no ha sido mucho tus calificaciones han bajado y pareces ausente en la escuela. ¡Qué se supone que te la pasas haciendo, por qué no dejas de dar problemas? Sabes bien que tu padre y yo estamos ocupados con el trabajo, en tanto tu te dedicas a perder el tiempo y a desvelarte haciendo quién sabe qué, olvidándote de tus estudios y haciéndonos quedar en vergüenza. Esta es la última vez que quiero escuchar algo como esto, espero que haya quedado claro.

 

     Así fué, nunca más mis padres tuvieron ese tipo de llamadas; presté la debida atención en la escuela y renuncié a sentirme deprimido por algo que a final de cuentas era lo más natural del mundo. Así es, el que ellos nunca me brindasen interés, siempre fue normal y justo como dijo Kotoko el problema era yo, con esa soledad en mi interior que jamás fué capaz de resignarse a aquello…

 

–Takano-san –¿Ritsu?, comprendo, aún estoy soñando –Takano-san, lamento lo de antes, me exalté yo…

 

–No te disculpes, fuí yo quien perdió la compostura, pero prometo que no volverá a suceder –le interrumpo, mientras le abrazo con delicadeza y al sentir el calor de su cuerpo, puedo darme cuenta que el sueño ha terminado y esta es mi realidad.

 

–¿Vamos a la habitación entonces? –cuestiona con una hermosa sonrisa en su rostro y como si de un oasis se tratase, llena cada rincón de mí alma, cual desierto vacía.

 

      En efecto no debería volver a suceder; se muy bien como suprimir mis emociones cuando es necesario, es un truco que aprendí hace mucho tiempo. Sin embargo, con cada día que pasa logro convencerme aún más, que eres la excepción a esa regla, no es posible que me reprima cuando se trata de ti…

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

Notas finales:

Gracias por leer y comentar.


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