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Dos clases de sentimientos por Likachu

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Notas del capitulo:

Creo que a nadie le gustó el capítulo anterior y desafortunadamente eso significa que tampoco les gustará este capítulo, el cual puede considerarse el más flojo de todos (que lo es), pero me parecía que era necesario, así que está es la continuación.

 

Sekaiichi Hatsukoi y sus personajes pertenecen a Shungiku Nakamura. Este es una fanfiction hecho por diversión y sin finalidad de lucro.

Capítulo 8: Reflejo

 

 

 

Es inaudito pensar que solo es el cuarto mes y ya me siento así, no quiero ni pensar como será durante el último trimestre, cuando aún ahora el sueño y la fatiga parecen no tener fin. Además haber tenido que renunciar al trabajo y quedarme en casa sin hacer nada, no es ninguna ayuda a mi salud mental.

 

     Pero el hecho de que pudieran darse cuenta en la editorial de mi condición, me causaba tal paranoia que no pude resistir más y le tome la palabra a mi madre cuando me recordó que el momento de dejar el trabajo había llegado.

 

     Y bueno, al menos todavía me mantengo ocupado con el trabajo que trae Takano-san a casa. Aunque me pregunto si ahora que no estoy activo, estarán sobrecargados en Esmeralda; ya que desde que estoy fuera mí, emh… ex editor en jefe, parece agotado independientemente si se trata del inicio o fin de ciclo; pero tal vez es solo mi imaginación.

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      Debo apresurarme mi madre llegará en quince minutos para irnos. Menos mal que ya tengo lista la cena de Takano-san, espero que no le importe cenar solo hoy, no me esperaba la llamada de mamá a estás horas, claro que realmente no me importa que lo hiciera. Me hace feliz que todo vaya tan bien con mis padres y con Takano-san, jamás pensé que sería posible.

 

      Cuando me enteré del embarazo en lo único que podía pensar es que mi vida había terminado. Pero supongo que hasta cierto punto tenía algo de razón, solo que lo que finalizó fue sencillamente una etapa, dando paso a otra aún más enriquecedora que la anterior…

 

  

–Estoy en casa  –¡es Takano-san!

 

 –Bie- bienvenido… –argh, por qué aun cuando estamos viviendo juntos no puedo dejar de inquietarme ante su cercanía.

 

–¿Cómo han estado los dos?

 

–¡No hagas eso, es vergonzoso! –habló horrorizado, desasiendo su repentino beso y abrazo. Definitivamente nunca me acostumbraré a esas… muestras de afecto que llegan de la nada por su parte.

 

–¿No crees que es demasiado pudor, para un embarazado de cuatro meses? –dice, claramente burlándose de mi.

 

–Idiota –doy como única y merecida respuesta a su “brillante” pregunta.

 

–¿Y bien qué vamos a cenar, quieres salir a algún lado o…?

 

–En realidad ya te preparé la cena, está sobre la mesa –le interrumpó rápidamente –, pero no podré quedarme a comer juntos, mi madre ya no tarda en llegar, me llamó hace una hora diciendo que quiere llevarme a unas clases de yoga prenatal cuyo instructor al parecer es muy reconocido.

 

–Siempre había pensado que ese tipo de actividades se realizaban durante el día –sí, supongo que cualquiera creería lo mismo.

 

–Bueno es que mamá no tenía tiempo durante el día así que… como necesito que me acompañé, no ví problema en que fuera tan tarde.

 

–Yo también podría acompañarte.

 

–¿QUÉ, pero cómo se te ocurre? –en verdad a veces no se que pasa por su cabeza –; la única razón por la que puedo asistir a ese tipo de cosas, es porque mamá suele inventar historias de que ella está embarazada y que al tener mi padre meses de no volver del extranjero, me pide a mi como su hijo que le de apoyo moral, realizando cada actividad que ella hace para sentirse un poco mejor. Dice que al final tiene pensado decir que fue un embarazo psicológico. La verdad no se como tiene el valor de todo esto, pero se que lo hace por mí. No puedo simplemente decirle, no quiero ir.

 

–Sí, te entiendo, te esperaré entonces. ¿Cómo a qué hora crees que estarás de regreso? –gracias a dios que lo aceptó.

 

–Mmmm… olvide preguntarle cuánto duraba la clase, pero supongo que… –oh, mi teléfono está sonando  –¿hola?; sí, ya estoy listo, bajo en seguida. Era ella, me está esperando abajo, nos vemos después –por un momento perdí la noción del tiempo, espero que no tenga mucho de haber llegado.

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     No puede ser, son las doce veintiséis, Takano-san ya debe estar dormido, de manera que debo procurar no hacer ruido. Pero ¿qué…?

 

–Takano-san, ¿aún no te has dormido, pens…?

 

–¿Tienes idea de qué hora es? –vaya, está molesto.

 

–Ammh… sí, lo lamento. Cuando finalizó la clase, mi madre insistió que fuéramos a una cena con unos amigos de la familia y bueno, si hubiese tenido que traerme en ese momento, se habría retrasado y no quería causarle más molestias, quise llamarte para avisar, pero olvide cargar el teléfono y me quede sin batería.

 

–Que desfavorable que ni en el lugar donde cenaron, ni ninguna de las personas con quienes estabas, tuvieran un teléfono para prestarte –eso es verdad, aunque no tendría que decirlo con tanto sarcasmo; pero supongo que debo tener paciencia, después de todo la culpa es enteramente mía.

 

–Tienes razón, que tonto soy, te aseguro que nunca me pasó por la cabeza algo tan obvio –respondo mientras coloco por reflejo mi mano en mi nuca, casi siento como si estuviera siendo regañado por mi padre, y ese simple pensamiento dibuja en mi rostro una leve sonrisa.

 

–De manera que el hecho de haberme tenido horas preocupado, es algo divertido para ti –¿qué, acaba de gritarme?

 

–Escucha, se que estuvo mal de mi parte el no haberte llamado, pero estás exagerando demasiado las cosas –¿por qué tienes que reaccionar así por algo tan tonto?; es decir, sabías perfectamente dónde estaba y pese a qué te expliqué la razón de no haberme comunicado, te muestras cada vez más irrazonable –. Ya me dijiste lo que tenías que decir y yo ya me disculpe contigo, así que fin de la discusión, buenas noches.

 

–¡No me…! –intenta gritarme para seguir “hablando”, pero sin siquiera dejar que termine aquella frase, cierro la puerta de la habitación azotándola con fuerza.

 

      Que me siga cuando haya calmado sus ímpetus, estoy cansado y lo único que quiero es dormir; a-además el se lo busco. Sí, si desea congelarse en la sala por dignidad a mí no me importa.

 

       Claro, a final de cuentas el tiene la culpa por, por, ¡aaargh, cuando se supone que se va a tragar su maldito orgullo y entrará a la habitación? O acaso, la verdadera razón de que este molesto es… el hecho de que yo no sienta deseos de hacerlo desde hace ya algún tiempo.

 

     Cuando Sanjoin-sensei dijó que aquello era normal, Takano-san pareció aceptarlo bien; ¿estaría fingiendo? Sí, es natural que así sea… debe estarse cansando de mí y por ese motivo busca un pretexto para que nos separemos, porque empieza a considerarme una carga, y si a ello agrego el que después de mi renuncia dejé de proveer ayuda alguna a nuestra economía, es fácil concluir que él desee marcharse.

 

      Será posible que ni siquiera ya se encuentre en el apartamento, ¿tuvo suficiente y simplemente se fue?

 

      ¿Por qué estoy llorando?; s-si, si se ha ido, no hay nada que hacer y, y, yo no… ¡VAMOS ABRE LA MALDITA PUERTA, QUÉ DEMONIOS ESTÁS ESPERANDO?

 

     Ya no soporto más, necesito despejar mis dudas en este momento; ¿qué pasa? Ponerme de pie debería ser sencillo, por qué mi cuerpo no me obedece, vamos… ¡ya está!; ahora solo tengo que caminar hacia la puerta, así. Ahora, ábrela. ¡inútiles ojos que se cierran por inercia!

 

–Takano-san –susurro débilmente, y al no tener respuesta el pánico que se apodera de mi ser, hace que mis ojos se abran súbitamente, llenándome al instante de un profundo alivio por encontrar al causante de todas mis preocupaciones durmiendo tranquilamente.

 

     Una tranquilidad que empieza a invadirme, tornando mi pasada expresión de terror en una sonrisa que seca por si sola aquellas fastidiosas lágrimas que hace tan poco ensombrecieran la bella imagen frente a mí.

 

–Takano-san –me atrevo finalmente a despertarlo –Takano-san, lamento lo de antes, me exalté yo…

 

–No te disculpes, fuí yo quien perdió la compostura, pero prometo que no volverá a suceder –parece vengarse por lo de antes al no dejarme terminar, pero hablándome con tanta dulzura, que creo que lo dejaré pasar.

 

–¿Vamos a la habitación entonces? –le sonrío dándole a entender que todo está bien, y espero y confío que el se sienta de la misma forma.

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

Notas finales:

Gracias por leer y comentar.


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