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Cuando vayas a morir... por kozzha

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Notas del capitulo:

Dedicato a Zendeciel sama y Suou... 

 

Hola queridos lectores!!!!! Spero y sea de su agrado este cap que con la lluvia q azotó mi ciudad surgió jajaja, a la kozzha le fascinan los días de lluvia aunque después le duelan los huesos y no pueda moverse jejeje.

Algunas partes de este cap las tomé del anime y las mezclé con lo que había en el manga.

Ahhh...ya casi llega a su fin la vida de Eiri y de paso a este fic, espero y los siguientes caps q son los últimos, sean de su agrado.

mil besos

kozzha

 

waaa...siento mucha nostalgia de que por fin acabaré una de la tantas historias q he escrito XD.

 

Al palpar la cercanía de la muerte,

vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad,

porque los vivos, comparados con los muertos,

resultamos insoportablemente banales.

Miguel Delibes.

 

Capítulo 8

Juventud II

 

 

 

 

El viento comenzó a soplar aún más fuerte y frente a él apareció una imágen de él mismo, llevaba puesto un traje sastre color vino en combinación de una camisa negra al igual que los zapatos, su reflejo encendió un cigarrilo y siguió su camino hacia él. De repente una hoja de cuaderno rozó su mejilla, aunque no sintió el roce, notó aquella hoja la cuál fue a parar a los pies de su otro yo. Lentamente giró su cuerpo y al otro extremo del Eiri de 22 años se veía un jovencito de 17 años o menos quien llamaba completamente la atención por su vestimenta y sobre todo por su cabello color rosa.

-Shuichi...-murmuró Eiri al ver a su amante. El escritor de aquella escena miró la hoja.

-¿Tú escribiste esto?-preguntó, aún con su cigarrillo en la boca.

-¿Eh? Aaah...si...así es...-balbuceó el joven, nervioso.

-Eras tan sólo un niño cuando te conocí-murmuró el difunto, conteniendo las tremendas ganas que tenía de abrazar a su novio, aunque fuera por última vez.

-Creo que estas frases son peores que las de un niño de primaria.-tiró la hoja al suelo- Esa canción de amor tiene muy poca calidad, ¿Quieres hacer el ridículo?-caminó hacia el jovencito y a unos cuantos centímetros se detuvo, sacó todo el exceso de humo en el rostro de un perplejo Shuichi-no tienes talento...mejor renuncia-dicho esto pasó de largo al niño, quien se quedó entre dolido y atónito ante tal crítica. La imágen se quedó estática hasta que poco a poco se fue disolviendo hasta quedar en nada.

-Y dices que yo soy cruel...-la voz neútra de Esog se oyó a espaldas de un taciturno Eiri, quien al escucharlo dió un respingo.

-Dedícate a jugar con tu...-miró a Lebúcull con desdén-cosa rara y déjame en paz-farfulló el rubio, molesto de que el mocoso ese le hubiera arruinado su primer recuerdo con Shu.

-¿Y perderme de esta faceta?...¡Ja!...eres muy igenuo pequeño Eiri.-el rubio sintió algo que no pudo describirlo con palabras, el párvulo nunca lo había llamado por su nombre por lo que escuchar aquella voz tan muerta mencionarlo, provocaba algo en aquella perdida alma.

La siguiente escena mostró cuando se topó de nuevo con el pelirrosa, o mejor dicho, cuando éste se cruzó en su camino-literalmete-a tal grado que Yuki estuvo a punto de arrollarlo. El rubio recordó que en ese momento Shuichi se le había confesado, desconcertandolo en el momento, pues el rubio nunca había recibido una confesión de un hombre y mucho menos de un chiquillo. desde ese incidente, Shu se saltaba sus clases para ir a visitar al escritor y fue por eso que aquella relación comenzó a florecer.

-Soy Eiri Usegui y me creo mucho por que todo mundo se enamora de mí, sobre todo aquel niño tan lindo de nombre Shuichi Shindo-canturreó la muerte, con todas la intenciones de fastidiar al rubio.

-Cierra tu boca...niñato molesto-masculló el rubio, la tánatos abrió los ojos, sorprendida pues era la primera vez que alguien la callaba. Haciendo un puchero se dedicó a sólo observar, pues estaba consciente que aquel humano ya no sentía miedo, ni mucho menos respeto por ella.

El siguiente recuerdo fue cuando Yuki besó por primera vez a su niño, aquella vez en que probó aquellos labios vígenes y que éstos correspondieron a su tácto.

Eiri rozó sus labios, con una sonrisa meláncolica; aquel día nunca lo olvidaría, aunque estuviera hundido en el infierno eso lo ayudaría a soportar su eterno castigo. Miró retadoramente a Esog quien le desvió la mirada, el rubio embozó una sonrisa satisfactoria, nada ni mucho menos nadie interfería en la poca felicidad que le quedaba al recordar los momentos más bellos de su vida, así es, el de en medio de los Usegui admitía que Shu había sido lo mejor de su vida.

-Demasiado tarde...-una voz que no era la de su juez habló, Eiri y Esog miraron hacia donde el perro de tres cabezas se encontraba-ya no sirve admitirlo...si él no está aquí para escucharlo, ¿de que sirve? Aquella frase humana que tanto se dice no funciona: "Mejor tarde que nunca"...bah....puras patrañas...

la tercera cabeza de Lebúcull había pronunciado aquellas sabias palabras, el difunto miró a la parca esperando alguna respuesta.

-Que esperabas...es mi mascota-dijo ésta encogiéndose de hombros. Eiri miró los ojos negros y profundos de la criatura, los mismos ojos que su parca.

-¿A caso nos aquivocamos?-dijeron al unísono las cabezas de Lebúcull.

-No...-admitió Eiri. A sus espaldas un gran bullicio explotó, el trío se giró y puedieron notar que se encontraban sobre un escenario, en donde estaba el grupo de Shuichi; Bad Luck-Es su primer concierto-susurró el rubio al notarse hasta al fondo de las butacas del lugar-aquel día fui por que me sentí mal pues lo había hecho llorar antes...siempre lo hería cuando en el fondo sólo deseaba amarlo y protegerlo.

Los siguientes recuerdo fueron cuando Shuichi pidió a Eiri que éste fuera a visitar a su padre que se encontraba enfermo, aquel mismo día en el que lo había corrido de su casa como otras veces para después darse cuenta de las cosas y así obedecer al pelirrosa e ir a visitar a su padre y a su prometida.

-Tan herido estaba que la gente me traicionara que pensé que Shuichi era igual que Kitasawa...cuando a él no le interesaba el dinero, si no sólo yo y mi felicidad...desde un principio fue así-el rubio hablo, cabizbajo. Esog y Lebúcull intercambiaron miradas y decidieron no opinar nada, también la muerte sabía cuando era pertienente hablar, bueno...a veces.

La imagen de miles de casa los rodeó, se encontraban en una calle, la calle en donde Shuichi vivía antes de juntarse con el escritor; y ahí estaba Eiri, con un ramo de rosas en un amano y en otra una bolsa de súper. Llamó a la puerta y una mujer de cabello corto y mediana edad le abrió.

-Buenas tardes, ¿Aquí vive Shindo Shuichi?-habló el joven Eiri, con una sonrisa hipórita adornando su rostro.

-Si, Shuichi es mi hijo, ¿A caso usted es uno de los miembros de su banda de rock?

-Mmm...claro...soy el bajo-mintió el rubio.

-Claro...adelante.

-Me he enterado que Shuichi está enfermo-comentó el rubio, retirandose los zapatos en el recibidor.

-Sufrió de una fuerte neumonía, apenas ayer lo dieron de alta-suspiró la mujer-la habitación de mi hijo es la primera a la derecha.

-Gracias.-Subió las escaleras y entró a la habitación que el había indicado la madre del jovencito; y ahí estaba, recostado en un futón, durmiendo plácidamente mientras un rubor adornaba sus mejilla-En que cosas te metes...mocoso-bufó el rubio, tomando asiento junto al enfermo. Dejó las flores cerca del rostro del pelirrosa, sacó un six de cervezas y una cajetlla de cigarros-Será una larga tarde-suspiró mientras destapaba una de las cervezas. A la tercera lata de cerveza, la señora Shindo apareció. Después de encargarle a su hijo salió para ir a un concierto en compañía de una vecina-Mmm...ahora me toca hacerle de enfermero-bufó.

Después de que se hubiera terminado todo el six de cervezas, el joven escritor se exasperó de que el pelirrosa no se despertara por lo que tomó su rostro y los jaloneó.

-Hey mocoso, despiértate-ordenó.

-Mmm...ah...¿Yu?...¿Yuki?-balbuceó aún somnoliento-¡Waaaa! Que susto-vociferó el niño, despejandose de su tranquilo sueño-¿Que...? ¿Que haces aquí?-se cubrió con las sábanas hasta el cuello.

-Vine a visitarte mocoso...después de irte a buscar al hospital, me dijeron que ya te habían dado de alta.

-¿De verdad?-Shuichi embozó una sonrisa de gran alegría.

-Te he traído flores.

-Waaa...son bonitas. ¿Cómo supiste que estaba enfermo?

-Te desmayaste en casa de mi editora, por eso ella se sintió comprometida a llamarme a casa de mi padre.

-¿Fuiste a visitar a tu padre? y, ¿como sigue?

-Bien... para mi desgracia creo que vivirá más de 300 años.

-Jajajaja...-soltó en una gran carcajada Esog, recibiendo una mirada fulminante de Eiri-pensé que había sido un chiste-comentó en un tono inocente.

-Ignóralo-se dijo a sí mismo el difunto Eiri.

-¡Nunca pensé que vinieras a visitarme!-vociferó con voz gangosa el pelirrosa, aferrándose al cuerpo del escritor.

-Aún sigo sin entender que es lo que te atrae de mí, no deseas dinero, ni fama, ni sexo...

-Yo tampoco lo sé....achú-Shindo no pudo controlar y dió un gran estornudo.

-Aléjate de mí mocoso, me vaz a contagiar.-el rubio trato de alejar al niño.

-¡No quiero!-se aferró aún más Shuichi.

-Bien...si tanto insistes, ni hablar...entonces...te ultrajaré-el mayor tumbó al pelirrosa.

-No, espera...no...-el niño comenzó a forcejar mientras el escritor comenzaba a desabotonar la camisa de la pijama del jovencito-¡Ya te dije que esas no son mis intenciones!-vociferó el cantante, paniqueado ante la acción de su amor.

-Si no te comportas lo haré en serio-le susurró al oído.

-¿Cómo?... pero lo que estás haciendo es en serio...a...aparte mi mamá nos podría escuchar.

-No está.

-¡Qué!

-Se fue a un concierto.

-Y se hace llamar mi madre.

-Así que déjame brindarte un poco de placer-ronroneó sensualmente el rubio, tumbándose encima de Shu y comenzando a acariciar toda la extenci´+on del abdomen.

-Ba...basta Yuki...no...no lo hagas- pero el mayor ignoraba toda súplica que el cantante le hacía.

-Ultrajador de menores-lo acusó Esog-sin despegar la vista de aquella cándente escena, según él. Eiri gurdó silencio, abochornado y si hubiera tenido su cuerpo ahí, su rostro de hubiera sonrojado.

El Yuki de la escena había desnudado completamente al menor y lo besaba desesperadamente mientras acariciaba el pene del pelirrosa.

-Uy...éste pequeño si que es bello en todos los aspectos-comentó la parca.

-¡No lo veas!-vociferó celoso el rubio.

-Si eso deseas, podemos saltarnos tu última etapa y llevarte directo al infierno-instó la tánatos; Lebúcull sólo negó con sus tres cabezas, su amo era todo un caso-Tú decides. Eiri apret+o la mandíbula, deseaba recorrer todos los recuerdos con Shuichi, deseaba verlo sonreír por última vez, aunque tan sólo se limitara a observarlo y no tocarlo, no podía.

-Está...está bien...pero guárdate tus comentarios.

-No prometo nada.

Cuando regresaro su atención a aquella escena, el mayor se encontraba haciéndole sexo oral a Shindo, quien con lágrimas en los ojos, suplicaba que parara. El sentimiento de culpa invadió aquella alma, el lo había forzadoa tener relaciones, el en verdad lo había violado...había tomado aquél cuerpo frágil y puro, por fin Eiri cayó en la cuenta de lo que había hecho en años pasados con su amante, se había aprovechado de él...se sentía tan sucio, Soy hasta peor que la misma muerte, había pensado al ver como su pasado comenzaba a penetrar el virginal ano de Shuichi, ignorando la súplicas del niño...su niño.

-¡Para!-vociferó Yuki-ya no quiero ver más este recuerdo, por favor haz que pare.

-Te haz arrepentido demasiado tarde de lo que hiciste y le hiciste a ese niño y ahora me pides que detenga este recuerdo...que cobarde eres.

-Muy cobarde...-sentenció una de las cabezas de la mascota de la parca. Eiri lo miró con ojos suplicantes.

-Está bien...sólo lo hago por que no me gustaría ver a ese lindo pequeño siendo ultrajado-miró a su perro-Lebúcull, hazlo...-el perro rasgó aquella imágen y la devoró ante un atónito rubio-sigamos con tus demás recuerdos, sólo que te advierto que no cumpliré con todos tus carpichos, la que manda soy yo.

La mayoría de los recuerdo giraba en torno a Shuichi, como cuando el niño decidió irse a vivir con el rubio, cuando éste le ayudó a que firmara contrato en N.G., las distintas pláticas que tenían en donde el que hablaba más era el pequeño, cuando el cantante se enfrentó a la prometida del escritor, en donde demostró que sus sentiemientos hacia el mayor eran puros y no superficiales. Como iba avanzando el tiempo, el pelirrosa se iba enamorando pérdidamente del escritor quien cuando se dió cuenta era demasiado tarde y el pobre Shuichi tuvo que sufrir las consecuencias.

-No sé si arrepentirme de dejarlo enamorarse de mí o no...

-La vida es un arma de dos filos.

 

La siguiente escena mostraba a un Yuki que salía de su vehículo que se encontraba en el estacionamiento de donde vivía; una repentina luz lo cegó por unos instantes.

-Te advertí que si ese tono llorara sería por sus tonterías no por que tu lo provocaras-instó Hiroshi Nakano, el mejor amigo del cantate. El Eiri de aquella escena entrecerró los ojos-Por tratar de defenderte, Shuichi fue violado por los secuaces de Aizawa...-tomó al rubio de la zopala de su saco-¿Porqué? por que lo dejaste que se ilusionara para después botarlo...

-¿Estas diciendo que ya es tarde-con suma ranquilidad el rubio retiró las manos del pelirrojo y las apretó, lastimándolo-Donde está ese tal Aisawa-susurró de una manera que el mismo Hiro temió por su vida.

Cuando Yuki Eiri se enfurecía...parecía que era el mismísimo diablo.

El difunto apretó los puños y adquirió las misma mirada que de su yo pasado que sólo Lebúcull se erizó ante tal mirada.

-Ese maldito...-maculló-le hizo lo peor a mi Shuichi y...yo tuve la culpa...

-Tantas culpas que cargas en tu espalda...pobrecillo.

La escena se desvaneció y un Yuki esperó receloso la siguiente, consciente de lo que vendría.

 

Notas finales: Gracias p leer, dejen RR.

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