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Insinuaciones por Akuma Michaelis

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Notas del capitulo: Mucho alcohol a veces hace que salgan verdades a flote.
Buenos días Bocchan. – Fueron las primeras armoniosas palabras pronunciadas por un alto mayordomo que descorría las cortinas ágilmente a la par que sonaban los quejidos molestos del pequeño conde que se encontraba acostado en su lecho cómodamente.

Parecía como si todo hubiera vuelto a la normalidad esa mañana, nada de sueños extraños y nada de insinuaciones comprometedoras.
Por lo cual era un punto a favor en el humor del niño ojiazul.

Bocchan anunciaré sus deberes de hoy día, hoy deberá estar emocionalmente estable y alegre ya que además de tener sus lecciones diarias y asuntos de la compañía, nos acompañaran en la cena dos empresarios rusos de juguetes que desean negociar acerca de unos nuevos prototipos para comprarle a su compañía. – dijo con talante el exótico mayordomo, luego solo se dirigía hacia el borde de la cama del conde para empezar a quitar sus ropas de dormir y comenzara vestirlo como todas las mañanas.

Y porque debería estar de “buen humor”? – dijo el pequeño aun dormido que solo se dejaba vestir por las amplias manos de su mayordomo.

Se han corrido rumores, que estos empresarios son muy duros de roer a la hora de hacer negociaciones. Pero he averiguado con certeza que tienen una debilidad como todo habitante ruso, con una grandiosa hospitalidad y algunos licores fuertes y finos son muy fáciles de domar… -concluyó la frase Sebastian con una sutil y prodigiosa sonrisa.

Licor? Tendré que beber con ellos para que se aflojen? A eso te refieres Sebastian? –comento de mal humor por la pésima idea.

Exactamente, o que es que acaso no es un hombre correcto que pueda resistir algunas pequeñas copas? Bocchan? – expreso sonriendo irónicamente el encantador demonio.

Había tocado su orgullo y por más de que no estaba convencido de tener que ingerir alcohol solo por negocios, no respondió otra cosa que.- Por supuesto que puedo hacerlo, solo un idiota no podría resistir algo de licor. – espero eso por ultimo con altanería como si sus costumbres fueran de buen beber y luego solo dirigió una mirada de odio a su mayordomo que en ese momento sonreía de forma divertida.


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El día transcurrió aburridamente, ya habría cumplido con sus tareas de la compañía y habría asistido a cada una de sus lecciones.
Se encontraba realmente tranquilo en su estudio, esperando a que las agujas del reloj dieran las 19:00 en punto para que su mayordomo viniese a buscarlo comenzando con los preparativos de su vestuario, como hacia habitualmente en casa visita de la mansión.

Aunque este disfrutando realmente de esa quietud y silencio magnifico en la sala, el tener que tratar con gente que poseía costumbres muy lejanas a las de él le inquietaba al pequeño.

19:00 el reloj anuncio.

Como había predicho su mayordomo entro imponentemente al estudio y lo acompaño hasta el cuarto donde lo propinó un elegante y sobrio traje color rojo con detalles negros, aunque no solía ser los colores habitué del pequeños debía admitir que no le sentaba nada mal.

Ambos, Conde y mayordomo se dirigieron hacia el recibidor perfectamente impecable y listo para la llegada de los rusos.
Ciel se sintió embriagado por el aroma a rosas blancas que percibía en la mansión, el cual había sido especialmente disipado por el omnipotente mayordomo.

Un magnifico carruaje se estaciono en los frontales de la mansión, y dio paso a los dos empresarios extranjeros que fueron recibidos educadamente por Sebastian en la gran entrada.

El demonio de mayordomo los hizo pasar con gentileza y acomodó sus abrigos dejándoselos a los demás sirvientes, hecho esto, los acompañó junto con Ciel como anfitrión al gran comedor a que aguardaran la cena.


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La noche pasó sin mayores sorpresas, la cena y la plática fueron amenas y agradables y hasta este momento el conde parecía bastante relajado.
Luego de disfrutar de unos deliciosos postres de la mano de su experto cocinero mayordomo, llego la hora de brindar.

Varios finos licores fueron colocados en la larga mesa, con sus respectivas copas.
Delante de cada invitado se ubicaba una pequeña medida con vodka puro.

Brindemos por la grandiosa hospitalidad Phantomhive. – Anuncio uno de los rusos y levantando su copa al aire, degusto de una sola vez todo su contenido y luego sonrío satisfecho.
Su compañero extranjero hizo exactamente lo mismo luego de él y finalmente deposito la copa frente a si mismo.

Ciel sin embargo miraba la copa algo consternado, luego solo volteo a ver a los dos rusos que lo miraban expectantes y a su mayordomo que poseía en ese momento una sutil sonrisa que hacia colmarle la paciencia al pequeño con mucha facilidad.

Finalmente, solo tomo la copa y con valentía ingirió todo el líquido cristalino de una vez, sintiendo que quemaba su garganta pero aun así resistiéndolo.
Suspiro finalmente, y sonrío de forma falsa como si le hubiese agradado ese mortificante trago.


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Ciel se encontraba algo mareado ya a esa altura de la noche, alrededor de una hora los rusos no dejaban de beber cada licor que había en la mesa con agrado y algarabía, mientras bailaban una estridente música con acordeones que tocaban los sirvientes de la casa por orden de Sebastian para divertir a sus invitados.

Por “amabilidad” Ciel debió beber ya alrededor de 5 o 6 copas de esos espantosos licores que tanto le desagradaban y sentía como si su cuerpo pesara y no pudiese quitarse el calor de encima.

Luego de algunas horas en la medianoche, los rusos decidieron retirarse a las habitaciones que el conde había dispuesto para ellos.
El gran comedor estaba hecho un desastre debido a las celebraciones y los sirvientes comenzaron a tratar de desaparecer todo rastro de ello aunque fuera peor el remedio que la enfermedad en ese caso.

Mientras tanto, Ciel se hallaba aun sentado en la silla con las mejillas sonrojadas y con un rostro más jocoso y aniñado que su acostumbrado semblante frío.

Sebastian se acerco risueño sabiendo en demasía el estado alcoholizado en el que se encontraba el conde, por lo que solo se mantuvo frente a él y exclamo un suave. – Desea ayuda Bocchan?.

Ciel lo observo malhumorado aun con un poco de conciencia pero en cuanto decidió levantarse para rechazar las burlas de su sirviente, sufrió un pequeño mareo y se tambaleo con riesgo de caerse, solo que allí estaban los brazos de su elegante demonio para sostenerlo a tiempo.

Llévame a mi habitación. –ordeno sin más rodeos, no se sentía en su perfecto estado para mantener su orgullo en pie.

Sebastian lo tomo entre sus brazos cual niño pequeño que era, y lo llevo rápidamente hacia su habitación.
Al llegar lo deposito en la cama y con sumo cuidado retiro su traje y lo vistió con su pijama.
El pequeño ojiazul se dejo hacer, y sintió reconfortante las suaves sabanas de su cama bajo su piel.


Esta dispuesto a todo por orgullo no es así Bocchan? –murmuro con simpleza el alto mayordomo que se encontraba arrodillado frente a su pequeño amo que lo observaba débil y expectante.

Si, es lo único que me queda en estas instancias. Estoy cansado de las negociaciones, lo hago para mantener mi renombre como único heredero.
- Admitió Ciel sumisamente, quizás debido a los efectos del alcohol.
A veces me gustaría apartarme de todo esto…

Le apetecería estar completamente solo? – susurro con entereza Sebastian que no dejaba de observar las orbes azules que tenia al frente de forma intensa.

Estar realmente solo es lo que quiero? No… en realidad no quiero eso pero, a su vez no me gusta la gente. Con nadie puedo ser como quiero ser, me siento tenso, asqueado… -sus pequeños labios susurraban esas palabras como si estuviera desahogando penas de hace siglos, como un fantasma que fue desterrado de todo hace una eternidad y deambula en busca de felicidad.

Me gustaría encerrarme en un lugar donde todos me vieran pero a la vez, estuviera solo y en paz. –espeto Ciel finalmente con melancolía.

Las tumbas guardan esa virtud. –sonrío de lado su mayordomo de forma irónica y sus iris brillaron carmesí de forma deslumbrante bajo el manto de la noche.

No te burles Sebastian, no estoy en mi mejor estado. – negó el pequeño conde con calma- Sabes que es lo más gracioso?

Los expresivos ojos de Ciel se encontraron con las orbes luminosas color sangre de su mayordomo, e hicieron un gesto dócil.

Dígame. –objeto simplemente el mayordomo con gentileza.

Que aunque diga que no me agrada la gente, contigo no me pasa eso.
Me siento relajado cuando estoy a tu lado, y la verdad es que no entiendo porque. –susurro grácilmente el de cabellos azulados.

Quizás, aunque en otros aspectos. Compartimos el mismo pesar. –afirmo calmadamente el mayor.

Tal vez, esta noche creo que dormiré bien. Me siento mas ligero… - murmuro el conde al aire, desvío sus ojos hacia otro lado de la habitación, y sin previo a aviso posó su pequeña diestra en la mejilla de Sebastian como si tratase de su padre, para luego acercar con suma delicadeza sus rosados labios a los varoniles opuestos de su mayordomo.
Depositando allí un calido y sincero beso.
Buenas noches Sebastian… -murmuro totalmente inconciente el pequeño Ciel ya que en pocos segundos caía presa del sueño que lo inundaba.


Sebastian se quedo allí observándolo de rodilla con un gesto confuso y sorprendido, no se habría esperado aquello.
A pesar de ser un demonio, la peor de las escorias, su integridad estaba dudando si fuera por el peso del alcohol las acciones de su amo.
Y por otro lado, para su sorpresa realmente esperaba que todo aquello hubiese sido la pura verdad que salio de los labios de su amo.



Quedándose con aquella duda, lo observo por última vez.
Cubrió el cuerpo del pequeño con las mantas para abrigarlo en la fría noche, y de dispuso a salir de la habitación.
Notas finales: Espero que les haya gustado! ^^
Dejen muchos reviews porfa :3


x Akuma.

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