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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Light creates us all; pride divides us all. Life is meaningful; the soul survives us all.

(La luz nos crea a todos; el orgullo nos divide. La vida esta llena de significado, su espiritu nos sobrevive a todos. Epica, Kingdom of heaven, fragmento.)

34º Arte.

 

Fernando había llegado a las cinco y media a su casa, exultante y con entradas para toda la familia para el día siguiente en La Maestranza. Se quedó de a cuatro cuando su mujer le dijo que sobraba uno.

-¿Cómo que Teo no va? - dijo, pensando en algún castigo de su mujer.

-¡Como oyes! A los toros llevaras a Javiercete, si no se ha ido.

-Aquí estoy. - dijo un bultito acurrucado en un sillón.

-Ahí lo tienes, a tu hijo. Y puedes llevar a la señora Goya porque yo no estoy de humor.

-¡Pero Sabella! Si torea Fran Rivera, ¡y va a ir su novia!

-¡Que vaya la duquesa de Alba! - renegó Isabel. Fernando juzgó prudente el omitir que también iba, pues apreciaba mucho a su exyerno: cuando a Sabella no la interesaban las andanzas de las celebridades algo estaba mal. Muy mal.

-¿Qué pasa? ¿Dónde esta Teo?

-A saber. En Italia. Se lo han llevado unos raros italianos y el se ha ido como perrillo faldero, tu hijo, siempre tan orgulloso, lo hubieras visto delante de esa tal marquesa, no agachó  las orejas porque no puede.

El desagrado que Sabella sentía por la aristocracia era parecido al de los jacobinos, que odiaban lo que no podían tener, y se veía exagerado por el hecho de que acabaran de arrebatarle a su hijo.

-Sabella, no te explicas.

-Teo se fue a Italia con su tutor papito. - dijo Violeta, corriendo desde la puerta entreabierta a los brazos de su padre.

-¿Y eso?

-Que los doctores decían que se recuperaría si tenia cerca a Teo.

-¿Pero es que mi hijo tiene propiedades curativas o porque?

-Aparentemente - siseó Sabella, llena de ira - tu hijo se "encariñó" mucho con su tutor.

-Vamos mujer, eso es normal.

Sabella se quedó helada imaginado a su marido adolescente en plan gay con un tipo mayor.

-¡Como que normal! ¡No es normal! ¡Violeta, vete a tu habitación!

Violeta miró a su papito y este asintió. La niña hizo como que se iba, pero se quedó tras la puerta.

-Los niños normales son heterosexuales desde chiquitos y no es cierto que en la adolescencia haya confusión sexual. Los niños gays son gays desde chiquitos y los normales, normales.

-¡Isabel! ¿Qué estas diciendo? - si normalmente no era muy buena para explicarse, ahora cabreada, menos - Javiercete todavía esta aquí.

La mujer respingó y se encaró con el muchacho:

-Javiercete: ¿te ha dicho mi hijo si es gay?

-¡Pero mujer, que cosas dices! - se escandalizó Fernando.

-Pues... - el destino pendía de los labios de Javiercete, que recordaba las palabras exactas: "creo que soy gay" - pues no. - decidió.

-Javier, ve a tu casa, dile a tu mamá si quieren venir conmigo y Violeta mañana a Sevilla, a misa y a los toros y a comer cualquier cosilla.

Javiercete asintió y salió.

-Isabel, cálmate y explícate. ¿Por qué se ha ido Teo? ¿Por qué dices que es gay?

Sabella le repitió la versión oficial de Madonna y agrego el comentario de Ludovico y como Teo había aceptado irse sin chistar en cuanto le dijeron que el tal Enrico lo necesitaba. Le contó que había tenido mala espina de ese viajecito desde que propusieron a Teo para ser el estudiante de intercambio, de sus temores acerca de dejarlo solo siendo tan joven con desconocidos.

Fernando la consoló lo mejor que pudo, le dijo que estaba haciendo una tormenta de un vaso de agua, que Teo volvería pronto y que era muy maduro y sabia cuidarse solo...

-... además, en ultima instancia, si nuestro hijo es gay pues será su preferencia Sabella... ¿no aboga Andalucismo Andaluz por los matrimonios entre todos y todas? - trató de animarla. Pero Sabella se enfurruñó más.

-Te dije que debimos inscribirlo a fuerzas en el equipo de futbol.

Fernando puso cara constreñida.

-Puede ser un afecto normal... - dijo - Las mujeres tergiversais mucho el afecto de machos, o sea,  si siguiera tu lógica, tendría que ponerme celoso cada que la Pilarica y tu os hacéis la depilación brasileña mutuamente. - terminó, ecuánime.

No muy convencida Sabella se fue a acostar, dejando a su esposo a cargo de la cena. En cuanto salió Violeta entró por la otra puerta con la guía telefónica abierta en la sección de pizzas a domicilio.

 

***

 

El domingo amaneció esplendido, con el sol brillando en lo alto indiferente a los planes de los humanos. Fernando y Violeta se llevaron el coche, recogieron a Javiercete y a su mamá, quien era una señora de unos cincuenta y tantos  años.

Doña María Goya de Velazquez estuvo a un tris de quedarse solterona. Su padre le heredó un edificio de departamentos de cuya renta se mantenía y vivía tan tranquila como puede vivir una mujer que aspira a casarse y no encuentra con quien.  Curro Velazquez era un curtido traficante cartaginés: una amiga mutua, la Niña Puñales, los presentó.

Sin embargo, Curro era uno de esos hombres que nacieron para marinos. Luego de tres meses en tierra firme con su recién casada la vida era un infierno, para los dos. Que el niño naciera con problemas fue casi un alivio para ambos, pues con ese pretexto Curro volvió a Cartagena y a su antigua ocupación. Venia unas dos o tres veces al año, se quedaba un mes, al cabo del cual tanto el como su familia estaban ansiosos porque se fuera.

Fernando, quien poseía un fuerte instinto paternal, "adoptó" a Javiercete y se dispuso a ser una figura paterna para el pequeño discapacitado: siempre que sacaba a pasear a Teo, sacaba también a su amiguito, y si no le compraba juguetes era porque de plano a Javier no le interesaban.

Trataba con mucho comedimiento a doña María, que era una señora chapada a la antigua, de las que todavía usaban manto dentro de la iglesia.

-Y torea Fran Rivera, doña María.

-¡Ese muchacho! Yo estaba en la corrida en la que mataron a su padre.

-Pobre Paquirri. ¿Y ha pensando en que comer? - Fernando manejaba tranquilo; en el asiento trasero Violeta se divertía picando ligeramente a Javiercete.

-Pues podríamos pasar donde la Niña por una paella.

-Suena estupendo. Que bueno que su amiga pudo por fin poner su tablao luego de tantos sacrificios.

-Si, la pobre: nunca lo hubiera logrado sin la ayuda del Potro y don Ibrahim. - el Potro era un torero fracasado y don Ibrahim un falso abogado de la Habana - Es un amor, la Niña. Me contó que ha acogido a una amiga de la infancia, una tal Agnese Sidonia. - doña María negó con la cabeza.

-¿Qué pasa doña María?

-No me gusta esa mujer. - dijo - No la conozco pero por lo que me ha contado la Niña es una mala cabeza. Se fue por el mundo a realizar no se que venganza.

-¡Vaya! Como el conde de Montecristo.

-A mi me gusta el conde. - dijo Violeta, desistiendo de picar el muslo de Javiercete.

-Don Fernando: no debería dejar que la niña lea esas cosas. Y tu niña, harías mejor en leer la vida de los santos.

-Los santos me aburren. - dijo Violeta.

Fernando se rió y doña María desistió, enfurruñada. El aroma de los naranjos ya se percibía en el aire.

Al mismo tiempo Isabel aprovechaba su día. Acudió a misa a la parroquia, más que por devoción por ver si ahí veía a sus posibles clientas para dejarles los catálogos de "La moda de las estrellas". Le extrañó, y molestó, que el padrecito nuevo, el que estaba un tanto chiflado, le hiciera señas de que se arrimara cuando la misa terminó.

Espiando con el rabillo del ojo que sus clientas no tuvieran prisa acudió al llamado del sacerdote.

-Hola hija. - la saludó muy desenfadado. - ¿No vino tu hijo a misa?

-No padre. - Sabella quería ser escueta para que las clientas no se le escaparan.

-¡Huy! Con lo mucho que le encargue que no faltara. ¿Le podría dar un recado?

-Por supuesto.

-Dígale que mi amigo Henno esta dispuesto a exorcizarlo, solo falta ver cuando y como: yo creo que por webcam será mas efectivo que por teléfono...

Sabella había dejado de entender a la altura de la palabra exorcizarlo.

- ... algo intermedio podría ser por Skype.

-¿¡Como que exorcizar a mi hijo?! - saltó Sabella - ¡Mi hijo no esta poseído! - no recordaba haber visto, a ninguna hora, a Teo levitando o con la cabeza girándole como a la niña de "El exorcista". El padre se quedó callado, pensativo - ¿O si? - preguntó temerosa.

-Pues... no sé si el hecho de que un fantasma lo persiga dondequiera que vaya sea una posesión... pero yo creo que no, porque no se le ha metido dentro, que yo sepa.

-¿Un fantasma? - preguntó con un hilo de voz - Padre, usted esta de coña, ¿verdad? Se chancea conmigo, me esta contando una de sus caricaturas japonesas...

-¿Parece  verdad? - dijo Mikael con entusiasmo. Quizá con aquella historia debutara como mangaka - Pero no. Es deveritas. Ahí le avisa a Teo, porfas. Henno no puede venir de Roma pero...

-Padre, dígame: ¿es en serio esto? ¿Mi hijo esta poseído por un fantasma?

-Pues no se si poseído, pero si lo molesta un fantasma.

A Sabella se le encogió el estomago: su precioso hijo, en peligro, y ella ni siquiera sabia.

-Entonces por eso venia tanto a verlo, ¿verdad? Para que lo exorcizara.

-Si... - Mikael se rascó la cabeza, un tanto azorado - Pero yo no pude quitárselo de encima, y eso que probé hasta con la técnica de la bruja de las dimensiones.

Isabel abrió mucho los ojos, aterrada, ese padrecito loco hasta podía haberle hecho mas daño a su Teo.

-¿Y su amigo no será otro  chi... - flado iba a decir, pero se contuvo a tiempo. Estaba muy mal visto llamar chiflado a nadie, si era menester decirle a alguien que estaba como una puta cabra se recomendaba decir que tenia un leve trastorno de la personalidad - su amigo que es?

-Henno es exorcista de la orden del Temple. ¿No le dijo Teo? - se extrañó Mikael.

¡No, Teo no le decía nada, nunca le decía nada! Mas tarde se enojaría con Teo, ahora estaba preocupada.

-¿Y ese padre Henno lo va a exorcizar?

-Si, ¡por Internet! - exclamó alborozado el padre: flipaba con la idea de un exorcismo por Internet desde que se enteró de que las bendiciones papales por Internet si eran válidas, siempre y cuando uno tuviera fe y deseo de recibirlas.

Sabella negó con la cabeza. A pesar de que Andalucismo Andaluz, su partido político, proponía que se pudiera votar hasta por móvil íntimamente ella no creía en tanto avanze tecnológico, le gustaban las cosas de manera tradicional, como ir al banco en persona, cosas así. Un exorcismo por Internet se le hacia una puntada. Le sacó al padre Oñate la mayor información que pudo, desde cuando, como, donde y todas las otras preguntas básicas del periodismo su hijo era molestado por ese fantasma.

Completamente olvidada de sus clientas, hecha una furia, Sabella se dirigió a las instalaciones del Colegio San Diego de Alcalá. Esos curas-profesores tenían que darle muchas explicaciones.

 

***

 

En contra de las expectativas médicas dos días después de la llegada de Teo Enrico estaba lo suficientemente recuperado para que le dieran el alta. Dona Madonna ansiaba llevárselo a casa para prodigarle todo su amor maternal. Enrico también deseaba ir a casa para recibir otro tipo de amor, el de su amante, pues como le dijo a Ludovico, definitivamente no iba a follar en una cama de hospital con los familiares en el pasillo y la posibilidad de que un médico a una enfermera entraran en cualquier momento.

Además, Enrico, como la mayoría de la gente hedonista, detestaba los hospitales. Ese aroma asociado a la enfermedad y la muerte... era repulsivo. De momento estaba vivo y quería vivir al máximo. Algún día tendría que regresar a la sombría mansión, sin duda alguna, pero no aún.

No aún.

Acercarse a la muerte le hizo apreciar más el efímero don y replantearse muchas cosas. Decidir otras tantas. Decidió que aun si no tuviera a Teo no volvería a participar en una orgia sin condón. Decidió que no volvería a separarse de Teo: mientras el lo quisiera, o lo tolerara, pensó sorprendido, sin saber muy bien porque ese verbo le vino a la mente, estaría a su lado. Como Lotario, y también por Lotario. Se lo había prometido y de su parte no quedaría. Haría todo lo posible por casarse con Teo.

Sin importar la diferencia de edades; si lo llamaban pervertido pederasta muy su problema: el sabía que no era así y la gente que le importaba sabía que no era así. Si Teo quería estudiar, que lo hiciera, si quería dedicarse al amor, que lo hiciera; el sabría adaptarse a sus necesidades. El amor le había hecho decidirse por un bando al fin: teniendo a Teo no necesitaría volver a tener a ninguna mujer... ni hombre tampoco. Estaba decidido a ser monógamo y fiel a su amado, pues aquellos principios le parecían más hermosos desde que se los viera a Lotario.

¡Lotario! Cuanto le había enseñado el fantasma... como le gustaría volverlo a ver.

Volver a estar entre las paredes de la casa de su infancia sabiendo de que madera estaba hecho el hombre que debió habitarlas... Atravesar el umbral de la casa de Teodora del brazo de la misma persona, reencarnada. Enrico no entendía como fue que Teodora no se enamoró de Lotario. De estar en su lugar el se habría enamorado como un gorrino: Lotario era una persona tan hermosa, que inspiraba tanto amor... Teo tenía que hacer las paces con Lotario, decidió. De eso se encargaba él.

Teo admiraba la majestuosa arquitectura de la casona casi milenaria. Se preguntó si estando en esa casa, que se suponía fue la suya, le sucedería como a las personas que tienen amnesia y recordaría más sobre su vida pasada. Ya no dudaba más de haberla tenido, ahora quería recuperar los recuerdos que había perdido... "¿será posible recuperar aquello que la muerte se ha llevado?" se preguntó al tocar la repisa de la chimenea de la sala de estar.

¿Seria solo por autosugestión que aquella sala se le hacia tan acogedora, tan familiar? Conciente de que Enrico lo miraba, y como, recorrió la estancia. Estaba modernizada con luz eléctrica y a lo largo de los siglos las paredes habían requerido de resananciones, de aplanados, de mampostería. Había muebles antiguos, y libros...

Teo los recorrió con la punta de sus dedos, y llego a la conclusión de que ninguno pertenecía al mobiliario original, como efectivamente era, pues para dar por finalizado el pleito por la herencia de Teodora el obispado y la universidad llegaron aun acuerdo: bienes muebles con excepción de libros para el obispado, el bien inmueble con los libros para la universidad. Los únicos libros que fueron excepción fueron los escritos por la misma Teodora, que el obispado salvo por su afán conservador al saber que la universidad pensaba destruirlos.

-¿Qué te parece? - le preguntó Enrico, sentado en un autentico sillón de Luis XIV.

-Es hermosa. - dijo - Sobrevivió más que Teodora y nos sobrevivirá a nosotros... eso aumenta su hermosura, ¿no crees? El hecho de que sea una cosa perenne, mucho más duradera e importante que la vida humana...

-Más duradera si, ¿pero más importante?

-Descontando el hecho de hay gente que mataría por el valor monetario de ese puro sillón, si. Porque esta casa tiene un significado mucho más trascendental que el de una sola vida humana. Tu vida o mi vida no son tan importantes para la historia como lo es este edificio. Este edificio afecta e importa a más personas que tu o que yo, es... arte.

-Piensas como mi mamá. - sonrió Enrico - Para ella vale mas la existencia de un cuadro de Fra Angelico que la de un somalí, o incluso varios. Pero eso si - añadió, como si quisiera excusar a su mamá - valúa mas la vida de un somalí que las de los elefantes que caza para sobrevivir. Y odia a los ecologistas como no te das idea. Se niega a dirigirles la palabra.

Teo asintió: comprendía a su suegra. Tal vez la comprendía demasiado, tal vez se parecían demasiado, y por eso no se llevaban bien. Cada uno quería poseer en exclusiva a Enrico, y en ese punto, se temía, no había arreglo posible. Tendrían que aprender a tolerarse, por amor a Enrico.

-Ya es hora de que se vayan a la cama. - dijo Ludovico con mucha sorna.

-¿No hay cena? - preguntó Teo.

-Como si no fueras a comerte a este bizcocho. - dijo señalando a su hermano.

-Que bruto eres. - le recriminó Enrico: como ya se sentía bien, ya podían pelearse.

-Lo mismo me dijo un francés al que le rompí el culo.

Ludovico se llevó las manos a la nuca y se estiró, satisfecho de las miradas que le echaban los dos.

-Muchachos, ya esta servida la cena. - dijo la voz amable de Federico. Todos sus hermanos habían ido a recogerlo al hospital y se quedarían un par de días.

-Podrás comer en el comedor de Teodora Ortelano - añadió Teodorico, quien recordaba el interés mostrado por Teo en la leyenda - aunque eso si, las viandas serán diferentes porque en aquella época creo que todavía no se habían inventado las viandas.

-Vamos en un segundo, gracias. - respondió Enrico. - Ayúdame Teo... ¡oye! - grito a Ludovico cuando este lo cargó como a una novia. - ¡¿Qué haces?!

-Te llevo: tu novio no parece capaz de hacerlo. - Ludovico lo miró divertido - aunque quien sabe, no lo habría imaginado capaz de rozarte el culo.

Enrico estaba tan mortificado como Teo, aunque menos estupefacto, pues conocía de toda la vida a su hermano.

-Yo en tu lugar lo hubiera puesto contra la almohada y... bueno, - se interrumpió al ver la mirada asesina de Enrico, no quería irritarlo estando convaleciente - yo soy mas hombre que tú. Y que tú lindura - se dirigió a Teo - si fueras mi noviecito tus piernas se extrañarían.

Ludovico se moderó en presencia de sus padres y la cena fue más llevadera. Después todos se retiraron. Para guardar las apariencias Teo fue con su tocayo a la biblioteca en tanto que Madonna acostaba a Enrico, pero en cuanto la casa se quedó más o menos silenciosa el jovencito se dirigió furtivamente a la habitación de su amado.

-Te estaba esperando. - le dijo Enrico desde la cama. Una lamparita abombada, de cristal azul bellamente emplomado, iluminaba tenuemente la habitación desde la mesita de noche. Estaba tapado, solo su rostro, enmarcado por el pelo suelto, era visible, aun así era lo mas hermoso que Teo hubiera visto jamás.

Cuando de un movimiento fuerte se destapó, dejando expuesta su esplendida desnudez, Teo sintió que el aire le faltaba, que las piernas le temblaban, que algo iba a darle... sin embargo, ya conocía la sensación. Enrico le había enseñado a sentirla y a superarla, ya sabia que aunque sintiera que no podría con mas placer podría, que no iba a desmayarse de tener un orgasmo.

Sin decir palabra se despojó de sus ropas. Desnudo, con el miembro ya erguido, trepó cuidadosamente por la cama, hasta quedar a gatas encima de Enrico. Este, que se había mostrado espectacularmente sabiendo que no podría cooperar mucho mas por aquella sexion se abrió de piernas y lo miro lánguido, poniéndose a su disposición. Respondió con dulzura los besos a los que Teo procuraba moderarles la avidez, pero sentía un ansia casi animal por el cuerpo de Enrico.

Las manos recorrieron los senderos conocidos en aquel delicioso cuerpo, los labios se dirigieron a los puntos favoritos, chupando ahí donde más rico olía o donde a Enrico mas le gustaba.

-No tienes que lubricarme - le susurró Enrico - lo hize yo mismo. Pensando en ti.

La imagen de esa hermosura, desnuda sobre la cama hecha, metiéndose un par de dedos bien embadurnados mientras susurraba su nombre hizo a Teo jadear. Se apoderó de la boca de Enrico y lo dejó sin aliento con un beso. El pelo le había crecido durante su enfermedad y se veía más delicado. Le apretó los cabellos, no por hacerle daño, sino porque era muy grande su pasión. Cuando los soltó uno de ellos se quedó pegado a su dedo. Teodoro lo enrolló, lo besó, como si de una reliquia se tratase. Un solo cabello de Enrico contenía toda su información genética, aunque dudaba que esa personalidad encantadora pudiera guardarse tan fácilmente, como no fuera en la memoria.

Las palabras sobraban en la suave luz azul. Con infinito cuidado Teo comenzó a penetrarlo. Se había lubricado bien Enrico, su pene se deslizaba fácil por aquel túnel de carne, carne calida y frágil que tenia bajo sus manos, percibiéndola a através de su propia carne, fiesta de los sentidos que llenaba a ambos de placer. Enrico se le abrazo débilmente pero a poco sus brazos resbalaron para quedar laxos sobre la cama en tanto que Teo, abrazado a él, hacia todo el trabajo, penetrándolo con el vigor de sus diecisiete años.

Colmándolo de besos aun en el momento del máximo placer. Jadeando y ruborizado se separó de él, y bajó con la colita muy en alto hasta su entrepierna, meneando su blanco culo, jamás poseído, mientras se la mamaba para dejarlo completamente satisfecho.

 

Continuará...

 

Notas finales:

Hell-o!!!

Con el fin de crear y ofrecer un texto lo mejor posible he decidido que por un tiempo solo subire un capitulo a la semana, los lunes. Necesito tiempo para escribir y revisar, asi que disculpen las molestias que esta disminucion de la frecuencia les pueda ocasionar. Posiblemente solo sean unas 2 o 3 semanas asi.

Para pasar el rato les recomiendo oir a la fabulosa banda de folk metal Finntroll o ver un divertidisimo anime sobre una banda de death metal llamado Detroit Metal City.

los links:

Finntroll http://www.youtube.com/watch?v=F2HMWBsgURs

Detroit Metal City (DMC) http://www.tu.tv/videos/detroit-metal-city-01-1-2

Besitos metaleros!!!


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