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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

She is smiling like heaven is down on earth and all her wishes have finally come true and her heart is weeping: this happiness is killing her. She'll be right here in my arms, so in love...


(Ella esta sonriendo que parece que el cielo baja a la tierra y finalmente todos sus deseos se han vuelto realidad y su corazon esta llorando: esta felicidad va a matarla. Ella estara justo aquí en mis brazos, tan enamorada...  - Rigth here in my arms, H.I.M., fragmento.)

55º  Right here in my arms.

       (Justo aqui en mis brazos.)

 

-Nada. - Ludovico dejo caer pesadamente sus brazos - No aparece por ningún lado.

-Tiene que aparecer. - Madonna apretaba los labios y caminaba de un lado a otro de la habitación que había pertenecido a la mujer que admiraba tanto; Teodora Ortelano.

-Podemos tomar como rehén a la cría para que el papá nos entregue al mocoso. - sugirió Ludovico.

-No es eso Ludovici; tiene que aparecer o si no tu hermano pensara que le hemos hecho algo malo.

-¿Y no era esa la intención?

Madonna lo miró exasperada. Ludovico puso cara inocente.

-¡Y yo que iba a traer a mi puto a la boda!

-No es momento de bromas Ludovici.

-¡Lo decía en serio!

La modorra se le despejó como por ensalmo a Teodorico:

-¡Ni de coña vas a traer un puto a la boda!

-Cállate Teodorico, ya ni boda habrá.

-¡Silencio niños! A la cama. No podemos seguir pensando en esto hoy o nos volveremos locos. Ya pensaremos en ello mañana. A dormir.

Rezongones pero obedientes los veinteañeros se fueron a dormir.

Madonna rogó que la situación se resolviera con uno de aquellos misterios en los que tanto confiaba mr. Tinley, empresario de teatro que siempre iba con rumbo al desastre y que de manera inesperada se salvaba en cada ocasión.

 

***

 

Se había quedado dormido junto a una caja de pañuelos, medio sentado, acurrucado. Teo se sentía culpable por lo que le había hecho, por lo que le iba a hacer, pero... en el fondo de su corazón confiaba en que Enrico entendería. Tal vez no fuera tan bueno como el fantasma, pero también lo quería.

Se acercó y acarició uno de los mechones que habían sido cortados pensando en complacerlo. Lo besó. Ojala pudiera llevarse uno un cabello del amado al mas allá. Pero no estaba permitido.

Lo besó suavemente en la boca; no despertó. Lo besó de nuevo, y de nuevo, y Enrico sollozó en sueños. Lo extendió sobre la cama y se tendió a su lado, besándolo muy suavemente por todo el rostro, jurándole en voz baja que mientras estuvieran casados lo haría el más feliz de los esposos.

-Te creo. - le dijo derepente Enrico con los ojos cerrados.

Teo se sobresalto. Que bueno que no habló de más.

-Enrico... si tú... si aun quieres... si eres capaz de perdonarme, cásate conmigo, por favor. Mírame, estoy hincado, aunque no tengo un anillo que ofrecerte.

Enrico abrió los ojos y jaló a Teo para que cayera sobre él.

-Por supuesto que me caso contigo. Te amo. Mil veces que me hicieras daño mil veces te perdonaría, porque así es el amor: el que es amado pone las reglas y el que ama le toca obedecer. - su tono era bajito, un poco triste - Y yo te amo mas de lo que tu me amas.

-N...

-No trates de negarlo. Lo siento. - se tocó el pecho - Solo Lotario seria capaz de amarte mas que yo.

-Lotario... - susurró Teo.

-¿El era la causa no? - Teo asintió - ¿Y bien? ¿Qué te ha dicho? ¿Nos ha dado su bendición?

-Con su bendición contábamos desde hace mucho. El es... tan bueno. Fui yo el que me hize un lio. Pero ahora ya tengo muy claro lo que he de hacer, esposo.

-Esposo... en solo cuatro días esa palabra será tan cierta.

-Si y... Enrico, pase lo que pase, recuerda siempre que yo te amo.

Enrico se abrazó a su pecho protector.

-Hazme el amor. - susurró.

Teo, que desde hacia mucho se había dado cuenta de la manera física, intima, en la Enrico gustaba de dar y recibir amor, tomo sus labios. Y no los soltó hasta que terminó de desabotonarle la piyama.

 

***

 

Alheñados los ojos con la alheña del desvelo Madonna bajo tarde a desayunar. Cual no seria su sorpresa al ver a su marido, a Federico y a Enrico charlando tan ufanos con Teodoro, su padre, su hermana y su amigo. Compartían cornflakes y el noticiero matutino más popular de Italia.

-¡Cara mía! - exclamó Ludovico padre, levantándose para besarla de piquito - Dormías tan apaciblemente que no te quise despertar.

-Amor... - Madonna pasaba su mirada de Teodoro a Enrico, pidiéndole explicaciones al último.

-Siéntate mamá. - Enrico se paró y le jaló la silla - Violeta nos contaba a todos que ella y el cura de su pueblo encontraron una especie de bendición para las parejas gays.

-Vaya... - dijo Madonna aunque lo que pensaba era "Jesús María y José, que no lo sepa el arzobispo porque nos tacha de herejes!" - Entonces, ¿ya tenemos todo listo para la boda?

-No se, eso tendrás que preguntárselo a Teodorico, que viene llegando.

Con ojeras, el más metrosexual de los hermanos veía a Enrico abrazando a Teodoro como quien ve cerdos que vuelan.

-¿Esta todo listo para la boda, Teodorichi? - inquirió Madonna con una mirada suspicaz.

-¿Están los novios listos? - preguntó todavía con la mirada rara.

-¡Claro! - rió Enrico.

Ludovico hijo venia entrando. Teodorico le dio un codazo.

-Que se casan. - le dijo.

-¡Joder! - protestó Ludovico.

Lo extraño de las caras y palabras hizo a Federico preguntar:

-¿Pasa algo?

A lo que Madonna, Teodorico y Ludovico resoplaron y contestaron a coro:

-Nada.

-Mucho ruido y pocas nueces. - masculló Madonna.

-¿Qué dijiste querida?

-Que el cereal tiene pocas nueces. - su cereal era uno dietético y balanceado que prometía ponerte y mantenerte en forma en su caja.

-Hablare con el señor Kellog. - prometió Ludovico padre.

-Gracias querido. - Madonna llevo una cucharada a la boca de su marido, y este, aunque no le gustaba, trago.

Teodorico, que había estado texteando en su móvil, envió el mensaje y dijo:

-¡Listo! Dentro de tres días tendremos la mejor boda del siglo.

 

***

 

Como solo cien personas cabían en el palazzo Ortelano aquella fue una de las reuniones más exclusivas de la sociedad italiana. El arzobispo de Milán conversaba con Gabbana al lado de una estatua que sostenía una bandejita de aperitivos. Un cuarteto de cuerdas, vestido de época, tocaba desde la esquina, montados sobre el podio originalmente diseñado para ellos: DJ Tiesto y sus acetatos vendrían más tarde, cuando, por una noche, la casa de mamá se convirtiera en antro de lujo.

La magnifica novia de Teodorico, enfundada en un vestido rojo que hacia voltear cabezas a tal velocidad que el quiropráctico tendría que hacer al día siguiente, acudió acompañada por su hija hiperdotada de siete años, Donatella, quien se fue directa a discutir sobre semiótica con el catedrático del particular de la universidad de Bolonia.

Teodorico disimuló sus nervios cuando recién llegado, barrió con la mirada el sitio y la gente. Cuando  vio sus labios rojos curvarse hacia arriba, señal de piedad del emperador en el circo, suspiró y la presentó como su novia a Enrico y Teo, titulo que la agente del FBI no desmintió.

De haber sido aquella una boda hetero, Lorraine Waters hubiese opacado a la novia. Mas como los contrayentes eran del sexo masculino e iban vestidos de traje, no fueron humillados por la bomba pelirroja.

Enrico estaba exultante, y a pesar de ser quien llevaba el traje negro, a ojos de buena yaoista (Lorraine, Violeta, Ludovico) era de dudarse que fuera el seme. A las cinco en punto de la tarde el preeminente senador que haría de juez de paz subió al palio adornado con flores salpicadas de polvo de oro. Los novios, tomados de la mano, avanzaron solos en el silencio solemne. Teo, que había practicado mucho su papel de marido estoico, avanzó gallardo, con un toque altivo que algunos invitados juzgaron de muy buen gusto, siendo, como era, español.

La consabida formula había sido redactada por Teodorico en persona (asesorado por el profesor de semiótica) y era elegante hasta la ultima silaba. Con dedos temblorosos Enrico puso la sortija en el dedo de Teo. Mas cuando Teo dio el si y en medio de un remolino de colores que se confundían en sus pupilas al borde del desmayo tomó su mano para ensartarle el frio aro metálico sintió como una corriente de aire helado en el corazón. Sin que viniera al caso reparo en la póliza de garantía del contrato que acababa de firmarse, y le pareció que abarcaba muy poco: hasta que la muerte los separara.

Pero en medio de los gritos de vivan los novios y la lluvia de polvo de luna que caía sobre ellos alejó de si el tétrico presentimiento. La vida palpitaba en su corazón y todo en el era un himno a la alegría, a la luz. "Triunfarás muerte - pensó vagamente - pero no hoy." Beso a Teo entre los aplausos del arzobispo y las amplias sonrisas de su padre y hermanos.

Aquel papel no imperaba sobre lo que sentían en sus corazones, pero que bien se sentía tenerlo. Enrico lo dejó dentro de la carpeta y se lanzó a abrir el baile con Teodoro. Giró y giró sobre sus pies ligeros, en aras de la música de violines y chelos, piezas medievales que Teo sabia bailar muy bien.

Sus miradas estaban absortas una en la otra, y si no contestaban los saludos de las parejas que a su lado pasaban no era por descortesía, sino porque se encontraban en otro mundo.

Para intima desdicha de Javiercete, Ludovico sacó a bailar a Violeta. Madonna dedico la primer pieza a su esposo y la segunda a su consuegro. Y después de media docena de piezas centenarias el cuarteto se paró y se inclinó para recibir los aplausos, saliendo luego por la puerta de servicio. Los meseros hicieron su aparición y manjares tan exquisitos como su presentación se ofrecieron a los invitados.

Lorraine susurró unas palabritas al oído de Teodorico que lo hicieron ponerse rojo. Ludovico arrojó el saco que su mamá le obligara a ponerse y dejo ver que bajo este llevaba un chaleco de cuero con multitud de zippers, muy rockero, que sorprendentemente iba bien con los pantalones rectos y ajustados: mas que nunca apareció como un príncipe rockero a los ojos de Violeta.

Terminado el banquete, en el que no pocos comieron de mas (habrían de remediarlo con una sesión de bypass mental al día siguiente)  Teodorico anunció que era hora de dar los parabienes a los enamorados.

Multitud de deseos cayeron sobre los novios; desde los más sinceros hasta los más apropiados, desde la bendición del arzobispo hasta la tierna sonrisa de Javiercete, y al terminar Enrico solo echaba de menos uno, el más importante: el parabién de Lotario.

¡Como le hubiera gustado estar con él! La ausencia del fantasma era lo único que menguaba su dicha.

Teodorico paso el micrófono a Lorraine y esta anunció, con perfecto acento lombardo, que los novios pasaban a festejar su recién adquirido estado civil y que ellos, acompañándolos en la distancia (los ojos de Lorraine parecían querer que esa distancia no existiera) celebrarían al ritmo de DJ Tiesto.

Y al decir "Tiesto" una explosión de humo y un súbito cambio de luces anunciaron la entrada del dj, pero he aquí que quien apareció no era un guaycete relamido sino un dios vikingo de larga melena rubia.

-¡No... - exclamó Teo abriendo mucho los ojos.

Ludovici se carcajeó y Teodorico reprimió un gemido. La música metal atronó los oídos de los invitados y monseñor rió y dijo que se iba porque eso si no era para él.

-¡Si! - Ludovici palmeó la espalda de su cuñado - Es Vreth.

Teo lo miró con ojos brillantes de agradecimiento. Enrico también miraba con interés al tío bueno que amenizaba o amenazaba a los invitados desde el podio de los músicos. Los que no encajaban el metal se hacían los disimulados o salían, y los que si, flipaban a colores y en 3D.

-¿Lo has contratado... - empezó a preguntar Enrico.

-Para que amenice la velada, no para que les sazone la noche de bodas. - les guiñó el ojo, y Violeta, muy cerca de el, abría cada vez mas la boca - Es ingeniero de sonido, no puto. Pude llegarle al primer precio, pero el segundo no existe... lastima. - suspiró abatido, viendo los tremendos abdominales hasta donde el faldón de cuero dejaba ver.

Violeta suspiró también.

-Bueno, pues váyanse a coger. - dijo Ludovici a los novios - yo me quedo aquí haciendo compañía a esta guarrilla que es de los nuestros. - paso un brazo por los hombros de Violeta.

-¿Y DJ Tiesto? - preguntó Enrico.

-Ese no va a coger más que un resfrío: lo metí en un tiesto y lo encerré en el sótano. - Ludovico se carcajeó.

-¿Podemos quedarnos? - preguntó Teo con ojos de cachorrito - Solo un par de canciones...

Enrico asintió, dulce: una vez que los decibeles dejaban de aturdirte no era una mala música. A Teo le encantaba. Ludovico le pidió que señalara sus canciones preferidas y luego de corearlas y recibir un autógrafo en su corbata Teo acudió a donde el deber lo llamaba: al lecho nupcial.

 

***

 

A solas en al pasillo que conducía a las habitaciones del segundo piso Enrico pidió a Teo que lo cargara.

-Ok. - el chico agarró aire para cargar con su esbelto novio - Aunque... - decía con la voz medio rara por el exfuerzo - esta noche tu deberías cargarme a mi.

-¿Por qué?

-Bueno, si tu quieres... - Teo tenía el rostro rojo - podríamos... cambiar de lugar hoy.

-¡¿Qué!? - exclamó Enrico moviéndose bruscamente y yendo a dar al suelo con Teo.

-Eso. - doliéndose del golpe - Tú a mi.

Enrico no quería creérselo, no quería emocionarse y que resultara que había entendido mal.

-¿Qué te folle? - Teo asintió - ¿De veras quieres?

Pues de querer lo que se dice querer, no tanto... tenia morbo, desde antes de tener comenzar la relación, ganitas de probar, pero lo que lo decidió fue que... era lo menos que podía hacer por Enrico. Entregársele por completo durante el tiempo que vivieran juntos. Volvió a asentir sonrojándose mucho.

El tigre interno de Enrico rugió y se desperezó. Se lamió lentamente los labios, mirando a su chico tan tierno, con esas pestañotas y esa boquita sexy. Su pequeño seme asumiendo su faceta uke. Acarició con la imaginación las nalgas que tantas veces había fantaseado poseer. Puso una mano bajo la nuca de Teo y le levantó el rostro para besarlo, besarlo con un prolongado jugueteo de lengua.

Se levantó y lo jaló a la habitación. Lo empujó sobre la cama con leve violencia que más bien era impaciencia. Había esperado tanto, pero ahora que le daban el banderazo no podía esperar más. Desnudó con ansias a Teo, mostrándose fogoso como si fuera la primera vez que lo hicieran.

Enrico le había enseñado mucho, pero mientras lo pellizcaba, besuqueaba y jalaba Teo se daba cuenta de que le quedaba mucho por disfrutar de las habilidades amatorias de su rubio. Sintió que el rostro se le calentaba al pensar que iba a tener una primera vez memorable. O quizá el calor se debiera a que tenía el rostro contra la almohada, y el cabello se lo cubría a medias.

Enrico le había dado la vuelta y se deleitaba mirando la parte posterior de su cuerpo: estaba soberbio su chico, con esa espalda que se afinaba hasta dar nacimiento a las colinas jamás tomadas. Ver a Teo con ojos de seme era redescubrirlo y calentarse un montón. Ahora que el pelicastaño estaba dispuesto a tomar los dos roles su vida sexual iba a renacer.

Tan desnudo como Teo se recostó sobre él, apretando su firme hombría contra sus nalgas, acariciándolo de  los hombros a la cadera, aquella piel tan tersa.

-Vas a conocer lo que es bueno Teo lindo - susurró en su nuca, rozando con su nariz hasta el borde de la oreja - que te enculen y te jodan hasta que te sientas mareado de tanto correrte por detrás.

Teo respiró agitado: el tono de voz era tan dominante, varonil... sintió que sus piernas eran de mantequilla cuando se las separó, instalándose entre ellas. El miembro de Enrico se sentía caliente, extraño deslizándose por en medio de sus nalgas. "¡Que no me lo vaya a hacer sin lubricante!" rogó Teo, que estaba aprensivo por cuanto le dolería la perdida de su virginidad.

Enrico sacó el lubricante del cajoncito y colocó una gruesa tira entre sus dos dedos. Le indicó que se pusiera una almohada debajo de la cadera y lo penetró con ambos dedos. Teo apretó los dientes y se dolió, conciente de que eso solo era prepararlo. Enrico lo dedeó hasta dejar su entrada brillante y resbalosa, lo suficientemente dilatada como para que la punta de su polla pudiera entrar.

Ya lo había sodomizado varias veces con un dedo; Teo sabía perfectamente que se tenía que relajar, por lo que no dijo nada. Ciñó su cuerpo al suyo y lo ultimo en pegarse fue su cadera con sus nalgas. Teo apretaba ojos y dientes, por mas que tratara de relajarse se tensaba, ¿Cómo diablos esperaban que reprimiera el impulso natural de evitar la invasión de un cuerpo extraño?

Dolía y era incómodo.

-Que estrecho estas... - de nuevo ese tono de voz, un poco gutural, que le ponía los pelos de punta - No cabe duda de que eras virgen.

Y le mordió el cuello, comenzando con la retirada apenas iniciada la invasión. Se lo sacó por completo y lo volvió a penetrar. Teo contuvo el gemido.

-Te voy a dejar el culo abierto y rebozante de semen para volverte a joder en cuanto termine.

Teo tragó saliva: ¿Cuántas veces consecutivas podría follárselo Enrico? Se le paraba rápido y tenía buen aguante... Al sentir que se la sacaban se aflojó mucho para que se la volvieran a meter. Se acopló lo mejor que pudo a Enrico, bajo el.

-¿Te esta gustando?

-Todavía no.

Enrico se rio en su nuca, cosquilleándolo.

-Cuando le pilles el gusto - dijo, metiendo sus manos bajo su pecho - te vas a pelear conmigo por ver quien es el pasivo.

-Eres un perverso...

-Lo sé. - respondió, apretándole ambos pezones a la vez.

Al sexto o séptimo mete y saca se quedó ya dentro de él, moviendo la cadera larga y profundamente, mas rápido de lo que al pelicastaño le hubiera gustado. No dejaba de ser incómodo y no veía por donde podría pillarle el gusto. Se relajó: quería gozarlo, quería darse a Enrico y hacerlo sentir un machote por follarlo hasta el orgasmo, pero a menos que se la jalara ese orgasmo no se iba a producir.

Como si adivinara su pensamiento Enrico le acarició los brazos, sujetándole las muñecas contra la cama, haciendo fuerza sobre el para penetrarlo más vigorosamente. Luego se las llevó hacia arriba, cogió otra almohada y la metió bajo la otra, tomo la cadera de Teo y probó algunos ángulos hasta dar con el exacto, conociéndolo de inmediato por el temblor que sacudió al chico, obstinado en su mutismo.

Tras unos roces a aquel punto delicioso volvió a preguntar:

-¿Ya?

-Ya. - admitió Teo.

-Déjalo salir.

Teo jadeaba bajito, como si estuviera enfermo. Teniendo en cuenta que era más bien silencioso en la cama Enrico se dio por satisfecho y continuó con lo suyo; esmerarse en gozar ese culito que por vez primera conocía varón.

Acariciaba los costados de su cuerpo estrechamente pegado a él, sentía el sudor resbalar entre sus pieles, facilitar la fricción. Enrico estaba bien adentro suyo y casi que se movía mas en círculos que de mete y saca. Teo jadeaba cada vez mas entrecortado y sin pensar en nada se entregaba al placer. En un nuevo tipo de placer en el que él no tenia que hacer nada, solo recibirlo a piernas abiertas. Empinó más su culo, y procuró frotarlo contra la cadera de Enrico, para mayor placer.

¿Y Enrico? Encantado, conteniéndose para no correrse tan pronto y seguir gozando de su estrecho chico, que se restregaba como un gatito caliente. Ya llevaba bastante tiempo sin ser seme... lo extrañaba y estaba resultando un poco difícil no dejarse llevar por las sensaciones.  Cuando sintió al adolescente contraerse apretando su pene, temblar y proferir placenteros lamentos bajo suyo consideró su misión cumplida y lo taladró buscando su placer, corriéndose todo dentro y dejándolo tal como lo prometiera.

Reposó arriba suyo, respirándole en el oído, con su pene que no terminaba de perder firmeza descansando apretado entre su vientre y las nalgas de Teo. Lo jaló del pelo para que volteara y lo besó de lengua, haciendo un intermedio de eróticos intercambios de saliva en lo que volvía a ponerse duro.

Entonces volteó a Teo bocarriba, le empujó los muslos contra el abdomen y volvió a ensartarlo con su verga, hundiéndose agradablemente por el túnel de carne suave y mojada, penetrándolo ahora con la energía de los momentos finales desde el principio, mirando los gestos entre el placer y el dolor que su bello esposo hacia, masturbándolo ahora si para ver cuanto aguantaba recibiendo placer antes de bañar su vientre con su esperma.

 

Continuará...

 

Notas finales:

She keeps on crying
But I won't leave her alone
She'll never be alone!

She'll be right here in my arms
So in love...

LInk: http://www.youtube.com/watch?v=yx3KKWJL7ZY

Carpe noctem!


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