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El fantasma de la abadía. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Cease the pain, life`s just in vain. For us to gain nothing but all the same. Now let us lie; sad we lived sad we die... Two souls with everything yet to be said.

(Deten el dolor, la vida es en vano. No conseguiremos mas que lo mismo. Ahora dejanos descansar; tristes hemos vivido, tristes morimos... Dos almas entre las que todo queda por decir. - Nightwish, Two for tragedy, fragmento.)

56º Era mío...

 

Con una cara de felicidad que hubiese hecho palidecer al sol Teodorico desayunaba a las tres de la tarde con su amada Lorraine. La agente del FBI, regia incluso en piyama, con el lacio cabello sujeto por un pañuelo autografiado por Dolce, Gabbana y el arzobispo de Milán.

La mujer le daba de comer en la boca cucharaditas de café dulce, muy dulce a Teodorico, que la miraba aborregadamente y volvía a salir de este mundo rememorando la noche pasada.

Durante la mañana un silencioso y diligente equipo había recogido las mesas y limpiado la casa, de manera que no quedaba otro vestigio del fiestón celebrado el día anterior más que las escasas sobras de pastel de bodas. Madonna, con  una bolsa de agua sobre la cabeza, se sirvió una porción.

-Teodorichi, que música tan infernal pusiste anoche. - y hacia gestos para exagerar su dolor de cabeza.

-No fui yo mami, fue Ludovico. ¡No sé donde habrá puesto a DJ Tiesto!

Abajo, en el sótano, DJ Tiesto comenzaba a temer el protagonizar un remake de "El barril de amontillado", de Edgar Allan Poe.

-¡Ludovico! - meneó la cabeza Madonna - ¿Dónde esta?

-En la cama con Violeta.

Fernando, que tratando de leer el periódico se daba cuenta de que el italiano no es español chapurrado escupió como una fuente su café sin descafeinar.

Lorraine, que estaba enfrente, salto ágil para esquivar el café.

-¡Con mi hija!

-Cálmese, buen hombre - Madonna hizo gesto de dolor ante el grito - mi Ludovichi es completamente gay, así que su hija amaneció tan casta como se acostó.

Fernando, sobreprotector, no se quedó contento con esa explicación.

-Quiero verla. - exigió.

-Marozza, ¿sabes donde están Ludovichi y la niña?

-Por supuesto señora, como que yo misma los cargué en la mañana a la habitación del señorito. - flexionó sus brazos, que nada tenían que envidiar a los de los luchadores de la WWE.

-Lleva al señor. - Fernando apresuró a la ama de llaves - ¡Ah! - suspiró Madonna - Ese moruno atavismo que conservan los españoles...

Lorraine estuvo de acuerdo con el comentario de su futura suegra: ella escribió el primer libro referente a como el moruno atavismo de los españoles y sus excolonos latinoamericanos, por medio de rasgos culturales como poner el jardín celosamente intramuros en vez de generosamente expuesto al mundo, producía una mayor inferencia de criminales pasionales. Los comedidos anglosajones, con sus gnomos en el jardín, por su parte, producían más psicópatas y asesinos seriales, con lo que a ella no le cabía duda de cual cultura era la mejor. Sobre todo cuando le llegaron varias cartas de detectives españoles declarándole que España no existía y que debería poner "arcaico y fuera de moda sentimiento de naciones ibéricas que convivieron con nuestros hermanos del Islam".

El andaluz, importándole bien poco otra cosa que no fuera el bienestar de su niña la encontró completamente vestida, con lo que descanso su alma, pero abrazada al hombretón que mas le valía ser de veras homosexual jurado.

-¡Violeta!

La chica, que había bebido y metaleado hasta las siete de la mañana despertó con un gemido. Tenía pegado en la nariz el aroma a cuero y sudor de su príncipe rockero, además de la cadena de su bolsillo marcada en la mejilla.

-¡Usted...

-¡Joder! - exclamó Ludovico - Jamas pensé vivir para verme despertar con una chica  y con el papá echándome la bronca.

-Haga usted el favor de callarse. - le dijo Fernando - ¡Niña ven acá!

La examinó minuciosamente, dándole la vuelta.

-Si quiere comprobar su virginidad llame a Baldomera; ella antes era ramera, y de coños conoce todo.

Fernando lo miró con odio.

Sonrojada, pues a nadie le había dicho que era virgen, Violeta se colgó al cuello de su papito.

-No pasó nada papito, de veras. Me quede bailando con Ludovico y luego me caí...

-De borracha. - su princesita hedía a puro etanol. Corrección, etanol con nicotina. Meneó la cabeza: ¡que bueno que Sabella no había venido! - Anda, ve a nuestro cuarto a asearte.

-¡Me duele la cabeza! - gimió la niña.

Ludovico le aventó un frasco de pastillas.

-Son aspirinas. - respondió a la hosca mirada de Fernando.

La niña salió. La mirada se mantenía. Ludovico se estiró.

-En serio consuegro, no le hize nada a su nena. - se acercó y sonrió diabólico - Aunque si hubiera sido usted el que durmiera conmigo no le garantizo que hubiera despertado inmaculado.

Fernando abrió mucho los ojos y Ludovico se carcajeó. Antes de bajar a desayunar le dio una nalgada, mas por molestar que porque le tuviera ganas. Le caía bien y era su manera de demostrárselo. Era un buen padre.

Cuando dejó de sentir calientes las mejillas regresó al comedor. Volvieron a calentársele al notar la pose rara en que su hijo estaba sentado, y la cara de felicidad de su yerno que solo competía con la de Teodorico.

Enrico se levantó a saludarlo de beso.

-¡Fernando! Justo estábamos hablando de que la primer parada de nuestro viaje de bodas podría ser Sevilla, para llevarlos.

Ludovico dio un codazo a Teo.

-¿Sevilla? ¿No te has hartado de verla?

-No vivo ahí. - dijo Teo, muy avergonzado porque se daba cuenta que Ludovico se daba cuenta del papel desempeñado por él la noche pasada.

-No, a veinte minutos...

-Gracias, seria genial. Que considerado de su parte. - respondió Fernando.

La idea había sido de Teo, pero Enrico no dijo nada.

-Cuando vuelvan tendrán que escoger un auto para Teo. Si me dan una idea de que tipo de modelos le gustan podría encargar una preselección. - con aquel ofrecimiento, Madonna estaba aceptando formalmente a Teo en su familia.

-¡Que linda eres mamma! - Enrico la besó en la mejilla.

Madonna se dejó querer y miró inquisitiva a Teo.

-Ah... bueno... en realidad yo no necesito un auto.

-No seas modesto caro, todo mundo necesita un auto.

-Es que yo no se conducir. - apuntó con una sonrisita Teo - Ni siquiera se andar en bici.

Madonna disimuló para no poner los ojos en blanco. ¡Por Dios, que soso era ese niño!

-¿No sabes pedalear la bici? - le preguntó Ludovico con doble sentido.

-No.

-Pues aprendes caro. Tomaras clases de manejo y al rato hasta aviones vas a saber pilotear, como mi Federico.

-No me interesa en absoluto aprender algo inútil. - refunfuñó Teo.

Antes de que Madonna abriera la boca Enrico salió al quite. Era desconcertante la negativa de Teo, pero conociendolo como era de necio mejor evitar roces con mamá.

-Bueno, ya veremos. De momento esta la luna de miel. - Enrico miró con afecto a su recien casado y lo beso amoroso, para congoja de Fernando, que aun no acaba de digerir aquello - Iremos a Sevilla, a Cordoba, a Beziers...

-¿A Estambul no? - preguntó Ludovico.

-¡Claro! - le guiñó el ojo Enrico - Y pasaremos a saludar a nuestra buena amiga, ¿verdad Teo?

Teo, que estaba pasandose un trago de jugo, gruñó. No tenia ganas de volver a ver a esa mujer con la que Enrico coqueteaba.

-Iremos tambien a Finlandia, para que Teo me lleve a conciertos goticos y a Londres a volver loco a algun taxista...

-Pero estaran de vuelta antes de Navidad, ¿verdad? - preguntó Madonna.

-¡Claro mamá! Si es necesario suspenderemos el viaje.

Teo y su papá se miraron preguntandose cuanto durarian los viajes de aquella familia.

-No me digan que quieren volver con el heredero... - se burló Ludovico.

-¿Por qué no? - desafió Enrico.

-¡Waaa! ¡¿El mpreg es posible!? - preguntó ilusionada y limpia Violeta, que venia entrando.

-Si. - dijo Ludovico muy serio - Yo una vez preñé a un pelirrojo llamado Dassel...

-¡Waaa! - exclamó creyendoselo Lorraine.

-Vamos niños, dejense de tonterias.

-Ah... - Madonna desinfló el animo de las yaoi fan girls.

Teodorico se apresuró a susurrar al oido de su novia algo que la hizo sonreir insanamente feliz.

 

***

 

Dejar atrás a su agobiante familia italiana hizo sentir a Teo mucho mejor. Todavía no lo calculaba bien, pero el estrés que producían bien podría ser directamente proporcional al número de Benzis a la tercera potencia. Y Teodorico contaba por dos.

Las largas horas de vuelo sin nada que hacer más que sostener la mano de su soñoliento esposo lo habían relajado. Javiercete y Violeta iban detrás, juntos, y su papá adelante, con una señora mayor que roncaba.

Cuando Enrico detuvo el auto alquilado en frente de la fachada encalada de su casa Teo se sintió aprehensivo. Su madre estaba del otro lado, esa madre que no asistió a su boda. Le dolió su ausencia, si, pero íntimamente... era retorcido pero le gustaba que su madre fuera tan firme en sus principios.

Llegaba con ganas de verla, pero ya había aceptado la posibilidad de que Isabel le diera con la puerta en las narices.

Tocaron el timbre largo rato.

-Sabella no está. - dijo la vecina.

-¿A dónde fue Margarita? - preguntó Fernando.

-A cas el cura.

Teo hizo mohín.

-Gracias Margarita.

Fernando sacó sus llaves y Violeta y el dejaron sus maletas ahí. Las de Teo y Enrico, previamente, las habían dejado en el hotel sevillano. Pasaron a dejar a Javiercete en su casa, donde una renuente doña María no supo disimular el asco que le daba estrechar la mano del amigo de su hijo y de su pareja. De ahí enfilaron hacia la casa parroquial.

Entraron por la puerta abierta: en el despacho decorado con viejas pinturas pías y pósters de anime solo estaba la computadora encendida del padre Mikael. Violeta lo voceó, estaba muy ilusionada con que el amigo templario del padre ya le hubiera pasado el ritual de la boda de semejanza.

Era la primera vez que Enrico veía al padre Mikael y le dejó una memorable primera impresión: estaba haciendo la limpieza con un delantal de maid francesa de cosplay sobre la sotana, y anudada a la frente llevaba una banda de la aldea de Konoha, y un plumero de muchos colores en la mano.

-¡Hola hijos! - los saludó muy desenfadado - ¿Vienen a buscar a Sabella verdad? Esta quedándose en el archivo. ¡Sabella tu familia vino a buscarte! - gritó a la puertita de al lado.

-¡Yo no tengo familia! - se oyó que contestaron.

-Madre... - le dijo Teodoro.

-¡Yo no tengo hijo!

A nadie se le escapó el gesto de dolor de Teo.

-Sabella, por favor... - tocó a la puerta Fernando - Sal de ahí, nuestro hijo y su esposo quieren hacer las pases contigo.

-Ya te dije que no tengo hijo. - cortó Sabella, obstinada.

Harta de llorar y sentirse sola había acudido a media noche a confesarse con el padre Mikael. Pero este se negó a darle la absolución porque no tenia propósito de enmienda de dejar de odiar al prometido de su hijo ni de perdonar a su hijo "sus locuras de juventud." Sabella se negó entonces a dejar la parroquia. A ver quien se cansaba primero.

-Mamá... - acercó su mano a la madera que los separaba.

-Para mi Teodoro esta muerto. - exclamó dura - Una tiene un hijo con la ilusión de que sea alguien en la vida, que derrote a los poderosos. ¿Y que hace? ¡Se entrega a ellos! Yo no tengo hijo. Me arrepiento de haber traído en mi vientre a ese malagradecido. ¡Mira que desperdiciar su inteligencia y su juventud! Mejor que estuviera muerto.

-¡Basta! - tronó Fernando.

Hasta el padre Mikael se tapaba la boca y miraba con pena a Teo. Este parpadeaba furiosamente y se limpiaba las lágrimas con los dedos tan pronto como escapaban.

-Sal, Isabel.

-No.

De un empujón Fernando venció la vieja puerta de madera. Atávicamente sacó a Sabella del brazo y la puso frente a su hijo. Se volteó indignada.

-Mamá... - trato de tomarle la mano pero Sabella las puso atrás. - Perdóname mamá... no pude ser lo que tu querías que fuera.

Ni los parpadeos le servían a Teo para evitar el llanto. Quería ver a su madre y hacer las pases con ella y disfrutar con ella del poco tiempo de vida que le quedaba. Sabía que si su madre lo consolaba dar ese paso tan amargo seria más fácil. Estaba orgulloso de su madre por no ceder y profundamente dolido de su rechazo.

-Te quiero. - le dijo, y abrazándola de improviso le dio un fugaz beso en la mejilla.

Al sentir el contacto de Teo Sabella titubeó. Obraba así por el bien del niño. ¡Cuánto le costaba mantenerse firme en su desplante cuando lo que quería era estrechar a su hijo y alternar a darle besos y coscorrones! ¿Cómo hacerlo entender que obraba mal? ¿Cómo alejar ese maldito presentimiento de que algo terrible se cernía sobre Teo? Cada vez que se iba a Italia era más fuerte.

Al ver que su madre seguiría como de piedra Teo dio media vuelta y salió al atrio.

-¡Es usted una horrible persona! - le espetó Enrico lloroso y enfadado.

-¡Menos horrible que tú, depravado! ¡Mi niño hubiera podido ser presidente de Andalucía, de España toda! ¡Científico, que sé yo! ¿Y que es? ¡La puta de un noble!

-Mami, ellos se quieren...

-Cállate niña, ¡¿tú que sabes?! Este hombre me robó a mi hijo: era mío y era bueno y este hombre me lo quitó y lo echó a perder, y por eso jamás lo perdonaré. Y a ti te deseo que sufras, y si hay sangre gitana en mis venas que bulla para que mi maldición se cumpla, canalla.

Enrico no dijo nada. En lo más profundo no podía dejar de creer que sí había echado a perder a Teo. La maldición de su suegra le dio miedo: no quería sufrir... y la mujer tenía tal voluntad que podía convertirse en fuerza. Salió a acompañar a Teo.

-Violeta, padre, déjenos a solas por favor.

Mikael se sintió aliviado de que no le pidieran mediar en aquella discusión. Sabella era tremenda y se veía que Fernando también tenía su carácter.

-Teo... - Enrico se acercó cariñoso al joven, que estaba sentado en el borde de la fuente.

-Enrico... - le sonrió triste y le tomó la mano.

-Ya se le pasará... - dijo - en un año o dos. - trató de hacer chiste.

-Estaré bien. - dijo - Ya sabia que seria difícil... es solo que quería que madre... pero no importa. Tendré que vivir sin ella.

-Solo será un tiempo...

Aquel consuelo restaba consuelo a Teo: tiempo era lo que no tenía.

-Mientras no me digas que cuando le presentemos a su nieto...

-¿Por qué no? - Enrico trató de sonar ligero - Podríamos concebir in vitro con alguna mujer...

Teo no dudaba que con la paga que ofrecieran los Benzi habría una fila de mercenarias de su vientre solicitando el puesto. Pero hay cosas que no se pueden comprar.

-No tiene sentido Enrico: nunca habrá un hijo tuyo y mío. Un ser nacido de nosotros dos. Esa es la verdadera maldición de nuestro amor, que es infecundo.

De cara a la muerte Teo encontraba atractiva la posibilidad de perpetuarse en un hijo.

-Podemos adoptar... - se quedó callado. Con su dedo, hacia onditas en la superficie del agua.

Esperaron en la fresca sombra hasta que la familia de Teo salió. Fernando y Violeta pasaron a despedirse de ellos.

-Vamos a estar aquí unos días papá.

-Bueno. ¿No se van para su hotel?

-Vamos a ver primero al padre Mikael.

-¡Ah! - dijo Violeta - Su amigo no encontró nada sobre las bodas de semejanza: dice que son mentira.

-¡Oh! Bueno, igual le íbamos a hablar de otra cosa. - respondió Teo.

-Nos vemos Teo, nos vemos Enrico. - Violeta los abrazó a ambos.

Fernando se despidió de apretón de manos. Luego se unieron a Isabel, que aguardaba mas adelante. El muchacho se quedó de pie viendola irse hasta que doblo una esquina. Y eso fue lo ultimo que Teo vio de su madre en este mundo: su perfil, ya muy lejos.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Even in your pride I never blame you...

link: http://www.youtube.com/watch?v=tW1qupHOBqo

¡Proximo capitulo: la confesión del fantasma!

Carpe noctem!


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