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Redención por Sorgin

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Notas del capitulo: Ya era hora de actualizar. Espero que os guste .

Hisoka se levanto de la cama cuando oyó cerrarse la puerta. Muraki se había ido, por fin. Se dirigió a la ducha y reguló el agua. Dejo el agua correr sobre su piel, ocultando sus lágrimas. Se sentía sucio, usado. Se había dejado poseer por ese ser. Había sido necesario, pero no se sentía mejor por ello. Cada vez que recordaba lo que había sucedido le daban arcadas. Acabo de ducharse y se dirigió envuelto en una toalla a la habitación. Reviso el armario de Muraki, tenía que salir de allí, lo más pronto posible. Tomo unos vaqueros, que jamás pensó que ese hombre podría tener, y un jersey que le venía grande.

 

Salió del apartamento asegurándose de que nadie le seguía. Corrió por las calles, atravesando parques y pasos de cebra, sin prestar atención a la gente que pasaba por su lado. Necesitaba llegar a esa maldita cafetería. Eran las once por lo que su “compañero” estaría comiendo una tarta de queso, con sirope de frutas del bosque. Veinte minutos después, dejo de correr. La cafetería estaba justo enfrente. Miro por el cristal, antes de cruzar la calle y una lágrima cayó. Empezó a llover.   

 

Dentro de la cafetería, Tsuzuki comía su deliciosa tarta bajo la atenta mirada de Hijiri, quién simplemente le sonreía. Tres platos vacíos se apilaban en una esquina de la mesa.

 

-Te vas a empachar.- Rió el pequeño. Tsuzuki le dedico una sonrisa con sirope en la nariz. Hijiri se recostó sobre la mesa para lamerlo. Un escalofrío recorrió la espalda del mayor.- Tenías razón, es una tarta deliciosa.

 

-Si quieres te pido una.- Un nudo en su garganta se formo cuando el muchacho se sentó en su regazo.

 

-No hace falta.- Rozo los labios del shinigami y lamió el interior de su boca con pasión. Las amatistas se abrieron sorprendidas. Fuera empezó a llover.

 

Sus pies le llevaron solos hasta el parque. Desandando sus pasos, lentamente se dirigía a casa de aquel que le había asesinado. Pero, ¿acaso tenía otro lugar al que ir?. Una persona apareció enfrente de él, haciéndole tragar saliva. La figura le dedico una sonrisa, mientras limpiaba sus gafas. Sin entender  el porque se arrojó a sus brazos y lloró. Le contó todo lo que había visto y la figura seco delicadamente sus húmedas mejillas, con la punta de sus dedos. Acarició los cabellos rubios consolándole.

 

La noche llegó. Hisoka se asomó a la ventana cubierto por la camisa que Muraki había llevado a trabajar ese día. Empezaba a gustarle su aroma y eso le preocupaba. Se estaba acostumbrando demasiado rápido a esa situación. El doctor le miro divertido desde la cama. Desde niño le habían enseñado a manipular a las personas y a utilizarlas para su propio beneficio. Pero ahora, quería conservar a ese pequeño de espectacular belleza hasta el final. Se levanto, cubriendo su desnudez con la sábana, se dirigió hasta el muchacho y le abrazo por la espalda. Sintió como éste tembló durante un segundo para después recostarse en su pecho.

 

Hisoka miro a su nuevo “amante”, a su mente regresaron los recuerdos de aquella fatídica noche en que se conocieron. Sintió su cuerpo temblar. Pero el valor volvió a él. Se giro y le encaro, obtuvo una respuesta por parte del mayor.

 

-No soy un clon.- Muraki estalló en carcajadas.

 

-¿Cómo te diste cuenta?.- Se perdió en las esmeraldas. Las marcas de la maldición aparecieron en la piel del muchacho.

 

-¿Cómo crees?.-Muraki le estrecho entre sus brazos.- ¿Qué paso esa vez?.- Se aparto y caminó hasta la cama donde se sentó.- Siempre dices que soy un niño malcriado, un estorbo. Pero no me dejaste morir, ¿porqué?.- Muraki se recostó en la pared.

 

- Lo de tu sacrificio solo fue un truco. Tsuzuki puso todo su poder y tú le apoyaste. Tu empatía te unió a él. Así que cuando salí de allí me lleve tu cuerpo.- Hisoka le miro sin comprender.

 

-¿Crees que eso es una respuesta?- Aún no entiendo por que hice todo aquello.- Se cubrió la cara con las manos.

 

-Debe de ser por tu linaje.-Una mirada a través de los dedos de marfil.- Investigue a tus antepasados.- Se dirigió a la biblioteca, tras ponerse la ropa interior y una bata de satén blanca. Eligió una carpeta y sacó de ella varios papeles. Se los entrego al muchacho.- Tu linaje se remonta más lejos de lo que crees muchacho. ¿Sabes quién es el Gran Duque Astarot?.

 

-El jefe del infierno.- Respondió el muchacho mientras tomaba los papeles con curiosidad.

 

-Más o menos.- Sonrió Muraki dejando perplejo al muchacho.- El cuida del Infierno mientras su verdadero dueño esta fuera. ¿Sabes quien es el dios del infierno?.

 

-¿Es una clase de religión histórica?.- El muchacho suspiró.- Yomi.

 

-Bien, ¿has visto alguna vez tu árbol genealógico al completo?.- El muchacho negó con la cabeza.- Pues mira el primer nombre de esa copia.- El muchacho se quedo petrificado al ver el nombre del señor del inframundo.

 

-Es solo una coincidencia.-Reto al hombre de los ojos plateados con la mirada.- ¿O puede que te lo hayas inventado?.- El hombre rió.

 

-¿Eso crees?.- Se acerco al joven.- ¿O es que tienes miedo de que sea verdad?.- Le arrinconó contra la pared.- Tu eres el heredero de  Yomi, eres el nuevo señor del infierno; y muerto puedes reclamar tu trono.

 

El pequeño cayó al suelo. Demasiadas emociones, demasiada información. La imagen de Tsuzuki regreso a su mente. Todo debía ser falso, si él era el heredero de ese demonio, ¿Por qué el gran rey Enma le había convertido en shinigami?. Necesitaba pensar. Salió corriendo de la casa, apenas vestido con su ropa interior y la camisa del doctor. Necesitaba pensar. Necesitaba confirmar esa información. ¿Pero a quién le podía preguntar?.  


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