Ruta 1 hacia Osaka.
Tokio
El sonido de las sirenas de la policía fue lo que lo alerto mientras daba vuelta a toda velocidad en una esquina. Estaba a poco más de cinco cuadras del lugar donde Ino – con voz tambaleante – le dijo que estaba. El olor de la gasolina inundaba el aire y las calles resplandecían con el rojo vivo del fuego.
.- Uchiha – san – la voz grito desde el otro lado de la calle mientras el pisaba el freno con fuerza y la moto se detenía tras un ligera derrape.
Siempre había disfrutado de las motocicletas, justo desde que había tenido edad para manejarlas y había sido una suerte que sus padres accedieran a traer la que le habían regalado para sus 16, en París: - ¡Por aquí Uchiha – san! – repitió la voz femenina mientras el trataba de enfocar el lugar a través de las llamas.
De un salto se encontraba junto al automóvil de color negro que se encontraba volcado al lado izquierdo de la calle, de él sobresalía una mano pálida junto a un hilillo de gasolina. El cabello azulado resplandecía con el fuego mientras el jalaba el cuerpo hacia afuera.
.- Hyūga Hinata – murmuro mientras depositaba el cuerpo de la joven sobre la acera, la sangre se escurría por sus brazos y su ropa antes blanca comenzaba a adquirir un tono café, por la sangre y la gasolina.
Entonces una mano se poso en su hombro: - Sasuke – ladeo su rostro para fijar sus ojos en los azules de Naruto Namikaze, su rostro lucía cansado mientras trataba de mantener una sonrisa en su rostro felino – Ven conmigo, su primo se encargará de ella – aseguro mientras un joven de cabello castaño se acercaba al cuerpo delgado de la peli azul – Ino esta por acá…
Se levanto aún renuente mientras caminaba tras el rubio, que serpenteaba entre las llamas y huía de las miradas de los policías, que al otro lado de las llamaradas buscaban como cruzar. Se pregunto entonces, cuanto tiempo tardarían en rodear el lugar.
La encontró contra un automóvil, con Gaara sosteniéndola por los hombros y el cabello contra su rostro. Respiraba con dificultad mientras la mano con la que sostenía su celular temblaba.
.- ¡Ino! – su voz broto casi en un grito mientras corría hacia el cuerpo caído de su mejor amiga y hermana. Le alzo el mentón con la mano derecha mientras con la otra la abrazaba por los hombros y la alejaba del pelirrojo.
.- Sasu… - su hermana tosió y la sangre inundo su boca y resbalo por su mejilla, ensuciando sus dedos con el espeso y caliente liquido – Viniste.
…
.- Tenemos que irnos – el rostro sucio de Haruno Sakura brillo mientras hablaba con voz potente – La policía ha rodeado las calles y los bomberos ya vienen en camino. Si no nos vamos ya, nos atraparán.
Fue entonces cuando Naruto alzo en brazos a su hermana y dándole un mirada cargada de culpa la subió al automóvil más cercano, subió tras el mientras entre los dos ubicaban el cuerpo caído de Ino.
Al volante subió Gaara: .- Tu moto se la lleva, Sakura – agrego mientras arrancaba con un rechinido y aceleraba tras la primera esquina. Las patrullas de policía avanzaron tras ellos pero el pelirrojo acelero y los perdió.
Se concentro entonces en Ino, que mantenía su vista el techo del auto mientras comenzaba a entrecerrar los ojos. No lograba dar con la herida de donde brotaba la sangre.
.- ¿En que rayos estabas pensado, Yamanaka? – le grito mientras sentía que la sangre comenzaba a empapar su ropa, así como las lágrimas comenzaban a acudir a sus negros ojos - ¡No te atrevas a cerrar los ojos, Ino! ¡No lo hagas malditas sea!
El rubio sostuvo la cabeza de su hermana mientras el pelirrojo pisaba el freno y giraba con rapidez en dirección al hospital. Fue entonces que sintió la mano de Namikaze Naruto sobre la suya, sobre la que tenía sobre su rodilla porque la otra la mantenía aferrada a la de su hermana.
.- Estará bien, Sasuke – murmuro el rubio, sin soltar la cabeza de Ino – Confía en mí.
Y por más extraño que pareciese, su corazón pareció calmarse un poco con aquella frase. “Confió en ti, Namikaze” fue lo único que logro pensar mientras entrelazaba sus dedos con los del rubio.
Hospital
Ciudad de Bunkyō, Tokio.
Sostuvo con fuerza la fría mano de la rubia mientras el rubio Namikaze la depositaba en la camilla, su coleta se había desecho y su rubio cabello caía sucio para todos los lados. Sintió el nudo de su garganta agrandarse mientras con la otra mano la peinaba de manera ligera. La sangre brotaba por el costado derecho de su rostro y su largo cabello se había comenzado a empapar con la sangre que brotaba de la herida tras su cabeza.
.- Vous serez bien* - murmuro mientras apretaba con más fuerza la mano de Ino y esta le miraba con sus ojos perdidos, no sabía siquiera si le reconocía - Je vouspromets que vous serez bien, sis*. Así que aguanta. Por favor… - y su voz se quebró en el mismo momento que la mano del medico de emergencias le detenía.
.- No puede pasar, joven – agrego el hombre con voz severa mientras se adentraba con la camilla y le dejaba ahí, de pie frente a la puerta. Incapaz de decir si volvería a ver a su hermana.
…
.- Debemos llamar a los padres de Ino, Uchiha – san – refunfuño la peli rosa mientras se dejaba caer contra el asiento de plástico verde y posaba sus ojos color esmeralda en el rostro indiferente del pelinegro. Aún en una situación como esa, mantenía a margen sus sentimientos y aquella aura de misterio solo lograba atraerla más – Ellos deben estarse preguntando por su hija.
.- Si – fue lo único que atino a decir, sintiéndose incapaz de formar otra oración, sus ojos estaban fijo en la puerta de emergencias, esperando por alguna noticia del estado de su hermana.
Soltó un suspiro mientras se levantaba de su lugar y buscaba el celular de su hermana en el bolso rosa con el que había salido esa noche, la tela estaba impregnada de su sangre ya seca y su olor solo lograba que su cabeza diese vueltas. Fue entonces que noto una pequeña hoja de papel hecha una bola, la aparto sin darle mayor importancia mientras tomaba el celular y marcaba el número de su nueva casa.
.- ¿Mamá? – pregunto con un hilo de voz mientras caminaba hacia un rincón del cuarto de espera – Mamá, soy yo; Sasuke.
.- ¿Mamá? – pregunto con una ceja en lo alto, la peli rosa mientras entrelazaba sus dedos con el rubio - ¿A quien esta llamando? Su madre esta muerta y necesita es llamar a los padres de la Yamanaka.
.- Debe ser que llama mamá a su suegra, Sakura – chan* – respondió con pesadez Naruto, sin despegar sus ojos de la figura del pelinegro, preguntándose porque no demostraba la preocupación que le había notado en el auto, porque no estaba asustado… Porque parecía indiferente.
…
Takara cruzo la puerta con el corazón en la garganta, sentía que todo daba vueltas y no se calmaría hasta saber que sus dos niños estaban bien. No comprendía lo que estaba sucediendo y lo único que vaga por su mente era la voz asustada de Sasuke cuando le llamo cerca de veinte minutos atrás.
“Lo lamento, mamá… Ino y yo estamos en el hospital. Lo lamento.” Ella había murmurado palabras de consuelo mientras saltaba de la cama y corría a arreglarse. Menos de cinco minutos después los Aburame habían aparcado frente a la puerta principal y de un salto ellos se habían montado… Solo quería saber si sus niños estaban bien.
.- ¡Sasu! – su voz broto en un grito ahogado al notar la figura de su hijo en un rincón. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras caminaba aún más rápido hacia la delgada silueta de su hijo que le esperaba con la vista clavada en el suelo - ¡Oh! Mi niño.
Y no le importo que eso lo incomodara o que hubiera mucha más gente en la pequeña sala de espera de la zona de emergencia; sus brazos rodearon con suavidad el cuerpo de su hijo mientras sentía como este se tensaba… No le importo porque necesitaba sentirlo entre sus brazos y saber que estaba bien.
.- M-mamá – ahogo un sollozo involuntario mientras se relajaba entre los brazos de la mujer y le correspondía con timidez el abrazo. Era justo en ese momento cuando ambos se necesitaban más. Madre e hijo. Aunque no hubiera sangre de por medio.
…
.- Eres un idiota – la voz molesta de Itachi taladro en sus oídos mientras trataba de controlar su respiración, la mirada fija que Namikaze y Haruno mantenían en él no le agradaba pero sabía que no debía demostrárselos.
.- Lo se.
.- Que bien que lo sepas… Eso te hace aún más idiota porque no fuiste capaz de evitar todo esto – gruño el mayor con fuerza - ¿Cómo has dejado que esto pasara, Sasuke? ¡¿Cómo?!
.- ¡No es mi culpa! – grito, ganándose una mirada de reproche de su padre, que en el otro lado de la habitación hablaba con el medico y sostenía la figura debilitada de su madre.
.- ¡Si lo es! – respondió Itachi – Prometiste cuidarla pero no… El chico se hace el orgulloso con su madre y termina enojándose con su hermanita. ¡Que ahora esta hospitalizada! – la voz de su hermano brotaba mordaz mientras hablaba en italiano y japonés – Es tu culpa que Ino este así, Sasuke… Me prometiste que la cuidarías, que harías el maldito esfuerzo.
.- No, no lo es – y entonces se quebró – No es mi culpa… – y dejo caer el móvil contra el suelo, no le importo nada más. De sus ojos brotaron las lágrimas. Lágrimas que no había derramado desde los seis años.
…
“.- Eres un idiota, Sasuke – gruño la rubia mientras terminaba de pasar el pequeño algodón impregnado con alcohol por su mejilla inflamada – Mira como te ha dejado ese imbécil – agrego con voz cargada de ira, esa que la hacía una chica volátil ante algunas situaciones.
.- Ese tipo te flato al respeto – fue lo único que dijo mientras entrecerraba los ojos por el ardor – Además, no pudo conmigo... Nadie puede con Sasuke Uchiha.
.- Si, bueno… No tenías que pelearte con él por mí, Sasu – murmuro ella y el pudo notar el tono dolido que impregnaba sus palabras. Ese tipo había jugado con los sentimientos de su hermana, había aprovechado todo lo que ella le había dado y lo mínimo que él – como su hermano mayor – podía hacer, era ponerle las cosas claras - Estoy bien… No tienes que hacerte daño por mí. Nunca me perdonaría que te pasara algo, Sasuke.
.- Bueno – la tensión se sintió entonces entre los dos, Ino callo mientras se alejaba del otro, sabía que había cometido un error al decir aquello; Sasuke odiaba las muestras de debilidad como aquella – Yo tampoco me perdonaría nunca si algo te pasa Ino… Más si yo hubiera podido evitarlo.”
“Es tu culpa” la voz de su hermano mayor grito dentro de su cabeza mientras sentía el aire frío de la madrugada enjuagar sus lágrimas. Le dolía todo el cuerpo pero más el corazón. Ahí estaba de nuevo ese miedo, él pánico que lo había acompañado toda su infancia desde aquella noche donde encontró los cuerpos de Fugaku y Mikoto. Su padres. A los que había perdido. No podía perder también a Ino.
Leyó entonces de nuevo el arrugado papel en su mano, la sangre salpicaba la hoja pero el mensaje permanecía intacto y solo lograba asustarlo más.
“Comencemos el juego, Uchiha Sasuke.
Ya hecho mi primero movimiento y tú has sacrificado un simple peón. Dime, Uchiha Sasuke: ¿Cómo está tu hermana? ¿Valió la pena gastar mi primer movimiento en ella?
Vamos a ver quien gana.
O.S.”
Lo doblo mientras lo guardaba en su bolsillo. No lograba descubrir que significaba aquello. ¿Un juego? ¿Acaso la vida de su hermana era un juego? Suspiro mientras secaba sus lágrimas con rabia. No estaba bien llorar.
Se tenso entonces cuando sintió su presencia tras él, no había escuchado su andar pausado pero su aroma había despertado sus sistemas de alarma.
.- Estoy aquí para ti – murmuro el rubio mientras se paraba junto a él y apoyaba sus manos contra el barandal. Sus ojos azules vagaron por el césped brillante de la entrada del hospital, el tenue rocío de la madrugada resaltaba mientras el sol comenzaba a brillar de a tantos en el horizonte – Llora si lo necesitas, grita o maldice si sientes que es lo mejor. Yo me quedare aquí si necesitas un hombro o una mano para ti.
Asintió sin poder decir algo, sentía un nudo en su garganta y la cabeza parecía querer explotarle de un momento a otro. Hace mucho tiempo que no sentía aquel miedo aberrante de perder a alguien… Jamás pensó que pudiera volver a pasar.
.- Como el rocío de la madrugada – murmuro entonces el rubio mientras posaba sus ojos en su rostro y una sonrisa cansada brotaba de sus labios – Estaré para ti cada mañana, cuando salga el sol… Y aunque no puedas verme durante el día o la noche, sabrás que cada madrugada estaré ahí y que, realmente, nunca me fui.
No supo porque pero aquellas palabras solo lograron hacerlo sonreír.
(...)