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Redención por Sorgin

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Notas del capitulo: Siento mucho el retraso espero que os guste. Musus y hasta ponto.

El dragón de ojos escarlatas sonrió altaneramente y estiro orgullosamente su rostro hacía el cielo. El demonio deslizo su cuerpo a través de la incandescente arena, para que sus ojos quedaran a la altura de los del señor del desierto.

 

-Has pasado demasiados años en este infierno Kurikara. Mi señor Astaroth te ofrece el privilegió de servirle. A cambio de tu lealtad te sacará de este horrible lugar.

 

-¡Eh merluza de agua dulce!.- Bramo el dragón con cuerpo humano.- ¿Acaso yo me he metido con tu casa o tu aliento de besugo?.- El enviado del señor tenebroso le miro incrédulo.- Pues no te metas con mi casa.

 

-Mis disculpas gran señor.- Inclino aún más su cabeza.- No quería ofenderte.- A pesar de la delicada apariencia del dragón su energía era comparable a la del mismísimo Astaroth.- Os pido que aceptéis las más sinceras disculpas del señor de los dragones.- La soberbia avivó el valor del enviado y su orgullo le hizo alzar la cabeza.

 

-Largo de mi casa.- escuetas palabras escupidas con desgana. La cola del demonio cortó el paso al dragón, que se giro lentamente para encararle.

 

-¿Con quién  crees qué tratas insolente?.- Kurikara sonrió.-Yo soy el gran Focarol, señor del mar y los vientos. Futuro brigadier del señor Astaroth y su mano derecha en estos momentos.-El pequeño (de estatura) bostezo.- Muestra respetó a quienes son superiores a ti.

 

-Siempre lo hago.- Sonrió pícaramente.- Pero aún no he visto a esa persona aquí.- El enfado de la serpiente marina se hizo patente cuando trato de atrapar en su cuerpo al dragó; quien se aparto de un salto.- Se mira pero no se toca.- Relamió sus labios.- Hoy cenare pescadito.

 

Futsunomitama la espada de bronce que años atrás forjo el señor del desierto flotante acudió a la llamada de su amo. La risa del dragón se oyó a través de las arenas en el instante en que el metal atravesó el corazón del monstruo marino.

 

-Estúpido.- Escupió con sorna.- No deberías enfrentarte al señor del fuego en su territorio. Desde el instante en que entraste tu cuerpo se debilito. En este lugar no hay humedad para que puedas utilizar tu poder.- El agujero por el que había entrado aún no se había cerrado y Kurikara no dudo en atravesarlo.- No te imaginas cuantos años llevaba esperando esto.- Susurro al viento antes de lanzarse a lo desconocido.

 

Mientras en el palacio de Astaroth, conocido entre las sombras del inframundo como Judesca, un niño de rubios cabellos lloraba en el regazo de una mujer de penetrantes ojos amatistas.

 

-Ya paso mi niño.- Susurraba sin dejar de mesarle el cabello.- No permitiré que nadie te vuelva a dañar.- Los ojos cristalinos y enrojecidos del muchacho se clavaron en los de la joven.

 

-El también me lo prometió. Pero solo soy una carga soy demasiado débil.- La mujer secó la lágrimas con la punta de sus dedos.

 

-Si lo que deseas es poder yo te lo daré.- Hisoka asintió.- Tu linaje es poseedor de grandes poderes latentes. Los despertaremos.- La puerta de la habitación dónde había dormido la noche anterior el muchacho se abrió y el gran señor de las tinieblas penetro.

 

-Lamento molestar.- Les dedicó una sonrisa algo forzada. Hisoka trato de usar su poder empata y se sorprendió al no encontrar odio contra él.

 

-Cielo no mires al niño con esa sonrisa, parece que fueras a comértelo vivo.- El hombre estalló en una sonora carcajada.- Debes disculpar a mi marido Soka-chan no esta muy acostumbrado a sonreírle a la gente. ¿Deseabas algo mi amor?.- El hombre asintió.

 

- Nuestro invitado ha llegado y me temo que esta haciendo de las suyas. ¿Podrías ir a calmarle?.- La mujer dio un dulce beso en el pómulo al niño.- Volveré en seguida.- Salió de la habitación dejándoles a solas.

 

-Si lo deseas puedes pasear por el palacio.- Hisoka miro al hombre sorprendido.

 

-Creí que era un prisionero.- Apenas alzo el rostro, el hombre se acercó a él y le despeinó.

 

-¿Porqué ibas a serlo?. Ruka lo dijo, eres un invitado muy especial.

 

-Pero,  se supone que sois los malos.

 

-¿Malos?. Que tontería.- Hisoka le miro sorprendido.-El mal y el bien son las dos caras de una misma moneda. ¿Sabes como se diferencia? No es por las acciones o los hechos. Es por el resultado.- Hisoka alzo una ceja.- Al ganador se le llama bueno y al perdedor malo. Sino me crees piensa en los indios americanos que murieron por proteger su cultura, sus tierras de los colonos. Históricamente son los malos. ¿Crees que el motivo de su lucha no fue el correcto?.

 

-No. Creo que ellos lucharon por su libertad. Supongo que eso no puede estar mal.- Contestó tímidamente.

 

-Ahora míranos a nosotros. ¿Crees que Ruka es mala?.- Hisoka negó con la cabeza sin pensar.-Ella fue condenada por un delito del que fue la víctima.- Se agachó para mirar a los ojos del muchacho.- Yo fui el primero en llegar a este lugar. Es cierto, cometí errores, ¿pero merezco el castigo eterno?. Solo queremos una segunda oportunidad.- Se acerco ala puerta.- Ruka perdió a alguien cuando llegó aquí, solo quiere volverle a ver.- Salió de la habitación dejando aún más confundido a Hisoka.

 

-Kami-sama me duele la cabeza. Ellos no son malos, solo quieren ser felices. Pero mis compañeros tampoco son malos, ¿o sí?.- El recuerdo de Tsuzuki besando a Hijiri volvió a su mente.- Bueno tampoco son del todo buenos. Necesito ordenar mis ideas.

 

Fuera de la habitación Ruka esperaba a su marido. Sus ojos brillaban dándola un aspecto demoníaco. Una sonrisa traviesa se dibujo en sus labios.

-Así que, ¿no es un prisionero?.- Pregunto con sorna. El hombre medito la respuesta breves segundos.

 

-Técnicamente no esta aquí contra su voluntad. Es cierto que tampoco gracias a ella, pero…- Se encogió de hombros sin acabar la frase.

 

La puerta del cuarto se abrió e Hisoka se quedo parado en ella con los ojos fijos en el suelo. La mujer le estudio brevemente para a continuación extenderle la mano. El muchacho la acepto y camino junto a ella en silencio.

 

-Soka-chan, ¿alguna vez has tratado de imponer tus emociones en otros?.- Pregunto haciéndose la casual.

 

-No.- Las esmeraldas temblaron levemente al mirarla.- Eso esta mal, ¿no?.

 

-La mayoría de las veces.- Dijo Astaroth ganándose una mirada de incomprensión por parte del menor. Rodeó con su brazo los hombros del muchacho.- Algunas veces hay que hacer sacrificios por un bien mayor, ¿no?.- Un asentimiento como respuesta.- Bien y si tu poder podría calmar a una persona que esta fuera de sí y que amenaza la vida de tus amigos, ¿no lo utilizarías?.

 

-Sí.- Tímida y casi inaudible, pero allí estaba la afirmación. Una sonrisa de compenetración nació entre el matrimonio.

 

Con pasos firmes y relajados se dirigieron hasta el salón del trono real. Un agujero de gusano había sido abierto en el centro de la estancia. Los cuerpos de soldados mutilados estaban dispersos por la habitación, Hisoka se cubrió la boca para evitar vomitar. La sangre había cubierto parte de las paredes y el suelo. Nuevos guerreros entraron para defender a los reyes; sin embargo estos simplemente se dirigieron hasta el trono dónde se había sentado un diminuto ser. El adolescente se adelanto un paso al reconocerlo.

 

-¿Kurikara?.- El rey dragón se levanto para dirigirse hasta él, también asombrado.

 

-Niño, ¿qué haces tú aquí?. ¿No se suponía qué eras un shinigami?.- Una mujer de oscuros cabellos abrazo posesivamente al muchacho atrayendo la atención del dragón.-Así que por fin haces tu aparición pequeña Ruka.

 

-Bienvenido señor de los dragones. Me alegro de verte.- Reviso descaradamente la forma antropomorfa del dios.- Aunque sea en un estado tan lamentable como este.

 

-Muy graciosa. ¿Puedo saber para qué he sido convocado?.- Cruzo los brazos y fijo su mirada en el adolescente que inconscientemente se resguardo bajo el protector abrazo de la dama.

 

-Mejor hablemos en privado hermano.- El dragón del desierto siguió al señor de las tinieblas por el largo corredor. Hisoka mantuvo fija su mirada en ellos hasta que sus cuerpos se difuminaron entre las sombras.

 

-Ruka, ¿qué esta sucediendo?.- La mujer se mordió un labio y desvió sus ojos contra una pared, para después tomar aire.

-No he sido del todo sincera contigo Hisoka.- Le tomo de la mano y le llevo a pasear por los jardines.

 

Estuvieron varios minutos en silencio contemplado el empedrado, las acacias y asfódelos que crecían a lo largo del camino. En el centro del jardín había un baldaquín de piedra con columnas salomónicas, donde la enredadera había ascendido casi hasta el techo. La joven se sentó cerca de las rosas púrpuras que allí florecían, acarició una con la yema de sus dedos y pidió al muchacho que se sentara en el banco de mármol junto a ella.

 

-Lo que voy a contarte solo lo saben cuatro personas más.- Acarició el rostro del joven y clavo sus penetrantes ojos morados en él.

 

 

En ese mismo instante algunos empleados del Enma se encontraban en la sala de reuniones del edificio principal. Un ordenador estaba encendido, aunque mostraba su pantalla totalmente negra. El hombre de cabellos plateados se acerco hasta el y puso su mano sobre la pantalla, sin embargo a escasos milímetros alguien se la detuvo.

 

-Si tratas de engañarnos, acabaré contigo instantáneamente.- Sus ojos amatistas se entrecerraron conteniendo su ira. El otro hombre sonrió.

 

-No te preocupes estoy deseando encontrarlo, odio dejar mis muñecas en otras manos.-Tsuzuki estuvo a punto de golpearle, pero Tatsumi se lo impidió.

 

-Basta los dos. Tsuzuki concéntrate en la misión y tú - Una sonrisa perversa se formo en su rostro, se acerco a su oído para susurrarle algo que solo el de los ojos grises pudo entender.- ¿Trato hecho?.

 

-Sí, pongámonos en marcha.-Tsuzuki soltó obediente el brazo del hombre. De la pantalla irradió una luz azulada que envolvió a los shinigamis.- Agarraos a mi si queréis acompañarme.- Cuatro manos se aferraron al doctor en el instante en que desapareció.

 

Segundos después aparecieron en una pequeña habitación con una cúpula de cristal. El agua se filtraba por las grietas golpeando el suelo. Tatsumi reviso el lugar buscando a alguien que podría haberse percatado de su presencia. No había nadie, ¿o quizás si?. Tsuzuki abrió los ojos sorprendido al ver aquellas esmeraldas suplicantes.

 

-¿Qué haces tú aquí?.- Cruzo los brazos tratando de controlar el volumen de su voz que había estado a punto de elevar.

 

-Solo quería ayudar.

 

-Hijiri.-Suspiro Tatsumi.- Pero no te das cuenta de que así nos retrasaras.- El pequeño desvió la mirada al suelo a punto de llorar.

 

-Ya no podemos devolverlo así que,- Le tomo por la cintura.- vamos a empezar nuestra misión. Tsuzuki les separó dando un empujón al sensei e indicándole que les mostrara el camino. Tatsumi le siguió. El castaño cerro la marcha.

 

Se encaminaron por los angostos pasillos con poca iluminación atravesaron varios pasadizos internándose en el interior del castillo. Corrieron por el patio interior que comunicaba con el jardín. La risa de una mujer llego hasta los oídos de Tsuzuki quién se paró en el acto. Sus ojos se desviaron hasta la mujer que caminaba entre las flores y sus pasos se dirigieron hacía ella. Hijiri trato de sujetarle pero el castaño se deshizo de él con un solo gesto. Tatsumi se giro al notar el revuelo.

 

-Maldición.- Solo pudo ver como el adolescente corría tras su compañero. Dirigió una mirada a Muraki y otra a Tsuzuki una difícil decisión.

 

-¿Por qué no vas tras tu compañero?, temes que me marche.- Una sombra sujeto la boca del médico y lo arrastro por otro camino. Debían acercarse sin ser vistos.

 

-Tsuzuki, ¿qué haces?. No deben vernos.- Agarrado a su brazo Hijiri era arrastrado. La mujer les daba la espalda. Seguía cantando, parecía que no se hubiese dado cuenta de su presencia.

 

-Ruka.- El nombre fue escupido con rabia. La aludida se giro y le miro sorprendida.

 

-Tsuzuki has venido a rescatarme.- Dejo caer las flores y se acerco para abrazarle sin embargo el castaño se aparto.- ¿Qué sucede?.

 

-¿Cómo puedes ser tan falsa?. Eres tú verdad, todo este tiempo has sido tú quien ha estado moviendo los hilos.- Los ojos de Tsuzuki brillaron de rabia contenida.- Me asegurare de que esta vez no vuelvas a…

 

-¿A qué?.- Pregunto fríamente una voz espaldas a los shinigamis. Un escalofrío recorrió la espalda del mayor.

 

-Soka-chan.- Sonrió Hijiri y se acerco al rubio, siendo recibido por un bofetón que le arrojó al suelo. Su mirada esmeralda se clavo fríamente en las amatistas.

 

-Hisoka.- Susurró el castaño, mientras el otro adolescente contemplaba la escena aterrado; sobándose el moflete dolorido.- Ruka, ¿qué le has hecho?. Este no eres tu Hisoka. Mirame soy yo, Tsuzuki, soy…

 

-Mi enemigo. Despídete ¡asesino!.- Una persona apareció tras el rubio. Era algo más bajito y sus orejas puntiagudas y su larga melena llamaban la atención.- Acaba con ellos Kurikara.

 

Los ojos de Tsuzuki se desviaron hasta la mujer que se cubrió la boca con la mano para después correr hasta Hisoka y abrazarlo. La ira de Tsuzuki se desató, el rey dragón se arrojo contra él. La batalla había comenzado.


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