-¡¿Cómo que necesitas tiempo para pensarlo!? – exclamó Jari.
-Pues sí, ¡mira tu reacción! – exclamó Juha – Me hace pensar que vas a golpearme si la cena no está servida cuando llegues.
-No seas ridículo – se defendió Jari – tú ni siquiera cocinas.
-Puedes pretender que cocine.
-Preferiría comer algo salido de MacShit…
La discusión se prolongó hasta que la doctora Nekrasov fue a decirles que se callaran porque se los oía hasta Terapia intensiva. Acordaron que Juha le daría una respuesta a Jari en dos meses y medio, cuando terminara de cuidar a sus sobrinos. Hasta entonces no eran novios, podían salir con otras personas.
***
Mikko no tenía problemas en cuidar de Ville. Era un niño encantador, incluso había logrado que su perro y su cuyo se llevaran bien con sus tres gatos. ¡Pero Miko! Tenía al diablo metido en el cuerpo, al de la lujuria. En serio, había que meterlo a un convento o a un internado o a un burdel. No dejaba de proponerle las cosas más sucias y era realmente insistente. Y persuasivo, con esa boquita tan parecida a la de Juha…
Se sintió aliviado de que al caer la noche cejara en su acoso. Aliviado, concluyó que el adolescente se había convencido de que no iba a hacerle caso. Se sentó en su salita y en la misma pantalla que había proyectado la violación de Samuli por parte de Vreth se puso a ver su programa favorito, Cupcake wars, en compañía de Raven, Kitee e Iri, sus tres gatos.
Al terminar fue a darle una checadita a Ville, que dormía como un angelito con sus mascotas y se fue a la cama. Cuál no sería su sorpresa al encender la luz y verla cubierta de pétalos de flor, con un bellísimo jovencito pelirrojo acostado en ella.
Al verlo se incorporó, invitándolo a unírsele. Solo usaba mucho maquillaje de ojos, que resaltaba su hipnótica mirada.
-¿Juha? – a pesar de que el torso era más ancho y el cabello más corto Mikko se sentía transportado una década atrás, así de notorio era el parecido.
-Puedes decirme así si quieres. – dijo Miko caminando ya hacia él, con un hipnótico balanceo de polla – Yo también te llamare por otros nombres, a veces.
El adolescente ya estaba sobre él. A pesar de tener sólo dieciséis años ya era tan alto como Juha y posiblemente más fuerte que él.
-¿Qué? No, sal por favor.
Pero Miko ya lo tenía cogido por la cintura y no estaba dispuesto a dejarlo ir.
-Mira que escenario tan romántico te he preparado. – en realidad pensaba que era cursi, pero si la intensión era seducirlo no le parecía prudente ofenderlo. – Es tu noche de bodas con Juha – susurró a su oído – va a poseerte por primera vez como marido y marido… y luego, si quieres – enroscaba un mechón de su cabello, también rojo, en su dedo – podrás poseerlo a él.
-Pero tú no eres Juha… - protestó débilmente.
-¡Pues imagínatelo! – replicó Miko, que hasta se había teñido el pelo – A mi tío no podrás tenerlo así que te hago un favor dejándote tenerme a mí, uke malagradecido. – lo arrojó a la cama (definitivamente era más fuerte que Juha) y se arrojó sobre él. Esta vez iba en serio y así se lo dejo sentir en las mordidas que le dio en el cuello.
-¡No, Miko, para! ¡Gritaré!
-¿Y quién vendrá? – se burló separándole los muslos de un rodillazo.
-Tu hermanito.
-Esta sedado.
-¡Qué!? ¿¡Cómo pudiste!?
-Bah! No es la primera vez, le tengo bien medida la dosis. Preocúpate por ti Mikko Uusima, vas a ser mío quieras o no.
-Kyaaa! ¡Nooo! ¡Juha sálvame!
-Mi tío debe estar follando con Jari, ese si tiene una polla de seme. – dijo malicioso mientras le masajeaba la suya.
-No… - dijo Mikko refiriéndose a la parte de Juha follando con Jari.
-Sí, se la sentí. – aseveró Miko, refiriéndose a la parte de la polla de Jari.
-¿Te tiraste a su exnovio?!
-Sí – mintió – me penetró como un loco debajo de la escalera, tapándome la boca con una mano para que no gritara, ¡como yo voy a hacer contigo!
-¡Mmm, mmmm! – Mikko veía en sus ojos un destello malévolo como en los de Jari.
-… me llegó por sorpresa – continuo su relato fantasioso -, por detrás, me bajó los pantalones, así, me empinó contra la pared ¡y me la metió toda!
-¡Mmm! – unas lágrimas de dolor asomaron de los ojos de Mikko pues Miko se había dejado llevar y se la había dejado llegar sin lubricante.
-Yo lloré de dolor – dijo excitado – su polla era enorme y me quemaba por dentro, sentía que me iba a partir en dos y él sólo resoplaba en mi nuca y me decía “Miko, Miko, que bueno estás” – acariciaba a Mikko como en su fantasía Jari lo había acariciado a él.
Calló para mordisquearle el cuello, enrojeciéndoselo, y luego atacó sin piedad sus pezones, como atacaba sin piedad su culo. Le subió una pierna arriba, para llegarle más hondo, y lo penetró así, chupando su pezón, con una mano todavía cubriéndole la boca y sus caderas moviéndose vigorosamente entre sus piernas.
Físicamente, tenía rato que Mikko lo estaba gozando. Incluso el dolor había sido… placentero.
-Cuando estuvo seguro de que yo lo estaba disfrutando me quitó la mano de la boca – le dijo sin hacerlo todavía – me dio la vuelta y me cargo para volver a empalarme. Recibí ansioso su polla en mi culo, la apreté, no quería que me la sacara, estaba volviéndome loco. Lo besé de lengua hasta que me corrí y entonces Jari me bajó y yo me puse a mamársela. Apenas me cabía en la boca de lo grande que era y luego Jari se corrió en mi cara y yo tenía abierta la boca y me cayó semen adentro y yo me lo comí, y sabia tan delicioso que con un dedo me limpié y luego lo chupeeé!
Miko estaba tan excitado que ni siquiera se dio cuenta del momento en que dejó de taparle la boca a Mikko para levantarle el otro muslo y penetrarlo vigorosamente, con las dos piernas en alto, abiertas, llegándole hondo y recio, una y otra vez, con el vigor que solo un adolescente puede, aunque se acabe rápido.
Mikko se acarició a sí mismo para alcanzarlo, no quería que terminara y él no. Apretó su culo y meneó sus caderas y alcanzó el máximo placer por detrás justo a tiempo. Miko se corrió gritando en él y luego cayó rendido sobre su pecho. Mikko lo veía tan hermoso, arriba de él. Lo hizo a un ladito para masturbarse. Miko lo dejo hacerlo, mirándolo de reojo y acariciándolo con manos y boca en el brazo, en el pecho, en el vientre y finalmente en la polla, apartando su mano para ser él quien masturbara.
Le chupaba las bolas y lo masturbaba. Le lamía el interior de las nalgas y lo masturbaba. Le metía un par de dedos por el culo y le chupaba la polla. Mikko gemía y lo llamaba por su nombre, por el de Juha, por el suyo en el momento de correrse en su boca. El jovencito tragó el fluido y siguió dedeándolo. Lo dedeaba, lo devoraba con la mirada y se masturbaba: su polla adolescente estaba dura como la roca de nuevo.
Cuando Mikko lo vio así le dijo que quería mamársela. Miko accedió encantado y se sintió muy seme guiando la cabeza por los largos cabellos rojos, moviéndola hacia donde quería o manteniéndola firme para mover sus caderas, penetrando aquella boca como si de otro orificio se tratara. Cuando se sintió satisfecho de atención oral le jaló el cabello a Mikko para que lo mirara.
-¿Cómo quien quieres que te lo haga ahora?
-Como Vreth – contestó Mikko, temblando de excitación.
***
Jari había tenido tiempo para pensar y para extrañar a Juha. Había esperado hasta las vacaciones de Navidad para pedirle una cita, no quería parecer acosador cuando el chico ya le había dicho que necesitaba tiempo a solas. El problema, se mordía Jari las uñas, era que no era posible que dejaran a semejante belleza pelirroja a solas demasiado tiempo.
Juha mismo le había dicho, durante aquella noche en el hospital, que había planeado probar a ser seme. Al oír eso sí que Jari temió alucinar, pero luego, pensándolo bien, ¿Por qué no? Nada impedía que Juha fuera seme, tenía con qué y por lo visto, ganas también.
Bueno, esta noche iba a presentarle una oferta que esperaba fuera irresistible. Lo había pensado mucho, y valía la pena. Le demostraría a Juha cuanto lo amaba.
La cita sería en su departamento (ya había arreglado la puerta) y el cocinaría. También en esto había tratado de mejorar. Cuando le abrió la puerta esperaba lucir impecable.
Juha se quitó su abrigo, mirando receloso en torno.
-¿Qué? – preguntó Jari.
-Espero que esto no sea una celada.
-Cariño, ¿Qué podría yo hacerte? – lo tranquilizó Jari colgando su abrigo en el perchero.
-Eso es lo que me da miedo… - replicó Juha, haciendo tintinear a cada paso las cadenitas con que adornaba su pantalón. - ¡Oh! – soltó una exclamación al ver lo bien que Jari había decorado la barra de la cocina-comedor: había puesto un mantel blanco, servicio para dos, un centro de mesa con exóticas y fragantes flores blancas y una botella de vino blanco. (El blanco era el color favorito de Jari).
-Siéntate, te voy a servir la sopa.
Juha quedó muy complacido al ver que a Jari no se le quemaba. Ni el pescado tampoco. Y la gelatina le quedaba menos grumosa que a él, porque hasta postre había hecho.
-¿Y bien? – preguntó Jari al servir la última copa de vino.
-Razonablemente bien… pero, ¿tendrás tiempo de hacerlo cuando salgas de la universidad?
-Un par de noches, otras tu puedes hacer sándwiches y otras salir a cenar o ordenar comida china. Además, ya casi termino mi álbum y entonces pediré licencia en la universidad.
-Excelente. – Juha llevó la copa a sus labios - ¿Y cuando te vayas de tour?
-Pues, si no estás ocupado, puedes acompañarme.
-¿En serio?
-Claro.
-Awww! Qué lindo.
-Y sobre lo de que quieres ser seme – Jari se sonrojó, viéndose aun más lindo – yo… estoy dispuesto a ser tu uke.
Que bueno que Juha ya había dejado la copa sobre el mantel o se le hubiera caído. Durante las pasadas semanas había mantenido un tórrido romance con Mikko, siendo seme suyo la mayoría de las veces. Pero una cosa era ser seme de un chico definitivamente uke que de uno que hasta ese momento había considerado absolutamente seme.
-Porque te amo. – añadió Jari.
-¡Oh cariño! – Juha pasó su mano sobre la barra para tocarlo – Es lo más hermoso que me ha ofrecido un seme, pero no quiero violarte.
-No seria violación, yo lo haría de buen grado… me gusta…ría.
Juha enarcó una ceja.
-Jari, tú ya has sido uke.
-S-sí… - respondió con los ojos bajos.
Juha se relamió. Ahora su exnovio le parecía más interesante. Apetecible. Con las veces que había acariciado su cuerpo, y ahora se le abría la posibilidad de acariciarlo de un modo totalmente distinto. Nuevo.
-Jari… - ronroneó.
-¿Qué?
-Vamos a la cama.
Fueron. Juha estaba nervioso por el cambio de rol, pero muy excitado. Y Jari, ni se diga. La colcha blanca era la misma de sus encuentros de antaño pero ahora… Juha pasó uno de sus brazos por la baja cintura de Jari para atraerlo, y con la otra mano le bajó el rostro para besarlo. Era un poco más alto que él y también más ancho, aunque no mucho ya que Jari era del tipo delgado. Daba para ser uke… aunque… de chicos más semes que Juha.
Aun así el pelirrojo estaba dispuesto a intentarlo. Atravesaba una racha seme y Jari le gustaba un montón. Metió su lengua entre sus labios y llevó el ritmo del beso. Eso ya lo había hecho, montones de veces. Jari se dejó y se adaptó a su toque. Le costaba trabajo permanecer dócil, luego de tanto tiempo sin Juha, deseándolo. No había llevado a la cama a ninguna persona. (¿A quién? ¿A Stanek? Absurdo.)
Su pelirrojo lo encendía con sus besos. Lo acariciaba tenuemente entre la baja espalda y lo alto de las nalgas, pero lo fuerte estaba en el boca a boca. Juha recorría los recovecos de su boca, jugueteaba con su lengua. Jari deseaba mas, el beso era insuficiente… Trató de volverlo más apasionado y acarició la espalda de Juha, con vehemencia.
Juha rompió el beso y le quitó la camisa de dragón que llevaba. La arrojó a un lado y recorrió el pecho agitado de Jari, de arriba abajo, de abajo hasta el pezón. Se lo masajeó entre pulgar e índice y se dirigió a su cuello, a comérselo. El rubio lo manoseaba, quería tirarlo sobre la cama y poseerlo sin más, como tantas veces había hecho. El deseo que le despertaba Juha era tan intenso que necesitaba saciarlo lo más duro y lo más rápido posible. Era una tortura dejarlo que llevara las riendas. Una dulce tortura.
Juha no se cansaba de besarle el cuello. Sentía a Jari temblar y creía que, bueno, sería mejor si iba lento. Se cuestionó si iría por el buen camino cuando Jari el agarró el paquete y se lo sobó ansioso.
-¿Ya quieres que te haga mío? – le preguntó al oído.
-Sí… - respondió Jari con un hilo de voz.
Juha le mordió la orejita y lo hizo avanzar de espaldas hasta la cama. Ahí lo tiró y se inclinó sobre él para besarle el pecho, el abdomen. Lo torturó lamiendo justo sobre la línea de sus jeans negros, sobándole apenas el paquete. Luego le quitó el resto de la ropa, besando sus pies al dejarlos desnudos. Tenía bonitos pies, para ser seme. Acarició sus piernas, separándolas. Mirándolo yacer bocaarriba, expectante, mirándolo a su vez. Besuqueó el interior de uno de sus muslos, lamió sus bolas y pasó al otro muslo.
Jari estaba que ardía. Levantó las caderas, ofreciéndose. Juha se incorporó para quitarse su camisa negra de manga larga. Luego el pantalón cayó al suelo con todas las cadenitas. Se comía a Jari con la mirada mientras se desnudaba: se veía tan, pero tan recontrajodidamente sensual abierto de piernas, expectante, listo para ser tomado… Juha sintió que la polla le pulsaba.
Volvió a montarse sobre Jari, besándolo, empujándolo atrás. Luego bajó directamente a entre sus piernas, se las levantó y separó, lamiendo el interior de sus nalgas. Luego separó las nalgas y lamió su orificio de seme. Lo sintió vibrar de placer. Le dio lengua a su culito hasta que jadeó. Cuando alzó el rostro lo vio masturbándose. Cogió sus bolas entre sus labios y las jaló cuidadosamente, comiéndoselas mientras con un dedo penetraba.
Jari dejó de masturbarse para pasarle el lubricante. Sin dejar de chuparle las bolas Juha aplicó una generosa tira entre sus dos dedos y volvió a penetrar. El interior del rubio era súper apretado. Se relajó y el lubricante permitió que sus dedos entraran y salieran con facilidad. Jari seguía masturbándose, recio, y Juha le lamía el interior de los muslos, viéndolo, hasta que eyaculó unas gotas previas. Entonces le apartó la mano y le sacó los dedos.
Recorrió al rubio a besos y lamidas de abajo arriba, entreteniéndose en la matita de vello rubio, muy claro y finito que adornaba su pubis. Jugó un poco con su ombligo mientras Jari desesperaba sin sentir siquiera los dedos dentro suyo.
-Juha… - suplicó.
El pelirrojo succionó su ombligo y continuó su camino arriba, rápido. Mientras besaba su cuello dirigió su pene a buen puerto. Se detuvo justo a punto para penetrarlo, sin poder creer que de verdad iba a hacerlo. Jari gimió y lo rodeó con sus piernas, instándolo a que lo hiciera. Juha mordió su cuello y empujó.
Un largo jadeo de Jari que tardó tanto como Juha en penetrarlo por completo.
-Vittu Jari! – resopló en su oído – Que rico estás.
-Muévete Juha, fóllame, aah! Sí! – apretó los dientes como cuando tocaba – Sí! Juha!
-¡Jari! – exclamó el ojigris divertido – No te esperaba tan… uke.
-Cállate y fóllame. – le ordenó Jari.
Juha evito reírse para no herir su sensibilidad. Pronto la risa estuvo fuera del campo de cosas que era capaz de hacer: Jari estaba deliciosamente caliente y suave y apretado y era seme y hacerle eso! Movía sus caderas con vigor, penetrando al hermoso rubio. Pasó sus labios sobre sus mejillas, su nariz y su boca, sin besar porque los dos estaban ocupados en jadear.
Fue Jari quien buscó besarlo. Juha lo masturbaba y estaba a punto de correrse, por un lado o por el otro. Acariciaba su espaldita, su cabello, tan largo y espléndidamente rojo. Movía frenéticamente su lengua contra la de Juha. Movía frenéticamente su cadera contra la de Juha. Tiró de su pelo al momento de eyacular. Lo soltó y se aferró de su espalda, apretando su polla, sintiendo que su culo iba a arder.
-¡Juhaaa! – gritó casi como cantara.
Juha separó sus labios y apretó los dientes para guardar el resuello y darle más duro. Se sentía a punto de correrse, pero se contenía para que Jari se corriera. Ser el seme it’s so fucking hard.
-¡Aaaah! ¡Juhaaaaa!
¡Lo logró! Su gesto lo decía todo mientras el mismo se corría. Jamás olvidaría su cara de placer a lo uke. Sus gritos. En cuanto acabo de eyacular volvió a besarlo en la boca, metiendo su lengua hasta donde quiso. Cuando se acostó a su lado suspiró mirando el techo.
Para su sorpresa Jari se acurrucó entre su pecho y su brazo: quería ternurita postcoital.
Continuará... con mas zorrerías!