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Tan sencillo como los tulipanes amarillos por Kyasurin W

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Tomé entre mis manos aquella planta débil y marchita, descolorida y seca, la acerqué hasta el cesto de basura y la deposité allí. Ya era la tercera en esta semana que perdía su frescura y aroma.

Estaba por irme a la cama cuando escuché un sonido que provocó que todo el apartamento y las viviendas vecinas se quedaran a oscuras totalmente. Corrí a mi habitación, alumbrando mi camino con la luz del móvil, de mi armario saqué una linterna de mano.

¿Andrés se habrá dado cuenta? Pasé por la cocina y me detuve al escuchar un fuerte golpe en la pared del otro lado. Me apresuré hasta llegar al pasillo, iluminándolo, me encontré con Andrés tallándose la frente con expresión dolorida.

Traté de aguantarme la risa, reprimiéndola con una simple sonrisa, pero no pude, pequeños sonidos se escapaban de mi boca.

-No te rías, me dolió. —Se quejó, con un puchero en sus labios.

-No me río. —Lo miré aún sonriente—Ven. —Lo tomé de la mano y lo guié hasta la barra de la cocina, lo senté en un taburete— Iré por hielo, no te muevas.

Fui hasta la cocina, y tomé una pequeña bolsa de un cajón que rellené con pequeños cubos de hielo, también aproveché para tomar un par de velas y el encendedor. Regresé hasta Andrés y encendí las velas, colocándolas en cada extremo de la barra.

-Toma. —Le ofrecí la bolsa con hielo—Póntelo y no te lo quites, sino, se te pondrá feo.

-Gracias.

-¿Te duele? —Me senté a su lado y le entregué la linterna.

-No. Ya no tanto, creo que sólo fue por el impacto.

-Eres un tonto, no debes salir así cuando está oscuro. Debiste haberme esperado.

-No sabía que vendrías por mí…

- Iré por ti cada vez que sea necesario.

Volteó a verme, no pude descifrar su expresión, la luz que irradiaba de las velas era muy tenue. Se formó un silencio que duró un par de minutos, durante ese tiempo aspiraba su esencia natural, totalmente exquisita. Me pregunto cómo olerá su cama. Lo tenía tan cerca que nuestras rodillas se rozaban con cualquier movimiento.

 -Sebastián…

-¿Sí?

-¿Tú crees que eché todo a perder?

-No sé bien a qué te refieras, pero… no lo creo así. Eres una buena persona.

-Me gusta vivir contigo.

-A mí también. 

Me sentí algo extrañado, ¿a qué se debe tanta sinceridad? Desde que regresó del trabajo dos días atrás había estado algo distante, más bien estaba algo perdido, como si estuviera dándole muchas vueltas a una misma cosa.

-¿Cuándo es tu cumpleaños?

-Diez de abril. —Comenzó a jugar con la luz de la linterna girándola en círculos— ¿Y el tuyo?

-Cuatro de diciembre.

-Ya casi.

-Pues sí… ¿Tienes planes para Navidad?

-Pensaba ir a ver a mi madre unos días antes y pasarla allá.

-Debes extrañarla, ¿cómo era tu vida antes de venir a la ciudad? —Sentía curiosidad, ya casi cumplíamos un mes de vivir juntos y no sabía mucho sobre él.

-Normal… creo. El lugar era pequeño. A veces se tornaba aburrido estar ahí, aunque por una parte, tenía sus ventajas, no era tan inseguro, podías estar caminando por la calle a altas horas de la noche. Yo vivía con mi madre, solo nosotros dos. Me tuvo cuando tenía dieciocho y el señor que era mi padre tenía veinticuatro. Abandonó a mamá cuando supo que estaba embarazada de mí, se excusó diciendo que quería terminar sus estudios y que luego volvería, pero no lo hizo, o eso es lo que cuenta ella.

-Vaya… Lo siento. ¿Y tu mamá ha estado sola desde entonces?

-No. —Se tensó— Tuvo varios novios, pero nada importante. Cuando yo tenía diez se juntó con un señor, se iban a casar pero terminó dejándolo. —Su voz cambió drásticamente, se fundió entre un tono de angustia y melancolía.

Claramente le costaba hablar del tema. ¿Qué tiene que ver eso con él para que le haya afectado tanto? No quise preguntarle más, no quería hacerlo enfadar, aparte sonaría muy entrometido, prefería que me lo contara él sin que se lo preguntara, no obstante la tenía difícil. El ambiente se transformó incomodo, lo mejor era cambiar de tema.

-¿Por qué decidiste venir a vivir aquí y no a otro lugar?

-El anuncio me acosaba cada día. —Resopló— Y tu madre es agradable.

-¿Sólo por eso?

-No. También desde la primera vez que te vi me gust…

Las luces de toda la casa se encendieron de golpe y, el ruido de los aires acondicionados me impidió escuchar la última frase de Andrés.

-Perdón, ¿qué decías?

-N-nada. —Se levantó del asiento y me entregó la linterna.

-¿Estás mejor? Déjame ver. —Me acerqué de frente a él, mis labios llegaban a la altura de su nariz, unos escasos milímetros nos separaban, pude apreciar pequeñas pecas, casi imperceptibles adornar sus mejillas y parte de su nariz. Sus ojos, rodeados de pestañas largas y oscuras, como su cabello, me observaban fijamente.

Coloqué mis manos en su cintura, casi por instinto, sentí el suave tacto de su camiseta de algodón, junté mi frente con la suya y cerré mis ojos por unos segundos.

-Ouch… —Se quejó bajito.

-Lo siento, ¿te lastimé?

-N-no… —Colocó sus manos en mi pecho, como si quisiera apartarme, pero no lo hacía. Nuestra respiración no tardó en sincronizarse.

-Andy… ¿yo te gusto?

Abrió sus ojos al máximo, en ellos se reflejaba, ¿temor? ¿A qué le tenía miedo?

-Sebastián…  —Trató de empujarme pero yo no se lo permitía, reforcé el agarre de su cintura.

En un arrebató, lo jalé completamente hacia mí, nuestros cuerpos se pegaron, ni siquiera el aire pasaba entre nosotros.  

Sus ojos brillantes reflejándome, sus mejillas sonrojadas y sus labios húmedos entreabiertos, me hacían desearlo más y más cada milésima que pasaba.

-Contéstame. —Le ordené. Estaba al límite, no iba a poder contenerme si esto seguía así.

-Sebastián… yo…  me gustas.

Esa última palabra se grabó en mi mente, me ensordeció de cualquier cosa que pasara a mí alrededor.

 Junté mis labios con los suyos, no lo pensé más, esa textura tan delicada se sentía tan bien, traté de intensificar aquel beso tan sutil pero sus labios rígidos no me lo permitían. Me separé un momento de él.

-Abre la boca. —Gruñí.

Volví a formar el ósculo y mi lengua se coló dentro de sus labios con éxito, recorrí cada rincón de su cavidad bucal, pasando por su por su paladar, sus mejillas, hasta llegar a su inexperta lengua, haciendo fricción sobre ella. Saboreaba cada milímetro que tocaba, degustaba el sabor a pasta dental combinada con una sensación dulce.

Me separé despacio de él,  su cuerpo temblaba y sus mejillas estaban teñidas de un color carmín. No tardó en abrir los ojos, y rompió contacto visual conmigo, fijó su mirada en el suelo.

-¿Estás bien? —Cuestioné. Parecía asustado.

-S-sí. Es que… yo…

-¿Tú…?

-Nunca había besado a nadie. —Soltó de repente y se cubrió el rostro con ambas manos.

Y ahora el sorprendido fui yo. ¿Un chico tan lindo como él nunca había besado a nadie? Aunque por dentro saltaba de alegría, él no había hecho nada con nadie,  por lo que me convertía en el primero para él.

-Eso es bastante inocente de tu parte. —Me acerqué nuevamente y retiré las manos de su rostro.

-Es patético… tengo diecinueve años. —Seguía sin mirarme.

-No lo es. —Sonreí— Te acabo de robar tu primer beso.

Me miró perplejo, al parecer no se había dado cuenta de la situación.

-Yo… ehm… mañana tengo que ir al colegio y tú también…

-Tienes razón… vamos a dormir entonces.

Asintió levemente, dispuesto a irse. Apagué las dos velas de un soplido y bajé el interruptor de todas las luces de la sala. Llevé las velas y la bolsa de hielo a la cocina, estaba por apagar la última luz del pasillo cuando vi a Andy a un lado de mí.

-¿Qué pasa?

-Sebas... —Hizo una pausa—…buenas noches. —Dijo en un tono que sonó bastante adorable.

Di unos pasos hacia donde estaba él y uní nuestros labios, dejé un pequeño beso casto sobre ellos, casi como un simple rose.

-Buenas noches, Andy. —Murmuré sobre sus labios.

Se sonrojó al instante y salió disparado a su habitación. Reí por su reacción y mitigué el último foco que irradiaba luz.

Comencé a tararear en lo que llegaba a mi habitación. Me sentía una quinceañera, de todas las relaciones que había tenido, jamás me había sentido tan embriagado por un par de besos, y con un chico. Mi corazón chocaba contra mi pecho y el sentimiento de felicidad me inundaba completamente. Sin duda, había sido una de las mejores noches de mi vida.

Notas finales:

Agradezco sus reviews infinitamente >.<


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