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Zorras pelirrojas. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

"La zorra gemía y le rogaba que lo dejara correrse, pero él, malo, lo estimulaba a dos frentes, masturbando su pene amarrado y torturándolo con la puntita del consolador."

Cuando Jarmo llegó con los niños los encontró viendo porno gay. Inmediatamente le tapó con una garra los ojitos a Ville y mientras Miko no perdía detalle gruñó:

-¡Apaguen eso! ¿Qué no pueden ver sus cochinadas más noche?

-Estábamos buscando si el video se había filtrado de nuevo, Jarmo. – explicó Juha.

-Y ponle los audífonos al niño porque tenemos unas cochinadas de tu hijo mayor que contarte… - se relamió Jari viéndolo.

-Miko se ha portado muy mal. – declaró Juha, cruzándose de brazos y viéndolo también.

-Ville, ve a oír Amoral con los audífonos puestos. Pero con Niko de vocalista.

El niño obedeció y se marchó con sus mascotas.

-Tu cochino hijo… - se adelantó Jari.

Juha lo detuvo tomándolo del brazo.

-Déjame a mi querido. Jarmo, Miko cogió mi teléfono…

-¡Miko! – gruñó Jarmo - ¿Por qué coges el teléfono de tu tío si ya te compré el tuyo?

-Eso no es lo malo, sino que lo cogió para hacer llamadas en mi nombre.

Jarmo miraba acusador a su hijo. Que injusto, pensó Miko, que siempre este del lado de Juha.

-¿Es verdad Miko?

-Pues… si… pero lo hize por m tío. – mirada convincente – Hize llamadas para invitar gente a su fiesta sorpresa.

-¡Ah! ¿era para eso? – preguntó tranquilo Jarmo.

-Ujum. Quien sabe que chismoso le arruinó la sorpresa a mi tío. Yo creo que fue Jari.

-¡Mocoso desvergonzado!

-¡No le digas así a mi hijo!

Se pelaron los dientes. Jari era una lacra dientona, pero Jarmo era un oso polar.

-¿Y sabes dónde y con quienes será la fiesta Jarmo? – preguntó Juha.

-Papá sabe que será en la casa del lago Bodom, y que habrá muchos invitados. El mismo está invitado.

Juha miró sorprendido a Miko.

-¿Jarmo va a ir?

-Ujum. Era tu fiesta sorpresa tío, mi regalo para ti. Me exfozé mucho organizándola. – pestañitas.

-¿No es un amor? – Jarmo le acarició la cabeza.

-Es un…

Juha pisó a Jari y llamó con la mirada a Miko.

Jarmo se fue a prepararle la cena a su otro hijo. Por su salud, prefería que no comiera de lo de Juha. Miko ya estaba grandecito, podía resistirlo.

Juha encaró a Miko en voz baja.

-¿Conque mi despedida de soltero?

-Sí, a ver si te arrepentías de casarte con este narizón.

Jari alzó la mano. Juha lo detuvo.

-Que nos deje a solas, te lo explicaré todo. – Juha dudaba – Por favor.

-Jari, déjanos.

Haciendo pucheros Jari se retiró.

-Mathias me dijo que habías invitado a Vreth a una orgía.

-Pues sí, pero si no querías participar, me encargaría yo solo de todos los invitados.

-¿Qué? ¿Y Jarmo?

-La orgía será después de la fiesta, cuando papá ya este borracho. Alexi me prometió dejarlo bien borracho.

-¿Alexi? ¿Te metiste con Alexi Laiho?

-No es tan malo como lo pintan. De hecho es bastante bueno…  - sonrisa rememorativa.

-¡Miko!

-Vamos tío, ni que tú no te hubieras tirado a Henkka, a JP, a Passi, a Timo, a Ben, a…

-A quien me haya tirado no es el punto jovencito, sino que tú organizaste una orgía en mi nombre. ¿Cómo me deja eso? Estaba asustado de recibir llamadas sucias.

-Yo les decía todo de una vez, y les daba mi propio número por si tenían dudas. Y al principio yo no quería usar tu nombre, pero todos me confundían contigo y pufff! Un coñazo estar explicando así que mejor decía que eras tú.

-De todos modos está mal.

-Bueno, un poco. También es chocante que siempre me estén confundiendo contigo, que me deseen porque me parezco a ti…

-Oh…

-Quería sorprenderlos y que me desearan por mí mismo.

-¡Oh Miko! – Juha lo abrazó – Tú eres muy deseable.

-¿Lo crees tío?

-Sí, eres muy muy lindo y no tienes que convencer a nadie. – acarició su mejilla, mirando su boca – Tus labios son muy sexys. Ya quisiera yo tenerlos para el día de mi boda.

-Te los prestaría si pudiera.

-Lo sé.

Juha le dio un besito. Miko le acomodó el cabello tras la oreja.

-Eres tan hermoso… Nunca podré ser tan bello como tú.

-¡Oh! – chasqueó la lengua Juha – Ser tan hermoso a veces es una maldición. Creo que jamás tomaran en serio mi música solo por lo guapo que soy.

-¿Por eso tomarán tan en serio a Jari?

-¡Oh! – Juha le dio un manazito – Jari es guapo.

-A su modo. – dijo con tono de fuchi Miko - ¿Por qué te casas con él tío? Con el directorio que tienes, yo me la viviría en orgías.

-Porque él es diferente. Todos esos amigos de colchonazo, bueno, siempre trataban de complacerme, no me tomaban en serio pero no me contradecían para tenerme contento. Y Jari no me trata de manera especial por ser bello. Jari… tú lo has visto, me grita, me regaña…

-Te cortó…

-Sí, el muy desgraciado, pero bien cara se la hize pagar. Me comprende y me da espacio para… mis zorrerías. – confeso con una sonrisa cómplice.

-Ya sabía que te dejaba tirarte a Mikko y se lo tiraba el también. Por eso, a Marco Hietala no lo invité a la despedida de soltero – Juha hizo gesto de decepción – sino a la noche de bodas.

Juha lo miró con los ojos como platos.

 

***

 

Jari se relamió sus labios demasiado rosados para pertenecer a un seme. Recorrió con la mirada las ukesiles formas del jovencito atado en medio del sótano de Teemu san. Cadenas plateadas pendían de una polea en el techo, sujetando las muñecas de Miko con gruesas muñequeras de cuero negro. Tenía los ojos vendados y acababa de desnudarlo en medio de los gritos aterrados del chico, que no sabía en poder de quién estaba.

Su pechito subía y bajaba agitado, su miembro erecto desmentía que estuviera tan asustado.

-Turra – murmuró para sí Jari sama.

Se colocó frente a él y acarició su mejilla, de arriba abajo y luego abajo, abajo, más abajo, hasta cosquillear su pubis totalmente depilado. Su miembro se movió y Miko emitió un gemido que no podía catalogarse ni de placer ni de terror.

Jari le quitó la venda de los ojos.

-¡Tú! – exclamó el jovencito, con ese chispazo de rabia con que solía verlo.

-Yo, mocoso malcriado. – Jari le agarró la barbilla – Te voy a enseñar a respetarme como tu tío que soy.

-¡¿Ah sí…

Miko iba a empezar con su retahíla cuando Jari lo besó. Un beso salvaje, furioso, destinado a callarlo. Cuando terminó el chico solo pudo jalar aire. Jari se puso inmediatamente detrás de él y le sonó la primer nalgada. Miko soltó un gritito y la mano grande y huesuda quedó estampada en lo más carnoso de la nalga del muchacho.

Otra nalgada siguió a la primera. Jari gozaba en castigar a Miko, estaba poniéndose más y más duro a cada nalgada que daba. La carne tierna se sacudía y la piel adquiría un tono casi tan rojo como el de su cabellera. Miko se quejaba y al ver en su rostro sus ojos llorosos Jari sintió que temblaba de placer de los pies a la cabeza.

Masajeó la nalga, caliente por sus golpes, la pellizcó, la amasó, la separó de la otra y se arrodilló detrás suyo. Su lengua larga recorrió primero la piel de sus curvas y luego se hundió entre ellas. Los gemidos de la turrita cambiaron inmediatamente de tono. ¡Zorra! Querer quitarle el marido a su tío… Por eso lo castigaba, lo castigaba comiéndole el culito de una manera insoportablemente deliciosa, con su lengua cosquilleando y hundiéndose y haciéndolo desear más.

La turra gemía y restregaba sus nalgas contra su rostro, buscando que le metiera algo, aunque fuera la lengua, pero él seguía torturándolo lamiendo solo superficialmente, picoteando y sobando con lo más ancho de su lengua mojada y resbalosa.

Cuando escuchó que Miko ya estaba gozándolo demasiado se detuvo. Se levantó, recorriendo el torso esbelto a dos manos, con su rostro tan cerca que su nariz rozaba su espalda. La hundió en los cabellos rojos de su nuca, tan parecidos y tan diferentes, y la hociqueó mientras sus dedos estimulaban sus pezones. Luego se separó y cogió una palita de esas que Mikko usaba en la cocina y con ella volvió a azotar las nalgas del jovencito. El sonido era diferente y sus gemidos adoloridos menos intensos, por lo que volvió a azotarlo a mano limpia. Sobaba y azotaba y estaba loco por clavarse entre esas sensuales nalgas.

Cogió un listoncito rojo y lo anudó juntando las bolas y el pene de Miko justo donde iniciaban, apretando y formando un moño. Miko estaba duro y lo acarició para endurecerlo más, logrando que su punta se pusiera roja y sus ojos llorosos de nuevo. Se inclinó a lamer la puntita y lo torturó patinando su lengua sobre su glande con abundante saliva. Luego cerró sus labios en torno a la punta y chupó un par de veces. Levantó su polla y chupó sus bolas, más duro de lo que hubiera sido placentero, y disfrutó oírlo gemir.

Jari dio un paso atrás para contemplar su obra, sobándose el bulto mientras lo hacía. Miko lo veía antojado, por lo que volvió a vendarle los ojos. Entonces se la sacó y se la jaló mientras le daba vueltas como caníbal, admirando cada ángulo, cada recoveco del ukesil cuerpecito. Se relamía los labios y frotaba su polla de verlo así atado. Se quitó la ropa y accionó la polea, dejándolo colgado mientras acercaba un par de cajas para que apoyara los pies separados.

Miko jadeaba, asustado de nuevo, cuando el, detrás, a la altura justa, lubricaba con saliva la más pequeña de las bolas en tira que planeaba introducir en el cuerpo del jovencito. Este soltó un gritito al sentir que Jari le metía la primer bola rápidamente, empujándola dentro con su dedo huesudo. El rubio le pegó una nalgada para que no gritara. Después separó sus nalgas y lengüeteó el agujerito, con aquel cordel colgando obscenamente hacia afuera, hacia la siguiente bola. La ensalivó también y se la metió de golpe, haciéndolo respingar. La tercer bola opuso resistencia. Tuvo que untarle un poco de lubricante en crema (blanca) para que entrara.

Entonces, con tres bolas adentro, acercó la punta de su polla. Frotó su agujero y su perineo, empujando contra este como si quisiera penetrarlo por ahí, logrando que su polla resbalara hasta empujar las bolas atadas de Miko, mismas que apretó hacia atrás para estimularse contra ellas, presionando en ese huequito. Luego empujó su polla contra el verdadero agujero, haciéndolo ceder lentamente y metiendo sólo la puntita. El jadeo asustado de Miko no tuvo precio, le pellizcó los pezones mientras empujaba un poco dentro suyo, hasta sentir la bola que estaba dentro, y la bola que estaba afuera apretándose contra la parte de abajo de su pene. Entonces inició el movimiento hacia afuera, casi hasta sacar su punta, y volvió a hundirse cuanto el juguete permitía, repitiendo esa lenta tortura hasta que no pudo soportarlo.

Sacó su polla y vio el agujerito cerrarse en torno al cordel. Metió su dedo, un par, en el tentador orificio de la turra. Con el lubricante que hacia brillar su piel comenzó a introducir la cuarta bola. Era tan grande que parecía que no iba a entrar, Miko gemía y su ano no cedía, por más presión que él ejerciera sobre la bola hasta que de repente su culo tragatodo engulló la bola blanca. Miko gimió y como por arte de magia la bola ya no estaba ahí, solo el cordelito.

Pero en la memoria de Jari perduraría, para siempre, la imagen, casi demasiado rápida para ser real, de la media bola desapareciendo en el culo insaciable de Miko. La sacó y la volvió a meter, de golpe, en un mismo grito de Miko. Sacar la bola de un tirón era al menos tan flipante como meterla. Embarró de crema la quinta y última bola y forzó su entrada en el ano de Miko.

-¿Te gusta, zorra? – preguntó mirando como el chico movía la cadera, oscilando la agarradera que pendía fuera de su cuerpo.

-¡No, sácamelo! – exclamó con los ojos llorosos - ¡No me gusta, es demasiado extraño!

Jari rió malévolamente y se la jaló mientras lo veía retorcerse, ese cuerpecito hermoso, esas bolas adentro… Miko se quedó quieto, empinó el culo e hizo fuerza. Jari se quedó sorprendido al ver algo blanco que quería salir del cuerpo de Miko. Su agujero se hacía más grande y más pequeño conforme parecía que lo lograría o no. Finalmente, con un gritito, Miko logró expulsar la bola más grande. Su fruncido agujerito palpitó en torno al cordel mientras la bola se balanceaba, blanca y brillante.

Enojado, Jari se acercó a nalguearlo. Lo azotó duro, con una bola fuera y cuatro adentro. A cada golpe la bola se balanceaba obscenamente. De un tirón sacó otra y volvió a pegarle. Le gustaba castigar a Miko, le gustaba mucho. De un jalón le sacó el resto de las bolas, provocando que Miko emitiera un grito inolvidable. Jari se quedó con la tira de bolas en la mano y el trasero enrojecido de Miko enfrente, jadeante.

Tiró las bolas y acercó una caja para subirse y quedar a la altura de Miko, de lo que quería hacerle. Lo penetró hasta el fondo, de una violenta estocada. El chico gimió adolorido y él le tapó la boca.

-Toma turra – le dijo penetrándolo recio y duro - ¿no era lo que querías? Jodida zorrita insaciable…

Algo quiso contestar Miko pero no se entendió con la mano de Jari apretándole la boca. El seme huesudo se lo follaba duro, imprimiendo tal vigor a sus embestidas que parecía que ambos caerían de las cajas. La saliva de Miko escurría por entre los dedos de Jari, éste resoplaba en su nuca haciéndolo sentirse completamente dominado, excitado. La polla en su culo estaba llevándolo al orgasmo, era tan placentero que todo su cuerpo temblaba… Llegó al orgasmo entre gritos ahogados, y lo que después pedía a Jari, aunque no se entendiera, era que se detuviera, no podía más, su polla iba a partirlo en dos, la fricción iba a incendiarlo en llamas. Pero Jari seguía penetrándolo, su huesuda cadera chocaba contra sus nalgas y sus bolas chocaban contra sus bolas amarradas.

Jari pelaba los dientes, en un gesto fiera y fuerte para penetrarlo con todas sus fuerzas, esa turra no se la iba a acabar con su polla. Cuando sintió que eyaculaba le apretó los pezones, haciéndolo gritar, libremente.

Se retiró de él y lo empinó. De su agujero abierto e insaciable escurría su semen, caía a hilos por lo alto de sus muslos o a gotas directamente sobre el suelo. Jari se bajó de la caja y volvió a comerle el culo, ese culo aún más delicioso con su propio sabor.

Cogió un consolador cuya punta subía y bajaba como pistón, para emular la sensación de meter y sacar solo la puntita, y jugó con el culito de Miko. La zorra gemía y le rogaba que lo dejara correrse, pero él, malo, lo estimulaba a dos frentes, masturbando su pene amarrado y torturándolo con la puntita del consolador.

Cuando se cansó de aquello metió el consolador de golpe dentro de Miko, pateó las cajas y lo dejó colgando, mientras iba a bajarlo con la polea, pero no tanto que quedara bien parado sobre el piso. Lo dejó de manera que tuviera que estar de puntitas, muy de puntitas. Luego cogió un palo y lo clavó en el piso justo debajo de Miko, entre sus piernas. Le sacó el consolador que el chico había mantenido bien apretado dentro suyo y como la base era de succión, la fijó al palo. Cargó a Miko para ponerlo justo encima de los objetos fálicos, mirando complacido como Miko tenía que ponerse tan de puntitas como una bailarina para evitar que el consolador se le metiera, e incluso así, la punta estaba en contacto con su ano. Encendió el aparato y la punta subió, penetrándolo.

Miko jadeó y trató de ponerse más de puntitas, pero era imposible. En su afán por evitar que el objeto lo violara perdió el equilibrio y cayó de sentón sobre el consolador, clavándoselo hasta la base de bolas de goma. Gritó y pataleó, con aquel objeto invadiendo su cuerpo.

Jari disfrutó de verlo así, y cogiendo un palo que tenía atadas muchas tiras remachadas en bolitas metálicas, azotó a Miko con ellas en el trasero, haciéndolo gritar y retorcerse más. Lo golpeó fuerte, una y otra vez, disfrutando tanto de ejercer sadismo sobre aquella turrita descarada y ofrecida, castigándolo por hacerlo desearlo cuando estaba enamorado de su tío.

Miko lloriqueaba y tenía el trasero realmente enrojecido cuando Jari terminó su castigo. El hombre lamió su cuellito sudoroso, sobando sus nalgas con sus manos embadurnadas de crema blanca. Con sus dientes jaló el lóbulo de su oreja.

-¿Ya aprendiste tu lección?

-Sí tío Jari – respondió todo modosito, mirándolo con esos ojos grandes e inocentes que sabía poner.

-Más te vale. – Jari lamió su mejilla. Miko volvió a ponerse de puntitas.

-Sácame esa cosa tío, es vergonzoso…

-No, hasta que me respondas algunas preguntas. – Jari se relamió en su maldad.

Mordisqueó los pezoncitos de Miko mientras se la sobaba y el pobre chico trataba sin éxito de sacarse el consolador que se movía dentro de él. Luego cogió un par de argollas de quita y pon y se las puso a Miko en los pezones, bien apretadas. Se sentó cómodamente delante de él, bien empalmado de nuevo, y masturbándose le preguntó - ¿Qué fantaseaste con tu tío Juha?

 

*

 

La alarma de su celular lo despertó y por primera vez Jari se maldijo por su costumbre de levantarse temprano incluso los días que no iba a trabajar. Juha dormía a su lado, inmune a todo tipo de alarmas (incluidas las sísmicas) y él yacía desnudo bajo la sabana, con una gran mancha húmeda justo sobre su polla que probaba cuan vivido había sido su sueño con el sobrino de su novio.

 

 

Continuara...

 

Notas finales:

Oh si, el tio Jari es malo y castigador... xd!

Gracias a mi amiga Misaki que me paso hace meses cierta pelicula de Nagito (es el chinito que se parece un poco a Miko) en plan soft sado que me inspiro esta escena. Si encuentro los links, se los pongo.

A algunas de ustedes les dara gusto ( o susto, que todo es valido) saber que estoy escribiendo un nuevo fic mpreg fantasy de epoca con Juha y el resto de las turrillas metaleras, no la 3er aventura de lady Juha (que es mpreg historico) si no una historia en la que la premisa es que Juha es seme :P asi como lo oyen ;)

Kiitos!


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