Por primera vez en muchos meses todos se habían reunido en el hospital al mismo tiempo, la razón… un gran festejo… por primera vez desde su accidente el moreno se pondría de pie y caminaría por sí solo. El camillero le acerco con su silla de ruedas cerca de unas vigas dobles y le ayudo a ponerse de pie, todos miraban expectantes y llenos de emoción, apoyando ambas manos en cada viga Daiki dio unos primeros pasos titubeantes, torpes, con esfuerzo, Ryota le miraba con confianza, transmitiéndole en todo momento que él estaba ahí, del lado opuesto del inicio de las vigas, esperándole. Ambos ojos se encontraron, azul… dorado… piel blanca… piel morena… cabello rubio… cabello azulado…
Sonrieron en camaradería y tras respirar profundamente el moreno comenzó a avanzar de nuevo, esta vez sin apoyar las manos, para cuando termino de recorrer los 4 metros de la viga estaba más que exhausto, sudando y con la respiración agitada, sin lugar a dudas tendría que ejercitarse nuevamente para adquirir su antigua condición. El rubio le recibió con los brazos abiertos y oculto su rostro, bañado en lágrimas de emoción en el pecho de su esposo.
-yo sabía que podías amor… lo sabia…-
El moreno aspiro profundamente el aroma del rubio cabello y lo abrazo con fuerza. –Todo es gracias a ti…- susurro con la voz entrecortada por la emoción.
Todo paso tan rápido, todo fue inesperado y para colmo sus reflejos no habían sido lo suficientemente rápidos como para evitar que el cuerpo inconsciente del rubio se desplomara hasta el suelo, todos los ahí presentes llamaron en unisonó pánico al rubio mientras Midorima se acercaba al rubio para revisarlo…
La primera vez que Kazunari y Shintaro se conocieron fue cuando tenían 6 años, en la primaria y fue “el destino” según palabras del peli verde puesto que desde ese momento los dos, al ser compañeros del mismo salón de clases se hicieron los mejores amigos.
Midorima era todo lo contrario al tsundere tonto que era durante la preparatoria, siempre lloraba, no reía mucho, no hablaba mucho, era exageradamente tímido… exceptuando con su mejor amigo. Puesto que su extraña obsesión por los horóscopos se comenzaba a desarrollar para aquellos días el pequeño Midorima era presa de burlas y Takao, impulsivo, arrebatado y con un exagerado sentido de justicia y protección hacia su mejor amigo siempre le defendía. Un día, a la edad de escasos 8 años le había dicho con tono seguro y triunfante “yo siempre te voy a proteger, de grande seré tu esposo y no dejare que nadie te lastime” decir que aquellas palabras habían conmovido a Midorima era poco, y nunca había dejado de pensar en el pese a lo mucho que lo negara.
En la secundaria la familia de Midorima se había mudado y no se vieron durante esos tres años pero cuando se habían reencontrado en la preparatoria el peli verde pensó que aquella estúpida promesa de niños era cosa del pasado, se dedicaba a entrenar arduamente y así como Kagami y Kuroko eran la luz y la sombra de Seirin ellos lo eran de Shutoku. Tras la derrota contra Seirin su compañerismo se había hecho un amistad mas intima y tras las tortuosas tardes de entrenamiento una tarde finalmente Takao tuvo el valor suficiente de recordarle aquella vieja promesa, demostrándole con palabras y con sus hechos que ellos eran uno mismo, era la primera vez de ambos, nerviosos y emocionados terminaron haciéndolo en las duchas y desde entonces su juego se había complementado de manera formidable.
Se casaron a escondidas de sus familiares y amigos a petición de Midorima, y en cuanto terminaron de estudiar la preparatoria el peli verde se unió a la facultad de medicina y a un trabajo de medio tiempo, como todos sus amigos iniciaron desde cero, pero se apoyaron en todo momento y para cuando Kazunari le dio la noticia de su embarazo el serio y tranquilo Shin-chan de su vida cotidiana se volvió el médico y sobreprotector esposo que no le dejaba ni a sol ni a sombra.
Se amaban, lo sabia aun que hubiera días enteros que no se vieran, sonrió con ternura al sentir los labios de su amado peli verde rosar con suavidad la curvatura de su hombro y cuello.
-¿Cómo está Aomine?- con calma llevo su mano hasta el shampoo y tras llenarse la palma con el mismo comenzó a tallar la cabeza de su esposo.
-la verdad muy bien… no pensé que diera signos de que se recuperara tan pronto- los dedos del pelinegro acariciaban su cabeza y él se dejo hacer echando la cabeza hacia atrás recargándola en la orilla de la bañera, Kazunari sentado a horcajadas sobre él seguía lavándole.
-quiero que descanses unos días… te vez muy cansado… y Midori se ve muy triste de no haberte visto en tantos días- el peli verde asintió, era cierto… no había descansado en forma desde el accidente de su amigo… es más ahora que rememoraba no había descansado igual desde que había elegido su carrera.
-Mañana Aomine dará sus primeros pasos-. Se sintió raro al decir eso pero era cierto, después de eso estoy seguro que podre pedir unos días y tal vez nos vallamos a algún viaje a unas termas… la niña necesita cambiar de aires… y yo necesito un poco de… - guardo silencio cuando una mano traviesa encerró su miembro y comenzó a masajearlo lentamente.
-yo necesito a Shin-chan- susurro coqueto el moreno mientras se inclinaba hacia enfrente y besaba a su esposo. –umm… si… también creo que necesito un poco de eso- sonrió complaciente el peli verde mientras se dejaba hacer por su moreno.
Como la bañera era muy pequeña a gusto de Shintaro salieron rápido de esta, se enjuagaron y tras confirmar que su bebe seguía dormidita corrieron juguetones a la cama donde las caricias, los besos, los sonrojos, las miradas no se hicieron esperar, Takao tuvo que taparse la boca con su mano para acallar los gemidos que no podía evitar ya puesto que el placer era mucho.
-voy a entrar- susurro a su oído el peli verde como pidiendo permiso mientras pegaba la espalda de su esposo a su pecho y le penetraba con sumo cuidado. Los dos gimieron al sentirse unidos y Shintaro sonrió cuando su pelinegro se alejo un poco y empujo hacia atrás con fuerza su trasero, clavándose enérgicamente contra él.
-duro Shin-chan… aun que mañana me lleves en silla de ruedas a ver a Aomine- el peli verde sonrió pervertido ante el comentario sucio de su esposo, una de las tantas facetas que amaba de él. –como lo desees amor…-
Los gemidos y gritos de dolor y placer fueron ligeramente amortiguadas por la almohada, las sabanas, los labios. Ni si quiera recordaban a la mañana siguiente quien fue el que puso los cobertores para cubrirse de la fría noche.
Fueron juntos al hospital, todos sus amigos habían quedado de verse en el gimnasio para tan importante evento. Sonrieron al ver que todos iban con sus respectivas parejas: Tetsuya y Taiga, Riko y Momoi, Tepei y Hyuga, Akashi y Atsushi; todos saludaron a Ryota que brincaba emocionado como niño pequeño mientras tomaba de la mano a su esposo que se acercaba a la viga para ponerse de pie, todo fue un éxito, solo era cuestión de fortalecimiento pero Aomine no había ni dudado en caminar todo el trayecto. Todo iba bien hasta que… Ryota se desmayo…
Shintaro volteo a verle lanzando un fuerte suspiro de resignación, como si le estuviera pidiendo disculpas, al parecer la salida a los termas se tendría que posponer unos días más. Kazunari le sonrió dándole ánimos para continuar mientras abrazaba con más fuerza a su pequeña hija. Siempre le apoyaría, después de todo su Shin-chan era un excelente medico.
En cuanto Kise estuvo en la camilla un par de enfermeras se acercaron al lugar, tomaron los signos vitales, le tomaron una muestra de glicemia capilar, y unas muestras de sangre. Aomine, ahora sentado en su silla con el rostro lleno de terror miraba a su esposo
-¡¿Qué le pasa?! ¿Está bien? ¿Respira verdad?- las preguntas nerviosas de Aomine no dejaban de caer una sobre otra, Tetsuya se acerco a él colocándole una mano sobre su hombro en señal de apoyo, todos permanecieron en silencio.
-le llevaremos a un consultorio mientras obtenemos los resultados de laboratorio, está bien Aomine, solo se desmayo, su presión esta baja, debió ser todo el estrés acumulado lo que le hizo que colapsara- explico el peli verde mientras acompañaba a la enfermera y al camillero con su ahora nuevo paciente.
Todos guardaron silencio y salieron a la sala de espera, Tetsuya y Kagami apoyaban a Aomine con su silla de ruedas y esperaron con él en el cubículo donde el rubio yacía inconsciente.
El pequeño Shiro caminaba de un lado a otro en la sala de espera convidando de las gomitas de dulce que tanto le gustaban a los amigos de sus papis, muchos se negaron regalándole una sonrisa y acariciándole la cabeza despeinándolo a un más de lo que ya estaba, cuando fue el turno de Murasakibara el peli violeta no las rehusó y con verdadera alegría tomo un par de los dulces y se los llevo a la boca.
-Shiro-chin es tan lindo como Kurochin cuando era pequeño… - tomo al menor en sus enormes manos y se lo sentó en las piernas. –Shirochin es un buen niño… ¿ayudas mucho a papi?- el menor se limito a asentir mientras seguía comiendo sus dulces. El pelirrojo miro con verdadera emoción la escena, Atsushi era tan… tierno ¿Quién es su sano juicio iba a pensar que aquel enorme hombre de carácter infantil tuviera madera para los niños? Sonrió con nostalgia al recordar el cómo había empezado su noviazgo mientras se acariciaba su abdomen aun plano.