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One in a Million por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Este capitulo esta dedicado a Bluelightofmoon por su valioso comentario. Gracias!!!

Capítulo 7: Encuentros Furtivos en la Oscuridad

 

 

 

Si antes sentía miedo, ahora sentía terror puro. No se explicaba cómo habían llegado a esto. Esta mañana, todo era perfecto y ahora, todo parecía derrumbarse. Era como si el suelo bajo sus pies fuera de gelatina. Su corazón latía fuertemente y sentía un nudo en su garganta, estaba a punto de echarse a llorar mientras se paraba frente a la puerta del dormitorio del capitán de Seigaku.

 

Cuando se dio cuenta de que Tezuka no bajaría a cenar, comenzó a temer más que nada en el mundo que la razón de ese comportamiento era él, que no quería verle más, por lo que no pudo evitar dirigirse como alma que lleva el diablo hacia el dormitorio en que se alojaba el ojimiel. Dudó un segundo parado frente a esa puerta. La verdad era que no se encontraba preparado para un rechazo. No después de haber llegado al cielo al probar esos dulces labios. Recordó las palabras de su amigo esta mañana -“Se valiente”- Respiró hondo, tratando en vano de calmarsey tocó la puerta con manos temblorosas.

 

Escuchó cómo la persona ubicada al otro lado de la puerta se paraba y caminaba con pasos lentos pero seguros hasta abrir la puerta. Su corazón dio un vuelco dentro de su pecho al ver cómo los ojos miel le miraban con asombro y por un segundo… temió lo peor.

 

-¿Atobe? ¿Qué estás haciendo aquí?- pronunció Tezuka frunciendo ligeramente el ceño.

 

Pero cómo le podía preguntar eso!!! No lo podía creer, era obvio que quería hablar con él, no? Su ceño se frunció imitando el gesto del otro muchacho y de pronto sintió ira hacia aquel que segundos antes profesaba amar más que a sí mismo.

 

-Creo… creo que debemos hablar Tezuka. Sobre lo que pasó ésta mañana- declaró con seriedad.

 

-Claro. Tienes razón, pasa por favor- se hizo a un lado para dejar entrar al peliplateado.

 

Keigo entró decidido, caminando elegantemente, miró con detalle la habitación, había muchos papeles en el escritorio, era evidente que su trabajo como entrenador era más allá de la cancha. Debió haber estado realizando ese papeleo cuando él le interrumpió.

 

-¿Es un mal momento? No quiero interrumpirte mientras trabajas- Se apresuró a decir.

 

-No, no te preocupes. La verdad es que yo también quería hablarte. Esta mañana no hubo tiempo de decir nada y… quise hablarte durante el almuerzo, pero… no llegaste- habló el ojimiel con un dejo de tristeza en su voz. La verdad era que se oía y se veía algo cansado, como si no tuviera ánimos para nada. Algo extraño en una persona que siempre reviste de fuerza y seguridad.

 

-Si claro, no pude almorzar, me castigaron por saltarme los entrenamientos matutinos- dijo Keigo rodando los ojos mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.

 

-¿Qué hiciste qué? ¿Desde cuándo comenzaste a faltar a los entrenamientos?- preguntó Tezuka subiendo la voz.

 

-Pues desde que empecé a pasarme el día pensando en ti- dijo con molestia

 

-…-

 

Tezuka no mencionó nada, pero su expresión había cambiado, ahora parecía analizar la situación.

 

-Creí que habías faltado al almuerzo porque no querías verme. Creí que me odiabas por haber tenido la osadía de besarte- confesó Tezuka en un susurro

 

Keigo abrió los ojos con incredulidad, realmente no se explicaba cómo una situación podía haber cambiado tanto en sólo unos segundos. Le extrañó que Tezuka, quien siempre se veía tan seguro de sí mismo, quien siempre fuera alguien tan decidido, se encontrara ahora con esa expresión perdida en el rostro. Tenía una expresión de inocencia que nunca antes había visto en él. De pronto, no pudo sentir más que ternura por aquel muchacho de mirada triste.

 

-Yo creí lo mismo… es por eso que estoy aquí- declaró.

 

El muchacho de ojos miel le miró directamente a los ojos, expectante. Keigo recordó nuevamente las palabras de Taki -“Se valiente”- y reunió todo el valor que podía, mientras se acercó con paso decidido a Tezuka y le besó, tomando su cabeza entre sus manos. Imitando el beso que él mismo había recibido esta mañana. Tuvo que levantar los talones ligeramente para poder alcanzar los labios del muchacho más alto, mientras que éste respondió al beso rodeando la cintura de Keigo con sus brazos. Realmente se sentía en el paraíso.

 

Tezuka rompió el beso y se separó sólo un poco para mirar a Keigo y decir:

 

-Te amo. Te he amado desde el primer momento en que te vi-

 

Él sabía muy bien que Tezuka no era una persona de muchas palabras, pero cuando lo hacía, cada palabra salida de su boca era una revelación. Keigo no lo podía creer, había venido a decirle cuánto le amaba y al final era él quien recibía esas palabras por parte de muchacho que le había robado la tranquilidad.

 

-Y yo a ti- fuelo único que pudo articular, mientras sentía que sus ojos se inundaban de lágrimas y un nudo se volvía a instalar en su garganta.

 

Tezuka sonrió de una manera que él nunca antes había visto, una sonrisa amplia, sincera, de la más pura felicidad inundaba sus labios finos y sus ojos brillaban con ilusión. Ambos supieron que ya nada más importaba, sólo ellos dos y su amor. Sin dejar de sonreír, Tezuka tomó a Atobe por la cabeza de forma delicada y beso intensamente al peliplateado.

 

Atobe sintió como el beso era cada vez más posesivo y demandante, respiraba entrecortadamente por la nariz para no ahogarse, sintió a Tezuka abrirse paso en su boca a través de la lengua, que acarició cada rincón dentro suyo. Él, abrazó al rubio ceniza por la cintura y sus manos subieron lentamente por su espalda, apegándose cada vez más al chico de anteojos. De pronto Tezuka comenzó a moverse, dirigiéndolos a ambos hacia la cama.

 

Depositó suavemente a Keigo sobre la cama y comenzó a besarlo con pasión. Empezó en los labios para después pasar a besar el delicado cuello del joven heredero, intercalando besos con suaves mordidas. Él se movió inquieto bajo el muchacho de ojos miel y éste se separó lentamente.

 

-Quiero hacerte el amor- dijo directamente sin ningún tipo de rodeo.

 

Keigo por su parte estaba descolocado, no se esperaba una declaración como esa. Era verdad que él también quería estar con Tezuka, pero no estaba seguro de hacerlo ahí y ahora, ésta sería su primera vez y se sentía temeroso. Sin embargo, la seguridad en los ojos del muchacho que lo miraban en espera de una respuesta, lo tranquilizó. Estaba seguro de su amor por Tezuka y quería estar a su lado por siempre. No había que esperar nada más.

 

-Yo también. Esta noche quiero demostrarte cuánto te amo- Habló con seguridad, pero se sentía nervioso y extrañamente avergonzado.

 

Fue besado en los labios nuevamente y sintió unas manos tibias bajo su camiseta. Keigo se incorporó lentamente sin deshacer el beso, haciendo que el muchacho que se encontraba sobre él se levantara también, quedando ambos sentados sobre la cama, pero sin dejar de besarse ni un solo instante. Tezuka entendió el mensaje y con un movimiento rápido y fluido quitó la camiseta del heredero, para luego quitarse la suya propia. Atobe sintió que era el ser más afortunado del mundo, al tener el privilegio de contemplarle. Se acercó decidido, y se sentó sobre el pelidorado, posando sus manos en los hombros de éste. Besó dulcemente el hombro izquierdo de Tezuka, recordando con dolor el partido jugado en el pasado Torneo de Kantou, recordando el sufrimiento que él le había provocado al hombre que ama.

 

-Lo siento- susurró –Daría todo por retroceder el tiempo, por no haberte hecho daño-

 

-Pero que dices!! Eso no fue tu culpa, sólo yo soy el responsable por jugar un partido sabiendo las condiciones en que me encontraba. No quiero que vuelvas a preocuparte por esto- dijo de manera seria.

 

Y dicho esto, rodeo con sus brazos la cintura del peliplateado y lo apegó a su cuerpo. Éste rodeó con sus brazos el cuello de Tezuka y lo besó. Ese beso pareció durar horas, se sentía suspendido entre las nubes, volando a mil pies sobre la tierra. Tezuka comenzó a recorrer la espalda de Keigo con fuerza, estrujándola con cada tacto, mientras él se dedicaba a realizar suaves movimientos con sus caderas de manera instintiva, provocando el roce de sus cuerpos. Sintió que la temperatura subió bruscamente en la habitación, su cara estaba sutilmente ruborizada y la necesidad de tener más contacto con la piel del ojimiel crecía cada vez más.

 

Tezuka puso sus manos bajo sus axilas y lo alejó, depositándolo sobre la cama y comenzando a besar su pecho, dibujando un camino de besos hasta su ombligo, donde jugó un instante con la lengua. Tomó el pantalón deportivo de Keigo y lo sacó en un solo movimiento junto a su bóxer. Su mirada se tornó lujuriosa al constatar la excitación del muchacho del lunar. Acarició con sus manos las fuertes y níveas piernas de Atobe, para luego pasar a sujetar su pene con la mano izquierda, realizando movimientos tortuosamente lentos, que arrancaron más de un gemido al joven heredero.

 

-No… Tezuka, quiero verte- dijo ahogado en suspiros.

 

Petición que el ojimiel contestó quitándose el resto de la ropa. Quedando ambos totalmente desnudos sobre la cama. Atobe no pudo evitar que un escalofrió recorriera su cuerpo al ver en todo su esplendor al muchacho dorado. Tezuka se posicionó entre sus piernas y se inclinó sobre él, besándolo mientras se movía lentamente con movimientos ascendentes y descendentes a través del cuerpo de su compañero, provocando una descarga eléctrica producto del roce.

 

Tezuka interrumpió el beso un instante para llevarse la mano izquierda a la boca, humedeciendo los dedos con su saliva. Comenzó introduciendo un solo dedo, esperando a que Keigo se acostumbrara a la intromisión en su cuerpo. Realizó movimientos circulares en su interior mientras salía y entraba una y otra vez, provocando un sinfín de sensaciones en el muchacho platinado. Tezuka sintió cómo Keigo lentamente se fue dilatando, por lo que decidió introducir un dedo más, con el fin de prepararlo bien antes de penetrarlo. No quería causarle dolor. Se dio cuenta que el peliplateado estaba listó cuando el suave movimiento de sus caderas debajo de su cuerpo se fue uniendo a vaivén que realizaban sus dedos, pidiendo con esos movimientos más de aquel delicioso placer.

 

Tezuka quitó sus dedos y se posicionó en la entrada de Keigo, rosándolo suavemente con su pene.

 

-Hazlo por favor… quiero sentirte dentro de mí- dijo Keigo casi en una súplica.

 

Sintió un dolor punzante, como si fuera partido en dos y escuchó un gemido grave salir de la boca del ojimiel.

 

-Por Dios, eres delicioso, estas tan estrecho- susurró Tezuka en su oído con voz ronca.

 

Gimió sonoramente al sentir al ojimiel completamente dentro de él y unas lágrimas de dolor se instalaron en sus ojos, pero no salieron de ahí. Fue besado con suavidad, mientras sentía cómo el ojimiel salía de él y lo penetraba nuevamente. Esta vez el dolor fue menor, permaneció unos segundo dentro de su cuerpo y Keigo se sintió pleno. La sensación de vacío que había comenzado a experimentar dentro de sí desde que el muchacho de anteojos había partido, por fin había desaparecido completamente. Tezuka otra vez salió de su cuerpo, para volver a penetrarlo lentamente. Era la tercera vez que lo hacía y el dolor ya casi había desaparecido. La cuarta vez que lo penetró fue mucho más brusca y ya no volvió a salir, con un solo movimiento rápido y fuerte se instaló por completo dentro del peliplateado. Gimió otra vez, pero esta vez fue un gemido de placer.

 

Tezuka siguió penetrándolo implacable, cada estocada era cada vez más profunda, más deliciosa. Tuvo que llevarse las manos a la boca para poder callar los gemidos que salían de su garganta, después de todo se encontraban en un pabellón lleno de habitaciones donde a esta hora dormían plácidamente los demás jóvenes tenistas. Tezuka por su parte, acallaba sus gemidos de placer en el cuello del heredero, el que no dejaba de besar. De pronto, sintió cómo Tezuka llegaba a un punto dentro él, un punto que golpeaba una y otra vez, provocándole un exquisito placer. No pudo aguantar más, había llegado al clímax.

 

-Nggh… ahh… Te…Tezuka…ahh… voy a acabar… ahh…-

 

Dijo mientras sentía un cosquilleo por todo su cuerpo. Su espalda se curvó de placer y apretó con más fuerza su mano sobre su boca, para acallar así el ronco grito de gozo que salía de su garganta, al sentir cómo se corría y al oír los suaves gemidos de Tezuka en su oído, lo que le señalaba que el ojimiel había acabado dentro de él.

 

Sus ojos estaban fuertemente cerrados y su respiración era irregular. Sentía que su corazón subía por su garganta y en cualquier momento saldría por su boca. El muchacho de cabellos dorados salió lentamente de él y se recostó a su izquierda, abrazándole por la cintura. Cuando hubo recuperado el aliento, se volteó para quedar frente a frente con el ojimiel, sonriéndole dulcemente. Se sorprendió al ver que esa sonrisa le era devuelta y un gesto de ternura se instalaba en los ojos miel del otro muchacho.

 

-Te amo- susurro Keigo acariciando suavemente los cabellos dorados.

 

-Te amo- respondió Tezuka con una sonrisa imborrable en su rostro.

 

Tezuka lo tapó con las sabanas y puso su pecho como almohada para acoger la plateada cabeza. Keigo fue transportándose lentamente al reino de los sueños, sintiendo el ritmo acompasado del corazón del ojimiel bajo su cabeza.

 

Esa fue la primera noche que pasaron juntos y Keigo deseó que esas noches no terminaran jamás. 

Notas finales:

Gracias por leer =)


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