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One in a Million por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Hola!!! aqui les dejo otro capitulo, espero que les guste

 

VIVA LA IMPERIAL!!!


 

Capítulo 8: No te vayas

 

Taki estaba nervioso, apenas había podido pegar el ojo durante la noche y ahora, sentado frente a su desayuno con mirada preocupada, no sabía qué hacer. La conversación tenida la mañana anterior con su amigo, lo había sorprendido, pero se encontraba más intrigado aun por la momentánea desaparición de éste. Le había pedido que le llamara la noche anterior, para contarle todo –era obvio que como cualquier mejor amigo, lo mínimo que esperaba era un reporte completo con lujo de detalle- pero el peliplateado no se había dignado a llamarle, es más, ni siquiera le respondía el teléfono y esta situación tenía al castaño al borde de un colapso. Eso sólo podía significar dos cosas: o eran muy buenas noticias, o eran muy malas.

 

_____________________________________________

 

Abrió los ojos lentamente, siendo consciente de su cuerpo poco a poco, se sentía extrañamente en paz, de hecho, no podía recordar la última vez que había dormido tan bien. Su cabeza y su mano derecha, reposaban cómodamente sobre un pecho que se mecía de forma pausada producto de la calmada respiración. Respiró hondamente y pudo sentir el delicioso perfume del chico de ojos miel, que aun dormía plácidamente abrazándole. No pudo evitar que una sonrisa se fijara en su ahora radiante rostro. No lo podía creer.

De acuerdo a su propia forma de ver la vida, el amor para él, Atobe Keigo, era como mínimo, un hecho improbable, algo que sólo sucedía en los libros. Es más, amar a alguien y que esa persona te correspondiera, era prácticamente un milagro. Y ahí estaba él, recostado plácidamente junto al muchacho que se había robado su corazón. Aun no podía creer que fuera real.

El molesto sonido de un despertador lo sacó de sus ensoñaciones. El muchacho bajo él, se movió intranquilo, frunciendo el ceño por ser obligado a despertar cuando su cuerpo le pedía descansar un poco más, se volteó mientras lo abrazaba con más fuerza aún. Él correspondió a ese abrazo rodeándole por la cintura, en un gesto posesivo, muy propio en él.

No quería levantarse, no quería dejar de sentir el cuerpo desnudo del otro muchacho apeado al suyo, no quería dejar de sentir su aroma varonil que lo volvía loco, no quería dejar de ver cómo brillaba tenuemente su cabello dorado al ser iluminado por los primeros rayos de sol. Pero por sobre todo, quería detener el tiempo, que el reloj dejara de avanzar, para permanecer en ese instante por siempre, para que el rubio ceniza no tuviera que marcharse nunca.

El despertador sonó por segunda vez, pero él no se movió, no quiso deshacer el abrazo. Fue el ojimiel quien volteo sólo el brazo izquierdo para apagar aquel molesto objeto. Sintió cómo ese brazo volvía a su cuerpo, acariciando suavemente su espalda, mientras la otra mano se posicionaba en su cabeza, enredando los delgados dedos en su cabello plateado y su boca fue atrapada en un tierno beso, que se limitó sólo a roce de sus labios.

-Buenos días- susurró Keigo cuando por fin sus labios se separaron.

-Buenos días ¿dormiste bien?- preguntó Tezuka mirándolo dulcemente.

-Mejor que nunca- confesó con una sonrisa en los labios.

-Sí, yo también- Dijo Tezuka mientras se apegaba aún más a él, aunque no estaba seguro de que eso haya sido físicamente posible.

-No quiero levantarme, quiero quedarme aquí… contigo… siempre- susurró mientras escondía la cabeza en el cuello del ojimiel y o abrazaba con más fuerza.

-Yo no te voy a dejar nunca- dijo Tezuka con seguridad.

Sin embargo, a Keigo le parecieron que sus palabras no eran más que un cliché, que tal vez reflejaban lo que Tezuka quería que pasara, pero pensándolo realistamente, él sabía muy bien que sus días con el muchacho de anteojos estaban contados. Al menos hasta que éste regresara definitivamente, pero nadie sabía cuándo iba a pasar eso.

-Muy bien, debemos levantarnos, no puedo faltar nuevamente a los entrenamientos, o si no, de seguro que me sacan de la titularidad- dijo con una sonrisa en su cara, mientras se incorporaba en la cama.  

Aunque lo que realmente sentía era pesar, sabía que mientras más tiempo pasara con Tezuka, más dolorosa sería después la despedida. Quería pedirle que se quedara, por siempre, pero sabía que no podía ser tan egoísta. El muchacho de anteojos tenía un potencial increíble como tenista, él no podía truncarle la posibilidad de recuperarse y cumplir su sueño.

-¿Nos duchamos juntos?- preguntó Tezuka mientras sonreía y se levantaba estirando la mano para recibir a Atobe.

Éste se sorprendió por el gesto del muchacho de cabellos dorados y parpadeó un par de veces antes de reaccionar. Sonrió de lado y tomó la mano que le era extendida, para ir juntos a la ducha.

 

Bajaron juntos tomados de la mano, sin importarles que alguien les viera –francamente, lo que pensaran los demás los tenía sin cuidado- pero con el pesar de saber que en unas horas se anunciaría la lista de seleccionados, lo que significaba que el Campamento estaría finalizado. Cuando llegaron a la planta baja, forzosamente se tuvieron que separar, ya que Tezuka tenía una reunión, donde se decidiría la lista final de tenistas seleccionados para el Torneo Amistoso.

-Debo irme ahora, pero quiero que nos veamos pronto. Esta tarde no puedo, debo terminar de hacer papeleo para Ryusaki sensei y llevárselos al hospital. Además debo ir a mi casa, ni siquiera he avisado a mi familia que estoy en Japón- declaró Tezuka excusándose

-jajaja eso suena muy típico de ti. No te preocupes, yo te esperaré- habló extrañado de la comprensión que sentía.

-Muy bien- dijo antes de besar por última vez al peliplateado.

-Voy a contar los segundos que faltan para volver a verte- contestó

Tezuka sonrió tiernamente mientras acariciaba una de las mejillas de Keigo. Luego se dio la vuelta y se dirigió a la sala de reuniones. Mientras tanto, una lágrima solitaria rodaba por la inmaculada mejilla del joven heredero, mientras en su mente repetía “No te vayas”.

 

El campamento había terminado, él obviamente había sido seleccionado, pero de su equipo, también habían escogido a Yuushi, quien se sentaba a su lado en el autobús escolar. Miraba por la ventanilla del autobús buscando los ojos miel que no encontró, pues el autobús partió antes de que el joven capitán de Seigaku llegara a los estacionamientos, sólo pudo ver a Echizen dentro del autobús de Seigaku.

Mientras viajaban de regreso a Hyotei Gakuen, de vuelta al mundo real, lejos de la idílica fantasía que había vivido, lejos de Tezuka, tomó su celular y se dio cuenta de la gran cantidad de llamadas perdidas que tenia de Taki, recordó que había quedado en llamarle, así que le devolvió las llamadas.

-¿Alo? ¿Kei?- respondió Taki con voz preocupada

-Si soy yo- habló Keigo con una voz más seria y un tinte de tristeza en ella.

-Por Dios!!! Keigo, estaba muy preocupado ¿Por qué no me llamaste?-

-Te lo contaré todo, voy a tu casa ahora- y sin decir más colgó.

 

_____________________________________________

 

Taki se paseaba de un lado a otro, cualquiera que le viera diría que se trataba de un padre primerizo, esperando por sentir el llanto de su primogénito, fuera de la sala de parto. Pero no, lo que tenía tan ansioso al castaño era su mejor amigo: Keigo, ya se había tardado demasiado y por el tono de su voz cuando lo llamó, no podía adivinar siquiera lo que había pasado.

Se encontraba en la amplia sala de su casa, de un estilo modernista y austero, inspirado en figuras geométricas. No había nadie más en su casa, sus padres no regresarían hasta el anochecer, por lo que podría hablar tranquilamente con su amigo, y hacerle las mil preguntas que ahora inundaban su cabeza. Él usaba un pantalón negro de algodón y una camiseta blanca ceñida al cuerpo, iba descalzo y su cabello se encontraba perfectamente liso, como siempre. Estaba a punto de tomar el celular para llamar otra vez a Keigo cuando tocaron la puerta.

-Kei!!! Por fin llegas, me tenías preocupado- dijo mientras abría la puerta.

-No me puedo teletransportar Taki, el autobús nos dejó en la escuela y desde ahí me dirigí inmediatamente hacia acá- dijo ingresando a la casa y sentándose en uno de los sillones.

Atobe iba vestido con el uniforme escolar y tan pronto se sentó comenzó a quitarse la corbata que sentía que le aprisionaba, se pasó la mano por el pelo, haciendo que éste callera con gracia sobre sus cienes.

-¿Y bien? Me has tenido en ascuas desde ayer ¿Qué pasó?- preguntó mientras se sentaba junto a él, mirándole con curiosidad.

Keigo sonrió como cualquier tonto enamorado, gesto del que Taki no podía dar crédito. Ciertamente, cada día que pasaba su amigo lo sorprendía más.

-Él me ama… y yo a él- sentenció con una sonrisa en sus labios.

-yaaa!!! Pero te das cuenta que él se irá en pocos días ¿no?- preguntó Taki tratando de hacer que su mejor amigo recupere la cordura.

-Voy a esperarlo. Aunque tenga que esperar la vida entera- dijo dramáticamente.

-- simplemente quedó con la boca abierta

-Me miras así porque nunca te has enamorado- le dijo mientras levantaba una ceja con expresión desafiante.

OK ¿te parece si vemos alguna película mientras comemos algo? Así aprovechas de contarme todo con detalle- dijo mientras se dirigía a la cocina.

-¿Te parece Titanic?-

Se giró sobre sus talones y miró a Keigo con la boca aún más abierta, sin poder creer lo que había oído. Realmente a su amigo le había dado fuerte. No pudo evitar comenzar a temerle a esa cosa llamada amor.

Notas finales:

Gracias por leer =)


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