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One in a Million por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Hola!!!

Aqui les dejo otro cap. hay lemon un poquito mas hard, asi que disfrutenlo xD

Capítulo 9: ¿Quieres ser mi novio?


 


Finalmente llegó el día del Torneo Amistoso, él aún no había podido ver a Tezuka, ya que éste estuvo ocupado con su familia toda la noche anterior. Por lo tanto, se encontraba nervioso cuando llegó al court de tenis donde se desarrollarían los partidos y ahí le vio, en la entrada del edificio, apoyado sobre uno de los pilares, le esperaba el muchacho de anteojos. Su cuerpo era bañado por los cálidos rayos del sol, haciendo desprender pequeños destellos dorados de su cabello desordenado, “es hermoso” pensó. Poco a poco y a medida que se acercaba, fue notando la expresión seria en su rostro, era indescifrable.


Sintió como su corazón se aceleraba y corrió a su encuentro, abalanzándose sobre su cuello y robándole un beso. Tezuka ahora cambio de expresión radicalmente: sonreía mientras le besaba y le abrazó por la cintura.


-Debemos entrar. Supongo que no quieres llegar tarde a un partido- declaró el ojimiel separándose.


Keigo sólo suspiró pesadamente y se limitó a rodar los ojos mientras recogía su bolso de tenis –ya que lo había tirado para abalanzarse sobre Tezuka- y lo siguió hasta los camarines. Suponiendo que después de todo, Tezuka Kunimitsu nunca iba a cambiar.


Posteriormente le tocó jugar dobles, algo que no se le daba de maravillas, y para colmo de males, su compañero no era otro más que Sanada. De cualquier modo, a él nunca le han gustado las derrotas, por lo que puso lo mejor de su parte para poder ganar el partido. El Torneo fue ganado por el equipo japonés, cosa de la cual apenas se enteró, porque él estaba mucho más preocupado de detallar al ojimiel. No quería olvidar ni el más mínimo detalle, ya que no tenía claridad de cuándo se volverían a ver.


Cuando terminó el Torneo, Tezuka se le acercó para tomar suavemente su mano y felicitarlo por el triunfo obtenido.


-Entonces merezco un premio ¿no lo crees?- preguntó Keigo de manera coqueta.


-Atobe, yo te entregaría la luna si me la pidieras- Dijo mientras sonreía.


-Llámame sólo Keigo, por favor, no quiero que haya formalidades entre nosotros-


-Sólo si tú me llamas Kunimitsu-


-Claro que sí, Mitsu- dijo mientras le abrazaba por el cuello


Soltó una risita suave -sacarme sonrisas se ha vuelto tu pasatiempos favorito ¿no?-


Keigo se mordió el labio inferior mientras se reía triunfante. Era verdad, desde que había visto sonreír al estoico muchacho por primera vez, había querido seguir haciéndolo siempre. Aunque primero pensó que el chico de anteojos se reía de él, ahora entendía que era simplemente su presencia la que lo hacía feliz, lo sabía porque a él le pasaba igual.


-¿Por qué no vamos a mi casa? Ahí nadie nos molestará, mi casa es tan grande que mis padres y yo ni siquiera nos vemos- habló mientras pensaba que sólo hasta hoy se daba cuenta del lado positivo de la situación.


-Está bien, vamos- dijo mientras le tomaba de la mano y se dirigían a la limusina de Atobe.


El chofer les llevó rápidamente hasta la mansión. Una vez ahí, se dirigieron a la recamara del joven heredero, un espacio tan amplio como una casa. Atobe no pudo más que sonreír frente a la expresión de asombro de Tezuka, quien nunca había visto su casa antes y realmente, nunca se la imaginó tan ridículamente grande. Ahora entendía por qué Keigo y sus padres no se veían, aun cuando vivían bajo el mismo techo.


Keigo cerró la puerta con seguro y decidió cambiarse de ropa, no quería vestir ropa deportiva frente a Tezuka, quería verse lo mejor posible frente a él, se dirigía hacia la amplia habitación que tenía por armario, cuando fue sostenido por su muñeca izquierda y obligado a dar la vuelta, quedando frente a frente con unos ojos miel que lo miraban con deseo, atrapado entre sus brazos.


-¿A dónde vas? Tengo que darte tu premio ¿recuerdas?- dijo en un susurró mientras mordía suavemente su lóbulo izquierdo. 


-Ahh…- jadeó al sintir como un escalofrío recorrió todo su cuerpo.


Ahora la ropa le importaba un carajo. Sólo pensaba en Tezuka y en cómo comenzó a bajar el cierre de su polerón lentamente para luego quitarlo junto a su camiseta, dejando al descubierto su torso esbelto. Pero esta vez no permitiría que Tezuka tomara la ofensiva así como así. Él quería ser quien le diera placer. Se adelantó al siguiente movimiento del muchacho de ojos miel y le quitó el polerón y la camiseta con movimientos rápidos, arrojándolos al suelo sin importar dónde iban a parar. Tomó sus anteojos con delicadeza y los depositó sobre un mueble. Se dio cuenta de que Tezuka le miraba con franca curiosidad, expectante de su próximo movimiento, esto le infundió más valor aun y tomándolo por los hombros lo condujo hasta la cama, donde lo arrojó sin ningún tipo de sutileza.


Se subió sobre el muchacho y comenzó a besarlo, mientras su mano derecha bajaba por el torso desnudo y se aventuraba a la entrepierna del ojimiel. Le acariciaba suavemente a través de la ropa, mientras sentía cómo se agrandaba y endurecía el miembro del muchacho. Pronto, la necesidad de más contacto con él hizo que metiera su mano indiscretamente dentro del bóxer de éste, para poder acariciar a gusto el palpitante miembro. Lentamente comenzó a masturbarlo, sin romper el beso que los unía.


Se sintió cada vez más excitado al escuchar los gemidos que Tezuka ahogaba en su boca. Se separó de los labios del ojimiel y comenzó a quitar el resto de ropa del cuerpo de éste, dejándolo completamente desnudo y a su merced. Era un controlador, lo sabía. En esta situación, al igual que en todo, sentía la necesidad de encontrarse al mando, era algo muy propio en él y que no lo podía evitar.


Miró a Tezuka directamente a los ojos, mientras introducía todo el pene del mayor dentro de su boca y la cerraba con fuerza para producirle el máximo placer. Sintió como su cometido daba frutos, al oír el sonoro gemido que salía de la boca del ojimiel y ver cómo éste se apoyaba en sus codos para verlo. Decidió masturbar con su mano derecha el miembro y acariciar suavemente los testículos con su otra mano, mientras que su lengua se dedicaba a lamer el glande, realizando suaves movimientos circulares, que a juzgar por los gemidos de su compañero, eran muy placenteros.


-Ahh… Keigo… voy a acabar- dijo Tezuka al mismo tiempo que su cabeza se iba hacia atrás y su espalda se curvaba.


Keigo se limitó a dejar de hacer lo que hacía, se levantó lentamente, posó sus manos en sus caderas en un gesto de autosuficiencia y sonrío de lado, fijando sus ojos grises sobre la estupefacta mirada del ojimiel. Realmente era un sádico. Le encantaba esa sensación de control.


-¿Qué haces?- inquirió Tezuka con molestia


-No pienso dejarte acabar, aun no…- dijo mientras levantaba una ceja, desafiante.


-Argg!!! Realmente eres imposible!!!- dijo Tezuka al tiempo que se levantaba y tomaba a Keigo por la cintura y lo empujaba sobre la cama.


OK, eso no lo había visto venir, eso no estaba dentro de sus planes ¿Qué se creía que estaba haciendo Tezuka con el gran Ore-sama?


-Creo que la situación ha cambiado joven Atobe. Usted ya no se merece un premio, ahora se merece un castigo- habló mientras se posicionaba sobre el heredero y atrapada sus muñecas con su mano izquierda sobre su cabeza, dejándolo completamente inmovilizado y comenzando a morder suavemente su cuello.


Atobe recordó demasiado tarde por qué el capitán de Seigaku era quien había robado su corazón, no era un hombre al cual se pudiera dominar fácilmente y ahí estaba la prueba, el cazador había sido cazado. Sintió cómo las manos de Tezuka recorrían su cuerpo y le quitaron toda la ropa que aun traía puesta y en un solo movimiento rápido, fue volteado, quedando boca abajo, sintiendo como el muchacho sobre él comenzaba a besarlo en el cuello mientras frotaba su pene contra sus glúteos.


Sintió que su ano escocía levemente y comenzaba a palpitar, quería ser penetrado, Dios!!! deseaba tanto a ese hombre, de una manera que nunca sospechó. Pero Tezuka sólo se limitaba a rozarlo suavemente y repartir besos intercalados con mordidas por su cuello y hombros.


-Mitsu… por favor… ahh- pidió entrecortadamente mientras oía la risa suave de Tezuka en su espalda. Se estaba vengando!!!  


-Como desee, su majestad- respondió irónicamente.


Y sintió cómo mojaba su entrada para comenzar a dilatarlo, usando los dedos primero, los que jugaron inquietos dentro de sí, provocándole un deseo mayor de ser penetrado por el muchacho de cabellos dorados. Movió sus caderas al compás del movimiento marcado por la mano de Tezuka, indicando así que estaba listo. Gesto que fue interpretado correctamente, pues sintió como los dedos salían de su interior para dar cabida al miembro de Tezuka y él abrió aún más sus piernas para recibirlo.


-Ahh… Mitsu…Ngghh…- gimió mientras sentía las fuertes embestidas.


La primera vez que lo hicieron, le sorprendió la delicadeza que había tenido el pelidorado, pero de esa delicadeza ahora no quedaba nada. Era penetrado con brusquedad, con ansias, con pasión, en un ritmo que era cada vez más ascendente, que lo golpeaba una y otra vez provocándole espasmódicos movimientos.


-Keigo… ¿Quieres… ser mi novio?... Ahh…- dijo sin dejar de penetrarlo mientras besaba suavemente su cabello.


-¿Qué?...- esa pregunta lo descolocó completamente.


-Ahh…Mitsu, sí quiero…Ahh…- contestó sonriendo aferrándose fuertemente a las sabanas, debido a la gran delicia que sentía por las afanosas embestidas.


Tezuka llegó a ese punto casi mágico dentro de él que le provocaba un inmenso placer, sentía como lo rozaba en cada movimiento y esperaba con ansias la siguiente estocada. Realmente se sentía desfallecer y comenzó a sentir que acabaría, su entrada se contrajo aún más al sentir el placer del orgasmo y escucho gemir roncamente a Tezuka en su oído.  


Se corrió sobre su cama, embarrando de su semen la delicada seda, pero no le importó, sólo podía pensar en la deliciosa sensación de sentirse lleno del semen de Tezuka, quien había acabado dentro suyo.


Su boca se abrió ligeramente y gimió al sentir que su compañero salía de él. Trató de tranquilizar su respiración que estaba muy agitada, mientras de volteaba para quedar boca arriba. Un suspiro hondo se encargó de llenar de oxigeno su cuerpo y comenzó a ser consciente de la cálida piel que sentía contra su cuerpo.


De pronto el muchacho de ojos miel se levantó de la cama y se dirigió al lugar donde se encontraba su bolso de tenis, parecía buscar algo. Cuando encontró el objeto que buscaba, se paró y volvió a su lado. Keigo se había incorporado en uno de sus codos, mirando a Tezuka con curiosidad.


-Keigo, quieres ser mi novio- repitió mientras le acercaba dos argollas plateadas exactamente iguales, las que serían el símbolo de su amor.


-Es… lo que siempre he querido- confesó sonriendo, aun sorprendido por el gesto del muchacho. La verdad era que no se esperaba algo así de él, y lo más sorprendente era el exquisito gusto del joven, aunque pensándolo bien, si lo había elegido a él, era prueba más que suficiente de su buen gusto.


-Ahora eres sólo mío y nunca voy a dejarte- le dijo Tezuka mirándolo a los ojos.

Notas finales:

Gracias por leer


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