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Cuando los sueños se hacen realidad por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Hola!!!

Subo el segundo capitulo de esta historia, de aqui en adelante toda la historia se vuelve un flashback.

Espero que sea de su agrado =)

 

Capítulo 2: El Día en que mi Vida Cambió para Siempre

 

¿Cómo fue que empezó todo esto? ¿Cuándo me enamore de él?

Fue desde el primer momento en que lo vi.

 

Flashback

Si había algo que marcaba mi vida, eso era el tedio, cada día me resultaba más monótono que el anterior. Mi vida se resumía a ir a la escuela, prestar la suficiente atención para sacarme excelentes calificaciones, jugar tenis y volver a casa para ser el hijo perfecto de una exigente familia.

Aunque en un comienzo, el tenis era algo en lo que me podía divertir, ahora me parecía aburrido. Mis sempais eran tipos con escaso talento que no representaban ningún tipo de reto para mí, incluso podía ganarles sin dificultad sin usar mi mano dominante. Y en los torneos que participaba, no había conocido a nadie que fuera capaz de impresionarme.

Todos los días trascurrían igual que el día anterior, sin brillo. En toda mi vida no había ni una pisca de pasión. Pero eso era algo a lo que me había conseguido acostumbrar. Mi vida se había resumido al triste hecho de vivir cada día sin una estúpida razón. Aunque lo más triste era que a mi corta edad, ya era consciente de este terrible hecho y no era capaz de hacer nada por remediarlo. Se me había acabado la pasión, o tal vez, nunca la tuve.

Quizás ese era el motivo por el que mi rostro no reflejaba emoción alguna, aun cuando cualquier otra persona en mi lugar estaría más que feliz. Yo era titular de Seigaku desde el primer año, el único en tener ese honor, y ahora que estaba en segundo año era el vice-capitán y acababa de vencer en Singles 2 al capitán del equipo contrario en un partido por el Torneo de Kantou. Un hecho más que remarcable, considerando que los rivales eran nada más ni nada menos que la poderosa Hyotei Gakuen, una escuela de renombre nacional, cuyo club de tenis tenía a más de 200 miembros, con niveles de exigencia demenciales, incluso se rumoreaba que si perdías un partido, te sacaban inmediatamente de la titularidad. En ese momento no pude evitar cuestionarme a mí mismo al pensar que pude haber cometido un error al matricularme en Seishun Gakuen. Era verdad que mi familia no era millonaria, pero habría podido entrar en una mejor institución educacional, sin embargo, mis padres decidieron respetar mi decisión de entrar a Seigaku, así que ahora debía hacerme cargo de las consecuencias.

Como fuera, ya no había más remedio, así que me dirigí fuera de la cancha. Oía murmullos a mí alrededor, al parecer estaban impresionados de que haya vencido al capitán de Hyotei. Ignoré el centenar de voces por puro aburrimiento y seguí mi camino. No tenía caso seguir viendo los partidos, era más que claro que no ganaríamos, nuestro equipo era deficiente y estaba muy por debajo del poderoso Hyotei, ya era todo un logro haber conseguido que jugaran los cinco partidos, ya que normalmente ganan en el tercero. Me senté a la sombra de un gran árbol y saqué mi botella de agua comenzando a beber, con la seguridad de saber que ya no había ninguna razón para permanecer ahí, pero sin poder marcharme aun.

El partido de Singles 1 estaba a punto de comenzar, pude saberlo por las voces excitadas de los espectadores, al parecer este sería un “gran suceso” según ellos. Por los rumores que podía oír desde donde me encontraba, el jugador de Singles 1 de Hyotei nunca había jugado un partido oficial antes, por eso tanta expectación. A mí me parecía que sólo se trataba de algo nuevo que mirar, no entendía por qué tanto entusiasmo por su aparición.

-Hyotei. Hyotei. Hyotei-

Me sorprendí al oír que todo el público asistente comenzó a vitorear el nombre del equipo contrario, al parecer estaban muy animados, pero aun no lograba comprender la razón. Era a causa del jugador que ingresaba a la cancha en estos momentos, obviamente, pero ¿por qué? 

En ese momento me di cuenta de algo que me sorprendió: había algo que había llamado mi atención, sentía curiosidad, sentía algo… y la última vez que eso había pasado, ni siquiera podía recordarla.

Decidí acercarme a la reja, para ver a que se debía tanto alboroto, ya que los espectadores que rodeaban la cancha no me dejaban ver. Cuando logré hacerme paso entre un mar humano que gritaba sin cesar y llegué a la reja, pude verlo. Era un joven de cabello plateado, bastante guapo, probablemente tendríamos la misma edad, no se veía como alguien de tercero y caminaba hacia la red con movimientos gráciles y elegantes, aunque lo que más marcaba su lenguaje corporal era una firme decisión en cada movimiento, ese muchacho era alguien de gran fortaleza mental. Aunque su expresión era de diversión, claramente disfrutaba de la situación, de tener todos los ojos puestos sobre su persona, debía ser un narcisista sin remedio.

Cuando por fin llegó a la red, levantó el dedo índice de la mano derecha y como por arte de magia, todos los gritos se apagaron, dejando la cancha sumida en un silencio total. Pero que poder, debía reconocer que esa había sido una entrada impresionante ¿cómo un simple joven podía tener tal control sobre las personas? ¿Qué clase de persona era él para tener tal poder de convencimiento? Entonces comenzó a hablar, su voz era calmada, la voz de alguien que sabe que tiene todo bajo control, pero a la vez era fría y arrogante.

-El ganador… seré yo- sentenció

Ahí estaba, la confirmación de que el joven era un narcisista sin remedio. Y como por arte de magia, una sonrisa se instaló en mis labios. Yo mismo me sorprendí ante tal gesto. Normalmente nada me impresiona, y por lo tanto, nada me emociona. Pero ahí estaba él, un joven que desde las primeras palabras que salieron de su boca, me provocó un sentimiento completamente inesperado.

El partido transcurrió muy rápido, el joven platinado no dio ninguna posibilidad a mi capitán, en menos de quince minutos logró derrotarlo. Ahora podía entender la fascinación que despertaba, era un jugador extraordinario. Según lo que podía oír de las conversaciones de los demás asistentes, el joven llevaba poco más de un año en Japón, había estudiado en Europa, donde había aprendido a jugar tenis. Eso explicaba por qué nunca había oído hablar de él antes, ni me lo había topado en ningún torneo. También oí que se llamaba Atobe Keigo y que era el hijo único del presidente del Banco Nacional, lo cual explicaba su excesiva arrogancia y seguridad, era alguien que desde niño tuvo todo el mundo a su disposición.

Me sentía extrañamente conectado con aquel joven, como si ambos fuéramos las dos mitades constitutivas de un todo. Entonces me di cuenta que éramos tan parecidos, pero tan diferentes a la vez. Ambos éramos titulares a corta edad, ambos teníamos un extraordinario talento para el tenis, ambos éramos personas seguras y firmes. Pero a diferencia mía, él era extrovertido, expresivo, fascinante, alguien capaz de provocar admiración con su sola presencia. Eso sin mencionar que pertenecíamos a dos mundos muy distintos.

 

Una vez concluido el encuentro, llegó el momento del saludo final. Habíamos quedado eliminados, pero no fue algo que me afectara, era un resultado más que esperable. Cuando tuvimos que formarnos frente a la red, busqué sus ojos como por acto reflejo, ni siquiera me había percatado de lo que hacía. Grande fue mi sorpresa al ver que él sostuvo mi mirada, parecía sorprendido, ladeó ligeramente la cabeza hacia su derecha y sonrió. Mi corazón dio un vuelco dentro de mi pecho en respuesta ante tal gesto, lo que me hizo sentir descolocado, así que desvié la mirada. Nunca había sentido algo así en todo mi vida, el instante en que sus ojos se conectaron con los míos sólo duró unos segundos, pero bastaron para cambiar mi vida para siempre.

Llegó la hora de marcharnos del lugar, mis sempais se veían decaídos, aunque yo no podía entender la razón ¿Acaso en algún momento creyeron que podíamos vencer a Hyotei? ¿Tan ingenuos eran? Traté de ignorarlos, así que desvié mi mirada hacia la derecha y vi un dispensador de bebidas, decidí ir por agua, aunque no tenía sed, me daba una excusa para alejarme del grupo, no me sentía de ánimos para soportarlos. Llegué a la máquina dispensadora e introduje el dinero, al mismo tiempo sentí que alguien se paraba detrás de mí. Me di vuelta para comprobar de quien se trataba y grande fue mi sorpresa al verlo a él. Aunque sabía que era muy bueno ocultando mis sentimientos, creo que en ese momento no pude disimular el asombro en mi rostro.

Cuando lo vi en la cancha me había parecido un joven bastante guapo, ahora, al tenerlo frente a frente, me di cuenta del tremendo error, no era alguien “bastante guapo” era la belleza personificada. Su figura era completamente proporcionada, alto y esbelto, pero con una musculatura muy bien trabajada, su piel blanca era tersa y suave, sin ninguna imperfección en su delicado rostro, tenía un lunar muy sensual bajo su ojo derecho, su cabello perfectamente peinado se movía con la suave brisa y sus ojos… sus ojos fueron los que más me llamaron la atención, llenos de vida, tenía una mirada penetrante, vivaz, sus ojos eran grises, pero la intensidad de su mirada los hacia brillar con imperceptibles destellos plateados. Me sentí hechizado por esa mirada.

 

Si pudiera exaltar tus bellos ojos

y en frescos versos detallar sus gracias,

diría el porvenir: «Miente el poeta,

rasgos divinos son, no terrenales».

(William Shakespeare)

 

Entonces me sentí aturdido, no entendía lo que me estaba pasando, o… más bien sí lo sabía, pero no lo quería admitir ¿desde cuando comencé a evaluar a las personas de acuerdo a su belleza física? ¿Desde cuándo había comenzado a interesarme eso en un chico? ¿Qué significaba todo esto? Esta reflexión me asustó tanto, que casi me inmoviliza.

-¿Vas a sacar tu bebida o no?- su voz me sacó de mis ensoñaciones.

Me di la vuelta y saqué mi bebida, me sentía como un completo idiota, infantil e inseguro. Quería hablarle, pero no sabía qué decir. Conozco bien mis límites, se dominarme, o eso era lo que creía, ya que ahora me sentía débil e incapaz. De pronto sentí que todas las palabras huyeron de mi boca. Suspiré resignado, lo mejor era irme, era mejor marcharme con dignidad a exponerme a parecer un deficiente mental. Así que di la vuelta y me alejé.

-Oye!!!... ¿cómo te llamas?- su voz me detuvo.

-¿Disculpa?- me di la vuelta asombrado.

-Jugaste muy bien… no me esperaba encontrar un jugador como tú en Seigaku- dijo mientras cruzaba los brazos sobre su pecho y usaba un tono de voz demasiado frío para mi gusto ¿Por qué me dolió esa indiferencia en su voz?

-Tezuka Kunimitsu- contesté

-Oye!!! Tezuka ¿Por qué no jugaste con tu mano dominante?-

¿Se había dado cuenta? ¿Cómo? Muy pocas personas sabían que yo era zurdo, incluso para algunos de mis amigos eso era un secreto y él era un completo desconocido, que me había visto jugando no más de 20 minutos y se había dado cuenta, quedé impactado y estaba completamente consciente que no había podido ocultar el asombro en mi rostro. Pero eso no hizo más que acrecentar la fascinación que comenzaba a sentir por aquel joven. Me parecía alguien increíble, incomparable, nunca había conocido a alguien como él. Si pudiera describirlo metafóricamente, era como si toda mi vida hubiera estado viendo en blanco y negro hasta que de pronto, llegó él y el mundo entero adquirió color.

Pero… yo no quería sentirme así, desamparado y desdichado, eso me asustaba. Sabía que eso no podía terminar bien, que era un sentimiento temerario que se podría volver en mi contra, me sentía como Ícaro volando demasiado cerca del sol. Por lo que me concentré en pensar que no eran más que emociones absurdas que me dispuse a eliminar completamente de mí.  

-Disculpa pero debo irme. Me están esperando- no podía decírselo, después de todo él era un rival y no sabía cuándo tendría que ver esos mismos ojos hechiceros a través de una red.

-Tezuka… me gustaría jugar contigo algún día- al oír esto mi corazón volvió a saltar dentro de mi pecho y me voltee a verlo incrédulo ¿Por qué me sentía tan emocionado?

-Hasta el próximo año entonces- dije dudando mientras sonreía de forma sutil, una sonrisa que tal vez él no alcanzó a notar.

Me devolvió la sonrisa, pero la suya era una sonrisa muy diferente a la mía, era radiante y combinaba a la perfección con su vivaz mirada. Aunque era otoño, sentí que éste se transformaba en primavera.

Fue en ese instante en el que entendí la falta que hacías en mi vida, que te había estado esperando desde hace años, aun sin saberlo.

 

Notas finales:

Gracias por leer =)


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