Cuando Hyuga entro a su casa aun llevaba esa estúpida sonrisa dibujada en el rostro que solo Teppei le podía hacer tener, su torpe esposo le había invitado a que antes de que partiera al trabajo tomaran un paseo por el parque cogidos de la mano como cuando eran jóvenes universitarios y por supuesto que habían hecho lo que cualquier noviecillo universitario hacia... ocultarse entre los arbustos y darse una buena sacudida de besos y caricias por encima de la ropa.
Cuando salían de entre los arbustos de la nada el castaño cuestiono:
-¿todavía sientes celos de que alguien más aun que sean nuestros hijos se me acerquen?
Ahora que escuchaba eso de los labios del castaño no evito sentirse nervioso, estúpido y vulnerable. Aun que ya no tenía tantos celos como antes (quien iba a decir que estos se irían tras casarse con él) el pensar en una familia ahora le daba… curiosidad.
El simple hecho de imaginarse un bebe con ojos grandes, castaños, sonrisa enorme le derretía el corazón. Hacia más de dos semanas que había dejado de tomar la píldora, era solo cuestión de tiempo que quedara en cinta. No contesto nada, y Teppei no le exigió respuesta alguna, simplemente se despidieron a mitad del camino y su esposo fue al trabajo y el regreso a su hogar.
Los dos fuertes golpes que hicieron retumbar la puerta le sacaron de su ensoñación, corrió a atender el llamado deduciendo que tal vez a Teppei se le había olvidado algo, se había equivocado, y se sorprendió enormemente de ver ahí, de pie en la puerta de su hogar a Mibuchi, su enferma forma de ser le desquiciaba en ocasiones, y como siempre lo primero que le dijo a manera de saludo fue un.
-hola Jumpei-chan-
A Hyuga le dieron ganar de cerrarle la puerta en la nariz.
-hola… ¿se te ofrece algo?
-pero que frio…. ¿no me vas a invitar a tomar aun que sea un vaso de agua?-
El ex Rakuzan se auto invitó, colgó el abrigo en el perchero y miro con curiosidad su hogar, examinando minuciosamente cada detalle. Todo limpio, en orden, milimétricamente acomodado.
-te has convertido en una verdadera ama de casa Jumpei-chan-
Una venita comenzó a palpitar en la sien del pelinegro. ¿Ama de casa? ¿Chan? Sin lugar a dudas le estaba provocando.
-deje de trabajar un tiempo después de mi boda… además Kiyoshi esta terminando la especialidad y es tan torpe que necesito cuidarlo mucho. ¿Y tú? ¿a qué te dedicas?-
La verdad es que muchos de ellos se habían perdido el rastro tras la preparatoria, además no es que le importara, era simple educación. Le dio un vaso de agua.
-me dedico a las ventas… - aquella respuesta fue tan vaga que a Hyuga le dio mala espina.
-qué bonita sortija…- antes de que pudiera reaccionar Mibuchi le había cogido de la mano y estaba observando detalladamente su anillo de bodas. El gesto no era extraño en sí, pero a Hyuga le recorrió un fuerte escalofrió por todo el cuerpo al sentir la mano del otro acariciar la suya de manera casi obscena.
-¡detente!- grito el de gafas apartando su mano y resguardándola con la otra realmente avergonzado, molesto, ofendido y sonrojado a partes iguales.
-oh lo siento lo siento, no pensé que tus manos fueran tan sensibles.-
Hyuga sospecho que si en ese momento Mibuchi no se iba de su hogar algo malo pasaría.
-perdón por incomodarte… la verdadera intención de mi visita es que vengo a venderte unas nuevas fragancias que se que te gustaran mucho, serian un buen regalo para tu esposo.
Desconfiado aun Jumpei se sentó de nuevo, expectante, con la intención de comprar lo primero que le mostraran para correr de ahí a su visitante no deseado.
Mibuchi pareció darse cuenta de sus intenciones.
-mira esta fragancia es la más reciente y más comercial, hace indeseable a los que lo portan, y te sientes como en el paraíso.
La forma en que Reo le estaba mostrando el frasco de loción le hizo compararlo a un comercial, muy a su pesar Hyuga sonrió, Mibuchi seguía teniendo aquellas características que lo hacían odiarlo y admirarlo al mismo tiempo.
-aquí está la muestra- le extendió una tirita de papel perfumada. Y en cuestión de segundos todo se volvió un borronazo de eventos para el de lentes.
Todo era un flashazo de acontecimientos que iban y venían esporádicamente a su mente, el mismo tratando de correr por su casa para ponerse a salvo, el mareo que sintió en cuanto olio aquel papelito, la sonrisa malévola de Mibuchi, sus manos acariciándole toscamente, sus dientes y sus labios tocando zonas que solo Teppei había tocado, Mibuchi arrastrándole a su habitación LA SUYA Y DE SU Teppei para tomarle de la manera más cruel, asquerosa y vulgar que existía, la risa. Aquella risa estaba seguro que nunca se le olvidaría, tan cruel, burlona, loca.
Su garganta se desgarro en un grito horrorizado mientras como si hubiera sido impulsado por un resorte se sentaba en la cama arrancándose la mascarilla, la intravenosa, luchando contra un enemigo invisible, pidiendo a gritos desesperados la ayuda de su esposo.
La cual llego para maravilla suya en ese momento.
Teppei en cuanto le había visto despertar le había sujetado para evitar que se lastimara más a sí mismo, recibiendo muchos golpes de su parte mientras poco a poco despertaba a la cruel realidad.
-sshhh… estoy aquí amor… estoy aquí-
Escuchar esas simples palabras, sentir los fuertes brazos acariciar su espalda confortándole, embriagarse con su aroma… el de Teppei no el de Mibuchi…
Las lágrimas se aglomeraron en sus ojos y caían una tras otra mientras su cuerpo comenzaba a temblar incontrolablemente…
Teppei le abrazo con más fuerza, tanta que estaba seguro que se le romperían unas costillas. Y para Hyuga aquel gesto fue un bálsamo que calmo su atormentada alma, lloro y lloro con tanto dolor que había momentos en los que el aire parecía no querer llegar a sus pulmones, y Kiyoshi simplemente continuo abrazándole y acariciando su espalda hasta que vencido por el resto de drogas, el dolor y el cansancio se volvió a quedar dormido.
-¿están seguros que no levantaran demanda?- cuestiono irritada e incrédula Riko mientras todos reunidos en la sala de espera miraban a su compañero ex centro.
-Hyuga y yo hemos hablado… - comenzó el castaño tratando de calmar la ira que todos sus amigos desprendían peligrosamente.
-no quiere volver a recordar todo lo que paso… no quiere volver a vivirlo… Aomine me puede desmentir si estoy equivocado pero en cuanto levantas una demanda toman las notas del hospital, te hacen exámenes físicos que para Hyuga van a ser muy vergonzosos y lo peor de todo va a ser el interrogatorio… los legistas, los psicólogos y los policías quieren que les describas todo tal y como fue… le amo tanto que no soy capaz de someterlo a que pase por eso… cuando esté listo hablara… y en cuanto a Mibuchi y Makoto… lo que hicieron es nada en comparación a lo que normalmente hacen, tarde o temprano obtendrán su castigo… y este será tan pesado que sin que les digamos nada se arrepentirán seriamente de haber hecho lo que hicieron.-
Ni Aomine como policía, Akashi como empresario y abogado, Midorima como médico, ni Riko con todo su instinto de mujer pudieron refutar aquello. ¿Qué harían ellos si a sus parejas les pasara algo así? Definitivamente no forzarlo a hacer algo que no quisieran, todos se habían dado cuenta en sus breves visitas que el pelinegro continuaba nervioso, atemorizado, avergonzado. Decidieron apoyar a sus amigos en esto también.